julio de 2011
MINERÍA ABIERTA
Por. Juan Raul Ferreira
El Uruguay para crecer, debe tener muy claro un horizonte: qué país quiere ser. Ningún proyecto de desarrollo económico y generación de empleo es válido si niega esa identidad primera. Negocios buenos hay para todos los países muchos. Pero no todos pasan por el camino que se quiere recorrer. Cuando en 1959 es derrotado Batista en Cuba, no fue por una ecuación económica: la gente no quería que su país fuera un garito de los EEUU. A lo mejor era un buen negocio. Pero no era el camino digno que su pueblo quería recorrer. Este rumbo debe estar claro ahora en que parece que estamos de franquicias de ideas originales.
Uruguay Natural. Ha sido se ha definido la “marca Uruguay” en el exterior. Es decir, eso es lo que de nuestro proyecto de desarrollo, de oportunidades de inversión, etc. Quiere que se tome nota como valor diferencial. Es decir, cuando el inversor busque oportunidades se detenga en Uruguay si busca promover actividades sanas ambientalmente aportando a un crecimiento auto sustentable.
El 5 de abril la empresa Aratirí presentó a estudio de nuestras autoridades el impacto ambiental que tendría este emprendimiento. Yo no soy experto en el tema, pero se algunas básicas de lo que el tema significa en la calidad de vida de nuestra gente. Comienzo diciendo, que ningún técnico puede resolver esto a puertas cerradas sin compartir inquietudes, sospechas, dudas e incluso rechazos de la sociedad civil.
Es decir: ningún estudio técnico sirve para algo, sino se genera un consenso social en torno al tema. Entonces me permito ser muy pesimista en la transparencia del proceso cuando la propia empresa dice que no quiere hacer declaraciones públicas. No se si quiere, DEBE hacer públicas sus intenciones, proyectos, modalidades, informes técnicos etc. Más escéptico me vuelvo cuando a poco de comenzar el estudio del impacto que dicho desarrollo puede tener en la vida de nuestra gente la empresa afirma ser “víctima de agresiones y campañas de desprestigio.” ¿Cuáles? Por parte de quién.
El último informe que se distribuyó en el Consejo de Ministros, según se dijo, era “anónimo.” Por lo menos así lo informó la prensa sin que nadie lo desmienta. Cuando el tema no ha sido discutido en forma pública todavía, Aratirí cuenta ya con más de 110.000 hectáreas con licencia de prospección. De ellas 8.500 tienen ya permiso de exploración 360 ha con la autorización para ser concesionadas. Ya, de pique.
La gente que vive en la zona quiere ser escuchada. Técnicos y dirigentes sociales y políticos han expresado sus dudas sobre el tema cuando no su abierta oposición. El tema sigue sin discutirse en ámbito abierto y nacional.
Como si esto fuera poco, antes de obtener la autorización de las autoridades uruguayas, la empresa pone a la venta el 49% de su capital accionario. Vale decir, viene con la idea, no tiene capital apara llevarla adelante, se niega a discutir su impacto ambiental y preserva ante inversores chinos, árabes y otros, su control de las decisiones sobre qué hacer en nuestro territorio.
Hasta ahora, todo parece indicar que el camino no es el correcto. El medio ambiente además de afectar la vida de nuestra gente, es hoy un ingrediente que define el perfil de una opción. No hay político exterior, no hay perfil internacional, ni tampoco identidad
nacional en un país que no tiene una postura firme, clara, transparente sobre su compromiso de defender el eco sistema. El propio y el ajeno.
Con estas ideas en borrador, tengo al convicción de que seguir adelante con este camino compromete la vida de nuestra gente, nuestra amistad con el planeta y la propia imagen del Uruguay en el exterior, donde ha salido a captar inversión para crecer,
mayo de 2011
LA TIERRA ESTA CALIENTE
Por. Juan Raul Ferreira
Mi abuela Tatina, era un personaje muy divertido. Vieja pintoresca si las hay. Solo guardo recuerdos lindos de la niñez compartida. Y era una vieja sabia. Tanto es sus juicios sobre la vida, como en recetas ancestrales para la gripe, la tos convulsa, las quemaduras de piel. Pobres farmacéuticos… no había nada para lo que ella no tuviera receta mejor que los laboratorios. En esos años, para mi, habían cuatro estaciones bien definidas. En verano se guardaban los buzos de lana con naftalina porque hasta el año próximo no se precisarían. Para mi abuela no era así. “Ya no es como antes, las estaciones se volvieron loquitas y se entreveran” nos decía. Y yo me reía creyendo que era una de sus tantas bromas.
“Cuando yo era joven,” decía, antes las bombas atómicas de la Guerra , de las fábricas que largan humo… uno sabía cuando era verano, cuando era invierno, y en otoño las hojas se ponían marrones y en primavera las plantas daban flor. Estábamos en paz con la tierra. Ahora no es igual y la tierra se va a enojar con nosotros.”
Tuvo que morir mi abuela y pasar muchos años extrañándola para darme cuenta de que no era una sus usuales bromas, sino de sus frecuentes juicios sabios. Cada año resultaba más notorio que las estaciones eran menos definidas y los fenómenos climáticos desconocidos empezaban a volverse frecuentes.
Hollywood fue el primero en inspirarse. Así vinieron Terremoto y una sucesión de películas que exagerando a niveles inimaginables crearon un nuevo género: el del cine catástrofe.
Cada vez era además de impresionante, muy inverosímil. Nueva York bajo hielo… porque el planeta se calentaba… Ahh… explicaban algunos incrédulos, al calentarse el planeta, se descongelan las masas heladas del polo norte e invaden la ciudad. Era una manera, parecía, de exagerar para prevenir, para educar.
Pero rápidamente la realidad empezó a competir con la fantasía. Inviernos en Europa con muertos de frío, veranos con turistas con quemaduras de tercer grado. Salíamos al trabajo abrigados y volvíamos a nuestras casas, muertos de calor. O nos resfriábamos porque sucedía lo inverso. Hace pocos días veíamos en casa la película Después de la Vida, con mi sobrina Meri. El tema: el famoso túnel de luz que dice haber visto la gente que, aparentemente, murió y volvió a la vida. Todo comienza con una persona que se ahoga en un maremoto y luego un rescatista la vuelve al mundo de los vivos.
Al otro día viendo en las noticias de televisión, el T Sunami en Japón, algunas de las imágenes de los efectos especiales del cine de la noche anterior, parecían juego de niños. Y esa carrera ha venido dándose en los últimos años, casi que sin que nos demos cuenta. En materia climática, la realidad va superando todos los días, a la ficción. No hay semana en que dejemos de ver en la pantalla chica, imágenes, que no podamos al verlas, detenernos y decir: “pero hace apenas un par de años esto era ficción cinematográfica. La CNN es más elocuentemente alarmante en sus imágenes que el propio Spielberg.
Las Naciones, los organismos internacionales, han tomado nota del problema. Hace un tiempo. El mismo, no puede estar ausente en ninguna declaración de una reunión
Internacional que se precie de tal ni de ningún Jefe de Estado que no pretenda ganarse un pedestal de estadista. Pero a la hora de comprometerse a hacer, la voluntad política, brilla por su ausencia. La cumbre de Copenhague, un fracaso, los protocolos de Kyoto, las naciones industrializadas no lo firman…
La tierra parece haberse cansado de nosotros, sus habitantes que tan poco cariño le hemos demostrado. Se enoja y se calienta. Cuanto más se calienta, más se enoja. Está recaliente….
Más allá del patético juego de palabras, lo que hubiera sido suficiente y no se hizo hace seis meses ya es poco. La sociedad civil va adelante de los gobiernos. La gente. Yo mismo llegué convencerme que la energía nuclear para usos pacíficos, especialmente médicos, era digna de estudiarse. Pero así, con el planeta enojado con nuestra indiferencia no…. Lo de Japón es devastador. Su segunda crisis nuclear no responde a la lógica de la guerra, sino a la ilógica del desarrollo no sustentable.
Vayamos poniendo las cosas en su lugar. No hay tiempo que perder, como decían los súper héroes en las historietas. Pero en esta historia, los héroes debemos de ser cada uno de nosotros, por más modesta que sea nuestra contribución. El Medio ambiente es demasiado importante para dejarlo en manos de gobiernos.
II Guerra Mundial, bombas en Hiroshima y Naghasaki
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