Entre 1900 y 1930, durante casi 30 años, existió en el Cordón, en la calle Minas entre 18 de Julio y Colonia, uno de los salones de recreo (cervecería, café, billares, pista de baile y cancha de bochas) más pintorescos que tuvo Montevideo. Se trataba del AU BON JULES, un local para múltiples actividades, donde se ejecutó y bailó el tango compadrito y brillaron algunos de sus intérpretes más señalados. Dicho salón estaba ubicado frente a la plaza de los 33 (antes plaza Artola), de larga historia. Hacia 1856 fue habilitada como una de las plazas de frutos donde llegaban las carretas cargadas con frutas y verduras para el consumo de la capital. Pero también adquirió triste fama porque contra un paredón levantado al efecto se llevaban a cabo los fusilamientos por pena de muerte, el más comentado de los cuales, el cuádruple ajusticiamiento de los asesinos del Dr. Feliciangeli en el año 1871, congregó una multitud jamás vista en sus alrededores. También la plaza supo de festejos públicos y conmemoración de fechas patrias o episodios del pasado. Según W. Reyes Abadie y A. Barrios Pintos en “El Cordón” (de la serie Los barrios de Montevideo editado por la Intendencia en el año 1990), el barrio del Cordón tuvo tradición de espectáculos públicos y centros de diversión como el celebrado RECREO DEL CORDON inaugurado en enero de 1871 (del que se conserva una estupenda litografía y del que nos ocuparemos en otro artículo) hasta el JAI ALAI (Fiesta Alegre), club de la colectividad vasca con canchas de frontón abierta y cerrada, con cafetería y restaurante para familias.
Yendo al local de referencia, el AU BON JULES, fue inaugurado a principios del año 1900 en el predio de un viejo galpón donde funcionaba una fábrica de cerveza artesanal, terreno con amplio frente sobre la calle Minas, abierto con un portón de grandes dimensiones como para la entrada de carretas sobre el que destacaba un letrero con la leyenda: GRAN RECREO. Café y billar. Cervecería, amplio título que cubría los diferentes rubros que ofreció, según los cambios. El primer dueño fue un francés amable y bonachón cuyo apodo de buen Julio, se convirtió en AU BON JULES como nombre del local. Como dijimos primero funcionó como anexo de una fábrica de cerveza, una de las tantas que existían en la época y que vendían directamente al público. Se habilitó el frente del predio, con local que llegaba casi hasta la calle (según recrea el pintor histórico Carlos Menck Freire en un cuadro), techado para ofrecer resguardo a los parroquianos. Con la presencia del francés Jules el local pasó a brindar espumante cerveza y el acompañamiento de cena y refrigerios, especialmente en los cálidos meses del verano, tomando el nombre, común para la época, de Recreo, para lo que se acondicionó el patio interior con senderos bordeados de helechos y madreselvas; en parte techados y parte al aire libre, los senderos formaban discretos rincones y vericuetos donde familias y parejas prolongaban sus encuentros.
Años después, promediando la década de 1910, un nuevo propietario, otro francés llamado Juan Larronde, lo convirtió en café concert, anexándole espectáculos de tango. Hizo levantar un escenario para las orquestas y acondicionó el patio central como pista de baile. Durante varios años, el tango que de los suburbios se acercaba al centro, hizo galas en el Recreo. Por allí pasaron varios intérpretes famosos de entonces. Entre ellos cabe destacar a Eduardo Arolas, el “tigre” del bandoneón, uno de los músicos argentinos que cumplió destacada actuación en Montevideo. Llegado hacia 1917, tras jurar que no retornaría más a Buenos Aires, promesa que el destino se encargó de cumplir porque murió asesinado en París pocos años después. Durante su estancia montevideana actuó en el AU BON JULES con su conjunto, acompañado de su pirmer violín Rafael Tuegols y luego por músicos uruguayos como Galup y Trocoli y el pianista Casanova, quien a veces formaba conjunto con los mencionados pero también con Conti, Quevedo y Perelló. Recuerdan los nostalgiosos que en el AU BON JULES actuó nada menos que Pedro Blanco, conocido artísticamente como Pedro B. Laurenz, que después logró definitiva consagración en Buenos Aires. También actuaron el binomio Violante Verdi en zambas y canciones criollas. Recuerdan los memoriosos vecinos del Cordón, dato que no he podido confirmar, que también pasó por el JULES el recordado Roberto Firpo al frente de su orquesta. Como vemos páginas memorables del tango se vivieron en los rincones y madreselvas del recreo, tanto que Barrios Pintos le asigna un papel comparable al cumplido en Buenos Aires por LO DE HANSEN o el PALAIS DE GLACE. El tango se iba acercando al centro y los jóvenes encontraban en la pista del Recreo propicia ocasión para demostrar sus habilidades y complementarlas con los reservados que bordeaban la pista.
Pasado el tiempo, a mediados de la década de 1920, los salones donde se bailaba el tango se habían generalizado. Entre el café Zunino (Ver Raíces número Nº 91 Mayo año 2008), el café VICTORIA, el Royal Theatre y el cabaret Royal Pigall, las pistas de baile se multiplicaron ofreciendo varios lugares para ejecutarlo, bailarlo y escucharlo. Por entonces los nuevos dueños del AU BON JULES, los señores Iturralde y Monteiro priorizaron el juego de bochas. Mantuvieron el café y servicio de cervecería pero dieron prioridad a las competencias bochófilas, juego en gran auge por la época. Jugadores de apodos famosos y arrimadas geniales se hicieron habitués en el Recreo, entre ellos El Diablo, el Ñato Miguel, El Zurdo, El Vasco, El Petiso, etc. Pero el juego por dinero, las apuestas de fuerte monto que acompañaban los partidos terminaron por complicar la fiebre deportiva y las reyertas se hicieron obra de todos los días.
En el correr del año 1930 el AU BON JULES cerró sus puertas. Su espacioso terreno de ancho frente era codiciado por una ciudad en expansión. El Cordón había dejado de ser una suerte de barrio tranquilo para adquirir aires de primer grado dentro de la ciudad. Altos edificios de varios pisos asomaban por 18 de Julio y bien pronto el histórico reducto fue suplantado por un edificio de varios pisos y moderno aspecto.
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Bibliografía
El Cordón de Reyes Abadie y Barrios Pintos
Tiempo aquel de ayer de Emilio Sisa López
Historias del Viejo Montevideo de Diego Lucero
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