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HISTORIA DE COLÓN Y VILLA COLON
Por. Julio C. Romero
   
     

 

Hay días que despierto, y un aroma a eucaliptus me transporta rápidamente a mi niñez…convierto el hombre en niño y comienzo a recorrer tus campos, y de repente veo que todo es casi real, que ahí también están mis amigos …aquellos casi hermanos que jugábamos en nuestra maravillosa etapa de nuestra niñez…reventando pelotas contra el piso…o jugando en aquellos recreos de la Escuela 50 en un mar de blancos…Recorro la Plaza y más atrás la plaza de deportes en donde ahora si , los juegos van aumentando como los latidos de mi corazón…El chucu, chucu del tren nos alerta la llegada de los pasajeros, despidiéndose lentamente hacia otra estación…Mi Colón querido como olvidarte si te llevo ahí metido como cuña en mi ser, como dejarte de lado si tu recorres conmigo, los ocasionales caminos de mi vida…como sentirte lejos si estás todos los días conmigo …como olvidar lo vivido, si vivo cuando te pienso (A mi querido Barrio Colón, que me viera nacer en un mayo de 1964

– Julio C. Romero)

 

pienso (A mi querido Barrio Colón, que me viera nacer en un mayo de 1964 – Julio C. Romero)
DINÁMICA CULTURAL

 

DINÁMICA CULTURAL

LAS BIBLIOTECAS

El 12 de noviembre de 1920 se reunían varios vecinos de la localidad en el “Gran Cinema Colón” , con el fin de poner en práctica la iniciativa de los Sres. Máximo López, Feliciano Calzada Carré, Arturo Viera, Ramón Lens y Enrique Britos, de formar una biblioteca popular. En esa reunión se resolvió aceptar el ofrecimiento de Calzada Carre, de ceder en préstamo su biblioteca particular como base de la que pronto se habilitaría. Días después, el 22 de noviembre, se realizó una asamblea extraordinaria que concretó en definitiva la fundación de la Biblioteca Popular Artigas. Su primera comisión fue la siguiente: Máximo López, presidente; Jaime Torres, vicepresidente; Arturo Viera, secretario de actas; Feliciano Calzada Carré, bibliotecario; José M. Martínez (h), probibliotecario; Ramón Lens, tesorero; Romeo S.Pérez, protesorero y Enrique Britos (h) , Andrés Pastorino, Alejandro Clark, Alejandro Gleiss y Federico Peinado (h) , vocales. La Biblioteca Popular Artigas, inaugurada el 5 de enero de 1921, fue un centro de cultura, donde se realizaron ciclos anuales de conferencias, conciertos y exposiciones, e inclusive clases de extensión cultural, entre ellas las de armonía, piano y solfeo a cargo de la profesora Josefina La Porta. Entre las numerosas iniciativas que propició figuran : en 1921, el funcionamiento en Colón de un Curso para adultos; luego la actuación del “Cuadro Dramático” , que ofreció las funciones en beneficio de obras sociales y de la escuela; igual cometido llevó a cabo por los años 1945 y 1946 el “Centro de Vocación Artística” , con conferencias semanales por el escritor Juan Ilaria; además, los trabajos para la creación de un Liceo de Enseñanza Secundaria culminados exitosamente; en 1939, la realización en sus salones de la Primera Exposición Plástica, en la que intervinieron 25 artistas nacionales; el apoyo a iniciativas patrióticas y sociales; en 1943, la primera exposición realizada en el Uruguay de la colección galdosiana de Santiago Gastaldi, realizándose un ciclo de conferencias sobre la obra de Pérez Galdós. La Biblioteca Popular Artigas inauguró en 1927 la sección del Niño, en momentos en que aún se prestaba escasa importancia a la literatura infantil. Según se ha dicho, fue la primera institución del país que instauró el “Día del libro” , en 1926 , y la “Semana de la Biblioteca” y que organizó el préstamo de las Bibliotecas Populares. Por otra parte, desde su periódico “Artigas” fue testigo y protagonista en defensa de los valores regionales y comunitarios, del mejoramiento edilicio, vial y cultural de la zona, de la organización y promoción de los carnavales, entre otras actividades.
En agosto de 1931, la Biblioteca Popular se fusionó  con el Centro Social Colón, cuya sede se encontraba en el edificio que ocupaba la Sociedad Cosmopolita Liberal. El primer consejo directivo del Centro Social y Biblioteca Popular “Artigas” que actuó luego de esta fusión , se integró con los siguientes vecinos: Ángel Bélizon , José Pedro Echeverriarza, Oscar Chiozza, Fermín P. Serrés, Juan C. Pouquette, Ulises B. Marengo y Luis Fontana. Comisión de Fiestas : José L. Maz, Rómulo Nassazzi, Orlando Marengo , Sebastián Seijas y Medalino Gadea. Comisión de Biblioteca: Manuel Fortet, Ubaldo J. Marengo, José R. Soler, Espartaco Mendirola y Federico Peinado. En setiembre de 1932 , el Centro ocupó su nueva sede, en la fuera residencia de los Sucesores de María Julia P. de Peyrano, frente a la plaza Vidiella. En 1945, celebrando un cuarto de siglo, realizó actos culturales y artísticos, en los que intervinieron, entre otros, el poeta Emilio Oribe, la pianista Victoria Schenini y el organista Ángel Turriziani. Tras siete lustros de intensa y trascendente labor cultural en el medio, en 1956, desapareció la Biblioteca Popular Artigas, y con ella su periódico, ante el desalojo del local que ocupaba. Por años su caudal bibliográfico quedó depositado en la escuela N° 50. El 11 de octubre de 1992 fue reinstalado en el nuevol local de la Biblioteca , en la ex Estación Colón. El domingo 27 de abril de 1930 abrió sus puertas la biblioteca popular del Centro Cristóbal Colón, de ex alumnos del Colegio Pío y el 19 de abril de 1941, con los auspicios de la Comisión Municipal de Cultura se inauguró en el local de la Comisión Auxiliar de Colón, que fuera residencia de la familia Peirano, una biblioteca pública, a la cual el 7 de junio del año siguiente se le dio el nombre de Ingeniero Juan Monteverde, catedrático universitario uruguayo (1850-1920) , varias veces decano de la Facultad de Matemáticas. Asistió al acto el Intendente Municipal de Montevideo Arq. Horacio Acosta y Lara.
El 24 de agosto de 1941 inició sus actividades la biblioteca del Centro Social y Biblioteca Popular Villa Colón, con sede en esa época en la calle Juan P. Lamolle 1928. Hoy se encuentra en el edificio de la institución , Avda. Lezica 6231. Posee más de 4.000 volúmenes y fueron sus propulsores en los primeros tiempos , Orestes Baroffio, que fuera director de la revista “Mundo Uruguayo” , y Julio F. Fabregat.

 

 

Fuente LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – III Villa Colón y su entorno (Aníbal Barrios Pintos)

(Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Noviembre -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón, los esperamos en esta sección…)

LOS MUSEOS

Un valioso auxiliar de la acción docente del Colegio Pío ha sido su Museo Monseñor Lasagna. Está dividido en dos secciones, - de Ciencias Naturales e Histórico y Salesiano - , y fue iniciado por el P. Luis R. Sallaberry en la época que dirigía dicho centro de enseñanza. Comienza su reorganización en 1940 el P. Sabino Doldán Goyret, director también del Coro Cristóbal Colón, pero su gran desarrollo se debe al P. Hermán Horne, quien se dedicó a dicha tarea empeñosamente desde el año 1948. En cuanto a la reconstrucción del Museo de Ciencias Naturales, colaboraron con la dirección del P. Pablo Díaz Sánchez , las Sras. María Elena de Abreu, María Elena de Nicak, Nair de Perrone, Alicia Estévez y Sres. Raúl Lagos, Francisco Farías, Balvino Crossa y P. Ricardo Garín. Los materiales con que cuenta dicho museo pertenecen en su mayoría a las especies zoológicas, pero existen también de origen mineral y botánico. Se hallan representadas allí especies de la fauna indígena, como así también de fuera del país. Entre otros ejemplares, realtan: huesos de ballena, boca de un tiburón, cráneos de caballos, perros, venados, pantera, cabra, corzo, lobo, tejón, mono, zorro, ave, ardilla, conejo y de roedor, peludos, murciélagos, pájaros, aves de rapiña, pavos reale, pingüinos ,gaviotas, albatros, pieles de boas, reptiles, osos grises, hurones, pumas, jaguares, osos hormigueros, buitres, quelonios, minerales, caracoles, mármoles, vegetales y derivados, hulla y derivados, artrópodos, coleópteros, mariposas de la seda, lepidópteros, desdentados y moluscos. Además de muestras disecadas expuestas en vitrinas, muchas de ellas exhibiendo su hábitat para presentar una mayor apariencia natural, constituyen motivos de atracción , máquinas de escribir antiguas; aparatos de una expedición al polo sur en 1883 y un anemómetro Danza utilizado en el observatorio meteorológico del Colegio Pío, desde el año 1888 al 1934. En la sección histórica y salesiana alternan ornamentos pertenecientes a monseñor Lasagna con otro materiales tales como miniaturas, colecciones de monedas, de billetes de banco y de armas, condecoraciones, piezas de fina cristalería y porcelana; ornamentos pertenecientes a prelados, álbumes fotográficos, cajas de música, relojes, abanicos , armas de nuestros indígenas, objetos de guaraníes de las Misiones Jesuíticas del Paraguay y de indígenas de Tierra del Fuego, Matto Grosso y de una tribu boliviana, e incluso un pañuelo que perteneció en 1830 al presidente brigadier general Fructuoso Rivera y charreteras y kepis del brigadier general Manuel Oribe. Existe un proyecto de los arquitectos Hugo Aguerre y Aurea Pírez, patrocinado por el ex director del Colegio Pío P. Bruno Zamberlain, de establecer un Museo moderno con una selección de estos materiales y otros a incorporar, en un amplio salón a ubicarse frente a la Avda. Lezica, más apropiado a su función, en el que se reemplazarían las antiguas vitrinas por otras técnicas de exhibición mas didácticas, que permitan jerarquizar lo expuesto, brindar una mayor iluminación a los valiosos objetos a exponer y una explicación adecuada de su significación. Uno de los motivos principales de la visita que efectuara Stefan Zweig al Uruguay, en 1940, fue su propósito de visitar el Museo Balzaciano, de Santiago Gastaldi, fervoroso admirador del gran novelista francés. Allí , en Lezica 5731, pasó varias horas el escritor vienés, observando las distintas colecciones de la obra de Honorato de Balzac, con la mira de redactar su biografía. En un trabajo publicado en la revista “Les Nouvelles Literaires” de París, decía el publicista y escritor francés Francis de Miomandre que en 1929 el uruguayo Santiago Gastaldi había fundado en Villa Colón la Confraternidad Universal Balzaciana y en su propia residencia (Les Jardies) iniciado un museo balzaciano, enriquecido luego con cartas, documentos iconográficos del novelista y trabajos críticos y bibliográficos referentes a su obra. Eminentes personalidades del mundo entero, de Einstein a Wells, de Gabriel Hanotaus a William Hobar Royce, de Stephan Zweig a José Vasconcelos, se habían adherido personalmente a la Confraternidad Universal Balzaciana. Hoy, muy pocos recuerdan este museo de Villa Colón, que existío en la zona hasta 1946, aproximadamente, donde se velaba la obra y recuerdo del autor de “La Comedia Humana”. (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Octubre -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón y en especial sobre las BLIBLIOTECAS en la zona, los esperamos en esta sección…)

EL TEATRO

Según los recuerdos del maestro Juan Carlos Alamilla, allá por el año 1914, en el “Biógrafo Concordia” , propiedad de Rivara Hnos. , iniciaba sus actuaciones un Cuadro Filodramático, entre los que figuraban César de Lavandera, Carlota Seré, Celeste Villalba, Maruja Cabrera, el propio Alamilla y Domingo Sapelli, en aquella época discípulo de la “Escuela de Arte Dramático” que dirigía la actriz Jacinta Pezzano, luego cotizado artista del cine argentino. Este cuadro de aficionados debutó el 25 de agosto de ese año al llevar a escena las obras “El Médico a Palos” y “El Loco de la Casa”. Las interpretaciones musicales estuvieron a cargo de Néstor Rosa Giffuni, posteriormente director de los “Coros del Este” , creados en 1952, y Theoduloz, al violín. Por aquellos tiempos llegó a la localidad el comisario Máximo López, que en sus mocedades había estado vinculado a la gente de teatro y de inmediato se puso al frente del conjunto de jóvenes, que sólo actuaban en funciones de beneficiencia. Desde ese momento, dice Alamilla, “fue el animador, el director, el maestro, el compañero y por sobre todas las cosas el gran amigo”. En aquel conjunto actuaron entre otros, Diego Granotich, Ubaldo Marengo, Bonifacio Arellano, Espartaco Mendirola, José Soler, De María, Duce, Adhemar Rubbo, Alamilla, la Sra. María Sofía Sierra, Rosa Puning, Francisca Astort y la niña Zulma López. Por causa de sus tareas particulares, luego se alejaron del conjunto Alamilla y la Srta. Sierra, incorporándose Juan Carlos Salaberry, Calabrese, Orosmán Bermúdez, Levrero y Alberti. En el “Gran Cinema Colón” de Buzio y Scarzella, llevaron a escena, entre otras, las siguientes obras: el drama “Ojos Verdes” , “Los Mirasoles” , “La Santa” y “ El Libro Talonario”. En la época ya se había fundado la Biblioteca Popular Artigas, cuya cuota social era de $ 0,20. Sus asociados podían asistir gratuitamente a las veladas que daba el conjunto llamado “Cuadro Dramático de la Biblioteca Popular Artigas”.
En 1962, otro conjunto de aficionados ofreció a la comunidad sus inquietudes artísticas: el Elenco Teatral Olimpia. Se originó luego de la llegada a Colón de la Carpa de FUTI, donde precisamente en noviembre de ese año, representaron tres piezas : “Hay que ser feliz” , “La cena de los tres reyes”, y “Dos docenas de rosas rojas”. Luego de este singular suceso el “ETO” se presentó en Parque del Plata, Teatro del Círculo, Centro Social de La Paz, en FUTI y en el propio escenario del Olimpia, con títulos del gran teatro universal como “El Zoo de cristal” , “Fin de semana”, “Boing Boing” , “El monólogo del borracho” , “El viejo celoso”, “La Morsa” y un entremés de Cervantes. En oportunidad de los festejos conmemorativos del cincuentenario del Club A. Olimpia, en 1968, “EPO” puso en escena la obra de Eduardo Borrás, “Amorina” . En ese momento, el núcleo de intérpretes lo formaban: Norma Metrono de Corti, Delia Gadea, Rayito Zabal, Inés y Susana Boniatti, Susana Casaos, Sonia Jover, Isabel Rosas, Ruben César Ruiz, Roberto Parma, Juan Carlos Pallas, Javier Bornio, Roberto Carzoglio, Carlos Ferreira, Washington Záccara, Eduardo Zubillaga y Daniel Delfino. Hacia 1973, el Elenco Teatral Olimpia continuaba funcionando entusiastamente con la dirección de Carlos Pallas. Su elenco estaba constituido por Mary Brum, Ruth Reboledo, Graciela López, Willman Sánchez, Malvina Barcelos, Mario Vidal y Juber Porfilio. Ese mismo año, en noviembre, en el Club Sportivo Ferrocarril, el Elenco Teatral 10, dirigido por Juan Luis González, estrenó con éxito de público la obra de Florencio Sánchez “En Familia”. Con motivo del Centenario de Villa Colón, en el Teatro del Colegio Pío, auspiciadas por el Comité Patriótico San Felipe y Santiago, se realizaron representaciones de bailes tradicionales de la época independentista, de un típico sarao del primer período constitucional, de un baile de influencia riograndense a mediados de siglo y de una escena de fiesta al aire libre del Montevideo Romántico, finalizando el espectáculo con la representación escénica de un casamiento campesino en las postrimerías del siglo XIX.

 

(Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Setiembre -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón y en especial sobre el TEATRO en la zona, los esperamos en esta sección…)

DINÁMICA CULTURAL

La Banda Popular

LAS BANDAS de músicos cumplieron una función recreativa y cultural en pueblos y ciudades uruguayas, en el último tercio del siglo XIX y primero del XX, especialmente de difusión de la operística italiana.
Por cierto que también fue gala de Villa Colón su Banda Popular, que hasta hace algo más de cuatro décadas, prolongando su acción por otros instrumentistas, continuaba su militancia cultural. Esta Banda Popular, trascendente factor de sociabilidad lugareña, fue organizada en el año 1890. Veamos como describe con nostalgia el escenario de la época, de calles arboladas de eucaliptos y plátanos, un vecino de la villa Héctor Álvarez :  “…la vieja plaza se veía con su pequeño muro de piedra y revoque, engarzando las rejas verdes, que parecían encerrar el perfume y follaje, para que huyeran por las noches, ansiosos de grandes avenidas o pletóricos de fuerza ascendente. He ahí los faroles de querosene, otrora de vela ; ahora es Mateo que ha dejado el coche elegante y va de uno a otro, poniendo envidiosas estrellitas cada cincuenta metros, para iluminar el amplio macadam lleno de baches, llamado entonces “Camino Nacional”. “Y la plaza, con su ocho faroles, tenía toda la gracia de una vieja plazoleta chinesca. “Cada llegada de tren es un acontecimiento bello para este pueblo; Marianas, Adelas, Marías, Rosas, Ferminas, allí estaban.  “Y aparecían los galantes, y entre ellos , don Primitivo (el comisario Primitivo Larrobla), elegante, no esperado el desorden que en Colón no existía, sino haciendo tangible la autoridad que de su persona emanaba, en la fiesta diaria que improvisaba el tren de 7 y media. “Avenida arriba marchaban los briosos corceles de Rodríguez, llevando las bellas matronas, de amplios abanicos emplumados, de elevados moños y graciosa sombrilla. O si no, Moro, cargando en su tren de caballos, lo que Central enviaba camino del hotel de Giot. “Y más allá, aquellos jóvenes que dieron a Colón el movimiento flexible de las ideas, y el poeta admirado por las niñas de entonces…”  Fue así como a mediados de 1890, en el local de la comisaría de la calle Horizonte e Iris, luego demolido, comenzó sus ensayos una improvisada banda vecinal que el 25 de agosto de ese año actuaría haciendo escuchar las notas vibrantes del Himno Nacional, con la dirección de Javier Urquizú. El éxito que obtuvo, con relación al medio y al tiempo, hizo posible que se formara una comisión integrada, entre otros, por Bartolo Laguzzi , Juan Roba, Pablo Varzi, Tulio Freire, Juan Mazzoni, Primitivo Larrobla, Perfecto Giot y José María Castellanos. Se organizó de inmediato una colecta popular para la adquisición de instrumentos, atriles, uniformes y piezas musicales, colaborando generosamente el vecindario para el sostenimiento de la banda, en ese momento y con posterioridad. Durante un breve tiempo la dirigió Urquizú, hasta que le sucede Juan Pavanello, prestigioso músico de veinte años de actuación como organista de la catedral montevideana, que llegara a Villa Colón para actuar en el Colegio Pío. Se ha dicho que hacia 1897 fue dotada, por gestión de Tulio Freire, de un vistoso uniforme, obsequio del presidente Juan Idiarte Borda, vecino de la localidad en la temporada veraniega. En 1900 llegó a contar con 28 componentes, formando entre ellos el conjunto musical “Los Hijos del Trabajo” , cuya exitosa actuación en los carnavales montevideanos, detallamos en otro capítulo de esta monografía. En 1903 se fundó en Villa Colón la primera sociedad ocarinista “La Armonía”. Sólo ha llegado a nuestro conocimiento que su tesorero era Juan A. Carlini. Un documento fechado en Colón el 20 de febrero de 1905 nos entera que los músicos Francisco V. Laguzzi, Juan P. Roba, Lorenzo Bertetti, Juan A. Carlini, Alfredo Pozzi, Angel Ceriani, Alselmo Ravazani, Juan A. Laguzzi y Elbio Meneguzzi, habían resuelto en la fecha constituir una comisión, que fue presidida por Roba.

 

EL FIN DE LA TABLADA NACIONAL

Por ley N° 13.737 del 9 de enero de 1969, los frigoríficos o plantas instrializadoras, deberían poseer, solos o en forma conjunta, balanzas para el pesaje de haciendas que se comercializaran. Desde el momento en que quedaran habilitadas las balanzas para el pesaje de haciendas, conforme a lo que determinara la reglamentación respectiva, dichos frigoríficos o plantas industrializadoras, estarían obligadas a recibir directamente las haciendas. Por la misma ley se decretaba que a partir del 10 de enero de 1975 cesaba el funcionamiento de la Tablada Nacional (Tablada Norte y Tablada de Porcinos). Era competencia del Ministerio de Agricultura y Pesca, reglamentar la prestación de los servicios de ordenamiento y supervisión de las operaciones de compraventa en las plantas industriales de faenas de ganados de todas las especies y su acceso a las mismas.

LA PLANTA DE ANCAP

En la misma zona de la Tablada, marzo de 1978 fue instalada la moderna planta de Almacenaje y Expedición de Combustibles de ANCAP, con el fin de descentralizar las operaciones que se realizan en La Teja. Esta planta contaba, según cifras divulgadas por la prensa montevideana ese mismo año, con 12 tanques de almacenamiento; 2 de 7.000 m3 para queroseno; 4 de 7.000 m3 (del tipo de techo flotante) para naftas y 4 esféricos para gas licuado a presión, de 7.000 m3 de capacidad. Las operaciones de carga se llevaban a cabo en 20 plataformas para productos blancos, con 30 picos de carga y en 2 para supergás, con 2 picos de carga. Un estanque de 5.000 m3 de capacidad, proporcionaba agua a una red de alta presión (10 kg. Por cm2) que alimentaba hidrantes distribuidos en toda la planta para la conexión de mangueras y monitores (caños fijos) y un sistema de rociadores que cubría todas las plataformas de carga. Otro sistema enfriaba, en caso de emergencia, las esferas de gas licuado. Completaban las instalaciones fijas, camiones de bomberos equipados para combatir el fuego con espuma y con polvo ansul. El costa de las obras de la Tablada y poliducto alcanzó las cantidades de U$S 5:100.000 y N$ 17:400.000, respectivamente. Por dicho poliducto de 8 km.de extensión, son enviados los productos terminados en la Refinería de La Teja a los tanques de almacenamiento de La Tablada.

EL CENTRO DE EDUCACIÓN JUVENIL DEL INSTITUTO NACIONAL DEL MENOR

El Consejo del Niño, hoy Instituto Nacional del Menor, estableció un Centro en La Tablada, que le permitiría aplicar un tratamiento de rehabilitación profunda, más humano y digno que hasta entonces, para menores que debían permanecer allí durante cierto tiempo. El edificio, que fue iniciado para servir de comisaría rural en el año 1870,  en los comienzos del siglo XX  se constituyó en un local de recepción de ganado y por el año 1924 el complejo de La Tablada comprendía diversos fines, como ya se dijo tales como hotel, oficinas, comedor y local de subastas. En los años de la década del 70 pasó a la órbita del Ministerio de Defensa Nacional y en 1985 a la del Consejo del Niño, para la instalación de un centro asistencial de menores. En setiembre de 1988 fue habilitado el primer módulo del Instituto de Rehabilitación para menores infractores con medidas de seguridad judiciales. Según lo informara la prensa, alrededor de un centenar de menores fueron alojados en tres niveles de acuerdo al diagnóstico previo realizado en el Servicio de Evaluación y Rehabilitación (SER) , que en noviembre de 1987 quedó instalado en la localidad de Suárez, en el pabellón Asencio, situado en las adyacencias de la Escuela Berro. Dichos niveles son de mínima , mediana y máxima seguridad. Veintidós habitaciones fueron destinadas para el nivel de máxima seguridad, dieciséis para los menores con el régimen de mediana seguridad y tres o cuatro cuartos colectivos para alojamiento hasta un máximo de veinte personas. La rehabilitación de los menores, mayores de 15 años, infractores, para que logren reinsertarse en la sociedad, comprende, en el llamado actualmente Centro de Educación Juvenil de La Tablada, asistencia pedagógica, impartida por maestros, talleres de carpintería y de herrería, soldadura, mimbrería, jardinería y manualidades varias.

 

 

LA TABLADA NACIONAL (Parte I)

Contigua a Villa Colón se encontraba la Tablada Nacional, el mercado principal de ganado en pie existente en la república. Ocupaba una extensión de campo abierto en uno de los parajes más elevados del departamento de Montevideo – lomadas dependientes de la Cuchilla Pereyra - , rodeado de pastoreos para el estacionamiento provisorio de haciendas. Abarcaba un predio de 82 hectáreas, 51 áreas y 36 cintiíáreas de superficie, al cual se podía llegar o salir por 8 calles o caminos principales. Fue adquirido por compra venta a Adolfo del Campo, en escritura de 16 de agosto de 1867, ante el escribano Juan José F. Aguiar, por el precio de 8.386 pesos con 875 milésimos. Anteriormente la Tablada Norte de Montevideo ocupaba el terreno donde hoy se encuentra la Facultad de Agronomía, en Sayago, pero dado que la vía de entrada de ganados se hacía inconveniente por el aumento de la población en la zona, se pensó trasladarla en el año citado al lugar donde se encontraba en sus últimos años. La Oficina de despacho construida, fue destinada con posterioridad al asesinato del General Venancio Flores ( 19 de febrero de 1868) , para cuartel del Batallón Florida, 1° de Cazadores. El predio fue utilizado como campo de maniobras. Recién en 1876 la Tablada fue trasladada al Pantanoso, y medio siglo después, en los años 1925 y 1926 la Municipalidad construyó por su cuenta el edificio central, invirtiendo la cantidad de $ 75.388 , como así también obras complementarias por valor de $ 11.887. Por acuerdo de Gobierno del 25 de setiembre de 1860, se ordenó que la administración de Corrales y Tabladas dependiese de la Junta Económica-Administrativa de Montevideo. El decreto ley N° 10.200 del 24 de julio de 1942 quitó a la Intendencia Departamental la Administración de la Tablada Nacional, que pasó a constituir una sección dentro de la Dirección de Ganadería del Ministerio de Ganadería y Agricultura. El 22 de diciembre de 1913 quedaron libradas al servicio de la Tablada, dos nuevas básculas procedentes de la casa W.V.T. Avery , de Londres, de 50.000 kilos de peso cada una, que permitieron pesar con rapidez, exactitud y ahorro considerable de tiempo, el ganada que llegaba hasta allí. A cada balanza, que abarcaba una superficie de 160 metros cuadrados (8x 20) , correspondía un amplio brete con las respectivas compuertas, que facilitaba la entrada y salida de los lotes de ganado. Un periodista de un diario montevideano, se refirió en estos términos, poco antes de ser inaugurada, a la precisión de su funcionamiento: "Cuando visitamos La Tablada con el deseo de conocer este nuevo adelanto, vimos pasar por vía de ensayo una tropa de 34 animales vacunos, mestizos, que acababa de ser vendida al Frigorífico Montevideo por los consignatarios señores Arosa, Brocking y Coll, procedente del establecimiento de don Orestes Díaz, de Cerro Largo. En menos de cinco minutos quedo terminada la operación, acusando dicho lote de ganado un peso total de 16.970 kilos, que da un promedio de 499 kilos de cabeza. "Repetida la operación en la otra balanza, acusó el marcador un resultado igual". Según dicho cronista , la Intendencia había invertido en esta obra una suma algo inferior a los 12.000 pesos, comprendido el precio de costo de dichas balanzas y los gastos de cimentación, materiales y transportes. (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Marzo -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón y en especial este trabajo sobre LA TABLADA )

 

LA TABLADA NACIONAL (ParteII)


… El 4 de agosto de 1916 se inauguró oficialmente el ferrocarril a la Tablada, obra sumamente reclamada. La nueva línea, de cuatro kilómetros de extensión, trazada y ejecutada según planos del ingeniero Arturo Rodríguez por el también ingeniero Wilson, unió la estación Sayago y su punto terminal. La primera máquina que llegó a la Tablada – la locomotora número 25 – conducida por Pedro Irigoin, llevó como jefe del convoy a Luis Balbiani. Con la dirección del técnico del Ferrocarril Central Trías Du Pré, habían sido construidas 57 mangueras chicas y 13 grandes. Estas últimas, podían dividirse, mediante un sistema práctico e ingenioso, en cuatro cada una, teniendo capacidad para unas cien reses. Los bebederos y calles de salida estaban ubicados en lugares convenientes. Dichas construcciones permitían el embarque simultáneo de 12 trenes con 24 vagones cada uno, sin entorpecimiento alguno para el pasaje a las básculas y a los bañaderos. El primer tren que llegó con haciendas, procedía de Cerro Colorado y fueron conducidas por el ganadero Octavio Terra. El maquinista Valentín Gallo, con la locomotora número 129, fue el que inauguró el servicio, llevando tras sí un convoy de 24 vagones, en los que llegaron alrededor de 600 reses, adquiridas por Isidro Tellechea, con destino a Buenos Aires.
Como complemento de estas obras se encontraba en plena construcción en la época un puente sobre el Pantanoso y nuevas instalaciones, por un costo total de $ 310.000.
En 1919 funcionaban dos oficinas en la Tablada: la primera, económico-administrativa, era la oficina llamada de Abasto y Tablada, que tenía a su cargo el contralor de marcas y señales. Sus funcionarios se encargaban de contar la hacienda, cobrar los impuestos, así como llevar a cabo el desembarque y peso de las reses, y velar por el orden y mantenimiento de las oficinas y el piso, para el movimiento del ganado.
En la segunda, la Inspección Técnico-Veterinaria, se fiscalizaba el estado sanitario de los animales puestos en venta y se controlaban las tareas encomendadas a las Inspecciones Departamentales, en lo referente al ganado en tránsito, ya fuera en ferrocarril o por tierra. Esta dependencia tenía facultad para rechazar momentáneamente a decomisar y hacer sacrificar de inmediato los animales con enfermedades peligrosas. Hasta que dicha inspección no visara la guía respectiva, no podían iniciarse las operaciones de venta. Obteniendo la tornaguía, la tropa podía transitar por el departamento de Montevideo o volver al interior, después de pasar por la balneación garrapaticida. Entre las dependencias, se encontraba un hotel arrendado para su explotación a particulares, un gran galpón y cuadra para caballos y vehículos, dos grandes cobertizos con corrales donde funcionaban las básculas: dos para abasto (12.500 kg. Y  25.000 Kg. c/u) y una en depósito, a instalarse, para porcinos y lanares, de 50.000 kg. ; un pequeño edificio aislado contiguo a los bañaderos y los desembarcaderos y bretes construidos a inaugurarse el ferrocarril a la Tablada. El movimiento mensual de ganado, en la época, era , en término medio, de 100.000 unidades entre vacunos, lanares y porcinos, lo que daba un promedio anual de un millón doscientas mil reses, entradas a la Tablada. Los principales vendedores eran las firmas siguientes: Ildefonso Bentancor, Alfredo Guichón, Silverio García, Viuda de Apestegui, Palou y Freire, Manuel de Haro, Juan R. Pereyra, Rius-Grajales, Giordano, etc.  A su vez , los principales compradores eran el Swift de Montevideo, la Frigorífica Uruguaya, el Frigorífico Artigas, el Saladero y Fábrica Ferrés, Rappalini Hnos. etc.

 

LA TABLADA NACIONAL (Parte III)

…hacia 1974, aproximadamente en el centro de la amplia superficie de terreno que ocupaba la Tablada Nacional, se encontraba un vetusto caserón de dos plantas, mal conservado, que abarcaba una superficie de 90 metros de largo por 50 de ancho. En la planta baja se hallaban instaladas las oficinas municipales y del Ministerio de Ganadería y Agricultura, de la Inspección Veterinaria de Tablada, 16 locales destinados a escritorios de los consignatarios de ganado, una sala común de transacciones, un antiguo restaurante transformado en boliche y un gran patio central cubierto. Además, en dos grandes alas laterales, se encontraban las dependencias reservadas a establecimientos de vehículos o de caballos. En la planta alta existían 20 habitaciones (4 grandes y 16 chicas) , en las que antiguamente se alojaban los troperos por una módica tarifa. Posteriormente se alquilaron permanentemente. En 1972 quedó terminado en el predio de la Tablada Nacional, el lavadero de camiones y vagones a lata presión. Cabe agregar que además de esta Tablada existían en esa época dos más en el país: la de porcinos, dependientes del Frigorífico Nacional, y la del frigorífico Fray Bentos, en la capital rionegrense.

MANERA DE OPERAR

Sobre este tema transcribimos la hasta hoy insuperada descripción de Pedro Seoane. A pesar de haber sido escrita en 1928, mantuvo por años casi íntegramente su vigencia. Entre paréntesis rectos intercalamos aclaraciones o las escasas modificaciones ocurridas en el lapso de tiempo transcurrido:

“Las transacciones se hacen, entendiéndose particular y directamente, el vendedor o consignatario con el comprador. Para esto los animales y su llegada a la Tablada se colocan por lotes a cargo de capataces y changadores, en los sitios reservados para su exhibición y venta ; el interesado en adquirir determinado lote busca el vendedor o a veces éste busca el presunto comprador, se hacen sus ofertas, discuten precios y condiciones y , una vez concertada la operación, los animales pasan a la balanza para la determinación del peso respectivo.

“Mientras los animales son llevados a la balanza y se efectúa la pesada, el consignatario concurre, sólo o con el comprador, a la oficina recaudadora de Tablada, previa presentación de los documentos de propiedad y llene de los formularios (municipales) respectivos, paga los derechos que le corresponde y hace el traspaso de los animales a la persona o firma adquirente, concediéndose a ésta una tornaguía (válida únicamente para el departamento de Montevideo) que equivale a la propiedad y que debe acompañar a la tropa desde ese mercado de venta al establecimiento de destino. Parecería que después de efectuadas estas operaciones, el asunto quedará liquidado y que el comprador y el vendedor deberían quedar en entera libertad con respecto a la transacción realizada; pero no es así; la práctica o más bien dicho las exigencias de ciertos compradores, contrariando principios legales de orden general por el que consumado el contrato de venta todas las contingencias deben ser del dueño de la cosa vendida, ha hecho que los vendedores efectúen por su cuenta la conducción de las tropas hasta los corrales de los establecimientos industrializadores frigoríficos (o mataderos) , con toda la responsabilidad que deriva de esas obligaciones.


 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Mayo -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón y en especial este trabajo sobre LA TABLADA, continuaremos hablando de la forma de operar de esta institución…nos vemos  )

 

LA TABLADA NACIONAL (Parte IV) Continuación

“Todos los animales son vendidos con intervención de la Inspección Veterinaria de Tablada, a cuyo efecto está establecido y se cumple estrictamente, que ninguna tropa podrá ser sacada de este mercado de ganado en pie, sin el permiso de la oficina referida y sin haber presentado a ésta la documentación de sanidad que trae del exterior y munídose del certificado (o guía) de tránsito para el lugar a donde va a ser alojada (en cualquier lugar del país). Con este motivo, después de realizada la transacción, pagados los derechos respectivos y obtenida la tornaguía, el consignatario o el comprador, se presenta con ese documento a la Inspección Veterinaria, la que, si no tiene observación que oponer al estado sanitario de la tropa, le coloca un sello en que va la firma del veterinario, que le permite salir de La Tablada y sirve a la vez a los efectos del contralor. Con este fin, funcionarios de la inspección veterinaria fiscalizan a la salida de Tablada la documentación de las tropas que van en marcha, así como también en los caminos y en los propios establecimientos de destino. Los animales cuyo estado sanitario deja que desear y que son sospechosos de tener enfermedades ocultas, pero que no obstante pueden marchar y hasta así conviene que lo hagan a un (frigorífico o ) matadero, (luego eran inspeccionados por el veterinario con sus ayudantes, en el propio establecimiento al cual se les destina).
“Los consignatarios de ganado que son las personas encargadas de correr con todo los trámites de las operaciones y con todos los requisitos que exigen las disposiciones vigentes para ese mercado de haciendas, se encuentran (desde agosto de 1920) asociados en una prestigiosa y fuerte asociación que, a la vez de defender los intereses del gremio defiende los intereses generales de la ganadería (…).
“En cuanto a los “changadores” (acarreadores de ganado o troperos) , o sean las personas que montados a caballo se encargan de cuidar las tropas, conducirlas a las balanzas, y llevarlas luego a los establecimientos de destino, trabajan (de acuerdo al reglamento de la Bolsa de Trabajo. (…).
“Los animales adquiridos  en Tablada pueden llevar diferentes destinos: para el frigorífico (matadero) , para invernada, para uso particular, etc. Las mayores cantidades van para los establecimientos elaboradores de carnes conservadas (…).
“Una vez vendidos los vendidos los animales y en condiciones de marcha, salen de Tablada por los caminos especiales abiertos a ese efecto, y que unen este mercado de ganado en pie con los principales centros de matanzas, custodiados por los changadores y capataces.
“Uno de esos caminos, el que va desde la Tablada a los establecimientos frigoríficos (del Cerro), construido en toda su extensión con afirmado duro (…) abarca unos 9 kilómetros de longitud, por más de 10 metros de ancho en todo su recorrido. Fue autorizada su construcción por la ley del 16 de junio de 1920”.
Del detalle de la recepción de bovinos en La Tablada “Norte” , desde 1945 a 1971 inclusive, señalamos algunas cifras significativas. Partiendo de 1945 ( 548,770) unidades, 253:567.590 kilogramos, valor promedial del Kg. $ 0,16) , la cantidad más elevada fue la de 1950, que alcanzó las 954.526 unidades, 350:840.960 kilogramos y el valor promedial del Kg. $0,22 , que continuó en alza en relación con la depreciación de nuestra moneda frente al dólar estadounidense. La de guarismos menores fue la de 1958 (279.456 unidades y 112:316.940 kilogramos). El valor promedio del Kg. Fue de 0.533 . En 1971 , las cifras alcanzaron los siguientes guarismos : 333.778 unidades , 128:773.688 Kg. Y 67,18 de valor promedio del Kg.

 

 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Junio -2015 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón y en especial este trabajo sobre LA TABLADA, continuaremos hablando del Fin de la Tablada Nacional, La Planta de ANCAP y el Centro de Educación Juvenil del Instituto Nacional del Menor)

 

LAS VENTAS DE TERRENOS

El 19 de abril de 1872 se pusieron en venta por primera vez los solares de Villa Colón, con frondosas alamedas y sobre todo , “aguas corrientes”. La oferta era tentadora, según lo difundía un aviso inserto en “El Siglo” : “Todo el que compre un solar tendrá derecho a toda el agua que quiera sin gastos de ninguna clase, por el término de cuatro años y medio , o se hasta 12 de octubre de 1876. Esta inmensa ventaja no puede desconocerse. Un aljibe de cien pipas cuesta quinientos pesos, lo que quiere decir que comprando un área de dos mil a cinco mil varas se tiene el terreno de valde y solo se paga el aljibe”. La sociedad vendedora había sucrito un contrato con su similar de Aguas Corrientes , por el cual le estaba prohibido a ésta expender agua del caño que surtía Villa Colón en un radio de media legua de dicha localidad, por ser de su exclusiva propiedad. Los terrenos puestos en venta pública, perfectamente cercados, libres de animales y macadamizados , eran los situados a ambos lados de la avenida que conducía de la estación Colón hasta el puente de material construido por la sociedad sobre el Pantanoso. La Sociedad “Villa Colón” se reservaba la venta de los terrenos situados sobre la margen derecha de este arroyo, hasta que se establecieran medios fáciles y cómodos de locomoción, e incluso la edificación de un hotel  cuyo plano se encontraba en ejecución. A mediados de noviembre de 1872 , Madero Perdriel y Cía anunciaban el próximo remate- inauguración del Pueblo de Recreo “Villa Colón” Subrayaban que no debían ser arrancadas flores o plantas de los jardines. Días después , el 21 de noviembre, aparecía un nuevo aviso. Vale la pena su transcripción parcial, con la grafía de la época, como testimonio de los anuncios publicitarios de aquel entonces: La venta de los veinte lotes de terrenos fue exitosa y se realizó por un total de 35.000 varas cuadradas. Los compradores fueron José Parejas, para Gabriel Real de Azúa, Ildefonso García Lagos y J. Píriz. Las correspondientes escrituras fueron autorizadas desde el 5 de diciembre de 1872 al 24 de abril de 1873 . El último de los compradores fue la empresa Lezica, Lanús y Fynn , de las Aguas Corrientes de Montevideo.

 

Villa Colón fue creado como pueblo de “recreo”. El actual barrio Colón es el resultado de la integración de Villa Colón y Pueblo Ferrocarril, antiguas localidades fundadas en forma independiente en el área del territorio colonial conocido como “chacras del Miguelete”.

Si en su origen constituía un área de residencia temporaria, que se desarrollaba en las grandes casas quintas, hoy Colón es un barrio de residencia permanente, con un centro consolidado que ofrece múltiples servicios, pero con un clima apacible, donde aún es posible escuchar el viento soplando en las arboledas.
La zona de Colón cuenta con un amplio espectro de recursos urbanos y rurales. Con todos sus sub-barrios, constituye una unidad territorial coherente, que más allá de sus diferencias y distancias internas, constituye una zona con un significado y una identidad propia y distinguible. En los orígenes de Colón están el desarrollo del ferrocarril, los inmigrantes y sus cultivos, la cultura de la tierra y esa ubicación entre el puerto y la zona de chacras y vides. Por eso en Colón se vive el contacto de lo rural asociado a lo urbano. La zona rural cuenta con humedales, con íconos como el almacén Cavalieri, con hortelanos, mujeres productoras, cooperativas, bodegas, calidad ambiental, circuito turístico y viveros, mientras que la zona urbana cuenta con todos los servicios y el tren. Después de la fundación de Montevideo (1726), las tierras donde hoy se levanta Villa Colón, pertenecían a la Estancia del Cerro, situadas entre los arroyos Pantanoso y Las Piedras, y el Río de la Plata y el Santa Lucía. Según narra Aníbal Barrios Pintos en su libro “Villa Colón y su entorno”, “a partir de 1750, había sido instalada una guardia en la barra de este último río, por orden del comandante Francisco de Gorriti, en el intento de evitar los robos y ataques de los indígenas minuanes dentro de la jurisdicción montevideana”. Esa estancia comprendía las tierras y ganados pertenecientes al patrimonio real. Se formó en 1730, año en el que se realizó el primer reparto de tierras a 13 familias del primer contingente de canarios llegados a Montevideo y a nueve de las 25 familias del segundo contingente. En enero de 1791 la Estancia del Cerro, llamada entonces también de la Caballada del Rey, estaba a cargo del capataz Miguel Pelagai y nueve peones.
En 1815 todas las Estancias del Rey pasaron a ser administradas por el gobierno de la Provincia Oriental. “Las tierras que habían pertenecido a la Estancia del Rey continuaron subdividiéndose en distintas fracciones. En el paraje donde anteriormente se levantaba el saladero de Adolfo de Lapuente, sobre el arroyo Pantanoso, un francés llamado Perfecto Giot formó una sociedad con un hijo suyo, en 1861, para explotar la cría de lanares Merino Rambouillet y Merino Rambouillet Negrete”, escribe el investigador Barrios Pintos.


 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Diciembre -2014 con otro capítulo

 

EL OBSERVATORIO METEOROLOGICO, LA SECCION ASTRONOMICA 



El 7 de mayo de 1882 fue inaugurado el observatorio meteorológico del Colegio Pío, con la presencia del entonces internuncio del Brasil y luego cardenal, Mario Moceni, del astrónomo P. Enrique Capelletti , de Enrique Fynn – uno de los donantes del edificio del Colegio Pío – y de distinguidas personalidades del país como los Dres. Juan Zorrilla de San Martín y Joaquín Requena . Asimismo, por estímulo de don Bosco, fueron fundándose una red de estaciones que cubrieron a lo largo del Océano Atlántico el área situada desde el grado 30 de latitud sur a la punta extrema de la América del Sur. Estas estaciones , en una época en la que era muy escaso el interés por las investigaciones meteorológicas en los países sudamericanos, fueron indudable beneficio para la agricultura y la seguridad de la navegación. En nuestro medio, los estudios y las observaciones que se realizaron en el Colegio Pío sobre los fenómenos atmosféricos, prosiguieron con instrumental más perfeccionado que las realizadas por la expedición Malaspina en Montevideo  , en el año 1789 y entre otros, por el presbítero Larrañaga , el general Reyes , Martín de Moussy , el doctor Serafín Rivas y Juan Moenkberg. Inicialmente el observatorio se encontraba en los fondos del Colegio , en una habitación construida expresamente. Al año siguiente, las instalaciones fueron trasladadas a una amplia torre de dos pisos situada al S.O. , del edificio , practicándose entonces las observaciones a 33 metros 27 centímetros sobre el nivel del mar y a 15 metros 60 sobre el suelo. Cabe agregar que la azotea de la torre se eleva a 23.20 metros sobre el suelo. Luis Morandi , oriundo de cómo, Lombardía , Italia, que fuera clérigo salesiano , estuvo a cargo del observatorio durante quince años, desde 1885 hasta 1900 , año en que fue creado el Observatorio Municipal de Montevideo, cuya fundación y dirección le fue confiada. El Gobierno , para mayor prontitud de los avisos, llegó a construir una línea telefónica de 10 Km. de extensión que unía el Observatorio del Colegio Pío con el edificio del Correo montevideano. 

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)
 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Diciembre -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

 

El origen de “La educación del Pueblo

Don Bosco



La REFORMA escolar se iba a iniciar con un racionalismo agresivo. En el curso de una polémica sobre Francisco Bilbao, que se extendió en la prensa montevideana en los tres últimos meses de 1866 , documentaba José Pedro Varela ,como lo advirtiera Arturo Ardao, la primera fase de su evolución filosófica. Años después , en 1874 , la sociedad Lezica, Lanús y Fynn se dirigió a la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, creada en 1868. Concretamente le solicitaba un plan de estudios para el funcionamiento de un Colegio Superior en Villa Colón , cuyo terreno y edificio donarían a tales propósitos. Como es notorio , ante el informe redactado por José Pedro Varela, la Sociedad Amigos de la Educación Popular resolvió publicarlo. Este es el origen de “La educación del pueblo” , que lo vincula con Villa Colón. Contradictoriamente, en el libro de Varela se planteaban los principios de escuela obligatoria, gratuita y laica y el colegio de Villa Colón, poco tiempo después se iniciaba en calidad de escuela católica y con clases pagas, salvo algunas excepciones.

Los Salesianos aceptan el ofrecimiento de FYNN

Quizá por las convicciones religiosas de Fynn , la sociedad que integraba ofreció el colegio al primer Obispo de Montevideo vicario apostólico de la República Jacinto Vera y Durán , quien a su vez se interesó para que fuera administrado por religiosos salesianos , luego de haber declinado la oferta que les formularon los sacerdotes bayoneses de Betharam , por carecer del número requerido de profesores. Su pensamiento era el de apoyar vivamente la fundación de un seminario y un colegio superior universitario , para formación de la clase dirigente del país. El 22 de ese mismo mes fue aceptado el ofrecimiento, condicionado a que “la Sociedad donara y entregara el dominio absoluto del edificio y de las 40.000 varas cuadradas de terrenos circundantes” El 21 de setiembre de 1876 fue extendida la escritura ante el escribano público Carlos Casaravilla. En el predio delimitado por las calles Pérez y Marchena, Guanahani, Washington y Veraguas se fue levantando la iglesia pública , que fue dedicada a Santa Rosa de Lima, se dice que en homenaje a la esposa de Anacarsis Lanús, cuyo nombre era precisamente Rosa, y unido a la misma, el colegio. Una carta fechada en noviembre de 1876 del presbítero Juan Bosco , fundador de la orden religiosa de San Francisco de Sales, dirigida al obispo Jacinto Vera y Durán , informaba a éste que pronto partirían hacia Montevideo once misioneros ; cuatro de ellos eran maestros y cuatro , coadjutores, que podían ejercer el magisterio y dedicarse también a trabajos materiales. El 26 de diciembre de 1876 desembarcaron en Montevideo los salesianos. Antes de que llegaran, el encargado de oficiar misa los domingos era un sacerdote español que llegaba en tren a la estación Colón y luego era trasladado en tílburi hasta la capilla. El Colegio fue denominado PÍO , en homenaje a Pío IX que había estado en Montevideo por espacio de algo más de dos meses y medio, en 1824 y 1825 , cuando era el canónigo Juan María Mastai y desempeñaba las funciones de secretario el arzobispo Juan Muzzi, delegado pontificio de León XII ante el gobierno de Chile.

 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Noviembre -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

 

OTRA VEZ GIOT

Cuando la crisis de la Sociedad Lezica, Lanús, y Fynn , don Perfecto Giot recupera terrenos que había vendido a la Sociedad de los hermanos Guerra. Es así que la labor de embellecimiento que esta a su cargo no se detuvo, aunque ahora la hacía en tierras de su propiedad, procurando salvar, a costa de sus recursos personales, la obra tan enjundiosa, en la que , sin embargo, habían naufragado dos sociedades fuertes , bien intencionadas , con obras importantes. Comenzó don Perfecto por abrir una calle paralela a la Avda. Lezica , a la que puso su nombre (hoy es la calle Lanús) y casi junto al Pantanoso erigió un edificio que destinó a hotel con un servicio muy superior al que la hotelería en general ofrecía a su clientela. El edificio estaba en un frondoso parque , - el nombre del complejo, era HOTEL PARK GIOT – y había un lago, llamado de las aguas dormidas, en la que se criaban  y desarrollaban peces de colores, cisnes con su galanura para desplazarse en el agua, plantas acuáticas de bonitas flores. En el Parque la flora era exuberante. Pinos, casuarinas, araucarias, palmeras (traídas desde Castillos) , aromos , acacias, en fin una serie interminable que Giot se había preocupado, con esmero, conocimientos y gusto , de plantar con su servicial “Jean Pierre”. Para no quedarse solo en la forestación , creó una especie de zoológico, con cebras, alpacas, llamas, monos, avestruces y , en grandes pajareras, aves canoras de melodiosos cantos. Como desde el Camino Nacional al  Hotel había una considerable distancia, el señor Giot dispuso de dos tranvías tirados por yuntas de pesados trotones, comodidad que ofrecía gratuitamente a los turistas y visitantes de su establecimiento. Cuando Giot, ya vencido por los años, expiró el postrer suspiro, con él se fue el último de los creadores y sostenedores la gran obra. Se fue el primero en comprar grandes extensiones confiado al futuro y cuando traspasó sus bienes a la Sociedad de los Hnos Guerra, siguió en la misma tesitura de pionero avanzado, al igual que hizo cuando  de los Guerra, la propiedad pasó a manos de Lezica , Lanús y Fynn.
La sucesión de hechos determinantes fue de una rapidez vertiginosa.
1860 – Se establece Giot en la zona, crea su cabaña “Rambouillet” e inicia la plantación de árboles.
1867 – En abril se coloca la piedra fundamental del Ferrocarril Central del Uruguay, en cuyo ramal Montevideo-Las Piedras, se construirá la Estación Colón , única prevista en el tramo.
1867 – En mayo los hermanos Guerra compran a Giot alrededor de 70 hectáreas.
1867 – En diciembre, el gobierno otorga a Enrique Fynn la concesión para el aprovisionamiento de aguas corrientes a Montevideo. La cañería troncal pasa en las proximidades de la futura Villa Colón.
1868 – Se constituye la Sociedad Cornelio Guerra Hnos. con el fin de fundar un pueblo de recreo en el paraje conocido como “de Giot” , seguramente en base a dos obras fundamentales para un poblado, como son el ferrocarril y las aguas corrientes.
(Hasta aquí utilizamos material de  COLÓN  - Autores Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)

 

 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Octubre -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

LLEGA EL FERROCARRIL

EL 1° de enero de 1869 fue inaugurado al servicio público el primer ferrocarril con capitales nacionales que circuló en el país , entre “Bella Vista” y “Las Piedras” . Las estaciones intermedias eran las siguientes: Miguelete, Yatay, Gómez, Sayago, Pantanoso, que en ese mismo año se denomina Colón, y Zorrilla, llamada luego Independencia y posteriormente La Paz. Cabe agregar que corrían ocho trenes diarios: dos de mañana y dos de tarde hacia Las Piedras y otros cuatro (también dos de mañana y dos de tarde) hacia Bella Vista en los días laborales. En los días festivos se acrecentaba el tránsito con diez trenes a Las Piedras y once a Bella Vista.  En sus “Apuntes para la historia de los Ferrocarriles uruguayos” , dice su autor Alonso Caprario Bonavía refiriéndose a la estación local, que era una pequeña casilla de madera que, en sus costados, lucía el letrero de “Pantanoso”, designación que meses después , como ya dijimos , fue cambiada por la de Colón.  En 1873 se construyó un edificio ubicado a unos 11 Kms.. de Estación Central, donde hoy se halla la Plaza de Deportes del Pueblo Ferrocarril, el que fue demolido en 1912 y sustituido por el que aún subsiste. El camino de hierro, que inicia así el nexo de Montevideo con la campaña, va a dinamizar esta zona rural del departamento, a impulsar su desarrollo y el cambio de su estructura agraria. Pero el desplazamiento total de las diligencias se postergó por algunos años. Poco después de 1870 , una viajera inglesa que se dirigía a Montevideo en este medio de transporte desde el pueblo de Artigas (hoy Río Branco) , pasó por la actual zona de Villa Colón y en el relato de su viaje, publicado en Londres en 1881 , menciona que el mayoral señaló a los pasajeros “la granja modelo de un francés llamado Giot…”

LA SOCIEDAD “VILLA COLON”

El 22 de octubre de 1868, ante el inminente establecimiento de los servicios ferroviarios en la zona, por iniciativa de Cornelio Guerra y Perfecto Giot se había formado la Sociedad “Villa Colón” , con el objeto de fundar un pueblo de recreo sobre el Pantanoso, cuyo terreno fue adquirido al segundo de los nombrados en el precio de $ 130 la cuadra, incluyéndose asimismo en la transacción un terreno cercano a Las Piedras , cuya área era de 137 cuadras y fue avaluado en $ 16.000. Como consecuencia de la finalización de la llamada Guerra Grande se había producido un considerable aumento de población en la República, especialmente en Montevideo. Luego de los sucesos sangrientos posteriores a la renuncia del General  Venancio Flores y como consecuencia de la elección del presidente general Lorenzo Batlle, se había restablecido la confianza. Paralelamente se produjo un acrecentamiento de las actividades económicas del país. La Sociedad “Villa Colón” va a ser de las primeras organizaciones de ventas de terrenos instituidas en Montevideo. Inicia sus actividades en el mismo año en que la sociedad “Fomento Territorial” , fundada en 1867 , comenzaba la venta de terrenos en el nuevo pueblo denominado “Campos  Elíseos” en las cercanías del Paso del Molino.
(Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Agosto -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

EN EL PRINCIPIO FUE LA ESTANCIA DEL REY

Luego de la fundación de Montevideo, las tierras donde hoy se levanta Villa Colón se hallaban comprendidas en las pertenecientes a la Estancia del Cerro, situadas entre los arroyos Pantanoso y de las Piedras y los ríos de la Plata y Santa Lucía, según las diligencias de mensura realizadas por el piloto Francisco Javier Ferrer los días 24-25 y 26 de noviembre de 1791.A partir de 1750, había sido instalada una guardia en la barra de este último río, por orden del comandante Francisco de Gorriti, en el intento de evitar los robos y ataques de los indígenas minuanes dentro de la jurisdicción montevideana .Esta estancia , una de las que comprendían las tierras y ganados pertenecientes al patrimonio real, había sido formada en 1730 , año en el cual se realizó el primer reparto de ganado a 13 familias del primer contingente de canarios arribado a Montevideo y a 9 de las 25 familias del segundo contingente. Como lo manifestara el primer gobernador de Montevideo José Joaquín de Viana, el establecimiento había sido fomentado con el ganado apresado a quienes lo introducían clandestinamente en Río Grande y en la Colonia del Sacramento. Luego de haber dado a los aprehensores su tercera parte y cedido a la estancia lo que a él le correspondía como juez , se destinaban mensualmente unas 60 reses a la manutención de los presos que realizaban las reales obras de fortificación de Montevideo. Dicha matanza había comenzado el 1° de enero de 1769… Cabe agregar que , cuando en 1757 , a su regreso de la Guerra Guaranítica, Viana recibe la Estancia del Rey , ésta tenía una dotación de 1.000 yeguas, 261 potros, 276 potrancas, 130 vacas y 77 terneros y terneras. Cuatro años después, según lo expresa la citada relación de servicios del gobernador de Montevideo , contaba con más de 3.000 cabezas de ganado vacuno, un número de yeguas que no se tenía en cuenta pues valían un real cada una, 300 potros para domar e igual número de potrancas. En enero de 1791 la Estancia del Cerro, llamada entonces también de la Caballada del Rey, estaba a cargo del capataz Miguel Pelagai y nueve peones, tres de ellos domadores. Sus salarios mensuales eran los siguientes : $ 15 correspondían al capataz ; $ 9 . a los peones y a los domadores , como peones especializados , $ 10.


PERFECTO GIOT : UN PIONERO


Las tierras que habían pertenecido a la Estancia del Rey continuaron subdividiéndose en distintas fracciones. En el paraje donde anteriormente se levantaba el saladero de Adolfo de Lapuente, sobre el arroyo Pantanoso , un francés llamado Perfecto Giot  formó una sociedad con un hijo suyo , en 1861 , para explotar la cría de lanares Merino Rambouillet y Merino Rambouillet  Negrette. Los anuncios publicados en la prensa de la época expresan que dichos “pastores y criadores de animales reproductores” habían obtenido más de 150 premios en las exposiciones de Europa. Los merinos que ofrecían en venta tenían un cuerpo fornido que aseguraban su buena conservación y su lana era larga, finísima y tupida. En su establecimiento también vendían “remedios para curar ovejas”. Giot era un hombre acaudalado. Poseía un castillo cercano a París en el departamento de Seine et Marne, rodeado de cien hectáreas de bosques , ciervos y faisanes. Esa propiedad estaba ubicada entre la de los Rothschild y la del no menos opulento banquero barón de Pereira, cuyo nombre lleva una plaza y un bulevar de París. Poseía además gran parte de las acciones de la línea de vapores franceses “Les Careurs Réunis” , que hacían la travesía entre Francia y América del Sur. El 24 de enero de 1863 Perfecto Giot adquirió en sociedad con el doctor Juan P. Leonard una fracción de 390 cuadras cuadradas, que acrecentó el 13 de noviembre de 1865 , comprando otras 35 cuadras cuadradas de terrenos contiguos.  Años después , en 1891 , en el discurso que en ocasión de la inauguración del monumento erigido a la memoria de Francisco Vidiella, pronunció el Dr. Pena , vocal de la Junta Directiva de la Asociación Rural del  Uruguay, hablando de Giot se expresó en estos términos, con referencia a su actividad ganadera :

“En estos mismos campos, cuando no eran más que yerma soledad, poco después de la Guerra Grande, estableció su cabaña de Rambouillet el francés Giot, que había tenido por precursor en la introducción de merinos franceses a Ternaux y a Dample, acogidos entusiasta y patrióticamente por don Francisco Juanicó , en el Canelón y en Hervidero, donde se formaron , del 32 al 38, los rebaños mayores de merinos franceses en aquella época. “Aquel cabañero había impreso otra fisonomía a esta comarca, por la plantación de árboles que tomó como abrigo, como fuente de recursos y como paisaje…
 (Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de Agosto -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

LA EXPO FERIA DEL CENTENARIO


En 1972, los días 12, 13, 14 y 15 de octubre, se realizó en la sede del Club Olimpia la Expo Feria del Centenario, en cuyo transcurso se realizaron espectáculos musicales, desfiles de moda femenina, masculina e infantil y espectáculos para niños. El despliegue de la exhibición industrial de la zona fue sumamente constructivo, por atraer la atención de un público calculado en 20.000 personas hacia las industrias regionales, creadoras de fuentes de trabajo. La iniciativa de la Expo 72 fue del Centro Comercial e Industrial Colón y Zonas Adyacentes, y la dirección general y subdirección de la misma estuvieron a cargo del Prof. Armando Binello y de Walter Andrés Pastorino, respectivamente. Fueron expositoras, entre otras, las siguientes firmas : Pinturería Garzón Srl , Electrónica Colón, Musical TV, Farmacia Paccard, Bodegas Vidiella Sa, Kahl Srl , Bodegas Santa Rosa, Fanaproqui SA, Juan Ricardo Meneguzzi, Bodegas Fallabrino, Automotora Santa Rosa y Asociación Japonesa.
El 12 de octubre de 1973 fue inaugurada otra Expo Feria de Colón, esta vez con demostraciones de arquería, espectáculos folklóricos, desfiles de modas y degustación popular de vinos de la zona.
El Día de Villa Colón, en 1981
Otro 12 de octubre, años después, en 1981, en la plaza homónima, se cumplió un acto patriótico que unió en el recuerdo el Descubrimiento de América, la Batalla de Sarandí y el cincuentenario de la desaparición física del poeta Juan Zorrilla de San Martín. Dentro del amplio programa de festejos, que incluyó disertaciones, conciertos de banda, desfiles militares y de estudiantes y de varias instituciones representativas, suelta de palomas, desfile de tractores, de maquinarias agrícolas y de Reinas de Vendimia, se rindió homenaje, por parte de las zonas de Colón, Villa Colón y Melilla, a cinco ciudadanos que habían volcado las mejores energías de sus vidas en beneficio de la comunidad : María Teresa Pellegrino, Catalina Velázquez, Albérico Passadore, presbítero Pablo Pittini y Félix Santoro.
Félix Santoro
Considerado como el patriarca bondadoso de los quinteros y de la viticultura de la zona de Melilla, Félix Santoro es un arquetipo de hombre sencillo con fe excepcional en que el porvenir del Uruguay está en el trabajo de la tierra. Se ha alegrado y sufrido por los plantíos de su quinta y los de sus colegas; les ha brindado consejos y escuchado, con atención el relato de sus peripecias; se ha transfigurado al caminar entre los surcos o las filas de vides y frutales, propias y ajenas; se ha emocionado ante el recuerdo de viejos productores que transformaron la región en el correr de este siglo convirtiéndola, sin necesidad de ninguna reforma agraria como el mismo lo proclama con legítimo orgullo, en el “cinturón verde” de Montevideo. Sus padres, Nicolás Santoro y María Zapetini, oriundos de la provincia de Salerno, Italia, formaron hogar y se instalaron en el corazón de Melilla en 1877. Engendraron 14 hijos: ocho mujeres y seis varones, gente silenciosa y humilde que no conoció descanso, pero que alcanzó el triunfo en sus actividades a través del trabajo duro y sacrificado. De los seis varones, Esteban Santoro, tuvo chacra y luego viñedo en Santa Lucía; Juan, cuya chacra se hallaba en tierras del Dr. Francisco Azarola y Azanza, fue consignatario de forrajes para la venta a la Intendencia del Ejército y a la empresa del Tranvía del Norte; Pedro, chacarero y luego vitivinicultor en la zona del Colorado; Florencio, fue siempre vitivinicultor, inicialmente en la chacra paterna del Con. Reyles actual, y luego en campos de Azarola; Félix, creador de la variedad conocida por el nombre de “Durazno Melilla”, actuó durante 40 años en la Sociedad de Fomento y Defensa Agraria, de la cual fue presidente durante varios períodos, como asimismo de la Confederación Granjera del Uruguay y del Centro Social, “La Redención”, llamado posteriormente, Juan Fernando, se inició como vitivinicultor y luego fue bodeguero.
(Queridos lectores, los esperamos con el número del mes de julio -2014 con otro capítulo de la historia de los Barrios Colón y Villa Colón)

LA PRIMERA MUESTRA AGRARIO-INDUSTRIAL


El 31 de enero de 1948 fue inaugurada la primera exposición agrario-industrial, conmemorativa de los primeros setenta y cinco años de Villa Colón, con la presencia del presidente Luis Batlle Berres, el vicepresidente César Mayo Gutiérrez, el ministro de Ganadería y Agricultura Dr. Luis Alberto Brause, el subsecretario del Ministerio de Industria y Trabajo y otras autoridades gubernamentales. Se realizó en los amplios salones abiertos con que cuenta la escuela Nº 50 y en ella fueron expuestos productos de granja, de la industria y del comercio locales. Entre los numerosos “stands” se destacaron, entre otros, los presentados por los talleres de industrialización de madera de Ernesto Fornero e hijos, situados en la época en la avenida Lánus; los talleres “Essek” de propiedad de Esteban Skaffer (Garzón y Casavalle); la carpintería de Pío Dutra Pereira (Meseta 1939) ; la calera Colón, de Salaverry Hnos. con 36 años de actuación comercial en la zona;  la tonelería de Berapalumbo (Garzón 2007) ; la cabaña avícola “De Angeli”, con sus ejemplares de raza ; la Granja Vidiella, los Grandes Viñedos “Santa Rosa”, de Passadore, Carrau y Mutio y “La Colina” ; las granjas de Domingo Pelegrino, “El Embrujo” de Gilberto Oxalcelhay, de Peñarol Viejo e “Isabel” de Andrés Tourón y el Jardín Ripoll, con su muestra de floricultura nacional. Además fueron exhibidas una máquina de carrera, propiedad de Jorge Mutio y Albérico Passadore (h) , construida en los talleres de carrocería de Di Cristófaro (Garzón 1987) y la monoplaza del piloto local Marcos Galván, preparada y adptada en los talleres de Buschiazzo, Lavoreiro y Rosas S.C de la Avda. Garzón.
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EN LA ÉPOCA DEL CINE MUDO (continuación)


…el primer inconveniente llegó cuando el inspector de espectáculos públicos no permitió instalar la cabina de proyección en la sala de espera. Fue necesario colocarla por la parte posterior del salón y como la casa era de techo muy bajo, hubo que proyectar las películas por transparencia y hacer previamente una instalación de un caño de agua, con muchos agujeritos, para que la proyección  se transparentara y permitiera verse mientras caía el agua sobre la pantalla. De este modo salía perfecta, pues no tenía reflejos ni resplandores. De la cabina a la pantalla quedó un espacio de unos seis metros, que se destinó a escenario, para el caso de que se realizaran representaciones teatrales. Por ese entonces, el inspector de espectáculos encontró que una de las paredes, por haberse quitado los tabiques de las habitaciones, sufría un declive hacia afuera, de manera que consideró imprescindible levantar de nuevo la pared. Brignoni Hnos. concedió un nuevo crédito. Se deshizo dicha pared  y se levantó otra, pero el constructor no tomó las precauciones necesarias al quitar algunos tramos, y en la tercera noche de trabajos un fuerte temporal provocó la voladura del techo del edificio, cuyas chapas de zinc llegaron hasta las vías del ferrocarril y muchas fueron sustraídas. Buzio no se desalentó y solicitó del Dr. Carve Urioste, la autorización para deshacer un galpón situado a los fondos del futuro cine y utilizar sus chapas de zinc. Le fue concedida su petición y de inmediato fueron contratados ocho peones de la estación vecina del ferrocarril, quienes deshicieron el galpón por un jornal diario de ochenta centésimos. A su vez, en sustitución del cielo raso del techo, que había sido de madera machimbrada, fueron adquiridas chapas de hierro estampado que suministró Juan Casanovas. Ahora faltaban las sillas, las cuales fueron adquiridas (240 con asiento de madera) , por supuesto a crédito, en la fábrica de muebles de Ángel Giorello, ubicada frente al Palacio Legislativo. Luego de vencer, uno a uno, todos estos escollos que quizá para otros habrían sido insalvables, fue inaugurado el Gran Cinema Colón. El éxito fue extraordinario. Y el cine se volvió sonoro con la actuación de la orquesta dirigida por el propio Buzio, (pianista conductor) , el primer violín Bartolo Laguzzi (jefe de correos de la época) , los hermanos Hugo, Francisco y Ulbio Meneguzzi (flauta, violín y clarinete) , el contrabajo Risso y un violinista de Sayago. Clientes asiduos fueron, entre otros, el senador Román Freire, el compositor Luis Sabucetti, el juez de Colón Dr. Otero, el comisario Aguiar, el escribiente Nogués, Alberto Faravelli, y entre tantas otras, las familias Meneguzzi, Méndez y Arellano…


LAS FIESTAS DE LA VENDIMIA


La primera fiesta popular de la Vendimia se realizó el domingo 2 de abril de 1916 por iniciativa de los viticultores de la zona de Peñarol Viejo, en el cruce de los caminos Colman y Antiguo a Las Piedras (hoy Manuel M. Fortet) , ubicado a los fondos de la Granja Vidiella. Allí fue erigido “un vistoso y original arco”, cuyo motivo principal era un tonel adornado con guirnaldas de vid y uvas y con grandes banderas nacionales y españolas, en homenaje a la nacionalidad de Francisco Vidiella. En horas de la tarde, ante una concurrencia de 3.000 personas, se realizaron carreras de cintas, resultando vencedor, en un total de 30 jinetes inscriptos, el joven Alberto Laxalde. El principal premio a que se hizo acreedor le fue entregado por la Srta. Malvina R. Vidiella, nieta del fundador de la Granja. Se realizaron además carreras de sortijas y se repartieron juguetes a los niños asistentes a la fiesta. Durante la noche fueron quemados fuegos de artificio. Los cuatro caminos que conducían al lugar fueron a su vez iluminados con lámparas. Recién a la una de la mañana siguiente se retiró lentamente la numerosa concurrencia. Los organizadores de esta primera fiesta popular de la vendimia fueron entre otros, Hilario Cabrera, Carlos P. Bottinelli, José Saettone, José Moisso, Antonio Grillo, Roberto Biasotti, Tomás Saettone (h) y  Manuel Fortet. Al año siguiente se amplió el programa de festejos, por lo que las familias que concurrieron a la misma, el domingo 8 de abril, se quedaron a almorzar y cenar en el lugar de la fiesta “saboreando suculentos asados, preparados por competentes cocineros” , según una crónica de la época. Se realizaron carreras de cintas y de ciclismo, juegos diversos para niños, suelta de globos, fuegos artificiales y por primera vez, desfile de carros alegóricos. La Banda de músicos de Colón, ejecutó sus interpretaciones sobre un tablado, en el que también se efectuaron bailes y representaciones. Una de ellas simbolizaba a Baco sentado sobre un gran tonel, que después de iluminarse, dejaba salir de una canilla figurada un chorro de fuegos rojos, que daba la impresión de una cascada de vino. Año a año, hasta 1922 , se realizaron estas fiestas de la vendimia organizadas siempre por la Sociedad de Viticultores de Peñarol Viejo. En la de 1919 , uno de los números más festejados por la concurrencia fue el de trepar al palo enjabonado. A partir de 1922 hubo un largo paréntesis, hasta que nuevamente fueron organizadas en la vecina Villa  La Paz, en el período comprendido entre los años 1943 y 1954 , con participación de carros alegóricos y de las distintas zonas vitivinícolas de Canelones y Montevideo…
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LAS FIESTAS DE LA VENDIMIA  (Continuación)


Posteriormente las principales fiestas de la vendimia fueron organizadas en la zona de la estación Colón y en 1972, por primera vez, en Villa Colón. Entre onces gráciles postulantes al cetro de Reina Nacional de la Vendimia, representantes de otras tantas zonas vitivinícolas de Montevideo y Canelones, el 19 de marzo de ese año fue electa Gladys María Benvenuto, que representó a Colón-Peñarol Viejo. En marzo de 1992 fue electa Reina Nacional de la Vendimia Celia Moizo, representando a Las Piedras. El desfile de carros alegóricos se llevó a cabo en Colón. Con motivo del centenario de Villa Colón, se realizó el 27 de agosto la Fiesta del Trabajo en honor del Inmigrante, presidida por las Reinas del Centenario, Beatríz Díaz y de las Abuelas, Sra. María Grillo de Saettone, de Peñarol Viejo, culminando los actos organizados por la Unión Coordinadora Vecinal de Villa Colón y Melilla, el 12 de octubre – Día de Villa Colón – con un desfile militar y de las instituciones sociales y deportivas, de Fomento de Colón-Villa Colón y Melilla de Boy Scouts, de instituciones extranjeras y de jóvenes y niños de los centros de enseñanza pública y privada de la zona. El programa nutrido de actos contó con la presencia del entonces presidente de la República Juan María Bordaberry , el intendente de Montevideo, Dr. Oscar Rachetti, y otras autoridades nacionales, departamentales, diplomáticas, militares, eclesiásticas y de  la enseñanza. Ese mismo día fue depositado un cofre en el sector noreste de la Plaza 12 de Octubre, dentro de la base del monumento allí levantado, conteniendo mensajes a los habitantes de Villa Colón del 2072, año de su segundo centenario.


UN TABLADO ORIGINAL (Última Parte)


“Cerca de allí, como perdido a la distancia, entre yuyos, matorrales, y arbustos, se pierde la silueta estilizada de un conejo perezoso, indiferente frente a la invención, ante la audacia creadora, recostando su modorra junto a un árbol. “A la puerta, un gallo humanizado, en su ropaje, puesto que viste calzas, lentes, etc. , da el grito anunciando la aurora del descubrimiento, gritando al mundo el triunfo de la inteligencia. “Es el único que ha comprendido el alcance de la obra, y , como siempre, el primer madrugador, es el primero que canta el triunfo, para llevarlo en alas de la aurora al cerebro humano (…)
“Ahora, más abajo, en el friso, yace en un desfile de aves la humanidad, toda ella es ahora capaz de realizar la misma obra del profesor y entonces pasa el desfile de sabios plagistas, que son el grupo de gallinas que corren, y todas ellas han puesto huevos parados, repitiendo por antonomasia; seres incapaces de concebir nada que albergue un eco de inteligencia, lo que el profesor de aulas hiciera asombrado sobre el escritorio de la clase (…)
“Luego la extensa caravana de los que nunca crearon nada, porque el beso de la inteligencia no ha caído en sus ojos, pero que dicen “eso lo hago yo” y pasa el desfile de gallinas plagiando la aurora de un Colón”.
Unas 20.000 personas asistieron al corso oficial de marzo de 1936 en Villa Colón, que también adquirió proporciones extraordinarias. La tradición del carnaval de ayer, se intentó resucitar año a año hasta 1988, en la zona de Colón, que fue en sus últimos tiempos escenario del primer corso vecinal montevideano, pero las nuevas generaciones, por cierto, no son las mismas de antaño.


EN LA ÉPOCA DEL CINE MUDO


El primer cine que existió en la zona fue establecido por los años 1910 a 1912, en el Pueblo Ferrocarril, en un local que ocupara posteriormente la Bodega Sapelli, en la calle Artes, hoy Albérico Passadore (hijo), entre plaza Vidiella y camino Besnes e Irigoyen. La corriente eléctrica que utilizaba era producida por un dínamo que funcionaba a nafta y se interrumpía reiteradamente durante la exhibición de las películas, con el consiguiente descontento de los espectadores. En 1916 Jorge César Buzio y Alberto Scarzella, que habían constituido una sociedad para ofrecer exhibiciones cinematográficas, arrendaron la casa de propiedad del Dr. Amaro Carve Urioste (donde luego se levantara el colegio “San José” , en la Avda. General Eugenio Garzón 1807), por la cantidad de $ 30,oo por los primeros dos años y de $ 35,oo por los dos años siguientes. Buzio era pianista, especializado en acompañar películas mudas de aquellos tiempos. En ocasiones efectuaba suplencias en el cine “Las Delicias”, luego llamado “Radar” , y hoy “Atlas”, situado en la calle Uruguay entre Cuareim y Rondeau, de Montevideo. Allí adquirió un proyector Phate, considerado inservible por la empresa Facioli Hnos. Faltaba la mesa, la linterna y el transformador para la linterna. En la Calle Colonia vivía un coleccionista de máquinas cinematográficas llamado Balaro. Buzio gestionó con éxito la venta de la mesa para el proyector al precio de $ 10 y una linterna deteriorada, con una lámpara a carbones con mecha. Los carbones eran difíciles de conseguir, pero en las calles Rondeau y 18 de Julio había arcos voltaicos de alumbrado público, a los cuales había que cambiarles los carbones todas las mañanas. Al efectuar el cambio, sobraban trozos que los empleados de la Usina tiraban al suelo y Buzio y sus amigos los recogían para utilizarlos luego en la lámpara de Arco del cinematógrafo. El transformador lo adquirió por la cantidad de $ 25. Cabe agregar que las compras se realizaron con un crédito a pagar a los noventa días. En posesión de la máquina y la sala, faltaba realizar la reforma del edificio de Carve Urioste, por aquel entonces juez de crimen, para adaptarla a sala de proyecciones. Había que quitar todas las paredes de las habitaciones para que pudiera convertirse el edificio en salón. La empresa Brignoni Hnos. extendió un crédito a 120 días y así se iniciaron los trabajos.
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EL MARQUÉS DE LAS CABRIOLAS


También Colón tuvo Marqués de las Cabriolas. Así comentaba un periodista local, su actuación en el carnaval de 1929. “Caracolito” , a quién el pueblo había ungido Marqués de las Cabriolas, presidió los corsos y batallas de flores, en una forma que, en realidad, defraudó las esperanzas de sus partidarios que lo creían insustituible en el puesto. “Sólo se concretó a saludar cortésmente a quienes lo vivaban; pero nunca durante la realización de los corsos pronunció aquellos vibrantes discursos que imperaban en los primeros Carnavales de Colón. “El Marqués “Caracolito” , cómodamente instalado en su trono, paseó por nuestras calles, sin corresponder en ningún momento a los homenajes que el pueblo le rendía. “El reto lanzado por Cabrera a los pocos días de la celebración de los festejos, no tuvo en el flamante Marqués las consecuencias que esperábamos. Se rindió en una forma poco propicia, a tal punto que ha comenzado a comentarse la necesidad de que en el año venidero Cabrera volverá a ocupar el trono que había abandonado, para que el pueblo apreciara con su ausencia, que es el hombre insustituible”. En 1930, año del centenario de la Jura de la Constitución de la República, un torrente de automóviles y de máscaras se volcaron sobre las avenidas de Villa Colón y todo allí fue diversión, alegría y bullicio colectivo. La síntesis periodística del carnaval de antaño, es elocuente y nos lo trae a la memoria:
“Filas interminables de carruajes, profusión infinita de hermosísimos adornos, repetido girar de serpentinas y multicolor  lluvia de papelitos.  “Flores que cruzaban el aire, de los coches a los palcos, de éstos a aquellos”. “Espectáculo idéntico en las sillas, las aceras y las calles; vigilancia policial excelente; cultura inquebrantable por doquier, y por sobre todo ello, una animación sin límites y un dechado de belleza no esperado (…) Montevideo íntegro, comprendiendo lo que es Colón en carnaval, volcándose a sus fiestas.”


UN TABLADO ORIGINAL


En febrero de 1934 se levantó en el cruce de las avenidas General Eugenio Garzón y Lezica un tablado que fu visitado por los mejores conjuntos carnavalescos montevideanos de la época: “Un real al 69” , “Derecho Viejo” , “Marineros de Nápoles” , “Carcajada de Momo”, y “Troupe Moderna” , así también como murgas y agrupaciones, que pasearon su alegría contagiosa sobre el tinglado. Colón vivió ese año su hora de tablado, congregando en su rededor cientos de personas. Se le denominó “El Huevo de Colón” y éste era su simbolismo:
“Un viejo profesor, repulido y escuálido por la vigilia y el hambre, acaba de parar el huevo, cual lo hiciera el más bravo genovés. “Lo ha intentado antes y en respuesta de ello, yace en el suelo otro huevo roto, una ilusión caída, un esfuerzo estéril, unas alas quebradas sin emprender el vuelo, la pena de una derrota. “El profesor ha parado un segundo huevo, y en un gesto mezcla de asombro, de miedo y de alegría, ha sentido una repulsa que le aleja del espectáculo. “Su cara cómicamente extravagante y sus manos semicrispadas, dan la prueba del susto y del asombro. “La silla puesta tras el profesor, participa del problema y asombrada y medrosa, salta cayendo al vacío. “Los polluelos han quedado sin movimiento; manteniendo un gesto también de asombro, que está latente en la fisonomía que se le ha dado  y que iguala a aquellos sabios – máscara de la época que dijeron a Colón: “Así cualquiera lo hace” (…)
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LOS MUSEOS


Un valioso auxiliar de la acción docente del Colegio Pío ha sido su Museo Monseñor Lasagna. Está dividido en dos secciones, - de Ciencias Naturales e Histórico y Salesiano - , y fue iniciado por el P. Luis R. Sallaberry en la época que dirigía dicho centro de enseñanza. Comienza  su reorganización en 1940 el P. Sabino Doldán Goyret, director también del Coro Cristóbal Colón, pero su gran desarrollo se debe al P. Hermán Horne, quien se dedicó a dicha tarea empeñosamente desde el año 1948.  En cuanto a la reconstrucción del Museo de Ciencias Naturales, colaboraron con la dirección del P. Pablo Díaz Sánchez, las Sras. María Elena de Abreu, María Elena de Nicak, Nair de Perrone, Alicia Estévez y Sres. Raúl Lagos, Francisco Farías, Balvino Crossa y P. Ricardo Garín. Los materiales con que cuenta dicho museo pertenecen en su mayoría a las especies zoológicas, pero existen también de origen mineral y botánico. Se hallan representadas allí especies de la fauna indígena, como así también de fuera del país. Entre otros ejemplares, resaltan: huesos de ballena, boca de un tiburón, cráneos de caballos, perros, venados, pantera, cabra, corzo, lobo , tejón, mono, zorro , ave, ardilla, conejo y de roedor, peludos, murciélagos, pájaros, aves de rapiña, pavos reales, pingüinos, gaviotas, albatros, pieles de boas, reptiles, osos grises, hurones, pumas, jaguares, osos hormigueros, buitres, quelonios, minerales, caracoles, mármoles, vegetales y derivados, hulla y derivados, antrópodos, coleópteros, mariposas de la seda, lepidópteros, desdentados y moluscos. Además de muestras disecadas expuestas en vitrinas, muchas de ellas exhibiendo su hábitat para presentar una mayor apariciencia natural, constituyen motivos de atracción máquinas de escribir antiguas; aparatos de una expedición al polo sur en 1883 y u anemómetro Danza utilizado en el observatorio meteorológico del Colegio Pío, desde el años 1888 al 1934. En la sección histórica y salesiana alternan ornamentos pertenecientes a monseñor Lasagna con otros materiales tales como miniaturas, colecciones de monedas, de billetes de banco y de armas, condecoraciones, piezas de fina cristalería y porcelana; ornamentos pertenecientes a prelados, álbumes fotográficos, cajas de música, relojes, abanicos, armas de nuestros indígenas, objetos de guaraníes de las Misiones Jesuíticas del Paraguay y de indígenas de Tierra del Fuego, Matto Grosso y de una tribu boliviana, e incluso un pañuelo que perteneció en 1830 al presidente brigadier general Fructuoso Rivera y charreteras y kepis del brigadier general Manuel Oribe. Existe un proyecto de los arquitectos Hugo Aguerre y Aurea Pírez, patrocinado por el ex director del Colegio Pío P. Bruno Zamberlain, de establecer un Museo moderno con una selección de estos materiales y otros a incorporar, en un amplio salón a ubicarse frente a la Avda. Lezica, más apropiado a su función, en el que se reemplazarían las antiguas vitrinas por otras técnicas de exhibición mas didácticas, que permitan jerarquizar lo expuesto, brindar una mayor iluminación a los valiosos objetos a exponer y una explicación adecuada de su significación. Uno de los motivos principales de la visita que efectuara Stefan Zweig al Uruguay, en 1940, fue su propósito de visitar el Museo Balzaciano, de Santiago Gastaldi, fervoroso admirador del gran novelista francés. Allí, en Lezica 5731 , pasó varias horas el escritor vienés, observando las distintas colecciones de la obra de Honorato de Balzac, con la mira de redactar su biografía. En un trabajo publicado en la revista “Les Nouvelles Literaires” de París, decía el publicista y escritor francés Francis de Miomandre que en 1929 el uruguayo Santiago Gastaldi había fundado en Villa Colón la Confraternidad Universal Balzaciana y en su propia residencia (Les Jardies) iniciado un museo balzaciano, enriquecido luego con cartas, documentos iconográficos del novelista y trabajos críticos y bibliográficos referentes a su obra. Eminentes personalidades del mundo entero, de Einstein a Wells, de Gabriel Hanotaus a William Hobar Royce, de Stephan Zweig a José Vanconcelos, se habían adherido personalmente a la Confraternidad Universal Balzaciana. Hoy, muy pocos recuerdan este museo de Villa Colón, que existió en la zona hasta 1946, aproximadamente, donde se velaba la obra y recuerdo del autor de “La Comedia Humana”.
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LAS VENTAS DE TERRENOS

El 19 de abril de 1872 se pusieron en venta por primera vez los solares de Villa Colón, con frondosas alamedas y sobre todo , “aguas corrientes”. La oferta era tentadora, según lo difundía un aviso inserto en “El Siglo” : “Todo el que compre un solar tendrá derecho a toda el agua que quiera sin gastos de ninguna clase, por el término de cuatro años y medio , o se hasta 12 de octubre de 1876. Esta inmensa ventaja no puede desconocerse. Un aljibe de cien pipas cuesta quinientos pesos, lo que quiere decir que comprando un área de dos mil a cinco mil varas se tiene el terreno de valde y solo se paga el aljibe”. La sociedad vendedora había suscrito un contrato con su similar de Aguas Corrientes , por el cual le estaba prohibido a ésta expender agua del caño que surtía Villa Colón en un radio de media legua de dicha localidad, por ser de su exclusiva propiedad. Los terrenos puestos en venta pública, perfectamente cercados, libres de animales y macadamizados , eran los situados a ambos lados de la avenida que conducía de la estación Colón hasta el puente de material construido por la sociedad sobre el Pantanoso. La Sociedad “Villa Colón” se reservaba la venta de los terrenos situados sobre la margen derecha de este arroyo, hasta que se establecieran medios fáciles y cómodos de locomoción, e incluso la edificación de un hotel  cuyo plano se encontraba en ejecución. A mediados de noviembre de 1872 , Madero Perdriel y Cía anunciaban el próximo remate- inauguración del Pueblo de Recreo “Villa Colón” Subrayaban que no debían ser arrancadas flores o plantas de los jardines. Días después , el 21 de noviembre, aparecía un nuevo aviso. Vale la pena su transcripción parcial, con la grafía de la época, como testimonio de los anuncios publicitarios de aquel entonces: La venta de los veinte lotes de terrenos fue exitosa y se realizó por un total de 35.000 varas cuadradas. Los compradores fueron José Parejas, para Gabriel Real de Azúa, Ildefonso García Lagos y J. Píriz. Las correspondientes escrituras fueron autorizadas desde el 5 de diciembre de 1872 al 24 de abril de 1873 . El último de los compradores fue la empresa Lezica, Lanús y Fynn , de las Aguas Corrientes de Montevideo.

UNA AVANZADA DE CULTURA – EL COLEGIO PÍO
El origen de “La educación del Pueblo


La REFORMA escolar se iba a iniciar con un racionalismo agresivo. En el curso de una polémica sobre Francisco Bilbao, que se extendió en la prensa montevideana en los tres últimos meses de 1866, documentaba José Pedro Varela ,como lo advirtiera Arturo Ardao, la primera fase de su evolución filosófica. Años después, en 1874 , la sociedad Lezica, Lanús y Fynn se dirigió a la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, creada en 1868. Concretamente le solicitaba un plan de estudios para el funcionamiento de un Colegio Superior en Villa Colón , cuyo terreno y edificio donarían a tales propósitos. Como es notorio, ante el informe redactado por José Pedro Varela, la Sociedad Amigos de la Educación Popular resolvió publicarlo. Este es el origen de “La educación del pueblo” , que lo vincula con Villa Colón. Contradictoriamente, en el libro de Varela se planteaban los principios de escuela obligatoria, gratuita y laica y el colegio de Villa Colón, poco tiempo después se iniciaba en calidad de escuela católica y con clases pagas, salvo algunas excepciones.

Los Salesianos aceptan el ofrecimiento de FYNN


Quizá por las convicciones religiosas de Fynn , la sociedad que integraba ofreció el colegio al primer obispo de Montevideo vicario apostólico de la República Jacinto Vera y Durán , quien a su vez se interesó para que fuera administrado por religiosos salesianos , luego de haber declinado la oferta que les formularon los sacerdotes bayoneses de Betharam , por carecer del número requerido de profesores. Su pensamiento era el de apoyar vivamente la fundación de un seminario y un colegio superior universitario , para formación de la clase dirigente del país. El 22 de ese mismo mes fue aceptado el ofrecimiento, condicionado a que “la Sociedad donara y entregara el dominio absoluto del edificio y de las 40.000 varas cuadradas de terrenos circundantes” El 21 de setiembre de 1876 fue extendida la escritura ante el escribano público Carlos Casaravilla. En el predio delimitado por las calles Pérez y Marchena, Guanahani, Washington y Veraguas se fue levantando la iglesia pública , que fue dedicada a Santa Rosa de Lima, se dice que en homenaje a la esposa de Anacarsis Lanús, cuyo nombre era precisamente Rosa, y unido a la misma, el colegio. Una carta fechada en noviembre de 1876 del presbítero Juan Bosco , fundador de la orden religiosa de San Francisco de Sales, dirigida al obispo Jacinto Vera y Durán , informaba a éste que pronto partirían hacia Montevideo once misioneros ; cuatro de ellos eran maestros y cuatro , coadjutores, que podían ejercer el magisterio y dedicarse también a trabajos materiales. El 26 de diciembre de 1876 desembarcaron en Montevideo los salesianos. Antes de que llegaran, el encargado de oficiar misa los domingos era un sacerdote español que llegaba en tren a la estación Colón y luego era trasladado en tílburi hasta la capilla. El Colegio fue denominado PÍO , en homenaje a Pío IX que había estado en Montevideo por espacio de algo más de dos meses y medio, en 1824 y 1825 , cuando era el canónigo Juan María Mastai y desempeñaba las funciones de secretario el arzobispo Juan Muzzi, delegado pontificio de León XII ante el gobierno de Chile.


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LA CRISIS DE LA DECADA DE LOS 70

La crisis de 1872 inició un deterioro de la economía que se fue incrementando con la derrota mitrista de 1874 en Buenos Aires y los trastornos que en Uruguay provocaron el motín contra el Presidente Ellauri y los sucesos de 1875 “Año Terrible” que viene tras la Revolución Tricolor. La Situación lleva a la Sociedad de Lezica , Lanús y Fynn , a un delicado estado que la obliga primero a solicitar moratoria y luego la quiebra y disolución. Deja , por cierto , tras de sí , una trayectoria saneada en cuanto al notable impulso que ha dado a la zona. Pavimentación de avenidas , la Iglesia, la Escuela, los edificios que hoy ocupan el Colegio Pío y el Santuario de María Auxiliadora, la macadamización de calles, en fin un largo proceso de desarrollo progresista que , al desaparecer la sociedad , entre en una inercia preocupante. Es cuando vienen a poblar Villa Colón , muchos hombres de origen italiano especialmente, con escasos recursos materiales pero con una voluntad férrea de trabajo que junto al ahorro les va permitiendo agregar parcelas a sus quintas, donde cultivan árboles frutales, en particular la vid que no sólo les permite su manutención sino que van formando la vitivinicultura, una nueva industria que con Vidiella a la cabeza, convertirá con el tiempo a la zona en abanderada de los buenos vinos nacionales, dando a sus esforzados cultores la responsabilidad de tomar a su cargo- desaparecidos los creadores y sus seguidores- el patrimonio común de una Villa que sus habitantes aman y disfrutan.

OTRA VEZ GIOT

Cuando la crisis de la Sociedad Lezica, Lanús, y Fynn , don Perfecto Giot recupera terrenos que había vendido a la Sociedad de los hermanos Guerra. Es así que la labor de embellecimiento que esta a su cargo no se detuvo, aunque ahora la hacía en tierras de su propiedad, procurando salvar, a costa de sus recursos personales, la obra tan enjundiosa, en la que , sin embargo, habían naufragado dos sociedades fuertes , bien intencionadas , con obras importantes. Comenzó don Perfecto por abrir una calle paralela a la Avda. Lezica , a la que puso su nombre (hoy es la calle Lanús) y casi junto al Pantanoso erigió un edificio que destinó a hotel con un servicio muy superior al que la hotelería en general ofrecía a su clientela. El edificio estaba en un frondoso parque , - el nombre del complejo, era HOTEL PARK GIOT – y había un lago, llamado de las aguas dormidas, en la que se criaban  y desarrollaban peces de colores, cisnes con su galanura para desplazarse en el agua, plantas acuáticas de bonitas flores. En el Parque la flora era exuberante. Pinos, casuarinas, araucarias, palmeras (traídas desde Castillos) , aromos , acacias, en fin una serie interminable que Giot se había preocupado, con esmero, conocimientos y gusto , de plantar con su servicial “Jean Pierre”. Para no quedarse solo en la forestación , creó una especie de zoológico, con cebras, alpacas, llamas, monos, avestruces y , en grandes pajareras, aves canoras de melodiosos cantos. Como desde el Camino Nacional al  Hotel había una considerable distancia, el señor Giot dispuso de dos tranvías tirados por yuntas de pesados trotones, comodidad que ofrecía gratuitamente a los turistas y visitantes de su establecimiento. Cuando Giot, ya vencido por los años, expiró el postrer suspiro, con él se fue el último de los creadores y sostenedores la gran obra. Se fue el primero en comprar grandes extensiones confiado al futuro y cuando traspasó sus bienes a la Sociedad de los Hnos Guerra, siguió en la misma tesitura de pionero avanzado, al igual que hizo cuando  de los Guerra, la propiedad pasó a manos de Lezica , Lanús y Fynn.
La sucesión de hechos determinantes fue de una rapidez vertiginosa.
1860 – Se establece Giot en la zona, crea su cabaña “Rambouillet” e inicia la plantación de árboles.
1867 – En abril se coloca la piedra fundamental del Ferrocarril Central del Uruguay, en cuyo ramal Montevideo-Las Piedras, se construirá la Estación Colón , única prevista en el tramo.
1867 – En mayo los hermanos Guerra compran a Giot alrededor de 70 hectáreas.
1867 – En diciembre, el gobierno otorga a Enrique Fynn la concesión para el aprovisionamiento de aguas corrientes a Montevideo. La cañería troncal pasa en las proximidades de la futura Villa Colón.
1868 – Se constituye la Sociedad Cornelio Guerra Hnos. con el fin de fundar un pueblo de recreo en el paraje conocido como “de Giot” , seguramente en base a dos obras fundamentales para un poblado, como son el ferrocarril y las aguas corrientes.
(Hasta aquí utilizamos material de  COLÓN  - Autores Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)
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LAS BIBLIOTECAS


El 12 de noviembre de 1920 se reunían varios vecinos de la localidad en el “Gran Cinema Colón”, con el fin de poner en práctica la iniciativa de los Sres. Máximo López, Feliciano Calzada Carré, Arturo Viera, Ramón Lens y Enrique Britos, de formar una biblioteca popular. En esa reunión se resolvió aceptar el ofrecimiento de Calzada Carré, de ceder en préstamo su biblioteca particular como base de la que pronto se habilitaría. Días después, el 22 de noviembre, se realizó una asamblea extraordinaria que concretó en definitiva la fundación de la Biblioteca Popular Artigas. Su primera comisión fue la siguiente: Máximo López, presidente; Jaime Torres, vicepresidente; Arturo Viera, secretario de actas; Feliciano Calzada Carré, bibliotecario; José M. Martínez (h), probibliotecario; Ramón Lens, tesorero; Romeo S. Pérez, protesorero y Enrique Britos (h), Andrés Pastorino, Alejandro Clark, Alejandro Gleiss y Federico Peinado (h), vocales. La Biblioteca Popular Artigas, inaugurada el 5 de enero de 1921, fue un centro de cultura, donde se realizaron ciclos anuales de conferencias, conciertos y exposiciones, e inclusive clases de extensión cultural, entre ellas las de armonía, piano y solfeo a cargo de la profesora Josefina La Porta.
Entre las numerosas iniciativas que propició figuran : en 1921, el funcionamiento en Colón de un Curso para Adultos; luego la actuación del “Cuadro Dramático” , que ofreció las funciones en beneficio de obras sociales y de la escuela; igual cometido llevó a cabo por los años 1945 y 1946 el “Centro de Vocación Artística”, con conferencias semanales por el escritor Juan Ilaria; además, los trabajos para la creación de un Liceo de Enseñanza Secundaria culminados exitosamente; en 1939, la realización en sus salones de la Primera Exposición Plástica, en la que intervinieron 25 artistas nacionales; el apoyo a inciativas patrióticas y sociales; en 1943, la primera. Exposición realizada en el Uruguay de la colección galdosiana de Santiago Gastaldi, realizándose un ciclo de conferencias sobre la obra de Pérez Galdós. La Biblioteca Popular Artigas inauguró en 1929 la sección del Niño, en momentos en que aún se prestaba escasa importancia a la literatura infantil. Según se ha dicho, fue la primera institución del país que instauró el “Día del libro” , en 1926 , y la “Semana de la Biblioteca” y que organizó el préstamo de la Bibliotecas Populares. Por otra parte, desde su periódico “Artigas” fue testigo y protagonista en defensa de los valores regionales y comunitarios, del mejoramiento edilicio, vial y cultural de la zona, de la organización y promoción de los carnavales, entre otras actividades. En agosto de 1931, la Biblioteca Popular se fusionó con el Centro Social Colón, cuya sede se encontraba en el edificio que ocupaba la Sociedad Cosmopolita Liberal. El primer consejo directivo del Centro Social y Biblioteca Popular “Artigas” que actuó luego de esta fusión, se integró con los siguientes vecinos: Angel Bélinzon, José Pedro Echeverriarza, Oscar Chiozza, Fermín P. Serrés, Juan C. Pouquette, Ulises B. Marengo y Luis Fontana. Comisión de Fiestas: José L. Maz, Rómulo Nassazzi, Orlando Marengo, Sebastián Seijas y Medalino Gadea. Comisión de Biblioteca: Manuel Fortet, Ubaldo J. Marengo, José R. Soler, Espartaco Mendirola y Federico Peinado. En setiembre de 1932, el Centro ocupó su nueva sede, en la que fuera residencia de los Sucesores de María Julia P. de Peyrano, frente a la plaza Vidiella. En 1945, celebrando un cuarto de siglo, realizó actos culturales y artísticos, en los que intervinieron, entre otros, el poeta Emilio Oribe, la pianista Victoria Schenini y el organista Angel Turriziani. Tras siete lustros de intensa y trascendente labor cultural en el medio, en 1956, desapareció la Biblioteca Popular Artigas, y con ella su periódico, ante el desalojo del local que ocupaba. Por años su caudal bibliográfico quedó depositado en la escuela Nº 50. El 11 de octubre de 1992 fue reinstalado en el nuevo local de la Biblioteca, en la ex Estación Colón. El domingo 27 de abril de 1930 abrió sus puertas la biblioteca popular del Centro Cristóbal Colón, de ex alumnos del Colegio Pío y el 19 de abril de 1941, con los auspicios de la Comisión Municipal de Cultura se inauguró en el local de la Comisión Auxiliar de Colón, que fuera residencia de la familia Peirano, una biblioteca pública, a la cual el 7 de junio del año siguiente se le dio el nombre de Ingeniero Juan Monteverde, catedrático universitario uruguayo ( 1850- 1920), varias veces decano de la Facultad de Matemáticas. Asistió el acto el Intendente Municipal de Montevideo Arq. Horacio Acosta y Lara. En la actualidad tiene unos 10.000 volúmenes y continúa realizando una eficaz obra de divulgación cultural. A su vez, el 24 de agosto de 1941 inició sus actividades la biblioteca del Centro Social y Biblioteca Popular Villa Colón, con sede en esa época en la calle Juan P. Lamolle 1928. Hoy se encuentra en el edificio de la institución, avenida Lezica 6231. Posee más de 4.000 volúmenes y fueron sus propulsores en los primeros tiempos, Orestes Baroffio, que fuera director de la revista “Mundo Uruguayo” , y Julio F. Fabregat.
Fuente : VILLA COLÓN y su entorno  autor Aníbal Barrios Píntos.
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EL TEATRO


Según los recuerdos del maestro Juan Carlos Alamilla, allá por el año 1914, en el “Biógrafo Concordia”, propiedad de Rivara Hnos , inciaba sus actuaciones un Cuadro Filodramático, entre los que figuraban César de Lavandera, Carlota Seré, Celeste Villalba, Maruja Cabrera, el propio Alamilla y Domingo Sapelli, en aquella época discípulo de la “Escuela de Arte Dramático” que dirigía la actriz Jacinta Pezzano, luego cotizado artista del cine argentino. Este cuadro de aficionados debutó el 25 de agosto de ese año al llevar a escena las obras “El Médico a Palos” y “El Loco de la Casa”. Las interpretaciones musicales estuvieron a cargo de Nestor Rosa Giffuni, posteriormente director de los “Coros del Este” , creados en 1952 , y Theoduloz, al violín. Por aquellos tiempos llegó a la localidad el comisario Máximo López, que en sus mocedades hen no había estado vinculado a la gente de teatro y de inmediato se puso al frente del conjunto de jóvenes, que sólo actuaban en funciones de beneficiencia. Desde ese momento, dice Alamilla, “fue el animador, el director, el maestro, el compañero y por sobre todas las cosas el gran amigo”. En aquel conjunto actuaron entre otros, Diego Granotich, Ubaldo Marengo, Bonifacio Arellano, Espartaco Mendirola, José Soler, De María, Duce, Adhemar Rubbo, Alamilla, la Sra. María M. de López, las Srtas. Lucía López, María Sofía Sierra, Rosa Puning, Francisca Astort y la niña Zulma López.
Por causa de sus tareas particulares, luego se alejaron del conjunto Alamilla y la Srta. Sierra, incorporándose Juan Carlos Salaberry, Calabrese, Orosmán Bermúdez, Levrero y Alberti. En el “Gran Cinema Colón” de Buzio y Scarzella, llevaron a escena, entre otras, las siguientes obras: el drama “Ojos Verdes”, “Los Mirasoles”, “La Santa” y “El Libro Talonario”. En la época ya se había fundado la Biblioteca Popular Artigas, cuya cuota social era de $ 0,20. Sus asociados podían asistir gratuitamente a las veladas que daba el conjunto llamado “Cuadro Dramático de la Biblioteca Popular Artigas”. En 1962, otro conjunto de aficionados ofreció a la comunidad sus inquietudes artísticas: el Elenco Teatral Olimpia. Se originó luego de la llegada a Colón de la Carpa de FUTI, donde precisamente en noviembre de ese año, representaron tres piezas: “Hay que ser Feliz” , “La cena de los tres reyes” , y “Dos docenas de rosas rojas”. Luego de este singular suceso el “ETO” se presentó en Parque del Plata, Teatro del Círculo, Centro Social de La Paz, en FUTI y en el propio escenario del Olimpia, con títulos del gran teatro universal como “El Zoo de cristal” , “Fin de semana”, “Boing Boing” , “El monólogo del borracho”, “El viejo celoso”, “La morsa” y un estremés de Cervantes. En oportunidad de los festejos conmemorativos del cincuentenario del Club A. Olimpia, en 1968, “EPO” puso en escena la obra de Eduardo Borrás, “Amorina”. En ese momento, el núcleo de intérpretes lo formaban: Norma Metrono de Corti, Delia Gadea, Rayito Zabala, Inés y Susana Boniatti, Susana Casaos, Sonia Jover, Isabel Rosas, Ruben César Ruiz, Roberto Parma, Juan Carlos Pallas, Javier Bornio, Roberto Carzoglio, Carlos Ferreira, Washigton Záccara, Eduardo Zubillaga y Daniel Delfino. Hacia 1973, el Elenco Teatral Olimpia continuaba funcionando entusiastamente con la dirección de Carlos Pallas. Su elenco estaba constituido por Mary Brum, Ruth Reboledo, Graciela López, Willman Sánchez, Malvina Barcelos, Mario Vidal y Juber Porfilio. Ese mismo año, en noviembre, en el Club Sportivo Ferrocarril, el Elenco Teatral 10, dirigido por Juan Luis González, estrenó con éxito de público la obra de Florencio Sánchez “En Familia”. Con motivo del Centenario de Villa Colón, en el Teatro del Colegio Pío, auspiciadas por el Comité Patriótico San Felipe y Santiago, se realizaron representaciones de bailes tradicionales de la época independentista, de un típico sarao del primer período constitucional, de un baile de influencia riograndense a mediados de siglo y de una escena de fiesta al aire libre del Montevideo Romántico, finalizando el espectáculo con la representación escénica de un casamiento campesino en las postrimerías del siglo XIX.
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LA MANSIÓN DE JUAN IDIARTE BORDA


Dos años antes, el 25 de agosto de 1897, un balazo en el corazón había segado la vida del Presidente Idiarte Borda. Su suntuosa residencia veraniega, levantada sobre la Avda. Lezica al 5912, de tres plantas, mirador, balcones, buhardillas y amplias salas, fue construida por el arquitecto Alfred Massue en 1895 y 1896 y terminada a principios de aquel año de 1897. La verja que la circunda es un notable testimonio de trabajo artesanal. Esta mansión fue declarada monumento histórico por resolución del Poder Ejecutivo de fecha 21 de agosto de 1975. El interior del edificio conservó intactos hasta 1987 la sala de recepciones, el comedor decorado con muebles de época, la llamada “sala rosa” , los dormitorios, la capilla familiar… En el fondo permanecían silenciosas las antiguas cocheras. Más de veinte ambientes tapizados y ostentando nobles maderas mantenían su pasado señorío. Su jardín fue diseñado por el ingeniero paisajista francés Carlos Thays, que intervino en la ornamentación de los parques Urbano (actual Rodó) y Central, del bulevar Artigas y de la plaza Independencia, de Montevideo. Se destacaba en él, por su originalidad, entre cedros, pinos y palmeras, un lugar de estar, bordeado por cañas tacuaras. Carlos Thays había sido nombrado en 1891 director general de Paseos Públicos de la capital argentina. Posteriormente fue el realizador del Jardín Botánico de Aclimatación de Buenos Aires, del cual fue su primer director. Algunos cuadros de la pinacoteca que fuera de Juan Idiarte Borda hoy se encuentran en el Museo Histórico Nacional, entre otros de Larravide y de Renóm, el óleo “El Altar de la Patria” , por Juan Manuel Blanes, para quien posara la esposa de Joaquín Suárez doña María Josefa Alamo. Los descendientes de Idiarte Borda, residentes en Buenos Aires, conservan objetos, condecoraciones y mensajes de gobernantes de todas partes del mundo que le fueron enviados con motivo de la ascensión a la presidencia de la República, y pertenencias y adornos de su esposa. A la entrada del edificio se encuentran los faroles viajó el día en que fuera asesinado frente a la plaza de la Constitución, de Montevideo. Desde fines de 1987 el predio, la mansión y algunos muebles de época pertenecen a la Misión Cristiana Evangélica “Palabra de Vida”  Fuente: Villa Colón y su entorno autor Aníbal Barrios Píntos.
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UNA AVANZADA DE CULTURA : EL COLEGIO PÍO
El origen de “La educación del pueblo”

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La reforma escolar se iba a iniciar con un racionalismo agresivo. En el curso de una polémica sobre Francisco Bilbao, que se extendió en la prensa montevideana en los tres últimos meses de 1866, documementaba José Pedro Varela, como lo advirtiera Arturo Ardao, la primera fase de su evolución filosófica. Años después, en 1874, la sociedad Lezica, Lanús y Fynn se dirigió a la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, creada en 1868. Concretamente le solicitaba un plan de estudios para el funcionamiento de un Colegio Superior en Villa Colón, cuyo terreno y edificio donarían a tales propósitos. Como es notorio, ante el informe redactado por José Pedro Varela, la Sociedad Amigos de la Educación Popular resolvió publicarlo. Este es el origen de “La educación del pueblo” , que lo vincula con Villa Colón. Contradictoriamente, en el libro de Varela se planteaban los principios de escuela obligatoria, gratuita y laica y el colegio de Villa Colón, poco tiempo después se iniciaba en calidad de escuela católica y con clases pagas, salvo algunas excepciones.
Los salesianos aceptan el ofrecimiento de Fynn
Quizá por las convicciones religiosas de Fynn, la sociedad que integraba ofreció el colegio al primer obispo de Montevideo vicario apostólico de la Republica Jacinto Vera y Durán, quien a su vez se interesó para que fuera administrado por religiosos salesianos, luego de haber declinado la oferta que les formularon los sacerdotes bayoneses de Betharam, por carecer del número requerido de profesores. Su pensamiento era el de apoyar vivamente la fundación de un seminario y un colegio superior universitario, para formación de la clase dirigente del país. El 22 de ese mismo mes fue aceptado el ofrecimiento, condicionado  a que “la Sociedad donara y entregara el dominio absoluto del edificio y de las 40.000 varas cuadradas de terrenos circundantes”. El 21 de setiembre de 1876 fue extendida la escritura ante el escribano público Carlos Casaravilla. En el predio delimitado por las calles Pérez y Marchena, Guanahani, Washington y Veraguas se fue levantando la iglesia pública, que fue dedicada a Santa Rosa de Lima, se dice que en homenaje a la esposa de Anacarsis Lanús, cuyo nombre era precisamente Rosa, y unido a la misma, el colegio. Una carta fechada en noviembre de 1876 del presbítero Juan Bosco, fundador de la orden religiosa de San Francisco de Sales, dirigida al obispo Jacinto Vera y Durán, informaba a éste que pronto partirían hacia Montevideo once misioneros; cuatro de ellos eran maestros y cuatro, coadjutores, que podían ejercer el magisterio y dedicarse también a trabajos materiales. El 26 de diciembre de 1876 desembarcaron en Montevideo los salesianos. Antes de que llegaran, el encargado de oficiar misa los domingos era un sacerdote español que llegaba en tren a la estación Colón y luego era trasladado en tílburi hasta la capilla. El Colegio fue denominado Pío, en homenaje a Pío IX que había estado en Montevideo por espacio de algo más de dos meses y medio, en 1824 y 1825, cuando era el canónigo Juan María Mastai y desempeñaba las funciones de secretario del arzobispo Juan Muzzi, delegado pontificio de León XII ante el gobierno de Chile.

El nacimiento del Colegio Pío, en plena lucha de la reforma vareliana


El 10 de marzo de 1876 el gobernador provisorio Pedro Varela había buscado asilo en la Legación de Francia y su ministro de Guerra y Marina coronel Lorenzo Latorre, había iniciado, al sustituirlo, el período de los gobiernos militares. El país se hallaba en una encrucijada difícil, en bancarrota económica, como consecuencia de la revolución “Tricolor” y de la desastrosa gestión financiera gubernamental…
Funcionaban en el departamento de Montevideo 62 escuelas públicas al publicarse la Ley de Educación Común, con un personal docente de 143 maestros y una asistencia media de 5.831 alumnos, de los 8.313 inscriptos. En pleno desarrollo de la reforma escolar, en 1878, un censo levantado por las autoridades escolares, auxiliadas por las policiales, registró que los niños en edad escolar alcanzaban en su totalidad el número de 106.255 , de los cuales se habían logrado la asistencia de 32.895 alumnos (19.669 en las escuelas públicas y 13.226 en las particulares) El 69% de los niños en edad escolar quedaba sin recibir educación. En un clima humano de gran pasión inició sus actividades el Colegio Pío. Ciento ocho inscripciones figuran en los libros de la prefectura : 59 alumnos eran oriundos de la ciudad de Montevideo, 20 del interior de la República – en su mayoría hijos de estancieros – 18 de la cercanías del Colegio Pío, 4 eran italianos y había también 1 chileno y 6 de los cuales se desconoce su origen. El 2 de febrero de 1877 tuvo lugar la inauguración solemne, con asistencia del ministro de Gobierno Dr. José María Montero y del obispo de Montevideo Jacinto Vera. Montero, días antes, el 12 de enero, había refrendado el decreto de Latorre de la libertad de enseñanza. Entre el 17 y 22 de diciembre se efectuaron los primeros exámenes públicos del Colegio Pío. El día 18, de gramática y literatura; el 19, de religión e historia; el 21, de geografía universal y particular; el 22 , de aritmética, álgebra y geometría. Se dictaban también clases de idiomas (latín y castellano y cursos preparatorios de inglés, francés e italiano) y nociones elementales de ciencias, artes, industrias, moral y urbanidad y dibujo. En enero del año siguiente, según lo afirmara el director del colegio, presbítero Luis Lasagna, se concedió al Colegio Pío equiparación a la Universidad Mayor del Estado, con derecho a otorgar después de los estudios requeridos, los títulos de Bachiller y Doctor en letras, ciencias, filosofía, teología, matemáticas y jurisprudencia. Es decir, se confería la autorización legal para organizar una Universidad Católica del Uruguay. De las listas de alumnos que se conservan en el Colegio Pío de los primeros tiempos, surgen nombres conocidos como los de Estrada, Arocena, Crosa, los Migone, Luis P. Lenguas, los Stewart, los Vilarnobo, Martín Suárez, Martín Arrillaga, Enrique Fynn (hijo) , los Cibils, Manuel Quintela, Emiliano Ponce de León, José Romero , los Antuña, los Espalter y Rafael Fraguiero, entre tantos otros, en los que figuran numerosos hijos de estancieros.
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LA ATENCIÓN A LA SALUD

Los primeros médicos

Desde la época de su fundación, Villa Colón careció durante varios lustros de un médico estable, quedando la asistencia de enfermos a cargo de médicos de la ciudad de Montevideo, especialmente de la zona del Paso del Molino. A fines de 1895 se radicó en la localidad el Dr. Ramón Landívar. Oriundo del departamento de Colonia, se había graduado en Buenos Aires, habiendo sido su profesor el eminente cirujano Dr. Pirovano.
Su título, que luego revalidó en Montevideo, fue expedido en la época rosista, por lo cual ostentaba la frase proverbial: ¡Viva la Santa Federación! ¡Mueran los salvajes unitarios!
En 1865 desarrolló sus actividades profesionales en la ciudad de San José, donde a solicitud suya fue fundado un hospital para virulentos, en la época en la que la viruela negra causaba estragos en la población. Asistió también a los atacados de ese mal en el Asilo de Mendigos de la Unión, en forma desinteresada y altruista. Luego prestó sus servicios en la Villa del Cerro y La Paz, para establecerse en el año arriba citado en Colón, donde actuó durante doce años como médico gratuito de la Asistencia Pública. Subraya una crónica estos conceptos, refiriéndose al Dr. Landívar :
“Este médico noble, tan amigo de los humildes, recorriendo los caminos con su blanco caballo semejaba una estampa inolvidable del bien. No tenía el ceño adusto y el ademán hostil, sino por lo contrario jovial y ocurrente penetraba en el corazón de las gentes por esa simpatía irradiaba para curar y amar al prójimo (…)
“Faltando dentista en Colón por aquel tiempo – el buen pulso del Dr. Landívar era ponderado – es así como pudo aliviar en tan molesta dolencia a más de un cliente a quien para coconfortar hacía dar una pequeña taza de buen café.
“Había cumplido 80 años, y había dado de sí, en bien de sus semejantes, durante 56 años, prestando sus servicios profesionales en el Sanatorio Amilivia de Santa Lucía. Un 23 de setiembre (de 1908) , se alejó del mundo ante la consternación de sus conciudadanos.”
El Dr. Julio Etchepare también alternó durante algunos años con el Dr. Landívar y posteriormente, en 1907, llegó a sustituir al primero de los nombrados, el Dr. Valentín Alvarez, quien como hombre y como médico, supo curar a través de medio siglo de ejercicio de su profesión, los dolores del cuerpo y los del espíritu.
El primer cliente que llamó a sus puertas fue Tomás Saettone.
Cuentan quienes lo vieron a su llegada a la zona, que el primer medio de locomoción que utilizó fue una bicicleta, y luego una volanta. Según su propias palabras “actuó con placer acomodándose en esa vida espiritual y compleja (de la región) en la que, ora ayudando al viticultor, ora velando por la salud del obrero de La Tablada, ora recorriendo las hermosas quintas a los ranchos lejanos, creía ser él también un colaborador del bienestar y del progreso común”.

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LÍMITES Y POBLACIÓN

No coinciden los límites de las secciones judiciales y policiales de la zona montevideana donde están enclavados “Villa Colón” y el “Pueblo Ferro-Carril”. Era distinta también la jurisdicción del Concejo local.

La primera noticia que ha llegado a nuestro conocimiento sobre lós límites de la sección judicial 9ª. Es la proporcionada el 18 de diciembre de 1907 por el juez Julio Raiz – con veintiséis años de actuación en el juzgado de la zona – al juez letrado departamental Domingo. Pittamiglio: por el norte, el arroyo de Las Piedras; por el sur, la Zanja Reyuna, el camino Fynn, el camino Peirano y el camino Durán;  por el este, el arroyo Miguelete y por el oeste, el río Santa Lucía. Dicha sección estaba a su vez dividida en cinco distritos. Por decreto de fecha 30 de noviembre de 1967, la 9ª. Sección fue limitada de la siguiente forma: arroyo de las Piedras, arroyo Miguelete, camino Continuación Propios y su prolongación proyectada noroeste, (Bvar. José Batlle y Ordoñez), camino Antonio Rubio, camino Melilla y camino a Progreso. A su vez, el límite de la sección policial 22ª.  Era el siguiente: camino Luis Eduardo Pérez, arroyo Pantanoso, calle Acabay de Villa Colón, camino Casavalle, ruta César Mayo Gutierrez, arroyo de las Piedras, río Santa Lucía, camino de la Redención y camino de los Camalotes; el de la sección policial 21ª. Camino Casavalle, avenida de las Instrucciones, arroyo Miguelete, avenida Don Pedro de Mendoza, arroyo de las Piedras y ruta César Mayo Gutiérrez. En cuanto a los límites de la juridicciones de los concejos de Colón y Melilla, según decreto de la Junta Departamental de Montevideo de fecha 25 de setiembre de 1943, eran: Colón: camino de las Tropas (de Cuchilla Sierra) , de Melilla, del Tío Felipe o Sienra (actual camino Antonio Rubio), Lecocq, Edison, avenida General Eugenio Garzón, camino Casavalle, Peirano (hoy Manuel M. Fortet) , Durán, Coronel Raíz, Colman, De la Cruz, arroyo Miguelete hacia el norte y el arroyo de las Piedras.

Melilla : por el este, el río Santa Lucía; al noroeste el arroyo Colorado; al oeste le sigue el arroyo de las Piedras hasta un camino de tropas que llega al de Melilla y de éste, hasta la continuación del camino conocido por Tío Felipe (Antonio Rubio) y de éste al arroyo Pantanoso; por el sur este arroyo, hasta una cañada, y de ésta al camino conocido por La Higuerita, y por éste hasta un camino de tropas dirigido a dicho camino Luis Eduardo Pérez, y siguiendo luego hasta el arroyo San Gregorio por el cual sigue el límite hasta la desembocadura en el río Santa Lucía. Según el IV Censo General de Población y Vivienda de octubre de 1963, la secciones censales correspondientes a Colón, Melilla y Lezica – más de la cuarta parte de la superficie total de Montevideo – tenían en esos momentos 38.658 habitantes, de los cuales 19.488 eran del sexo femenino y 19.170 del masculino. Residían en un total de 10.686 viviendas.

LA PLANTACIÓN DE TABACO EN VILLA COLÓN

A principios de 1871, un agrónomo madrileño, Juan de Cominges, intentó establecer con la cooperación del Dr. Domingo Ordoñana, en Nueva Palmira, la Escuela Central de Agricultura, cuya fundación y dirección le habían sido encomendadas por el entonces presidente de la República general Lorenzo Batlle. El intento fracasó, según el historiador Fernández Saldaña, por haber sido planteado “en un predio donde ni la naturaleza del suelo ni la extensión permitían ensayar tantas y tantas variadas especies”.
El biógrafo de Cominges, Dr. Matías Alonso Criado, afirma que hacia 1877 efectuó una plantación de tabaco, en gran escala, en Villa Colón, introduciendo por primera vez en el país este cultivo. Trajo y repartió las mejores semillas de tabaco habano y además publicó un tratado práctico de dicho cultivo. En 1879, cosechaba tabaco y elaboraba cigarros en Villa Colón Jacinto Vargas, administrador de la empresa Lezica, Lanús y Fynn. La prensa de la época señalaba que eran mejores que muchos de los puros que se expendían en algunas cigarrerías montevideanas.
Casi cien años después, la firma Monte-Paz SA , prolongó el cultivo de tabaco en Villa Colón, en carácter experimental, en su establecimiento de la calle Gioia.

EXTENSIÓN DE LAS VIDES EN LA REGIÓN

En la mañana del 26 de diciembre de 1876, arribaba a Montevideo el P. Luis Lasagna. Ya obispo, así describe al P. Miguel Rúa, desde Villa Colón, el 18 de junio de 1895, los esfuerzos que dedicara a la agricultura, actividad poco conocida del fundador del Colegio Pío.
“Desde el primer día que puse el pie en el Uruguay, me hice el propósito de producir vino yo mismo (…). Comencé por servirme de la uva indígena de los jardines, que siendo muy aguachenta y de mala calidad, no podía ciertamente darme vino bueno. Pero lo ayudaba con uva pasa venida de Europa, y que añadía – machacada – al mosto en el momento de la fermentación; y comencé así a obtener un pequeño triunfo, al fabricar en vino bastante agradable, y lo que más importa, legítimo y apto para el santo sacrificio de la misa. Después me di a buscar, entre quienes poseían alguna vid rara, sarmientos cabezudos para el vivero. Hícelos traer de Italia, y el buen caballero Rinetti me envío, él solo, desde Montemagno, en dos veces, más de veinte variedades; a fuerza de ensayos, obtuvimos finalmente excelentes variedades de uva, algunas de las cuales, encontrando aptos suelo y clima, dan ahora fruto exorbitante. ¡Imagínese que plantecitas bajas de nebiolo, crovetto y dolcetto, y aun más las francesas de Cavernais y Bourgogne, cultivadas con el sistema Guiot, nos dan un promedio de catorce a dieciséis kilos de uva cada una! Era un espectáculo maravilloso, y muchísimos señores venían de propósito a nuestro Colegio, para admirar la estupenda producción de uva”

El vino resultó excelente. Fue el elegido por la mayor parte de las iglesias de la república, para su provisión de vino de misa, y tuvo premios en las exposiciones de Génova, Chicago y Montevideo. El P. Lasagna dio a los italianos que poseían tierras en la zona, vides, instrucciones y aliento. Así surgieron los viñedos de Saettone, Rocca y Pastorino, entre otros. Ofreció, asimismo, a las familias pudientes, medianeros italianos, con contratos ventajosos para ambas partes.
“Así obtuve – refiere el P. Lasagna – que fuese confiada a nuestros coterráneos la formación de los estupendos viñedos de los abogados Artagaveitía, Gallinal, Arocena, y de los señores Podestá, Lavalle,Horten, Sienra, Echeverría y cien más, con inmenso provecho de nuestros pobres emigrados y de los propietarios de aquí, que están ahora contentísimos y extienden en gran escala el cultivo de la vid, tanto que hay ya varios viñedos que dan una cosecha de 30.500 y hasta 100.000 Mg. De uva por año.”
Los vinos del Colegio Pío adquirieron luego extendida fama.

FRANCISCO VIDIELLA

Francisco Vidiella en el sur del país y Pascual Harriague en el norte, fueron los pioneros que abrieron el panorama actual de la industrialización de la uva, ya existente en una quinta de Colonia del Sacramento hacia 1697. Luego de la crisis de 1874, el decreto ley de octubre de 1875 del gobierno de Pedro Varela fue el motor que impulsó nuestras industrias “bajo forma de una suba moderada de las tarifas de aduana sobre todos los productos que las industrias nacionales podían producir y de la supresión o rebaja de los derechos sobre las materias primas que era necesario importar para el fomento de las mismas industrias.”
Recuérdese que los artículos manufacturados sufrían un recargo que era de 10% tratándose, conjuntamente con una extensa variedad de artículos, de vino en cascos y embotellados, bebidas espirituosas y fermentadas, incluso la cerveza. No eran en general recargos pesados, dice Eduardo Acevedo. Pero ellos bastaron “para provocar el desarrollo de muchos ramos de la industria nacional que no existían entonces o que llevaban una existencia languideciente bajo la presión de la concurrencia extranjera”. Francisco Vidiella, era español y había nacido en Montroig, provincia de Tarrragona, (Cataluña) el 21 de febrero de 1820. A los 17 años de edad llegó al Uruguay, fijando su residencia en Salto, donde estableció un pequeño negocio. Durante la llamada Guerra Grande, José, Juan y Francisco Vidiella abrieron otra casa de negocios en Uruguayana (Río Grande del Sur) que funcionó al igual que la de Salto con la dirección de los tres hermanos. En 1857 el último de los mencionados abandonó Salto para establecerse en Montevideo, donde en calidad de socio comanditario integró la firma Escalada y Vidiella y Cº. En ese mismo año contrajo enlace con Rosalía Fortet. En 1859 fundó las primeras agencias de lotería de Caridad en todo el interior del país, organización que luego llegó a extender a la República Argentina y al Brasil hasta llegar a tener 46 agencias.

Fuente de este material: Villa Colón y su entorno autor Aníbal Barrios Píntos.

(Que pasó con este pionero en Colón, como resultó la evolución de sus emprendimientos, todo ello lo veremos en el próximo número de Raíces)

 

 

PERFECTO GIOT (Parte I)


Había llegado de Francia, su país natal, con el deseo de organizar un establecimiento ganadero para la cría de animales de raza superior. Había concebido la idea de venir a radicarse al Uruguay por informes que recibiera de “algunos hombres competentes y conocedores de este país”. Procuró las tierras aptas, magníficamente situadas, a pocos kilómetros de Montevideo, que eran regadas por los arroyos Miguelete y Pantanoso y que contaban con un edificio que había pertenecido al viejo saladero Lapuente. Poco tiempo después podía leerse en la prensa de Montevideo : “Perfecto Giot e hijo : Pastores, criadores y aclimatadores de animales reproductores. Que obtuvieron ya más de 150 premios en las exposiciones de Europa. Tienen el honor de prevenir a los Señores estancieros que han formado una sucursal de su establecimiento de Francia en el viejo saladero de Lapuente situado a 2 leguas de Montevideo, camino de Las Piedras. Se puede dirigir a dicho establecimiento personalmente o por escrito con la seguridad de encontrar un gran número de carneros y ovejas de 1ª. Clase ya aclimatadas y recientemente venidos de Francia, de las razas Rambouillet, Negretti y a un precio módico”.
En la oportunidad, decía don Perfecto Giot : “En la primavera he sembrado 15 cuadras de alfalfa y algunas más de remolacha para el invierno. Pienso extender la plantación de alfalfa y la remolacha de manera que con los demás campos de patoreo, tendré como tener un rebaño que contribuirá poderosamente, lo espero, al mejoramiento de las lanas del país y consiguientemente al desarrollo de su riqueza, no teniendo sino animales de raza pura”. Sin duda fue Giot un adelantado, ya que sembrar alfalfa y remolacha en 1862 para reserva en la alimentación de su ganado, lo ubica en muchos años de anticipación a las prácticas que habrían de utilizarse muy posteriormente. Giot no era, solamente, un hombre de empresa. Había llegado de Francia con su rico bagaje de cultura, con su profundo amor por la naturaleza, por los árboles, que lo llevarían a convertirse en un verdadero artífice del paisaje, creando bosques y parques. Contrató en Francia a Juan Pedro Serrés para que se ocupara del arbolado como mayordomo de su establecimiento de granja y parque. Del vivero de Buschental (del Prado) , Serrés llevó los eucaliptus, que no eran más que varitas de un metro cada una con su propio terrón de tierra. De los palmares de Rocha fueron traídas las palmas frondosísimas, en carretas tiradas por bueyes para ser dispuestas a lo largo de la avenida particular del Parque Giot, y que pueden verse en la Plaza 12 de Octubre.

giot

PERFECTO GIOT (Parte II)


Cuando en 1868 Giot vende parte de sus tierras a la Sociedad “Cornelio Guerra Hnos y Cía” para fundar la Villa, se reserva su cabaña Rambouillet, establecimiento modelo situado en la margen izquierda del Pantanoso, donde tenía ovinos, caballares y vacunos europeos. También tenía allí llamas, vicuñas, alpacas y un pequeño jardín zoológico y botánico.
Años más tarde mandó construir frente por frente a sus propiedades, un gran hotel y un espléndido chalet, creando en su entorno un gran parque de eucaliptus, acacias y aromos.
En el medio de su propiedad y para comunicarse directamente con el Camino Nacional, trazó una gran avenida bordeada de eucaliptus (Avda. Giot entonces hoy Lanús). Desde el Hotel hasta el Camino Nacional, por su avenida, don Perfecto Giot puso un tranvía con rieles de madera, para el transporte de pasajeros. Los coches tenían cuatro filas de asientos y llevaban en la parte superior como letrero, una cinta donde podía leerse: “Station a Hotel – Park Giot”
El Hotel Giot funcionaba en 1873. En un aviso publicado en el diario “El Siglo” de Montevideo, en su edición del 21 de noviembre de 1873 podía leerse : “Hotel Villa Colón: desde el 1º de noviembre está abierto al público, este establecimiento. Cuenta con un cocinero de primer orden. Todos los días conejos compuestos de diferentes modos, pichones, almuerzos a la minuta. Buenos vinos. En la Estación Colón tómese el tranvía, la casa de tres pisos que está a la derecha en la grande avenida de Villa Colón”.
La pasión de Giot por los árboles era muy grande, y a ese respecto hay una anécdota que ha venido transmitiéndose a través de tiempo y que la recoge el Pbro. Salesiano Arturo E. Mossman Gros en su obra “Villa Colón, en el cincuentenario de su fundación, 1872-1922. “Recorría una mañana a caballo su parque con un amigo y sus inseparables dogos. De pronto se detiene, ruge una interjección en francés, salta del caballo y se dirige a los árboles de un cerco: está ebrio de ira. Sus arrendatarios le han ceñido y clavado los alambres del cerco a sus árboles, ¡a sus árboles!  Y ya el hilo maldito se encarna en la corteza que llora savia de dolor! Se encorva, lo aferra con las manos crispadas, con los dientes…” don Perfecto – le insinúa el amigo – mandaremos a los peones – ah!
¿si? – brama el iracundo señor – si usted viera que le maltratan o le ahorcan un hijo
¿esperaría usted para socorrerlo?... Cuando se crea la Sociedad privada para la fundación de la Villa, Giot se asocia a los hermanos Guerra quienes le compran un terreno de 100 cuadras cuadradas, cuya escritura se firma el 14 de mayo de 1867 ante el escribano don Manuel V. Sánchez. Los señores Cornelio Guerra y Perfecto Giot pasan a ser directores y gerentes de la organización. Posteriormente Giot venderá a Cornelio Guerra Hnos. y Cía. Otras fracciones por un total de 3312 Has. 5.594 metros cuadrados. Y quedará en manos de Giot, con su elevado sentido estético, la dirección de los trabajos creativos, el diseño artístico de Villa Colón, el trazado de inusual anchura de sus calles : la avenida Isabel 1ª. (o Isabel la Católica) hoy Lezica, de 25 metros, las otras calles de 17 metros, la plantación de árboles en solares, calles y plazas, el puente sobre el Pantanoso, centrado con el eje de la avenida principal.

Don Perfecto Giot falleció el 16 de agosto de 1898. Sus restos se hallan en el nicho Nº 108 del 2º cuerpo del Cementerio Central de Montevideo.

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Abril-2013, continuaremos con la historia de Villa Colón…los esperamos como todos los meses)

FIN DEL SIGLO XIX


Y llegamos aquí, a la postrimería del siglo XIX, y las gentes se preparan para despedirse del siglo que fenecía,  ya que bien o mal habían vivido en él, y era justo que se regocijasen y elevasen preces o gracias al Creador del Universo, por haberles dado el privilegio de haber sobrevivido a tantos otros contemporáneos que habían desaparecido con anterioridad. El caso era que algunos diarios, y revistas o periódicos montevideanos, sensacionalistas y alarmistas al referirse a tan importante fecha, decían que al terminar el siglo se terminaría también el mundo. Mucha gente sencilla y crédula, se hacían eco de aquellos vaticinios (como ahora, en pleno siglo XX, se lo creen al horóscopo, y más aún al que lo predica), y creían en aquellas patrañas, comentándolas horrorizados, y hasta se despedían de sus amigos y familiares, creyendo que aquella “bola” era cierta, máxime que los Astrólogos lo predecían.
Así fue, que muchas personas pasaron la última noche – el 31 de diciembre de 1899 – en vela, y permaneciendo la noche entera a la intemperie, a campo raso, esperando angustiados, ver el resultado de aquellos pronósticos, que aseguraban la destrucción de la Tierra, si se producía por el choque de otro astro con ella, o si la cola venenosa de algún fatídico Cometa produjera la destrucción y aniquilamiento de la vida sobre la Tierra, o si el globo terrestre explotase por las fuerzas de su fuego interior. Pero, el caso fue, que aquella noche se presentó tranquila y serena, estrellada y clara, silenciosa y apacible, dando así un rotundo mentís a todos aquellos fantásticos pronósticos, que se habían propalado. Así era la vida en aquella época, en la cual las gentes eran más sensibles e impresionables y por lo tanto más aptas para cualquier sugestión, donde la imaginación creadora fabricaba, inútilmente, sus elucubraciones fantásticas. Y si, la última noche del siglo XIX pasó “sin novedad en el frente” (usando de la frase célebre de Remarque) , como lo habían pasado las últimas noches de los diez y ocho siglos que la precedieron, y como seguirán pasando las de los siglos venideros, cumpliendo las leyes que Dios les dio, allá al principio de todos los tiempos.

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con Raíces de Marzo-2013)

 

BANDA POPULAR “LA ARMONÍA”

Al principio del mes de mayo de 1917, un señor comerciante, que se había avecindado a esta Villa hacia ya un par de años, tuvo la feliz idea de fundar una Banda de Músicos en la localidad, y como él era músico profesional y tenía condiciones para enseñar música, fundó una escuelita de aficionados, y con ellos formó la Banda Musical del pueblo.
Se llamaba Sebastián Serrentino, hombre animoso y emprendedor, muy aficionado a la filarmónica, para la cual tenía muy buenas condiciones, y reunió un grupo de jóvenes aprendices a la música de viento, y en poco tiempo, tuvo buenos y aventajados discípulos del arte musical, que no sólo aprendieron aquel bello arte, sino que también fueron los animadores en todas las fiestas populares de la localidad.
Para ello reunió un grupo de vecinos que gustaron de la iniciativa, en un salón que el Sr. Don Daniel Balbuena ofreció galantemente para los músicos, contribuyendo así – este otro señor – a tan feliz iniciativa. Los futuros ejecutantes tenían que adquirirse por cuenta propia sus instrumentos y las libretas en blanco, correspondientes a cada instrumento. Durante todo el otoño y el invierno del año 1917, se la pasaron estudiando y ensayando música marcial y bailable, cosa que en la primavera del mismo año – el 12 de Octubre – en la plaza del mismo nombre, inauguraron con el mejor de los éxitos, la nueva banda con sus flamantes instrumentos y nuevos uniformes, su primera Retreta. Ese mismo día de la inauguración, en el almuerzo de camaradería que tuvieron aquellos incipientes pero entusiastas músicos, el maestro Serrentino – en una breve alocución – dijo : que desde ese momento la Banda llevaría el nombre “La Armonía”, para que siempre en el futuro, los componentes guardasen la misma cordialidad y armonía que reinaba entre ellos, en ese día memorable de su fundación. Aquella Banda de Músicos de carácter popular, que efectuaba todos los domingos retretas en la Plaza 12 de Octubre, - desde entonces – tuvo también intervención en los actos festivos del pueblo, y hasta fue contratada, muchas veces, para ejecutar su selecto repertorio en varias localidades vecinas. Así vivió aquella Banda “La Armonía”, que haciendo honor a su nombre, hizo oír sus alegres acordes hasta fines del año 1922, fecha en que Villa Colón festejaba sus 50 años de vida activa y social.
Los socios fundadores de aquella institución, fueron: dos Sebastián Serrentino (su maestro fundador), y los señores ejecutantes: Ulbio Meneguzzi, Antonio Giust, Antonio Radice, Pedro Giust, Carlos Actis, Luis Orizzia, Carlos de Alava, José Solari, J. Lafirenza, Enrique Tomás, Bernardo Crotti, y otros que no recordamos.

 

AQUELLOS DIAS DE VERANO


Arrancando recuerdos del barrio de mi infancia, se me viene a la cabeza un sinfín de ellos…los días de escuelas quedaban atrás y ahora todo era juegos. Solía levantarme temprano irrumpiendo en la calle con mi pelota, tratando de domarla, en realidad dominar a esa saltarina de cuero. Mi madre insistía para que tomara la leche, pero allí estaba yo desobedeciendo sus órdenes.
El monte que estaba frente a mi casa, despertaba en esa mañana, sus dueños los pájaros anunciaban que el sol se podía filtrar entre las ramas y ellos con su canto, ese gesto lo agradecían  inundando la mañana en una sola melodía. A pesar que nosotros estábamos de vacaciones, los vecinos desde muy temprano marchaban para sus trabajos. El cruel invierno quedaba atrás, luego la primavera cargada de vida, nos depositaba en los días del calor del verano.
El solo hecho de sentarme en el cordón de la vereda y  dejarme ganar con todo el tiempo del mundo por este paisaje mañanero, me devolvía en aromas, ruidos, y lo que observaba estar lleno de vida en los sentidos. Hoy a la distancia siento que millonario que era, tenía todo el tiempo para gastarlo en observar como la naturaleza en su entramado llenaba el silencio con sus ruidos invisibles. El golpeteo de la pelota, hacia que poco a poco comenzaran a llegar mis amigos, cómplices de aquella felicidad tan linda. Al ratito terminábamos ganando la calle, ya era nuestra. Mi madre marchaba a la feria, seguro que traía pescado fresco para el almuerzo, y algunas verduras para la ensalada, con alguna fruta de postre. En ese aire de libertad, nosotros agitados por las corridas ahora descansábamos bajo la sombra de algún árbol, diseñando lo que sería el resto del día. Convertíamos el día, solo en juegos. La pelota sería el instrumento de juego preferido, pero luego venía la honda, aquella gomera enemiga de los pajaritos. Recuerdo como nos internábamos en el monte, como si grandes cazadores, hasta que el llamado de nuestra madre nos anunciaba que la comida estaba pronta. La lucha con las espinas del pescado, el rico jugolin, una fruta y a descansar un poco, la famosa siesta para no molestar a los vecinos. Ese respeto del silencio en las siestas nos obligaba a leer las historietas “El Toni”, “Paturuzú e Isidoro” y muchas más, hasta que nuevamente la calle nos llamaba. La tarde era propicia para entremezclarnos entre niñas y niños en juegos distintos, por ahí ahora eran la “Mancha”, “Las Escondidas” y muchos más. La noche empujaba con sus oscuros para decirnos lentamente que el día se estaba yendo, cansados volvíamos a nuestra casa para aprontarnos para el próximo día. Tiempos estos que jamás olvidaré, en donde el respeto por nuestros vecinos y amigos eran códigos que no podíamos romper. En donde era normal hacerles los mandados a los vecinos sin esperar nada a cambio, sentíamos que era todo el barrio una sola familia. Hoy los tiempos han cambiado y otros códigos devoran la sociedad uruguaya, la inseguridad domina, la falta de respeto por el semejante es moneda corriente…Aquellos juegos durante todo el día, se han cambiado por las computadoras en donde los niños juegan individualmente sin respirar los aires de libertad de aquellos días…

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con Raíces de Febrero-2013)

 

LUGAR DE DESCANSO, REFRESCOS Y PASEOS EN BOTE (Última Parte )

…luego que el Hotel Giot, cesó en sus funciones como tal, Don Felipe L. Monteverde, que se había radicado con su familia en la Villa, construyendo su chalet en la calle Niña esquina Gutemberg, queriendo hacer algo por su pueblo residencial, tomó la iniciativa y le compró al Sr. Leániz el mencionado negocio, levantando en su lugar otro edificio más amplio y cómodo, con un salón para fiestas y otras comodidades, con una playa a la sombra de los frondosos paraísos, colocando mesas y sillas, agregando algunos juegos para niños, como ser : hamacas, subibajas, y toboganes, es decir, un verdadero parque de recreo infantil. Cruzando el arroyo, hizo construir otro puente para peatones, muy elegante y hecho  a base de hierros y maderas, que unían ambas márgenes del arroyo, por el cual pasaba la gente, y las parejas de enamorados se deleitaban en aquel ambiente, lleno de encantos y de verde esperanza, que hacían más agradable e intensas sus eróticas emociones. El Sr. Monteverde, agregó otros dos botes más al arroyo, aunque estos de menor tamaño que aquel, para las personas que así lo quisieran, remando los propios pasajeros, teniendo de este modo más libertad de acción, al mismo tiempo que ejercían un saludable deporte. A este recreo, el Sr. Monteverde le puso un nombre en inglés : TEA GARDEN COLON, que quiere decir : Jardín para tomar el Té.
Este recreo familiar, fue, mientras lo administró su fundador, un lugar que a pesar de su aparente sencillez exterior, era de gran elegancia y distinción, por su servicio esmerado, la presentación de su vajilla, la música selecta de su pianola, y por las personas que lo frecuentaban, familias montevideanas que mantenían su especial preferencia.
Después de haber pasado varios años de vida comercial, el Sr. Felipe L. Monteverde, vendió el TEA GARDEN a otra firma llamada: Bonifacio Hermanos S.C. fuertes comerciantes que fueron de la Aguada, que, cambiándole de nombre, lo denominaron : GRAND MONTECARLO, dándole un nuevo impulso y otra modalidad al comercio, lo enriquecieron de un soberbio stock de finas bebidas extranjeras y de calidad, y además servían comidas de exquisitos gustos, dándole así un carácter de Restaurante.
Con este último nombre siguió existiendo, pero, pasando de firma comercial, hasta que por último desaparecieron definitivamente: la laguna, el puente romántico, el edificio, y por ende también sus visitantes; transformándose aquel antes precioso lugar, que fue retrogradando paulatinamente, hasta convertirse hoy en un lastimoso y miserable cantegril.

 

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Febrero-2013, continuaremos con la historia de Villa Colón…los esperamos como todos los meses)

LLEGA LA LUZ ELECTRICA A LA VILLA


Ya hacía cerca de 10 años, que Villa Colón gozaba de los beneficios que le prestaba el servicio de transporte de pasajeros, y de algunos “bultos” que se agregaban en su amplia plataforma delantera de los coches número 41; pero, Villa Colón seguía careciendo de alumbrado público y privado, salvo algunas lámparas eléctricas que la Compañía La Comercial, tomando por su cuenta y beneficio, había colocado al final de la línea, y en algún otro punto estratégico , algunas lámparas para utilidad de su personal – durante las noches – al zafar el troley del grueso conductor de energía, pudiese así colocarlo de nuevo en su sitio correspondiente. Se acercaba la fecha del Cincuentenario de Villa Colón, y el Sr. Don Román Freire, atento siempre, para hacer algo por el adelanto y comodidad de los habitantes locales, y de los que venían a ella;  se puso de lleno a bregar para obtener de la Usina Eléctrica de Montevideo, y de parte también del Municipio, la entrada a Villa Colón de tan importante y necesario elemento, como lo es la energía eléctrica. Y así consiguió nuevamente, otra valiosa mejora que fue el alumbrado público de la Avenida Lezica, desde la Avenida Garzón hasta la calle Veraguas, a base de lámpara de 250 bujías, suspendidas de cables que cruzaban la calle cada 100 metros de distancia entre sí. Esto imprimió un nuevo sello de belleza, comodidad y progreso a la gran Avenida.
(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con esta historia con Raíces de Enero-2013)

LUGAR DE DESCANSO, REFRESCOS Y PASEOS EN BOTE (Parte I)

En el lugar donde la Avenida Lezica cruza con su viejo puente sobre el arroyo Pantanoso, fue un sitio aparente para descansar a la sombra benéfica de sauces llorones, y frondosos paraísos, lo mismo que para beber refrescos en verano y bebidas fuertes en invierno, y también para pasear en bote, sobre las aguas mansas del arroyo Pantanoso, que es la principal corriente de las aguas pluviales que proceden del desague de las lluvias que caen en su cuenca. También a ese arroyo acudían los pescadores de cañas, que extraían de sus aguas, bagres, castañetas, dorados , y mojarritas. Próximo a dicho puente, a principios de este siglo XX, el Sr. Don Juan Leániz, que vivía en la margen izquierda de ese arroyo y tenía una cantera de piedra, que explotaba para la pavimentación de las calles y otras sólidas construcciones; conociendo dicho señor que ese sería un lugar apropiado para recreo de las gentes que visitaban la Villa, se le ocurrió la feliz idea de construir una represa para contener las aguas del arroyo, y transformarlo así en una grande laguna, levantando para ello en su cauce, - a unos ciento cincuenta metros distante del puente - , aguas abajo, un muro de contención con una esclusa de hierro en su centro, movible ésta en sentido vertical por medio de un torno que la hacía elevar o descender a voluntad, cuando querían detener o dejar escapar las aguas pluviales que corrían por su lecho. Así obtuvo una hermosa laguna, la que ornamentó plantando sauces llorones y álamos blanco en sus márgenes, y colocó también sobre las aguas un bote, que le llamaban “chalana” , para recreo de los que quería bogar; y , para remarlo contrató un botero, señor andaluz, conocido por Don Pado, hombre de edad provecta, fornido de cuerpo, de bigotes largos, y barba redondeada, mirada adusta, y de un “geniecillo” que según contaban las gentes – no aguantaba pulgas -, disimulaba la agriez de su carácter poniéndose a cantar o a hablar solo. (Unos renglones más delante narraremos una anécdota, que lo pinta de cuerpo entero).
A mano derecha de quien camina hacia el Colegio Pío, en ese lugar que estamos describiendo, junto al arroyo, don Juan Leániz hizo construir un Kiosco con material liviano, que fue el primer Bar que funcionó allí, y puso al frente para atenderlo, a uno de sus hijos llamado Manuel, que por varios años lo sirvió diligentemente. Ahora bien la anécdota del botero. Una vez, varias señoritas que paseaban por la Avenida Lezica, al llegar junto al puente, se les antojó dar un paseo en bote, y para ello, se dirigieron a Don Paco, con quien trataron el precio del pasaje; ¿Cuánto nos cobra Don Paco por una hora de Bote? Le interrogaron al fornido botero, y éste le contestó : “son cincuenta centésimos por cada una, pero como Uds. vienen en grupo, pagan la mitad cada una” . Las chicas aquellas aceptaron la oferta, y ascendieron al bote en seguida. El paseo comenzó con mucha felicidad y alegría, tanto que el piloto – sin decir nada – se puso a cantar un “cante jondo” al estilo y tonada sevillana, y con la voz algo tembleque; ese cantar extraño y desentonado, hizo tentar de risa a una de las chicas – y tanto – que no la podía reprimir, fue entonces, cuando a Don Paco “se le volaron los pájaros” , y dirigiéndose a la risueña, le dijo: “¡quiere dejarse de reír mocita, mire que yo no estoy aquí para risas!”.
Al oír esta observación del botero, las otras compañeras también se tentaron de risa; entonces, Don Paco, pasando de las palabras a los hechos, dejó los remos, se paró, poniendo un pie en un borde y el otro pie sobre el borde opuesto, junto a la proa de la chalana, y se puso a balancearse  de un lado a otro, de babor a estribor, empleando toda su fuerza, hasta que el bote empezó a hacer agua, tanto que, las pasajeras se asustaron, poniéndose a gritar: “auxilio, que nos ahogamos!” y , Don Paco – indignado – volvió a remar, pero con rumbo al puertezuelo, y llegando allí, atracó el bote, lo amarró , y volviéndose a las infortunadas, le dijo : “aquí terminó el paseo, vayan a reírse a otras barbas, que la mía no está para risas” Después de esto, todo quedó tranquilo y silencioso, como las aguas de la represa…

 

 

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Enero-2013, continuaremos con la historia de Villa Colón…los esperamos como todos los meses)

ACONTECIMIENTOS LOCALES

El acontecimiento más notable que se produjo en Villa Colón en el año 1901 fue uno de carácter religioso-social, que consistió en la consagración de la Iglesia local en Santuario Nacional de María Auxiliadora, que se realizó el 14 de diciembre de ese mismo año, en acto público y solemne, y que fue presidido por el primer Arzobispo de Montevideo Dr. Don Mariano Soler. A dicho acto concurrieron delegaciones de distintos países, en calidad de peregrinos : de Argentina, Paraguay, Brasil, y otros.
Los festejos duraron 4 días, en los cuales se efectuaron funciones religiosas y populares. En dicho acto se iba a efectuar  también la coronación de la Virgen María y del niño Jesús; para lo cual se había realizado previamente una colecta de prendas en oro y joyas preciosas, que en calidad de ofrendas las entregaron sus dueños para la fabricación de aquellas simbólicas familias pudientes, aportando sus joyas de oro y piedras finas, como ser : diamantes, amatistas, topacios, rubíes, y perlas; pero como la Empresa encargada de la confección artística de la obra, no la tuvo pronta para la fecha indicada, hubo de postergarse esta interesantísima ceremonia, para otra ocasión; y así fue que, cuatro años más tarde, en diciembre de 1905 se efectuó otro acto complementario de aquel, con otra hermosa fiesta religiosa y social, en la cual hubo misa solemne, panegírico del suceso, y procesión por las calles de Villa Colón, llevando en andas la Imagen de la Virgen preciosamente ornada, que ahora si lucían en sus cabezas, como símbolo del poder divino, las flamantes y bruñidas diademas de oro purísimo, que reflejaban con visos de distintos colores, las preciosas gemas engarzadas en el purísimo metal. Acompañaban a la Virgen dos niños de la localidad, vestidos con el atuendo de pajes de ceremonia, que caminaban a ambos lados de la Imagen, llevando en una mano un ramillete de azucenas blancas, emblema de virtud y pureza, y en la otra sostenían las cintas azules y blancas de los colores patrios, que descendían a ambos lados de la Virgen, rindiendo regio homenaje a la madre de Cristo, sus fieles devotos uruguayos en un día de gloria para los creyentes. Dichos pajes, fueron los niños de esta localidad llamados: uno, Guillermo Hil Hamilton; y el otro, Julio César Mourigán Canale. Estos hermosos y emotivos acontecimientos son actualmente narrados por los vecinos que aún los recuerdan y los cuentan con honda emoción.


El libro conmemorativo de los 125 años de presencia salesiana en Uruguay, tiene en la tapa una foto histórica. Les invito a observarla. La foto fue tomada el 24 de mayo de 1905. Es la fiesta de María Auxiliadora. Al fondo se ve la fachada del Santuario de Villa Colón. Nos puede llamar la atención las fechas : 1901 y 1904. Son dos fechas históricas para el Santuario. En 1898 Mons. Mariano Soler determina erigir la hasta entonces capilla de Santa Rosa de Lima del Colegio Pío, en Santuario Nacional de María Auxiliadora, como uno de los homenajes programados para honrar a Cristo Redentor al comienzo del siglo. La iglesia fue reformada, especialmente el altar, y el ábside y se realizó el camarín para la imagen de la Virgen. En diciembre de 1901 el Arzobispo Soler bendice el Santuario. Tres años después, el 18 de diciembre de 1904 fue la Coronación de la imagen de la Auxiliadora. Esto de "coronar" imágenes, nos puede resultar a nuestros oídos "republicanos" un tanto chocante, pero es una hermosa tradición cristiana para manifestar el amor y la devoción a la Virgen. El P. Pedro Rota, Director del Colegio Pío y que es el sacerdote calvo que mira hacia la foto con el bonete (sombrero que usaban los sacerdotes) en la mano, fue el promotor de esta iniciativa.
(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con esta historia con Raíces de Diciembre-2012)

 

LA PLAZA DE TOROS

plaza toros

Villa Colón, siguiendo los vaivenes de las costumbres y dando con el gusto de las gentes de la época, tenía que presentar también su plaza de toros, para entretenimiento de los aficionados al arte del toreo o Tauromaquia. Fue entonces que, la colonia vasca de dentro y de fuera de la Villa, la que tomó la iniciativa. A principios del año 1894, los hermanos : don Manuel, don Raymundo, y don Pedro Leániz, apoyados por los otros compatriotas, se propusieron fundar una Sociedad Taurina, y como buenos vascos que eran, no se quedaron con la intención sino que, en seguida, llevaron a buen término sus deseos, fundando una sociedad llamada “Curro Cúchares”, en memoria del gran torero del mismo nombre.
La plaza fue instalada en una propiedad del Sr. Don Manuel Leániz, ubicada en la esquina Este, de las cuatro que al cruzarse forman las calles Santa María y Gioia. El ruedo fue construido con materiales livianos a base de maderas y chapas de zinc; pero no por ello dejó de ser cómodo y confortable, puesto que, además del sembrado de arena, con su correspondiente barrera y burladores, su entoldada cubierta , y graderías y tendido para el público en general, presentaba un palco oficial reservado para las autoridades oficiales y los convidados especiales. Esta Sociedad Recreativa, netamente taurófila, se proponía hacer escuela de aficionados a la “fiesta brava”, es decir, formar un plantel de “diestros” para aquellas demostraciones de valentía, y además, programar  también corridas especiales con toreros de fama mundial para atraer al público amante al arte de Manolete, que en aquella época los había, no sólo entre la gente modesta del pueblo, sino que los habían también en la gente adinerada y hasta en algunos gobernantes del país. Todos los domingos, había corridas de toros en la plaza, y no creáis que sólo se lidiaban con becerros o novillos de abasto, sino que se empleaban toros especiales de lidia, los Miuras de “pedigrée” que los proporcionaba el Sr. Don Carlos Reyles, que los criaba en su cabaña “El Paraíso” ubicada en Melilla.  Allí se formaron buenos “lidiadores” entre los cuales estaban los Balparda, los Pigurina, los Rodero, y otros. Parece que los señores organizadores de aquellas fiestas taurinas eran hombres prudentes y humanitarios, porque los toros – por orden superior – desde que salían a la arena, y durante todo el tiempo que durase la faena, debían tener sus cuernos “embolados”, evitando con ello los riesgos de vida humana, que de lo contrario, producirían los agudos pitones de sus guampas.
Estas fiestas eran para los vascos su “jai alai” (alegre fiesta) , por eso los domingos de tarde, habían corridas en dicha plaza, y ya desde temprano empezaban a aparecer carruajes de toda laya, desde el más sencillo Tilbury hasta la más lujosa Carroza, y allí, en la calle Santa María, se iban estacionando, en doble fila, que ocupaban el espacio comprendido entre el cierre con el Campo de la Caridad, de la mencionada calle, hasta la Avenida Lezica; y allí, se veía una abigarrada cantidad de coches de todo tipo y condición, como ser : Volantas, Victorias, Break, Americanas, Landós, Calesas, Berlinas, Charrets, Dockard, etc. Que aquello parecía estar viendo una verdadera fiesta de la Locomoción, según el decir de los vecinos. Mientras duraba la fiesta, los cocheros, aurigas, y lacayos, se “refugiaban” en un despacho de bebidas que había en la esquina de Lezica y Santa María, que lo atendían los hermanos Enrique y Teodoro Labarrére, que con toda gentileza, - aquellos vasquitos-franceses – les servían el Suizé (ajenjo), bebida fresca y aromática, muy en boga en aquel tiempo y que gustaba mucho a los trabajadores de las riendas y los látigos. Los vecinos contaban, que de varias cuadras de distancia de la plaza de toros oían el sonido agudo del clarín, cuando daban la orden de la salida de los toros al combate, y alegres acordes de los Pasodobles y Marchas toreras, ejecutadas por la banda de músicos. Al finalizar la fiesta se oía el bullicio que hacía el público de ambos sexos con sus comentarios, los vivas y los ¡olé! de los hinchas, los gritos de los cocheros a sus bestias, el restallido de los látigos, y la música de los cascabeles que pendían de los arneses de las caballerías; todo ese rumor daba vida y calor al ambiente, que pocos minutos después, volvía a la calma y silencio, de un bosque umbrío y solitario. Las corridas de toros en Villa Colón, terminaron a fines del año 1898, cuando una Ley Nacional prohibió las corridas en el territorio uruguayo, y la Sociedad “Curro Cúchares” se disolvió, por tal imperativo. La plaza de toros quedó abandonada;  el dueño de la finca se fue a pasear a Europa, y , los “amigos de lo ajeno”, la fueron despojando de sus chapas de zinc y maderos, hasta que, el Sr. Don Raymundo Leániz, con una actitud enérgica y ejemplar, tomó cartas en el asunto, y con los materiales que aún quedaban, hizo construir una vivienda para una familia pobre, con la sola condición de que cuidasen la quinta de su hermano Manuel, que había en las adyacencias del lugar, para que no fuese destruida por los cacos, como lo habían sido el local de lidias y las preciosas fuentes y jardines de la Plaza 12 de Octubre, en los años anteriores.

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Diciembre-2012, continuaremos con la historia de Villa Colón…los esperamos como todos los meses)


PROSA Y POESÍA


LOS POETAS DE LA VILLA.  En un lugar tan poético, como lo es Villa Colón, donde su lozana vegetación, la belleza de sus jardines, el perfume de las flores, el canto de las aves, que anidan en el follaje de sus frondosa alameda; lógico era que surgieran dentro de ella inspirados poetas para cantar y ensalzar su belleza. Por eso es que, en esta historia no debía faltar algunas páginas dedicadas a eso que nosotros llamamos “el alma de Villa Colón”. Colocamos aquí algunos de los poetas que en él hallaron su inspiración, y lógico es también que pongamos en primer término a aquel que le escribió su himno, que fue el P.P. don Arturo Mossman Gros.
El Rvdo. P. Mossman Gros : nació en la ciudad de Paysandú donde pasó su niñez, luego cursó sus primeros estudios en el Colegio Salesiano de la misma ciudad, más tarde hizo sus estudios sacerdotales en la Congregación Salesiana, y después de recibido, vino al Colegio Pío de Villa Colón en el año 1917, donde estuvo más de 15 años dictando clases de Historia Universal, Filosofía, y clases de idioma inglés.En el año 1922, con motivo de cumplirse el Cincuentenario de la inauguración de Villa Colón, además de su precioso Ensayo histórico-literario acerca de algunos acontecimientos más notables de este pueblo, escribió el siguiente Himno:
HIMNO A VILLA COLON

Coro

Como alegran tus bosques las aves,
como ríe en tus vides el sol,
con sus cantos y risas más suaves,
ríe y canta por ti nuestra voz.

Porque tú eres la gracia y la vida,
porque tú eres la fuerza y la paz;
¡gigantesca esmeralda caída
del tesoro de un astro al pasar !

Bien ostentas el nombre sagrado
del marino vidente y audaz;
¡ tú eres todo un ensueño asomado
a un futuro de gloria y de paz !

Solo

¡Cómo embriaga en tus noches profundas
tu perfume de azahar y jazmín;
y ese vaho de tierras fecundas
de tus tibias mañanas de abril !!

Sobre el haz de viñedos maduro
¡qué canciones de vida y de amor!
¡el lagar silencioso y oscuro
tiene fuego y luz como el sol!

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con esta historia con Raíces de Noviembre-2012)

 

FIN DEL SIGLO XIX

Y llegamos aquí, a la postrimería del siglo XIX , y las gentes se preparaban para despedirse del siglo que fenecía, ya que bien o mal habían vivido en él, y era justo que se regocijasen y elevasen preces o gracias al Creador del Universo, por haberles dado el privilegio de haber sobrevivido a tantos otros contemporáneos que habían desaparecido con anterioridad. El caso era que algunos diarios, y revistas o periódicos montevideanos, sensacionalistas y alarmistas al referirse a tan importante fecha, decían que al terminar el siglo se terminaría también el mundo. Mucha gente sencilla y crédula, se hacían eco de aquellos vaticinios (como ahora, en pleno siglo XX, se lo creen al horóscopo, y más aún al que lo predica), y creían en aquellas patrañas, comentándolas horrorizados, y hasta se despedían de sus amigos y familiares, creyendo que aquella “bol” era cierta, máxime que los Astrólogos lo predecían. Así fue, que muchas personas pasaron la última noche – el 31 de diciembre de 1899 – en vela, y permaneciendo la noche entera a la intemperie, a campo raso, esperando angustiados, ver el resultado de aquellos pronósticos, que aseguraban la destrucción de la Tierra, si se producía por el choque de otro astro con élla, o si la cola venenosa de algún fatídico Cometa produjera la destrucción y aniquilamiento de la lvida sobre la Tierra, o si el globo terrestre explotase por las fuerzas de su fuego interior. Pero, el caso fue, que aquella noche se presentó tranquila y serena, estrellada y clara, silenciosa y apacible, dando así un rotundo mentís a todos aquellos fantásticos pronósticos, que se habían propalado. Así era la vida en aquellas época, en la cual las gentes eran más sensibles e impresionables y por lo tanto más aptas para cualquier sugestión, donde la imaginación creadora fabricada, inútilmente, sus elucubraciones fantásticas. Y sí, la última noche del siglo XIX pasó “sin novedad en el frente” (usando de la frase célebre de Remarque), como lo habían pasado las últimas noches de los diez y ocho siglos que la precedieron, y como seguirán pasando las de los siglos venideros, cumpliendo las leyes que dios les dio, allá al principio de todos los tiempos.

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Noviembre-2012, continuaremos con la historia de Villa Colón…los esperamos como todos los meses)

 

 

ESCUELA DE 2º. GRADO No. 145 – VILLA COLON  (Parte I)

Corresponde en este lugar asentar la historia de esta Escuela que se encuentra situada hoy en el centro de Villa Colón. Fue fundada el 3 de marzo de 1911, y se inició con  119 alumnos de ambos sexos, donde se dictaban clases del primero al cuarto año inclusive, y llevaba en su principio el No.38. Por influencia del Sr. Román Freire y a pedido de los vecinos, principalmente de la clase pobre, que se veían con dificultades para enviar a sus hijos a la escuela elemental de las ya existentes, que no daban abasto para atender a todos los niños de la zona, que año a año iban aumentando en número, y aquellos colegios que ya existían, no podían recibir más alumnos de los que admitían sus locales que estaban repletos de niños. Fue entonces que el Sr. Don Román Freire tomó cartas en el asunto, y con su poderosa influencia consiguió del Consejo de Enseñanza Primaria y Normal, se estableciera otra Escuela Pública en Villa Colón. Se consiguió una casa desocupada, ubicada en la esquina de las calles Santa María y Montalvo, que pertenecía a la sucesión del Coronel Justo Castro, y , después de acondicionarla para sus fines, se inauguró en la fecha antes mencionada. Su primera Directora fue la Srta. Ana María Falco, distinguida educacionista que la atendió con celo y perfección por varios años. El 10 de setiembre de 1920, se inauguró la Copa de Leche, debido a las gestiones de los señores: Román Freire, y Luis Otero, Presidente y Secretario del Consejo Auxiliar local. En el año 1921, se creó el 5to. año de estudio; en ese mismo año comenzó a dar clases, - honorariamente -, la profesora de Corte y Confección, señorita Paula Almada. En el año 1922, mejoró mucho esta Escuela, porque completó su mobiliario con nuevos bancos, Biblioteca escolar, máquinas de bordar, y otros útiles. En ese año, la Escuela 145 contaba con 135 alumnos inscriptos. A la Srta. Ana María Falco, le sucedieron en su puesto y en el tiempo, una serie de Directoras hasta el año 1928, época en la cual la Escuela Nº 38 debió ser desalojada del edificio por encontrarse éste en estado ruinoso, habiéndose producido un accidente al hundirse un piso de madera, de una de sus aulas, en el cual felizmente, no hubo que lamentar desgracia personal alguna; por lo tanto hubo que buscar otro local para ubicar la Escuela, hasta que estuviera terminado su edificio propio, que estaba en construcción en otro lugar, que indicaremos más adelante. En ese año de 1928, el 11 de Julio, ingresó por concurso a dicha Escuela, en calidad de maestra efectiva, la Srta. Margarita Lacassagne, dando clase de cuarto año. Más tarde, el 31 de marzo de 1930, por orden del Consejo de Enseñanza Primaria tomó el delicado e importante cargo de Directora Interina de la Escuela, cuando sólo contaba 21 años de edad – esto nos dice más que las palabras – de la suficiente capacidad pedagógica y responsabilidad que poseía la educacionista designada, para ocupar un cargo de tal naturaleza, a esa edad. Esta función de la dirección de la Escuela, la efectuó desde la fecha indicada hasta el primero de marzo de 1932, a cuya data ingresó de Directora titular , la Srta. Catalina Velázquez. En el año 1930, con motivo de la inauguración del nuevo edificio, a la Escuela Nº 38 le cambiaron el número, llevando desde entonces como distintivo indicador el número 145.

 

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Setiembre-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución de enseñanza…los esperamos como todos los meses)

 

 

DON ROMAN FREIRE Y SU OBRA (Última Parte)


…y gracias al triunfo obtenido por don Román, el recorrido Nº 41 de los coches de la Compañía La Comercial, hicieron su entrada triunfal haciendo sonar con el talán…tantán, talán…tantán…de su campana, por la Avenida Lezica hasta la calle Veraguas, el 23 de Junio de 1912, día de gloria para la Villa, que se vio vestida de sus mejores galas, y una muchedumbre de gentes, que desde temprano la inundaron para participar de los numerosos juegos y pasatiempos que habían sido programados para la fiesta. La dirección del Tranvía Eléctrico estableció un servicio permanente, regular cada 25 minutos, que por sólo 4 centésimos se viajaba desde Lezica hasta las calles Miguelete y Ejido, poniendo una hora de tiempo; y desde allí a la Aduana otros 30 minutos, costando para todo su recorrido sólo 7 centésimos. Sus coches eran cómodos, con asientos y respaldos tapizados de esterilla; y su existencia duró alrededor de 25 años, siendo después reemplazados por los actuales ómnibuses con motores a explosión, siendo más rápidos y libres en sus movimientos laterales, salvando los obstáculos que se presentaban en su recorrido, cosa que les pasaba a menudo a los Tranvías que no podían abandonar el paralelo de sus rieles que lo mantenían apresados sin poder esquivar los obstáculos. Hoy, Villa Colón cuenta con varias líneas de Autobuses : Amdet, Cutcsa, Cutesa, Coet, Ucot, con los coches numerados : 146-147-148-151-174-409-411; que lo unen con muchos puntos de la ciudad y que tienen sus destinos en la Aviación Civil, en el Saint Bois, el Rincón de Melilla, la Tablada etc.
(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con esta historia con Raíces de octubre-2012)

DON ROMAN FREIRE Y SU OBRA


Allá por el año 1900, es decir al comienzo de este siglo XX, en el que vivimos, vino a establecerse como vecino en Villa Colón, alquilando una casa ubicada en la esquina Oeste, de las cuatro que forman al cruzarse las calles Niña y Luis Lasagna, propiedad en aquella época de don Basilio de Alava, un joven señor que venía acompañado de su señora madre, y que le traía la preocupación del estado delicado de ella, que como buen hijo que era, buscaba para su querida madre un ambiente saludable y propicio para su curación radical. Y a fe, que en Villa Colón encontró lo que tan anhelosamente buscaba, la pronta y perfecta curación de su madre, la que pudo así acompañarlo por varios años más. El señor a quién venimos siguiendo sus pasos, se llamaba don Román Freire, distinguida personalidad, de la cual no se podrá prescindir al hablar o escribir seriamente la historia de Villa Colón, ni poder dejar de nombrarlo, siendo una valiosa persona que tanto bien hizo en pro de las mejoras edilicias de la Villa, durante los 35 años que vivió en ella. El hecho que narramos al principio de este capítulo, despertó en el ánimo del Sr. Freire un cariño tan entrañable por Villa Colón, que ya para él no hubo otro lugar mejor donde radicarse, y allí fijó su residencia definitiva. Para ello, compró un terreno ubicado entre las calles Galileo, Luis Lasagna, y Juan P. Lamolle, edificando su casa-quinta en el año 1905, siendo en aquellos años secretario privado del Sr. Presidente del País don José Batlle y Ordoñez. Años antes, cuando llegó por primera vez a Villa Colón, había sido funcionario público, actuando como taquígrafo de la Cámara de Representantes, más tarde en el año 1917 fue Senador representando al Departamento de Canelones, por el Partido Colorado, y en cierto tiempo sonó su nombre como candidato a la Presidencia del País. Una vez radicado aquí, el Sr. Román Freire se puso a trabajar por el adelanto de Villa Colón, empleando toda su influencia personal y política, para que se hicieran mejoras edilicias, que tanto se necesitaban en aquellos tiempos de atraso inusitado, que venía padeciendo Villa Colón desde muchos años atrás. Las primeras actuaciones de don Román en pro de dichas mejoras, las podemos apreciar en el año 1911, que como presidente de la Comisión auxiliar de Melilla, fue el promotor de la fundación de otra Escuela Pública, que fue fundada el 3 de Marzo de 1911 con el No.38; que tanta falta hacía por el crecimiento vegetativo de la población en la zona, y de cuya fundación e historia trataremos en un capítulo aparte más abajo. La actuación de don Román, mientras presidió durante 16 años la Comisión Auxiliar, fue muy proficua; hizo re pavimentar las calles destruidas, procediendo al relleno de los baches con piedras extraídas de la cantera sita en la Tablada Norte, y poniendo un caminero permanente encargado de la limpieza de las banquinas y del relleno de los pozos con piedras y tosca. También dispuso el regado o rociado con agua, por medio de una regadora, de la Avenida Lezica en los días festivos, evitando así la polvareda que levantaban los automóviles al pasar velozmente sobre el macadam y que molestaba a la gente. En todos los inviernos hacía reponer los árboles secos o destruídos, por otros ejemplares nuevos, según las especies allí existentes, y mientras estos eran pequeños les ponían tutores de madera y los ataban con felásticas. Pero el triunfo mayor que  don Román (como afectuosamente se le llamaba) , fue el de conseguir la entrada del Tranvía Eléctrico a Villa Colón, y lo catalogamos de triunfo, porque tuvo que mantener una intensa y prolongada lucha dialéctica, durante 3 años para conseguir que el Tranvía Eléctrico, que sólo llegaba hasta la entrada de la Avenida Lezica, en Colón, pudiera adelantarse hasta el corazón mismo de la Villa; porque según parece existían intereses creados, y otras poderosas influencias y opiniones en contra de aquella prolongación de su recorrido, pero al fin don Román Freire, “el solo, pudo conseguir lo que no habían podido lograr todas las autoridades municipales juntas” – según lo manifiesto el ingeniero del Municipio Montevideano don Leopoldo Peluffo, en el lunch que se ofreció en homenaje al Sr. Don Román Freire por su éxito alcanzado…
(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

(Queridos amigos , los invitamos a seguir con esta historia con Raíces de setiembre-2012)

 

ESCUELA DE 2º. GRADO No. 145 – VILLA COLON  (Parte I)

Corresponde en este lugar asentar la historia de esta Escuela que se encuentra situada hoy en el centro de Villa Colón. Fue fundada el 3 de marzo de 1911, y se inició con  119 alumnos de ambos sexos, donde se dictaban clases del primero al cuarto año inclusive, y llevaba en su principio el No.38. Por influencia del Sr. Román Freire y a pedido de los vecinos, principalmente de la clase pobre, que se veían con dificultades para enviar a sus hijos a la escuela elemental de las ya existentes, que no daban abasto para atender a todos los niños de la zona, que año a año iban aumentando en número, y aquellos colegios que ya existían, no podían recibir más alumnos de los que admitían sus locales que estaban repletos de niños. Fue entonces que el Sr. Don Román Freire tomó cartas en el asunto, y con su poderosa influencia consiguió del Consejo de Enseñanza Primaria y Normal, se estableciera otra Escuela Pública en Villa Colón. Se consiguió una casa desocupada, ubicada en la esquina de las calles Santa María y Montalvo, que pertenecía a la sucesión del Coronel Justo Castro, y , después de acondicionarla para sus fines, se inauguró en la fecha antes mencionada. Su primera Directora fue la Srta. Ana María Falco, distinguida educacionista que la atendió con celo y perfección por varios años. El 10 de setiembre de 1920, se inauguró la Copa de Leche, debido a las gestiones de los señores: Román Freire, y Luis Otero, Presidente y Secretario del Consejo Auxiliar local. En el año 1921, se creó el 5to. año de estudio; en ese mismo año comenzó a dar clases, - honorariamente -, la profesora de Corte y Confección, señorita Paula Almada. En el año 1922, mejoró mucho esta Escuela, porque completó su mobiliario con nuevos bancos, Biblioteca escolar, máquinas de bordar, y otros útiles. En ese año, la Escuela 145 contaba con 135 alumnos inscriptos. A la Srta. Ana María Falco, le sucedieron en su puesto y en el tiempo, una serie de Directoras hasta el año 1928, época en la cual la Escuela Nº 38 debió ser desalojada del edificio por encontrarse éste en estado ruinoso, habiéndose producido un accidente al hundirse un piso de madera, de una de sus aulas, en el cual felizmente, no hubo que lamentar desgracia personal alguna; por lo tanto hubo que buscar otro local para ubicar la Escuela, hasta que estuviera terminado su edificio propio, que estaba en construcción en otro lugar, que indicaremos más adelante. En ese año de 1928, el 11 de Julio, ingresó por concurso a dicha Escuela, en calidad de maestra efectiva, la Srta. Margarita Lacassagne, dando clase de cuarto año. Más tarde, el 31 de marzo de 1930, por orden del Consejo de Enseñanza Primaria tomó el delicado e importante cargo de Directora Interina de la Escuela, cuando sólo contaba 21 años de edad – esto nos dice más que las palabras – de la suficiente capacidad pedagógica y responsabilidad que poseía la educacionista designada, para ocupar un cargo de tal naturaleza, a esa edad. Esta función de la dirección de la Escuela, la efectuó desde la fecha indicada hasta el primero de marzo de 1932, a cuya data ingresó de Directora titular , la Srta. Catalina Velázquez. En el año 1930, con motivo de la inauguración del nuevo edificio, a la Escuela Nº 38 le cambiaron el número, llevando desde entonces como distintivo indicador el número 145.

 

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Setiembre-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución de enseñanza…los esperamos como todos los meses)

 

TRES MEDICOS DEL PUEBLO  (Parte II)
EL Dr. DON JULIO ETCHEPARE


El Dr. Etchepare, vino de Montevideo a radicarse en Villa Colón, y ocupó una casa ubicada en los terrenos que fueron de don Perfecto Giot, en la Avenida Garzón esquina Lanús, y procedía de una familia de Médicos; en el año 1897, trabajó con toda honestidad y dedicación al cuidado de los enfermos de la zona. El Dr. Etchepare se distinguió por ser un caballero en toda la extensión de la palabra, su trato fino y afable, captaba la simpatía a todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo. Hombre de estatura mediana, más bien baja, menudo de cuerpo, de porte gentil, y muy atento, sin distinción de persona, condición o estado, muy cariñoso con el enfermo, trato que infundía en el ánimo del paciente la fe y confianza en su propia curación, desde las primeras palabras pronunciadas por aquel honorable facultativo. El imborrable recuerdo que dejó el Dr. Don Julio Etchepare durante el ejercicio de la medicina en Villa Colón, puede decirse que despertó en algunos jóvenes de aquellos tiempos, la simpatía, y luego el deseo de imitarlo – si fuera posible – en el ejercicio de aquel apostolado de la medicina, que el bondadoso y admirable “médico de familia” – que hoy está desapareciendo - , les enseñó con su edificante ejemplo. Durante 10 años ejerció, como lo hemos dicho, la medicina en Villa Colón y sus alrededores, y en el año 1907, ya cansado del excesivo trabajo que le representaba, la creciente población de la extensa zona que debía atender. Antes de retirarse, quiso dejar en su lugar otro facultativo que fuese digno de reemplazarle, y para ello invitó y aconsejó a su amigo, el Dr. Valentín Alvarez, que en principio no quería ejercer la medicina en Colón, y por no negarse a la proposición y consejo de aquel caballero y leal amigo, como se estimaban mutuamente, aceptó la invitación ; pero, con la condición que se quedaría en Villa Colón, por sólo unos meses…hasta que encontrase otro colega que lo sustituyese en este lugar, según lo manifestó el propio Dr. Don Valentín Alvarez , muchos años después.

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

  

TRES MEDICOS DEL PUEBLO  (Parte II)
EL Dr. VALENTÍN ALVAREZ
El Dr. Valentín  Álvarez comenzó a ejercer su profesión de médico en Villa Colón, a fines del mes de mayo de 1907, viniendo con el firme propósito de trabajar solamente por unos meses, y eso lo hacía para no contrariar los buenos deseos de su amigo y colega el Dr. Julio Etchepare, porque deseaba ir a establecerse en el pueblo Carmelo, Dpto. de Colonia, de donde era oriundo. Pero, las fuerzas imponderables le chingaron sus propósitos, y siguió trabajando intensamente y con amor, en esta zona. El Dr. Etchepare, que le precedió en sus funciones, vivía en la casa ubicada en la Avenida Garzón esquina Lanús, la misma que ocupó después el Dr. Don Valentín Álvarez, y que después este la reformó y alhajó, a medida que el número de sus hijos iba aumentando, pues llegó a tener ocho hijos; allí había trabajado – como lo hemos hecho notar más arriba – el Dr. Don Julio Etchepare, durante 10 años , y al retirarse, le entregó su consultorio con su numerosa clientela. Por eso fue que el Dr. Álvarez que traía muy buena disposición para ejercer su profesión, encontró allí un campo propicio que abarcaba las progresistas zonas de Villa Colón, Peñarol Viejo, Colón, Sayago, y Melilla, que le brindaban una clientela, cada vez más creciente, la que no le permitió ausentarse, como fue su primera intención. El Dr. Valentín Álvarez, fue un médico honesto, serio, y sencillo, que empezó a trabajar yendo a visitar a sus enfermos en una bicicleta, después usó una volantita tirada por un solo caballo, y más tarde usó un auto Ford con el cual trabajó más de 20 años, y no cambió nunca de chofer, que fue el Sr. Vicente Cuezzo, que lo condujo y sirvió hasta que éste se acogió a los beneficios de la jubilación. El Dr. Álvarez, adquirió parte de los terrenos que fueron del Sr. Giot con edificios del antiguo Hotel Park Giot ; y , su colega el Dr. Arrarte Corbo adquirió la otra parte de los terrenos, entre la calle Lanús y Lezica, con lo cual fundaron un Sanatorio para Bacilares y mentales, llamado : Sanatorio Montevideo S.A. que funcionó algo más de 15 años. Su muerte se produjo a los 80 años de edad, el 31 de Julio de 1965.
(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

 

(Queridos amigos de RAICES , con el número de Agosto- 2012 , hablaremos de Don ROMAN FREIRE Y SU OBRA…los esperamos en esta sección)

El último escalón

Ahora venía el último paso, la divisional B, el escalón final para llegar a la A, el más difícil, lograr un record que muy pocos alcanzaron, subir directo desde la E hasta la A, en forma consecutiva. Llega al Centro un nuevo técnico, pero viejo conocido, Juancito García, nuevos jugadores, Alejandro Dianessi, venía desde San José, todos todos los domingos de mañana en la CITA , Gabriel Oholeguy, Marcos Takeuty, Nacho Traversa, otros compañeros que por sus grandes condiciones futbolísticas dejaban el Centro y pasaron a jugar a equipos de primera división, como Gonzalo Perazza en Nacional, Federico Bergara en Racing, Ricardo Compiani en Liverpool, Andrés Larrosa en Wanderers, Pancho Ferreira a Huracán Buceo, otros fueron al fútbol del interior  y algunos de ellos lograron carreras exitosas en el fútbol profesional. Por lo tanto hubo que rearmarse, no era fácil, pero se salió a la cancha, se peleo hasta fin de año por estar en posición de ascenso y sobre el final del campeonato, se escapa el título, sólo queda la posibilidad de ascenso y no era fácil. Se llega a la última fecha dos puntos pro debajo de Malvín 59, ellos con solo empatar, lograban ascender, jugaban con Rivera Universitario y el CCC con Tacuarembó que debía ganar y esperar resultados para no descender. El Centro salío a ganar, con todo, convencido de que se podía dar vuelta la historia, gano dos a cero y el silencio el camión de Duffau emprendió el regreso para Villa Colón, a esperar el resultado de Malvín 59. La espera en la cantina se hizo eterna, de repente, desde la casa de los Bergara, donde estaban intentando comunicarse por teléfono con alguien de la Liga, llegó el grito, “El Centro nomá…” , Malvín había perdido, había final y la oportunidad no se podía escapar, no se iba a escapar. Al domingo siguiente, en la cancha de la Liga, Malvín había llevado la “pesada” de Unión Atlética, el Centro a toda Villa Colón, llenó la cancha de la Liga y se ganó, el CCC lo aplastó a Malvín 59 con un contundente tres a cero y con un final increíble, donde la gente de Malvín no toleró la derrota y terminó en una batalla campal, privándonos del legítimo derecho a festejar la hazaña en la misma cancha, pero eso es otra historia…

Esta historia del CCC en la Liga Universitaria, estuvo acompañada de personajes entrañables, que sin tener familiares entre los jugadores, se identificaban plenamente con su CCC, al que en algún momento de su juventud habían estado vinculados y entre ellos, no podemos dejar de lado a Don Guillermo Perazza que nos acompañó a todas las canchas, con lluvia o con sol , invierno o verano, Don Perazza, estaba siempre, desde su oficio de carpintero, implementó unos bastones y una escalerilla, con los que colocar y sacar las redes y siempre estuvo, era el hincha número uno, acompañado de su nieto, estuvo en todos los partidos de esa época. Como el Yan Gadea, fotógrafo oficial del equipo del CCC, que cuando venían partidos bravos, largaba la cámara y tomaba el linimento y le salía su profesión de masajista y solucionaba tirones, vendaba tobillos y preparaba “ungüentos” para los “calambres” y quien no tiene presente al Viejo Vidal, era el asador oficial de todas las comidas.
El año 1990 queda marcado a fuego en la mejor historia del Centro, esta hazaña conquistada casi sin parangón obligaba a no descansar, porque se había llegado a lo más alto, pero mantenerse en ese sitial sería muy duro, muy difícil , era preciso redoblar el esfuerzo, y para orgullo de aquel plantel excepcional se compitió por varios años con notable hidalguía ante equipos con un enorme potencial en todos los órdenes, nuestro representativo suplía con esfuerzo y gran coraje las limitaciones que no podían evitarse, se libraron verdadera batallas deportivas de las cuales siempre nuestra enseña dejó la mejor de las imágenes, cualquiera fuese el resultado, el primer año en primera se obtuvo un dignísimo cuarto lugar y en los años sucesivos hasta 1996 nos mantuvimos en la división de privilegio, en el año 1997 vino el primer golpe duro al tener que bajar un escalón y tener que competir otra vez en la Divisional B, luchando ese mismo año por volver a la Serie A perdiendo la final por el ascenso, se comienza a perfilar a partir de esos años un recambio generacional, el Centro sigue compitiendo varios años en la segunda categoría hasta el año 2001 en que se sufre un nuevo traspié relegándonos a la Serie C en la cual también se pierde la posibilidad de reconquistar el ascenso en la final del año 2001.

 

El último escalón

…se baja nuevamente en el año 2005, compitiendo en el 2006 en la Divisional D, siempre pugnando por recuperar posiciones y siempre defendiendo los valores esenciales que arrancan desde los comienzos de la historia de los salesianos. Por el año 2004 las “viejas generaciones” no pueden con su destino y soplando viejas brasitas que quedaban encendidas, resurgen como los Señor del CCC en la Liga Universitaria, esos fuegos sagrados que permanecen en el silencio y la noche y que de repente saltan y se prenden para alumbrar los caminos y las sendas a las nuevas generaciones. El 2006 nos enfrenta al desafío de siempre, tratar de ganar, tratar de ir siempre adelante, pero por encima de todo, dignificarnos por el deporte, ser mejores como hombres por convicción, filosofía y fe, apostando a conformar grupos humanos que se proyecten por medio del juego a empapar nuestras vidas en amistad  franca , sentido de la solidaridad y vocación por el testimonio cristiano que nos legaron nuestros mayores, ojalá que al mismo tiempo este “formato de vida” la podamos enraizar en quienes nos sucedan, para que esta cadena del buen vivir que comenzara en 1910 con otros parámetros, con otros ritmos, con otras mentalidades, con otras dimensiones, se perpetúe con la misma ilusión, con el mismo esfuerzo, esperanza, emoción y felicidad.

LO QUE DIO UNA PELOTA DE FÚTBOL

La historia del CCC en la Liga Universitaria, es consecuencia de una pelota que alguien pateó allá por 1976 y tras la cual salieron corriendo muchos niños, a los cuales se fueron sumando otros y otros, y en el camino fueron creciendo, fueron liceales, pasaron a ser exalumnos, la facultad, el trabajo, la vida adulta, para muchos, el matrimonio, los hijos, y treinta años después esa pelota sigue ahí, picando entre sus vidas, a la cual siguen pateando, por que el CCC les dio la excusa perfecta, la posibilidad de seguir juntos, con objetivos en común , con la suma de esfuerzos, según la características y aptitudes de cada uno, pero donde todos son necesarios, donde fue preciso renunciar a posiciones individuales para poder alcanzar el bien común, donde se hizo indispensable la disciplina para cumplir la tarea de practicar, de llegar temprano el domingo. ¡Que visión tuvieron aquellos viejos que impulsaron la aventura de la Liga Universitaria!  Mientras creíamos que solo se jugaba al fútbol, como consecuencia de ello nos estábamos formando para la vida. Al fútbol se juega como se vive, se aprende a ser solidario, al esfuerzo, a compartir, a reir y a llorar, a aceptar los contratiempos y redoblar la marcha para vencerlos.

¿ No será que hay algo Salesiano detrás de todo esto?

Dejamos la pluma, pero no doblamos la página, ni cerramos este libro de historia, quedan muchas hojas por llenarse, la vida del Cristóbal Colón, este joven gigante salesiano de 96 años seguirá adelante, existe una nueva generación que pide permiso para ocupar su lugar, ¡bienvenidos compañeros de siempre! Den un paso al frente…nunca estarán solos, hay duendes felices que los respaldan, la sonrisa inolvidable de don Bosco al verlos nos llena de emoción, el manto de la Auxiliadora siempre presente los protegerá, por el fútbol, por el deporte, también se llega a ser buenos cristianos y honrados ciudadanos, siempre fue así…ya lo verán… gracias a Dios.

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Agosto-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

TRES MEDICOS DEL PUEBLO

Villa Colón desde su fundación, carecía de un médico estable en la localidad, y había que acudir a los facultativos distantes del lugar, como fueron los médicos del Paso Molino, o de Las Piedras. Los del Paso del Molino, dignos de encomio, por el sacrificio que tenían que hacer, por malos caminos, y conducidos en vehículos, o en volantas, carruajes primitivos e incómodos, o a caballos, por caminos barrancosos, entrando por el Camino Nacional y bajando por el Camino de los Hornos y cruzando por la Tablada, senderos casi intransitables y que demoraban varias horas de viaje, ellos fueron: los Dres. Don Sebastián R. Rodríguez; don Ricardo Maquino; y don Sebastián Puppo, verdaderos héroes del prójimo doliente. Los que venían de Las Piedras, con casi los mismos inconvenientes, lo hacían, los Dres. Dovitis, y Barreto, que como médicos de la Sociedad Argerich, venían a dar consultas médicas, tres veces por semana, a la casa de la Sra. Partera, doña Josefina Ceriani, en el Pueblo Ferrocarril.

EL DR. RAMON LANDIVAR
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A fines del año 1895, se radicó en la Avenida Lezica, el Dr. Don Ramón Landívar ocupando la casa propiedad de su yerno, Sr. Francisco Fielitz; procedía del Dpto. de Colonia, habiendo cursado sus estudios de medicina en la ciudad de Buenos Aires; luego de revalidar su título en Montevideo, sometiéndose a las pruebas correspondientes, recibiendo de ellas altas calificaciones. El Dr. Landivar fue un hombre jovial, y simpático en su trato con las gentes, noble y bondadoso en la acción, generoso y desinteresado en el ejercicio de su profesión. Fue llamado “El médico de los Pobres” , y visitaba a sus enfermos recorriendo los pésimos caminos, de aquellos tiempos, montado en un caballo blanco, que desde lejos la gente lo distinguían , y decían: “allá viene el médico de los pobres” , pronunciando estas palabras con cariño y respeto. Fue un médico – podríamos decir de recursos - , práctico y oportuno, en los casos difíciles. Daremos a continuación una anécdota, para demostrarlo : Se cuenta, que en cierta ocasión, llegó a su casa una vecina que venía llorando amargamente, con una chica en brazos, diciendo que se le había muerto, por haber ingerido cierta cantidad de habas crudas, perdiendo por ello el conocimiento y cayendo repentinamente al suelo. El Dr. Landivar, que estaba en ese momento en su quinta atendiendo sus aves de corral, toma con sus manos a la niña y la acuesta inmediatamente all, sobre una mesa del jardín; quita en seguida una pluma del ala de una gallina que había allí cerca, y con ella le hace cosquillas frotando con la pluma la garganta de la menor, la enfermita reacciona enérgicamente con movimientos reflejos, y accesos de tos, arrojando las habas por la boca, y , ¡vuelve en sí! …

El Dr. Landívar fue el padre de la Sra. Doña Teresa L. de Fielitz, distinguida dama, que formó una familia modelo, por su refinada cultura, madre de distinguidos profesionales Médicos, Agrónomos, Veterinarios, y otros hijos  e hijas ejemplares en sus trato y erudición.Don Ramón Landívar, falleció el 23 de diciembre de 1908, a los 80 años de edad, cuando aún ejercía su profesión en calidad de Médico interno, en el Sanatorio Amilivia, de la ciudad de Santa Lucía.

(Queridos amigos de RAICES, con el número de Junio- 2012, continuaremos hablando de los TRES MEDICOS DEL PUEBLO , el turno será para el Dr. Don Julio Etchepare.)

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

 

EL DEBUT  (Continuación)

…el regreso a Villa Colón fue memorable, Daniel Gadea, uno de los primeros a la hora de los partidos en estar junto a la línea de cal, esperaba a la altura de Garzón y Lezica, con su moto de Inspector de Tránsito, y así con la sirena abierta, delante del camión de Jorge Duffau, fue abriendo camino hasta llegar a la Villa y ahí la gente salió a saludar, todavía se ven las caras del Cuqui Guillén en la puerta del boliche, de Mariolo Bergara, del Negro Martínez, de Ruben García, la gente del Centro que esperaba en el Colegio. Esa fue la primer fiesta, la primer copa. Se había cumplido, ahora venía la divisional D, de nuevo a asumir el desafío y llegaron nuevos jugadores, Daniel Fusco, Gabriel Orgaz, Diego Odazzio, Christian Stein, Alfredo Pérez, Germán Bergara, Daniel Perazza, Ricardo Ravotto, Fabián Laco, Dante Buzzo, Edward Hernández, Alvaro Russi… Y no fue fácil, ya conocían al CCC, era otra serie y otros rivales, algunos serían clásicos para siempre, Rangers, Leones del Prado, partidos jugados a muerte, una rivalidad que se mantendría por mucho tiempo. Ese año, el primer partido fue con Carrasco Lawn, tocó perder, ahí se supo que era necesario redoblar el esfuerzo, reasumir el compromiso. Así fue, el final de 1988, encontró al CCC de nuevo levantando la copa, era campeón otra vez, ya no era casualidad. Se jugó el segundo campeonato de Campeones, en el cual competían los campeones de cada categoría, no logramos ganarlo, pero dimos batalla hasta el final, donde se tuvo como técnico a Fabián Bergara, y se perdió una final increíble con Peñarol, en el Parque Nazzasi luego de una campaña espectacular.
Una nueva divisional por delante, la C, nuevo técnico, Enrique Bergara, nuevos directivos, como el querido Boy Van Oosterom el “Holandés”, nuevos jugadores, Rafa Barhaburu, Rafita Ramos, Marcos y Federico Bergara. Andrés Larrosa, el Beto García, pero la misma idea, volver a ser campeones y así fue.
1989 vio al CCC ganar otra vez, pero lo vieron todos, por que ese año, hubo un triple empate entre Rangers, Old Christian y el CCC, por lo cual era necesario determinar el ascenso, solo subían dos, y quien era el campeón. Las finales se jugaron en enero del año 1990, en el Estadio Centenario, como preliminar de los partidos de la Liguilla Pre Libertadores y así fue que como antesala de un clásico Peñarol y Nacional, el Centro le ganó su partido a Old Christians y alcanzó del clásico y no sabía quienes eran los que estaban en la cancha, si hasta alguna bandera de Colón, apareció en la Tribuna Olímpica, pensando que era el equipo de la calle San Martín. Todavía recordamos a Carlitos Muñoz y el Toto Da Silveira, que haciendo la previa del clásico vieron el golazo del “Loquillo” Bergara, en el arco de la Amsterdam y no dejaban de explicarlo al aire, y así quien quiso escuchar, supo por las Radios que el CCC había ganado una vez más.

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Junio-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)


LOS AÑOS SESENTA y SETENTA
EL COMIENZO DEL FIN DE UNA ÉPOCA

EL COMIENZO

Nos presentamos al CCC , la directiva nos recibió, nos dio la bienvenida y nos mostraron los equipos que nos habían comprado, debíamos comenzar a participar en campeonatos de barrio, en Villa Colón, con los cuadros de la zona, toda una tradición, y luego de algunos años de ausencia, los “curitas”, como lo conocían en la zona al Centro, volvían a jugar al fútbol. Así es que en 1986 comienza a conformarse el plantel que tendría la fortuna de debutar en el año siguiente en la Liga Universitaria. Ese año de campeonatos barriales no fue nada fácil, cada cancha era una trinchera, y el Centro debía competir en un ambiente al que no estaba acostumbrado, fue una valiosa experiencia que lo comenzó a templar para las batallas que se avecinaban los años siguientes. Ya no éran los chiquilines del Liceo, es así que la presencia de Jorge Duffau, del Colacho Crossa, del Toto Lupo, y otros viejos integrantes del CCC, fue evitando terminar con varios líos los finales de los partidos. Ese plantel de 1986, conformado entre otros, por Gonzalo Perazza, Miguel Raffaniello, Pancho Ferreira, Ruben Centurión, Gustavo García, Fernando Ríos, Gerardo Carrique, Alejandro Simón, Fernando Carbone, Javier Moreno, Gabriel Burgues, Edgardo Dattole, Pablo Martínez, Pablo Rubio, con la dirección técnica de Walter Garbarino, fue dando los primeros pasos para conformar el equipo que el próximo año llegaría a la liga.

 

EL DEBUT

Llegó enero de 1987, todo estaba pronto, el CCC, obtenía su personería jurídica y formalmente se incribía en la LUD, tenía una directiva, Gustavo Bianco su Presidente, una Comisión de Fútbol Universitario y a la postre, los delegados ante la liga, eran “los viejos” , Jorge Duffau, Jorge García, Manuel Ferreira, Jorge Raffaniello, la juventud de Marcelo Ferreiro y el Mono Murialdo, el apoyo de José Panizza, el cariño enorme de Felipe Iaci. El plantel creció, llegaron los Bergara, Javier y Marcelo, Ignacio Cogorno, Fernando Martínez, Marito López, Pablo Ferreira, Daniel Ferreira , Luis Panizza, Enrique Zibecchi , ya era hora de prepararse. Walter Garbarino, armó la pretemporada, se renunció a las vacaciones y ahí marchamos, a correr al Monte de la Francesa, la cancha del Colegio, kilómetros hasta Melilla, la plaza 12 de Octubre, todos los días, todas las tardes, para quienes no jugaron en inferiores, el no estar acostumbrados fue un sacrificio enorme, pero todo valía por la causa. En esa época Garbarino, mediante el Profesor Isabelino Barrios, técnico de las inferiores del Club Nacional de Fútbol, y gran colaborador del CCC, realizó varios amistosos con las categorías de sexta y quinta de Nacional, en el Parque Central y competir a ese nivel fue preparando de mejor manera el equipo.
El campeonato comenzó en mayo de 1987, era la divisional E, la de más abajo, pero eso no importaba, había grandes planteles, con historia en la Liga, como Rentistas, Escuela Militar, Federación de Estudiantes de ANCAP, Liceo Alemán y el desafío, era salir Campeones, era lo que siempre se había logrado cada vez que se jugó un campeonato. ¿Por qué no iba a ser así ahora? Se tenía todo, camisetas, más de un juego, vestuarios, cancha para practicar y todos los materiales necesarios, no había que poner ni un peso, ni siquiera para festejar, por eso el compromiso con quienes dieron todo, y la forma de retribuirles era en la cancha y a eso se salió. Domingo de mañana, primer partido oficial, cancha del Colegio Pío, contra Tabaré, cuadro con años, con gente veterana y experiente, eso era otra cosa, la cancha llena, después de todo, el CCC es el cuadro del barrio, los viejos jugadores del Centro se arrimaron a ver quienes eran los nuevos pibes que llevaban una camiseta con más de setenta años de historia. Y no se defraudó, primer partido, victoria por 3 a 1, y de ahí en más se alternó en la primera posición con quienes serían rivales directos, para lograr el Campeonato, Escuela Militar y la Federación de Estudiantes de ANCAP, (FEA). Y así fue que en el Parque Roosevelt, en las canchas de la Liga, ante ANCAP, una tarde de sábado, sobre fin de año, justo dos años después de haberse asumido el compromiso, se ganaba el partido y así el primer campeonato. Y como olvidar esa tarde, estaban todos, Ancap con una gran hinchada y el CCC, con toda Villa Colón en el Roosevelt, y ahí empezaba una nueva historia que le dio al CCC, la fama y el prestigio que lo ha acompañado durante estos veinte años…

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Mayo-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)


ESTAMPAS DE LA AVENIDA LEZICA


Amigo lector, tú que has leído una porción de páginas de la historia de Villa Colón escritas en este texto, os invito ahora , a que me acompañéis con vuestra imaginación a dar un “paseo recordatorio” por la Avenida Lezica, como nosotros lo hacíamos en los hechos, en otros tiempos, y en grata compañía de aquellos buenos amigos, que a muchos de ellos, ya el destino los ha llevado a mejor vida, pero que nos han dejado el sublime recuerdo de aquella buena y leal amistad que perdurará en nuestra mente hasta el fin de nuestra existencia. Pues bien, seguiremos así caminando en una radiante tarde de verano de uno de aquellos años que precedieron al de 1912 – en cualquiera de ellos – y al llegar a la Plaza 12 de Octubre, nos sentaremos en uno de los bancos, tan cómodos, que habían a ambos bordes de las aceras, frente a la Avenida, y allí nos encontraríamos muy felices a la sombra de aquella especie de techo, espeso de ramas y hojas verdes, que interceptaban los rayos del Sol, y recibiendo la fresca brisa perfumada por las fragancias de los aromos, y pinos, mezcladas a los perfumes de las glicinas, magnolias, y jazmines, que venían de los jardines vecinos. Allí, en ese encantador lugar, halagaban nuestros oídos el concierto del cantar de las chicharras, que posadas sobre las ramitas más altas, en la cumbre de los árboles, y expuestas a los rayos directos del sol, parecían ensayar sus monótonos cantos, que alternaban unas con otras, como jugando a una puja a la cual cantaba mejor. En el otro plano más abajo, y posadas en otras ramas, hacían coro también con su canto arrullador y quejumbroso, las palomitas torcazas que nos indicaban con el fragor de sus cantos que allá arriba el calor era bochornoso. Y entre lo más intrincado del ramaje, el jolgorio de los gorriones, que, con no muy buenos modales, se atracaban en una encarnizada corrida caían trenzados al suelo, a veces junto a nuestros pies, peleándose en ruidosa lucha, que luego tomaban precipitada fuga, al notar nuestra presencia. De pronto, se oye un estridente canto, que se parece a una prolongada carcajada, acompañado de un temblor de su cuerpo y alas, que más que a un canto de alegría, se parece a un ataque de histerismo; es el canto “a todo pulmón” del hornero que posado sobre el techo de su casita de barro – construída por el mismo, en forma de horno campero – festejaba el triunfo de la vida, mientras su compañera dentro del hogar, en la única pieza-habitación incuba, con mucho amor y paciencia, los huevecillos propios, y a veces también los de algún Tordo atrevido y desamorado, que abusando del amor de padres hacendosos, ponen en nido ajeno para que les críen su prole mientras ellos continúan su execrable vida parásita y errante. Y allá, enfrente, en lo alto de una rama de otro eucalipto, junto a un inmenso nido, hecho a base de pasto seco, tiras de trapo de varios colores que flamean con el viento, y algunos copos de algodones , recogidos en algún basural; tranquilo y satisfecho, posado sobre un tronquito seco, lanza intermitentemente su canto atrevido y burlón, un Benteveo que, vestido con su traje natural, compuesto de una “camisa” con pechera amarilla, un “ponchito” marrón sobre sus alas y cola, y una negra “boina de vasco” terciada sobre la cabeza; lanza su incisivo y agudo canto, diciendo : “¡bien te veo, bicho feo!” . Luego se oye un cantito fino, suave, y sentimental, que si no lo conociéramos de antemano, no sabríamos de quién es, puesto que la avecilla que lo pronuncia se halla muy escondida entre el matorral de ramas espesas , y que con toda delicadeza en su cantar, dice : “Chivichi-vichi-vichívichi”, es el característico y familiar canto del Chingolo, que según el decir del vulgo, con su canto nos anuncia buen tiempo. Y si esto fuera verdad, bendíganos al chingolo que fue, entonces, el primer Meteorólogo, que pronostica el estado del tiempo, desde los principios de la Creación…
(Queridos amigos de RAICES , con el número de Abril- 2012 seguiremos viajando por la rica historia de este barrio montevideano…)

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

ESTAMPAS DE LA AVENIDA LEZICA  (Ultima Parte)
…entretenidos estábamos oyendo este matizado e interesante concierto, en aquel ambiente fresco y saludable de aquella tarde de verano, cuando de pronto se oye venir por la Avenida un trotar de caballerías, que viene aproximándose velozmente, y que muy pronto alcanzamos verlos pasar frente a nosotros, se trataba de un hermoso conjunto, compuesto de un coche de cuatro ruedas, cerrado de vidrieras con finas cortinillas interiores, pintado exteriormente de amarillo y rosado, tirado por una yunta de alazanes de raza árabe, de esbelta presencia, fogosos corceles que, más que trotar galopaban, “pidiendo rienda” a su cochero, que los sofrenaba de continuo no dejándolos galopar, y que bien enjaezados, con lustrosos arreos, iban sonando los cascabeles de sus pecheras y cabezadas, a la manera de España. En seguida los conocimos, son los coches de don Carlos Reyles nos dijimos, que iban desde la Estación del ferrocarril hacia su cabaña, llamada : “El Paraíso” ubicada en Melilla, y viceversa, todos los días de mañana y de tarde, acarreando gente, a las horas de los trenes. Aquellos hermosos carruajes, y no menos preciosos caballos andaluces, fueron importados de Sevilla – su embrujo – por don Carlos Reyles, que gustaba mucho de los “lujos camperos” y de los otros. Más tarde, con otra característica, oíase otro andar de caballerías que, con trote lento y pesado venía del mismo lugar, es decir, de la Estación Colón hacia su destino que era el Colegio Pío; nosotros, que todavía estábamos bajo la alegre impresión que nos había dejado el paso del grupo brillante y veloz del carruaje de Reyles, nos disponemos a prestar atención ahora, al nuevo coche que se aproxima, y al pasar frente a nosotros, vemos otro vehículo de muy distinta característica y sencilla presentación, consistente en un ómnibus grande, muy parecido a un tranvía con un letrero en el dintel del pescante que decía : “De la Estación al Colegio Pío y viceversa”, que caminaba sin rieles, y tirado por una yunta de corpulentos frisones, que al trote lento, y haciendo sonar cencerros y no cascabeles, con un conductor o auriga que hacía entonar – de cuando en cuando – una corneta que llevaba colgada al cuello con grueso cordón. Este “trencito” era propiedad de don Domingo Moro – de aquel veneciano optimista y alegre – que tenía su cochería en Colón, en la Avenida Garzón frente a la entrada de la Avenida Lezica: y con el cual mantenía el servicio de pasajeros entre la Estación del Ferrocarril y el Colegio Pío, llevando también colocó en la curva inferior de cada pechera de sus trotones, unas colgantes campanas que anunciaban su paso por la Avenida. Este ómnibus, tirado por caballos, y que no necesitaba de rieles para andar, lo mantuvo con Domingo hasta que vino el Tranvía Eléctrico, y entre otros servicios que prestaba, distribuía a su paso por la Avenida, los diarios y otros periódicos, que sin detener la marcha, los iba envolviendo y así arrojaba desde el pescante hsta dentro de los jardines, tocando previamente – como aviso – una fuerte “cornetada” con la guampa de vacuno que usaba para anunciar su paso habitual. Los días festivos, el Sr. Moro contrataba su vehículo para hacer paseos por los pueblos vecinos, y nos contaba un amigo, que al pasar por ciertos pueblos – con ómnibus tan raro – salían a la calle la población casi entera, a ver aquel “bicho raro” , y los niños corrían y gritaba saltando de contentos, llamando a sus padres diciendo : ¡papá y mamá ; vengan a ver un tranvía raro, que camina sin vías!
 (Queridos amigos de RAICES , con el número de Mayo- 2012 seguiremos viajando por la rica historia de este barrio montevideano…)

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS AÑOS SESENTA y SETENTA
EL COMIENZO DEL FIN DE UNA ÉPOCA

…se comienzan a gestionarse encuentros con gente vinculada a la Liga, y uno de los contactos fundamentales resultó una vez más Mariolo Bergara, que era integrante de la Liga Universitaria como dirigente y jugador. Otro de los aspectos no menos importante era el económico, ingresar a la Liga representaba un esfuerzo muy grande, la cuota de afiliación, los traslados, en fin, una serie de gastos muy por encima de lo que hasta ahora significaba la simple competencia “de entrecasa”. Pero aparecen un grupo de comerciantes de la zona de Colón y Villa Colón y también de Melilla que ofrecen aportes generosos, además de varios asociados y padres de los muchachos que se “ponen” para conseguir lo necesario para iniciar en forma decorosa esta actividad. Estuvieron al firme desde los comienzos la automotora Driver s de Fernández y Pisano, Montesol de los hermanos Castera, Miguel Bianco, Jorge Duffau, y el “holandés” Van Osterom, Pedro González, varios de los padres de los primeros jugadores entre ellos Jorge García, Guillermo Raffaniello, Manuel Ferreira, José Panizza, el aporte en la parte técnica de Walter Garbarino, Enrique Bergara, Héctor Rosano, Juan García, y muchos colaboradores para todo, como el querido y recordado don Guillermo Peraza. En el año 1987 se concreta el gran paso, la camiseta del Cristóbal Colón se incorpora a la serie E2 de la Liga Universitaria y comienza a gestarse ya desde el inicio, una nueva hazaña para la mejor historia del fútbol del Centro Cristóbal Colón.

MELILLA, Diciembre de 1985

Otro año llegaba a su fin y como ha sido sana costumbre, los planteles del fútbol del Colegio Pío que han jugado en ADIC, se encuentran en la clásica comida de fin de año, y como siempre, el lugar para tales eventos, la chacra del “Canario” Perazza, lugar de encuentros, que quedará ligado para siempre a la historia del CCC y la Liga Universitaria. Particularmente en ese año 1985, terminaban su etapa de alumnos la última de las generaciones que en forma conjunta a las generaciones que salieron del Colegio desde el año 1982 lograron éxitos deportivos, podríamos decir que inigualables, a nivel de los campeonatos que organizaba ADIC. Todo comenzó por los años 1976, 1977, increíblemente, ese año el Colegio llegaba a su primer Centenario y las categorías de fútbol de primaria y liceo en mérito a sus triunfos, le regalaban al Colegio, la Copa Conjunto, el premio mayor de la competencia a nivel del fútbol, entre los Colegios e Institutos en esa época. Veinte años después, casi los mismos de aquel lejano 1976, junto a otros que se fueron sumando, se encuentran para esa tarde de sábado en Melilla, para decidir como seguir vinculados al Colegio, ahora como ex alumnos, y seguir jugando al fútbol juntos. Existe una propuesta…viene del CCC.

¿Por qué no ingresar a la Liga Universitaria?

Era un desafío enorme, era otro mundo, requería de compromiso, de apoyo económico, de conformar un plantel, de infraestructura  y muchas cosas más casi inimaginables, no era fácil. En consecuencia, los que estaban presentes, luego del festejo de un nuevo campeonato, sometieron la decisión a votación y al compromiso de cada uno: el prepararse para ingresar a la LUD. Por suerte la votación fue favorable, todos dijeron SI, y asumieron el compromiso de convocar nuevos compañeros y aceptar el reto con responsabilidad. Después de todo, era la oportunidad de seguir juntos, aprendiendo en el deporte, pero eso todavía no se sabía.

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de Abril-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

 

LUGAR DE DESCANSO, REFRESCOS Y PASEOS EN BOTE

En el lugar donde la Avenida Lezica cruza con su viejo puente sobre el arroyo Pantanoso, fue un sitio aparente para descansar a la sombra benéfica de sauces llorones, y frondosos paraísos, lo mismo que para beber refrescos en verano y bebidas fuertes en invierno, y también para pasear en bote, sobre las aguas mansas del arroyo Pantanoso, que es la principal corriente de las aguas pluviales que proceden del desague de las lluvias que caen en su cuenca. También a ese arroyo acudían los pescadores de cañas, que extraían de sus aguas, bagres, castañetas, dorados, y mojarritas. Próximo a dicho puente, a principios del siglo XX, el Sr. Don Juan Leániz, que vivía en la margen izquierda de ese arroyo y tenía una cantera de piedra, que explotaba para la pavimentación de las calles y otras sólidas construcciones; conociendo dicho señor que ese sería un lugar apropiado para recreo de las gentes que visitaban la Villa, se le ocurrió la feliz idea de construir una represa para contener las aguas del arroyo, y transformarlo así en una grande laguna, levantando para ello en su cauce, - a unos ciento cincuenta metros distante del puente - , aguas abajo, un muro de contención con una esclusa de hierro en su centro, movible ésta en sentido vertical por medio de un torno que la hacía elevar o descender a voluntad, cuando querían detener o dejar escapar las aguas pluviales que corrían por su lecho. Así obtuvo una hermosa laguna, la que ornamentó, plantando sauces llorones y álamos blanco en sus márgenes, y colocó también sobre las aguas un bote, que le llamaban “chalana”, para recreo de los que querían bogar; y , para remarlo contrató un botero, señor andaluz, conocido por Don Paco, hombre de edad provecta, fornido de cuerpo, de bigotes largos, y barba redondeada, mirada adusta, y de un “geniecillo” que según contaban las gentes – no aguantaba pulgas -, disimulaba la agriez de su carácter poniéndose a cantar o a hablar solo. (Unos renglones más adelante narraremos una anécdota, que lo pinta de cuerpo entero.)  A mano derecha de quien camina hacia el Colegio Pío, en ese lugar que estamos describiendo,  junto al arroyo, don Juan Leániz hizo construir un Kiosco con material liviano, que fue el primer Bar que funcionó allí, y puso al frente para atenderlo, a uno de sus hijos llamado Manuel, que por varios años lo sirvió diligentemente. Ahora viene la anécdota del botero. Una vez, varias señoritas que paseaban por la Avenida Lezica, al llegar junto al puente, se les antojó dar un paseo en bote, y para ello se dirigieron a Don Paco, con quien trataron el precio del pasaje; ¿cuánto nos cobra Don Paco por una hora de bote?  le interrogaron al fornido botero, y éste les contestó: “son cincuenta centésimos por cada una, pero como Uds. vienen en grupo, pagan la mitad cada una”. Las chicas aquellas aceptaron la oferta, y ascendieron al bote en seguida. El paseo comenzó con mucha felicidad y alegría, tanto que el piloto – sin decir nada – se puso a cantar un  “cante jondo” al estilo y tonada sevillana, y con la voz algo tembleque; ese cantar extraño y desentonado, hizo tentar de risa a una de las chicas, - y tanto – que no la podía reprimir, fue entonces, cuando a Don Paco  “se le volaron los pájaros”, y dirigiéndose a la risueña, le dijo: “¡quiere dejarse de reír mocita, mire que yo no estoy aquí para risas!” Al oír esta observación del botero, las otras compañeras también se tentaron de risa; entonces, Don Paco, pasando de las palabras a los hechos, dejó los remos, se paró poniendo un pie en un borde y el otro pie sobre el borde opuesto, junto a la proa de la chalana, y se puso a balancearse de un lado a otro, de babor a estribor, empleando toda su fuerza hasta que el bote empezó a hacer agua, tanto que , las pasajeras se asustaron, poniéndose a gritar : “auxilio , que nos ahogamos!”  y , Don Paco – indignado – volvió a remar, pero con rumbo al puertezuelo, y llegando allí, atracó el bote, lo amarró , y volviéndose a las infortunadas, les dijo : “aquí terminó el paseo, vayan a reírse a otras barbas, que la mía no está para risas”…después de esto, todo quedó tranquilo y silencioso, como las aguas de la represa.

VILLA COLON FUENTE DE SALUD

Luego que el Hotel Giot, cesó en sus funciones como tal, Don Felipe L. Monteverde, que se había radicado con su familia en la Villa, construyendo su chalet en la calle Niña esquina Gutemberg, queriendo hacer algo por su pueblo residencial, tomó la iniciativa y le compró al Sr. Leániz el mencionado negocio, levantando en su lugar otro edificio más amplio y cómodo, con un salón para fiestas y otras comodidades, con una playa a la sombra de los frondosos paraísos, colocando mesas y sillas, agregando algunos juegos para niños, como ser : hamacas, subibajas, y toboganes, es decir, un verdadero parque de recreo infantil.
Cruzando el arroyo, hizo construir otro puente para peatones, muy elegante y hecho a base de hierros y maderas, que unían ambas márgenes del arroyo, por el cual pasaba la gente, y las parejas de enamorados se deleitaban en aquel ambiente, lleno de encantos y de verde esperanza, que hacían mas agradable e intensas sus eróticas emociones. El Sr. Monteverde, agregó otros dos botes más al arroyo, aunque estos de menor tamaño que aquel, para las personas que así lo quisieran, remando los propios pasajeros, teniendo de este modo más libertad de acción, al mismo tiempo que ejercían un saludable deporte.
A este recreo, el Sr. Monteverde le puso un nombre en inglés: TE GARDEN COLON , que quiere decir : Jardín para tomar el Té.
Este recreo familiar, fue, mientras lo administró su fundador, un lugar que a pesar de su aparente sencillez exterior, era de gran elegancia y distinción, por su servicio esmerado, la presentación de su vajilla, la música selecta de su pianola, y por las personas que lo frecuentaban, familias montevideanas que mantenían su especial preferencia. Después de haber pasado varios años de vida comercial, el Sr. Felipe L. Monteverde, vendió el TEA GARDEN  a otra firma llamada: Bonifacio Hermanos S. C. fuertes comerciantes que fueron de la Aguada, que, cambiándole de nombre, lo denominaron: GRAND MONTECARLO, dándole un nueve impulso y otra modalidad al comercio, lo enriquecieron de un soberbio stock de finas bebidas extranjeras y de calidad, y además servían comidas de exquisitos gustos, dándole así un carácter de Restaurante. Con este último nombre siguió existiendo, pero, pasando de firma comercial, hasta que por último desaparecieron definitivamente: la laguna, el puente romántico, el edificio, y por ende también sus visitantes; transformándose aquel antes preciosos lugar, que fue retrogradando paulatinamente, hasta convertirse hoy en un lastimoso y miserable cantegril.

 

(Queridos amigos de RAICES , con el número de Marzo 2012 seguiremos viajando por la rica historia de este barrio montevideano…)

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS AÑOS SESENTA y SETENTA
EL COMIENZO DEL FIN DE UNA ÉPOCA

El día 20 de mayo de 1982, fallece en el Colegio Pío el padre Ricardo Garín, nos atrevemos a decir – con el máximo respeto por los salesianos que luego le sucedieron – que fue el último gran asesor que tuvo el Centro, marcó toda una gran época, fue el motor de una actividad extensa, intensa, proficua y hasta hoy muy recordada.
Ricardo Garín además de sus tareas como sacerdote y docente, se “puso al hombro” al centro de ex alumnos, y por encima de sus virtudes y defectos humanos, le entregó al Centro lo mejor de sus 73 años de vida, le puso su sello, respestando claramente los grandes lineamientos del espíritu de don Bosco, fue abriendo un surco que heredado de otros grandes asesores como el Padre Raúl Porto, se fue consolidando en un mensaje que se podía resumir en hacer de la muchachada de la Villa Colón que entraba a la casa de los ex alumnos del Pío “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, no “comesantos” pero si gente de bien, con afán de superarse como personas, Garín tuvo siempre una gran visión para “barrer hacia adentro” no excluyendo a priori a nadie, el fútbol era un imán muy poderoso para acercar a la muchachada del barrio, fueran alumnos del Pío o no, eso no era lo importante, lo que valía era lo exterior sino lo interior de la persona, y en especial su deseo de superarse en todo el sentido de la palabra. En aquellos tiempos de las “vacas gordas” el número de salesianos en el Pío no bajaba de quince , por eso no podíamos dar el lujo de tener un asesor “full time”, todos los días y durante todo el horario en que el Centro abría sus puertas, y hasta que se cerraba a veces cuando ya estábamos en el “otro día” con las infaltables “buenas noches salesianas” en las cuales el asesor te despedía con una palabra amable y un buen consejo para la vida de todos los días. Su partida definitiva representó un muy fuerte vacío, cuando esto ocurre ya la realidad de los salesianos no era la misma, mermados las filas de los sacerdotes, los que se mantenían debían atender a un mismo tiempo infinidad de actividades, y ya no fue posible tener a un salesiano exclusivamente dedicado al centro de ex alumnos, entonces las cosa ya no fueron nunca más como antes, esto se comenzó a ver con mayor nitidez precisamente en la parte esencial del Centro que es su entronque con el espíritu salesiano y con el mensaje permanente de los valores cristianos, lo que lamentablemente se ha visto resentido, a pesar de los esfuerzos de los distintos directivos que han conducido al Centro en los últimos años. Los directivos ya no tuvieron tan facilitada su tarea, y de a poco toda la actividad se comenzó a resentir, incluida la deportiva y el fútbol en especial. Desde entonces, el papel que algunos directivos fueron ocupando en la atención e la actividad deportiva resultó decisiva no sólo para que el fútbol se siguiera desarrollando, sino también la misma vida del Centro.

 

LOS AÑOS 80 Y EL ADVENIMIENTO  DEL GRAN CAMBIO

Durante buena parte de los años 1980 el Centro Cristóbal Colón “sufrió” para mantener viva su actividad, y el fútbol no fue menos dificultoso. En el año 1985 el Centro hace un gran esfuerzo, se reacomoda todo lo que puede con el esfuerzo de sus directivos de entonces Alvaro Bergara, Luis Bagalciague, Luis Burastero, Javier Bergara, Jorge Duffau, apoyados por el grupo de siempre, los infaltables, y se festejan muy dignamente las “bodas de diamante” los 75 años de vida, a partir de allí comienzan a intentar encenderse brasitas que parecían casi apagadas, como siempre, el principal semillero para el fútbol del Centro en su base mayoritaria eran los gurises del Pío, los liceales especialmente, que ya por entonces competían en la asociación Deportiva de Institutos Católicos (ADIC). El problema para esos muchachos y para sus padres inclusive, que deseaban que esos buenos grupos humanos se mantuvieran luego de salir del Pío, era qué hacer con el fútbol siendo ya ex – alumnos, algunos pasaban a integrarse a la actividad del Centro, pero otros no, practicaban en la cancha del Estrella del Norte, hacían partidos, pero no era lo que realmente se quería, faltaba algo, los directivos de entonces Alvaro Bergara, Gustavo Bianco, Ruben García, Richard Saravia, Walter Guillén, Ricardo Murialdo, Jorge Duffau, Augusto Burastero, Pepe Giust, comienzan a ver la necesidad de apoyar a esos muchachos y a gente como Guillermo Raffaniello, Jorge García, Manuel Ferreira, padres de los gurises, que querían “otra cosa” para sus hijos, intervienen en la Liga Melilla, forman un Grupo Juvenil dentro del Cristóbal, y de a poco casi sin proponérselo seriamente comienza a gestarse la idea de integrarse a la Liga Universitaria, como dato valioso encontramos en un acta de sesión de Comisión Directiva de 1984 la presencia en sala del director técnico del plantel juvenil Walter Garbarino, quien comenta la conquista por parte del Centro Cristóbal Colón de un torneo organizado por el Santos Fútbol club y adelanta la intención de preparar un equipo competitivo para ingresar el año próximo en la Liga Universitaria, esto no ocurrirá, pero la iea se estaba gestando…

 

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de marzo-2012, continuaremos con la historia de de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS AÑOS SESENTA y SETENTA

…En el año 1969 toma la dirección técnica del primer equipo un ex jugador del Centro que “andaba en la vuelta” el Toto Lupo, tiene la virtud de armar un grupo de gran valía técnica y táctica, que para aquellos tiempos en que se jugaba casi todos los domingos del año, salvo un corto receso en el verano, significaban una gran cantidad de partidos, lo que hace más valioso el hecho de que a través de tres temporadas seguidas 1969-70 y 71 haya mantenido una impresionante racha invicta que habla por sí solo. Un registro fotográfico de 1969  nos muestra un elenco integrado por el “Lobo” Tejera, el “Negro” Piña, Enrique Bergara y Víctor Piñeyro, también participaban del plantel de este equipo otros grandes jugadores como Ruben y Alberto Carnikian, el “Tano” Di Paolo, Luis Cera, Laviere Vitacca y Carlos Revello…Nos permitimos recordar con emoción la figura ya desaparecida de Victor Piñeyro, su físico reducido encerraba un enorme jugador, de una habilidad y capacidad goleadora impresionante, que si se lo hubiera propuesto y hubiera tenido verdadera profesionalidad habría llegado seguramente a muy grandes realizaciones, como tantos otros casos de jugadores de barrio, su “bohemia”, su particular forma de ser, no se lo permitió, quedándonos para quienes lo disfrutamos como jugador y como amigo en el Cristóbal Colón el mejor de los recuerdos, para él como para otros similares casos nuestro emocionado y fraterno recuerdo. Eran célebres en estos tiempos los enfrentamientos con equipos como El Repecho, Valle Miñor, Los Gloriosos, El Expreso, Oriental Capurro, Centro Gallego, Pelayo y se recuerda una final contra el Boca de Colón como visitantes ganando por 2 a 0 y conquistando un celebrado campeonato en el que compitieron grandes equipos como el Oriental de La Paz, el Lucho, y Libertad Washington.
En el final de los 70 se participó en más de una oportunidad en campeonatos de la Liga Melilla, en la que participaban equipos de aquella zona, de Colón y Villa Colón, como el Juventud Melilla, Frigorífico Melilla, Estrella del Norte, 12 de Octubre, Juventud Melilla y el Libertad Washington, alternaban en nuestra escuadra por estos tiempos Mariano Elzaurdia, en el arco, quien fuera titular en equipos como Bella Vista, Alvaro Bergara, Daniel Gadea, el Capataz Brígido Saravia, varias veces campeón del sur con la selección de Canelones, Antonio Montans, Juan Cabrera, Nuñez, Ruben “Grapa” Carnikian, integrante de las inferiores de Defensor, Daniel Rotela, Edgardo “Negrito” Larrosa, Francisco “Pato” Acosta, Daniel Anzalone, Washigton Dagnino, Luis “Coco” Bagalciague, Omar Silva “el Negro Pinguilla” , y Víctor Piñeyro bajo la dirección técnica del Toto Lupo, integro por estos años el equipo del Centro un muy joven jugador en el centro del campo, que luego se destacaría en el fútbol profesional : Miguel Gómez. A pesar de las dificultades, se interviene en campeonatos donde se juegan intereses deportivos con gran intensidad, pero al mismo tiempo los dirigentes del Centro defienden valores que siempre estuvieron por encima de los éxitos futbolísticos, es así que llegaron momentos en que hubo que sacrificar la obtención de un campeonato, en aras de mantener la dignidad de un camino trazado que no se debía apartar, se perdía la oportunidad de ganar cincunstancialmente una copa, pero se ganaba lo que más importaba el prestigio de una institución señera, los principios de honradez , justicia y defensa de la verdad por encima de todo. Los dirigentes de entonces en la misma ruta de los orígenes, el asesor del Centro apoyándolos en todo, el gran Ricardo Garín.

 

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Que Villa Colón es un paraje saludable, es una verdad inconcusa, y los hechos ocurridos en su historia lo confirman. Vosotros, amigos lectores, sabéis que la tuberculosis pulmonar activa, es una enfermedad infecto-contagiosa, producida por una agente causal, llamado Bacilo de Kock, fue durante la primera mitad de esta centuria una enfermedad terrible por los estragos que hacía en los niños, los jóvenes, y hasta en los adultos y ancianos; no respetando edades, ni sexos, ni razas, “La Peste Blanca” o “Tisis galopante” – como se la llamaba – diezmaba a nuestra sociedad. La medicina, era impotente para luchar contra ella, no contando en aquellos tiempos con medicamentos específicos que fueran eficaces para combatirla, sólo se contaba con tres recursos físicos-terápicos, para su tratamiento más eficaz, que eran:
El reposo absoluto en cama, o el sillón; 1 buena y abundante alimentación (sobre alimentación) ; y el aire puro de oxígeno, con ventanas amplias abiertas en la habitación del enfermo, o sino el aire libre; pero , no expuestos a los rayos directos del sol (porque estos reavivan las lesiones congestivas) ; ni en localidades ubicadas próximas a las costas del mar, (por los efectos perjudiciales de los aires marino)
Fue por ello, que nuestros grandes y famosos clínicos, como lo fueron : los doctores , Soca, Ricaldoni, Escremini, Morelli, Murguía, Landeira, y otros, aconsejaban a sus pacientes pulmonares que se avecindasen a Villa Colón, para poder allí disfrutar de los beneficios de esos tres elementos terapéuticos, tan importantes y casi únicos en aquella época. Esto, dio lugar a que, toda familia que tenía algún familiar paciente de esa enfermedad, se trasladasen con sus enfermos a Villa Colón, y allí, las casas habitación disponibles eran muy requeridas, y no quedaban muchos días desalquiladas. Las casonas o casa grandes, de varias piezas, se transformaban en Sanatorios improvisados, dirigidos por médicos especialistas, y hasta el Hotel Park Giot – que ya no funcionaba como tal – se transformó en el conocido Sanatorio Montevideo, para la cura de bacilares.
Y, todo esto ¿por qué sucedía? La respuesta es obvia; porque la mayoría de los pacientes que iban a curarse a Villa Colón se recuperaban de su mal, y después de uno, dos, o más años de tratamiento, volvían completamente curados o estabilizados de sus lesiones específicas, recuperándose y reintegrándose así, a sus tareas habituales. Y, hasta el propio Ministerio de Salud Pública, derivó – muy acertadamente – el destino del establecimiento de salud que debía ser – según su donante – el filántropo uruguayo Sr. Don Pedro Gustav Saint Bois, quien había legado su fortuna para una Colonia de Convalecientes, en Sanatorio para el tratamiento curativo e la tuberculosis pulmonar, que tanta falta hacía; por el solo hecho de estar ubicado junto a Villa Colón.
¿Cuál sería el factor terapéutico de los aires de Villa Colón que tenían la maravillosa propiedad de curar, esa insidiosa y maligna enfermedad? No nos cabe duda al respecto, para contestar a esa interrogante. La riqueza de su atmósfera en oxígeno, la debe a la acción analítica de la clorofila, que contienen las plantas verdes, que tienen la propiedad de poner en libertad el oxígeno del ácido carbónico de la atmósfera – gas éste tóxico para el organismo – en oxígeno puro y libre, necesario e indispensable éste para vivir, enriqueciendo así de ese vital elemento el aire que respiramos los sanos, y con mayor razón para el enfermo; también por las esencias aromáticas que exhalan los eucaliptos, pinos, y aromos, que también enriquecen el aire con esas preciosas substancias que tienen efectos tónicos y balsámicos para las mucosas de las vías respiratorias y alvéolos pulmonares, produciéndose así una perfecta hematosis; fortificando con ello las defensas naturales del organismo humano, pudiendo así éste , luchar en mejores condiciones, contra el enemigo poderoso y maligno. Hoy la ciencia médica, cuenta con otros recursos terapéuticos más efectivos y directos, como son los antibióticos específicos, y otras drogas, como la Estreptomicina, el P.A.S , la Isoniacida , la vacuna preventiva B.C.G., y las medidas profilácticas y preventivas que realiza la Comisión Honoraria Contra la Tuberculosis, con sus equipos móviles y los permanentes; obteniendo resultados halagüeños , que han disminuido los coeficientes de morbilidad y de mortalidad notablemente; y, por ello tenemos fe, que dentro de pocos años más, será otra enfermedad que se erradicará totalmente del territorio nacional, como lo han sido, la Viruela, la Difteria, y otras enfermedades sociales. Como hemos visto, por lo expuesto en este capítulo, Villa Colón es un lugar sano y propicio para la recuperación de la salud quebrantada por las enfermedades consuntivas.

(Fuente libro 100 Años de vida – reseña histórica de Villa Colón  (autor : César de Alava)

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS AÑOS SESENTA y SETENTA

…conservamos una foto del año 60, en la que junto a un “puñado de gurises” aparecen formando el equipo dentro de la defensa: Robinson, Gamio, Neneco Brasil, Nacho Bergara, Medina, Toto Lupo y Moreal, y en la línea delantera Caraballo, Miguel Baute, Alfredo Sosa, Mariolo Bergara y el “Ratón” Sturchio. En 1963 se nos aparece otra toma de un equipo con la siguiente integración: Valinotti, Menéndez, Saquero, “Carita” Caraballo, Brígido “Capataz” Saravia, Carlitos Revello, Angel “Toba” Sobrino, Enrique Bergara y el “Negro” Ruétalo.
En este año Ramón “Pelado” Vidiella asume la responsabilidad de dirigir desde afuera al Centro, aunque a veces se entreveraba ingresando como jugador, también en este año fueron más los triunfos, que los empates y derrotas y en el final del año la reserva del CCC obtiene un campeonato, siendo vice campeón el primer equipo detrás del Santa María, del libro de actas en la parte de información de fútbol surge que se jugó contra Rincón Mendocion, Juvencia, Expreso, Cardenal Cagliero, Daymán, La Catedral, San Antonio, El Molino de Las Piedras, La Republicana, El Portazo, El Cairo, Ñatos Boy, Santa María, Centro Uruguayo, Empleados de ONDA, Casinos Municipales y Guaraní, casi siempre doble partido de primavera y reserva, de todos esos partidos más de treinta entre las dos categorías solo se perdieron cuatro, en 1964 la conducción pasa a manos de Carlos Mandioni, pudiendo resaltarse que también en este año el equipo de reserva tiene mejor desempeño que el team titular, solo pierde tres partidos en el año, a pesar de que en el balance final también fueron más los triunfos que otros resultados, se jugó contra Sagrada Familia, Las Duraznas, River de Florida, Valle Miñor, Juventud Unida, Escuela Agrícola Jackson, Cardenal Cagliero, La Esquina, La Republicana, Welcome de La Paz, General Electric, Casinos, Arbolito, Alianza, La Curva, Versalles, Aute, Plaza de Deportes de la Unión, Croatas, La Coronilla y Estrella de Oro.
También el 65 resulta de gran actividad jugándose casi todos los domingos, con excepción de los días en que la lluvia no permitía el juego. En el mes de setiembre de este año nuestro equipo da inicio a una corta experiencia en la Divisional Extra, juega y empata su primer partido 1 a 1 con El Puente, se da el mismo resultado ante Félix Olmedo, se le gana 4 a 1 al Tito Frioni y pierde con Centella 2 a 1 , se juegan otros encuentros amistosos con buenos resultados. El final de 1965 y el comienzo del año siguiente fue de serias dificultades para la Institución , que por determinados insucesos permanece cerrada por varios meses. Se crea luego una comisión de emergencia que lentamente va reconstruyendo la vida del Cristóbal Colón y en 1967 se retoma con renovadas energías la actividad, también en los futbolístico jugándose 25 partidos en la temporada ganando catorce, empatando seis y perdiendo cinco, se incluyen en estos encuentros un triunfo por 1 a 0 ante Juveniles de Montevideo Wanderers y un empate a 1 con los Veteranos de Peñarol. Documentos fotográficos de la época nos muestran integraciones con José Viacaba, Walter Guillén, Víctor Larrosa, Juan “Pochito” Montiglia, Héctor Giust, José “Chato” Fuentes, Mario Ravera, Alberto Carnikian, el “Vasco” Rodríguez, Ruben Garnikian, Juan Mayor, Washington Menéndez, Carlos Lozado y Miguel Giudice, también alternaban en esta época grandes jugadores como el gallego José Ovalle en el arco, Ernesto “Ciego” Bideau en la línea delantera, y José Pedro Martínez un rendidor defensa. En 1968 con la dirección de Juan Mayor y la ayudantía de Washington Menéndez el Centro realiza otra buena temporada ante equipos con los cuales se mantuvo siempre una buena relación mantenida a través de los años enfrentándonos reiteradamente, tales los casos de Valle Miñor, Cardenal Cagliero, La Enramada, Boiso Lanza, Santo Tomás de Aquino, Sagrada Familia, Montesol, Salus, Júpiter, etc. Vuelve a jugarse con los veteranos de Peñarol participando en nuestro equipo Alberto Bergara, de visita, integrando un equipo con tres hermanos, destacándose asimismo la obtención de un campeonato interno del Colegio Pío por el equipo juvenil del Centro, también es digno consignar que en el final del año se realizó una cena conmemorando la conquista de 1953 de los campeones de aquella época. Ya sobre el final de la década de los sesenta, algunas cosas comienzan a cambiar, las buenas integraciones que el equipo va construyendo nuevamente, le animan a participar en torneos con instituciones con las cuales existían tradicionales competencias, y esto a la vez implicará adecuarse a la realidad de esos equipos intervinientes en los torneos los que jugaban en horario de la tarde.

 (Querido lector de esta sección, para el próximo número de Enero-2012continuaremos con la historia de los años sesenta y setenta de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

 

Cuantas veces corrí por tus veredas sintiendo como ese aire a eucaliptus ganaba mis pulmones, cuantas veces trepé las ramas de tus árboles intentando llegar al cielo en aquellas mañanas primaverales. Las distintas aulas de la Escuela 50 , vieron alguna vez como un par de ojos curiosos recorrían esa escuela grandiosa JUAN MANUEL BLANES. Cuantos domingos la canchita del Yegros vio correr a un niño flaquito que intentaba dominar la de cuero con sus amigos. Cuantas veces recorrí esos campos con una honda, saltando los charcos y las chilcas…Hoy cambiaste mucho COLON, otros niños ganaron todo lo que un día fue mío, esos mismos eucaliptos hoy se encariñan con otros niños, aquel niño creció tanto que está lejos de esos días, pero guarda en su corazón todo lo que un día recibió, por eso este es mi homenaje mi querido COLON…(Julio C. Romero)
Para desarrollar este trabajo nos hemos valido de dos importantes libros con investigaciones de distinguidos historiadores – LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Villa Colón y su entorno (Aníbal Barrios Píntos) – COLON (Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)


INTEGRACIÓN DE LA SOCIEDAD FUNDADORA

La Sociedad “Villa Colón” , constituida el 22 de octubre de 1868 , fue formada con un capital de $ 230.000 suscritos por Cornelio Guerra Hnos. y Cía Perfecto Giot , Jacobo A. Varela, José Sosa Díaz, Belgrano Hnos. , Juan R. Gómez , Carlos Uriarte, Duncan Stewart, A. Lermitte, Tomás Urrutia, Manuel Acevedo, Carlos Muñóz, Gabriel Real de Azúa , José Peñalva, Joaquín M. da Silva , Julio Mendeville , Manuel Pereira , Miguel César , Román Fernández , Ramón Villarnobo, E. Courras, Martín Allende , Isidro Fynn , Saráchaga y Cía. Y José María Guerra. Cornelio Guerra y Perfecto Giot , además de su calidad de iniciadores y directores de la sociedad, desempeñaron los cargos de gerentes de la misma, quedando a cargo del primero de los nombrados la tesorería de la sociedad.


LA NOMENCLATURA INICIAL

El primer plano de la villa fue levantado en octubre y noviembre de 1968 por el agrimensor y oficial de la marina francesa Pierre D Albenas, quien también se encargó de su delineación. Anteriormente había confeccionado un plano de la ciudad de Montevideo y sus alrededores, publicado en París, en 1867 . El amanzanamiento realizado por D Albenas estaba formado por 32 parcelas, separadas entre sí por un espacio de 17 metros, que constituían las calles. A partir del extremo oeste fueron denominadas Veraguas, Guanahani, Pinta, Santa María, Niña, y Fulton. El amanzanamiento finalizaba en forma irregular en las inmediaciones del arroyo Pantanoso ; las transversales a estas calles llevaban los nombres siguientes : Gioia, Gutenberg, Pérez Marchena, Washington y Franklin. Se distinguía con la denominación de Isabel 1ª. La principal avenida de acceso a Villa Colón , hasta su intersección con la calla Pérez Marchena. Se rendía así homenaje a la reina de Castilla, que tanto había colaborado con la empresa de Colón. Un nuevo plano levantó en 1873 el agrimensor Yeregui , por orden de la Sociedad “Villa Colón” . En él figura parcelado todo el terreno disponible existente entre el camino que unía Las Piedras con La Tablada nueva e incluso entre el camino de Montevideo a Las Piedras, que desde ese momento lleva el nombre de Lezica, presumiblemente porque debían existir tratativas de compra entre su empresa y la de “Villa Colón”. Nuevas calles se tienden y la nomenclatura sufre alguna alteración. Otro plano, de 1874 , esta vez levantado por orden de Lezica, Lanús y Fynn , introduce otras incorporaciones a los nombres de las vías de tránsito de la localidad.

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)

 

 CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS AÑOS SESENTA y SETENTA

Las dos décadas siguientes mantuvieron una muy destacada actividad del fútbol en el Centro, enmarcada en la misma filosofía de configurar la base del equipo con una gran mayoría de “oriundos” es decir jugadores totalmente identificados con el Colegio Pío y con la obra salesiana, pensando que al jugar al fútbol lo primero que se hace es precisamente jugar, queriendo ganar siempre, pero no a cualquier precio, siendo conscientes que hay valore humanos y cristianos que en todas las actividades de la vida hay que poner por delante, y no olvidarlas ni en el fragor de una contienda deportiva. En este sentido, la obra de los grandes asesores del Cristóbal Colón se orientaba marcadamente a fijar estos parámetros, era casi obsesivo el comentario del Padre Ricardo Garín acerca de la obligatoriedad de no olvidar estos criterios rectores, más de una vez el relegamiento o la lisa y llana desvinculación de un muy buen jugador de fútbol se debió al hecho de que ese jugador desatendía gravemente en sus actuaciones esta forma de encarar el deporte. Estos valores para los “curas” resultaban inclaudicables, no sólo el asesor estaba los domingos a la orilla de la cancha viendo, disfrutando y sufriendo con el fútbol, varios otros salesianos estaban en la misma, y más de una vez intervinieron directa y decididamente para salvaguardar estos principios, lo que a través del tiempo quienes lo vivimos tenemos que agradecerlo, esos mismos “curas” que más de una vez no tuvieron más remedio que “arremangar la sotana” y agarrarse a trompadas para defender a sus muchachos que estaban siendo vapuleados pro malos visitantes, muchas otras veces se “pararon de punta” contra sus propios jugadores que se salían del libreto y caminaban torcido.  Los jugadores “no oriundos” siempre fueron pocos, y pasaban por una prueba “invisible” de fuego, si se adaptaban al grupo, si entendían la vida salesiana, quedaban  integrados sin problemas, así de sencillo, el que no respetaba las reglas, o se iba solo porque se encontraba incómodo, o se le “mostraba la tarjeta roja” aunque en aquellos tiempos los jueces no la usaban. Si los asesores salesianos del Centro de ex alumnos eran esenciales, no menos importantes eran los directivos, podemos decir que en esas épocas los momentos buenos y malos del Centro estuvieron asociados a la actividad que desplegaran sus dirigentes, y naturalmente, más aún a la actividad que desarrollaran los directivos vinculados a lo deportivo. Estos tiempos  son los últimos años de actividad de los jugadores que venían actuando desde los años 50, como pasa en todos los planteles de este tipo de escuadras, el relevo generacional se va desarrollando con lentitud y sabiduría, dándose casi siempre esa buena mezcla de integración con veteranos experientes, serenos, trasmisores seguros de la mística del Centro, orientadores en la cancha y fuera de ella, los ejemplos que el nuevo jugador fue tomando mirándolos jugar y que en ese presente se transformaban en sus compañeros de juego y padrinos de bautismo en el primer equipo. Los juveniles que ingresaban sentían el orgullo y la responsabilidad de jugar al lado e hombres a los que hasta la semana pasada habían admirado desde afuera, y en ese primer domingo, se transformaban en alguien que tenían a su lado, un orientador que los tranquilizaba, y que al mismo tiempo que le exigía, le serenaba y le ordenaba en su juego. En 1960 viene a jugar al Colegio Pío contra el Centro el primer equipo de Racing, la “academia” de Sayago de los mejores tiempos, con todos sus mejores jugadores Vignola, Parada y Custodio, Verde, Liborio Ruilópez y Julio Benítez, Alejandro López, Mariolo Bergara, Tideo Olaza, Eladio Benítez y Danilo Dibot, el Centro lo enfrenta con sus mejores jugadores pero no puede evitar la derrota, es que en aquellos tiempos los albiverdes no perdonaban ni a Nacional ni a Peñarol…

 

 (Querido lector de esta sección, para el próximo número de Diciembre-2011 continuaremos con la historia de los años sesenta y setenta de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

 

Cuantas veces corrí por tus veredas sintiendo como ese aire a eucaliptus ganaba mis pulmones, cuantas veces trepé las ramas de tus árboles intentando llegar al cielo en aquellas mañanas primaverales. Las distintas aulas de la Escuela 50 , vieron alguna vez como un par de ojos curiosos recorrían esa escuela grandiosa JUAN MANUEL BLANES. Cuantos domingos la canchita del Yegros vio correr a un niño flaquito que intentaba dominar la de cuero con sus amigos. Cuantas veces recorrí esos campos con una honda, saltando los charcos y las chilcas…Hoy cambiaste mucho COLON, otros niños ganaron todo lo que un día fue mío, esos mismos eucaliptos hoy se encariñan con otros niños, aquel niño creció tanto que está lejos de esos días, pero guarda en su corazón todo lo que un día recibió, por eso este es mi homenaje mi querido COLON…(Julio C. Romero)
Para desarrollar este trabajo nos hemos valido de dos importantes libros con investigaciones de distinguidos historiadores – LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Villa Colón y su entorno (Aníbal Barrios Píntos) – COLON (Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)

LLEGA EL FERROCARRIL

EL 1° de enero de 1869 fue inaugurado al servicio público el primer ferrocarril con capitales nacionales que circuló en el país , entre “Bella Vista” y “Las Piedras” . Las estaciones intermedias eran las siguientes: Miguelete, Yatay, Gómez, Sayago, Pantanoso, que en ese mismo año se denomina Colón, y Zorrilla, llamada luego Independencia y posteriormente La Paz. Cabe agregar que corrían ocho trenes diarios: dos de mañana y dos de tarde hacia Las Piedras y otros cuatro (también dos de mañana y dos de tarde) hacia Bella Vista en los días laborales. En los días festivos se acrecentaba el tránsito con diez trenes a Las Piedras y once a Bella Vista.  En sus “Apuntes para la historia de los Ferrocarriles uruguayos” , dice su autor Alonso Caprario Bonavía refiriéndose a la estación local, que era una pequeña casilla de madera que, en sus costados, lucía el letrero de “Pantanoso”, designación que meses después , como ya dijimos , fue cambiada por la de Colón.  En 1873 se construyó un edificio ubicado a unos 11 Kms.. de Estación Central, donde hoy se halla la Plaza de Deportes del Pueblo Ferrocarril, el que fue demolido en 1912 y sustituido por el que aún subsiste. El camino de hierro, que inicia así el nexo de Montevideo con la campaña, va a dinamizar esta zona rural del departamento, a impulsar su desarrollo y el cambio de su estructura agraria. Pero el desplazamiento total de las diligencias se postergó por algunos años. Poco después de 1870 , una viajera inglesa que se dirigía a Montevideo en este medio de transporte desde el pueblo de Artigas (hoy Río Branco) , pasó por la actual zona de Villa Colón y en el relato de su viaje, publicado en Londres en 1881 , menciona que el mayoral señaló a los pasajeros “la granja modelo de un francés llamado Giot…”

LA SOCIEDAD “VILLA COLON”

El 22 de octubre de 1868, ante el inminente establecimiento de los servicios ferroviarios en la zona, por iniciativa de Cornelio Guerra y Perfecto Giot se había formado la Sociedad “Villa Colón” , con el objeto de fundar un pueblo de recreo sobre el Pantanoso, cuyo terreno fue adquirido al segundo de los nombrados en el precio de $ 130 la cuadra, incluyéndose asimismo en la transacción un terreno cercano a Las Piedras , cuya área era de 137 cuadras y fue avaluado en $ 16.000. Como consecuencia de la finalización de la llamada Guerra Grande se había producido un considerable aumento de población en la República, especialmente en Montevideo. Luego de los sucesos sangrientos posteriores a la renuncia del General  Venancio Flores y como consecuencia de la elección del presidente general Lorenzo Batlle, se había restablecido la confianza. Paralelamente se produjo un acrecentamiento de las actividades económicas del país. La Sociedad “Villa Colón” va a ser de las primeras organizaciones de ventas de terrenos instituidas en Montevideo. Inicia sus actividades en el mismo año en que la sociedad “Fomento Territorial” , fundada en 1867 , comenzaba la venta de terrenos en el nuevo pueblo denominado “Campos  Elíseos” en las cercanías del Paso del Molino.

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LA DÉCADA DEL 50 (Continuación)

LOS BERGARA

Aunque no es nuestra intención hacer distingos injustos de nombres y de épocas, tampoco es posible seguir adelante en esta historia, sin detenernos un instante en comentar lo que ha significado la familia Bergara en el fútbol del Centro Cristóbal Colón, en el año 1952 doña María Elena De Medina de Bergara, se afinca en nuestra zona con sus seis hijos, cuatro de ellos varones que concurren a la escuela y al liceo en el Pío, casi de inmediato las condiciones naturales para la práctica del fútbol de estos jóvenes y adolescentes saltan solas a la vista, y a pesar de su cortas edades son integrados a los equipos del Colegio Pío y del Centro Cristóbal Colón, al comienzo en los cadetes los famosos CCCC, pero son tan buenos jugadores que de un salto van llegando a la reserva y al primero, el mayor “Mariolo” ya tiene participación en la gran escuadra que el Cristóbal Colón poseía en los comienzos de la década del 50, y por años alternará su participación en el equipo de los exalumnos del Pío con su actividad profesional en el Racing Club de Montevideo donde brillará tanto que será adquirido su pase por el Club Nacional de Football y luego integrará por años la selección uruguaya, participando del Campeonato del Mundo de 1962 en Chile, y desparramará su excelsa calidad deportiva y humana por todas las canchas del fútbol que pisó. Sus hermanos Ignacio y Alberto también tuvieron el mismo inicio compartiendo el Cristóbal Colón y Racing, jugaron pocos años porque – como ya se dijera -  siendo muy jóvenes en julio de 1962 emigraron a España contando ambos en su corto “currículum deportivo” con el título de Campeón Sudamericano Juvenil, ambos dejaron excelentemente representado el fútbol uruguayo, y como unos de los “pioneros” de la emigración de grandes jugadores uruguayos por el mundo, le hicieron al Uruguay una muy buena imagen no solo por su vida deportiva dentro de los campos de juego, sino por su trayectoria humana como personas, Alberto fue tan precoz como jugador, que su primer partido importante en el primer equipo de Racing fue a los 14 años , y nada menos que contra Peñarol en el Estadio Centenario, en aquella época los pantalones largos se comenzaban a usar a los 15 años, entonces Alberto lega al Centenario solo y de pantalón corto, quiere entrar al Estadio y los porteros no lo dejan entrar, no lo conocen y se creen que se quiere colar, tiene que esperar que llegue el resto del plantel para explicar que es cierto que ese “gurí” está en el plantel y que va a jugar junto a los “demás hombres” contra Peñarol…cosas de la vida…
Seguramente esa misma semana o a la siguiente Alberto jugó en las canchas del colegio con el Cristóbal Colón como si tal cosa. Ernesto y Enrique también jugaron a nivel profesional, en Racing el “Tica” y en inferiores de Nacional y Racing y luego en el primero de River Plate el “Sapo”, ellos fueron por muchos años pilares de las escuadras del Cristóbal Colón.
Años después por la década del 80 comienzan a aparecer los Bergara de la nueva generación, los hijos de aquellos campeones, a manera de adelanto de la historia del Centro en la Liga Universitaria, comentaremos que Federico Bergara como todo buen Bergara jugó por el CCC y Racing, integró los primeros equipos de los dos grandes siendo campeón uruguayo con Peñarol en 1993 y con Nacional en el 98,99 y 2000, juega la Copa América en Paraguay con la selección uruguaya en 1999 y defiende a Estudiantes de la Plata en el 2001 y 2002, Marcelo fue un jugador decisivo en varias de las conquistas del Centro en la Liga Universitaria, jugando en primera división en River  Plate, Fabián fue arquero del CCC en la Liga, integrando la selección de la Liga Universitaria, jugó en inferiores de Nacional , y en el primero de El Tanque, Montevideo Wanderers y Racing ; Álvaro y Javier también jugaron en el Cristóbal Colón con grandes resultados, al igual que Germán y Sebastián, tal vez sus historias deportivas hubieran tenido mucho mayor destaque si no hubiera habido lesiones de por medio, no podemos olvidar a Pablo e Ignacio Martínez Bergara, ambos en sus tiempos ofrecieron su gran aporte a las conquistas del equipo de ex alumnos en la Liga Universitaria. Con todos ellos, el CCC puede sentir el orgullo de contar con un récord seguramente inigualable en el Uruguay, nos animas a decir que no existe otra familia como ésta en la historia del fútbol uruguayo en cuanto a la cantidad y calidad de jugadores, todos ellos llevaron y llevan al Pío y al Centro Cristóbal Colón en sus corazones, no solo han sido excelentes jugadores , sino de los más activos dirigentes, buenos compañeros, buenos amigos, buenas personas, no siento temor de equivocarme si afirmo que los Bergara en alguna medida nos representan a todos y son parte de nosotros.

(Querido lector de esta sección, para el próximo número de noviembre-2011 ofreceremos la historia de los años sesenta y setenta de esta gran institución…los esperamos como todos los meses)

 

 

Cuantas veces corrí por tus veredas sintiendo como ese aire a eucaliptus ganaba mis pulmones, cuantas veces trepé las ramas de tus árboles intentando llegar al cielo en aquellas mañanas primaverales. Las distintas aulas de la Escuela 50 , vieron alguna vez como un par de ojos curiosos recorrían esa escuela grandiosa JUAN MANUEL BLANES. Cuantos domingos la canchita del Yegros vio correr a un niño flaquito que intentaba dominar la de cuero con sus amigos. Cuantas veces recorrí esos campos con una honda, saltando los charcos y las chilcas…Hoy cambiaste mucho COLON, otros niños ganaron todo lo que un día fue mío, esos mismos eucaliptos hoy se encariñan con otros niños, aquel niño creció tanto que está lejos de esos días, pero guarda en su corazón todo lo que un día recibió , por eso este es mi homenaje  COLON…(Julio C. Romero)
Para desarrollar este trabajo nos hemos valido de dos importantes libros con investigaciones de distinguidos historiadores – LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Villa Colón y su entorno (Aníbal Barrios Píntos) – COLON (Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)

EN EL PRINCIPIO FUE LA ESTANCIA DEL REY

Luego de la fundación de Montevideo, las tierras donde hoy se levanta Villa Colón se hallaban comprendidas en las pertenecientes a la Estancia del Cerro, situadas entre los arroyos Pantanoso y de las Piedras y los ríos de la Plata y Santa Lucía, según las diligencias de mensura realizadas por el piloto Francisco Javier Ferrer los días 24-25 y 26 de noviembre de 1791.
A partir de 1750, había sido instalada una guardia en la barra de este último río, por orden del comandante Francisco de Gorriti, en el intento de evitar los robos y ataques de los indígenas minuanes dentro de la jurisdicción montevideana .Esta estancia , una de las que comprendían las tierras y ganados pertenecientes al patrimonio real, había sido formada en 1730 , año en el cual se realizó el primer reparto de ganado a 13 familias del primer contingente de canarios arribado a Montevideo y a 9 de las 25 familias del segundo contingente. Como lo manifestara el primer gobernador de Montevideo José Joaquín de Viana, el establecimiento había sido fomentado con el ganado apresado a quienes lo introducían clandestinamente en Río Grande y en la Colonia del Sacramento. Luego de haber dado a los aprehensores su tercera parte y cedido a la estancia lo que a él le correspondía como juez , se destinaban mensualmente unas 60 reses a la manutención de los presos que realizaban las reales obras de fortificación de Montevideo. Dicha matanza había comenzado el 1° de enero de 1769… Cabe agregar que , cuando en 1757 , a su regreso de la Guerra Guaranítica, Viana recibe la Estancia del Rey , ésta tenía una dotación de 1.000 yeguas, 261 potros, 276 potrancas, 130 vacas y 77 terneros y terneras. Cuatro años después, según lo expresa la citada relación de servicios del gobernador de Montevideo , contaba con más de 3.000 cabezas de ganado vacuno, un número de yeguas que no se tenía en cuenta pues valían un real cada una, 300 potros para domar e igual número de potrancas. En enero de 1791 la Estancia del Cerro, llamada entonces también de la Caballada del Rey, estaba a cargo del capataz Miguel Pelagai y nueve peones, tres de ellos domadores. Sus salarios mensuales eran los siguientes : $ 15 correspondían al capataz ; $ 9 . a los peones y a los domadores , como peones especializados , $ 10.

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LA DÉCADA DEL 50 (Continuación)

LOS DOMINGOS DE MAÑANA

En una tradición que venía desde épocas inmemoriales, los juegos de fútbol del “Cristóbal” casi siempre se desarrollaron los domingos por la mañana por muchos años, también a primera hora se jugaba un partido que podríamos llamar de la “reserva” en horas tempranas de la mañana, hubo varias etapas en el Centro en que había tantos buenos jugadores que hacían más buenas campañas los equipos de reserva que enfrentaban alineaciones más débiles, que los propios jugadores del primero que jugaban a veces con muy buenos elencos adversarios, enseguida de la misa de ocho, era difícil para los muchachos que el sábado habían hecho alguna “salidita” y se habían acostado tarde, pegarse una “madrugada” para ir a la cancha y ponerse la camiseta para defender al Centro, en aquellas épocas había plantel de sobra y jugadores para rato, el problema era para quién elegía los titulares y los suplentes, estos últimos jugaban a primera hora, luego se quedaban por las dudas, por si alguno de los titulares no venía, y a lo mejor pegaban un doblete, y había que ir a misa, no había caso , en aquellas épocas los gurises chicos tenían derecho a ir al teatro para ver las películas, en tanto los ex alumnos del Centro para poder jugar los domingos también debían ir a misa, los partidos de fondo, los que jugaban en el primer equipo, terminaban pasadas las doce del mediodía, ¡¡¡ cuántos rezongos de las madres amas de casa !!!

Que el Centro jugara de mañana tenía la contra del frío del invierno en la primera hora, pero tenía varias ventajas, como casi los demás equipos del barrio jugaban de tarde, los vecinos de la zona se podían dar el lujo de ver dos partidos los domingos, el de la mañana en la “cancha de los curas” y el de la tarde…bueno allí había para elegir, podría irse a la cancha del Rampla, del 12 de Octubre, del Cine Club , del Centenario, del 4 Esquinas, del 1º de Mayo , del Estrella del Norte, de Las Glorietas, etc. etc. , las décadas del 40, 50 y 60 en ese sentido “fueron un lujo para la vista” o sea que al Centro lo veía mucha gente, otra de las ventajas era para los mismos jugadores, muchos de ellos jugaban de mañana en el Centro y de tarde en cualquiera de esos otros equipos de Villa Colón , o de Colón , Melilla, u otros barrios, y los más destacados jugadores en las inferiores de equipos profesionales. Es que en esas edades el jugador puede darse esos lujos que más adelante son imposibles. Al jugar casi siempre en su cancha, el Centro era las más de las veces locatario, el conocer la cancha implicaba innegablemente una ventaja, la cancha del Pío es muy grande, dentro de las máximas medidas reglamentarias, muchas veces los segundos tiempos eran decisivos para los triunfos del equipo locatario, porque “pasaban por arriba” a los rivales que se quedaban sin piernas, la verdad que en las buenas épocas, era muy difícil ganarle al Centro en su cancha. Como ya lo comentáramos, y los seguiremos apuntando, de las filas del CCC salieron innumerables jugadores de gran categoría futbolística, muchos de ellos alternaron en equipos de primera división de nuestro país, algunos emigraron a otros países, y varios también tuvieron el orgullo personal y la distinción para nuestro Centro de haber sido integrantes de selecciones nacionales.

(Querido lector con el próximo capitulo abordaremos lo que significaron los Bergara en el Centro Cristóbal Colón…)

 

 

 

 

 

 

 

 

Los Salesianos aceptan el ofrecimiento de FYNN

Quizá por las convicciones religiosas de Fynn , la sociedad que integraba ofreció el colegio al primer obispo de Montevideo vicario apostólico de la República Jacinto Vera y Durán , quien a su vez se interesó para que fuera administrado por religiosos salesianos , luego de haber declinado la oferta que les formularon los sacerdotes bayoneses de Betharam , por carecer del número requerido de profesores. Su pensamiento era el de apoyar vivamente la fundación de un seminario y un colegio superior universitario , para formación de la clase dirigente del país. El 22 de ese mismo mes fue aceptado el ofrecimiento, condicionado a que “la Sociedad donara y entregara el dominio absoluto del edificio y de las 40.000 varas cuadradas de terrenos circundantes” El 21 de setiembre de 1876 fue extendida la escritura ante el escribano público Carlos Casaravilla. En el predio delimitado por las calles Pérez y Marchena, Guanahani, Washington y Veraguas se fue levantando la iglesia pública , que fue dedicada a Santa Rosa de Lima, se dice que en homenaje a la esposa de Anacarsis Lanús, cuyo nombre era precisamente Rosa, y unido a la misma, el colegio. Una carta fechada en noviembre de 1876 del presbítero Juan Bosco , fundador de la orden religiosa de San Francisco de Sales, dirigida al obispo Jacinto Vera y Durán , informaba a éste que pronto partirían hacia Montevideo once misioneros ; cuatro de ellos eran maestros y cuatro , coadjutores, que podían ejercer el magisterio y dedicarse también a trabajos materiales. El 26 de diciembre de 1876 desembarcaron en Montevideo los salesianos. Antes de que llegaran, el encargado de oficiar misa los domingos era un sacerdote español que llegaba en tren a la estación Colón y luego era trasladado en tílburi hasta la capilla. El Colegio fue denominado PÍO , en homenaje a Pío IX que había estado en Montevideo por espacio de algo más de dos meses y medio, en 1824 y 1825 , cuando era el canónigo Juan María Mastai y desempeñaba las funciones de secretario el arzobispo Juan Muzzi, delegado pontificio de León XII ante el gobierno de Chile.

 



EL OBSERVATORIO METEOROLOGICO , LA SECCION ASTRONOMICA 

El 7 de mayo de 1882 fue inaugurado el observatorio meteorológico del Colegio Pío, con la presencia del entonces internuncio del Brasil y luego cardenal, Mario Moceni, del astrónomo P. Enrique Capelletti , de Enrique Fynn – uno de los donantes del edificio del Colegio Pío – y de distinguidas personalidades del país como los Dres. Juan Zorrilla de San Martín y Joaquín Requena . Asimismo, por estímulo de don Bosco, fueron fundándose una red de estaciones que cubrieron a lo largo del Océano Atlántico el área situada desde el grado 30 de latitud sur a la punta extrema de la América del Sur. Estas estaciones , en una época en la que era muy escaso el interés por las investigaciones meteorológicas en los países sudamericanos, fueron indudable beneficio para la agricultura y la seguridad de la navegación. En nuestro medio, los estudios y las observaciones que se realizaron en el Colegio Pío sobre los fenómenos atmosféricos, prosiguieron con instrumental más perfeccionado que las realizadas por la expedición Malaspina en Montevideo  , en el año 1789 y entre otros, por el presbítero Larrañaga , el general Reyes , Martín de Moussy , el doctor Serafín Rivas y Juan Moenkberg. Inicialmente el observatorio se encontraba en los fondos del Colegio , en una habitación construida expresamente. Al año siguiente, las instalaciones fueron trasladadas a una amplia torre de dos pisos situada al S.O. , del edificio , practicándose entonces las observaciones a 33 metros 27 centímetros sobre el nivel del mar y a 15 metros 60 sobre el suelo. Cabe agregar que la azotea de la torre se eleva a 23.20 metros sobre el suelo. Luis Morandi , oriundo de cómo, Lombardía , Italia, que fuera clérigo salesiano , estuvo a cargo del observatorio durante quince años, desde 1885 hasta 1900 , año en que fue creado el Observatorio Municipal de Montevideo, cuya fundación y dirección le fue confiada. El Gobierno , para mayor prontitud de los avisos, llegó a construir una línea telefónica de 10 Km. de extensión que unía el Observatorio del Colegio Pío con el edificio del Correo montevideano. 

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)

 

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LA DECADA DEL 50 (Continuación)

Datan de aquellos años encuentros de significación como un partido celebrado contra la selección de Maldonado en oportunidad de inaugurarse el Estadio Gines Cairo Medina, la selección fernandina había ya mantenido dos encuentros celebrando dicha inauguración y los había ganado ambos, incluido uno frente al linajudo Boca Juniors de Argentina, el Centro Cristóbal Colon tiene el honor de ser el siguiente adversario, al enfrentamiento el equipo del CCC concurre con algunos refuerzos para ser un digno contrincante, dos de los participantes de ese encuentro, Reine Brasil y Edison Lupo, capitán en ese partido nos aportan datos muy interesantes, hay fotografías que acreditan la presencia de la delegación de exalumnos del Pio en los “lares” de la capital fernandina, el Padre Garín al frente, algunos socios “mayorcitos” para darle seriedad a la cosa como don Adhemar Reyno, Domingo “Vasco” Giust, Juan “Pocho” Montiglia, Washington “Pocho” Abreu, Narciso Viana, Raul Volonte, y luego toda la “barra de muchachos” unos como jugadores y otros como hinchas, el equipo que ingreso al campo de juego para iniciar el encuentro lo integraban “Pocho” Robinson, Julio, Reine y Neneco Brasil, Monreal y Toto Lupo, Alberto Bergara, Alfredo Sosa, Juan Mayor,Mario Bergara y el “Raton” Sturchio, reforzando el plante Carlos Enríquez (arquero de Wanderers) Luis Gamio,Ignacio Bergara y Mongrell (jugador de Defensor) Marotti (jugador de Defensor) y Víctor Homero Guaglianone (jugador de Wanderers) el encuentro fue arduamente disputado, la selección de Maldonado tenia un gran equipo y no quería perder el invicto frente a un equipo “desconocido” sin embargo la gran calidad de la mayoría de los jugadores de Villa Colon hicieron posible que el resultado final fuera de victoria para los nuestros. Otro partido trascendente e internacional fue el que se jugo en la ciudad de Bage en el año 1954 celebrando el 7 de setiembre la fecha patria brasileña, contra un equipo de exalumnos salesianos de esa ciudad, el partido de reservas finalizado a favor de los locales, pero el enfrentamiento de los primeros equipos resulto accidentado y no pudo culminar, Mariolo estaba haciendo de las suyas, enloqueciendo a la defensa rival, un foul alevoso contra nuestro gran jugador y la respuesta de Walter Duran que sale a “vengar” al lesionado, provocando una seria trifulca que solo por la presencia de los “curas” pudo cortarse a tiempo, aunque derivo en la conclusión del partido antes de tiempo. En aquellos años, el plantel de jugadores del Centro era tan grande e importante que incluso hay fotografías de la época que atestiguan equipos de reserva integrados con “gurises” recién salidos de los cadetes: José Valinott, “Coco” Albín, “Chiche” Spoturno, Nacho Bergara, Toto Lupo, Chueco Ichuste, Guillen, Fuentes, Alfredo Sosa, Alberto Bergara y Navia.
Mas adelante, pero siempre en la década de los cincuenta nos encontramos con ina integración en la que aparecen los tres hermanos Sosa, el Pocho, el Tarta y el Alfredo junto a los Bergara Ignacio y Alberto, los Ongay Lito y el Vasco, mas el “Grillo” Ávila, Luis Pacuariello, “Mingo” Rodríguez, Roberto Camino y Enrique Inchusti.

 

LAS VENTAS DE TERRENOS

El 19 de abril de 1872 se pusieron en venta por primera vez los solares de Villa Colón, con frondosas alamedas y sobre todo , “aguas corrientes”. La oferta era tentadora, según lo difundía un aviso inserto en “El Siglo” : “Todo el que compre un solar tendrá derecho a toda el agua que quiera sin gastos de ninguna clase, por el término de cuatro años y medio , o se hasta 12 de octubre de 1876. Esta inmensa ventaja no puede desconocerse. Un aljibe de cien pipas cuesta quinientos pesos, lo que quiere decir que comprando un área de dos mil a cinco mil varas se tiene el terreno de valde y solo se paga el aljibe”. La sociedad vendedora había sucrito un contrato con su similar de Aguas Corrientes , por el cual le estaba prohibido a ésta expender agua del caño que surtía Villa Colón en un radio de media legua de dicha localidad, por ser de su exclusiva propiedad. Los terrenos puestos en venta pública, perfectamente cercados, libres de animales y macadamizados , eran los situados a ambos lados de la avenida que conducía de la estación Colón hasta el puente de material construido por la sociedad sobre el Pantanoso. La Sociedad “Villa Colón” se reservaba la venta de los terrenos situados sobre la margen derecha de este arroyo, hasta que se establecieran medios fáciles y cómodos de locomoción, e incluso la edificación de un hotel  cuyo plano se encontraba en ejecución. A mediados de noviembre de 1872 , Madero Perdriel y Cía anunciaban el próximo remate- inauguración del Pueblo de Recreo “Villa Colón” Subrayaban que no debían ser arrancadas flores o plantas de los jardines. Días después , el 21 de noviembre, aparecía un nuevo aviso. Vale la pena su transcripción parcial, con la grafía de la época, como testimonio de los anuncios publicitarios de aquel entonces: La venta de los veinte lotes de terrenos fue exitosa y se realizó por un total de 35.000 varas cuadradas. Los compradores fueron José Parejas, para Gabriel Real de Azúa, Ildefonso García Lagos y J. Píriz. Las correspondientes escrituras fueron autorizadas desde el 5 de diciembre de 1872 al 24 de abril de 1873 . El último de los compradores fue la empresa Lezica, Lanús y Fynn , de las Aguas Corrientes de Montevideo.



UNA AVANZADA DE CULTURA – EL COLEGIO PÍO

El origen de “La educación del Pueblo
La REFORMA escolar se iba a iniciar con un racionalismo agresivo. En el curso de una polémica sobre Francisco Bilbao, que se extendió en la prensa montevideana en los tres últimos meses de 1866 , documentaba José Pedro Varela ,como lo advirtiera Arturo Ardao, la primera fase de su evolución filosófica. Años después , en 1874 , la sociedad Lezica, Lanús y Fynn se dirigió a la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, creada en 1868. Concretamente le solicitaba un plan de estudios para el funcionamiento de un Colegio Superior en Villa Colón , cuyo terreno y edificio donarían a tales propósitos. Como es notorio , ante el informe redactado por José Pedro Varela, la Sociedad Amigos de la Educación Popular resolvió publicarlo. Este es el origen de “La educación del pueblo” , que lo vincula con Villa Colón. Contradictoriamente, en el libro de Varela se planteaban los principios de escuela obligatoria, gratuita y laica y el colegio de Villa Colón, poco tiempo después se iniciaba en calidad de escuela católica y con clases pagas, salvo algunas excepciones.
Los Salesianos aceptan el ofrecimiento de FYNN
Quizá por las convicciones religiosas de Fynn , la sociedad que integraba ofreció el colegio al primer obispo de Montevideo vicario apostólico de la República Jacinto Vera y Durán , quien a su vez se interesó para que fuera administrado por religiosos salesianos , luego de haber declinado la oferta que les formularon los sacerdotes bayoneses de Betharam , por carecer del número requerido de profesores. Su pensamiento era el de apoyar vivamente la fundación de un seminario y un colegio superior universitario , para formación de la clase dirigente del país. El 22 de ese mismo mes fue aceptado el ofrecimiento, condicionado a que “la Sociedad donara y entregara el dominio absoluto del edificio y de las 40.000 varas cuadradas de terrenos circundantes” El 21 de setiembre de 1876 fue extendida la escritura ante el escribano público Carlos Casaravilla. En el predio delimitado por las calles Pérez y Marchena, Guanahani, Washington y Veraguas se fue levantando la iglesia pública , que fue dedicada a Santa Rosa de Lima, se dice que en homenaje a la esposa de Anacarsis Lanús, cuyo nombre era precisamente Rosa, y unido a la misma, el colegio. Una carta fechada en noviembre de 1876 del presbítero Juan Bosco , fundador de la orden religiosa de San Francisco de Sales, dirigida al obispo Jacinto Vera y Durán , informaba a éste que pronto partirían hacia Montevideo once misioneros ; cuatro de ellos eran maestros y cuatro , coadjutores, que podían ejercer el magisterio y dedicarse también a trabajos materiales. El 26 de diciembre de 1876 desembarcaron en Montevideo los salesianos. Antes de que llegaran, el encargado de oficiar misa los domingos era un sacerdote español que llegaba en tren a la estación Colón y luego era trasladado en tílburi hasta la capilla. El Colegio fue denominado PÍO , en homenaje a Pío IX que había estado en Montevideo por espacio de algo más de dos meses y medio, en 1824 y 1825 , cuando era el canónigo Juan María Mastai y desempeñaba las funciones de secretario el arzobispo Juan Muzzi, delegado pontificio de León XII ante el gobierno de Chile.

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LA DECADA DEL 50 (Continuacion)

En estos últimos tiempos el Centro Cristobal Colon no interviene en campeonatos, salvo los organizados por los propios salesianos, el resto de los encuentros eran con equipos de gran valia futbolística, con los cuales se tenia generalmente una buena relación, era tradicional jugar todos los años con un mismo grupo de equipos los ya nombrados y en determinadas fechas de trascendencia se organizaban encuentros con equipos de mayor jerarquía como Nacional y Peñarol, que venían integrados con jugadores veteranos, o juveniles, o una mezcla de ambos, o con el equipo de la Mutual Uruguaya, estos encuentros daban lugar a juegos de gran intensidad y emoción, con una gran afluencia de publico, quedando para el mejor de los recuerdos de quienes tenían la suerte de ser testigos de los mismos. En general hubo épocas en que se trataba de no competir con los clubes del barrio y de la zona, experiencias desafortunadas de ese tipo de encuentros, decidieron a los salesianos a renunciar a esta clase de partidos, porque se prefería mantener una buena relación con las demás instituciones deportivas vecinas, que con estos incidentes se ponían en riesgo. De la década del 50 ademas de los ya nombrados, resaltamos nombres de los jugadores mas salientes como Reine Brasil, jugador que luego actuo en River Plate, Nacional, Defensor y Colon, siendo seleccionado uruguayo, lo mismo que Baudilio Jauregui , quien jugara en el CCC a finales de los 50 y parte de la década siguiente, el que también tuvo una gran trayectoria, tanto a nivel nacional como internacional, jugo en Defensor, en River Plate argentino e integro en varias oportunidades el seleccionado uruguayo, Alfredo Sosa que milito en el Montevideo Wanderers y posteriormente fue contratado por clubes españoles, también viajaron a la madre patria otros dos grandes jugadores nacidos en el futbol del Colegio Pio y el Centro Cristobal Colon, los hermanos Ignacio y Alberto Bergara, ambos seleccionados uruguayos juveniles, pasaron del Racing Club de Montevideo al Mallorca de España, donde transcurrió luego toda su intensa y exitosa actividad deportiva en clubes de importancia como el Sevilla , Español de Barcelona , etc.
Por estos años se producen encuentros con los exalumnos salesianos del Colegio de Juan Lacaze, de lo cual existen también documentos fotográficos, actores de esos encuentros nos comentan que se desarrollaron en esta década, con partidos de ida y vuelta, lo que aconteció al menos en dos o tres oportunidades, siendo motivo de grata confraternidad deportiva y social. Integraban nuestro equipo Volonte, el “Tarta Sosa” y Ongay, Monreal, Reine Brasil y Walter Duran, el “Grillo”  Avila, Luis Pascuariello, Juan Mayor, Mariolo Bergara y Alfredo Sosa.

 

OTRA VEZ GIOT

Cuando la crisis de la Sociedad Lezica, Lanús, y Fynn , don Perfecto Giot recupera terrenos que había vendido a la Sociedad de los hermanos Guerra. Es así que la labor de embellecimiento que esta a su cargo no se detuvo, aunque ahora la hacía en tierras de su propiedad, procurando salvar, a costa de sus recursos personales, la obra tan enjundiosa, en la que , sin embargo, habían naufragado dos sociedades fuertes , bien intencionadas , con obras importantes. Comenzó don Perfecto por abrir una calle paralela a la Avda. Lezica , a la que puso su nombre (hoy es la calle Lanús) y casi junto al Pantanoso erigió un edificio que destinó a hotel con un servicio muy superior al que la hotelería en general ofrecía a su clientela. El edificio estaba en un frondoso parque , - el nombre del complejo, era HOTEL PARK GIOT – y había un lago, llamado de las aguas dormidas, en la que se criaban  y desarrollaban peces de colores, cisnes con su galanura para desplazarse en el agua, plantas acuáticas de bonitas flores. En el Parque la flora era exuberante. Pinos, casuarinas, araucarias, palmeras (traídas desde Castillos) , aromos , acacias, en fin una serie interminable que Giot se había preocupado, con esmero, conocimientos y gusto , de plantar con su servicial “Jean Pierre”. Para no quedarse solo en la forestación , creó una especie de zoológico, con cebras, alpacas, llamas, monos, avestruces y , en grandes pajareras, aves canoras de melodiosos cantos. Como desde el Camino Nacional al  Hotel había una considerable distancia, el señor Giot dispuso de dos tranvías tirados por yuntas de pesados trotones, comodidad que ofrecía gratuitamente a los turistas y visitantes de su establecimiento. Cuando Giot, ya vencido por los años, expiró el postrer suspiro, con él se fue el último de los creadores y sostenedores la gran obra. Se fue el primero en comprar grandes extensiones confiado al futuro y cuando traspasó sus bienes a la Sociedad de los Hnos Guerra, siguió en la misma tesitura de pionero avanzado, al igual que hizo cuando  de los Guerra, la propiedad pasó a manos de Lezica , Lanús y Fynn.
La sucesión de hechos determinantes fue de una rapidez vertiginosa.
1860 – Se establece Giot en la zona, crea su cabaña “Rambouillet” e inicia la plantación de árboles.
1867 – En abril se coloca la piedra fundamental del Ferrocarril Central del Uruguay, en cuyo ramal Montevideo-Las Piedras, se construirá la Estación Colón , única prevista en el tramo.
1867 – En mayo los hermanos Guerra compran a Giot alrededor de 70 hectáreas.
1867 – En diciembre, el gobierno otorga a Enrique Fynn la concesión para el aprovisionamiento de aguas corrientes a Montevideo. La cañería troncal pasa en las proximidades de la futura Villa Colón.
1868 – Se constituye la Sociedad Cornelio Guerra Hnos. con el fin de fundar un pueblo de recreo en el paraje conocido como “de Giot” , seguramente en base a dos obras fundamentales para un poblado, como son el ferrocarril y las aguas corrientes.


(Hasta aquí utilizamos material de  COLÓN  - Autores Fernando O. Assuncao – Iris Bombet Franco)

 

 LAS  DECADAS DE LOS TREINTA Y LOS CINCUENTA  (continuación)

El año 1954 no es menos brillante, el equipo se consolida y tanto el primero como la reserva consiguen resonantes triunfos, al Club San Gregorio se le gana por 2 a 0 al Centenario de Sayazo por 4 a 1 , al Uruguay Sport 6 a 0 y en reserva 2 a 0 , al Centro de Juan Lacaze 2 a 0 , empatando las reservas 1 a 1, se pierde contra el Padre Albera de La Teja por 2 a 1 ganando al Centro de Sayazo por 4 a 1. Finalmente en un gran campeonato cuadrangular se empata 0 a 0 con el Cardenal Cagliero, vencen en revancha al Centro de La Teja por 5 a 1 y al Centro Sayazo por igual store, al Club Obligado 3 a 1 y la final con Talleres don Bosco finaliza 3 a 2 obteniendo nuestro Centro una copa en propiedad por los reiterados triunfos en los tres últimos años. En el final de este año tan fructífero se logra un empate a 1 con el Centro Melilla. Se da este mismo año la primera conquista de importancia de un equipo de “cadetes” los famosos CCCC formado por alumnos de los últimos años del Colegio y los exalumnos de las últimas generaciones que conquistan el campeonato organizado en homenaje al Director del Pío. Los años que se suceden resultan muy similares, la cantera inagotable de nuevos y buenos jugadores resulta abrumadora, los muchachos del barrio se muestran cada vez mas interesados en arrimarse “al cuadro del Colegio”, muchos buenos jugadores del barrio no eran exalumnos del Pío, pero que se asociaban al Centro Cristóbal Colon porque estaban integrados a la obra salesiana a través del oratorio , y que jugaban en otros equipos de Villa Colon eran atraídos por el deseo de integrar el plantel tan importante, en esos tiempos jugando en su cancha el Centro era casi imbatible, esa fama hacia que los domingos de mañana el borde de la cancha estuviera totalmente repleto de gente, venían vecinos de Melilla, de Colon y de otros lugares a mirar los partidos. En 1955 se le gana a un equipo de Españoles, Flandes Textil en dos ocasiones, Hogar Universitario Maturana, Club Las Palmeras, se empata con Banco Internacional y la única derrota de todo el año ante Excursionistas. En 1956 comienza el año designándose director técnico a Reine Brasil, gran jugador de aquellos tiempos, y ayudante a Julian Ongay, el plantel es tan bueno y extenso que se buscan rivales para jugar dos encuentros, la mayor parte de los resultados son favorables ante equipos como San Pablo, Juvencio, Centro Pérez Castellanos, Centro Bimbolino, Centro La Merced, Escuela Militar, Escuela Técnica Aeronáutica y Centro Pío XII , se perdió ante grandes equipos como Mar de Fondo y Centro Monseñor Lasagna, empatando con La Coruña 0 a 0. Recordamos integrando estos planteles a los tres hermanos Sosa Mendieta, Luis Pascuariello, Juan Ávila, Jorge Duffau, todos ellos jugadores de Rampla de Villa Colon el ultimo de los nombrados se integrara para siempre al Centro siendo primero jugador y luego dirigente fundamental de las décadas venideras , de estos mismos tiempos aparecen Sturchio, Miguel Baute, Edison Luppo, Francisco Acosta.

Queridos lectores esto no termina aquí , lo invitamos a seguir con esta historia con el numero de RAICES del mes de Julio 2011)

 

 

 

 

LA NOMENCLATURA INICIAL

El primer plano de la villa fue levantado en octubre y noviembre de 1968 por el agrimensor y oficial de la marina francesa Pierre D Albenas, quien también se encargó de su delineación. Anteriormente había confeccionado un plano de la ciudad de Montevideo y sus alrededores, publicado en París, en 1867 . El amanzanamiento realizado por D Albenas estaba formado por 32 parcelas, separadas entre sí por un espacio de 17 metros, que constituían las calles. A partir del extremo oeste fueron denominadas Veraguas, Guanahani, Pinta, Santa María, Niña, y Fulton. El amanzanamiento finalizaba en forma irregular en las inmediaciones del arroyo Pantanoso ; las transversales a estas calles llevaban los nombres siguientes : Gioia, Gutenberg, Pérez Marchena, Washington y Franklin. Se distinguía con la denominación de Isabel 1ª. La principal avenida de acceso a Villa Colón , hasta su intersección con la calla Pérez Marchena. Se rendía así homenaje a la reina de Castilla, que tanto había colaborado con la empresa de Colón. Un nuevo plano levantó en 1873 el agrimensor Yeregui , por orden de la Sociedad “Villa Colón” . En él figura parcelado todo el terreno disponible existente entre el camino que unía Las Piedras con La Tablada nueva e incluso entre el camino de Montevideo a Las Piedras, que desde ese momento lleva el nombre de Lezica, presumiblemente porque debían existir tratativas de compra entre su empresa y la de “Villa Colón”. Nuevas calles se tienden y la nomenclatura sufre alguna alteración. Otro plano, de 1874 , esta vez levantado por orden de Lezica, Lanús y Fynn , introduce otras incorporaciones a los nombres de las vías de tránsito de la localidad.

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)
LA CRISIS DE LA DECADA DE LOS 70

La crisis de 1872 inició un deterioro de la economía que se fue incrementando con la derrota mitrista de 1874 en Buenos Aires y los trastornos que en Uruguay provocaron el motín contra el Presidente Ellauri y los sucesos de 1875 “Año Terrible” que viene tras la Revolución Tricolor. La Situación lleva a la Sociedad de Lezica , Lanús y Fynn , a un delicado estado que la obliga primero a solicitar moratoria y luego la quiebra y disolución. Deja , por cierto , tras de sí , una trayectoria saneada en cuanto al notable impulso que ha dado a la zona. Pavimentación de avenidas , la Iglesia, la Escuela, los edificios que hoy ocupan el Colegio Pío y el Santuario de María Auxiliadora, la macadamización de calles, en fin un largo proceso de desarrollo progresista que , al desaparecer la sociedad , entre en una inercia preocupante. Es cuando vienen a poblar Villa Colón , muchos hombres de origen italiano especialmente, con escasos recursos materiales pero con una voluntad férrea de trabajo que junto al ahorro les va permitiendo agregar parcelas a sus quintas, donde cultivan árboles frutales, en particular la vid que no sólo les permite su manutención sino que van formando la vitivinicultura, una nueva industria que con Vidiella a la cabeza, convertirá con el tiempo a la zona en abanderada de los buenos vinos nacionales, dando a sus esforzados cultores la responsabilidad de tomar a su cargo- desaparecidos los creadores y sus seguidores- el patrimonio común de una Villa que sus habitantes aman y disfrutan.

LA DECADA DEL 50 (continuación)

…y la nueva cancha se inauguro con un extraordinario partido jugado en noviembre de ese año por CCC contra un equipo de jugadores de la Mutual Uruguaya de futbolers profesionales, de reciente creación, e integrado por una verdadera selección uruguaya, entre otros el arquero Borghini , los defensas Cardozo, Bermúdez , Posamay , Luz, y delanteros como Franco, Latuada , Roberto Porta y el famosísimo goleador Atilio García, una enorme afluencia de publico rodeaba el nuevo field y el resultado final fue de 3 a 1 a favor de los visitantes, quedo para la historia que el primer gol en esa cancha lo convirtió con golpe de cabeza el “Bigote” Atilio García, y que el primer gol de un jugador del Cristóbal Colon fue obra de Juan Ángel “Pocho” Montiglia. Por entonces el equipo que tenia el Centro Cristóbal Colon era de gran calidad técnica y de una fuerza defensiva resaltable, alternaban como arqueros Caino , Volante , Robinson y Radiche , actuaban en la defensa los hermanos Ongay, Izquierdo que luego jugara en Peñarol, Seehabiague, Monreal, Walter Duran, los hermanos Maurelli, en línea delantera Osorio, Fasana, Ripio, Alza , Juan Mayor que alternara en Liverpool , Juan José Conti y ya se comenzaba a perfilar la figura de un joven jugador, dotado de una gran habilidad que se convertiría en una estrella de fútbol nos referimos a Mario Bergara. Entre los años 1951 , 52 y 53 se sucede una “etapa de oro” en el fútbol de CCC, en esos tres años el equipo de exalumnos del Pío se corona campeón de los torneos de exalumnos salesianos jugando tres grandes finales con el Centro Padre Gamba de los exalumnos de los talleres Don Bosco, en el Parque Saroldi, la cancha de River Plate, se le gana 3 a 1 , según la versión del golero del Centro Pocho Robinson, ganaba el equipo de Talleres uno a cero y al final el CCC remonta el store , y a los pocos días de este resonante triunfo el director del Colegio Pío el Padre Rivero envía al director de Talleres, el Padre Cesar Fernández, un obsequio : tres hermosos Zapallos!!!
Al año siguiente la final es contra los exalumnos del Colegio de La Teja jugando en la nueva cancha del Colegio Pio, y se repite la hazaña, un plantel formado por Caino, Ongay, Roque Gervasio, Ricardo Maurelli, Echarry, Sehabiague, Osorio, Bergara, Ripio, Mayor y Conti, con la participación de suplentes de gran valía como Antonio Dulcini, Monreal, Volante, Abreu, vuelven a conquistar el torneo superando a los conjuntos de San Pedro, San Juan y el Centro Artesano de Talleres don Bosco, también se juega en Las Piedras en el Estadio San Isidro y la restante en la Escuela Agrícola Jackson del Manga contra los dueños de casa, donde se gana por 1 a 0 en un encuentro donde el arquero suplente de nuestro Centro , Roberto “Caníbal” Volante, suplanta a los cinco minutos de iniciado el partido al titular Caino que se lesiona, y tiene una actuación sensacional, atajando todo, y salvando un gol cantado con una atajada para el mejor de los recuerdos…

(Querido lector no olvide que todos los meses contara con un capitulo mas de estos apasionantes relatos sobre la Historia del Centro Cristóbal Colon …lo esperamos)

 

INTEGRACIÓN DE LA SOCIEDAD FUNDADORA

La Sociedad “Villa Colón” , constituida el 22 de octubre de 1868 , fue formada con un capital de $ 230.000 suscritos por Cornelio Guerra Hnos. y Cía Perfecto Giot , Jacobo A. Varela, José Sosa Díaz, Belgrano Hnos. , Juan R. Gómez , Carlos Uriarte, Duncan Stewart, A. Lermitte, Tomás Urrutia, Manuel Acevedo, Carlos Muñóz, Gabriel Real de Azúa , José Peñalva, Joaquín M. da Silva , Julio Mendeville , Manuel Pereira , Miguel César , Román Fernández , Ramón Villarnobo, E. Courras, Martín Allende , Isidro Fynn , Saráchaga y Cía. Y José María Guerra. Cornelio Guerra y Perfecto Giot , además de su calidad de iniciadores y directores de la sociedad, desempeñaron los cargos de gerentes de la misma, quedando a cargo del primero de los nombrados la tesorería de la sociedad.

LA NOMENCLATURA INICIAL

El primer plano de la villa fue levantado en octubre y noviembre de 1968 por el agrimensor y oficial de la marina francesa Pierre D Albenas, quien también se encargó de su delineación. Anteriormente había confeccionado un plano de la ciudad de Montevideo y sus alrededores, publicado en París, en 1867 . El amanzanamiento realizado por D Albenas estaba formado por 32 parcelas, separadas entre sí por un espacio de 17 metros, que constituían las calles. A partir del extremo oeste fueron denominadas Veraguas, Guanahani, Pinta, Santa María, Niña, y Fulton. El amanzanamiento finalizaba en forma irregular en las inmediaciones del arroyo Pantanoso ; las transversales a estas calles llevaban los nombres siguientes : Gioia, Gutenberg, Pérez Marchena, Washington y Franklin. Se distinguía con la denominación de Isabel 1ª. La principal avenida de acceso a Villa Colón , hasta su intersección con la calla Pérez Marchena. Se rendía así homenaje a la reina de Castilla, que tanto había colaborado con la empresa de Colón. Un nuevo plano levantó en 1873 el agrimensor Yeregui , por orden de la Sociedad “Villa Colón” . En él figura parcelado todo el terreno disponible existente entre el camino que unía Las Piedras con La Tablada nueva e incluso entre el camino de Montevideo a Las Piedras, que desde ese momento lleva el nombre de Lezica, presumiblemente porque debían existir tratativas de compra entre su empresa y la de “Villa Colón”. Nuevas calles se tienden y la nomenclatura sufre alguna alteración. Otro plano, de 1874 , esta vez levantado por orden de Lezica, Lanús y Fynn , introduce otras incorporaciones a los nombres de las vías de tránsito de la localidad.

(Hasta aquí utilizamos material de libro Los Barrios de Montevideo tomo III VILLA COLON Y SU ENTORNO – Autor Aníbal Barrios Píntos)

 

 

LA SOCIEDAD “VILLA COLON”

El 22 de octubre de 1868, ante el inminente establecimiento de los servicios ferroviarios en la zona, por iniciativa de Cornelio Guerra y Perfecto Giot se había formado la Sociedad “Villa Colón” , con el objeto de fundar un pueblo de recreo sobre el Pantanoso, cuyo terreno fue adquirido al segundo de los nombrados en el precio de $ 130 la cuadra, incluyéndose asimismo en la transacción un terreno cercano a Las Piedras , cuya área era de 137 cuadras y fue avaluado en $ 16.000. Como consecuencia de la finalización de la llamada Guerra Grande se había producido un considerable aumento de población en la República, especialmente en Montevideo. Luego de los sucesos sangrientos posteriores a la renuncia del General  Venancio Flores y como consecuencia de la elección del presidente general Lorenzo Batlle, se había restablecido la confianza. Paralelamente se produjo un acrecentamiento de las actividades económicas del país. La Sociedad “Villa Colón” va a ser de las primeras organizaciones de ventas de terrenos instituidas en Montevideo. Inicia sus actividades en el mismo año en que la sociedad “Fomento Territorial” , fundada en 1867 , comenzaba la venta de terrenos en el nuevo pueblo denominado “Campos  Elíseos” en las cercanías del Paso del Molino.

INTEGRACIÓN DE LA SOCIEDAD FUNDADORA

La Sociedad “Villa Colón” , constituida el 22 de octubre de 1868 , fue formada con un capital de $ 230.000 suscritos por Cornelio Guerra Hnos. y Cía Perfecto Giot , Jacobo A. Varela, José Sosa Díaz, Belgrano Hnos. , Juan R. Gómez , Carlos Uriarte, Duncan Stewart, A. Lermitte, Tomás Urrutia, Manuel Acevedo, Carlos Muñóz, Gabriel Real de Azúa , José Peñalva, Joaquín M. da Silva , Julio Mendeville , Manuel Pereira , Miguel César , Román Fernández , Ramón Villarnobo, E. Courras, Martín Allende , Isidro Fynn , Saráchaga y Cía. Y José María Guerra. Cornelio Guerra y Perfecto Giot , además de su calidad de iniciadores y directores de la sociedad, desempeñaron los cargos de gerentes de la misma, quedando a cargo del primero de los nombrados la tesorería de la sociedad.

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LAS DECADAS DE LOS TREINTA Y LOS CUARENTA (continuación)

No podemos dejar de mencionar la hazaña que protagonizaron un puñado de muchachos de Villa Colon y del Colegio Pío en el año 1930, uno de los equipos que participo del 1er. Campeonato Mundial de Fútbol celebrado en Uruguay fue la representación de México, la delegación azteca se alojo en nuestro barrio ocupando las instalaciones del Hotel Montecarlo en las orillas del arroyo Pantanoso. Buscando un lugar cercano donde realizar entrenamientos, se dirigieron al Colegio Pio aspirando obtener la cesión en préstamo de las canchas de fútbol que en esos tiempos estaban situadas en la manzana comprendida por las calles Lister, Guanahany, Veraguas y Camino Melilla, frente al campo de pastoreo de Taran, en ese predio existía un mirador, una estatua de la Virgen Maria Auxiliadora y en una tribuna un pequeño palco con techo de chapas de zinc. En esas canchas allá por el año 1923 el seleccionado uruguayo practico preparándose para concurrir al año siguiente a las Olimpiadas de Francia. Los Salesianos ceden el campo de juego a los mexicanos, ofrecen además un encuentro de fútbol con un grupo de jóvenes ex alumnos que harían de “sparrings” a los mundialistas, los dirigentes mejicanos dudaron al principio en concertar un juego con rivales tan débiles y jóvenes, pero aceptaron finalmente a tomar a estos aficionados como voluntarios para ejercitar a sus jugadores. El resultado del partido quedo en la leyenda, no figuran registros fieles, pero lo seguro es que la sorpresa que se llevaron los mejicanos fue tremenda y abrumadora, recibieron una gran goleada y una exhibición de fútbol fantástica de un grupo de jóvenes de un barrio alejado del centro de Montevideo : Villa Colon.
Para el año 1931 la Liga vuelve a invitar al CCC a participar del torneo pero se contesta negativamente la invitación. Son también nombres de aquellas épocas del 30 y pico los de Luís Perrone, “Lito” Silva, Héctor Porto, en 1934 aparece en el seno de la directiva una discusión referida a la propuesta del directivo Mario Berruti de nominar al equipo de fútbol Unión Atlética Cristóbal Colon, los señores Fioroni y Ferrando se oponen a esa idea y el propio Presidente Luís García Pardo es contundente en expresar que el equipo no puede tener otro nombre que Centro Cristóbal Colon ; por si quedaran dudas en cuanto a las dificultades de desarrollar el balompié en aquellos tiempos, en 1936 se consigna en un acta la prohibición del fútbol en la cancha del Centro, mas adelante, entrando en la década del 40, mas precisamente en 1943 se aprovecha una instancia favorable y el directivo Juan Porto anuncia que se esta organizando el tean de fútbol, solicita por tanto autorización para realizar partidos con cuadros de esta localidad y Centros de Ex alumnos, dice el acta que “se aprueba el informe y se concede el permiso” , así comienza un periodo fructífero, Luis Echarri compra un botiquín para el equipo, se concreta una suscripción entre los allegados para comprar camisetas y el Director del Pío Padre Cesar Fernández consigna que el cuadro solo puede ser integrado por socios. Se participa y se gana en forma invicta un campeonato intercolegial y se destaca la actuación del capitán Elidoro Izquierdo, se juega contra un equipo de Sayazo y otro de los Talleres don Bosco y desde el Colegio llega un reglamento al que deben someterse los jugadores de fútbol, de una gran rigurosidad , para poder jugar se debian cumplir con varias instancias de asistencia a oficios religiosos…

(Queridos lectores de Raíces , los esperamos todos los meses para leer esta sección con toda la historia de uno de los clubes mas antiguos de nuestro país…)

PARTE 2

…el paseo de fin de año de 1943 en Punta Yeguas culmino con la entrega de premios a los campeones de fútbol. Al año siguiente, el club Rampla Juniors de Villa Colon inaugura su campo de juego e invita a nuestro Centro a disputar el primer partido, dando lugar a un gran encuentro y una fiesta de confraternidad, actuaban en esa época los hermanos Ramón y Francisco Fernández, luego jugadores de Racing, Ebelio Hernández en River Plate, y los hermanos Dimas y Braulio Ipuche, Eduardo Freire, Luís Di Clemente , Pedro y Piti Bustos, Pedro Vico, Roque Gervasio, Pepe Ripio, Restaino, Mármol y apareciendo hacia el final de la época Maurelli, Ildefonso Vera y Ongay y otros mas. Entre quienes nos aportaron datos para realizar este trabajo, figura otro gran jugador que se iniciara en la década del 40, Juan Ángel Montiglia, el era delantero, y nos comenta de su orgullo al integrar una línea del avance del Cristóbal Colon en un campeonato jugado en el año 1947 en la cancha del For Ever, el era el puntero derecho y el resto del quinteto de avanzada lo integraban Juan Carlos Balizoni, los hermanos Francisco y Ramón Fernández y Roque Gervasio. La cancha del For Ever era utilizada a menudo debido a las dificultades o negativas para el uso de las que tenia el Pío, por esos años otra vez se complicaba el panorama para desarrollar encuentros, y mucho menos campeonatos, en esa cancha se juegan partidos con el Centro de Sayazo, con un equipo de la Acción Católica y se realiza un match nocturno con el Rampla de Villa Colon, también se realiza un partido en la ciudad de Las Piedras con un equipo del Liceo al que se le gana por 2 a 0 en tanto que al año siguiente se juega el tercer encuentro con el Rampla ganando por 5 goles a 3 , en 1949 se organiza un campeonato por el Racing Club de Montevideo en su campo de Sayazo y nuestro equipo logra el Vice Campeonato. Otro aspecto resaltable de aquellos primeros tiempos del fútbol nuestro era la participación activa incluso como jugadores de los propios salesianos, quedando en el recuerdo nombres de algunos de ellos que “según cuenta la leyenda” eran extraordinarios jugadores, que bien pudieron jugar en primera división, el caso del padre Juan Bonmesadri es uno de ellos, quienes lo vieron jugar sostienen que era un defensa impasable , y que a pesar de su corta estatura, por su gran agilidad resultaba un gran cabeceador. Mas adelante en el tiempo el Padre Ferrando como excelente arquero, el cura paraguayo Monteleone, Villagra, y ya mas cercanos Landa, Sobinsky, Tejero…, los curas jugaban de sotana…se la arremangaban y meta pata…

LA DECADA DEL 50

Y llegamos al año 1950 , la euforia que significo la conquista del Campeonato del Mundo en la final de Maracaná corrió por todo el Uruguay, en el Colegio Pío, se acepta que el Centro de Exalumnos pueda utilizar las canchas los domingos de mañana, el P. Director les solicita que en cuanto a su indumentaria sean muy prudentes, exigiendo que los pantalones de fútbol sean al “estilo ingles” apenas por encima de las rodillas, se suceden en ese año encuentros con varios equipos destacándose los disputados ante el club Boinas, el club Centenario de Villa Colon y EGAM , los salesianos ceden los terrenos de la manzana donde estaban las primeras canchas de fútbol, esta circunstancia obliga a los dirigentes del Centro de ex alumnos a luchar por construir un nuevo campo deportivo y es por el impulso decidido y fundamental del Presidente del Centro Cristóbal Colon de esa época Ángel “Tito” Maurelli, secundado por Pedro Giust , y el apoyo del novel Director del Colegio Padre Aníbal Rivero que se construye el nuevo campo deportivo , el que se sitúa en su actual emplazamiento, nos cuenta Maurelli que junto a “Pedrito” alinearon y marcaron la cancha, tomando como modelo el campo de juego del Estadio del club Real de Madrid , el “Estadio de Chamartín” hoy “Santiago Bernabeu”, por eso la cancha del Pío es de las mas grandes dentro de las medidas reglamentarias autorizadas, hasta pusieron ellos mismos los arcos, todo culmino el año 1952 …

(Querido lector no olvide que todos los meses contara con un capitulo mas de estos apasionante relatos sobre la Historia del Centro Cristóbal Colon …lo esperamos)

 

 

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LLEGA EL FERROCARRIL


EL 1° de enero de 1869 fue inaugurado al servicio público el primer ferrocarril con capitales nacionales que circuló en el país , entre “Bella Vista” y “Las Piedras” . Las estaciones intermedias eran las siguientes: Miguelete, Yatay, Gómez, Sayago, Pantanoso, que en ese mismo año se denomina Colón, y Zorrilla, llamada luego Independencia y posteriormente La Paz. Cabe agregar que corrían ocho trenes diarios: dos de mañana y dos de tarde hacia Las Piedras y otros cuatro (también dos de mañana y dos de tarde) hacia Bella Vista en los días laborales. En los días festivos se acrecentaba el tránsito con diez trenes a Las Piedras y once a Bella Vista.  En sus “Apuntes para la historia de los Ferrocarriles uruguayos” , dice su autor Alonso Caprario Bonavía refiriéndose a la estación local, que era una pequeña casilla de madera que, en sus costados, lucía el letrero de “Pantanoso”, designación que meses después , como ya dijimos , fue cambiada por la de Colón.  En 1873 se construyó un edificio ubicado a unos 11 Kms.. de Estación Central, donde hoy se halla la Plaza de Deportes del Pueblo Ferrocarril, el que fue demolido en 1912 y sustituido por el que aún subsiste. El camino de hierro, que inicia así el nexo de Montevideo con la campaña, va a dinamizar esta zona rural del departamento, a impulsar su desarrollo y el cambio de su estructura agraria. Pero el desplazamiento total de las diligencias se postergó por algunos años. Poco después de 1870 , una viajera inglesa que se dirigía a Montevideo en este medio de transporte desde el pueblo de Artigas (hoy Río Branco) , pasó por la actual zona de Villa Colón y en el relato de su viaje, publicado en Londres en 1881 , menciona que el mayoral señaló a los

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – SU HISTORIA
LOS ORIGENES
Autores : Gustavo Garcia – Jose Giust

Junto a Domingo Giust, jugador de escasas condiciones según su propia confesión, alternaban jóvenes de la zona, que luego de egresados del Colegio Pio, integraban el equipo de los ex alumnos, y participaban de encuentros y torneos, especialmente confrontando con otros centros de exalumnos de colegios católicos, en aquellos tiempos no pocos alumnos pupilos de los últimos años de liceo, eran tan buenos jugadores qu el centro no dudaba en incorporarlos a sus equipos. En una sesión del año 1927 se plantea la constitución de un team de football , actividad que se prolonga los años siguientes , hasta que en 1929 se crea dentro de la Directiva una sub comisión de deportes integrada por los señores Mario Berrutti, Antonio Pizzorno y Pedro Ametrano, se confirma la inscripción para participar ese año de un campeonato en la Liga Católica de Fútbol, y recordamos haber visto una medalla de ese año 1929 , con el nombre de Domingo Giust grabado como campeón con el Centro Cristóbal Colon en uno de esos torneos, Daniel Gadea nieto de Juan, nos ofrece el mismo testimonio y consta en actas de sesiones de la Comisión Directiva de aquella época, que el 15 de enero de 1930 se organiza un homenaje a tributarle al equipo campeón.

LAS DECADAS DE LOS TREINTA Y LOS CUARENTA

Para abril del 30 se inscribe nuevamente el equipo en la Liga, buscando reiterar la conquista del año anterior, y se dice en un acta que “al equipo lo financia la gente” y el portero Juan Gadea es nombrado capital del cuadro, en tanto que con el pomposo titulo de administrador del equipo y encargado general del deporte aparece otro directivo de nombre José Díaz, unos meses después se hace constar que las camisetas compradas por el señor Fioroni son de color verde, blanca y roja, la integración del equipo titular para iniciar el torneo es con Gadea, De la Puente y Agustín Freire, Di Clemente, Nada y R. Freire, Rappalini, Borgh, Estolaza, Berrutti y Mason.
Pero no todas las flores, a mitad del campeonato el equipo se retira de la Liga ante la imposibilidad de jugar en la cancha del Colegio , aparece aquí un primer desencuentro entre las autoridades del Pio y el Centro de Exalumnos motivada por el uso del campo deportivo, este tema de tanto en tanto aparecerá como recurrente, y dará motivos de malos ratos a los dirigentes de turno enfrentados a la Dirección del Colegio.
Esta decisión adoptada por el Padre Juan de Dios Moratorio, uno de los impulsores de la creación del Centro, se mantuvo firme por mas de una década, lo que represento un serio escollo en el avance que esta actividad deportiva estaba comenzando a disfrutar, de todas formas, en el Colegio se jugaba al Fútbol, y los exalumnos se “daban mañas” para en alguna forma semi clandestina seguir practicando este nuevo y estusiasmante deporte. Evocamos de los relatos que escucháramos de los mayores, apellidos de grandes jugadores de aquellas épocas que surgieran de Villa Colon y del Colegio Pío y que trascendieran a nivel del fútbol nacional como el caso de Juan Antonio Brito, que integrara el primer equipo del club Nacional de Football , su hermano Diego, el “Gaucho” Orizia centro half de Liverpool, los ya nombrados Poggi y Faotto jugadores de Racing, todos ellos, además de jugar en el Cristóbal Colon, jugaron en clubes de Villa Colon como el Triumph Juniors, que en aquellos años intervenía en la divisional Intermedia de nuestro incipiente fútbol, que tenia su campo de juego sobre la Avenida Lezica entre las calles Guanahany y Pinta, donde supo pasear su estampa de gran jugador el “mariscal” Nasazzi, otros apellidos de aquellas épocas, Lorenzo Borgh, Laco, Nada un sugestivo apellido de un numero 5 que mas que nada, era todo como “centrojas” , y tambien Di Clemente, otro apellido conocido de la Villa.

 

 

 

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PERFECTO GIOT : un pionero

Las tierras que habían pertenecido a la Estancia del Rey continuaron subdividiéndose en distintas fracciones. En el paraje donde anteriormente se levantaba el saladero de Adolfo de Lapuente, sobre el arroyo Pantanoso, un francés llamado Perfecto Giot formo una sociedad con un hijo suyo, en 1861, para explotar la cría de lanares Merino Rambouillet y Merino Rambouillet Negrette. Los anuncios publicados en la prensa de la época expresan que dichos “pastores y criadores de animales reproductores” habían obtenido mas de 150 premios en las exposiciones de Europa. Los merinos que ofrecian en venta tenían un cuerpo fornido que aseguraban su buena conservación y su lana era larga, finísima y tupida. En su establecimiento también vendían “remedios para curar ovejas”. Giot era un hombre acaudalado. Poseía un castillo cercano a Paris en el departamento de Seine et Marne, rodeado de cien hectáreas de bosques, ciervos y faisanes. Esa propiedad estaba ubicada entre la de los Rothschild y la del no menos opulento banquero barón de Pereira, cuyo nombre lleva una plaza y un bulevar de Paris. Poseía además gran parte de las acciones de la línea de vapores franceses “Les Chareurs Reunis” , que hacían la travesía entre Francia y América del Sur. El 24 de enero de 1863 Perfecto Giot adquirió en sociedad con el doctor Juan P. Leonard una fracción de 390 cuadras cuadradas que acrecentó el 13 de noviembre de 1865 , comprando otras 35 cuadras cuadradas de terrenos contiguos. A principios de ese mismo año , “La Reforma Pacifica” insertaba en sus paginas un aviso de Giot, por el que comunicaba a los estancieros del país que acababa de recibir de Europa carneros y ovejas Merino Rambouillet y Negrette, y que por esos días recibiría otra partida mas. La extensión correspondiente a Leonard fue adquirida por su condominio con fecha 1º de abril de 1867, quien quedo así propietario de 425 cuadras de tierras confinantes con el arroyo Pantanoso. Poco tiempo después Giot efectuó un viaje a Europa, donde compro en Francia, carneros y ovejas Rambouillet de las cabañas Imperial, de Gilbert y de Cugnot, entre otras. A su vez, en Alemania y Prusia habia elegido ovejas y carneros de las renombradas cabañas del baron de Maltzann o Lenschon, de Collon o Wollin , de Mattes o Hohenkartzig, de Saenger o Schmoelin, para el estanciero que deseara adquirirlos. También se vendían carneros Merino Rambouillet y Negrette nacidos en el establecimiento y cabras de Angora. “Los poseedores de chivas ordinarias – decía un aviso publicado a principios de 1868 en la prensa montevideana – pueden ir a comprar chivas para refinar sus majadas ; se sabe que el pelo de cabra de Angora tiene mucho valor, y al mismo tiempo que se aumenta el numero de animales, se puede por refinación sacar una renta de los pelos : es sabido que las chivas de Angora o mestiza Angora, se esquilan como las ovejas”. Además se vendían padrillos de silla y de carruaje traídos por Giot de Europa. Con una remuneración de 20 pesos por unidad, las yeguas que se le enviaren serian cubiertas por uno de dichos reproductores…

 

CENTRO CRISTOBAL COLON – Su historia
Autores – Gustavo García-José Giust
Los Orígenes

Cuando el 23 de octubre de 1910, un puñado de ex alumnos del Colegio Pío IX de la Villa Colon fundada solo 33 años antes, daban nacimiento al Centro Cristóbal Colon, también hacia pocos años que el fútbol se había comenzado a practicar en el Uruguay. Dentro de la filosofía educativa de la congregación salesiana un aspecto de gran importancia lo ocupa el juego, el esparcimiento, el deporte. La alegría que emana de una actividad lúdica sana, nos lleva de la mano hacia uno de los mensajes claves de don Bosco : la santidad consiste también en estar siempre alegres , ¿Qué mejor manera de gastar las energías de los niños y jóvenes que incursionando en el deporte? ¿Qué mejor idea que generar la competencia leal entre dos grupos de deportistas que pugnan por obtener el triunfo, son olvidar el “fair play”? Hemos consultado los libros de actas de aquellos tiempos y la primera referencia al fútbol que se encuentra aparece en el año 1914 haciéndose mención a la compra de una pelota de fútbol y un inflador para los socios que deseen “practicar el juego del sport” , el 19 de mayo de 1916 se vota la compra de 12 camisetas para el cuadro de football del Centro , que se inscribirá en la Liga Cervantes de este Colegio, con el nombre de Rocinante Fútbol Club, pero en realidad, durante esos primeros años las actividades eran totalmente incipientes, el Centro de ex alumnos estaba abocado principalmente a otras actividades mas bien artísticas, educativas y religiosas, el fútbol era algo todavía accesorio y sin la importancia que años después cobraría. Los jóvenes criollos aprendieron rápidamente las reglas del nuevo juego, que unos pocos años antes crearan los ingleses y lo practican con gran habilidad, al poco tiempo los uruguayos sorprenden inclusive a sus maestros, logrando notables progresos y asombran al mundo obteniendo las medallas de oro olímpicas en Colombes y Ámsterdam. Aquellos jóvenes de Villa Colon se reunían en las cercanías de la casa de la familia Pizzorno, desde donde llegaban noticias desde un aparato que llamaban “rado” , sobre los resultados de los partidos de futbol que los uruguayos jugaran en Europa por las olimpiadas con tan buenos resultados.
A esos años 1924 y 1928 podemos remontar precisamente, los primeros datos registrables de la actividad deportiva del Centro Cristóbal Colon, un documento que obra en nuestro poder, atestigua la participación de Domingo Giust, edad 18 años, nacionalidad uruguayo, afiliado como jugador del Centro Cristóbal Colon a la Liga Católica de Football y dos fotografías de la época – 1926 – tomadas en campos deportivos, muestran dos integraciones del Centro Cristóbal Colon con equipo de camiseta a rayas , donde junto al nombrado , se distinguen entre otros a Juan Gadea, otro viejo vecino de la Villa Colon guardameta de esa oncena y al centro delantero de apellido Laurnaga, de los mejores jugadores de esos tiempos, pupilo del Colegio Pío, Antonio Pizzorno, Ernesto Poggi, “Mito” Faotto, Fernando Prado , entre otros…(Queridos lectores , los invitamos a seguir con la segunda parte en RAICES de febrero-2011 hasta entonces)

 

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En el principio fue la Estancia del Rey. (Parte I )

Luego de la fundación de Montevideo, las tierras donde hoy se levanta Villa Colon se hallaban comprendidas en las pertenecientes a la Estancia del Cerro, situadas entre los arroyos Pantanoso y de las Piedras y los ríos de la Plata y Santa Lucia, según las diligencias de mensura realizadas por el piloto Francisco Javier Ferrer los días 24, 25 y 26 de noviembre de 1791. A partir de 1750, había sido instalada una guardia en la barra de este ultimo río, por orden del comandante Francisco de Gorriti, en el intento de evitar los robos y ataques de los indígenas minuanes dentro de la jurisdicción montevideana. Esta estancia, una de las que comprendían las tierras y ganados pertenecientes al patrimonio real, había sido formada en 1730, año en el cual se realizo el primer reparto de ganado a 13 familias del primer contingente de canarios arribado a Montevideo y a 9 de las 25 familias del segundo contingente. Como lo manifestara el primer gobernador de Montevideo Jose Joaquín de Viana , el establecimiento había sido fomentado con el ganado apresado a quienes lo introducían clandestinamente en el Río Grande y en la Colonia del Sacramento. Luego de haber dado a los aprehensores su tercera parte y cedido a la estancia lo que a el le correspondía como juez, se destinaban mensualmente unas 60 reses a la manutención de los presos que realizaban las reales obras de fortificación de Montevideo. Dicha matanza había comenzado el 1º de enero de 1769. En su relación de servicios, se puntualizaba que al toma posesión del gobierno en 1751 encontró la estancia del Rey en tan pobre estado que solo tenia 300 vacas, 270 caballos casi inservibles y 3.000 yeguas, y después de haber sacado 27.477 vacas, 1.235 caballos, 203 potros y 1.818 yeguas para el servicio real, abasto de los presidiarios, empleados en las fortificaciones de Montevideo y distintos destacamentos y vendido para el pago del haber del capataz y peones, resultaron a beneficio de la Real Hacienda, cuando entrego las Estancias a su sucesor ( en 1764) , 38.255 vacas, 1.770 caballos, 310 potros y 72 yeguas y “grande porción de toros que al conducirse no obedecieron al rodeo y por inteligentes se regularon en 3.000” . Cabe agregar que, cuando en 1757, a su regreso de la Guerra Guaranítica, Viana recibe la Estancia del Rey, esta tenia una dotación de 1.000 yeguas , 261 potros, 276 potrancas, 130 vacas y 77 terneros y terneras. Cuatro años después, según lo expresa la citada relación de servicios del gobernador de Montevideo , contaba con mas de 3.000 cabezas de ganado vacuno, un numero de yeguas que no se tenia en cuenta pues valían un real cada una, 300 potros para domar e igual numero de potrancas. En enero de 1791 la Estancia del Cerro, llamada entonces también de la Caballada del Rey, estaba a cargo del capataz Miguel Pelagai y nueve peones, tres de ellos domadores. Sus salarios mensuales eran los siguientes : $ 15 correspondían a capataz ; $ 9 , a los peones y a los domadores, como peones especializados, $ 10. Un documento de fecha 3 de agosto de 1802 nos ha puesto en conocimiento de las sumarias instalaciones y utensilios que tenia dicha estancia real, en tiempo en que Pelagai hizo entrega de la misma y de la de San Gabriel, al nuevo capataz Juan Manuel Gutiérrez. En la Estancia del Cerro existía solo un rancho sin cocina, tres corrales circundados con 1.505 postes de ñandubay, una olla, un barril, un hacha inútil y una barreta ; en el sector destinado a Artillería , un rancho y dos corrales cercados con 234 postes de ñandubay…

 

En el principio fue la Estancia del Rey (Parte II)

En su obra “Observaciones sobre Agricultura” , redactada a solicitud del gobierno patrio de Guadalupe entre julio de 1813 y una fecha anterior a enero de 1814, el Pbro. José Manuel Pérez Castellano escribió esta severa critica de la estancia del Cerro :
“En ella hay un campo que puede mantener con desahogo diez o doce mil cabezas de ganado, y regularmente las mantiene ; porque yo he conocido en esa estancia rodeos considerables de ganado que no eran del Rey ; he conocido boyadas y manadas de caballos muchas, muchas, que tampoco eran del Rey. Solo ha habido en ella habitualmente de ciento a ciento y cincuenta bueyes que eran del rey ; ha habido también del Rey caballos de su servicio, que me parece no quedarme corto si digo que las mas veces no pasaban de mil caballos. También ha habido del Rey muchas manadas de yeguas , que para su servicio nunca han sido de utilidad alguna ; porque todo el servicio que esas yeguas han hecho aquí, no ha sido otro que trillar parvas de trigo en tiempo de las cosechas, para lo cual se llevaban a las eras mezcladas con algunos reyunos : en los caballos montaban los trilladores para arrear las yeguas, de cuyas faenas quedaban tanto las yeguas como los caballos estropeados por mucho tiempo…” Pérez Castellano expone asimismo su opinión de que seria mas conveniente arrendar la estancia del Cerro a algún particular, a la vea que formula muy atinadas y progresistas observaciones. Agrega que el arrendatario, entre otras obligaciones, debería cuidar de los “200 bueyes y mil y quinientos caballos que el Rey ponga” y establecer media docena de tambos de vacas lecheras sobre la ribera del Pantanoso, por ser este lugar de menor interés para la estancia y el mas cercano a la ciudad. El director del estado Gervasio Antonio Posadas le daría otro destino : el 25 de mayo de 1814 dono las tierras de la estancia del Cerro en toda su extensión a su ministro de Guerra y Marina brigadier general Francisco Xavier de Viana. Poco tiempo después en 1815, todas las estancias del Rey pasaron a ser administradas por el Gobierno de la Provincia Oriental. Durante la segunda invasión portuguesa y después de la ocupación de Montevideo, la estancia del Cerro, conjuntamente con la llamada de San Gabriel, se extendían sobre una superficie de tres leguas de frente al Pantanoso por el este, y otras tantas de largo en su fondo sobre el río de la Plata y rincón de la barra de Santa Lucia. Documentación de la época-mas precisamente del 18 de setiembre de 1818 – expresa que eran “capaz de mantener tres mil caballos y mil yeguas, y su ganado esta destinado para el servicio diario de la Plaza, relevos y mulas de los destacamentos de toda esta banda para ocurrir a varias comisiones extraordinarias que se ofrecen y para auxiliar cuando se necesita a las partidas de los Resguardos”. Después de estar constituida la Republica, en 1832, un interesante estado de cuenta nos permite saber algunos aspectos económicos de su explotación. Los gastos de la marcación de 8.000 cabezas de ganado y aparte realizados fuera de la estancia, desde el 1º de junio de 1831 hasta el 30 de abril de 1832, ascendieron a 314 pesos y 1 real. El establecimiento comercializaba su producción de sebo , aspas y crines. Los cueros de carneros se vendían a 1 real ; los de bagual, a 14 reales y el precio de los vacunos oscilaba entre 43, 42, 40 y 38 reales. La lana sucia era vendida a 11 reales la arroba (11 kilogramos 485 gramos) y la de merino embarcada, a $ 4,2 . El ganado en pie, con destino a saladero se vendía a los siguientes precios : los bueyes a 2 pesos, los novillos a $ 5, las vacas a 4,5 , 6 ½ , 7  hasta $ 8. Poco después, en 1833, los sucesores del brigadier Francisco Xavier de Viana, fallecido en 1820, vendieron la Estancia del Cerro a Bertrán Le Breton y Cia. Y a Juan Miguel Martínez y Cia, ambos asociados , tierras que en menor extensión fueron adquiridas en 1835 por Juan Miguel Martínez , Francisco Lecocq y Atanasio Aguirre…


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LOS MUSEOS

Un valioso auxiliar de la acción docente del Colegio Pío ha sido su MUSEO MONSEÑOR LASAGNA. Esta dividido en dos secciones, - de Ciencias Naturales e Histórico Salesiano - , y fue iniciado por el P. Luís R. Sallaberry en la época que dirigía dicho centro de enseñanza. Comienza su reorganización en 1940 el P. Sabino Doldan Goyret, director también del Coro Cristóbal Colon, pero su gran desarrollo se debe al  P. Herman Horne, quien se dedico a dicha tarea empeñosamente desde el año 1948. En cuanto a la reconstrucción del Museo de Ciencias Naturales, colaboraron con la dirección del P. Pablo Díaz Sánchez, las Sras. Maria Elena de Abreu, Maria Elena de Nicak, Fair de Perrone, Alicia Estévez y Sres. Raúl Lagos, Francisco Farias, Balvino Crossa y P. Ricardo Garin. Los materiales con que cuenta dicho museo pertenecen en su mayoría a las especies zoológicas, pero existen también de origen mineral y botánico. Se hallan representadas allí especies de la fauna indígena, como así también de fuera del país. Entre otros ejemplares, resaltan : huesos de ballena, boca de un tiburón, cráneos de caballos, perros, venados, pantera, cabra, corzo, lobo , tejon, mono , zorro, ave, ardilla, conejo y de roedor, peludos, murciélagos, pájaros, aves de rapiña, pavos reales, pingüinos , gaviotas, albatros, pieles de boas, reptiles, osos grises, hurones, pumas, jaguares, osos hormigueros, buitres, quelonios, minerales, caracoles, mármoles, vegetales y derivados, hulla y derivados, artrópodos, coleópteros, mariposas de la seda, lepidópteros, desdentados y moluscos. Además de muestras disecadas expuestas en vitrinas, muchas de ellas exhibiendo su hábitat para presentar una mayor apariencia natural, constituyen motivos de atracción maquinas de escribir antiguas ; aparatos de una expedición al polo sur en 1883 y un anemómetro Danza utilizado en el observatorio meteorológico del Colegio Pío, desde el año 1888 al 1934. En la seccion histórica y salesiana alternan ornamentos pertenecientes a monseñor Lasagna con otros materiales tales como miniaturas, colecciones de monedas, de billetes de banco y de armas, condecoraciones, piezas de fina cristalería y porcelana ; ornamentos pertenecientes a prelados, álbumes fotográficos, cajas de música, relojes, abanicos, armas de nuestros indígenas, objetos de guaraníes de las Misiones Jesuíticas del Paraguay y de indígenas de Tierra del Fuego, Matto Grosso y de una tribu boliviana, e incluso un pañuelo que perteneció en 1830 al presidente brigadier general Fructuoso Rivera y charreteras y kepis del brigadier general Manuel Oribe…

(Fuente : LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Villa Colon y su entorno autor Aníbal Barrios Pintos)

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LAS BIBLIOTECAS (Primera Parte)

El 12 de noviembre de 1920 se reunian varios vecinos de la localidad en el “Gran Cinema Colon” , con el fin de poner en practica la iniciativa de os Sres. Maximo Lopez, Feliciano Calzada Carre, Arturo Viera, Ramon Lens y Enrique Britos, de formar una biblioteca popular. En esa reunion se resolvio aceptar el ofrecimiento de Calzada Carre, de ceder en prestamo su biblioteca particular como base de la que pronto se habilitaria. Dias despues, el 22 de noviembre, se realizo una asamblea extraordinaria que concreto en definitiva la fundacion de la Biblioteca Popular Artigas. Su primera comision fue la siguiente : Maximo Lopez, presidente ; Jaime Torres, vice presidente ; Arturo Viera, secretario de actas ; Feliciano Calzada Carre, Bibliotecario ; Jose M. Martinez (h) , probibliotecario; Ramon Lens, tesorero ; Romeo S. Perez , protesorero y Enrique Britos (h) , Andres Pastorino, Alejandro Clark, Alejandro Gleiss y Federico Peinado (h) , vocales. La biblioteca Popular Artigas, inaugurada el 5 de enero de 1921 , fue un centro de cultura, donde se realizaron ciclos de cultura, donde se realizaron ciclos anuales de conferencias, conciertos y exposiciones, e inclusive clases de extension cultural, entre ellas las de armonia, piano y solfeo a cargo de la profesora Josefina La Porta. Entre las numerosas iniciativas que propicio figuran : en 1921 , el funcionamiento en Colon de un Curso para Adultos ; luego la actuacion del “Cuadro Dramatico” , que ofrecio las funciones en beneficio de obras sociales  de la escuela; igual cometido llevo a cabo por los años 1945  1946 el “Centro de Vocacion Artistica” , con conferencias semanales por el escritor Juan Ilaria ; ademas, los trabajos para la creacion de un Liceo de Enseñanza Secundaria culminados exitosamente ; en 1939 , la realizacion en sus salones de la Primera Exposicion Plastica, en la que intervinieron 25 artistas nacionales ; el apoyo a iniciativas patrioticas y sociales ; en 1943, la primera , exposicion realizada en el Uruguay de la coleccion galdosiana de Santiago Gastaldi, realizandose un ciclo de conferencias sobre la obra de Perez Galdos. La biblioteca Popular Artigas inauguro en 1927 la seccion del Niño , en momentos en que aun se prestaba escasa importancia a la literatura infantil. Segun se ha dicho, fue la primera institucion del pais que instauro el “Dia del Libro” , en 1926 , y la “Semana de la Biblioteca” y que organizo el prestamo de las Bibliotecas Populares. Por otra parte , desde su periodico “Artigas” fue testigo y protagonista en defensa de los valores regionales y comunitarios , del mejoramiento edilicio, vial y cultural de la zona, de la organizacion y pomocion de los carnavales, entre otras actividades. En agosto de 1931, la Biblioteca Popular se fusiono con el Centro Social Colon, cuya sede se encontraba en el edificio que ocupaba la Sociedad Comopolita Liberal...  (continuara en RAICES de diciembre-2010)

 

(Fuente : LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Villa Colon y su entorno autor Aníbal Barrios Pintos)

 

 

 

 

 


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mapa

Reproducción de un plano de las tierras de la Estancia Real del Cerro, según las diligencias de mensura realizadas por el piloto Francisco Javier Ferrer los dias 24 , 25 y 26 de noviembre de 1791.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

mapa2

 

Primer plano de Villa Colon, trazado en octubre y noviembre de 1868 por el agrimensor de numero Pierre d Albenas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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