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CAFÉ Y BAR VICTORIA
Por. Juan Antonio Varese
jvarese@st.com.uy

 


 
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Hubo dos cafés VICTORIA en Montevideo, ambos sobre la misma calle Bartolomé Mitre; el segundo una cuadra más arriba que el primero y abierto para aprovechar la clientela del anterior. El antiguo, con aires de leyenda y recuerdos de tango y el más reciente con clientela de periodistas y personajes de la farándula nocturna.
El primer VICTORIA ocupaba un largo y angosto local de paredes descascaradas, oscuro y cómplice a la vez, sobre la calle Bartolomé Mitre nº 1275 entre Buenos Aires y Reconquista, al costado del Teatro Solís. Sus comienzos datan del 900 y su cierre, tras el desalojo para construir la moderna sede de LA MAÑANA y EL DIARIO, dos de los periódicos capitalinos de mayor tiraje )(1) podemos situarlo en la década de 1960, para dar paso al segundo.  
Pegado al viejo VICTORIA se encontraba el café ZUNINO, fermental reducto tanguero (ver RAICES de mayo 2008) y puerta por medio el teatro ROYAL (2)con su apéndice de tono menor y corte popular, el ROYAL PIGALL, otro refugio de los comienzos del tango y cabaret de señalada memoria en la noche montevideana. Hoy el terreno lo ocupa un gran baldío.
Por entonces la zona era uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, por donde se cruzaban las damas elegantes que iban al teatro con las prostitutas que subían de los prostíbulos cercanos. Y se entremezclaban los trabajadores del Mercado Central con los caballeros que iban o venían del “Bajo” en procura de los placeres del barrio del pecado, la llaga al costado según la conocida expresión de Emilio Frugoni. La calle Buenos Aires oficiaba de límite, separador entre el gentío que circulaba rumbo a la plaza Independencia y el amorfo sub mundo de escasas cuadras más abajo, con aires de suburbio y lugar apartado. Del río de gente que “bajaba” por Bartolomé Mitre algunos se mandaban una parada en uno de los numerosos cafés de la zona. Además del VICTORIA, en poco menos de 100 metros, sobre la calle Buenos Aires, convivían cinco cafés: el SPORT en la esquina con Mitre y Bacacay y entre ésta y la plaza se contaban cuatro uno pegado al otro: el VASKO, el SOLIS COLISEO, LE PERROQUET y el TUPI (viejo), los que trataremos en próximos artículos.
Viejos cronistas como Cesar Gallardo dan cuenta de los comercios vecinos que los precedieron, en especial del tambo donde se tomaba leche al pie de la vaca en los intervalos del Solís, la cancha de tiro al blanco donde los fracasos en la puntería solían terminar en grescas generalizadas y los deliciosos bizcochos a la manteca de la panadería húngara.
En su mejor época el café y bar VICTORIA convocaba numerosa y heterogénea clientela. Periodistas del Diario del Plata, que ocupaba el ala izquierda del edificio del Solís y luego paso al Museo de Historia Natural, compartían las tenidas con jugadores de billar y los apostadores de los juego de cartas, que apostaban fuerte con dinero. El café estaba abierto toda la noche, “no cerraba nunca”, según rezaba el letrero a la entrada, adelantándose a los impersonales “24 horas” que existen hoy en día.
Pese a que no pasó de ser uno de los tantos café que existieron en la ciudad, lo rescatamos del olvido en merito a su rica tradición de café concert. Porque Francisco Guaglianone, su propietario, conocido popularmente como Chichilo y avezado hombre de la noche, hizo instalar una tarima para brindar espectáculos de tango. Por la década de 1910, según Sisa López, algunos cafés y confiterías comenzaron a armar tarimas o improvisar escenarios para la actuación de orquestas. El tango, acuñado en los suburbios porteños o en el “Bajo” montevideano necesitaba pasar por el tamiz de la actuación publica en los cafés antes de ingresar en los ambientes elegantes o figurar en los bailes del Solís o del Parque Hotel.
Algunos cafés y confiterías empezaron en forma esporádica y luego por largas temporadas a brindar espectáculos musicales. Al principio se trataba de conciertos (no olvidemos los nocturnos del POLO BAMBA) pero luego de 1915 se hicieron más frecuentes las actuaciones de solistas o conjuntos de tango. Piezas instrumentales primero y cantadas después, luego de difundido el tango canción. Se vivía una época de  gran riqueza musical, donde el tango afianzó su tinte ciudadano. El impulso inicial lo dieron algunos intérpretes argentinos que llegaron a Montevideo para evitar la colimba o huir de la justicia, entre los que se encontraban Enrique Delfino, Delfy y Eduardo Arolas, el Tigre del bandoneón. Inspirados intérpretes que impulsaron a los criollos a desarrollar la música, la letra y el baile con cortes y quebradas. Baste señalar a Ricardo Scandroglio, el Pollo Ricardo, eximio bailarín compatriota que inspiró el tango que lleva su nombre, aporte uruguayo a la difusión del genero, la “orilla oriental del tango”, según expresión de Juan Carlos Legido (3). La actuación, en solos, dúos o tríos, era rotativa, es decir que los músicos tocaban en varios cafés durante una misma noche. De tal hora a tal hora un conjunto y luego el siguiente.
Podemos decir que hubo un período de 30 años de auge del café concert, de 1910 a 1940, o aún más. Después varias causas conspiraron contra los espectáculos y las actuaciones. La aparición del cine sonoro fue el primer golpe, al que siguieron los programas de radio que difundían temas musicales, los discos de pasta que llevaban la música hasta la intimidad de los hogares y finalmente la televisión, que dio el golpe de gracia. Las dificultades económicas sobrevivientes de la Segunda Guerra bajaron el nivel de una sociedad que había brillado con ribetes en el ocio creativo y proliferado en tertulias de café. Los espectáculos musicales bajaron la calidad, se espaciaron los conciertos diarios y las orquestas permanentes. Pero en esas tres décadas el tango había crecido y consolidado su presencia. La década del 40 fue la de su mayor desarrollo en ambas márgenes del Plata.
En el primer café VICTORIA, pegado al ZUNINO y al ROYAL PIGALL, como ya dijimos, comenzaron las actuaciones de Eduardo Arolas. El genial bandoneonista y compositor argentino vino dos veces a Montevideo. En la primera, en sus comienzos, realizo inolvidables interpretaciones como solista en el VICTORIA y más tarde lo hizo acompañado de Tuegols y el gallego Ardit, en veladas que se anunciaban en grandes pizarrones colocados sobre la vereda.
También fueron famosas las actuaciones del “tano” Genaro, con su bandoneón. Y más tarde, consolidado el lugar como espacio de tango, actuó con señalado éxito la orquesta de los Roquetti y el trío de los uruguayos Alberto Alonso al piano, Minoto Di Cicco al bandoneón y Arturaola en el violín.
Y una jugosa anécdota que merece ser cierta. Estando Roberto Firpo en Montevideo la noche anterior a su debut en LA GIRALDA (1917), estuvo de visita en el café VICTORIA. Animado por un grupo de amigos se sentó en el piano y sin mediar palabra estrenó el tango Montevideo, que había compuesto poco antes en homenaje a la ciudad.
El tiempo pasó y, como siempre, las cosas fueron cambiando. Por la década del 30 Montevideo asistió a una de sus más grandes transformaciones urbanísticas, la construcción de la Rambla sur, gigantesca obra que supuso la demolición de parte del Bajo. Desde entonces la ciudad empezó a modernizarse con la construcción de grandes edificios y los diarios a procurar oficinas acordes con su importancia y tiraje de ejemplares. La esquina de Bartolomé Mitre y Buenos Aires pasó a ser requerida para la construcción de la moderna sede de LA MAÑANA Y EL DIARIO. En la disyuntiva el propietario optó por un cambio de local, jugar un segundo tiempo una cuadra más arriba, entre Buenos Aires y Sarandí. Se perdía algo de magia pero se mantendría la clientela con la perspectiva de la llegada de nuevos periodistas, proverbiales clientes de los cafés.
El nuevo VICTORIA, con más luces pero menos espectáculos musicales, mantuvo las puertas abiertas hasta la década del 80.
Nelson Domínguez, el “Laco”, periodista de 50 años en el ruedo de El Diario, El Día y El País, hombre del espectáculo y cronista de fibra popular, aceptó una entrevista para hablar de los boliches de otros tiempos. Sus ojos brillaron cuando salió a luz el nombre del primer VICTORIA, que no conoció personalmente pero del que conocía muchas perlas de su rico anecdotario. Del nuevo, en cambio, dijo que era un bar “pesado”, sintetizando en ese adjetivo el hecho de haberlo conocido desde dentro. “Era un boliche de todos, había de todo, pero durante el día podemos decir que era de la gente de

 

1- SEUSA (Sociedad Editora Uruguaya S.A.) que publicaba El Diario, clausurado en 1987 y La Mañana, en 1998.

2- Antes llamado teatro ODEÓN y más tarde dio lugar al cine HINDÚ.

3- Juan Carlos Legido: La orilla oriental del tango, Montevideo, Ediciones de la Plaza….

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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