PÁGINAS AMIGAS
|
TEJEDORAS Y TEJEDORES Por Antonino Cabana |
|
![]() |
|||
---|---|---|---|---|---|---|
![]() |
![]() |
|||||
Hablar de este oficio , habito y necesidad de hace unos pocos años atrás , es desnudar un modelo de vida que cuesta recordar y menos retomar. La autonomía creativa de las distintas sociedades para lograr recursos, combatir el ocio y mejorar la economía, transformaban a estos oficios en verdaderas expresiones del arte y el buen gusto. Usar una prenda tejida por un familiar, no solo complementaba la vestimenta sino que significaba la distinción asociada del placer a la gratitud. En el seno familiar, era además la escuela formativa de las buenas costumbres, herencia venerada que se recibía con responsabilidad y orgullo. Recordando los muy felices años de mi niñez, en las chacras donde crecíamos miles como yo, aparecen en la memoria, las lejanas horas familiares, tejiendo diversas prendas, intercambiando conocimientos, técnicas y modelos. Finalizadas las horas de luz natural en la chacra sembrando, cosechando y criando animales domésticos, las horas de espera a la cena, eran para retomar día a día, las prendas tejidas manualmente. Aun conservo nítidamente la visión de mis hermanos, afanosas a los 4 años, para que nos enseñaran a tejer, al igual que a todas las tareas de la escuela de la responsabilidad chacarera. Era común que nuestros padres exhibieran ante los vecinos, los virtuosos tejidos con nuestras infantiles manos, motivo que nos impulsaba a la perfección día a día. Era casi imposible no ver a algún vecino de la numerosa población rural de entonces, sin una prenda tejida a mano, como bufandas, pullovers, guantes, chalecos, gorros etc. Recuerdo que un poderoso tendero de la ciudad, donde ya se vendía prendas tejidas cono maquinas, le encargaba a mi hermana mayor, trabajos para su uso personal. En mis años difíciles económicamente cuando era estudiante, en el barrio que vivía, no solo cultivábamos cada rinconcito de tierra, sino que en la mayoría de los ranchos, el culto de los tejidos de lana, eran economía para los hogares y también, un ingreso familiar. En muchos casos, habían pequeñas empresas que abastecían comercios y hacían prendas a medida, de calidad insuperable y con diseños artísticos que nos hacían sentir orgullosos de usarlos. Las sociedades, sin la pedantería de las modas “llena-bolsillos” de los que nos hacen creer que eso es distinción y categoría, recurrían permanentemente a los cientos de oficios, como tejedoras, lavanderas, costureras, sastres, remendones zapateros etc. Hoy es más fácil acertar al 5 de oro que ver a un ciudadano usando una prenda tejida por algún familiar. La euforia de las modas, vestirse como un extranjero y exhibir algo importado, hace que todo lo nuestro sea un pésimo recuerdo o la vida de una sociedad atrasada, que no sabía vivir ni disfrutar el ocio sin impedimentos. El límite racional, es la riqueza material, el halago del poder y las confrontaciones violentas por los derechos absolutos. Ya no importa si se gasta lo que uno no tiene , si el consumismo llena los basurales de chatarra nociva, si contaminamos el planeta y si existe en algún rincón legal, las obligaciones. Yo , tu , el suprime el “yo” y serás digno de tus semejantes.
|
||||||
![]() |
||||||
OTROS ARTÍCULOS DE
|
||||||
|
||||||