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TESTIMONIOS DE NUESTRA IDENTIDAD
Por Nancy Ramos Boerr "fredda"

guyunusa@yahoo.com
freddatestimonios.com
   
     

TESTIMONIOS DE NUESTRA IDENTIDAD
Nancy Ramos Boerr “FREDDA”
nrguyunusa@gmail.com
nrbguyunusa@gmail.com
guyunusaz@yahoo.com
freddatestimonios.blogspot.com

PREMIO GUYUNUSA- PRIMER PREMIO POESÍA ÉPICA LITERARIA INÉDITA CONCURSO ”Dr. PEDRO FREIRE”  año 2008
De ALBA ESTELA DE LOS SANTOS GONZÁLEZ:  “ROMANCE DE MUERTE Y GLORIA”
Jurado:
           ESCRITORA GENTA HORGALES
           PROFESORA DE HISTORIA MELBA PÍRIZ CORNALINO
           PROFESOR  JORGE BAEZA

"Raza", adscripción étnica y genética en Uruguay (Parte I)
Fuente: msan@fhuce.edu.uy

 

DÉCIMO SEGUNDO CONCURSO NACIONAL DE NARRARIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA LITERARIA INÉDITA “DR. PEDRO FREIRE” AÑO 2009
JURADOS: ESCRITORA GRACIELA GENTA HORGALES
                    PROFESORA MELBA PÍRIZ CORNALINO
                    PROFESOR JORGE BAEZA
3ER. PREMIO NARRATIVA HISTÓRICA de JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ MILÁN
“LOS DESERTORES DEL PASO DEL SOLDADO”

 

 “LOS TUCU TUCU DEL PASO DEL BAUTISTA”  (Parte I)

La oscuridad despliega su manto sobre el campo, a medida que el sol se diluye en el poniente, tras la cuchilla de los cururúes. La algarabía de los pájaros es reemplazada por el croar de ranas y sapos. Ahora se oye más fuerte el desliz del agua en la pequeña cascada de la cercana corriente. En la lejanía rompen el silencio aullidos, es algún aguará guazú correspondido por otro. A medida que cae la noche y la luna despierta; la quietud va ganando las tolderías de la tribu. Cuando el graznido del ñacurutú o algún silbido del dormilón, intermitentes, se van sumando a los grillos en el concierto nocturno, llega la ocasión que esperaban ansiosos la chaloná y el itojman charrúas para alejarse a hurtadillas de sus piri. Ella es la bilu Masalana, él será un gran cacique. Se han escapado de la vista de los mayores para amarse en la naturaleza a la luz de la guidaí nueva, cuyos tenues rayos pasan entre los espinillos y las cina cinas, reflejándose en el agua que ondula en los meandros del arroyuelo. Suben la cuchilla tomados de la mano evitando hundirse en las tuqueras; el extiende su quillapí en las frescas hierbas cercanas a un hermoso jardín del país, que impregna con su aroma la cálida noche norteña; y se tienden sobre él. La suave brisa, que apenas mueve sus hojas, trae consigo el característico olor a tierra mojada de la llovizna vespertina. Despreocupados, sin atisbo de lo que les deparará el futuro, sueñan despiertos deseando que esa libertad que tanto disfrutan sea eterna y alcance a sus descendientes. Es una época feliz, los ampara el Protector de los Pueblos Libres. Su nación, dueña primigenia de estas tierras, aún es fuerte. Transcurrido el tiempo un torrente de acontecimientos en la convulsionada región platense, cambia la vida de ambos.  Dos décadas de luchas, junto a Artigas, Lavalleja y Rivera lo alejan del lugar, regresando convertido en cacique, pero sin su dulce Masalana. Son poco más de una treintena los que han vuelto y armado allí sus tolderías. Ya no es una época radiante como la de su adolescencia, han acontecido hechos muy desgraciados. Sólo han sobrevivido algunos de la que fuera su gran nación; ellos son el último grupo charrúa que permanece en tierras orientales. Vaimaca ya no está, lo han embarcado junto a Guyunusa, Tacuabé y Senaqué para Europa, vendidos por los de la comandita de Frutos. Tampoco está Sepé, que se ha ido con su gente camino a refugiarse en Matto Grosso, después de vencer a Bernabé. Había vengado, en parte, la masacre de Salsipuedes, donde la nación charrúa traicionada, apenas se pudo defender. Los sobrevivientes se sienten muy dolidos por los hermanos muertos tan vilmente allí y en Mataojo, Mataperros, Cueva del Tigre y la Estancia de Benítez. También sienten dolor por la obligada marcha a pie de sus apresadas familias, desde el Arroyo Queguay hasta la capital. En ésta fueron maltratados sin miramiento y sufrieron vejámenes durante todo el camino. Los niños eran dejados de regalo y las muchachas vendidas. A la vez que los integrantes de la soldadesca, daban satisfacción a sus bajos deseos de tal manera, que después de los primeros días de marcha, estaban cansados de abusar de las prisioneras. El Cacique Brown un hombre fuerte, había soportado con dolor en el alma –atado junto con una docena de guerreros- durante trescientos kilómetros de esa torturante caminata. La humillación no terminaría allí; entrados a Montevideo hubo quienes les tiraron carne cruda como si fueran animales. Luego debieron sufrir la separación por el reparto que hicieron de ellos, entre las familias citadinas. El General Rondeau en la circunstancia, se quejó, no le hubieran entregado dos jovencitas. Los charrúas eran considerados peligrosos para la permanencia del ambicioso Fructuoso Rivera en la presidencia de la república, porque el General Lavalleja no estaba conforme con su Gobierno, y ellos podían unirse en cualquier momento a las fuerzas de Don Juan Antonio apoyándole en un probable levantamiento. Además su presencia no servía a los poderosos estancieros del norte, ni a los intereses comerciales de los imperios de Brasil, Gran Bretaña o Francia. Hacendados asentados al norte del Río Negro, como Felisberto Núñez y José Canto los acusaban del robo de ganado, y éste último, también de haber dado muerte a dos de sus peones, cosa no cierta porque uno  nunca apareció y el otro fue degollado, lo cual no era costumbre charrúa. Rivera era influido por el educador lancasteriano José Catalá, que le insistía en vehementes misivas con el exterminio de los indios, y también por su Ministro Lucas Obes. Así sumaban argumentos en su contra; la suerte de la nación charrúa estaba decretada mucho antes de Salsipuedes. Allí con engaños, fueron convocados por Fructuoso. Luego de un asado, bien regado con abundante aguardiente, dice al Cacique Venado:- “Emprestame tu tinú de picar tabaco”.- Ardid que usa para desarmarlo, y como señal de comienzo del ataque, le descerraja un tiro de pistola a quemarropa. No obstante la herida, el cacique pudo tomar su caballo y escapar en medio de la masacre, no sin antes dar  un estruendoso grito de advertencia a los suyos. En la celada acompañaban al ejército sicarios extranjeros como el General argentino Lavalle y el brasileño Rodrígues Barboza.

(Queridos lectores de Raíces, los esperamos con la ultima parte de este muy buen material con el número del mes de Julio 2014)

 

“LOS TUCU TUCU DEL PASO DEL BAUTISTA”  (Ultima Parte)

…después de estos sucesos Bernabé Rivera partió a la caza de charrúas, según lo ordenado por su tío. Ubicó a Venado acompañado de una docena de guerreros; maliciosamente vuelve a engañarlo diciéndole que Frutos estaba borracho cuando lo baleó. Ofrece devolver las familias y darles un lugar para asentarse. Ante esta oferta no se resisten. Su bondad raya en lo ingenuo porque son nobles y confían en la palabra empeñada. Con un soldado que les designa de escolta, parten rumbo a Durazno. Los envía a reponerse a la cercana estancia de Bonifacio Benítez donde hacen un alto. Allí, les tiende otra vil emboscada. Cuando están desarmados, alimentándose en la cocina. Los encierran y fusilan desde las ventanitas de los postigos. Benrabé continuó con sus correrías, pero finalmente, al tropezar su caballo, cae en manos de los guerreros del Cacique Sepé, en Yacaré Cururú, pagando con su vida la traición al pueblo charrúa. Por su parte el Cacique Brown –que había adoptado su nombre por admiración al héroe naval- más joven y rebelde que Vaimaca, resistió el cautiverio hasta que logró fugarse. Evadido, se juramentó tomar represalias; rumbeó al norte desplazándose durante las noches, sigiloso como un tigre; de día dormitaba escondido entre molles y quebrachos de los tupidos montes, protegido por los trofoni que son excelentes guardianes. Caminaba a la luz de la guidaí, tomando hué de los arroyos, alimentándose de los brotes de los ceibos y  con tatú o mautiblá que sacaba de sus cuevas. Anduvo mucho, hasta que logró dar con alguno de los suyos que estaban refugiados en los montes de Arerunguá.
Tras corto conciliábulo decidieron irse cautamente al norte; sabían que había sido el último rumbo de Artigas, si él hubiera estado, nada de lo sucedido hubiera ocurrido. Tenían noticia que el ejército continuaba su lucha con caciques guaraníes misioneros y buscaba además vengar las muertes de Bernabé y sus hombres. En su desplazamiento optaron por armar sus tolderías en cercanías del Paso de San Juan Bautista. Continuaban enfurecidos por la actitud traicionera de Rivera y su gente; de inaudita ingratitud después de la entrega brindada por ellos en la lucha por la emancipación. Una vez pasadas varias jornadas en calma, a media mañana de una primaveral y hermoso día de noviembre, en forma casual se les acerca una fuerza de caballería. Ambicionan enfrentar a los canallas, aunque sería poco prudente combatir contando con tan reducido número, pero si la lucha se presentaba, intentarían au a cuantos enemigos pudieran. En la guerra la decisión pertenecía al cacique. Brown es quien debe disponer, es aguerrido, y se ha convertido en un hombre con el espíritu triste y  rencoroso; afrontará el desafío. Abandonan sus piri y sus tiestos, montan y observan desde los cerros. Hábiles conocedores de la geografía donde se movilizan, en el momento en que la columna de caballería inicia su persecución, desaparecen. Se enfrentan a soldados animados de venganza por la muerte del coronel Bernabelito como le llamaba su tío el pardejón Fructuoso, sobrenombre deformado por la picardía gauchezca, del de pardejón, que le pusiera entre burlón y despectivo Don Juan Manuel de Rosas. Brown es cacique, debido a sus dotes de habilidad y valentía. Deja en lugar protegido a los que no pueden luchar, acercándose con una veintena de guerreros, a las dos de la tarde, a prudente distancia del vivac militar. Para provocarlos dan fuertes gritos de guerra que llaman la atención de los soldados. Cuentan con jual más veloces y descansados; trataran de hacerles algunas bajas y fugarse; esa es la estrategia que puede usar con tan poquitos hombres. Da una arenga, que en realidad es innecesaria; su gente cayó a traición en el Queguay y zonas adyacentes; algunos de los que están aquí a duras penas salvaron  sus vidas. Saben de la marcha forzada a pie a Montevideo, las vejaciones a sus mujeres e hijas, del reparte de sus jóvenes para quehaceres de campo o servidumbre. Tienen un testigo fiel de estas atrocidades, su cacique, el más valiente, el más osado del grupo. El Coronel Raña, jefe de las fuerzas regulares piensa que la situación es vergonzosa y toma una decisión errónea, da orden de perseguirlos, no quieren prisioneros, sólo desean continuar con “la jarana de los indios”, como llamaba Bernabé a la matanza. Un grupo parte al galope a enfrentarlo, Brown y los suyos esperan que se acerquen y aparentan huir. Vadean el bien conocido arroyuelo y siguen hasta la cúspide de la cuchilla. Al ver que se fugan, los soldados espolean sus caballos e intentan alcanzarlos, se producen disparos que no dan en el blanco. El suelo es desparejo pero no se nota a simple vista, está minado de tucales, pasadizos no muy profundos donde habitan los tucu tucu o cururúes. Estos accidentes del terreno son la estratagema charrúa, por eso les atraen hacia allí. Los soldados desconocen la zona pero confían en su mayor número y arremeten. A su vez los guerreros llegan a la cumbre y desmontan, los flecheros Yamandú e Irupé aprestan sus arcos, el resto se abre en semicírculo, sus perseguidores azuzan los caballos y trepan desordenadamente bajo una lluvia de flechas. El Cacique Brown con Magalona e Itanú a la vanguardia, arremeten contra los soldados, seguidos por los demás. Los caballos de los militares hunden sus patas en los tucales de los cururúes, pierden velocidad y trastabillan o caen tirando a sus jinetes. En tales circunstancias son diezmados por flechas y lanzas de los charrúas que devinieron en perseguidores, embistiendo a la tropa con tanta fuerza, que los llevan cuchilla abajo contra el arroyo. El resultado, son varios soldados heridos y siete de ellos muertos, saciando así los charrúas su sed de venganza gracias a los tucu tucu. Victoriosos, Brown da orden de retirarse al Paso del Bautista, cuando percibe que del soldado que comandaba, se escapa un gemido. ¡Aún está vivo! Lo mira y se le representa la mismísima imagen del codí Frutos. Vuelve tras sus pasos enceguecido como si estuviera frente al genocida Presidente y arremete lanza en mano a rematarlo, pero el herido aferra una pistola con la que le dispara. El aroma del jazmín impregna los últimos instantes en la vida del Cacique Brown quien con su último aliento da un beso al suelo que tanto ama. El parte del Sargento Mayor Ramón De Cáceres dirá: “De los indios no murió mas q.e uno q.e fue el      que nos hizo el mayor destrozo, y q.e de golozo recibió un balazo…fue este el último encuentro q.e  tubimos los cristianos, con esa raza indómita”.
Postrero enfrentamiento charrúa en territorio oriental y primeros pasos de la novel república teñidos de noble sangre indígena. Brown es el último de sus valientes caídos en combate, cuya vida ofrenda a su tierra y al honor de “La Nación Charrúa”

 

(Queridos lectores de Raíces, los invitamos a seguir esta sección todos los meses, con los importantes aportes de Nancy Ramos Boerr.

 

“ARTIGUISTA”
por ARIEL OLANO PARADA

Soy oriental, lo prefiero
la Patria es mi vasto hogar
yo nací en este solar
la tierra que más quiero
artiguista bien sincero
por mandato soberano
de este pueblo americano
que marchó a la independencia
con la luz en la conciencia
que encendiera aquel baqueano
II
Soy ariguista lo siento
por la justicia que encierra
aquel reparto de tierras
que contempló el Reglamento
madrugador pensamiento
que concibió las regiones
en las sabias Instrucciones
tempranas del  Año Trece
estrellas que resplandecen
sin noches en las naciones.
III
Hoy Artigas ha quedado
erguido como un gigante
un faro de luz distante
que nos guía del pasado
su recuerdo venerado
nos dice siempre presente
porque Artigas está latente
más allá del monumento
su acción y su pensamiento
en el alma de la gente.
IV
Cuando el caudillo inmortal
lo entregaban los traidores
llamando a los invasores
sobre esta tierra  oriental
se vio volar al ideal
que aquel héroe incubara
para que nunca quedara
la libertad de rodillas
y creciera la semilla
que un día nos liberara.

V
Por eso fue perseguido
aquel hombre singular
porque supo interpretar
a los pueblos oprimidos
y a pesar de ser vencido
en la lucha desigual
el iba en pos de un ideal
de justicia y libertad
luchando con dignidad
por la causa federal.

 

(Queridos amigos lectores lo invitamos con RAÍCES de Junio-2014 a seguir disfrutando los trabajos de Nancy Ramos Boerr)

 

 

 

“PAÍS…PAÍS… EL REGRESO” de TERESA DÍAZ SÁNCHEZ

¡Gran guerrera nacida al oriente del “País del Río de los Pájaros”!
¡Guyunusa!, vivías amando el suelo indómito que pisabas.
Eras la dueña del sol, de los ríos, de las lluvias, de la luna y su faro…
En tacuaras, entreveros y lanzas, al Protector acompañabas.
Sobreviviste nuestro primer genocidio legalizado y solapado.
Allá, en el Salsipuedes, con el ruin pretexto de la codicia.
Con más saña que los invasores despiadados,
a traición, masacraron tu pueblo los poderosos sin conciencia.
La protección del Karaí Guazú no tenían  ya,
los  que defendieron con impetuosa osadía la libertad.
Volvían a ser traicionados, por los mismos canallas
que todavía visten heroicas máscaras de dignidad.
Para terminar tu estirpe altanera sin igual
te arrancaron un hijo de los brazos.
Fuiste perseguida, presa y secuestrada como un animal
y tú, valiente mujer reuniste los pedazos.
Con tus tres hermanos, el mar cruzaste, rumbo a Francia
Encadenados, llevando el vientre insistente, sembrado de luz.
Diversión para cruel público y presuntos sabios, ¡qué insolencia!
Otro calvario conociendo apenas la cruz.
Una Guyunusa francesa, una pequeña jaguar  te abrazó,
a pesar de las enfermedades y las alevosías.
Pero la muerte brutal de los “civilizados” te alcanzó,
como a otros desamparados de nuestros días.
¡Qué importa como la llamaron, si era de la esperanza tu  musa!
Porque le mostraste los ríos azules que tu frente lucía.
Era tu Guyunusa, es decir, nuestra Guyunusa,
porque tu corazón le cantó, del Sur dulces melodías.
Vaimaca Perú regresó  demasiado tarde para matar al traidor.
Es bueno creer que la niña de cobre floreció gracias a seres piadosos.
¡Guyunusa! !Senaqué! ¡Tacuavé! Grandes guerreros de coraje inspirador,
los desmemoriados borraron quinientos años vergonzosos.
Todos, sí es seguro, han regresado por los vientos, sin cadenas
siguiendo una estrella, al seno de su madre tierra.
Sus espíritus intrépidos flamean como bandera,
por los campos de los americanos de indomable garra.
Esta Nación lleva en la sangre su bravío lamento.
Recordando vamos abriendo camino.
Nos levantamos en armas con palabras como instrumento,
de denuncia y apoyo, descubriendo nuestro destino.
Cuento esta triste historia ¡para que no se apaguen sus gritos! ¡Ninguno!
¡Para que  no ignore, para que no olvide la  historia olvidadiza!
¡Para que no se calle la voz de los guerreros unidos del  Siglo XXI
de Nuestra Querida América Mestiza!

 
(Queridos amigos lectores lo invitamos con RAÍCES de Mayo-2014 a seguir disfrutando los trabajos de Nancy Ramos Boerr)

De ESTELA CAMELIA
“AQUEL RÍO”…

 
El Uruguay se forjó, a sangre coraje y fuego.
Luchando mano a mano, a dentelladas, cuerpo a cuerpo.
Mas, en medio de la batalla, dentro del campamento,
la mujer dijo presente junto a su compañero.

Cabalgaron con sus  hijos por los caminos inciertos,
las Chinas Orientales, hoy, anónimas en el tiempo.
Mientras su hombre luchaba en el entrevero,
ahí, cerquita nomás ,
mamaban los cachorritos de sus henchidos pechos.

Empuñaron la lanza, el sable blandieron,
defendieron  ésta tierra y dejaron en testamento,
un país sin cadenas, un hogar sin miedo,
del invasor prepotente y del tirano altanero.

De los heridos de  muerte, fueron piadoso consuelo,
más de uno las llamó ¡madre! Dando su último aliento,
y le cerraron los ojos con manos de ángeles buenos.

No conoció mas adorno
que prendida de sus trenzas un humilde flor de ceibo,
su risa regaba estrellas, a rosas olían sus senos,
llama que alimentó las almas de los heroicos guerreros,
proclamaron ¡Libertad! Y sin temor sucumbieron.

¡Quiera Dios lleve en mi sangre
una gota de aquel río si es que me la merezco,
para heredarle a mi raza, trenzados y entrelazados
valor, coraje y ternura entre la carne y los nervios!.

 

 

LA CHUSMA
Autora: Nancy Ramos Boerr “Fredda”

Así llamaba despectivamente el hombre blanco, a las mujeres, los  niños y los viejos indígenas.
Mientras los principales arengaban a los guerreros para la batalla, la chusma, cantaba alentándolos en la lucha. Este mes queremos compartir con Ustedes, un fragmento de un trabajo que fuera premiado con un 2do. Premio en el Concurso “Dr. Pedro Freire”, cuyo autor no sólo es un gran periodista sino un excelente pintor: ALDO ROQUE DIFILIPPO.

Es en el año 1999, tercera edición del CONCURSO “DR. PEDRO FREIRE”, que se comienzan a entregar los PREMIOS GUYUNUSA para dicho Concurso.
El trabajo completo de ALDO ROQUE DIFILIPPO, “EL AMANECER DE LA PATRIA”, fue publicado en nuestro primer libro cooperativo: ”TESTIMONIOS y CUENTOS y VERSOS BAGUALES” y el fragmento que compartimos con Ustedes hoy, forma parte de nuestro libro “TESTIMONIOS, LENGUAS INDÌGENAS”.

                     “LA CHUSMA”

 Fragmento de la obra “EL AMANECER DE LA PATRIA” de ALDO ROQUE DIFILIPPO, Segundo Premio del Concurso “Dr. Pedro Freire” del año 1999.

Una columna de figuras andrajosas, desmelenadas, con los pies hundidos en el barro, seguía al ejército en su eterno caminar.
Mujeres  y niños, ancianos y perros. Ropajes descoloridos por tanto sol. Manos encallecidas de tanto esfuerzo. Olor a sudor y a constancia, vadeando arroyos, trepando cerros, o  por tanta intemperie tendidos bajo un árbol. Ellos, la chusma, la brasa siempre encendida en cada fogón, parecían la sombra del ejército que avanzaba o se replegaba, que hablaba de Patria y libertad en aquel verdor donde la desolación adquiría sus ribetes más bellos y románticos. La chusma fue desde siempre la  mano tendida mitigando heridas, entibiando soledades con un mate, aportando ramitas al fogón de la patriada.
Mujeres convertidas en la sombra de su hombre que cargaban de afecto el duro transitar de cada jornada, y que eran tan diestras para repartir trozos de nada y mitigar el hambre de todos sin distinción, como para empuñar  un sable o una tacuara y arremeter primeras en la fila, desprovistas de todo, pero henchidas de coraje.La columna avanzaba resuelta en el combate o la marcha levantando polvareda en la patriada americana. Tras ellos iba la chusma, colmada de gritos de gurises, desmelenados, de ropas andrajosas y manos renegridas. Contagiando de alegría y ternura aquel interminable vagar, ese continuo ir y venir en el despuntar ruidoso de la Patria.

 

 

 

El Capitán de Milicias de Montevideo, Antonio Camejo se encontraba en la ciudad amurallada atiborrado de trabajo en los concurridos salones del Cabildo de Montevideo. Por un lado planificando los detalles de las actividades de entrenamiento anuales de la Compañía a su cargo, que la Asamblea a de Caballería solía llevar a cabo en la Capilla del  Sargento Farruco en Durazno. Por otro, la coordinación con el Alcalde de la Santa Hermandad, don Juan Antonio Artigas, a la sazón encargado de las operaciones contra los indígenas indisciplinados. Éstos asolaban cotidianamente a la línea de guardias jurisdiccionales, distrayéndolas de sus funciones de vigía y primera línea de contención a las incursiones portugas, que aprovechaban las rebeldías indígenas para arrear grandes cantidades de ganados cimarrones sin mayores contratiempos hacia la Laguna Merín. Por lo general la vida en el destacamento, con abundante agua y leña, era tranquila y reposada aunque sumamente estrecha en comodidades, a pesar de que los milicianos, -escasos en número- eran avecinados en los campos de la estancia del Capitán Camejo. Cuando les tocaba el servicio de guardia debían permanecer en el fortín de empalizada de palo a pique y ranchos de cumbrera ladeada ubicado en el terreno de mayor cota altimétrica, que favorecía el cumplimiento de la misión asignada. Corría el año 1769 y ese día justamente en el fortín de Camejo no iba a terminar la jornada sin ocurrir novedades. La noche estaba cayendo apurada, trasladando sus sombras velozmente y ocultando en una negrura profunda los lindes del tupido monte y permitiendo que en silencio se desprendieran al amparo de la luna  nueva, dos milicianos con los caballos de la brida y cascos embolsados. Fueron internándose raudamente ladera abajo, cuerpeando las vistas del semidormido centinela que guarnecía el mangrullo subido sobre zancos de palos torcidos. A medida que se alejaban sin decir palabra, la oscuridad tenebrosa dejaba oír sin embargo, la especie de queja plañidera del río Santa Lucía deslizándose libremente sobre su lecho de canto rodado enmarcado por los arenales que se adivinaban a través de las lloronas ramas de los sauces o las de los sarandíes costeros, interrumpida por ruidos sin dueño, o propios de palomas, lechuzas o gallinetas, si no el chapoteo de algún carpincho solitario. El aspecto de aquellos hombres no era mejor que el de los indios. Desgreñados y harapientos por los restos de ropas en que nada parecían uniformes. Únicamente revelaban su condición de soldados los tricornios requintados sobre ojos relumbrantes como brasas bajo la tupida, espesa pelambre. Ya se van atisbando las primeras luces y la frescura de la noche desparece ante el calor que ya sentían ambos hombres, como salido de una inmensa fragua, escondida en los médanos bajos que como una olla, marginaban una tranquila laguna. Allí desmontaron, se miraron fijamente mientras aflojaban los cinchones y cuando armaban un naco, por fin decidieron hablarse. -Bueno, Saturnino, ya estamos lo suficientemente alejados…¿estás decidido de verdad…? Dijo el más joven y activo, mientras iba acomodando las garras húmedas sobre el apero. A la vez clava su mirada en el más veterano que dando muestras de inquietud, soba las riendas sin cesar. Las innúmeras arrugas que cruzan su cara, se le transforman en una cara totémica por un tic involuntario y nervioso.
-No me andes con vueltas, viejo…¿Venís o no?
-Mirá Juan Ángel, no se que hacer. Hace un montón de tiempo que soy soldado…Desde Galicia a Buenos Aires, luego a Córdoba y el Alto Perú… Hace tres años vine a Montevideo y por una vez tengo algo mío. Poco, es cierto, pero es mío al fin… Se me hace duro desertar ahora…
El otro se rió despectivo: -¡Parece mentira! ¡Después de lo mal que estamos pasando, mal comidos, las más de la veces sin un duro, peligrando recibir un lanzazo de los infieles; un sablazo de los lusitanos o una puñalada de manos de algún patriota borracho…¡No me hagas reír…!
-No, Juan Ángel; no creas que es miedo, solamente  no quiero hacerle el caldo a los indios cuando se vienen chuza y chuza irrespetando hasta a los niños…
-¡Esas son solamente palabras, viejo! – dijo el joven lanzando bufidos de impaciencia… -ahora resulta que vamos a ser buenos cristianos cuando todo el tiempo vivimos como comadrejas.
Saturnino pensó que a su amigo no le faltaba razón, se fue acordando de los sacrificios nunca suficientes y de los sufrimientos nunca demasiados… Con su voz fuerte y tonante y un sabor amargo en la boca dijo:
-¡Está bien,… vamos ya, antes de que me arrepienta.
A los cinco minutos, luego de orientarse al norte del Arroyo de la Virgen encaminaron sus  monturas en un galope contenido hacia el Rincón de los dos Santa Lucía, para luego optar por otro rumbo que los alejara cada vez más del fortín del Paso del Soldado. Sin embargo, en un recodo de la senda arbolada, Saturnino frenó de improviso su marcha y costaleó el matungo tras un matojo de paja brava porque de un golpe de vista había apreciado que en dirección contraria se venían como veinte chuzas indias que enarbolaban prendas de ropa europea tintas en sangre. Con los rebenques amordazaron los pingos y con los corazones a un ritmo infernal a la vez que fervorosamente rogaban que nos los vieran, fueron acomodando en su entorno las armas de fuego, los trabucos, sin ruido desenvainaron los sables y cuando llegó a sus narices el olor a grasa de potro, se convencieron que el combate era ineludible.

-Quedate abajo Juan Ángel, no te levantes que son finado, hijo… Tené las armas al alcance de la mano y que el caballo no se te dispare…
Juan Ángel no aguantó los nervios, apuntó la carabina, disparó y un indio cayó como tronchado por una guadaña. Los otros entre pararon sorprendidos por el estampido, lo que aprovechó Saturnino para agujerear al cacique justo en el medio del pecho cuando inadvertidamente hacía caracolear su caballo. Con los trabucos bajaron cuatro indígenas que intentaban coronar una corta subida que les hubiera permitido flanquear a los dos milicos por el lado ciego. Los indios comprendieron que eran solamente dos lo que tenían enfrente y buscaron espacio para lanzar una carga final, lanza en ristre, que les permitiera acabar con los milicianos. –Ahora sí compañero, vamos a hacerlos hocicar como que hay  Dios…
-Y por la santísima Virgen… musitó Juan Ángel a la vez que degollaba de un sablazo al que venía de punta, escupiéndole la muerte en la cara. Los dos milicos fueron rodeados por un mar de lanzas que buscaban carne y parecía que sucumbían pero los corvos abrían cancha y las boleadoras de Saturnino bajaron a dos de un saque que Juan Ángel ultimó a sablazos antes de que una chuza artera y por la espalda le partiera el corazón. Al caer, la tacuara se quebró secamente y la vida del miliciano se esfumó a la par que la de su matador que recibió un pleno mandoble de filo y contrafilo en el vientre.
El veterano, cubierto de sangre propia y ajena, se irguió entre los cadáveres buscando a un último enemigo que no encontró, pero que igualmente llegó a bandearlo con un chuzazo en las costas. Saturnino fue hundiéndose velozmente en el abismo de la muerte, pero cosa rara, escuchó como un disparo lejano y el grito final de su matador, caído algo más lejos… luego… la nada total…
La experiencia de Juan Antonio Artigas como negociador o represor, según las circunstancias, le permitió asistir al terrible final de un viril combate a lanza, sable y bala, y no le tembló el índice cuando disparó el tiro que ultimó al postrer indio sobreviviente.
La visión de los dos milicianos luchando hasta el final sin dar un paso atrás en pelea desigual lo conmovió de tal forma, que alejándose de la cabeza de la columna de socorro que había salido del fortín no bien se oyeran los primeros disparos, le dice quedamente al Capitán Camejo que está a su izquierda: - Los desertores no pelean ni mueren así, Capitán, ¡No le parece?
- Es cierto Don Juan Antonio…¡esos dos pelearon como leones!
Un par de semanas después, varios caciques charrúas se presentaron en el Fortín del Paso del Soldado para pedir negociar una paz duradera con el Alcalde Artigas.
El secreto de aquella especie de sumisión obviamente quedó en aquel recodo más allá del Arroyo de la Virgen, donde abortó una deserción que tuvo a la muerte como aliada… y la muerte guarda muy bien sus secretos.

(Queridos amigos lectores lo invitamos con RAÍCES de Febrero-2014 a seguir disfrutando los trabajos de Nancy Ramos Boerr)

RECUERDOS DE UN FANTASMA
 La Fortaleza del Cerro, el Cabildo, la Catedral

De ALEJANDRO COPETTI YENSA de Montevideo.
1er. Premio Narrativa Histórica del 12º CONCURSO NACIONAL DE NARRATIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA LITERARIA INÉDITA “DR. PEDRO FREIRE”
Jurados: PROFESORA MELBA PÍRIZ CORNALINO, PROFESOR JORGE BAEZA, ESCRITORA GRACIELA GENTA HORGALES

Una ráfaga helada con sabor de tormenta trepaba silbante desde el sur, estrechada entre los muros de la calle Río Branco. Al cruzar Maldonado el viento del río me estremeció hasta los huesos, y ya apuraba el paso procurando eludir la incipiente llovizna, cuando un llamado imperioso me detuvo.
Por el camino de extramuros, como salido del Portón Nuevo o del antiguo camposanto, saltando ágilmente matas de cardos, zanjas y barriales, venía Don José. Pronto me alcanzó y por un rato  marchamos juntos en silencio, sumido cada uno en sus propios pensamientos, hasta que  con voz suave y firme comenzó a referirse como otras veces, a sus tiempos y recuerdos. No sé si calificarlo solamente de fantasma, pero de seguro era mi amigo, porque en un santiamén me trasladó al Montevideo de comienzos del siglo XIX, y me hizo partícipe de sus historias y confidencias.Don José, José del Pozo y Marquí, integrante del Cuerpo de Ingenieros Militares españoles en tiempos de la Colonia, es autor de importantes construcciones militares del sistema defensivo de Montevideo y Maldonado, así como está asociado también a otras obras públicas y de arquitectura religiosa. Lástima que no se le recuerde, que no haya una calle que lleve su nombre. Habiendo culminado su carrera en el grado de Brigadier de Infantería y con cargo de Director Subinspector del Real Cuerpo de Ingenieros, es quien proyecta y levanta un castillo o fortaleza en el Cerro de Montevideo (1809), cuya imagen emblemática perdura  hasta hoy, como símbolo de nuestra identidad nacional, en uno de los cuarteles de nuestro escudo patrio.
Hasta entonces, nuestro Cerro era una cima utilizada como mera atalaya de vigía y soporte de la vieja farola a luz de sebo, que guiaba al navegante. Luego de la invasión inglesa de 1807 resultaba evidente la necesidad de reparar y reforzar las murallas de la ciudad con nuevos puestos artillados.
Con indignación, Don José del Pozo me contaba que había escrito al Comandante de Ingenieros Dn. Bernardo Lecocq, recordando los tres casos “bien recientes y presentes” en que las lanchas cañoneras habían resultado de poca utilidad. Una fragata inglesa había estado en calma toda una mañana a la boca del puerto de Montevideo, y se había ido burlando a toda nuestra escuadra. Lo mismo que un grupo de botes ingleses que entraron al puerto a media tarde, pocos días antes del asalto a la Plaza, a reconocer hasta cerca del Miguelete. Y hasta “una despreciable balandra tripulada de negros burló de las 18 o 20 cañoneras que salieron a atacarla al mando del Sr. Liniers”. ¡Qué vergüenza! – me decía Don José-. Es por eso que proyecté la fortaleza con sus cañones, articulando en la protección de  la bahía con una batería en la isla de Ratas. Ya van a saber lo que es bueno esos ingleses, corsarios y piratas. ¡Los vamos a correr a patadas!. Cálmese Don José, que ya estamos en el siglo XXI, y siga contando.
-No, quiero hablar de la reconstrucción del Cubo del Sur y de la extensión de  la muralla. El Cabildo y el Gobernador Elío me apoyaban. Por eso pude hacerlo. Entre nosotros-me dijo-, mi colega el Brigadier Lecocq no estaba de acuerdo, quería iniciar la fortificación por la parte norte del recinto. ¿No sé para qué, si por allí era imposible que pudiesen atacar los enemigos?
Dicen que ahí cerquita Lecocq pensaba edificar una casa, y que en eso cifraba su interés personal. No quiero ser mal pensado. Con los calificativos de método apocado y embarazoso, inoportuno, dispendiosísimo, e impropio de la grandeza del Rey, que empleaba el Cabildo para referirse al proyecto de Lecocq, alcanza y sobra.Pero eran discrepancias profesionales. –Nos llevábamos muy bien. Yo con el Brigadier Lecocq, que en paz descanse, seguía siendo amigo. Siempre  nos escribíamos. Te hablo como si fuese hoy, ¡cómo pasa el tiempo! El otro día nomás le confiaba:
“Mi señora Doña María ha estado mortificada de una muela que se le rompió. Nicolasita sigue mejor ya levantada del tumor. María Eusebia gorda, rolliza y hermosa”. Y celebraba la buena salud que a Dios gracias disfrutaba Lecocq y su amado Goyo, como él noticiaba. Ya ves que no había resentimiento alguno. Y volviendo a lo de “amigo”, mirá si entonces no habrían malas lenguas. Decían que la utilización reiterada entre nosotros del término “amigo”, era propio del lenguaje secreto de la Masonería española. Que de seguro éramos francmasones de ideas liberales, envueltos en los planes de independencia. ¡Si serán bandidos! Infundios de los que no nos querían bien, para perjudicarnos. Lo que pasa es que había una confusión ideológica tremenda. Me parece que nuestro señor Fernando VII, el Santo Oficio, y las Cortes de Cádiz, magnificaban sus fantasmas. Calificaban a los francmasones de secta  maldita, casta de fieras, zorras astutas extendidas por todo el suelo español, liberales impíos y miserables enemigos de la Iglesia Católica y de todas las monarquías, y otras cosas por el estilo. Me parece que no era para tanto, que difundían una ideología contraria a las desigualdades sociales, a la opresión, a la esclavitud y a la explotación. Si fueron fermento de la revolución americana que vino después, vaya uno a saber. Pero muchos prohombres patriotas e ilustrados de estas tierras americanas tenían esas convicciones. Aunque yo soy, digo, yo era español, porque ahora sólo soy un fantasma, comprendo que tenían derecho a querer librarse de nosotros, los españoles, como nosotros nos libramos de Pepe Botella y los franceses.
Lo cierto es que yo ya estaba empapado y cansado de saltar tantos charcos y zanjones por esos andurriales, y le invité a sentarnos, De seguro que como era un espectro no se daba cuenta.
- Mirá botija- agregó-, por  hoy no quiero aburrirte, pero dejá que te diga esto solamente.
Con tantos años de aparecerse a los vivos y comunicarse con ellos, se le había pegado el lenguaje rioplatense y hasta algo de lunfardo.- La cosa es que intervine, también, en la construcción de las Bóvedas, Es un crimen que las hayan dejado venir abajo y sólo queden unas pocas ruinas de muestra. Proyecté el almacén de pólvora a extramuros, las baterías de Maldonado, y otras cosas más, como los mejores planos de la ciudad de Montevideo de la época. De todo eso ni se acuerdan. Del proyecto de la capilla del Hospital de la Caridad, que hoy llaman Maciel, tampoco recuerdan a su autor. Y no hablemos del Cabildo nuevo, del que supervisé la construcción a cargo del arquitecto Maestro Mayor Tomás Toribio. Lo mismo pasó con la Catedral de Montevideo. Producto del trabajo de Toribio en gran parte, en la que también participé durante catorce años como director de las obras. Gran muchacho Tomás Toribio, muy bien preparado como arquitecto, inteligente, capaz, se le nombra poco. De  mí te voy a decir que mis funerales, cuando ya estaba a punto de ser fantasma, se hicieron en la Catedral Metropolitana en forma gratuita, como homenaje a uno de sus constructores. Es la pura verdad, no pienses que quiero presumir.
Pero en los 81 años de vida que tuve, debí soportar muchas injusticias. Insinuaron que era italiano y  no español. Que mis apellidos verdaderos eran del Pozzo Demarchi, y no del Pozo y Marquí. Y a mis hijas el Montepío Militar les negó la pensión por “mi conducta política”. Es decir, porque no había vuelto a España en tiempos de la Revolución de Mayo. Mirá si “viejo, calvo, cano y gotoso”, después de medio siglo de servicios, siempre en Montevideo, iba a dejar a mis hijas y a mis nietos orientales, para regresar a la Penísula.De estos y otros temas conversamos largo rato, bajo una lluvia menuda que caía blandamente, hasta que las primeras sombras del anochecer fueron diluyendo su figura en el espejo de los charcos.

 

(Queridos amigos lectores lo invitamos con RAÍCES de Enero-2014 a seguir disfrutando los trabajos de Nancy Ramos Boerr)


En 1996-1997, la Encuesta Continua de Hogares incluyó una pregunta acerca de la autoidentificación "racial" (Instituto Nacional de Estadística, 1997), y en el 2006, en la Encuesta Ampliada de Hogares, una acerca de la ancestría con similares categorías (Instituto Nacional de Estadística, 2006). Este interés por identificar a quienes pertenecen a un grupo determinado de acuerdo con su origen poblacional es común a varias asociaciones, tanto de descendientes de africanos como de indígenas, en muchos casos unido a reivindicaciones sociales y económicas como relacionadas con el reconocimiento de sus orígenes (ver por ejemplo, Mundo Afro, s/f). En este artículo, se analizan los datos censales recientes (1996-1997 y 2006) acerca de la "raza" o "grupo étnico" de la población uruguaya, así como los datos genéticos publicados hasta la fecha; a partir de este conjunto de información, se discuten los conceptos de raza y adscripción étnica, vinculados al concepto de identidad nacional.
Datos censales de la población actual
La Encuesta Continua de Hogares de 1996-1997 solicitaba la "declaración explícita de los entrevistados sobre la raza a la cual creían pertenecer", aclarándose que se refería a la autopercepción sobre su "pertenencia a un grupo étnico/racial determinado" (Instituto Nacional de Estadística, 1997: s/p). Fue aplicada a una muestra compuesta por aproximadamente 130.000 habitantes (40.000 hogares) de áreas urbanas que, de acuerdo con los datos del Instituto, representaban aproximadamente el 86% del total de la población. Las categorías utilizadas en el análisis, denominadas "razas", fueron las siguientes: blanca, negra, indígena, amarilla, negra-blanca, negra-indígena, negra-blanca-indígena, y amarilla-otra. Como resultado de esta encuesta, el 93,2% de las personas se autodefinió de raza blanca, 5,9% de raza negra (que, siempre de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, incluía las categorías de raza negra y todas las mezclas en las cuales intervenía raza negra), 0,4% de raza indígena (indígena e indígena-blanca), y 0,4% de raza amarilla (Instituto Nacional de Estadística, 1997). Si se extrapolan estos datos al total de la población, que en 1996 era de 3.163.763, las personas autoidentificadas como de raza negra (y sus mezclas) serían 186.662, mientras que 12.655 serían de raza indígena e indígena-blanca.
Diez años después se realizó una nueva encuesta, la Encuesta Continua de Hogares Ampliada, esta vez en una muestra total de 18.506 viviendas, algo menos que la mitad de las consideradas en la primera encuesta, pero que incluía también a la población rural (Instituto Nacional de Estadística, 2006). En este caso, en lugar de la declaración de "raza o grupo étnico" de la persona entrevistada, se planteaba la siguiente pregunta: "¿Cree tener ascendientes...?". (Instituto Nacional de Estadística, 2006 s/p). En esta encuesta las categorías eran menos ("blanca", "afro o negra", "indígena", "amarilla", y "no sabe"), ya que una misma persona podía declarar tener ancestros de más de una de éstas, es decir, el mismo individuo aparece en tantos grupos como ascendientes distintos declare, por lo que el porcentaje total no es 100 sino 108,6%. El 9,1% de los entrevistados declaró tener "ascendencia afro o negra", mientras que el porcentaje de "ascendencia indígena" alcanzó el 4,5%; 94,5% declaró ascendencia blanca y sólo 0,5%, amarilla. En los resultados se menciona que no se encontraron diferencias entre Montevideo, interior urbano (entendiéndose por interior los otros 18 departamentos que integran el Uruguay excluido Montevideo; y por urbano, localidades de más de 5.000 habitantes), localidades pequeñas (menores de 5.000 habitantes) y zonas rurales; curiosamente, los porcentajes de ancestros "no-blancos" resultaron levemente superiores en Montevideo, donde 9,4% de los entrevistados declaró poseer ancestros africanos y 4,9%, indígenas. Tampoco se encontraron diferencias entre los sexos, si bien hay un ligero predominio de mujeres que declararon ancestros no-blancos (Instituto Nacional de Estadística, 2006). Si se consideran los porcentajes indicados en el total de la población, estimada para el año 2005, en 3.241.003 habitantes, 295.000 personas tendrían ascendientes africanos y 145.800, indígenas.
Datos genéticos de la población actual
Es a partir de la década de 1980 que comienzan los estudios que buscan identificar las contribuciones génicas de poblaciones de diverso origen a la población uruguaya a partir de la frecuencia de ciertos rasgos y alelos, si bien existen algunos estudios previos. Ya en la década de 1990, los análisis de polimorfismos sanguíneos de herencia autosómica, junto a la aplicación de métodos que permiten estimar los aportes genéticos de diverso origen geográfico (en particular, aplicables a poblaciones trihíbridas), permitieron no sólo determinar la magnitud de dichos aportes génicos a la población uruguaya, sino también que existían diferencias regionales. Por ejemplo, la contribución indígena fue estimada en 20% en Tacuarembó, al nordeste del país, pero en apenas 1% en Montevideo, con zonas de valores intermedios como Cerro Largo (8%) también en el nordeste (Sans et al., 1997; Sans et al., 2006). El único estudio hecho en una muestra que representa el total del país, basado en el estudio de varios loci de ADN nuclear, reveló un aporte indígena del 10% (Hidalgo et. al., 2005). Por otra parte, el aporte africano parece ser más homogéneo en las distintas regiones del país; los estudios mencionados determinaron una contribución de 15% en Tacuarembó, 10% en Cerro Largo, y 7% en Montevideo, mientras que para el total del país se estimó en 6 por ciento.
En cuanto a los estudios de marcadores de herencia uniparental, en su mayoría fueron hechos sobre el ADN mitocondrial (ADNmt), de herencia exclusivamente materna. También en este caso se observaron diferencias regionales, con un máximo para la ancestría indígena de 62% en Tacuarembó, valores intermedios en Cerro Largo (30%), y un mínimo en Montevideo (20%), (Bonilla, et al., 2004; Gascue, et al., 2005; Sans, et al., 2006); asimismo, en una muestra del total del país se determinó que aproximadamente un tercio de la población (34%) tenía un ancestro indígena por línea materna (Pagano et al., 2005), valor que fue corregido posteriormente y llevado al 31% (no publicado). Con relación a la herencia de linajes paternos, los estudios basados en el cromosoma Y son aún muy escasos: en Montevideo la cantidad de personas con ancestros africanos por línea masculina fue estimada entre 4 y 10%, y se determinó un valor entre el 2 y el 4% para la ancestría indígena; en Tacuarembó, se detectó una prevalencia de aproximadamente el 8 y 13%, respectivamente. Estas estimaciones dependen de los marcadores usados (polimorfismos de un solo nucléotido (SNPs), o repetidos cortos en tándem (STRs), y del método de análisis seleccionado (Bertoni et al., 2005). En una muestra del total del país mediante el estudio de STRs se detectó que aproximadamente 1% de la población tenía ancestros africanos por vía paterna, y 5% ancestros indígenas (Pagano et al., 2005).
En resumen, puede señalarse que de acuerdo con los datos genéticos, el aporte indígena en genes autosómicos varía entre 1 y 20%, siendo 10% para la población en general, mientras que el aporte africano resulta más bajo y con menor variación regional (6 a 15%), siendo 6% el valor determinado para la población general. Con relación a la ancestría, se destaca que un tercio de la población posee un antepasado materno indígena, lo cual se explica por las uniones direccionales entre mujeres indígenas y hombres europeos que ocurrieron en todo el continente (Sans, 2000; Sans et al., 2006). En cuanto a la contribución africana, es aportada en forma similar por hombres y mujeres de este origen, y su valor no excede el 10% en ningún caso.
 (Queridos amigos lectores por razones de espacio ofrecemos este valioso material que ofrece Nancy Ramos en dos partes, para RAICES del mes de Diciembre ofreceremos otro trabajo interesante…los esperamos.)

 

"Raza", adscripción étnica y genética en Uruguay (Parte I)


Fuente: msan@fhuce.edu.uy
Introducción


Las poblaciones latinoamericanas surgen del desigual aporte de indígenas, africanos y europeos, proceso del cual participa la población uruguaya (Sans, 2000). La cuantía de cada uno de estos grupos poblacionales es incierta, si bien diversas fuentes históricas del período colonial, como por ejemplo, censos poblacionales, registros parroquiales, crónicas de eventos bélicos y otros, mencionan el origen de los pobladores. Los indígenas provienen de tres o cuatro etnias, siendo la mayor la macro-charrúa, que incluía guenoas, bohanes, yaros, y los charrúas propiamente dichos. Otras etnias eran la chaná, en la frontera oeste, y la arachana, en la frontera este, si bien de esta última existe sólo una referencia, lo cual hace dudar que realmente hayan penetrado en el actual territorio uruguayo (Cavellini, 1987; Cabrera, 1992). A éstas se agrega la guaraní, que aumenta considerablemente en tiempos históricos; inicialmente, su presencia se observa en las zonas aledañas a los grandes ríos. Señala Cabrera (1989) que a mediados del siglo XVIII la Banda Oriental tenía solamente dos zonas pobladas en forma estable: la sur, disputada por españoles y portugueses, y la norte, ocupada por las misiones jesuíticas. El resto estaba habitado por "indios infieles": charrúas, minuanes, bohanes y guenoas. En 1793, la población censada en todo el territorio es de 30.885 habitantes, de los cuales 7.000 eran negros o mulatos (22,7%), y sólo 700, indios (2,3%), si bien es claro que los indígenas no integrados a la vida colonial fueron excluidos del conteo. Sí aparecen en diversos registros históricos, como los referentes a la fundación de pueblos como Santo Domingo de Soriano, fundado inicialmente al oeste del Río Uruguay y trasladado al este entre 1662 y 1664, que se había originado a partir de una reducción de indígenas chaná, a quienes se agregan otros indígenas y, posteriormente, criollos y españoles (Acosta y Lara, 1969; Barreto, 2007).La identidad nacional así como el imaginario colectivo enfatizan el exterminio indígena, marcado por la matanza ocurrida en el Arroyo de Salsipuedes realizada en 1831; este evento forma parte de diversas campañas planificadas por el general Fructuoso Rivera contra los charrúas (Acosta y Lara, 1985). Paralelamente, los guaraníes, en muchos casos partícipes de las acciones contra los charrúas, también pierden visibilidad y dejan de ser mencionados en la segunda mitad del siglo XIX. Con relación a los africanos y sus descendientes, las referencias más antiguas corresponden al inicio de la colonia, puesto que se mencionan negros esclavos participando en la fundación portuguesa de Colonia del Sacramento, en 1680; sin embargo, el tráfico regular de esclavos comenzará recién a partir de 1743 (Martínez Moreno, 1941). En 1778, la población de Montevideo se componía de 9.298 habitantes: 6.695 españoles, 1.386 negros esclavos, 562 negros libres, 538 pardos libres y 117 indios, es decir, que 26,7% de los habitantes de la capital eran negros o mulatos y sólo el 1%, indígenas. En 1810, también en Montevideo, en un total de 11.430 habitantes, 36% fueron registrados como negros libres o esclavos, porcentaje máximo de afrodescendientes alcanzado y que baja drásticamente por causa de la masiva inmigración de europeos hacia mediados del siglo XIX. En 1842, último censo que incluye "raza" o "color", en una población total de 200.000 habitantes en todo el país, sólo 9.000 (4,5%) fueron considerados "negros" y ninguno, indígena. El Censo de 1860 sólo menciona, entre los extranjeros, a los nacidos en el continente africano; constituían el 2,5% de la población de Montevideo (Martínez Moreno, 1941; Carvalho Neto, 1965; Campagna, 1990). En esa época, los datos referentes a afrodescendientes son escasos, aunque se conoce por ejemplo que en 1837 se creó en Montevideo una escuela para "niñas de color", y en 1852, para "adultos de color"; en 1853, información referente al trabajo en Montevideo señala que de 2.031 trabajadores domésticos, 76% era "de color" (Stalla, 2007; Frega et al., 2008).El proceso de prohibición de la trata de esclavos en Uruguay culminó en 1830, aunque no se hizo efectiva inmediatamente y la introducción ilegal de esclavos continuó. Algunos modos velados de esclavitud utilizados eran aplicados tanto a esclavos fugados como a otros africanos que venían como "colonos", quienes debían permanecer en régimen de tutela hasta cumplir 25 años o tres años de servicio (Frega et al., 2004). Africanos y sus descendientes continuaron ingresando a partir de la abolición de la esclavitud (leyes de 1841 y 1846, durante la Guerra Grande), fundamentalmente huyendo del esclavismo vigente en el Brasil hasta 1888. Al respecto, señala Rama (1967) que el aporte de morenos brasileños fue muy importante hasta esa fecha, pero que aún después ingresaban para participar en las cosechas del arroz y la caña de azúcar, y para las tareas ganaderas, particularmente en los departamentos del norte del Uruguay, fronterizos con Brasil y la Argentina. Es de destacar que los afrodescendientes, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, eran más "visibles" que los descendientes de indígenas; diversas referencias aluden a su participación en festividades religiosas, como cofradías o comparsas (Fraga et al., 2008), a lo que se agrega la fundación, en la primera mitad del siglo XX, de asociaciones de descendientes, como en 1923 el Centro Uruguay en la ciudad de Melo (nordeste del país), y en 1941, la Asociación Cultural y Social Uruguay Negro en Montevideo. Sin embargo, el origen "multirracial" fue desdeñado en el siglo XX tanto por investigadores como por la población en general: El Libro del Centenario de 1825 (Ministerio de Instrucción Pública, 1925: s/p) subraya que Uruguay es "la única nación de América que puede hacer la afirmación categórica de que dentro de sus límites territoriales no contiene un solo núcleo que recuerde su población aborigen". Años después, Uruguay es considerado por Ribeiro (1969) como integrante de la "configuración histórico-cultural de Pueblo Transplantado", si bien el autor reconoce que en el siglo XIX podía ser considerado como "Pueblo Nuevo", mientras que Wagley (1971) lo incluye en "Euro-América". A mediados del siglo XX, si bien no existen censos que clasifiquen según raza o grupo étnico, Rosenblat (1954) señala que la población uruguaya está integrada por 90% de caucásicos, 2% de negros y mulatos y 8% de mestizos, contrariando la identidad nacional que destaca los afrodescendientes; no es clara la fuente de esta información. Probablemente, estos mismos datos son tomados por anuarios como The World Almanac en ediciones recientes, como por ejemplo en el año 2000 (Famighetti, 2000), al clasificar la población del país en 89% caucásicos, 10% de mestizos y 1% de mulatos y negros.
(Queridos amigos lectores por razones de espacio ofrecemos este valioso material que ofrece Nancy Ramos en dos partes, para RAICES del mes de noviembre va la última parte, los esperamos.)

 

Luis Britto García. Caracas, 1940. Narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En narrativa destacan Rajatabla (Premio Casa de las Américas 1970) Abrapalabra, (Premio Casa de las Américas 1969) Los fugitivos, Vela de armas, La orgía imaginaria, Pirata, Andanada y Arca. En teatro, La misa del Esclavo (Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello 1980) El Tirano Aguirre (Premio Municipal de Teatro1975) Venezuela Tuya (Premio de Teatro Juana Sujo en 1971) y La Opera Salsa, con música de Cheo Reyes. Con Me río del mundo obtuvo el Premio de Literatura Humorística Pedro León Zapata. Como ensayista publica La máscara del poder en 1989 y El Imperio contracultural: del Rock a la postmodernidad, en 1990, Elogio del panfleto y de los géneros malditos en el 2000; Investigación de unos medios por encima de toda sospecha (Premio Ezequiel Martínez Estrada 2005), Demonios del Mar: Corsarios y piratas en Venezuela 1528-1727, ganadora del Premio Municipal mención Ensayo 1999. En 2002 recibe el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural

Con motivo del Día de la Resistencia indígena, Luis Britto García escribió el texto «Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa», que fue publicado por el diario El Nacional de Caracas, el 18 de octubre de 1990.
En este texto de ficción, Britto reflexiona sobre la deuda que tiene Europa con América y con qué palabras un indígena americano podría reclamar tal deuda.
La obra, escrita en forma de epístola, fue luego difundida por internet con el nombre de «Conferencia del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc ante la reunión de los Jefes de Estado de la Comunidad Europea».
Si bien el personaje es ficticio y la presencia indígena en tal conferencia jamás ocurrió, el texto contiene una reflexión sobre el tema de la conquista y sobre el desarrollo de Europa a través del uso de las riquezas naturales de América.
El cacique Guaicaipuro realmente existió, pero sin el añadido Cuatemóc
Guaicaipuroo Guaicaipuró(n. actualmente Los Teques, Venezuela, alrededor de1530; m. 1568), fue un nativo indígena, jefe de varias tribus Caribes, con el título ‘Guapotori’ —Jefe de jefes— originario del grupo Teques.
A pesar de ser conocido hoy como Guaicaipuro, en los documentos del tiempo su nombre fue escrito como «Guacaipuro».
Pasada la cumbre Iberoamericana de Chile del 2007 el autor le añade una segunda parte titulada "¿ Y tu, porque no te callas Cuatemoc?",

¿Y TÚ POR QUÉ NO TE CALLAS, GUAICAIPURO CUAUTEMOC?

¿Y tú por qué no te callas, Guaicaipuro Cuautémoc? He dicho “¡Tierra!” y donde yo digo nadie más dice nada. Callaos los millones de palabras de los miles de idiomas que van a morir con los centenares de miles de gargantas cortadas.Enmudeced los dioses primordiales de los continentes invadidos. Que sean acallados sus Génesis, sus creaciones del mundo, sus orígenes del hombre, sus palabras del misterio, de la revelación, de la profecía, de la sapiencia. Silenciad las voces del viento, de las aguas, de la tierra, de las plantas y los animales innumerables. Los ayes. Los lamentos. Las despedidas. Ya nunca más se llame al Náhuatl, Señor de la dualidad, a Coatlicue, Reina de la Muerte, a Kaputano Tumonka, el Señor de los Cielos.Que jamás resuenen tus nombres del cielo, de las estrellas, del amor, de la amargura.
Que enmudezca la canción de cuna y el llanto sea ajeno.Olvida que los ubarampu, o magos celestes, dijeron las palabras que iniciaron el florecer de la vida. Que la palabra, o más bien la danza, engendró las cosas. Que en las voces está el poder. Que el mundo no es más que voces. Que en el dolor está el poder. Que todo lo que te hiere te enseña. Que el dolor es la palabra más fuerte.
Que nunca más vuelvas a ser tigre gracias al weitopo de la voz y la danza.
Awa Kaikushi
ñorokosne awa sepuëdai.
Que ochenta millones de corazones no vuelvan a pronunciar el latido.
¿Y todavía no callas, después que dimos al fuego tus códices y sepultamos tus lenguas bajo la lápida del Nebrija?
Todo un Mundo será entregado al Repartimiento del Silencio, a la Mita de la Mordaza, a la Encomienda de la Mudez.
¿Qué tanto escandalizas, Bartolomé de las Casas, sobre la Destrucción de las Indias?
¿Por qué cuentas las genealogías que llegan hasta Mamá Ocllo, Inca Garcilaso? ¿Por qué trinas como ave prisionera, Sor Juana Inés de la Cruz, o prometes regresar convertido en millones, Tupac Amaru?
¿Por qué bailas tambor, Aché, disfrazado de San Benito de Palermo? ¿Por qué te vas con los negros, San Juan Baricongo?
¿A qué tanta algarabía de caribes y de araucanos y de paraguayos alzados, cimarrones fugados, comuneros rebelados?
¿Tú por qué no te callas, Guaicaipuro, Cuautemoc, Hatuey, Guarionex, Guayrocuya, Siboney, Negro Miguel, Caupolicán, Lautaro, Calatayud, Toroté, Andresote, Guimaraes, Dos Santos, Francisco de León, Chirinos?
Por ley de 1532 te vetamos escribir o leer romances o historias ficticias, por ley de 1569 te enviamos el Santo Oficio de la Inquisición para salvarte el alma que no tienes.
¿No te enseñamos a leer el decreto que te prohíbe escribir?
¿No te enseñamos a hablar para que calles?
¿No sabes que no tienes alma? ¿No sabes que no sabes?
¿Por qué tú no te callas, Guaicaipuro Cuautémoc, mientras nos destronan en Europa? De una vez por todas enmudece, Toussaint Louverture, Petión, Tiradentes, ¿Y vosotros por qué también no os callais, Simón Rodríguez, Francisco de Miranda, Camilo Torres, Bolívar, Sucre, Piar, Santander, San Martín, O´Higgins, Artigas, Hidalgo, Morelos? ¿Qué palabras son esas de República y Democracia y Derechos del Hombre? Allá os mando al Pacificador Pablo Morillo, que dicen que dijo que la insurrección en Tierra Firme se acaba pasando a cuchillo a todo el que sepa leer, y al Conciliador Valeriano Weyler, que encierra a los cubanos en “Campos de Reconcentración”¿Y todavía no os calláis? Pues yo tampoco quiero mando. Os dejo en manos del capital, que todo lo quiere.
¿Y por qué tus palabras saben a tierra? ¿Por qué callas, José Martí tiroteado y Zamora liquidado a traición y Zapata asesinado y Sandino fusilado y Farabundo Martí masacrado y Luis Carlos Prestes gaseado y Getulio Vargas suicidado y Gaitán abaleado y Camilo Torres tiroteado y Ernesto Guevara rematado y monseñor Romero sicariado y Caamaño Deño destrozado y Allende ametrallado y Roldós saboteado y Torrijos accidentado? ¿Y los tres mil desaparecidos de Chile? ¿Y los treinta mil inmolados de Argentina? ¿Y los cincuenta mil de Colombia? Silencios que hacían falta para que hablaran los tratados de libre comercio y los empréstitos y los convenios contra la doble tributación y los tratados de promoción y de protección de inversiones.
¿Y tú por qué no te callas, planeta? ¿No sabes que ahora sólo el capital habla? Seis mil millones de personas son dominadas por un gobierno mundial de cuatro o cinco mil directivos de organismos financieros a quienes nadie elige y nadie revoca. Seis mil millones de conciencias son acalladas por cinco transnacionales que dominan la comunicación. Seis mil millones de estómagos son hambreados por las cinco empresas más importantes del mundo, cuyo ingreso a finales del siglo pasado sobrepasó 1.9 veces el PIB de Asia Meridional, 11,4 veces el de los países menos adelantados, y el 56% de toda América Latina y el Caribe. Allí, la inversión española alcanzó en 1997 los 100.000 millones de dólares, igualando a la de Estados Unidos, duplicando la del resto de la Unión Europea. representando en la región para 2005 los activos conjuntos de BBVA y SCH unos 140.000 millones de dólares que rinden 42% de los dividendos totales de BBVA y 29% de los del SCH; mientras América Latina suministra el 34% de los dividendos de telefónica de España, el 45% de los ingresos de Repsol-YPF. Mientras cinco millones de americanos llegados a la península desempeñan los oficios duros y serviles por remuneraciones que ningún europeo acepta. Tras la Conquista, la Reconquista. Hacer la América es deshacer la América. Tras los dividendos de los dividendos seguiremos en las guerras para saquear el planeta y exterminar la humanidad hasta que ya no haya a quién hablarle. Pero ya me fui de la lengua. Ahora todo se sabe.
¿Y yo, por qué no me callo?

 

 

Autor: DANIEL ALFONSO RIVAS   (Parte I)
LA PATA ANCHA


Un otoñal y rojizo atardecer de abril de 1822 se encuentran dos jinetes en  un recodo del camino de Paso de la Horqueta, Sebastián que venía al galope como persiguiendo la puesta de sol y Gumersindo con el pequeño Viviano en la montura de su bayo, tiran ambos las riendas, cruzan unas palabras, cambian caballos y continúan.
Viviano había perdido su madre al nacer, más su padre, un gaucho de ley, se lo llevó abandonando su querencia a orillas del Río Tacuarembó, donde se había asentado después de la Batalla del 20, cuando Andrés Latorre era dispersado por los portugueses y Artigas se retiraba a Entre Ríos para reunir fuerzas con las cuales seguir combatiendo.
Vencidas las huestes orientales, cansado y ante el inminente nacimiento de su hijo, Gumersindo había decidido esperar el regreso del Protector, trayéndose consigo a Filomena su joven mujer, lancera igual que él de las montoneras criollo-charrúas, que había sido criada por la China María quien había caído defendiendo Paysandú en 1811 con Francisco Bicudo.
Allí en el rincón charrúa nacería Viviano; en zona de dominio indígena, que más adelantes reclamaría, uno de los hijos de Artigas, como propiedad de su padre el cual era uno más de ellos, hablando su idioma e integrándose de tal forma que lo adoraban, y lo reconocían como su líder natural.
Artigas era admirado no sólo por su valentía al hacer la pata ancha en las batallas por la independencia, sino también por ser el defensor de los derechos de la nación charrúa, de los morenos y otras minorías. Los indios lucharon siempre a su lado, custodiándolo incluso hasta la frontera del Paraguay, y los morenos prosiguieron, siendo establecidos en Camba Cuá (campamento) y Laurelty.
Gumersindo lancero de esas viejas lides de la independencia, se había refugiado entre sauces  y coronillas a orillas del río, construyendo un ranchito de adobe, en una zona protegida por los indígenas y lo más oculta posible de las patrullas enemigas.
Pero el reposo deseado poco le duró al perder a su amada en el parto; no soportó el inmenso dolor y terminó abandonando el triste paraje.
Viviría correteando por campaña sin lugar fijo ni rumbo, lanceando, boleando y faenando ganado cimarrón o venados junto con Viviano que crecía apreciando día a día el esfuerzo de su padre para conseguir el sustento de ambos, salar carne charqueándola o secando algún cuero; y desplazándose lo más lejos posible de las partidas portuguesas que habían creado la Provincia Cisplatina. Sólo se arrimaría de vez en cuando a los poblados para tomar unas ginebras y trocar cueros.
Así transcurrió la niñez de Viviano, calzando botas de potro y poncho y chiripá y abrigándose con cueros en las taperas o al aire libre porque Gumersindo se había convertido en un gaucho taciturno y prefería el nomadismo y la soledad. Aunque a veces compartían el fogón y la comida con algunos jinetes prófugos que se arrimaban en busca de compañía, eludiendo fuerzas que intentaban enrolarlos, esclavizarlos o simplemente matarlos. Nunca olvidaría el día que le tocó a él hacer la pata ancha un caluroso verano cuando saliendo de las aguas del Arroyo de la Virgen en Tambores se dio de frente con una crucera, contuvo la respiración e hizo de tripas corazón porque se le hundieron los pies en el limo al resbalar entre las piedras, pero se apoyó y alcanzó a tomar un pedazo de coronilla que encontró para su fortuna allí nomás en la orilla. La víbora ni lo observó, continuó rauda su camino para deslizarse en las frescas aguas del cristalino y pedregoso arroyito. Tenía la piel erizada más obtuvo la calma respirando hondo al ver pasar el peligro.
Continuaron años en esa vida semisalvaje característica de un territorio en ciernes donde chocaban o se amalgamaban diferentes culturas y creencias siendo ellos los típicos representantes del convulsionado tiempo que vivía nuestro continente alcanzado por el sol de la libertad. Hasta que un día Gumersindo se atacó de neumonía, lo que los obligó a arrimarse a un pequeño caserío que orillaba el Río Negro.
Había vivido arrastrando la tristeza que le embargó doblemente el corazón; la de la derrota con la intuición de que esa batalla perdida sellaría la suerte de los orientales por mucho tiempo, junto a la mala pasada que el ruin destino le había jugado al quitarle a su amada.
En su febril gravedad tendría varias visiones: la de ella su china, piel bronceada, cabello negro azabache, penetrantes ojos pardos, figura indómita mezcla de dulzura y bravura, que había podido besar como un ángel o lancear godos y portugos hasta quitarles la vida sin pestañear. La de su amado caballo bayo que en un generoso gesto había cambiado a Sebastián Segarra sin conocerlo y sabiendo que  no lo recuperaría nunca. Y la de los caídos en los entreveros de la lucha montonera; todas las imágenes que lo llamaban desde el más allá.
De a poco se le fue apagando la vida entre reminiscencias, siendo sus últimas palabras a Viviano: “mijo usté tiene sangre valiente nunca me afloje, siempre haga la pata ancha”; como mis jefes Artigas y su hijo Andresito Guacurari y todos los que aguantamos con ellos y Melchora Cuenca en estas tierras a pie firme, con valentía, cualquiera fuera el peligro.
No se olvide mijo que orientales y charrúas hicimos la pata ancha hasta en la Redota”.
Esa fue la única y valiosa herencia que recibió Viviano para sobrevivir en esa durísima época para la fermentada región en gestión libertaria.
Después de dar sepultura a los mortales restos a la usanza criolla colocando un montículo de piedras encima para que las alimañas no osaran algo tan sagrado para él; continuó Viviano su camino y su estilo de vida; aunque a veces haciendo alguna faena de campo en alguna estancia a la que se arrimaba transitoriamente.

(Con el próximo número colocaremos la segunda y última parte de este hermoso trabajo…los esperamos)

 

LA PATA ANCHA - ULTIMA PARTE

Vio nacer las divisas en la Batalla de Carpintería, y decidió acercarse a la gente de Don Manuel, ya que no le gustaba el comportamiento de Don Frutos en Durazno, desde donde ejercía la mayor parte del tiempo su poder.
Tampoco le había gustado lo contado por su padre del comportamiento de Rivera, cuando detuvo a Pedro Amigó, uno de los lugartenientes de Artigas que fue juzgado y ahorcado en Canelones en 1822 por los invasores imperiales, para los cuales prestaba servicios, “el truhán” como le denominaba el gauchaje. Recordaba aquellas anécdotas de los fogones sobre legendarios criollos e indígenas que habían hecho la pata ancha defendiendo la libertad y la independencia y la impresión que le había causado la ejecución de Amigó, en el intento libertario junto con Sebastián Segarra que perseguido por los portugueses por haber sido el organizador de la conspiración con Gabriel Pereira, Echevarriarza, Solano y Antuña y otros, tuvo que escapar a marchas forzadas a caballo, de noche, de Montevideo a San José, refugiándose en casa de la hermana del Cnel. Medina. Y de aquel apreciado caballo bayo que su padre le había cambiado por el agotado tordillo que traía el día que se conocieron para que corriera con mejor suerte que Amigó, y su cruce a nado a Argentina como buen marinero que era, desde cercanías de la barra de Santo Domingo.
Sólo había conocido la vida difícil y andar eludiendo las partidas de los portugos, de los brasileños y las de Don Frutos o Bernabé que andaban de leva o persiguiendo algún charrúa sobreviviente de la masacre genocida del 31.
Supo de las proezas de Don José y su gente, de cómo lo querían y seguían charrúas, morenos y criollos; y las palabras de Vaimaca en Salsipuedes cuando fueron traicionados y le reprochó a Rivera: “Don Frutos matando amigos”! Todo esto había prendido y echado fuertes raíces en su alma.
Así fue forjándose su simpatía hacia los que lucían la divisa contraria a Don Frutos, al que veía como un gaucho bribón y compadre, del que se decía que siendo Presidente, timbeaba con fondos del Erario Nacional, con algunos de sus Ministros; entre muchos desmanes.
Por eso se unió a las fuerzas de la cinta blanca en el sombrero. Ya alistado participó en la Guerra Grande, acompañó las fuerzas de Oribe en el Cerrito y en la Villa de la Restauración; peleó contra gringos; a su decir de todo pelo; franceses, italianos, y algún godo, de los que defendían Montevideo y la ilegitimidad. En esa Vila donde Don Manuel fundó la Iglesia de San Agustín, en honor a su querida esposa, se fue puliendo éste criollo noble, al lado de varones recios y cultos como Leandro el Ayudante de Oribe al decir de sus contrarios Leandrejo el de los parches y moñas del Cerrito, que escribiría una de las páginas más gloriosas de nuestra historia en Paysandú.
Como Viviano no era ningún tonto, aprendió modales y vocabulario, de estos adalides de nuestra Patria, junto a los cuales se desempeñaba.
Bailando la vidalita conoció a Eulogia, sobrina de la hermana del Cnel. Adrián Medina, que había dado refugio en su casa a ese héroe de la independencia que fue Sebastián Segarra; enamorarse de la bonita maragata y casarse fue un solo paso. Y más grande aún fue el lamento de los habitantes de Restauración cuando ellos partieron hacia San José.
Allí se dedicó a laborar el campo de sol a sol y Eulogia al hogar y los niños.
La vida le había sonreído finalmente a Viviano después de tanta dureza, más los tiempos difíciles no habían terminado. Venancio Flores había desembarcado con tres o cuatro más en el Rincón de Haedo en igual fecha que Lavalleja en el 25, pero no en una gesta libertadora. Eran tan pocos que el Jefe político del Departamento no  les dio importancia, y continuó jugando a la taba, sin salir a  perseguirlos hasta el día siguiente.
Viviano en principio se sintió molesto, pero al ser sitiada Paysandú por los brasileños, no aguantó más, besó a Eulogia a quien le corrían las lágrimas por las mejillas, igual que a los niños que estaban prendidos de sus piernas para impedir la partida porque intuían que quizás no volvería. Más el sentía el llamado de la patria, terminó de ensillar su zaino y partió rumbo al norte lanza en mano y facón cruzado en la espalda.
No encontró a Lanza Seca Saá y su ejército, y después de grandes cabalgatas y peripecias pudo acercarse a la acantonada ciudad. Era muy difícil ingresar porque estaba rodeada por los esclavos y esbirros del Imperio por tierra, y la escuadra de Tamandaré fondeada allí. De noche, a pie, por el lado del río consiguió finalmente entrar y sumarse a las fuerzas de Leandro Gómez; en la defensa de la soberanía nacional por sobre  banderías políticas.
Vio al Teniente Enzina cuando llevó el estandarte patrio, arrancado de un cañonazo, a flamear de nuevo en lo más alto de la Iglesia de la sitiada por el Imperio y el vendido.
Mientras el Dr. Mongrell se multiplicaba para atender los heridos, y los defensores se sostenían en las trincheras usando fósforos para suplir los fulminantes de las armas frenando fuerzas diez veces mayores. A su lado cayeron bravos Lucas Píriz, Argentó, Raña, Ribero y otros, por eso luchó a brazo partido contra la gente del Goyo Suárez y  los macacos del Imperio. Tenía en la mente el recuerdo de aquel canto de los fogones sobre tantas batallas ganadas o perdidas por las montoneras, y en su homenaje con el pecho henchido de patriotismo, un pedazo de lanza en una mano y un facón en la otra; haciendo honor a la sangre de valientes que llevaba en sus venas. En la Heroica Paysandú al grito de ”INDEPENDENCIA O LA MUERTE”; Viviano hizo “la pata ancha” por última vez.

(Querido lector, los esperamos todos los meses en este espacio de TESTIMONIOS DE NUESTRA IDENTIDAD, seguramente Nancy Ramos Boerr nos sorprenderá con alguno de los hermosos materiales).

 

 

Hijo del Cacique Sepé. (Última Parte)


"Esta se componía de una soga, en vez de las dos que conocemos todos; en uno de los extremos estaba sujeto un tejido de cinco cascos, abiertos en forma de naranja y sólo unidos por los polos; entre esas aberturas se colocaba la piedra que se arrojaba junto con la honda, - que, tirada por ellos - la piedra daba en el blanco y la honda caía a dos o tres pasos, y, tirada por nosotros, seguían juntas  honda y piedra toda la proyección: ahí estaba el busilis."
"Tanto me llamaban la atención estos salvajes por sus condiciones físicas, intelectuales y aún morales que me dedicaba muchas  ves, con curiosidad, al examen de sus cabezas, introduciendo mis dedos por la enmarañada melena, por ver si correspondían al sistema frenológico del Gall y Spurzhein, las pequeñas protuberancias y abolladuras; y parecíame, efectivamente, que notaba esa diferencia entre el hombre civilizado y el salvaje, que sus necesidades y su instinto le han hecho desarrollar ciertos órganos antagónicos, para que no estaban dispuestos."
" ¿ Quién se ha visto libre de esta tentación alguna vez y ha dejado de ponerla en práctica, ya sea por la semejanza de los hombres con los animales - como dice Levater; ¿ ya porque su poca o mucha inteligencia nos llama la atención ?"
"El caso es que, si la teoría no es exacta, tiene mucho en su favor."
"Dando, pues, por sentado, que las facultades intelectuales y morales radican en la parte anterior y superior de la cabeza, y las  animales que hacen al individuo propio para vivir, en la posterior y laterales; y lo que es cierto, también, que el cerebro es un órgano múltiple, que un golpe u otras  causas suprime  una de esas facultades sin alterar las otras, como la memoria de nombres, fechas, etc., y que el grado de potencia de cualquier órgano está en relación de su mayor o menor desarrollo, atendiendo también a los otros que pueden ser sus auxiliares, lo mismo que a sus antagonistas, siempre sacaba estas consecuencias:"
"Que eran insignificantes en ellos aquellos órganos peculiares a los que abrazan con facilidad la virtud y el estudio, como los Confucio, Sócrates, Leibnitz. Y en el mismo caso, estaban los que tienen las facultades animales y humanas muy desarrolladas a la vez, y que, por la educación, tanto pueden ser unos grandes criminales  como  unos grandes sabios: los Alejandro, Napoleón, Mirabeau."
"Pero tampoco en aquellas que Gall coloca en la quinta clase, y constituye la generalidad de los hombres, tenían predominio el de la destrucción, que está situada en la región lateral de la cabeza, encima de la oreja, y de la secretividad que está sobre éste. Les sobraba la astucia, que es condición, y de la asociación de ésta con el de la secretividad, cuyo desarrollo les faltaba, como he dicho, es la tendencia al robo; y éstos, unidos al de la destrucción, que tampoco tenían desarrollo, es lo que produce el latro-asesino."
"No habían nacido, pues, para criminales."
"Únase a esto, lo que es proverbial: el amor que ellos tenían a sus hijos y sus mujeres, y lo que se encariñaban con las personas o animales que les prestaban algún servicio, para comprender, sin esfuerzo, con que facilidad se habría hecho de ellos hombres útiles para las faenas de campo y para el servicio de las armas."
"¿ Puede, acaso, compararse éstos nobles y valientes salvajes, tan dispuestos a lo moral y a lo mítico, con esas tribus del Brasil, bajas de estatura, de cara chata, cuello corto, anchos de espalda y frente deprimida ?"
"¿ Porqué, entonces, se les perseguía con feroz empeño ? ¿ Porqué se les exterminaba como a fieras, como a reptiles venenosos ?"
"¿ Porque vivían en su nativo suelo ? - sin  robar, ni aún comerciar con el Brasil, ni con nadie, no echando mano ni a un pañuelo que no fuera suyo; porque, si disponían de las reses para comer y del potro que montaban, era porque creían que lo habían heredado de sus padres; que la tierra había existido siempre así."
"Voltaire decía, que la patria del hombre era el mundo, y el mundo de ellos se encerraba en lo único que conocían, que era  su Patria. Lo que en la tierra tenía por límites, el Uruguay y el Plata, y cuando levantaban la cabeza al espacio azul como el de Venecia, que la cubre, y el estrellado y más bella constelación del firmamento." [sic]
"En esa época se adquirían grandes áreas de campo, con la facilidad con que hoy, los pinches de la prensa, hacen de cualquier nulidad de guante blanco, de cualquier gaucho felón, un partidario conspicuo, un ciudadano austero."
"Por dos o tres mil pesos, se compraba una docena de suertes de estancias o se adquirían, solicitándolas, como poblador."
"Todos los ganados alzados, baguales que se encontraban en ese campo, pertenecían al dueño de él, tuvieran o no marca."
"Pagaban también los propietarios para que les llevasen o sacasen las yeguadas, cuando no ellos mismos las mataban a bala."
"¿ Porqué se les hacía el botín de sus pequeños hijos y mujeres, sin más objeto que enviar de regalo ese par de esclavos a alguna familia y con menos recomendación que una pareja de caballos para carruaje ?"
"¿ Qué móvil humanitario, social o político guiaba a esos Gobiernos de entonces, para exterminar sin cuartel ese puñado de valientes orientales ?"
"¡ Esterilizar en esas incalificables jornadas, hombres de la importancia del joven don Bernabé Rivera, que era una esperanza de la patria, ¡ pues a los 30 años ostentaba en sus hombros las tres estrellas ganadas en el campo del honor ! - [Pedro] Bazán y tantos otros..."
"Esa mala inspiración del general [Fructuoso] Rivera, y el hecho de la Cueva del Tigre, me lo han referido los coroneles don Juan Carballo, [Juan Angel] Golfarini y otros, confirmándolo también Sepé, casi igual como Ud. lo refiere, con la única variante de que no era el robo y el pillaje lo que indujo a los Charrúas para aliarse al llevar la guerra al Brasil."
"Y me inclino a creer que así fuera, porque odiaban cordialmente a los brasileros [sic] mientras que el recuerdo de Artigas y su proclama los hacía gozar y oían con fruición ciertas frases de ella como éstas: "¡ Empuñemos la espada, corramos al combate ! Venguemos nuestra patria. Tiemble el déspota, de nuestra justa venganza. Su cetro tiránico será convertido en  polvo.!"  Después, cuando yo los conocí, al recordarles a [Fructuoso] Rivera y los brasileros [sic], una  saña feroz se pintaba en sus rostros; rechinaban sus dientes y de aquellas pupilas de renegridas cambiantes, parecía que salían chispas eléctricas, llegando alguna vez en su furor hasta apuñalearse el muslo o la pantorrilla."
"En el último encuentro de Yacaré Cururey [sic], tanto esos jefes nombrados que se encontraron en él, oficiales subalternos, como Sepé, referían que no hubo emboscada. Al llevarles la carga el coronel  [Bernabé] Rivera, se pronunció la derrota de los indios, poniéndose en dispersión."
"De repente, el grito de guerra de Sepé hizo que rápidos como el rayo dieran media vuelta y la red de boleadoras aseguró a casi todos los que los perseguían de cerca; porque los demás, me decía el coronel Golfarini, íbamos quedando de a tres y cuatro para matar uno; porque donde caía su caballo herido o boleado, formaba círculo el Charrúa, que no le rompía nadie al alcance del molinete o el bote de su lanza; teníamos que matarlo a bala."
"Una vez nos hizo Sepé el simulacro de esa pelea, con la arrogancia y el orgullo de haber vencido en campo limpio, y en franco y leal combate."
"Ellos que creían que la veloz carrera de su caballo afrentaba al viento de la Pampa, que no sabían pestañar ante el plomo enemigo, que tendidos en el costillar de su bruto hacían correr su lanzada hasta el regatón, menos preciaban la traición y el embozo; y era su grito de guerra a la vez que el reto a muerte a su contrario, un alarde de valor, un juramento que decía como la guardia de Napoleón: "muere pero no se rinde."
"Negaba  también Sepé, el hecho de haberlo tomado vivo, y lancearlo después, atado a un árbol. El coronel Golfarini me decía: "eso nadie  puede saberlo, porque el que escapó de nosotros fue gaucho."
"Pero aunque todo eso fuera cierto, para los que eran perseguidos hasta en la última guarida de sus patrios lares, de su nativo suelo, caliente aún la sangre de sus padres, hijos y hermanos que cayeron en traidora celada y desigual combate, dándoles ejemplo de bravura en esa matanza en que sus rostros solo esfumaban saña y que tal vez en el estridente ay de su agonía y con su lenguaraz estilo les gritarían: "¡ Venganza !"
"¡ Qué habrían hecho otros que no tuvieran la sangre de leones de los Charrúas !"
"Sinceramente suyo."
MODESTO POLANCO

(Queridos amigos lectores, seguidores de este interesante espacio de la escritora/plástica Nancy Ramos, le pedimos paciencia…con el próximo número de Raíces ofreceremos otro material tan valioso como este)

 

 

Hijo del Cacique Sepé. (Parte II)


"La trailla de perros que les acompañaba, daba cuenta del resto de su festín, teniendo la condición de ser grandes nadadores, porque se bañaban con frecuencia."
"Por eso se comprende que, sino pecaban de muy limpios, siempre serían algo más que esos bohemios que pululan por nuestras calles y tienen su asiento en la de Patagones."
"Hieden  también los salvajes de ciertas zonas del Brasil, en razón de que ellos mismos se untan grasas y aceites  pestilentes para librarse de las picaduras de insectos y reptiles venenosos."
"Tampoco conocían el Gualiche, que es la brujería por la cual se produce la desgracia y la muerte de alguno, o de todos los de una tribu, hechicerías y maleficios, que tantas víctimas hizo en la vieja Europa."
"La razón de esta superstición en casi todos los salvajes del mundo, se funda en que no admiten la muerte natural."
"No conociendo los goces de la vida civilizada, están, en cambio, libres de sus vicios y enfermedades."
"Y esa longevidad, y perfecto estado de todas sus facultades, está probada sin que haya que remontarse a épocas muy lejanas."
"El  capitán Cook y sus navegantes ( año 1788 ), dicen: "que todas las veces que visitaron a Nueva Zelandia, entre los viejos y jóvenes, hombres y mujeres que los cercaban, no observaron una sola persona que, al parecer, padeciese de enfermedad corporal, ni en los que estaban en cueros se percibía la más mínima erupción cutánea, ni señal de haber existido. En los hombres de más de cien años, [ la edad ] se manifestaba por la falta de dientes y de pelo, pero nunca se vio un decrépito."
"Así, pues, se ven tribus que condenan a la hoguera a la mujer o al marido que queda viudo, considerándolo factor del mal, a cuyo sacrificio va resignada la víctima, y durante su consumación todos los demás corren furiosamente hasta cierta distancia, espantando el Gualiche."
"Pero los Charrúas, ni ésta ni ninguna otra superstición tenían; aunque odiaban a los brasileros [sic] porque creían que de ellos les venía la viruela, enfermedad que no conocían medio de combatirla,  y que consideraban epidémica y contagiosa, al extremo de aislar por 24 horas al atacado, que si no moría, ya creían que no podía comunicar la enfermedad."
"Con tal objeto, aseguraban en tierra, o atado a un árbol, al paciente, poniéndole a su alcance bastante agua y leche, y no volvían hasta el otro día a la misma hora, en que lo sacaban si estaba vivo."
"Eran los Charrúas altos y delgados, de seis pies más o menos; [*] de formas poco pronunciadas, pero de un delineamiento y contornos perfectos; bien desarrolladas las cavidades de los principales órganos."
"La cabeza, aunque un poco pequeña, era bien conformada y rectamente puesta."
"Si en ninguno de ellos avanzaba el cerebro en su proporción anterior, tampoco era deprimido; todos de frente recta y ángulo facial bastante abierto, como cualquier europeo."
"Su rostro era ovalado, sus ojos pequeños y cejas bien delineadas; la nariz un poco aguileña, la boca chica con el labio inferior un tanto inclinado [ hacia ] afuera ( muestra de orgullo y desdén por todo lo que no era su persona )."
"Eran  sus mujeres de talles esbeltos y flexibles, y bonitas bocas, con parejas y preciosas dentaduras de esmalte blanco. No eran ajenas tampoco a cierta coquetería o deseo de parecer bien; su manera de expresarlo, era montando de un salto uno de sus briosos caballos de buena rienda, y haciendo vertiginosos  equilibrios a todo escape."
"No había un solo Charrúa, que tuviera el rostro, ni parte alguna del cuerpo, con pintarrajos ni cicatrices." [*]
"No tenían inclinación al robo, y esto lo probaron en los años que sentaron sus reales en el campo de Nadal, sin que hubieran cometido ni uno solo de esos actos en su establecimiento ni en el de ningún vecino."
"Tampoco tenían el hábito, como en la generalidad de las tribus salvajes, de ostentar como trofeos de guerra parte de la piel, con cabellera o sin ella, de sus vencidos." [*]
"Y a fe, que con el empuje de su tremenda lanza, con su valor sin límites, ¡ muchos cadáveres debieron caer a sus pies !"
"Porque el valor, y la agilidad, de esos indígenas, era superior al del jaguar que se criaba en sus montes. Era ese valor innato que le hacía preguntar a Franklin a los diez y siete años, ¿ qué cosa es miedo ?."
"Pero jamás mancharon sus manos en sangre de inocentes niños, ni violaron mujeres."
"Entre ellos no había bígamos. Y no hay que extrañar la frase, porque todos a su manera tienen sus ritos; y hasta era motivo de festejos, cuando la naturaleza de una joven, la declaraba en estado de casadera, sin cuyo requisito no podía tomar marido."
"Lo que más nos llamaba la atención y ensayábamos, entre los amigos que nos reuníamos allí, Leopoldo Bonavita, [ Tristán ] Azambuya  y  otros, era el grito de guerra y el manejo de la honda."
"Ese  alarido, que atronaba los aires y que no es fácil de explicar, pero que parecía que empezaba como el bramido de un tigre, que seguía el mugido de un toro, y concluía como el toque de atención de un clarín de guerra ¡ Yo no sé ! - recuerdo que los caballos erizaban las crines y relinchaban al sentirlo."
"Cada vez que intentábamos imitarlo, se reían a carcajadas los indios."
"Lo mismo sucedía con la honda."

 

(Queridos amigos lectores, seguidores de este interesante espacio de la escritora/plástica Nancy Ramos, le pedimos paciencia…con el próximo número de Raíces ofreceremos la última parte de este importante documento histórico.)

 

AVELINO CHARRÚA- Autora Nancy Ramos Boerr “Fredda”
Hijo del Cacique Sepé. (Parte I)

AVELINO CHARRÚA- Autora Nancy Ramos Boerr “Fredda”


El Cacique, aquél que hasta hoy suponemos es el mismo POLIDORO o POLIDORIO que no entra a la encerrona del SALSIPUEDES porque desconfía del convite, tuvo según la investigación del Prof. Eduardo Acosta y Lara, dos hijos: AVELINO y   SANTANA, que son tomados por las levas obligatorias, revistando aparentemente uno en un regimiento de PAYSANDU y el otro, AVELINO, en el 5to. de CABALLERIA DE TACUAREMBÓ, según investigación del Prof. MICHELSON.
AVELINO regresa a Tacuarembó como AVELINO CHARRÚA.
AVELINO, según testimonio de HORTENCIA GARCÍA (bisnieta del Cacique, hija de LINO), muere en una de las guerras y  su mujer también; los hijos son entregados a otro indígena de apellido GARCÍA. LINO (23 de setiembre de 1885) y sus hermanos fueron   criados por VICENTE GARCÍA e INOCENCIA BENÍTEZ. Los hijos de AVELINO y su mujer (todo hace presumir que también era charrúa), fueron:
JUANA, GREGORIA, ANTONIA, LINO y GREGORIO.
Es por la línea  de   LINO GARCÍA por dónde retomamos la investigación, tomamos contacto con la familia y a partir de ahí todo se disparó!.
Hoy sabemos que ANTONIA, tuvo un hijo de nombre AGUSTIN, quien acostumbraba vestirse como un indígena y usaba boleadoras, que muere mal de la cabeza y que vivió hasta su muerte al lado de la Escuela de Chacras en Tacuarembó.
Que JUANA GARCIA tuvo  a: RAMONA GARCIA, SATURNO GARCIA, EULOGIO GONZALEZ, SANTO GONZALEZ y ALEJO GONZALEZ.
LINO GARCIA, se casa con CELINA LEMOS, descendiente de españoles, GREGORIO con una misionera de apellido YASUIRE.

La Carta de Modesto POLANCO a Eduardo ACEVEDO DIAZ
El Coronel Modesto Polanco, Jefe Político y de Policía de Cerro Largo en dos períodos ( 1863/64 y 1875 ); también Jefe Político de Canelones (1875) fundador de Santa Clara de Olimar, responde a una carta publicada por Eduardo Acevedo Díaz en LA ÉPOCA
"Señor don Eduardo Acevedo Díaz."
"Distinguido amigo:"
"En  LA EPOCA fecha 19 del presente mes [ de agosto de 1890  ] he visto la relación que Ud. hace con minuciosos detalles de las dos últimas batidas que se llevaron a la tribu Charrúa y en que esos indígenas aparecen, a la vez que valientes, cual horda feroz y repugnante."
"Sus informantes han adulterado los hechos de tal manera que, al leer esos episodios con el gusto creciente que inspira todo lo que sale de su pluma, me vino el recuerdo de un artículo de sensación que produjo la imaginación fecunda del ilustrado don Domingo Lamas, describiendo y colocando en las ignotas regiones del Chaco, la flora más rica y exuberante que había visto en una de las zonas privilegiadas del Brasil."
"Aunque aquí, la oración se volvió por pasiva, y no hubo cargo, ni salvajismo horripilante que le faltase a la decoración."
"Yo, que siempre había sentido cierto orgullo nacional al recuerdo de esa tribu, cuyos restos al mando del cacique Sepé, con sus respectivas familias conocí, y que tenían tan notables rasgos físicos e intelectuales de superioridad sobre las varias que he visto de la República Argentina y del Brasil ( que son más o menos las retratadas en estos episodios ), creo cumplir con decirle, compatriota, cómo la leyenda y la tradición forman parte de la historia, hagámosle justicia póstuma, siquiera sea por espíritu de nacionalismo."
"Mucho más, cuando los puntos de esa pluma que viene ya de ilustrado abuelo, graban en la memoria del que lo lee - con caracteres indelebles - las imágenes que Ud. ha querido trasmitir, del mismo modo que con la elocuente palabra y de gentil manera electrizó al auditorio en la populosa reunión del 4 de mayo  ppdo. cuando, al felicitarlo como correligionario, le dije muy quedo: orador de barricada."
"En tal concepto, creo que Ud., en posesión de los datos que paso a exponer, ha de estar de acuerdo conmigo, aunque en la relación de ellos falte al chic y los interesantes rasgos que señalan a los hombres de talento y de ilustración de que yo carezco."
"Me fundo en lo siguiente:"
"Largo tiempo hacía ya, en el año 1857 [sic], que mi amigo don José Paz Nadal mantenía en su gran establecimiento de campo - situado a ocho leguas al sur de la Villa de Tacuarembó - al cacique Sepé de su tribu, cuando lo conocí, con motivo de frecuentes visitas que hacía a dicho amigo."
"A un quilómetro de las poblaciones del establecimiento, estaba esa toldería en perfecto estado primitivo, con sus ranchitos de rama arqueada como toldo de carreta, la correspondiente zanjita alrededor, hecha a cuchillo, para que corriera el agua, y su lecho de hojas o pajas que renovaban cuando estaban húmedas."
"Componíase su ajuar de ropa, de dos metros de bayeta o de otra cualquiera tela burda, envuelta en la cintura en forma de pollerón, que le llegaba a medio muslo a los hombres, y bajaba un poco más en las mujeres."
"No  precisaban, tampoco, de otro abrigo; y, aunque se lo ofrecíamos, no lo querían, porque estaban muy  connaturalizados con los elementos, de tal manera, que el hecho siguiente bastará para convencer a un Pirrónico:" [*]
"Después de una de esas tardes en que habíamos estado jaraneando a Sepé hasta hacerle enojar, cuya ira calmábamos más tarde con caña, nos separamos creyendo que hubiera ido a su campamento, pues la nevada nos obligaba a apelar a las brasas y a todo abrigo, para poder pasar una de esas noches más frías de nuestra campaña, en la que la helada convierte los charcos de agua en nieve endurecida."
"Nadal que era madrugador por hábito, venía temprano a despertarme con mate y propinarme una arenga muy lógica y llena de higiene, respecto a los que disfrutan de esas embalsamadas brisas de la mañana; yo, que siempre he sido el polo opuesto, le aceptaba el mate, y contestaba a su discurso dejándome estar en cama hasta las diez."
"Pero esa mañana me llamaba para ver un fenómeno que  yo no estaba dispuesto a observar - y, antes que lo explicara, ya le dije: - lo que es hoy, ni a cañón me levanto antes de las once. - Es que se trata de asomarse a la puerta, nada más - me  dijo - para ver a Sepé hecho un Patriarca."
"Efectivamente; dentro del guarda-patio, con la lluvia y el tránsito de los caballos, se había hecho un lodazal, en medio de él dormía y roncaba Sepé tranquilamente."
"¡ Qué organismo !"
"¡ Qué musculatura !"
"¡ Qué cuero, - exclamé !"
"Su cuerpo había modelado cierto pozo; la evaporación era como humo que salía del cuerpo de él y del barro que tenía en contacto; ni más ni menos que un cerdo."
"Las monturas que tenían, eran los lomos de sus bien adiestrados pingos."
"Sus armas de combate: la lanza lisa, muy poco más larga que la de ordenanza, las boleadoras de dos piedras con cintura y la honda."
"No conocían el manejo de la flecha, ni la habían usado nunca; ésta es el arma predilecta de algunas tribus selváticas del Brasil."[*]
"El avestruz y el venado, aunque les servían a veces para probar la carrera de sus caballos y la certeza de sus boleadoras,  jamás usaban su carne como alimento, ni tampoco la del animal yeguarizo, manteniéndose, tan sólo, con la carne de vaca."
"Esa es la razón porque apestaban los salvajes de la Pampa Argentina."
"Careciendo de alimentos en sus eriales desiertos, se mantenían de carne de yegua, avestruz, venado y cuantos animalillos caían en sus manos, por diminutos y asquerosos que fueran."
"Por eso, infestaban la atmósfera, y el aire pestilente anunciaba sus malones, como sucede con la presencia del venado, pero no se encontraban en ese caso los Charrúas, que cuando más se remontasen a la época de su apogeo, más exquisita y suculenta era la carne de vaca de sus vírgenes praderas cuajadas de ganado."

(Queridos amigos lectores, seguidores de este interesante espacio de la escritora/plástica Nancy Ramos, le pedimos paciencia…con el próximo número de Raíces ofreceremos la última parte de este importante documento histórico.)

 

Desde el comienzo de nuestro trabajo en la búsqueda del árbol genealógico del Cacique Sepé, no sólo hemos tomado contacto con sus descendientes, registros fotográficos y testimonios grabados sobre los relatos orales que se conservan, sino que además recibimos el aporte de escritores nacionales que han vertido sus sentimientos e impresiones sobre esta parte de nuestra historia, y este Cacique en particular, jefe de las últimas tolderías organizadas como tal, en nuestro territorio.
Se conocen por los textos que nos deja Lavalleja Valdéz, los nombres de los dos perros de Sepé: Pamplona y el Cabo; los  mismos que lo ayudan a escapar de la leva en la que son tomado sus dos hijos Avelino y Santana, y el nombre de su caballo Biguá.
Es sobre su caballo el Biguá, que Oscar Núñez, oriundo de Tambores, escribe estas sextillas.

EL BIGUÁ

  • Permiso pedí al cacique

para hablar de su “joal” (caballo)
aquel criollo animal
con espesa cola y clina
ejemplar de raza equina
nacido en tierra oriental

  • Lucía  el viejo corcel

todo el pelaje rocillo
opaco de poco brillo
con vasos bien renegridos
y fuerte cuero curtido
como el nativo caudillo

  • Lo del rocillo pelaje

todo un misterio encierra
sangre color de guerra
que cede al blanco de paz
y el entrevero quizás
con las sombras de las sierras.

  • -Fue transporte del cacique

de servidor a “inchalá”, (hermano)
y aunque la  historia no da
detalles del animal,
“Sepé llamó a su “joal”
con el nombre de “Biguá”

-Con la monta del charrúa
fue toda una maravilla
en el llano, en la cuchilla
alcanzó siempre al berá (ñandú),
si solamente el “Biguá”
superaba una tropilla.                                                                                                                  

Indio y caballo los dos
vivían en comunión
andaban por la extensión
pisando este mismo suelo
fundiéndose en un vuelo
apurados por la traición

-Fueron manos traicioneras
que aquel idilio truncaron
las que la vida segaron
creyendo una gran hazaña
bebiendo un vaso de caña
al indio envenenaron.

-Junto al cuerpo inerte
tres almas duelo guardaron,
a su modo lo lloraron
“Cabo” “Pamplona” y “Biguá”
unidos y en soledad
al héroe acompañaron.

-“Cabo” y “Pamplona” fueron
los dos perros compañeros
fueron fieles escuderos
hasta el último momento
en que cesó el aliento
aquel temible guerrero.

-Marchó el triste cortejo
ignorados van en calma
la tierra abre sus palmas
terciado el charrúa va
sobre el lomo de “Biguá”
recibe el cielo su alma.

-Sobre la tumba sin nombre
dos perros mueren aullando
y sin rumbo disparando
pasó el rocillo flete
en busca del jinete
iba sus fuerzas menguando.

-Al verlo triste y cansino
flaquerón y cabizbajo
cual mutilado andrajo
al perder su amigo fiel
trataron de hacer de él
herramienta de trabajo

-Queriendo apagar su sed
los mismos que envenenaron
del caballo se apropiaron
con audaz malicia viril
y a la rastra del barril
al “Biguá” lo sentenciaron.

-No supo lo que es morder
su boca duro metal
tan solo mascó el “joal” (caballo)
de cuero rienda y bocau
quel’ indio había atau
desde atraparlo bagual.

-A su lomo nunca moldeó
el junco de algún recau
y tampoco fue ensillau
erguido estuvo de pie
en pelo llevó a “Sepé”
hasta el destino cargau.

-Fue su última misión
al decir de modo cierto.
Regresa con desconcierto
a la tumba no a la choza
como fúnebre carroza
cargó a su amigo muerto.

-Se volvió potro el “Biguá”
al palenque largó las patas
del lazo cortó la yapa
que a su pescuezo ceñía
sentado en su porfía
pal’ campo se les escapa

-Se burló de los captores
pues no pudieron usarlo
ninguno pudo ensillarlo
conservó su integridad
y al indio fidelidad
mas nadie logró montarlo.

-Huyó de clinas al viento
ya con el rumbo marcado
dejó un relincho colgado
dio su último revolcón
y apagó su corazón
sobre el sepulcro tirado

-Ven pasar a un centauro
en noches de clara luna
pareciéndose a una
rara fusión fantasmal
del indio y el animal
que se pierden en la bruma.

Autor: Oscar Núñez

 

 

ARTIGAS EN PURIFICACIÓN

meseta

Andando la distancia de los tiempos
hasta alcanzar los flancos de la gesta
despunta un sol genuino independiente
es un amanecer de patria abierta.

Y en esa claridad aventurada
que ambientan los zorzales y sabiáes
se recorta la efigie solitaria
del héroe de las huestes orientales.

Como una erecta caña de tacuara
cual mítico centauro de la historia
allí está dominando el Hervidero
con su mirada ausente, cavilosa.

Al pie de ese peñón que se levanta
sobre el río Uruguay y su afluente
un villorrio enarbola su bandera
y la extiende a los pueblos adyacentes.

Es Purificación, cabeza y nervio
de un cuerpo de provincias federadas
que lleva en sus arterias el impulso
del férreo corazón que las ampara.

Allí se unen los puntos cardinales
de allí parten los chasques y allí llegan
impartiendo sus leyes trascendentes
por ríos, cerros, pampas, cordilleras.

Allí surge la espiga floreciente
que siembra el hombre indígena en su suelo
se ilustra con la luz de las ideas
se impulsa la enseñanza y el progreso.

 

¿En qué órbita del cosmos se proyecta
esa constelación de cinco estrellas
gravitando en el polo de su nombre
sus normas y el tesón que las uniera?

¡Es una!, la que guarda la memoria
¡Es una!, la que labra la quimera
quien lleva sus blasones y su acervo
y es surco y es simiente de su idea

Y se hizo corazón para nombrarlo
y se hizo senda y luz de su esperanza
y para que en la muerte se le honrara
guardando sus cenizas se hizo ¡Patria!

 

De ANDREA CUNIOLO, PREMIO GUYUNUSA 2009. TERCER PREMIO POESÍA ÉPICA CONCURSO NACIONAL DE NARRATIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA LITERARIA INÉDITA “DR. PEDRO FREIRE”
JURADOS: ESCRITORA GRACIELA GENTA HORGALES -PROFESOR JORGE BAEZA-PROFESORA  MELBA PÍRIZ CORNALINO

GUYUNUSA Y TACUABÉ

 

gyt

Y fueron dos, como patrias,
como hilos de una cuerda,
como cuentas, que al contarlas,
se nos pierden en la cuenta

Garra y malograda estirpe
con miedos de filigrana,
con risas que no comprende
su sabiduría aldeana.

Como bestias enjauladas,
enjauladas pero libres…
en nubes, que pasajeras
los llevaban a las cumbres.

Juntos sin poder pensarse,
entre lamentos y gritos
juntos sin imaginarse
cuales fueron sus delitos.

Los dioses que los cuidaron
con esmero en esta tierra
¿podrán viajar en la nave
que sin razón los destierra?

Nada saben, nada tienen…
entre barrotes se pierden,
preguntan sin comprender,
que allí nadie los entiende…

Lengua que todo lo expresas,
¡expresa sus sentimientos!
Traduce en palabra el rezo,
Que dormidos los sorprende.

Barrotes de hierro, erguidos,
candado que los apresas
dobléguense ante la duda,
si son dignos de sus presas.

Por cinco francos podrán,
los salvajes conocer,
los franceses que quisieran
algo nuevo someter.

Los vagidos de una india
todo París conoció
cuando en los brazos del alba
Guyunusa la parió.

Camila, cobriza india
que su madre dejará
en manos de Tacuabé
quien la muerte retará

Por los caminos del tiempo
su huella se perderá
esperando a que la historia
un día rescatará…

a Senaqué o a Pirú
Guyunusa y Tacuabé
aquellos indios que mueren
en un eterno ¿Por qué?

 

 

LA PATA DEL BERÁ UNA NOCHE  DE 1800
De ELBIO ANÍBAL ESTIGARRIBIA- PASO DE LOS TOROS- TACUAREMBÓ
(del libro TESTIMONIOS y CUENTOS Y VERSOS VAGUALES, año 2001)

Se van acomodando los niños alrededor del fuego, centenares de chispas se levantan de él.
En un lugar del círculo hay un anciano que observa de piernas cruzadas a los niños como se acomodan.
Levanta los ojos al cielo estrellado y encuentra a la pata del Berá* destellando cuatro chispas prometedoras.
Espaciado sopla una brisa peinando el paradero, los niños no hablan, sólo miran al anciano; se ven luces y sombras en sus caras, provocadas por la luz de las llamas hamacadas por el viento.
Vuelve a mirar a los niños y uno, el más grande, de nueve inviernos, pregunta:
¿Abuelo Senie, qué nos contarás hoy?
-Hoy sabrán cómo se formó la pata del Berá en el cielo. Hace noventa inviernos mi abuelo me lo contó a mí y ahora lo haré con ustedes.
Un día en el principio de todas las cosas, el Gran Espíritu descansaba de la Creación de la Tierra y de los habitantes de ella. Todo parecía estar hecho.
Pasea la mirada por la pradera y ve que entre los pájaros existía un problema, más, cuando se arrima, éstos que estaban reunidos se separan.
Como no vio nada raro decidió acostarse a descansar.
Dormía Él flotando sobre la niebla que al amanecer sale del río, despreocupado en ese instante…y el grito del chajá lo saca de su sueño; allí a su lado estaba el preocupado pájaro.
-Preguntó el Espíritu: -¿qué te sucede para dar semejante grito?
-Algo sucede en la pradera –contestó el chajá- y continuó: las bandadas de Berás son perseguidas y no con justicia como tú dices, sino que los cuervos cabeza colorada se aprovechan de la cantidad de charabones que éstos tienen y como no vuelan a pesar de tener tres lunas, los matan pero no los comen. La manera en que se han salvado es porque los hombres  de la tribu Charrúa han cazado los cuervos con sus flechas y se llevaron las plumas.
¿Dime, seguirás durmiendo?
-Mira, deja que las cosas sucedan porque no detendré el viento, ni  a las semillas cuando caigan a la tierra para brotar. La vida ha comenzado,  no se puede detener. Mi plan va muy lejos. Y si realmente durmiera pasarían miles de lunas para ti y para mí, sería sólo lo que demora en caer la fruta de pitanga al suelo y sólo la llegada de un espíritu maligno haría necesaria mi intervención.
Será sólo si los hombres corren peligro y no podrá llegar el mensajero volando el aire ni surcando el agua. Caminando o corriendo la tierra tendrá que traer la noticia.
-¿Dime abuelo, y sucedió aquello?
-Claro…no habían pasado muchas lunas cuando un Espíritu atacó el paradero lanzando rayos desde una tormenta, destruyendo el hogar y matando hermanos. Se marchaban a otro paradero y continuaba el ataque.
Iban diezmando las tribus y abandonando los paraderos acampaban en la pradera   con el hambre gruñendo en los estómagos, y aquí llegó el chajá volando en círculos, y perdiendo algunas plumas por el remolino del viento, les contó a nuestros hermanos la charla con el Gran Espíritu.
Los Berás, que presenciaban desde lo alto de una cuchilla, no se olvidaron. Su memoria era buena para recordar que los charrúas los salvaron de  los cuervos.
En ese momento un Hombre Sagrado vio a los Berás observando la situación y corre hasta ellos hablándoles en la lengua en que toda criatura entiende:
-Hermanos Beras, necesitamos un gran favor y sólo alguien que corra la tierra puede llegar a nuestro Padre para llevar la noticia que somos atacados. ¿Harían eso por nosotros?
-Por supuesto –dijo el jefe de la bandada-, pronto estaremos corriendo, ahora vuelve con tu gente, nosotros haremos el viaje.
El macho de la bandada tomó la decisión de avisar al Gran Espíritu y como éste se encontraba a dos días con sus  noches, reunió a veinte jóvenes para llegar al lugar donde descansaba el Creador.
-Y por qué tantos, abuelo?
-Por la distancia.
 Y comenzaron a correr turnándose para abrir la marcha y en la larga fila, el guía, que por nombre tenía Sol Rojo, marcaba el camino.
Apenas marcharon mediodía y el viento soplaba en furiosas ráfagas agotando a los jóvenes.
Sol Rojo propuso correr como vuelan los pájaros viajeros; una doble fila de diez Berás formando una punta y el resto detrás, descansando al no recibir el viento.
Así cubrieron dos días con una noche y al final el guía contó a sus hermanos. Sólo quedaban  cinco, los otros habían muerto desafiando al viento. Dandole ánimo a sus hermanos, les consoló, porque sólo quedaba una noche por correr.
Al término de la conversación, siguieron corriendo y en el camino fueron quedando muertos uno a uno, los agotados jóvenes Berás.
Pasada la medianoche sólo corría Sol Rojo y otro. Al cantar el loro barranquero, sólo seguía el guía y en trote desfalleciente es que llega al lugar junto con la luz del día.
Mira la  niebla que sale del río pero allí no hay  nadie…sólo el monte, el agua golpeando sobre la orilla, pájaros pica palos, pavas y zorzales que observan cómo se tambalea Sol Rojo.
-¿A quién busca el Berá?, -preguntó la pava de monte
-A nuestro Padre, el Gran Espíritu. Le traigo una fea noticia.
-El se ha marchado, -contestó la pava- y siguió diciendo:
-Escucha, aquí ha dejado un Espíritu, pero llámalo ahora mientras exista niebla que es su hogar.
-¿Cómo se llama?
-Sólo llama a la niebla, el vendrá –le dijo la pava-
Aquí se pone a gritar el Berá que ya había caído y estaba al borde de morir, y de la niebla alguien responde.
-¿Por qué me llamas?
-Para llevar esta noticia a Nuestro Creador; la gente de la tribu Charrúa está muriendo atacados por un mal Espíritu. Representando a los pájaros he llegado corriendo la tierra, cumpliendo la orden de Nuestro Padre y pon atención, no demores un instante porque ya  me muero.
-¡No! ¡No! Antes dime dónde está la tribu y tus hermanos y como llegaré hasta allí.
-Sigue las huellas de mis patas, fíjate en ésta última que cuando avances en el camino se irán multiplicando.
Dicho esto, Sol Rojo se extiende en el suelo, muriendo, y el chajá que llegaba y escuchó y vio, entonces apura al Espíritu de la Niebla.
-Ve, ve Espíritu, sigue el camino con huellas…y éste sopló llevándola por encima de las huellas, y en el camino la Niebla llamaba al Creador de Todas las Cosas, contándole con grandes gritos lo que sucedía.
Siguiendo las huellas de los Berás, llegan el Gran Espíritu y la Niebla al lugar donde, amontonadas, las tribus Charrúas estaban al borde de la extinción.
Gritó el Creador y tan fuerte el grito y caliente su aliento, que las nubes, rayos y truenos desaparecieron.
Pasado aquel momento el Creador habló con los hermanos, prometiéndoles que ese Espíritu no vendría más  a la Tierra.
-¿Abuelo, y qué pasó con los Berás?
Viendo el sacrificio hecho por éstos y la unión nacida entre los Charrúas y los Berás, les dijo: No puedo olvidar el amor que se tienen y cómo se han jugado uno por el otro. Cuando llegue la Noche, que será en momentos, les mostraré lo que tengo para ustedes.
Oscureció y todos miraban al cielo con algunas estrellas y habló el Creador:
-Ahora, el camino que hicieron los Berás pára llegar hasta mí junto con la última huella, se levantarán al cielo, transformándose el talón y los tres dedos de la  pata, en la promesa que tendrán mirando ese lugar del cielo. Allí estará el Espíritu que los guie hasta mí  y todo el resto de las estrellas que atraviesan el cielo en la noche, son las huellas de los Berás que corrieron y murieron por llegar con la noticia. La pata de Sol Rojo y el camino, estarán siempre para recuerdo de su tribu. Es mi promesa con ustedes y el homenaje al valor y la voluntad de los Berás.

Los niños no preguntaron nada, solo miraban a su abuelo. Éste les dijo: - ahora niños, saben porque es sagrado el Berá como lo es el tero y el chajá.
-Si abuelo, ahora también nosotros contaremos esta memoria, algún día.

*Berá- Ñandú, en voz charrúa

 

EXPOSICIÓN DEL CACIQUE GUAIPURO GUATEMOC ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (08/02/2002).

cacique

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el CACIQUE GUAIPURO GUATEMOC logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

“Así pues yo, Guaipuro Guatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.
Nunca tendremos otra cosa

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.

El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien  nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.

Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores como Bartolomé de las Casas, que califica al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deber ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, GUAIPURO GUATEMOC, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan “MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta del 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los  metales preciosos adelantados, más el módico interés del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y l6 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica…”

Descendieron un centenar de personas de la goleta española Nuestra Señora de la Encina en una serena y calurosa mañana del verano del año 1726. Eran en su mayoría familias enviadas por la Corona de España para poblar Montevideo luego de su fundación por Don Bruno Mauricio de Zabala.
Un gran número de ellos eran canarios. Descendían con sus enormes arcones y baúles que portaban todas sus pertenencias, sus miedos y esperanzas, para convertirse en hacendados de estas prometedoras nuevas tierras.
Muchos de ellos asomaban una tez amarillenta, en particular las mujeres, luego de atravesar aquel interminable y agitado océano. La bahía de Montevideo los acogió en sus apacibles aguas y estaban todos ansiosos por recibir los padrones que les permitiría levantar sus propias casas. Es difícil imaginar y prever como podía surgir una boda en estas condiciones.
Durante el interminable viaje María Antonia Bautista y Domingo Berridi entablaron un vínculo afectivo, aunque fuera sólo con furtivas pero prometedoras miradas. Se cruzaban a veces en la cubierta de la goleta, donde rozaba sus manos y sus cuerpos en forma sigilosa. La vigilancia sobre María Antonia era constante, pero Domingo de alguna manera lograba un beso robado o una caricia apasionada de su amada, protegidos por algún mástil cómplice.
¿Qué les  depararía este nuevo mundo? Ella tenía sólo 16 años y él, 25. De ojos claros, la blanca tez de la joven resaltaba enmarcada por una larga cabellera azabache.
Domingo, de origen vasco, corpulento, de cutis cetrino y ondulado cabello negro no podía dejar de observarla y muy pronto0 su apasionado corazón atrapado por la bella joven estaba decidido que era la mujer de su vida.
Es así que una vez asignados los diferentes lotes y chacras a los primeros pobladores de Montevideo, Domingo Berrido,                quien no creía en largos noviazgos, prometió llevar a la doncella al altar. Se aprestó un día a solicitar la mano de María Antonia en matrimonio a su padre, don Juan Bautista. Tuvo que demostrar un tremendo coraje y sólido argumento frente al padre de su joven amada, pero su decisión estaba tomada y confiaba con el amor incondicional de su novia.
Don Juan, sin embargo, a pesar de ser hombre rudo y visto que el joven era un ciudadano “empadronado”, consintió a aquel matrimonio, luego de transcurrido un año.
María Antonieta contaba en su ajuar con ricos vestidos de seda y terciopelo, bordados con finos encajes. Enaguas y corsets de broderie, seda y encaje en abundancia completaban el mismo, junto a mantillas de tul y capas de piel con sombreros adecuados.
A su vez el “vasquito” con orgullo destacaba sus finas camisas con profusos volados, calzones de un costoso paño y lujosos zapatos con hebillas de oro y plata.
En un año tuvieron tiempo suficiente para construir la casa en el padrón asignado, utilizando trozos de piedra, maderas rústicas para puertas y ventanas. El aljibe sería precario hasta que les llegara de España en algún próximo viaje, hierro y azulejos para su decoración.
Es así que una vez entrado el año 1727 y cumpliendo todos los formulismos, se anunció la boda de Dona María Antonia Bautista con Domingo Berridi, bajo esta exhortación:

“JUAN BAUTISTA CALLO e ISIDORA DUNDA tienen el agrado de invitar a Ud. al enlace de su hija MARÍA ANTONIA con DOMINGO BERRIDI, vecino de esta Plaza, natural de Andoain, Guipúzoa.
La ceremonia religiosa se realizará en la Iglesia Matríz de Montevideo, calles de la Frontera y Callo, el 30 de enero de 1727. Los novios saludarán en el costado de la Iglesia porque aún no tiene atrio. Rogamos a Ud. no faltar a la boda que se celebrará en Montevideo.

Así fue que tuvo lugar en esa fecha la primera boda de colonos españoles en nuestro país y de esta forma establecieron los cimientos de nuestro patrimonio. Se aclaraba, además, que nadie faltase a tan importante cita, donde se aclaraba que se debía aprovechar a conocer la Iglesia Matríz de Montevideo antes que se derrumbase por su precariedad.
Dicha Iglesia estaba ubicada en la que hoy es la esquina de las calles Piedra y Zabala y la misma fue antecesora de la Catedral Metropolitana, construida 70 años después.

 

No hay hora para rezar, o para ponernos a bailar dentro del templo, puede ser de día o de noche, si comienza de noche puede acabar al otro día, no importa. Y nosotros somos muy creyentes en Dios. Y tanto es así que cortar un árbol es tanto como matar una vida, cuando se busca una leña por ejemplo tiene que ser árbol ya muerto, seco, de ahí tiene que juntar para la leña.
Y cuando uno va a cortar árboles nuevos para algo, tiene que ser para usar, servir para cortar.
Ahí, lo primero que tiene que hacer es un permiso para cortar, eso hacían mucho los mbyá, también ahora, no todos mantenemos eso. Los que mantenemos somos muy pocos, tratamos de mantener eso, de respetar, para que por las noches los niños  puedan dormir tranquilos, no tengan ninguna pesadilla. Pensamos realmente en toda la vida. Porque primero pensamos en nosotros. Cuando uno escuchó, por más que no sea de mi familia, por ejemplo un uruguayo que falleció a manos de alguien, para mí personalmente siempre me ha dolido. Porque pensando en mi, yo tengo mi familia, a mi padre, a mi madre, tengo a mis hermanos que me quieren. Entonces si arranco de ahí, aquel amigo que murió en manos de alguien, el dolor está en manos de su padre y de su madre, de su familia, que lo ha querido. Pienso en todo eso. La vida es una sola, hay que vivirla. Lamentablemente a veces uno quiere ser bueno y otro no lo quiere por ser bueno, lamentablemente pasa eso. Porque lamentablemente no pensó en la vida de otro, por eso hizo lo que quiere hacer, no mirando de la vida de personas y como humano. La respuesta fue muy larga pero creo que importante.
PREGUNTA- (no se entiende, pero pregunta Paula como es el amor para los mbyá.
ANDRÉS- Bueno, yo creo que abarca un espacio importante. Decir yo tengo mucho amor hacia la persona. No, creo que, significa más que eso, yo creo que quise decir eso mismo al contar al hombre, al muchacho. Decir: “quiero todo!”, no solo a los niños sino a los adultos, a los ancianos; por algo llegó a tener cierta edad. Y entonces para nosotros si no lo escuchamos es como que dejamos afuera,  como que no nos importamos, sin embargo ella o el, tiene cosas importantes para contar, ha vivido muchos años.
Entonces pesa mucho eso. Porque si uno no piensa,  a uno le da gana de reír de un anciano. De la forma que camina, de la forma de hablar, de la forma de su físico. Pero uno no ve lo que tiene adentro, lo que ves es su cuerpo, pero no ves su espíritu, lo tiene siempre joven, siempre lo tiene. Por eso hay que respetar un poco, porque reír delante de sus ojos para Dios, son cosas que no tienen nombre realmente. Como dice mi padre, cuando vos ves a un anciano que va cargando cosas hacia su casa, no tenés que reirte, en vez de reirte tienes que decir: “te ayudo”. Y lo llevas vos hasta la casa, eso hay que hacer. Eso es querer al anciano, porque como dice mi padre esa es la forma de la risa más  linda hacia ella. Es importantísimo eso, para ella y para Dios, porque te ve lo que estás haciendo. Tal vez eso había hecho esa anciana o anciano para llegar a tener esa edad.
Algo había hecho, para llegar a tener por ejemplo 100 años, es mucho ya para el cuerpo. Por eso son todos importantes, no solamente el anciano, sino aquel que es mudo, vive porque Dios lo quiere que viva. Aquel que es chueco, que no camina bien, esos también viven porque quiere que vivan, por eso nunca hay que burlarse de esa persona. Eso vendría ser, para mi abarca todo decir:”yo tengo mucho amor hacia la persona”, yo creo que en esa poca palabra hay todo lo que yo estoy contando. Para mí eso es el amor.

PREGUNTA- (no se entiende pero seguramente es sobre las tallas realizadas en las puertas de madera)
ANDRÉS- Yo hace un rato decía que los mbyá rezan mucho por todos, no solo por uno.
Algún significado tiene eso.
...Tenía en una mano, si no recuerdo mal en la mano izquierda  estaba el sol, y en la mano derecha estaba la tapa. Porque en el momento de la terminación del tiempo, del fin del mundo, ello se tiene que guardar, porque eso es de ellos, pero también hay que decirles que no se sabe cuándo será. Porque para muchos, inclusive para los paraguayos fue en el 2000, y ya estamos pasando. Cuando el amigo paraguayo –decía a mi padre- el mundo se termina en el 2000, mi padre decía, bueno, puede ser. Pero también no hay que descartar que pueden pasar unos años más, decía mi padre. No lo sabremos nosotros, pero ello si sabrán. Pero sería más importante que no me lo digan cuando sucediera, para que yo pueda estar tranquilo pensando en mi trabajo, en mi gente. Y no solo eso lo que hizo mi padre, hizo otra puerta que en su mano derecha tenía un pedazo de tierra, un trozo de tierra y en la otra mano tenía un pizarrón, digamos un papel que anotaba todo lo que iban a crear dentro del planeta Tierra, que es lo que todos tenemos, los árboles, los ríos, los arroyos, peces, muchos animales, víboras, todos aquellos animales más chiquitos, incluso que viven debajo de tierra, todo eso había creado. Eso significa, pensando en otra puerta en este momento que había hecho mi padre,  no hace solamente eso sino también las imágenes de las señoras, lo hacían una imagen que aún existe. Esa la guardamos mejor que las otras por eso creo que no la viste.
PREGUNTA-
ANDRÉS- No, no nos mantenemos iguales que antes. Primero al no tener un bosque es totalmente distinto.
Al no tener arroyos, ríos es totalmente distinto, al no tener una tierra donde plantar mejor es totalmente distinto, por lo tanto no tienen como plantar o como conseguir carne dentro de la selva. Eso también ha cambiado y por lo tanto cuando nosotros queremos comer carne tenemos que salir a comprar, eso ya no es de nosotros. Y también cuando uno va a comprar una cosa tiene que contar las monedas, eso ya no es de nosotros. Lo único que estamos manteniendo es el idioma, la forma de educar a los niños.
PREGUNTA-
ANDRÉS- Para nosotros hay un Dios que es más importante que había hecho la Tierra, la persona y a todos. Pero también hay otro Dios que es importante para nosotros para poder saber curar a la gente, a nuestra comunidad. Hacer la medicina natural, saber para cual sirve para tal enfermedad, y eso tampoco podemos desarrollar donde estamos ahí porque prácticamente estamos en las cercanías de lo que es el parque y no tenemos absolutamente nada. Y aquellos que tienen las comunidades dentro del monte grande, tampoco lo saben mucho, o sea que han perdido también. Pero había un Dios que había creado la Tierra y la gente, inclusive creo que a los dos le pedimos por la salud de la gente y otros para que mantengan la tierra donde está. Eso también se pide.
JOSÉ- Bellas palabras, eso es lo que Andrés ha hablado hoy acá. O sea las palabras no pueden ser traicionadas, las palabras son sagradas porque vienen de Ñanderú, vienen de Dios. Por lo tanto el hecho de no mirarse a los ojos, es justamente algo que radicaliza el saber escuchar. No es un acto de no atención, de no consideración sino es un acto de tremenda tolerancia. De respetar la sabiduría de los antiguos, el arandú porä  el bello saber y las palabras bellas. Yo creo que eso es lo que a través de esa memoria tan rica que tienen los mbyá, a través de tantas generaciones, creo que es lo que nos ha trasmitido Andrés. Y Andrés, además de ser alguien que vive su modo de ser guaraní, nos da el privilegio también de ser un excelente interlocutor entre la cultura india y la cultura no india. Y alguien preguntaba si los mbyá iban a la escuela. Los mbyá son tremendamente cultos, hablan cuatro idiomas: el guaraní paraguayo, el mbyá que es una de las tantas lenguas del tronco tupí-guaraní, hablan el portugués y el castellano. Bueno, nada más. Gracias.

 (Queridos amigos lectores, hasta este espacio de charlas , con RAICES del mes de Octubre-12, ofreceremos otra colaboración de Nancy Ramos Boerr “Fredda”)

 

 

En la comunidad nosotros no nos miramos tanto a los ojos, yo creo que es importante decirles eso. No nos miramos tanto a los ojos, tratamos de escuchar bien lo que quiere decir.
Yo creo que aunque uno mira a los ojos del otro igualmente  dice mentiras, lo miente. Nosotros somos así, prácticamente miramos para abajo, yo recuerdo que otro muchacho tenía otros amigos y cuando fueron a la comunidad hablaba con él. Se sentaba como estamos ahora con José, cuando el amigo habla el muchacho no estaban mirando hacia él, sino estaban así, jugando en el piso. Entonces que hace el amigo ya que no mira tiene que poner de esa manera para hablar, entonces yo le digo al hombre, nosotros somos distintos, tan distintos que tampoco miramos a los ojos. Si no se cansa el hombre así, entonces el muchacho se da cuenta y se pone más derecho y mira un poco más al rostro de sus amigos. Entonces el hombre dice, vengo visitando a otros que no los conocen, no sabe como es la forma de vivir de ellos, y no sabe la forma de la conversación de hecho.
Yo recuerdo cuando era chico en Aceguá, tenía 7 años, cuando me habla mi padre a mi me gustaba mirar, lo tengo que decir. Cuando mi padre me mira miro a los ojos, al rostro. Y como yo miro tanto el rostro, no solamente a los ojos, entonces mi padre hablaba y también hacía esto, pensando que tenía algo que yo estoy viendo. Entonces yo le decía que no, que no tenía nada, sino que estoy mirando de lo que el me está diciendo. Entonces eso también encuentra mal en nuestra cultura, como que le entras a molestar si le miras tanto. . Entonces me decía mi padre, porqué miras cuando yo hablo a mis ojos?. Acaso vos escuchas por los ojos y no por el oído?, entonces ahí yo me acostumbro también a escuchar a la gente, a veces miro para otro lado, pero yo estoy escuchando lo que dicen. O si no miro para abajo y no le digo ninguna palabra para poder escuchar todo lo que está diciendo.                   
                                  
             .Eso también se ha perdido en muchos países, de nosotros, ya no sabe escuchar, yo creo que es eso lo que tiene mucho la comunidad de ahora, no quiere escuchar a los demás adultos porque ellos son más inteligente, porque son más jóvenes. Entonces le dicen:”no hagas eso!”,el padre o la madre, entonces dice:”calláte mamá porque yo se lo que estoy haciendo!”, y esa no es una actitud de los mbyá. La actitud de los mbyá es aprender a escuchar y después hacer eso, a ver si esa palabra que había dicho su padre, su madre le sirven a medida que va creciendo. Porque también hay cosas que le dicen para más adelante, a medida que el o ella van creciendo van viendo y van sintiendo, para que ya estén preparados de lo que van a recibir. Para eso le dicen. Y eso se ha perdido mucho, inclusive si yo hablo de las que personas que vinieron de Paraguay, que es de nosotros mismos inclusive, vino mi tío, mi padrino, de Paraguay, y sin embargo con las mujeres que están acá no pueden conversar porque ellos hablan en paraguayo. Porque las mujeres de nosotros hablan mbyá, que es lo mismo que decir idioma guaraní, que los paraguayos también se llama idioma guaraní, pero hablamos diferente.  Entonces cuando hicimos una reunión dentro de la comunidad de Uruguay el problema fue ahí. Por ejemplo si quiere hablar conmigo tiene que hablar en español, pero muchos de ellos no hablan en español, hablan en guaraní-paraguayo. Pero cuando yo hablo en español me entienden, pero mi padre habla en paraguayo y en nuestro idioma, y habla bien, con el se habla, se conversa de muchas cosas, cuentan de su comunidad. Cuentan las cosas que han sucedido en su comunidad. Bueno yo les dije hace un ratito que me hicieran preguntas, me olvidé al conversar...
PREGUNTA- (no se entiende, creo que la  pregunta va en la línea de si existe alguna razón cultural por la cual cuando los mbyá conversan no es deseable que se mire a los ojos)
ANDRÉS- No, no tiene ninguna causa es una forma de poner atención simplemente eso.
PREGUNTA- (no se entiende pero creo que refiere a si se acepta el casamiento fuera del grupo
ANDRÉS- Si, la mayoría, o sea lo que yo he tenido por el cuento de mi padre dentro de Paraguay, se acepta cierta cultura para no romper –como dice mi padre-, el corazón de una hija, lo acepta. Pero también se le dice que salgan de la comunidad mbyá, tiene que ir a la comunidad de ellos. Para nosotros es como no respetar, casando con otra gente, que no tiene nada que ver con los mbyá, y por lo tanto se retiran.  Cuando quieren visitar a su madre y a su padre pueden hacerlo, ya que no está cerrado tampoco, puede venir a visitarlos y regresar.
PREGUNTA-(no se entiende. Evidentemente preguntan donde está ubicada su comunidad geográficamente)
ANDRÉS- Si  está dentro de lo que es el Departamento de Montevideo, antes de llegar a la Barra de Santa Lucía, también pasando la entrada del Parque Lecocq...Si estamos todos juntos.
PREGUNTA- Creen en Dios?
ANDRÉS- Si nosotros creemos mucho en Dios, tanto es así que, yo voy a contar esta, para nosotros un jefe tiene que ser un religioso en primer lugar, y en segundo lugar aquel que está representando a la comunidad, tiene fuerza en el momento más bravo, a través de El, o sea que lo acompaña siempre espiritualmente El reza mucho, no solo por su gente dentro de la comunidad, sino por todos, por el mundo, por el planeta entero.
Por eso para los mbyá, los uruguayos, los brasileros, de cualquier nacionalidad, son personas como nosotros. Por eso el mbyá siempre tiene que rezar no solo por ellos, por sus hijos, sino prácticamente por todos para que nada suceda. Respetar la decisión de El. Por ejemplo en Paraguay cuando estaba el jefe todavía, cuando estaba fuerte. Como yo decía hace un rato que nosotros vivíamos dentro de la selva, si no van a  salir tienen que presentarse ahí, tienen que llegar y decir: “padre yo tengo que salir hoy, tengo intenciones de ir a recorrer un poco el monte”. Entonces ahí le van a decir, si puede ir pero regrese antes que baje el sol. Eso significa que tiene que regresar antes de las tres de la tarde. Y si dicen no podes salir, ni otro puede salir. Eso significa que si vos salís igual, si salís no regresas. Eso  si dice un mbyá mejor no lo apruebes porque es  seguro que no volvés. Pero esto estoy contando de los anteriores cuando la comunidad estaba en Paraguay, pero ahora es distinto. No se sabe si realmente va a suceder una cosa o no va a suceder, pero hay una cosa, yo tengo que respetar en mi comunidad a mi padre. Cuando el dice alguna cosa, es porque va a suceder, pero lamentablemente, uno trata de cumplir lo que dice su padre, pero hay otra persona que no cumple. O cumple pero no demasiado, en su totalidad y por eso digo que el templo de nosotros es grande de acuerdo a la gente que habita en la comunidad.

 

 (Queridos amigos lectores, hasta aquí la Parte III , de este espacio de charlas con RAICES del mes de Agosto, ofreceremos la Parte IV)

 

PREGUNTAS...(no se entiende, pero creo que se refiere a si concurren a la Escuela Pública)ANDRÉS-Voy a contar una cosa ahora, cuando estuve en Fray Bentos...ya era grande, tenía 15 años. Comencé a interesarme de lo que el  entrenador...(no se entiende bien)... y así entré a practicar un poco de deporte y conocer gente, o sea los chicos, los compañeros, y de esa manera conversando con ellos aprendí no solamente a hablar, sino también a leer y un poco a escribir, conocí a unos amigos que fueron fundamental en esto, que justamente se llamó José y con el nos pasamos días y horas hablando. Yo le hago una pregunta y el me hace la pregunta, y de esa manera aprendí a hablar el español y aprendí un poco a escribir, despacio pero leía. Yo creo que ahí arranqué a hablar en español y salir. Y desde mi comunidad hacia la ciudad y así aprendí a hablar. Yo creo que también lo importante es no cambiar tanto de países. Por ejemplo ahora yo hablo bien pero si me voy por ejemplo para Brasil, ahí ya me complicaría un poco para hablar ligero, y después que aprendo ya es distinto, regresar a Uruguay y volver enseguida. Les cuesta un poco a los mbyá es eso...
PREGUNTA...Cuáles son las preguntas más frecuentes que te hacen los niños en tus visitas a las escuelas?
ANDRES- Los chiquilines en realidad me han preguntado de todo. Tanto es así que yo les hablaba como se divierten los niños de nosotros en la comunidad (está dicho en el sentido de una diversión entre los pares, no a costa de los adultos) y quién los educa a los niños. Y bien, los niños ya tienen su maestra, su maestro que son su madre, su padre, a contar lo que vivió, su experiencia... No solo es eso, sino educar, de que forma tiene que cuidar cuando uno tiene amigos, de que forma tiene que tratar a unos chiquitos, o también a una anciana, y todo eso conversaba con los niños... les cuento un poco y después les paso a ellos me pregunten. No paran, no se que hacer para que no pregunten más. ¿Y cómo juegan los niños? Siempre en mi comunidad hay patios grandes para que puedan jugar siempre ellos, entre amigos, primos, pero es sí tienen que cuidarse entre ellos y cuidar a los más chiquitos, y hacerles jugar que pasen los días y se diviertan con ellos, con los más grandes (incluir a todos). Eso se mantiene todavía pero debo decir claro, los que estamos en Uruguay tratamos de mantenerlo pero no toda la comunidad eso lo mantiene (otras comunidades fuera de Uruguay). No puedo hablar de comunidades que hay en Argentina pero si conozco dos comunidades dentro de las cercanías con Porto Alegre, y es distinto, completamente distinto. Uno ve a los niños jugar entre ellos muy peligrosamente, se preocupan los padres, madres, pero después que sucedieron las cosas, hay que preverlo antes...Y eso es lo que nosotros tratamos de mantener aquí en Uruguay, de que los  niños estén sanos y los niños juegan cuando están sanos, cuando ya no están sanos ya no juegan. Entonces para los padres pierde una familia. Si tiene... por más que tenga 12 hijos si se va uno, le duele como si perdieron a todos, por eso hay que preverlo antes a los niños. Eso yo les decía los niños mismos en la escuela de que forma tienen que jugar y me preguntaban también si los niños tenían juegos, si hacían deportes en la comunidad. Yo les decía que uno se juegan a través de la palma de la mano, que nosotros decimos “mangá”, hecho de chala de maíz que como para divertirse. Se ponen en círculo. Se juega para arriba, se pasa uno al otro y así se divierten los niños...Porque eso es simplemente para divertirse, para jugar entre ellos, simplemente para ellos. Pero también le contaba así como estoy hablando lentamente, hablando lentamente a los niños también para que ellos puedan entenderme lo que yo quiero decir, lo que yo trato de decir.

Y también les preguntaba si los niños, si para nosotros los niños son importantes. Yo digo que si, importantísimos los niños porque para nosotros es una continuación de vida, de su padre y de su madre. El día que ya no iba a vivir, ellos van a seguir viviendo, entonces les decía a ellos, a los niños, que ustedes son los más importantes. Por eso para nosotros los niños hay que cuidarlos, que ellos también se cuiden y crecerlos sanamente. Y todo eso hablaba con los niños, yo creo que sirve no solo hablar con los niños sino también con los adultos. Yo creo que hablo mejor con una persona o con dos personas, les cuento todo. Los mbyá a veces hacemos lo mismo, cómo es un mbyá? ¿qué quieres?. Los mbyá primero no tienen que ser ladrón, no tienen que ser asesinos. Todo lo que no se puede hacer no tiene que hacer un mbyá. Si ayudarse, entrar a ayudar en la comunidad y trabajar junto, no ser agresivo, ser tranquilo, poner mente fría en el momento más difícil, eso le contaba a los niños. Tiene que ser trabajador, tiene que saber construir su propia casa, tiene que saber construir el quincho, todo eso. A los niños de nuestra comunidad hablamos de una manera y cuando crecen si tienen ya teniendo 12, 13 años ya cambiamos la educación. Hablamos ya de otras cosas. Cómo tiene que ser en el momento de tener la pareja, partimos de ahí, depende la edad que tenga, ahí empezar a hablar, Decirlos todos ahí, pero después recordar después que tenga su pareja como tiene que ser, que comportamiento tiene que tener, porque tiene también hermanos, hermanas, que cada uno va a formar pareja. Cómo respetar a su hermano. Absolutamente todo lo que se dice a  partir de esa edad, no solamente ahí también si hablaba más atrás cuando vivía  mi padre en Paraguay, el suegro vendría a ser prácticamente el padre, el padre segundo, porque también lo educan, lo quiere a su yerno. Hay que decir para mi las cosas importantes, que cuando nosotros hablábamos entre nosotros, aquellos que nos visitan en nuestra comunidad tiene que saber.

(Queridos amigos lectores, hasta aquí la Parte II , de este espacio de “Charlas”, con RAICES del mes de Julio, ofreceremos la Parte III)

 

ANDRÉS- La mayoría de los guaraní salimos a buscar un  poco encontrar un buen lugar para nosotros. Esa es la intención de nosotros. Primero hemos encontrado un lugar el departamento de Río Negro...con el intendente que también es el intendente actual.. que es Carminatti...Nos dieron una isla que para mi fue lo más lindo que tuvimos, pero también difícil para vivir porque era una isla... sobretodo en el invierno era muy peligroso por el agua, crecía mucho, en la época de lluvias. Y no solamente el río crecía sino también el bañado. Entonces crecía de los dos lados, y nosotros no teníamos como embarcarnos para salvar, teníamos un bote que era para tres personas, pero nosotros no entrábamos. Inclusive había un poco más todavía, una familla que llegó desde Brasil, que estuvimos allí como 40 personas y llegaron más. Entonces era un poco muy difícil y tuvimos que salir de nuevo, y salimos y tratamos de buscar por el otro lado, con la Intendencia Municipal de Montevideo, que en su momento fue Tabaré Vásquez y nos dieron un lugar muy cerca de lo que es Parque Lecocq, y nos dieron un espacio ahí, nos dieron por 20 años. Donde estamos ahora, viviendo ahí. Ahí es un poco complicado también por el asunto de la tierra, porque nosotros vivimos de las plantaciones a base del maíz...Y lo que mi padre siempre le gustaba era una tierra linda para poder plantar y vivir, para consumo interno sobretodo que para nosotros es muy importante. Plantamos mucho...ya para pasar el invierno. Pero hace un ratito decía que era complicado plantar porque...la tierra no daba mucho para poder guardar para el consumo simplemente a veces podíamos conseguir para renovar las semillas...
Hasta hoy creo no hemos podido conseguir lo que buscábamos, nosotros no buscamos como antes teníamos dentro del Paraguay. Venimos de Paraguay por la situación que todo indígena tiene en el  momento actual, porque ninguno tiene su lugar bueno para estar. En Paraguay en su momento fue, está en Brasil, creo ahora, Alfredo Strossner, quienes se encargaron de vender toda la selva que había tenido dentro del departamento de Itapúa, y lamentablemente vendieron donde estaba mi padre, que vendieron con la comunidad dentro. Y entonces a uno no le queda remedio que salir, porque uno no tiene el dinero suficiente para estar comprando. En realidad era de nosotros pero bueno, el dinero manda. Y así tuvimos que salir. Yo digo salir porque nací ahí un mes y medio antes de que viniera mi padre, entonces prácticamente no lo conozco. Pero si conozco porque salieron mi padre de ahí. Como yo converso tanto con mi padre, con mi madre, porque salieron, que problemas tuvimos y así, uno conoce también para decir a la gente porque vinieron. Y bueno un día nos encontramos dentro del Uruguay, uno no sabía, pero si sabía que existía Argentina, porque estábamos ahí cerca, siempre se escuchaba Misiones, Argentina, porque los mbyá han vivido ahí, salía de Paraguay y allí iba, volvía de Argentina-Misiones hacia Paraguay. Entonces sabía que existía país Argentina,  pero no se sabía, más abajo viniendo desde allá, un país que se llamaba Uruguay. Vinimos, conocimos la gente,   primero entramos en Artigas. Desde Argentina, desde Artigas por lo menos yo lo puedo decir que la gente fue distinta con nosotros, teníamos un buen trato, tanto es así que nos dieron un lugar donde vivir, aunque sea un terreno que sigue estando, que es prácticamente chirca pero nos dieron. Y de ahí fuimos a Salto, ahí también nos dieron un espacio, pequeño, pero también estuvimos un rato allí. Y el hombre no estaba contento porque no encontraba lo que buscaba (Mariano), entonces tuvimos que salir de nuevo para Brasil. Salimos para Brasil y fuimos hasta Aceguá. En Aceguá vivimos un par de año, y a partir ahí pasamos primero allí en Cerro Largo y conocimos al Intendente que en su momento fue Nin Novoa, y nos dieron un espacio en su departamento. Prácticamente fue en la ciudad, nos dieron un espacio, tenían (un galpón?) grande, que también...Nos atendieron muy bien, tan bien que cuando hay lluvias por ejemplo las mujeres ya no cocinan porque viene ya hecho, de mañana leche, pan, al mediodía la comida y la cena. No cenaba de noche, y cenaba comiendo hasta tres platos igual. Después de ahí si vinimos donde estamos hoy. Yo decía el 91, pero la gente ya estaba desde el 90. Mi padre entraba definitivamente en el 91, o sea que ahora estamos hace 10 años. Y en aquellos momentos las comunidades mbyá guaraní habían pedido su representante que realmente hablaba un poco en español, porque la mayoría hablaba en portugués porque recién estábamos llegando de Brasil y aunque ellos quieran hablar con la gente mayor, tienen que hablar en portugués, entonces era un poco complicado. Había uno de ellos que prácticamente arrancaba cada vez que hablaba en portugués, por ejemplo Roque, que estuvo. Y después ya hace poco, uno va creciendo –estoy hablando de mí- aprendiendo hablar en español y en este año me tomaron  como representante, en donde yo represento a mi comunidad. La comunidad mía es prácticamente mi familia porque es donde está mi madre, mi hermana, casi todos y los niños, también mis sobrinos, mi sobrina, o sea que prácticamente estoy representando a mi familia, y trato de estar conversando con la gente para que nos conozca como somos. Porque muchísima gente quiere saber de donde llegamos, como vinimos, porque vinimos. A la gente le interesaba, no solo una parte, sino muchas parte de donde yo había viajado, inclusive a los niños. Y así compartir un poco de nosotros y actualmente ahora, José sabía cuanto somos, pero yo tengo que decir ahora que somos 18 personas, 18 personas somos ahora. Ahora ya salió de la comunidad de nuevo y quedamos nosotros. También estuvimos tratando de conseguir un lugar, que incluso hablábamos un par de meses atrás...bueno no importa. Hablando con el Intendente de Rocha nos llevaron a ver un lugar, que el arroyo se llama Arroyo Rocha. Justamente. Y a uno lamentablemente no le sirve por ser pura y exclusivamente es el campo, no tiene árboles. Entonces a uno le complica un poco. Le dijimos de nuevo que precisábamos volver para ver... con cual nos quedábamos. Hasta ahora no hemos tenido otra oportunidad para ir, el lunes estamos esperando.  Y yo creo que sería importante, no, yo les estoy contando unas cuantas cosas, eh, para mi fundamentalmente para estar hablando de lo que a ustedes les interesa saber realmente en este momento, sería importante que también formulen las preguntas que quieren ustedes saber en este momento...

(Queridos amigos lectores, hasta aquí la Parte I , de este espacio de charlas con RAICES del mes de Julio, ofreceremos la Parte II)

 

TORMENTA DE VERANO

En la quietud de la noche, los cascos de los caballos rompieron el silencio del camino.
El carruaje se abría paso en constante ritmo sin marcha atrás. Se detuvo con el relincho de los caballos frente al portal. La peonada, que atenta escuchó a lo lejos, acudió sin dudar. Los encargados de la casa principal también. Ese viejo matrimonio de negros nacidos en libertad, que sin saber qué hacer con ella, siguen sirviendo a los patrones al igual que sus ancestros.
-Niña, ¿que sucedió?, ¿por qué llega así­­­? Interrogó la negra, a la hija del patrón, a la que vio nacer.
La joven sólo abrazó a la negra con un llanto contenido. Larga y penosa fue la noche, sin respuesta, sin preguntas. Al  amanecer, la joven se quedó dormida.
El silencio siguió acompañando a los días, hasta que al atardecer del cuarto, la joven muchacha descolgó su ira como la tormenta furiosa que avanzaba desde el horizonte en el caliente febrero. Respiró, con la mirada perdida en las luces tormentosas que se aproximaban. Habló como en una confesión,  a los fieles oídos que escuchaban: -       Esa mañana el aire en la ciudad se sentía pesado, se podía oler conspiración en cada esquina. Caminábamos algo alertas, pero no lo suficiente. Todo ocurrió muy rápido, no hubo tiempo para pensar. Estábamos frente a la puerta de mi casa y de pronto, los gritos que parecían lejanos ya estaban sobre nosotros. El ruido era de lamentos, gritos de venganza y avanzaba.
Frente a nosotros algunos hombres se detuvieron, nos gritaron, se acercaron; llevaban palos, llevaban furia, también armas. No sé en que momento me apartaron de un empujón. Caí sobre la puerta, abriéndola con el peso de mi cuerpo. Corrí hacia el escritorio de mi padre, tomé su arma y volví a la calle. Disparé. No sé a donde o a quién, ni cuantas veces. Dispersé el gentío…
Allí estaba, tendido en la acera, todo era sangre, rojo río que corría lento y brillaba con las primeras luces de las farolas.
Los miserables seguían la marcha detrás de la carreta, exhibiendo el muerto, tenía varias horas. Luciéndolo como trofeo para castigo a los traidores y a los enemigos.
Yo abrazaba a la muerte, mirándola a la cara, me ahogaba en un mar salado, se me desgarraba el corazón. Aún ahora.
Los fuertes brazos de mi padre me levantaron.
Había otros hombres tendidos en la calle. Mi dolor era intenso.
Luego me encontré camino a aquí. A este jugar donde de pequeña fui feliz, y donde ahora sólo me esperaba la soledad.
En el impulso, en la furia, arrebaté dos vidas, al azar. No me importó, aún no me importa. En diferentes circunstancias perdí a dos de mis seres queridos.
Hace tan poco tiempo que la peste mató a mi madre, como a tantos otros y ahora apenas transcurridos unos días, le arrebatan la vida a él a golpes y puñaladas.
Fueron ellos, los seguidores del General Flores que para vengar su muerte, salen a las calles y matan a muchos para restablecer el “poder”. La ceguera del odio hizo que lo confundieran con su primo, un colaborador del blanco Berro.
Por eso estoy aquí, exiliada, por el temor de mi padre a represalias. Creo que avergonzado de una hija rebelde. No importa.
Febrero continuó con tormentas fuertes que parecían partir el cielo, algunos días y otros también. Entre medio, calma, como para aflojar tensiones… de la misma manera actuaban los hombres políticos del país.
La joven patricia amoldó su inquieto temperamento.
Entregó su fuerza, como otros estancieros su capital;  en tiempos en que el progreso de la campaña era oídos sordos a los intereses políticos de la capital.
Prósperos vecinos la asesoran y la interesan en el nuevo emprendimiento. La introducción de carneros merino franceses y alemanes, ejemplares para cruzar con los ovinos criollos.
La visión prometía mejor rendimiento en cantidad y calidad de lana, modernización y la tan ansiada pacificación del campo.
Poco a poco el proyecto la lleva a unirse con otros productores, muchos criollos y algunos europeos. Uno de ellos, un hombre algo amor que ella, atrae su atención. Lo conoce y no sabe de dónde. Comienza entre ellos a crecer una agradable amistad.
Las diferencias políticas van en aumento. El campo se comienza a agitar.
Hombres de a caballo en tiempos de ocio, siguen sus instintos bárbaros.
En poco tiempo el ganado fue devastado por el inicio de nuevos levantamientos.
Una vez más se siente derrotada. El abatimiento la lleva a abandonar todo y partir. Su amigo inglés irá con ella, el viaje será largo.
En alta mar su mente comienza a ordenar los acontecimientos vividos en los últimos y convulsionados tiempos. Con los ojos fijos en el horizonte, acompañada por el compás del barco surcando el Atlántico y la brisa fresca en el rostro, retoma uno a uno los hechos de su último día en la ciudad.
Rememora los momentos vividos, con tranquilidad, enfrentando cada imagen con dolor, como un mecanismo para dejar todo atrás.
Las imágenes irrumpen en su mente, unas las descarta, otras no sabe cómo se relacionan. Una en particular la incomoda. Recuerda, en la noche, algunos hombres reunidos con su padre, días antes de su exilio. En un intento por descifrar, con los ojos muy apretados  queriendo ver esa imagen recurrente desde la misma habitación, el esfuerzo es premiado. Voces acuden a su mente. Hablan sobre un plan para controlar el comercio y aumentar sus ingresos. Para ellos es necesario romper con el orden y dominio del gobierno colorado. Buscan la manera de encontrar el punto débil para provocar el quiebre. Los rostros que rodean a su padre comienzan a aclararse. No los conoce, son cuatro caballeros, están de pie, extranjeros por el acento. Uno más, sentado, observa, y al enfrentarlo, reconoce el familiar rostro. Era su amigo inglés, compañero de viaje. Un estremecimiento la recorrió, se sentía traicionada.
Días después llegó a puerto, a las costas de Francia. Su ansiedad la llevó a querer establecerse en París por sus propios medios.
Allí comenzaría de nuevo, nada ni nadie del pasado la acompañaría.
Llegó sola, el inglés había caído al mar  una noche antes de tocar tierra.
Resbaló por la borda

 

 

“Testimonios , Un linaje charrúa en Tacuarembó”
La búsqueda de los descendientes del Cacique Sepé, nos ha dado la satisfacción principal del trato ameno y agradecido de aquellos que fueron por tanto tiempo ignorados.
En el 2005, la investigación constaba de 25 retratos, basados en fotografías originales proporcionadas por Micaela Gutiérrez García, chozna del Cacique Sepé y los descendientes de Lino García, uno de los nietos del Cacique.
Actualmente la muestra consta de 80 retratos, que incluyen además, a partir del año 2009, a los descendientes de Gregorio García, otro de los hermanos de Lino.
El matrimonio de GREGORIO GARCÍA y JUSTINIANA YASUIRÉ fue muy prolífero: TOMAS, SANTOS, ESTEFANÍA, JUAN, A LEJANDRINA, PEDRO, SILVESTRE, LEONCIO, MARGARITA, JORGELINA y FRANCISCO GARCÍA YASUIRÉ.

En Tacuarembó todos recuerdan a don TOMAS GARCÍA que voceaba su mercadería siempre con una broma y una sonrisa pronta en sus labios

 

Su campito de Paso de los Costales le daba lo suficiente como para mantener a su esposa ELENA NÚÑEZ y su prole: CIRIACO, CRISTOBAL, JUANA, VALENTINA, SANTOS JOSÉ.
 Todos los días llegaba al pueblo en su carro, cargado de zapallos, choclos, melones, sandías, verduras y el colorido de las naranjas, limones y tangerinas.

Don Tomás ya no está, pero todavía siguen algunos de sus hijos y nietos en Tacuarembó, que tenemos el privilegio de conocer

 

 

COMUNICADO:

Quienes formamos parte del CONCURSO NACIONAL DE NARRATIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA LITERARIA “DR. PEDRO FREIRE” :
Los cantautores: RODOLFO CABRERA, GUSTAVO RODRÍGUEZ, GABRIEL MALLADA, CARLOS GARBARINO, LOS DEL YERBAL, los Jurados GRACIELA GENTA HORGALES, DR. EN ANTROPOLOGÍA LEONEL CABRERA PÉREZ, PROFESOR JORGE BAEZA , JULIO ROMERO de la REVISTA RAÍCES y por la organización NANCY RAMOS BOERR “FREDDA”, hemos decidido por unanimidad, a partir del 15º. CONCURSO NACIONAL DE NARRATIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA LITERARIA año 2012, denominarlo PROF. MELBA PÍRIZ CORNALINO  en homenaje a la compañera recientemente desaparecida, quien formara parte por 10 años consecutivos del JURADO de este CONCURSO.
Consideramos que es la forma de mantener unido, no solo su nombre, sino su calidez de amiga, compañera y excelente docente e investigadora, a este proyecto al que tanto aportara.
Por la Organización
Nancy Ramos Boerr  “Fredda”
CONVOCATORIA:
DECIMO QUINTO  CONCURSO LITERARIO NACIONAL
PROFESORA MELBA PÍRIZ CORNALINO
Narrativa Histórica Nacional y Poesía Épica Literaria Inédita
B A S E S
*     Abierto a todos los escritores nacionales sin límite de edad.

  • Los trabajos deberán ser inéditos, reservándose el Jurado el derecho de descalificar a               aquellos que no cumplan con dicha premisa.
  • Se podrán presentar dos trabajos por autor en ambas categorías.
  • La extensión de la narrativa no será mayor de cinco carillas tamaño carta, doble espacio.
  • El poema no excederá los cincuenta versos.
  • Se enviarán una original y tres copias por cada trabajo presentado.
  • En sobre cerrado se remitirá el seudónimo especificando categoría en la que se interviene, y en el interior y también en sobre cerrado los siguientes datos:
  • Nombre, edad, documento de identidad, domicilio actual, teléfono y/o e-mail, departamento del que es oriundo.
  • Se otorgarán un primer, un segundo y un tercer premio en ambas categorías.
  • Último plazo de recepción de trabajos 31  de agosto   de 2012.

POR DÉCÍMO PRIMER  AÑO CONSECUTIVO SE ADJUDICARÁN LOS PREMIOS “GUYUNUSA” A  LOS GANADORES DE ESTE CONCURSO.
 I N T E G R A C I Ó N   D E L    J U R A D O
   * Escritora  Graciela GENTA HORGALES
  * Investigador OSCAR MONTAÑO
  * Prof. Jorge BAEZA                                                                      
EL Jurado se expedirá el 3I DE OCTUBRE 2012. Los premios serán entregados en acto público en lugar y fecha a determinar.
Los trabajos que no sean premiados no serán devueltos.
La presentación a este concurso significa la aceptación implícita de las bases.
ENVIAR LOS TRABAJOS:   POSTE RESTANTE 2.930.962-1
CODIGO POSTAL 11.000- CORREO CENTRAL
MONTEVIDEO. URUGUAY

AMPLIAMOS INFORMACIÓN:

Nancy Ramos Boerr “Fredda”. TEL. 2698 63 11  CEL 094 55 44 85

E-MAIL: guyunusa@yahoo.com
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EL DOMADOR
De LUZ DEL ALBA NICOLA

Tomando una caña estaba
aquerenciado en el bar
con su faja de telar
que parecía un arco iris,
poncho al hombro, don Osiris,
y unas botas de montar.

¡Qué le cuento! Óigalo hablar,
flor oriunda de campaña
como el cardo. Se acompaña
tintineando las espuelas
mientras suenan las  vihuelas
de su voz que me regaña:

-Mija, se le fue la mano
comparándome con las flores,
al darme tantos colores
parezco un cuadro de Blanes.
Es inútil que te afanes,
no estoy pa los bastidores.

Una tropilla é recuerdos
me trotan por la cabeza.
¡Si ya perdí la destreza
de manejar el rebenque!
No me ates al palencque
ni a un matungo con pereza.

En  mis años mozos iba
de ruedo en ruedo rodando
y los potros corcoveando
al destaparle los ojos.
No se aguantaban ni abrojos
y  menos conmigo al mando.

Mi vida galopó en pelo.
Dejé huellas de herraduras.
Sorteando las  mordeduras
de crucera y yarará
anduvo mi chiripá
por todas las jefaturas.

Usté todavía en pañales
montada en su taburete
y chupando su chupete
mientras que yo iba y venía
a veces con la alegría
del trofeo y el billete.

Pinteme si quiere, mija.
Pinteme con mi potranca.
Así: palmeándole el anca
o trenzándole la cola.
Y gástese otra crayola
Pa hacerme la barba blanca

NA: MIJA: Compuesto sintáctico de MI HIJA, evolucionado de M’IJA.
        BLANES: Juan Manuel, pintor uruguayo del siglo XIX.
        PA: Apócope de PARA
        É: Gauchismo de la  preposición DE, evolucionada de ‘E. Su acentuación es para diferenciarla de la 
            conjunción copulativa E.
        USTÉ: Gauchismo de USTED

 

 

NOSOTROS SOMOS PARTE DE LA TIERRA  (Parte I )

testimonios

GRAN JEFE SEATLE
Autora: Nancy Ramos Boerr “Fredda”
Técnica: Lápiz acuarelable 25 por 35 cms
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(Mensaje del Gran Jefe Seattle al Presidente de los Estados Unidos de América en el año 1855)
El estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos, fue la Patria de los Duwamish, un Pueblo que –como todos los indios-  se consideraba parte de la Naturaleza, la respetaba y la veneraba, y desde generaciones vivía en armonía con ella. En el año de 1855, el decimocuarto Presidente de los Estados Unidos, el demócrata Franklin Pierce, les propuso a los Duwaminsh que vendiesen sus tierras a los colonos blancos y que ellos se fuesen a una reserva. El Gran Jefe de los Duwamish, dio su respuesta al Gran Jefe Blanco con un discurso. “Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen”

EL DISCURSO DEL GRAN JEFE SEATTLE

El Gran Jefe de Washington nos envió un mensaje diciendo que deseaba comprar nuestra tierra. El Gran Jefe también nos envió palabras de amistad y de buena voluntad.
Es una señal amistosa por su parte, pues sabemos que no necesita de nuestra amistad. Pero vamos a considerar su oferta, porque sabemos que si no le vendemos, quizá el hombre blanco venga con sus armas y se apodere de nuestra Tierra.
¿Quién puede vender el Cielo o el calor de la Tierra?
No podemos imaginar esto. Si nosotros no somos dueños del frescor del aire, ni del brillo de agua, cómo el podría comprárnosla?
Trataremos de tomar una decisión. Según lo que el Gran Jefe Seattle diga, el Gran Jefe de Washington puede dejarlo, del mismo modo que nuestro hermano blanco en el transcurso de las estaciones puede dejarlo. Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante aguja de un abeto, cada playa de arena, cada niebla en el oscuro bosque, cada claro del bosque, cada insecto que zumba es sagrado para el pensar y el sentir de mi pueblo. La savia que sube por los árboles trae el recuerdo del Piel Roja. Los muertos de los blancos olvidan la Tierra en que nacieron, cuando desaparecen para vagar por las estrellas. Nuestros muertos nunca olvidan esta maravillosa Tierra, pues es la madre del Piel Roja. Nosotros somos parte de la Tierra, y ella es una parte de nosotros. Las olorosas flores son nuestras hermanas, el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Las rocosas alturas, las suaves praderas, el cuerpo ardoroso del potro y del hombre, todos pertenecen a la misma familia. Por eso cuando el Gran Jefe de Washington, nos envió recado de que quería comprar nuestra Tierra, exigía demasiado de nosotros. El Gran Jefe nos comunicaba que quería darnos un lugar, donde pudiéramos vivir cómodamente. El sería nuestro padre y nosotros seríamos sus hijos. ¿Pero será posible esto alguna vez?
Dios ama a vuestro pueblo y ha abandonado a sus hijos rojos. El ha enviado máquinas para ayudar al hombre blanco en su trabajo, y construye para él grandes pueblos. El hace que vuestra gente cada vez sea más poderosa, día tras día. Pronto invadiréis la Tierra, como los ríos que se desbordan desde las gargantas de las montañas, por una inesperada lluvia. Mi pueblo es como una corriente desbordada, pero sin retorno. No, nosotros somos de razas diferentes. Nuestros hijos no juegan juntos, y nuestros ancianos no cuentan las mismas historias. Meditaremos sobre vuestra oferta de comprarnos la Tierra. No será fácil, porque esta Tierra es sagrada para nosotros. Nos sentimos alegres en este bosque. No sé por qué, pero nuestra forma de vivir es diferente de la vuestra. El agua cristalina que brilla en arroyos y ríos, no es sólo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos nuestra Tierra, habéis de saber que es sagrada, y que vuestros hijos aprendan que es sagrada, y que todos los pasajeros reflejos en las claras aguas son los acontecimientos y tradiciones que refiere mi pueblo. El murmullo del agua es la voz de mis antepasados. Los ríos son nuestros hermanos, ellos apagan nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si vendiésemos nuestra Tierra tenéis que acordaros, y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos – y los vuestros – y que tendréis desde ahora que dar vuestros bienes a los ríos, así como a otros de vuestros hermanos…


EL DISCURSO DEL GRAN JEFE SEATTLE (Parte II)

…el piel Roja siempre se ha apartado del exigente hombre blanco, igual que la niebla matinal en los montes cede ante el sol naciente. Pero las cenizas de nuestros antepasados, sus tumbas, esta parte de la Tierra, nos es sagrada. Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de pensar. Para él una parte de la Tierra es igual a otra, pues él es un extraño que llega de noche, y se apodera en la Tierra de lo que necesita. La Tierra no es su hermana, sino su enemiga, y cuando la ha conquistado, cabalga de nuevo. Abandona las tumbas de sus antepasados y no le importa. Él roba la Tierra de sus hijos y no le importa nada. Él olvida las tumbas de sus padres, y los derechos de nacimiento de sus hijos. Trata a su Madre, la Tierra, y a su hermano, el Cielo, como cosas que se pueden comprar y arrebatar, y que se pueden vender como ovejas o perlas brillantes.
Hambriento se tragará la tierra, y no dejará nada , sólo un desierto.
No sé, pero nuestra forma de ser, es diferente de la vuestra.
Las vista de vuestras ciudades hace daño a los ojos del Piel Roja. Quizá porque el Piel Roja es un salvaje y no lo comprende. No hay silencio alguno en las ciudades de los blancos, no hay ningún lugar donde se pueda oír crecer las hojas en primavera y el zumbido de los insectos. Pero quizá es porque yo sólo soy un salvaje, y no entiendo nada. La charlatanería solo daña a nuestros oídos.
¿Qué es la vida si no se puede oír el grito solitario del pájaro chotacabras, o el croar de las ranas en el anochecer?
Yo soy un Piel Roja y no entiendo esto. El indio puede sentir el suave murmullo del viento, que sopla sobre la superficie del lago, y el soplo del viento limpio por la lluvia matinal, o cargado de la fragancia de los pinos. El aire es de gran valor para el Piel Roja, pues todas las cosas participan del mismo aliento. El hombre blanco parece no considerar el aire que respira; a semejanza de un hombre que está muerto desde hace varios días y está embotado por el hedor… Pero si os vendemos nuestra Tierra, no olvidéis que tenemos el aire en gran valor, que el aire comparte su espíritu con la vida entera. El viento dio a nuestros padres el primer aliento, y recibe el último hálito. Y el viento también insuflará a nuestros hijos la vida. Y si os vendiéramos nuestra Tierra, tendrías que cuidarla como un tesoro, como un lugar donde también el hombre blanco sepa que el viento sopla suavemente sobre las flores de la pradera. Yo soy un salvaje, y es así como entiendo estas cosas. He visto mil bisontes putrefactos, abandonados por el hombre blanco. Los mataron desde un convoy que pasaba. Yo soy un salvaje y no puedo comprender cómo el caballo de hierro que hecha humo, es más poderoso que el búfalo, al que sólo matamos para conservar la vida.
¿Qué es el hombre sin animales?
Si todos los animales desapareciesen el hombre también moriría, por la gran soledad de su espíritu. Lo que sucede a los animales, también le sucede a los hombres. Todas las cosas están estrechamente unidas. Lo que le acaece a la Tierra le acaece también a los hombres de la Tierra. Cuando los hombres escupen a la Tierra, se están escupiendo a sí mismos. Pero nosotros sabemos que la Tierra no pertenece al hombre, que el hombre pertenece a la Tierra. Eso lo sabemos muy bien, todo está unido entre sí, como la sangre que une a la misma familia. Todo está unido. Lo que le acaece a la Tierra les acaece, también, a los hijos de la Tierra. El hombre no creó el tejido de la vida, sólo es una hilacha, lo que hagáis con ese tejido os lo hacéis a vosotros mismos. No, el día y la noche no pueden vivir juntos.
Nuestros muertos siguen viviendo en los dulces ríos de la Tierra, y regresan de nuevo con el suave paso de la Primavera, y su alma va con el viento, que sopla rizando la superficie del lago.
Porque nuestros muertos no están faltos de poder.

 

ROMANCE DE MUERTE Y GLORIA

Mañana del dos de enero, lucha y dolor a granel,
comienza el sesenta y cinco, trayendo la muerte en pie.
Se anularon los tratados que juraban amistad,
baten ya las cañoneras, el sanducero solar.

Paysandú ha sido sitiada, resuena el trueno brutal,
la tierra es toda una hoguera, de escombros, llanto, pesar.
La plaza en cerco de fuego, es indefenso bastión,
un  puñado de valientes, su menguada guarnición.

Son treinta y cinco cañones, disparando sin cesar,
lluvia de balas, granadas, ¿qué muro las contendrá?
Muchos actos de heroísmo; la otra escuadra es superior.
pero la iglesia malherida, aún flamea el pabellón.

Sol de fuego resplandece, iluminando el cuartel,
pero más fuego despide, el pecho  del Coronel.
Tiene destellos de gloria, del mártir tiene el color,
grave y sereno silencio, de bizarra inspiración.

Decide morir peleando, no acepta la rendición,
los orientales no piden del enemigo el perdón.
La  plaza ha sido sitiada, cesa el asedio final;
treinta y tres días gloriosos  pasan a la eternidad.

Todo es cansancio y es miedo, pues la mano criminal
señala un nuevo cordero para sus odios saciar.
Transita el triste cortejo, los llevan a fusilar,
el hermano del hermano, la muerte debe afrontar.

La vida en manos extrañas un tiro la tronchará,
riega esta tierra bravía, la sangre de un oriental.
El tañer de la campana, anuncia el hecho fatal,
Paysandú, heroica cuna, en tumba se ha de trocar.

 

 

Cada fosa es una herida, cada brecha es un baldón
pues se ha segado una vida, pero ha nacido un laurel.
El río de rojas aguas, ha de acentuar su color,
tiñéndose con la sangre, de quien muere con valor.

Por nacer, entró en la vida; por morir, gloria logró.
Así enfrentó su destino, cara a cara y sin temor.
Anochece el dos de enero, en su manto a la ciudad
la sombra envuelve piadosa, tinto de sangre el crespón.

Pálida luna de estío, negro cuadro va a mostrar:
gimen los sauces del río, se hace  más rojo el ceibal,
arenales de las islas, duermen un sueño de paz.
De rodillas, llantos, rezos, las madres piden piedad.

Dolor de sangre dormida, noche de oprobio tenaz;
la Parca entró de puntillas, la gloria viene detrás.
Final de luz en las sombras, de aquel momento crucial,
lucero en las tristes horas, que alumbra en la adversidad.

 

¿Por  qué  luchar entre  hermanos, si al estrechar sin temor
entre sus brazos  la muerte, da la gloria al perdedor?
Anochece  junto al río.
La muerte, eligió al mejor.

 NOSOTROS SOMOS PARTE DE LA TIERRA 
(Mensaje del Gran Jefe Seattle al Presidente de los Estados Unidos de América en el año 1855)
El estado de Washington, al noroeste de Estados Unidos, fue la Patria de los Duwamish, un Pueblo que –como todos los indios-  se consideraba parte de la Naturaleza, la respetaba y la veneraba, y desde generaciones vivía en armonía con ella. En el año de 1855, el decimocuarto Presidente de los Estados Unidos, el demócrata Franklin Pierce, les propuso a los Duwaminsh que vendiesen sus tierras a los colonos blancos y que ellos se fuesen a una reserva. El Gran Jefe de los Duwamish, dio su respuesta al Gran Jefe Blanco con un discurso. “Mis palabras son como las estrellas, nunca se extinguen”

EL DISCURSO DEL GRAN JEFE SEATTLE (Última Parte)

…consideraremos la posibilidad de que el hombre blanco nos compre nuestra Tierra. Pero mi pueblo pregunta: ¿qué es lo que quiere el hombre blanco?
¿Cómo se puede comprar el Cielo, o el calor de la Tierra, o la velocidad del antílope?
¿Cómo vamos a venderos esas cosas y cómo vais a poder comprarlos?
¿Es que, acaso, podréis hacer con la Tierra lo que queráis, sólo porque un Piel Roja firme un pedazo de papel y se lo dé al hombre blanco?
¿Si nosotros no poseemos el frescor del aire, ni el brillo del agua, cómo váis a poder comprárnoslo?
Es que, acaso, podéis comprar los búfalos cuando ya habéis matado el último?
No el día y la noche no pueden vivir juntos.
Nuestros muertos siguen viviendo en los dulces ríos de la Tierra, y regresan de nuevo con el suave paso de la primavera, y su alma va con el viento, que sopla rizando la superficie del lago.
Consideraremos la posibilidad de que el hombre blanco nos compre nuestra Tierra.
Pero mi pueblo pregunta: ¿qué es lo que quiere el hombre blanco?
¿Cómo se puede comprar el Cielo, o el calor de la Tierra, o la velocidad del Antílope?
¿Cómo vamos a venderos esas cosas y cómo vais a poder comprarlas?
Consideraremos vuestra oferta. Sabemos que si no os la vendemos vendrá el hombre blanco y se apoderará de nuestra Tierra.
Pero nosotros somos unos salvajes.
El hombre blanco va en pos de la posesión del poder, ya se cree que es Dios, al que le pertenece la Tierra. ¿Cómo puede un hombre apoderarse de su madre?
Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestra Tierra. El día y la noche no pueden vivir juntos.
Consideraremos vuestra oferta de que vayamos a una reserva. Queremos vivir aparte y en paz. No importa donde pasemos el resto de nuestros días. Nuestros hijos verán a sus padres sumisos y vencidos. Nuestros guerreros estarán avergonzados. Después de la derrota pasarán sus días en la holganza, y envenenarán sus cuerpos con dulces comidas y dulces bebidas. Sólo sabemos una cosa –que quizá un día el hombre blanco también descubra - , y es que nuestro Dios, es el mismo Dios suyo. Vosotros, quizá, penséis que lo poseéis – igual que tratáis de poseer nuestra Tierra – pero no podréis. Es el Dios de todos los hombres, lo mismo de los Pieles Rojas que de los blancos. Aprecia mucho esta Tierra y el que atente contra ella significa que desprecia a su Creador. También los blancos desaparecerán, y quizá antes que otras estirpes. Continuad contaminando vuestro lecho y una noche moriréis en vuestra propia caída. Pero al desaparecer brillaréis por el fuego del poderoso Dios, que os trajo a la Tierra, y que os destinó a dominar al Piel Roja en esta Tierra. Este destino es para nosotros un enigma. Cuando todos los búfalos hallan muerto, los caballos salvajes hayan sido domados, y el rincón mas secreto del bosque haya sido invadido por el ruido de muchos hombres, y la visión de las colinas esté manchada por los alambres parlantes, cuando desaparezca la espesura, y el águila se haya ido, esto significará decir adiós al veloz potro y a la caza. El final de la vida – y el comienzo de la otra vida - , Dios os concedió el dominio sobre los animales, los bosques y los Pieles Rojas por un determinado motivo. Y ese motivo es un enigma para nosotros. Quizá podríamos comprenderlo si supiéramos qué es lo que sueña el hombre blanco, qué ideales ofrece a los hijos en las largas noches invernales, y qué visiones arden en su imaginación, hacia las que tienden el día de mañana. Pero nosotros somos salvajes, los sueños del hombre blanco nos están ocultos, y porque nos están ocultos nosotros vamos a seguir nuestro propio camino. Pues ante todo, nosotros estimamos el derecho que tiene cada ser humano a vivir tal como lo desea, aunque sea de modo muy diverso al de sus hermanos. No es mucho lo que nos une. Consideraremos vuestra oferta. Si aceptamos es sólo para asegurarnos la reserva que habéis prometido. Quizá allí podamos acabar los pocos días que nos quedan viviendo a nuestra manera. Cuando el último Piel Roja de esta tierra desaparezca y su recuerdo sea solamente la sombra de una nuve sobre la pradera, todavía estará vivo el espíritu de mis antepasados en estas orillas y estos bosques. Pues ellos amaban esta Tierra, como ama el recién nacido el latido del corazón de su madre. Si os llegáramos a vender nuestra Tierra, amadla, como nosotros la hemos amado. Cuidad de ella, como nosotros la cuidamos, y conservad el recuerdo de esta Tierra tal como os la entregamos. Y con todas vuestras fuerzas, vuestro espíritu y vuestro corazón, conservadla para vuestros hijos, y amadla, tal como Dios nos ama a todos. Pues hay algo que sabemos, que Dios es el mismo Dios. Esta Tierra es sagrada para Él. Ni siquiera el hombre blanco se puede librar del destino común. Quizá somos hermanos. Esperamos verlo.

 

TESTIMONIOS  DE NUESTRA IDENTIDAD
Por Nancy Ramos Boerr “Fredda”
guyunusa@yahoo.com

sepéDesde el comienzo de  nuestro trabajo “TESTIMONIOS, UN LINAJE CHARRÚA EN TACUAREMBÓ”, hemos contado con la disposición permanente de los descendientes del CACIQUE SEPÉ, siempre dispuestos a brindar sus testimonios  y permitirnos tomar las fotografías y con base en ellas, volcar los retratos a la investigación. Primero  los descendientes de LINO GARCÍA con quienes comenzamos esta investigación, más recientemente con los descendientes de GREGORIO GARCÍA, otro de los nietos de SEPÉ, aquellos hijos de AVELINO, que se crían en los campos de JOSÉ PAZ NADAL en TACUAREMBÓ y son entregados al puestero de la estancia VICENTE GARCÍA.
Es un agradecimiento permanente el que me mueve a seguir investigando y trabajando el ÁRBOL GENEALÓGICO DE CACIQUE SEPÉ a través de la plástica y la historia.

 

Justiniana

JUSTINIANA YASUIRÉ, esposa de GREGORIO GARCÍA, nieto del CACIQUE SEPÉ

estefania

ESTEFANÍA GARCÍA YASUIRÉ, hija de JUSTINIANA YASUIRÉ y GREGORIO GARCÍA, bisnieta del CACIQUE SEPE

teresa

MARÍA TERESITA GARCÍA, hija de ESTEFANÍA GARCÍA YASUIRÉ, tataranieta del CACIQUE SEPÉ

jose

JOSÉ EMIR CORREA GARCÍA, hijo de ISABEL GARCÍA y WALTER EMIR CORREA RODRÍGUEZ, chozno del CACIQUE SEPÉ

isabel

MARÍA NOELIA CORREA GARCÍA, hija de ISABEL GARCÍA y WALTER EMIR CORREA RODRÍGUEZ

 

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sepé


TESTIMONIOS, UN LINAJE CHARRÚA EN TACUAREMBÓ
La carbonilla del Cacique Sepé que creáramos en el 1997,  cuyo original se encuentra en el MUSEO DEL INDIO Y EL GAUCHO en TACUAREMBÓ, estaba muy lejos en ese momento de significar lo que ha sido hasta hoy mi trabajo sobre la descendencia del Cacique Sepé.
En el 2006 por primera vez son expuestos 25 trabajos en el marco de LA PATRIA GAUCHA en el CLUB TACUAREMBÓ y en el 2007 compilamos por primera vez el libro TESTIMONIOS, UN LINAJE CHARRÚA EN TACUAREMBÓ. (Reg.
1537)
CACIQUE SEPÉ
Autora: Nancy Ramos Boerr “Fredda”
En el 2009 comenzamos a trabajar la línea de otro de los nietos del CACIQUE SEPÉ, GREGORIO GARCÍA
Según testimonio de HORTENCIA GARCÍA, los hijos de Avelino son entregados por su madre a un indígena de apellido García, luego de la muerte de Avelino en la Guerra Grande , muriendo poco después.
Hoy sabemos por testimonio tomado  a PEDRO GARCÍA YASUIRÉ, por Oscar Padrón Fabre en su libro “Sangre indígena en el Uruguay”, que,  quien él nombra como abuelo es a VICENTE GARCÍA, puestero de Nadal.
Vicente cría a los hijos de AVELINO  CHARRÚA y les da su apellido.

                                                                     CACIQUE SEPE
                                                                               Hijos
                                                 
                   AVELINO                                                                                                                             SANTANA?
Hijos
LINO                   JUANA               GREGORIA             GREGORIO            ANTONIA  

En este año presentamos la tercera edición del libro TESTIMONIOS, UN LINAJE CHARRÚA EN TACUAREMBÓ, actualizado, y hasta aquí hemos llegado sobre la línea de otro de los  nietos de nuestro Cacique

Descendencia del CACIQUE SEPÉ  GREGORIO GARCIA (NIETO DE SEPE)- JUSTINIANA YASUIRE

TOMAS GARCIA YASUIRE (  BISNIETO)- ELENA NUÑEZ
SANTOS GARCIA YASUIRE (BISNIETO)-MODESTA SILVEIRA
ESTEFANIA GARCIA YASUIRE (BISNIETA)
Hijas: TERESA GARCÍA(TATARANIETA)-DOMINGO DÍAZ
Hija: LETICIA DÍAZ  GARCÍA
ISABEL GARCÍA (TATARANIETA)-JOSÉ  MARÍA CORREA RODRÍGUEZ
Hijos: MARÍA NOELIA CORREA GARCÍA(CHOZNA)
JOSÉ  EMIR CORREA GARCÍA(CHOZNO)

JUAN GARCIA YASUIRE (BISNIETO)
PEDRO GARCIA YASUIRE (BISNIETO)
ALEJANDRINA  GARCÍA YASUIRÉ (BISNIETA)
SILVESTRE  GARCÍA  YASUIRÉ (BISNIETO)
LEONCIO  GARCÍA YASUIRÉ (BISNIETO)
MARGARITA  GARCÍA YASUIRÉ (BISNIETO)
JORGELINA  GARCÍA YASUIRÉ (BISNIETA)
FRANCISCO  GARCÍA YASUIRÉ (BISNIETO)

TOMAS GARCIA YASUIRE (BISNIETO)- ELENA NUÑEZ
Hijos: CIRIACO (TATARANIETO)- CARMEN RUEDA
CRISTOBAL (TATARANIETO) – casa con NAHÍR LOPEZ
JUANA (TATARANIETA)- ANGEL PERALTA
VALENTINA (TATARANIETA) - SILVA
SANTOS JOSE (TATARANIETO) - BEBA GOME
CIRIACO (TATARANIETO)
HIJO DE TOMAS GARCIA YASUIRE  Y  ELENA NÚÑEZ casa con CARMEN RUEDA
Hijos:
JUSTA GARCIA RUEDA(CHOZNOS)- GIL PAZ
GLADYS GARCIA RUEDA- TORRES
CELIA GARCIA RUEDA- ALBANO
CONCILIO GARCIA RUEDA.-RODRIGUEZ
ALCIBÍADES GARCIA RUEDA
FANNY GARCIA RUEDA- BUENO
Hija: NEFER MONICA BUENO GARCIA

 

CRISTOBAL GARCIA NÚÑEZ (TATARANIETO)- LOPEZ
IDELFANIS  GARCIA LOPEZ- GONZALEZ
Hija: FABIANA GONZALEZ GARCIA

CRISTINA GARCIA LOPEZ
CRISTOBAL GARCIA LOPEZ
HECTOR GARCIA LOPEZ
JOSE LUIS GARCIA LOPEZ
ELENA MARIA GARCIA LOPEZ
TERESA GARCIA LOPEZ
JAQUELINE GARCIA  LOPEZ

JUANA GARCIA NUÑEZ (TATARANIETA)- ANGEL PERAZZA
WALTER PERAZZA GARCIA
NELSON PERAZZA GARCIA
CONSTANCIO  PERAZZA GARCIA
ESTEBAN  PERAZZA GARCIA
MIGUEL ANGEL PERAZZA GARCIA
LUIS PERAZZA GARCIA
WILSON  PERAZZA GARCÍA
NEGRITO

VALENTINA GARCIA NUÑEZ (TATARANIETA)- SILVA
Hijos
WALBERTO SILVA GARCÍA
WALDEMAR SILVA GARCÍA
CEFERINA SILVA GARCÍA

SANTOS JOSE GARCIA NUÑEZ (TATARANIETO)- BEBA GOMEZ
ESTELA GARCIA GÓMEZ
SUSANA GARCIA GOMEZ

 

SANTOS GARCIA YASUIRE (BISNIETO DE SEPE)
Hijo de  GREGORIO GARCIA Y JUSTINIANA YASUIRE casa con MODESTA SILVEIRA

LILIAN  GARCIA SILVEIRA-AGAPITO ROSAS CORREA
Hijos: AGUSTIN ROSAS GARCIA
ANITA ROSAS GARCIA

ALICIA GARCIA SELVEIRA- LEMOS
Hijo: PEDRITO LEMOS GARCIA
---¿?
PATRICIA GARCIA SILVEIRA
Hijos: CARLITOS REQUIEL GARCIA
LUIS GARCIA

 

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SAN MARTÍN ESQUINA RIVERA- de LUIS ANTONIO BEAUXIS

2do. PREMIO NARRATIVA DÉCIMO CONCURSO NACIONAL DE NARRATIVA HISTÓRICA Y POESÍA ÉPICA  LITERARIA  “DR. PEDRO FREIRE”- PREMIO GUYUNUSA
JURADO AÑO 2007  INTEGRADO por : MELBA PIRIZ CORNALINO-GRACIELA GENTA HORGALES- DR. EN ANTROPOLOGIA CON ESPECIALIDAD EN ARQUEOLOGIA LEONEL CABRERA PEREZ

-¡Viene Don Frutos! ¡Viene Don Frutos! –el pregón alborozado del tropel de gurises sacude la  modorra de esa bochornosa tarde de febrero de 1829.
-¡El “Pardejón”! –piensa más de un vecino  montevideano, santiguándose, aunque se cuide muy mucho de no manifestarlo: nadie quisiera incurrir en las iras de tan poderoso personaje.
Tras los anuncios, tal como el trueno sigue al rayo, un alazán reluciente de sudor se presenta a todo galope, arrancando chispas de los adoquines. Montado sobre él, enfundado en su uniforme de gala, hace su aparición el General Fructuoso Rivera.
Con un brusco tirón de las riendas, detiene la cabalgadura en seco, justo frene a la residencia del Presidente de la Asamblea Constituyente del República Oriental del Uruguay recién nacida. Es el propio dueño de casa, don José Ellauri, quien sale a hacer los honores.
- ¡General Rivera!!Qué inesperado placer! –saluda, mientras amarra las riendas que el visitante le tiende en una de las argollas de bronce incrustadas en un  mojón de granito –Lo hacíamos por el Santa Lucía…
- Precisamente, de allí mismo estoy viniendo.
-¿ Y a qué debemos tan grata sorpresa?
- No se haga el zonzo, Ellauri. Se imaginará que no he venido a verlo a usted…
- No, claro. Me hago cargo –el anfitrión nervioso- Pase, pase, siéntese como si estuviera en su propia casa.
Rivera no se hacer rogar y atraviesa la puerta con paso firme, mientras Ellauri lo sigue dando grandes voces a sus esclavas:
- ¡Domitila, un vaso de agua bien fresca para el General Rivera! ¡Robustiana, avisa al General San Martín que tiene visitas!
Al cabo de cierto rato, durante el cual el recién llegado recorre, varias veces, el patio central, de arriba abajo, dando grandes zancadas y haciendo tintinear sus espuelas sobre las losas de piedra, se presenta el General José de San Martín, acompañado por su asistente que acaba de alcanzarle una chaqueta de color pardo y hace mutis con rapidez.
-Gracias, Féliz. Excúseme usted por la espera, caballero -dice con ese característico acento andaluz adquirido en aquellas casi tres décadas de su vida transcurridas en la Península –Es que me encontraba algo fatigado y me he permitido descabezar una fugaz siestecilla…Desde mi arribo me he entrevistado con los Generales Lavalleja, Garzón y Rondeau, con los Doctores Miró y Pereira, con Acuña de Figueroa el poeta…
Rivera agita su mano derecha en el aire, mientras replica con una sonrisa ladeada: -Si no se trata conmigo, es nulo todo lo que se haga: Montevideo soy yo, mi General.
-¡Pardiez! Nadie podría tildarle de modesto, ni mucho menos –comenta San Martín, clavando en los del otro sus grandes ojos, negros y relucientes.
-La Patria no permite que uno se ande con falsas modestias,  mi General. Cada uno es lo que es y estamos aquí para servirla, en la medida de nuestras posibilidades.
San Martín  parece pensativo, se acaricia las frondosas patillas en silencio, se sienta sobre uno de los bancos revestidos de azulejos a la sombra del ombú. Con un gesto, invita a Rivera a acompañarlo. Finalmente, dice, sonriendo apenas gajo el bigote entrecano:
- ¿Y fue entonces esta idea suya de servir a la Patria la que le llevó a pasarse a los portugueses llegado el momento?
Rivera que aún no acaba de apoyarse en el asiento, se reincorpora como si bajo él hubiese explotado una granada.
-¡No quedaba ninguna otra posibilidad en esa época! –contraataca a la desesperada -¡Ustedes mismos nos echaron a los portugueses encima!
-Vea, Rivera –San Martín sacude pesadamente la cabeza –Si con ese “Ustedes” se está refiriendo al Gobierno de Buenos Aires, acepto los cargos. ¡Pero los rechazo enfáticamente en lo que me es personal! Yo jamás habría tenido arte ni parte en una infamia semejante. Le digo más: de no haberme hallado al otro lado de los Andes ¡bien caro les habría hecho pagar a esos perros lusitanos el incendio y saqueo de mi Yapeyú natal! Téngalo por seguro.
Su mano derecha, larga y huesuda, se crispa en un puño.
- Y yo lo habría acompañado –afirma Rivera, transpirando la gota gorda dentro del uniforme de gala –Pero debe comprender la situación: nuestro país estaba en suma desgracia, en la anarquía; sin brazos, pues la flor y nata de sus habitantes generoso había perecido en la guerra…! Mis paisanos no querían sino Patria neta, General!
- Y su idea de “Patria Neta” era la Provincia Cisplatina?
- Dada las circunstancias, sí.
- Y dados también el grado de Coronel el título de Barón de Tacuarembó…
San Martín se  interrumpe al reparar en una carita asustada que los contempla desde la  puerta que lleva hacia la cocina.
-Acércate hija, no tengas miedo. ¿Qué deseas? –pregunta poniéndose de pie.
Domitila avanza a pasos cortos, mirándose los pies y estrujando su delantal almidonado.
-Que les manda decir mi amo, el señor Ellauri, que si gustarían tomar unos mates o alguna otra cosita…
-¡Menos mal! –suspira Rivera- Ya estaba pensando que en esta casa sólo convidan con agua.
-Dile al señor Ellauri que, por ahora, no y que muchas gracias.
Domitila hace una reverencia y se retira por donde ha venido pero caminando con mayor soltura. Rivera la observa marcharse. Luego se vuelve hacia su interlocutor y le hace un guiño cómplice, procurando extraer el máximo provecho posible de aquel providencial alivio de la tensión.
-  Tiene muy buenas ancas esa negra ¿eh, General?
Es el turno de San Martín para suspirar:
- A mis años,  yo ya no estoy para esos trotes….
- ¡Pero no me diga eso!
- ¿Y que más podría decirle sin faltar a la verdad?
- ¡General, usted está entero!
- ¡Ja! Bien quisiera yo que así lo fuera, pero lo cierto es que este José de San Martín que  ha arribado al puerto de Montevideo en el “Chichester” muy poco tiene que ver con aquel que retornó de Europa hace tantos años (en otro navío inglés, casualmente) con su viejo arcón repleto de ilusiones respecto al futuro de los pueblos de América.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde entonces, y también mucha sangre y desengaños varios… ¡La Confederación Argentina agoniza sumida en medio del caos!
San Martín se desploma en el banco. El rostro de bronce se torna ceniciento.
- ¡No se ponga así, mi General! –Rivera le coloca una mano sobre el hombro –Yo sé muy bien que los suyos le han vuelto la espalda allá en la otra  orilla… ¡La ingratitud no conoce fronteras! Pero, créame, esto tiene remedio. Desde aquí mismo, desde Montevideo, podemos iniciar la reconstrucción de la Patria Grande, incluyendo no sólo a las Provincias Unidas sino también al Sur del Brasil. ¿Qué no podrían hacer juntas su espada y mi lanza? Yo me colocaría al frente del ejército y usted me respaldaría como figura consular, como Patriarca…¿Qué opina, Don José?
- ¿De verdad quiere saber mi opinión? –San Martín se suelta, casi con violencia, de la mano de Rivera – Opino que, antes de venir a buscarme a mí, debería usted haber pensado ir en busca de otro “Don José” ¡el General Artigas languidece en su ostracismo paraguayo!
Rivera hace ademán de interrumpirlo, pero el Libertador continúa con vehemencia; su nariz aguileña semeja un dedo acusador:
- Y preste mucha atención, caballerete, no tenga usted la osadía de calificarle de “sanguinario perseguidor” en mi presencia (como ya lo ha hecho en alguna ocasión) porque sería yo capaz de olvidar los respetos debidos a la morada ajena y le cruzaría ese rostro insolente con el bofetón que se merece…
¡Félix! ¡Félix! ¡Prepara  mi equipaje! ¡Volvemos a bordo del “Chichester”! Nada tenemos que hacer ya por estas tierras.

San Martín y Artigas sufrirían, en silencio, idéntica suerte. Uno y otro, en sus respectivos exilios, verían llegar la muerte el mismo año: 1850

 

 

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VAIMACA PERU (Ultima Parte)

En el 2002 son repatriados los restos del Cacique Vaimaca Pirú y luego de una larga controversia iniciados los estudios sobre su ADNmt en 2003. Dichos estudios fueron llevados a cabo por un grupo interdisciplinario donde participaron profesionales de diversas áreas e instituciones, coordinados por la Prof. Agreg. Dr. Mónica Sans.
Tomamos de este estudio ( publicado on line en la página:www.fhuce.edu.uy/antrop/cursos/abiol/vaimaca.html) parte de sus conclusiones por considerar que es de interés patrimonial.
Tomado textualmente del estudio hecho por el equipo Coordinado por la Dr. Mónica Sans, a partir del punto 5 de las CONCLUSIONES.

5. En cuanto a su origen étnico, y con base en rasgos métricos craneales, se pudieron establecer relaciones genéticas y/o de similitud (coherentes con los morfológicos mencionados en el primer punto), siendo Vaimaca parecido a los pobladores del centro-oeste (en especial, antiguos habitantes de Córdoba) y sur de Argentina (patagones), y según el método, también con sur de Brasil. Es interesante notar que los análisis también muestran similitudes con los habitantes prehistóricos de los “cerritos” del este del Uruguay (no así a los del oeste, seguramente debidos a poblaciones diferentes). No se observan características morfológicas que evidencien mezcla con guaraníes, tal como argumentaban los integrantes de ADENCH durante el juicio llevado a cabo. La similitud de Perú con patagones y araucanos, así como con otros grupos de la pampa y del chaco, podría tener varias explicaciones alternativas:
a)charrúas, patagones, y otros, serían descendientes de un mismo grupo originario, hipótesis propuesta por J. Imbelloni y S. Canals Frau, entre otros, al definir las oleadas poblacionales que ocuparon América. Al respecto, diversos autores han sostenido que Sudamérica fue poblada por un único grupo de pobladores iniciales, los amerindios, hipótesis sostenida en primer lugar por Greeenberg, Turner y Zegura(1986),
por lo tanto en este caso donde habría homogeneidad entre todos los indígenas sudamericanos- debería aceptarse
que la diferenciación se dio en el lugar por diversos procesos microevolutivos.
b) que estos grupos se hubieran adaptado a ambientes relativamente similares (sitios relativamente llanos, en su mayoría con pastizales, de condiciones relativamente duras en invierno), lo que habría llevado a características físicas semejantes; esto podría vincularse con la diferenciación in situ que apoyaría la teoría de una única oleada poblacional;
c) que haya existido mestizaje (flujo génico) entre los distintos grupos del área lo que llevó a la homogeneización de éstos. De hecho, las tres hipótesis son posibles y seguramente contribuyeron a las características que hoy se observan. Con relación al mestizaje, la mezcla entre grupos indígenas ha sido constatada innumerables veces, sea por rapto o intercambio de mujeres, sea por otros procesos; incluso, como se mencionó previamente, podría estar relacionado con la araucanización de la pampa ocurrida en tiempos ya históricos (siglo XVIII) Los procesos de diferenciación in situ entre poblaciones son de origen biológico (deriva génica, efecto fundador), aunque también los factores culturales pueden operar en éstos (aislamiento reproductivo), y se acentúan cuanto más pequeño es un grupo humano. Sin embargo, y sin llegar a postular una “oleada poblacional”, lo cual merece un tratamiento independiente y escapa a los objetivos de este trabajo, puede decirse con certeza que los habitantes de pampa-patagonia, incluida la macro-etnia charrúa, deben tener un origen común relativamente cercano, que da cierta homogeneidad con relación a las características biológicas.
6. Con relación a los estudios moleculares, concretamente del análisis del ADN mitocondrial (ADNmt), éste es el mayor aporte de este estudio, y si bien hasta el momento no pudo ser finalizado (es decir, no se secuenció el total de la región control), los resultados obtenidos hasta el momento son suficientemente claros como para extraer interesantes concusiones.Se logró identificar sin lugar a dudas el haplogrupo, que resultó ser el C, de origen amerindio; el mismo resultado se obtuvo utilizando tres técnicas diferentes: análisis de fragmentos de restricción, secuenciación de la región genómica mitocondrial donde se encuentra la mutación que determina el haplogrupo, e identificación de las cuatro mutaciones generalmente asociadas a dicho haplogrupo en la región hipervariable I. Debe señalarse también que los mismos resultados se obtuvieron a partir de las dos diferentes extracciones de ADN, a partir de dos molares y realizadas en momentos y con reactivos diferentes. No se observó contaminación en ninguno de los casos. Se secuenció la región hipervariable I entre las bases 16209 y 16410), detectándose 5 mutaciones con relación a la secuencia de referencia (Anderson et al 1981)10. Cuatro de éstas corresponden, como se indicó, a las
que en general se asocian al haplogrupos indígena C (16223T, 16298C, 16325C y 16327T).
La quinta (16288C) no ha sido publicada con relación a las mutaciones propias del haplogrupo C, a no ser por nuestro equipo de trabajo donde dos individuos enterrados en el cerrito CH2D01-A de Rocha, Uruguay, presentaron las 5 mismas mutaciones (Bertoni et al 2004). En ese trabajo se señalaba que la identidad, o casi identidad puesto que tampoco en estos casos se había secuenciado el total del ADNmt, se debía seguramente a una relación de descendencia entre ambos individuos, una mujer enterrada en el nivel inferior del montículo, y un hombre enterrado en un nivel intermedio, por lo cual es razonable pensar de que el hombre era descendiente de la mujer enterrada más abajo (debe recordarse que el ADNmt se trasmite únicamente por vía materna) A partir de la determinación del haplogrupo, el indígena C en este caso, es posible realizar algunas inferencias:
a) El haplogrupo C está ausente, o es muy escaso, en poblaciones guaraníes, siendo sin embargo, frecuente en fueguinos y patagones. Esto descartaría nuevamente (ya se observó al hablar de los estudios métricos) la posibilidad de mestizaje con guaraníes, y refuerza la hipótesis de que los charrúas se relacionan a las poblaciones de pampa y patagonia;
b) El haplogrupo C es, junto con el B, el más común entre los haplogrupo de origen indígena presentes en la población  uruguaya actual, en especial de la región nordeste. Esto apoyaría que el sustrato
indígena de la población actual se relaciona más a la macro-etnia charrúa que a la guaraní, lo que es contrario a la posición sostenida por muchos historiadores hasta el momento, por ejemplo en la muy interesante y bien basada obra de González Risotto y Rodríguez Varese (1982) que se basa en registros eclesiásticos. Debe mencionarse que la contradicción entre estas dos posiciones se debe directamente en el tipo de datos estudiados: el estudio de González Risotto y Rodríguez Varese (1982) solo l incluye aquellos indígenas de los cuales se registró el origen, “Misiones”, “indios misioneros”, o directamente “guaraníes”, que es el modo en que aparecen en los libros de la Iglesia Católica. Debemos entonces interpretar que, de los otros indígenas (posiblemente, en su gran mayoría, mujeres), no aparece mencionado el origen. Existen al respecto gran cantidad de fuentes que aluden a repartos de niños y mujeres, y aún a la observación directa de parejas compuestas por un español, o descendiente de éstos, con una mujer indígena. No es objetivo de este trabajo profundizar este tema.
10 Esta secuencia que se toma en toda la bibliografía como secuencia de referencia, corresponde al haplogrupo europeo H.
c) Por último, debe notarse que el haplogrupo C es también el más frecuente en los habitantes prehistóricos del Uruguay, si bien el número de individuos analizados es muy pequeño para extraer conclusiones
definitivas.
Con relación a la secuencia, se debe destacar que la mutación en la posición 16288, asociada a las mutaciones típicas del haplogrupo C, no está descrita en la literatura, a excepción hecha de nuestro propio estudio de habitantes prehistóricos del este del país, concretamente, es decir, los dos individuos ya mencionados; también se encontró esta mutación en un habitante actual de la ciudad de Melo que desconocía tener antepasados indígenas por línea materna. La identidad de secuencias (al menos, del tramo secuenciado), plantea la continuidad biológica entre los constructores de los “cerritos”, el cacique charrúa Vaimaca Perú, y la población actual. Es importante señalar que, si bien es claro que existe la continuidad biológica planteada, lamentablemente no se cuenta con material comparativo suficiente, sea de otras poblaciones pasadas y actuales del Uruguay, o con similares de Argentina (pampa-patagonia) o del sur de Brasil. Por lo tanto, no es posible postular que se trate de una mutación restringida a los constructores de cerritos y trasmitida a poblaciones más modernas.
De momento, y hasta no contar con más datos, parece razonable considerar que la mutación observada debe ser propia de la macro-etnia charrúa (entre otros, minuanes, guenoas, o los charrúas propiamente dichos) y postular que estos grupos serían los descendientes de los constructores de cerritos.

 

 

 

 

 

……………..”Durante una hora mas o menos los científicos seguían con sus tonterías, cuando Vaimaca emitió unos sonidos guturales que debían expresar una interrogación, los académicos debieron considerarse felices de apreciar la voz de los Charrúas, y fue entonces que el Sr. Virey, imaginó que la arcada cigomática era más extendida que la de los europeos”. Para mí se trataba de saber que idioma había hablado. Yo estaba esperando esta declaración, pues estaba seguro que los académicos las habían entendido y distinguiéndolas de los otros idiomas americanos.” “De repente, un intruso, que había penetrado como yo entre los sabios, me dijo en voz baja; el Charrúa ha hablado en español, sabe Ud?, él ha dicho de un modo puro y gramatical: Qué quieren estos hombres?  –Ah- dije- el Charrúa ha hablado en español y Ud. Cree que los académicos no hayan comprendido el español; que entre los doce ni uno sólo sepa el español; que todos hubieran estado equivocados al punto de confundir tal vez el idioma español con el de los guaraníes? Ud. me asusta; sabe Ud. bastante el español para juzgar con tanta temeridad? Ay de mí!  -Sí, señor, y si Ud. lo desea, voy a reportear de parte de los doce académicos a los cuatro charrúas.
Entabló una conversación con Vaimaca. “Los sabios no volvían en sí. “Pero después de algunos minutos, llegando a saber que era un español, que un ignorante intercambiaba ideas con un salvaje, pusieron un montón de preguntas para traducir, por ejemplo: si querían a las gallinas, si sus mujeres eran bonitas, si ellos eran caníbales. Contestaron con gran modestia que querían a las gallinas, que eran sus mujeres bonitas y que no eran caníbales.

El cacique les informó que ellos bailaban a veces, que cantaban poco y que adoraban a dioses bajo diferentes denominaciones, que ellos creían en castigos y recompensas después de su muerte; que en el ejército tenían jefes y en las ciudades algunas costumbres que les servían de leyes. Fue durante estas aclaraciones, pedidas y obtenidas de manera muy familiar, que el Sr. Virey escribió con lápiz las anotaciones siguientes para su informe: “El Charrúa siempre sucio y maloliente, no conoce ni juegos,  ni danzas, ni canciones, ni música, ni sociedad; él no concibe ni adora ninguna divinidad, no admite ni leyes ni costumbres obligatorias, ni recompensas ni castigos”
Tacuabé consintió en mostrarnos su habilidad en el lazo, triple cinta de cuero con tres bolas de hierro (  serían de piedra?)  en la extremidad, que ellos hacen virar alrededor de un blanco con una precisión increíble. “Fue para mí la oportunidad de ver los brazos musculosos y los  hombros poderosos de los Charrúas, observación, que yo con gran asombro, encontré refutada en el informe del Sr. Virey, donde se lee que. “la falta de ejercicio de parte de los Charrúas explica el débil desarrollo muscular de sus brazos y piernas”

En el 2002 son repatriados los restos del Cacique Vaimaca Pirú y luego de una larga controversia iniciados los estudios sobre su ADNmt en 2003.
Dichos estudios fueron llevados a cabo por un grupo interdisciplinario donde participaron profesionales de diversas áreas e instituciones, coordinados por la Prof. Agreg. Dr. Mónica Sans.

(Estimado lector con el numero de RAICES del mes de Junio ofreceremos los resultados de esos estudios…hasta entonces)

 

Retrato al óleo. 2mts por 1m
VAIMACA PERÚ, PIURÚ O PERICO
Técnica: óleo sobre tela compensada
2m. por 1m.

Vaimaca Perú nace en la Banda Oriental aproximadamente en 1780. En 1803 es elegido Cacique de su Tribu.
En 1814 pasa al servicio de José Artigas con un grupo numeroso de guerreros.  En 1828, Rivera le confiere el mando de los Lanceros del Norte en la conquista de las Misiones, distinguiéndose por su valentía. En 1831 es traicionado y cautivo en la Matanza del Salsipuedes.

El 25 de febrero de 1833 sale del Puerto de Montevideo, llegando al Puerto de Saint Malo, el 7 de mayo.       Es entregado por nuestro primer gobierno Constitucional a un especulador, Monsieur De Curel, junto con Guyunusa, Tacuavé y Senaqué, siendo exhibidos como animales raros en París, cobrando 5 francos por la visita. Transcribimos parte de un artículo escrito por M. León Gozlan, en París en 1833.

“VISITA DE CUATRO ACADEMIAS A LOS SALVAJES CHARRÚAS”

…-“Finalmente tres landós se paran. Doce sabios bajan: el señor Virey             pareció sacar de su bolsillo algo como un rollo de papel azul, también estaban el Sr. Geoffroy-Saint-Hilaire y el Sr. Lemercier. Yo no tenía ganas de reír. Delante de estos grandes nombres mis conjeturas se afianzaban: “El Sr. Virey, ha venido para trazar la línea de origen seguida por los Charrúas a través de las generaciones, él estaba comiendo tortas durante estas reflexiones””El Sr. Saint Hilaire viene por el contrario para constatar el estado  normal de estos mamíferos, finalmente el Sr. Lemercier está aquí a fin de determinar el carácter de la poesía épica entre los Charrúas”.
“Fuimos admitidos a ver a los Charrúas. Nos introducen a un patio expuesto al Sol, en el centro del cual estaban agachados bajo un techo de paja sólo tres, estando el cuarto acostado en un pabellón, donde se estaba muriendo de un golpe de lanza en la parte inferior del pecho. “Carne de caballo estaba cociéndose al Sol, y esparciendo un olor a Patria alrededor de la choza ficticia” “Los sorprendimos me parece, a la hora de su comida”· “En el primer momento de su confrontación, los académicos y los Charrúas se miraron; como este examen parecía interesar a los salvajes infinitamente, Vaimaca el más viejo de ellos, llamado el Cacique, se puso a beber aguardiente en abundancia y se acostó bostezando como un tigre; Tacuabé encendió un cigarrillo y Guyunusa, su esposa, ofreció la perspectiva de su espalda a los académicos. Era quizás coquetería de su parte.” “Mientras describía con palabras comunes las sensaciones que me preocupaban había comparado al cobre, la tez de los Charrúas, y sus caras  mas o menos a las de los criollos de Buenos Aires, mientras que yo, pobre observador,  no había hecho ninguna diferencia entre ellos y nosotros en el sentido de la capacidad del cráneo, del sistema muscular, de la dirección de los ojos, mientras que había encontrado una semejanza asombrosa entre la cabellera negra y sedosa de los criollos a la de  los indios, ¡qué lejos deberían ver los académicos, determinar con precisión, comparar con fuerza, clasificar irrevocablemente!”· “En apariencia ellos eran tan inteligentes como los Charrúas, que parecían por lo menos tan académicos como ellos”.


De ALEJANDRO CATENACCIO, “EL COMPLOT”, tercer Premio Concurso Nacional de Narrativa Histórica y Poesía Épica Literaria Inédita “Dr. Pedro Freire, año 2007

EL COMPLOT (Parte I)

Fue durante el  gobierno del Coronel  Latorre, el año en que demolieron el edificio de la Ciudadela. Por esa época se discutía la decisión del dictador de sacar a los presos de las cárceles para llevarlos a trabajar en la producción de adoquines para las calles. En realidad la discusión se había caldeado bastante porque hacía unos días, desde una de las factorías donde se trabajaba la  piedra, se habían escapado cuatro reclusos y  todavía no daban con su paradero. Dos de ellos eran matreros dedicados al robo de ganado, pero los  otros dos eran unos anarquistas catalanes que venían escapando desde Buenos Aires. Me vi. involucrado en este asunto por una razón de temperamento. Mi historia personal no había sido de gran ayuda para formar a una persona de bien. Había quedado solo ya desde muy joven cuando a mi viejo lo enrolaron a prepo, por la leva, en el ejército, y lo habían matado en el 63 en Tacuarembó en el combate de Pedernal. Vagué de un pago a otro durante años, mal viviendo, como un paria, escapando de las guerras, de las partidas armadas de Venancio Flores, que capturaban de pesado fuerza joven con destino a la guerra de Paraguay, entre pueblos de ratas, de esos que se formaban entre las estancias; hasta que me empleé con un grupo de contrabandistas que arriaban ganado con destino a Brasil. La cosa vino bien hasta que un problema entre las dos partes derivó en un tiroteo en el que murieron mi patrón y el baqueano que arriaba ganado más allá del río Tacuarí, en Cerro Largo. Escapé como pude, al galope, maldiciendo a los macacos a los gritos, para ahuyentar el miedo, montado en un alazán tostado, hasta una estancia conocida cuyo dueño se desentendió de mí lo  más rápido que pudo mandándome a Montevideo con una carta de recomendación para trabajar en el diario La Tribuna. Llegué a la capital cuando Timoteo Aparicio le ponía sitio a la ciudad y prendía fuego a la fortaleza del Cerro. El director del diario era amigo de este estanciero, y me recibió bien, aunque me hizo trabajar como burro por un salario miserable. Derecho de piso que le dicen. Mi nuevo patrón era un pituco, un personaje distinguido y bravucón, que lucía en sus aperos plata del Perú, vestía telas inglesas y botas del mismo origen. Pero no me importaba. Quería trabajar y vivir en paz. Pero no lo lograba. En el fondo deseaba que alguien pagara lo de mi padre y de paso que también pagara por lo que a mí me había tocado vivir por culpa de las guerras civiles y demás. Estaba resentido, y si bien pude haber barajado de nuevo, es decir, pude haber revisado mi actitud, cosa de no vivir tan envenenado; no lo hice. Continué alimentando ese pozo oscuro de mi vida hasta que se presentó la oportunidad de cobrar lo que yo consideraba mi injusto destino. Fue ahí que conocí, como por casualidad, a uno de estos prófugos anarquistas españoles, y yo, huérfano de toda ideología, abracé estas ideas mucho más rápido de lo que hubiera sido deseable. Aunque más bien malinterpreté toda la cuestión, sin querer- o quizás queriendo, no lo supe hasta mucho después- pero me vino al pelo para llevar a cabo mis proyectos. Estos sujetos, fieles a la doctrina de Kropotkin, quien decía que un “hecho vale más que mil folletos” habían cometido varios atentados en la vecina orilla, y por una estupidez o un descuido, no se sabía bien, loes habían dado caza en Montevideo. Con uno de estos catalanes me había reunido esa noche. Conspirábamos para derribar al Coronel junto con otros, entre ellos algunos militares de alta graduación que no deseaban tener tratos con presos fugados, y menos si eran anarquistas. o hacía de mediador entre las partes. Un trabajo agotador, subterráneo, de zapa y mina, ya que todo se hacía de noche, clandestinamente, y la intransigencia de los dos lados, sobre todo la de los militares, hacía dificultosa la tare. Blancos y colorados- caudillos y doctores- cursistas, principistas, candomberos, incluso gente del clero- y también hasta positivistas de influencia claramente identificada con la cultura anglosajona- fueron más o menos reprimidos según los métodos o le humor del militar que en ese momento tomara el caso. La tortura de las estacas, los interrogatorios interminables, la privación del sueño, eran moneda corriente en los procedimientos de la época. Incluso antes de Latorre. Por lo tanto sabíamos a qué atenernos. Eran tiempos de arbitrariedad y atropello. Los catalanes querían capturarlo con ayuda de alguna tropa cedida por los coroneles y hacerle juicio. A su vez, los coroneles querían sorprenderlo en su casa y ultimarlo ahí mismo, sin mucho preámbulo. Como si fuera poco, un reducido grupo de principistas, colorados, no lograban ponerse de acuerdo entre ellos mismos sobre este punto. Unos decían                que había que actuar cuando se dirigiera de su casa al Fuerte, otros decían en su casa de la calle Convención, y unos pocos, más radicales, querían atacarlo en casa de su madre a la que visitaba casi todos los martes. Ni siquiera nos poníamos de acuerdo en el lugar de reunión para llevar a cabo el plan. Yo personalmente creía buen idea citarnos en alguna pulpería  de las afueras de Montevideo, o en alguna taberna del puerto que no llamara mucho la atención. También podíamos, aunque era más peligroso- y más trabajoso- abordar un tranvía tirado por caballos y conferenciar sobre la marcha, pero por lo general había en estos transportes algún soplón de  la policía o algún torvo figurín de mala calaña que caminaba para donde soplara el viento, y que perfectamente podía dar la alarma. Incluso hubo quien propusiera reunirnos en el Molino de Pérez, sobre las ramblas, donde ciertos días había tertulias literarias presididas por ilustres personajes de la época…(continua en RAICES Enero-2011)

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Compartimos con Uds. del libro “TESTIMONIOS DE NUESTRA IDENTIDAD” el reclamo de GUAIPURO GUATEMOC          , cuando se cumplen 500 años del mal llamado DESCUBRIMIENTO DE AMERICA, ENCUENTRO DE DOS MUNDOS, etc, etc

EXPOSICIÓN DEL CACIQUE GUAIPURO GUATEMOC ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (08/02/2002).

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el CACIQUE GUAIPURO GUATEMOC logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

“Así pues yo, Guaipuro Guatemoc he venido a encontrar a los que celebran el encuentro. Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.
Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.
Nunca tendremos otra cosa
El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron.
El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien  nunca autoricé a venderme.
El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento.
Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses. Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.
¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento. 
¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!
¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores como Bartolomé de las Casas, que califica al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!
¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deber ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.
Yo, GUAIPURO GUATEMOC, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis. Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan “MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Por eso al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.
En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.
En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarles a nuestros hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta del 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos les cobran a los pueblos del Tercer Mundo.

Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y l6 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra. Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían calculadas en sangre?

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica…”

 

TESTIMONIOS  DE NUESTRA IDENTIDAD
Por Nancy Ramos Boerr “Fredda”
guyunusa@yahoo.com

De ALEJANDRO CATENACCIO, “EL COMPLOT”, tercer Premio Concurso Nacional de Narrativa Histórica y Poesía Épica Literaria Inédita “Dr. Pedro Freire, año 2007

 


EL COMPLOT (Parte II)


Pero ahí llamaríamos la atención. Otros, más temerarios, o más revoltosos si se quiere, proponían reunirse una sola vez- en eso sí yo estaba de acuerdo- del otro lado del cerro de Montevideo, donde regularmente y en ciertos lugares apartados había riñas de gallos con apuestas ilegales, sobre todo en aldeas y cortijos de pescadores. Cerca de los lugares donde hasta hacía poco los matreros carneaban impunemente y el gobierno, por orden del coronel, los estaba combatiendo persiguiéndolos por caminos polvorientos en verano, por barrizales en invierno, a través de breñales, vaguadas y potreros, empeñados como estaban en limpiar la campaña de bandidos. De todos modos había que obrar con mucho cuidado. Bastaba que un detalle se saliera de sus cauces para que todo se echara a perder.En ese punto estaba la discusión, luego que salí del escondite de uno de los catalanes, cuando me dirigí, calle arriba, por Yaguarón, al domicilio donde se reunían los militares, previa visita al otro catalán. Un momento antes de salir el catalán había puesto en mi bolsillo una petaca de ginebra que volaba los cascos. Iba subiendo la calle con cierta dificultad cuando al llegar a la esquina me llamó la atención una mujer que estaba haciendo algo en el piso de la vereda, agachada, en diagonal a donde yo me encontraba. En ese primer momento y a la distancia que me separaba de ella, no pude saber qué era exactamente lo que hacía. Además, la noche era muy oscura, y en ese suburbio apartado y marginal, en la zona de talleres, el alumbrado público, unas míseras farolas alimentadas con aceite de potro, sebo y alquitrán de muralla, dejaban mucho que desear. La calle estaba desierta, y las casas permanecían cerradas a cal y canto. No había un solo postigón abierto. Estábamos en julio, era invierno, y una brisa helada arrastraba una llovizna casi imperceptible, a no ser por los alfilerazos que me producía en la cara, única parte de mi cuerpo expuesta a la intemperie. Los carteles de los talleres y herrerías crujían colgando de las puertas de los negocios con el vaivén que el viento les producía. La mujer permanecía en el lugar, y como no lograra darme cuenta de lo que estaba haciendo, decidí acercarme, movido por la curiosidad. Al hacerlo, finalmente descubrí que se empeñaba en la insólita tarea de encender velas. Cuando comenzaba a darle la espalda al viento a fin de encenderlas con más facilidad, me di cuenta de que era renga. No sé porqué ese detalle me molestó. Casi automáticamente la discriminé: ¿y esta renga qué hace a esta hora de la madrugada prendiendo velas? A pesar de mi natural desconfianza, a la que había que añadirle el asunto en el que estaba metido, decidí acercarme un poco más aún. Lo más lógico hubiera sido seguir mi camino, dadas las circunstancias, pero no pude. Algo más fuerte que yo se interponía en mi voluntad de seguir con mi trabajo. Ella seguía concentrada en lo suyo, y no notó mi presencia en el lugar, o eso creí. Ahora la llovizna era un poco más fuerte, lo que no  impidió que las velas se encendieran. Y más aún, pese al viento se mantenían encendidas, porque había tomado la precaución de protegerlas en el ángulo recto que forman el cordón mismo y la calle propiamente dicha, lo que hacía que estuviesen relativamente a salvo de las ráfagas y de la llovizna. En el momento que procedía a fijar las velas al piso con el propio sebo, advirtió mi presencia. Instintivamente amartillé mi revólver, pero sin sacarlo del bolsillo de mi sobretodo. A pesar del viento y las gotas que caían, se escuchó el clic característico del arma cuando se la prepara para disparar. El resplandor oscilante de las velas iluminaba la escena. No pude distinguir su rostro claramente, ya que tenía una tupida mata de pelo revuelto que le ocultaba en parte sus facciones. Lo que sí pude distinguir fue la piel de su rostro, tirante y pálida, como de fumador, lo que hacía que los pómulos resaltaran en forma un tanto exagerada. Parecían pómulos de hombre, no de mujer. Pero era joven. Su mirada se cruzó con la mía en un fugacísimo momento. No pareció alterarse en lo más mínimo con mi presencia. Como si se tratara de algo natural que yo me encontrara a esa  hora en ese lugar, siguió con su tarea sin inmutarse. Acto seguido, prendió dos cigarrillos a la vez en la llama de una de las velas. Tuve un absurdo momento de vergüenza y vacilación ante lo que dirían los vecinos que estaban del otro lado de las paredes. Si alguno de ellos presenciaba la escena desde alguna ventana o balcón, vería a una mujer desgreñada, fumando en cuclillas sobre dos velas y a un hombre de sobretodo y sombrero negros, a tres o cuatro metros de ella, parado, observándola. Había algo ligeramente obsceno y fantasmal en la imagen de conjunto, pero no supe precisar por qué. Luego de vencer el miedo al que dirán, propio de una personalidad atormentada, resentida y llena de perjuicios, -como la mía- me acerqué aún un poco más a la mujer.No sabía porqué me estaba demorando más de la cuenta con esta situación. En mi soberbia de joven que creía haber nacido solo para las grandes obras- yo aún creía que mi destino era muy superior al que me estaba tocando vivir. Una estúpida renga imitando mal ritos africanos- eso pensé, en mi ignorancia- no podía retrasarme tanto en la empresa que estaba llevando adelante. Pero el caso era que no podía irme. Fue en ese momento en que realmente pareció reparar en mi presencia, y no antes. Hubo un instante de confusión en el cual ninguno de los dos supo qué hacer o decir. Una parte de mí, no sé porqué, cría intuir que algo importante iba a serme revelado de un momento a otro, y me hacía mantenerme atento a todos los detalles. La otra parte, mi lado racional, que me advertía de la inminencia del peligro, me pedía a gritos que me fuera. La indecisión me paralizaba. Yo seguía atento de todos modos a los movimientos de la renga con el revólver pronto dentro del sobretodo. ¿Por qué me exponía de ese modo? ¿Para qué me quedaba? Entonces tuve un momento de lucidez, al que me encomendé tratando de salir de la situación en la que me hallaba como hipnotizado y le pregunté, sin prólogos, casi enfadado: ¿Qué hace? ¿Qué significa esto? Me miró, aplastó los cigarrillos con su pierna defectuosa, y dijo con voz grave, casi masculina:- No querría saberlo, créame- Y se alejó del lugar calle abajo, rengueando, por donde yo había venido. Me estaba preguntando qué cosa no querría saber cuando escuché que la renga se reía con una carcajada fuerte, burlona, obscena. No supe si esa risotada ofensiva iba dirigida a mi persona o no. Quedé allí, estático, solo con las velas. Desmartillé el revólver, que el puro miedo me había hecho accionar, preguntándome qué podía haber sido todo aquello. Percibí vagamente que esta situación podría estar de alguna manera conectada con la conspiración, pero no supe cómo. (continua en RAICES Febrero-2011)

TESTIMONIOS  DE NUESTRA IDENTIDAD
Por Nancy Ramos Boerr “Fredda”
guyunusa@yahoo.com

De ALEJANDRO CATENACCIO, “EL COMPLOT”, tercer Premio Concurso Nacional de Narrativa Histórica y Poesía Épica Literaria Inédita “Dr. Pedro Freire, año 2007

 EL COMPLOT (Parte III)

Apenas reaccioné, continué calle arriba en dirección a la casa del otro catalán. Este se escondía en los sótanos del taller de un vasco que reparaba todo tipo de carruajes de la época. Al llegar a unos pocos pasos del taller, vi cómo un pequeño destacamento se llevaba al anarquista esposado. El propio coronel Latorre dirigía el procedimiento. Con un viejo pistolón y su tupida barba característica, estaba impecablemente vestido con su atuendo militar, un capote negro o azul marino encima de la chaqueta con botones dorados, espada al cinto, la famosa espada con empuñadura de plata que se había hecho traer de Toledo, botas de media caña cuidadosamente lustradas. Su soberbia presencia física resaltaba sobresaliendo de sus subordinados. Por su elegancia  daba la impresión de estar vestido para una fiesta. El grupo que lo acompañaba llevaba el uniforme del Batallón de Cazadores, del cual el coronel había sido jefe. Me congelé en el acto. Era increíble. Este militar-ahora presidente- un personaje tan controvertido, estaba desbaratando una conspiración destinada a derribarlo a él y de la que yo formaba parte activa, casi fundamental, si se quiere, porque estábamos a punto de ponernos de acuerdo, los anarquistas, los militares y los colorados, gracias a su mediación. Ahí estaba el Coronel con sus secuaces-especie de guardia pretoriana-el ademán resuelto, a no más de unos pocos metros de distancia del zaguán donde me había escondido. Me estaba salvando por un pelo. Nunca había cruzado palabra con el coronel, pero lo había visto de cerca el día de los disturbios con motivo de la elección para alcalde en el verano del 75. Con gran energía y resolución había sofocado un motín en la plaza Matriz cuyos responsables disparaban desde las azoteas indiscriminadamente a la gente que iba o venía de votar, hecho este que a la larga terminó desencadenando el golpe militar. Yo me encontraba en la redacción del diario La Tribuna, donde era empleado, reunido con algunos principistas y algunos ex presidiarios negros que habían sido reclutados por la leva, y habían sido tratados brutalmente ni bien llegaron a la guarnición donde debían revistar. Tomaba nota de la denuncia de los negros cuando lo vi pasearse por la plaza, luego del tiroteo, al frente de su batallón, las herraduras sacando chispas en el empedrado. Parecía mentira que un presidente en persona dirigiera un operativo de esta naturaleza. Lo habíamos hecho todo en el mayor secreto, pero lo sabían. Estaba aterrorizado. Me oculté pues, el zaguán hasta que se fueron, llevándose también al vasco. Este último, mientras se lo llevaban, iba maldiciendo en euskara, su lengua madre, quizás porque se sabía inocente de todo delito- y eso a mí me constaba-, o para que no entendieran lo que decía, o tal vez las dos cosas a la vez, a diferencia del catalán, que no decía una palabra, ni en catalán ni en castellano ni nada. No me explicaba cómo habrían madrugado al catalán. Sentí los pasos apresurados de los captores con el corazón en la boca mientras me debatía en un espasmo de terror descontrolado. El muy cabrón se lo estaba montando a sus anchas, dirigiendo personalmente la batida. Asumí de golpe y porrazo la importancia que el coronel le atribuía al complot, ya descubierto incluso antes de empezar. Los conjurados podíamos darnos por muertos. Este milico –hijo e gallego- como solían llamarlo en esa época, corto de escrúpulos pero tenaz, que combatía el crimen con más crimen;  tenía a medio país en un puño. Aún pude distinguir, en la noche, el anillo que siempre llevaba en la mano derecha, que junto con los entorchados de plata brillaban a pesar de la lluvia como algo sobrenatural. Además de su característica voz de mando, podía diferenciarlo del resto de la guardia por su inconfundible forma de caminar debido al disparo que había recibido en ingle durante la guerra del Paraguay. El momento era dramático, al menos para mí. Segundo antes de subir al carruaje negro con herrajes de bronce bruñido que esperaba- un carruaje de abolengo- conferenciaron entre ellos en voz baja pero apresurada, con urgencias. En el costado del carruaje., que resultó ser un landó de lujo tirado por dos soberbios percherones negros de gran alzada-había, esculpida en bronce y abulonada a la madera, una figura imponente. Una especie de barón esgrimía una espada en una mano y un mosquete en la otra. Bajo su bota yacía un águila retorcida y desplumada, sometida. Todo estaba intrincada y meticulosamente tallado, con multitud de detalles. En conjunto,, la imagen resultaba impresionante, sobre todo en el momento en que me encontraba. Me resultaba extraordinariamente inusual que un coche de esa época exhibiera ese tipo de relieves. No se usaba casi ningún emblema o distintivo en los carruajes, por más importantes que fueran sus propietarios.En un momento dado, uno de los secuaces del batallón encendió su cigarro, con cierta grosera impunidad. Ahuecando la mano y con los ojos semicerrados, la luz que proyectó la llama del fósforo dentro del hueco iluminó la figura uniformada dándole a esa imagen un no sé que de siniestro y fantasmal. A continuación se recostó en el pescante, aproximándose para hablar algo con el conductor, quien se encontraba lejos de mi alcance visual. Sólo podía verle parte del capote negro con el que se protegía de las inclemencias del tiempo. Me dio la impresión- absurda impresión dada la gravedad del momento- de que no era el lugar ni la oportunidad adecuadas para ponerse a fumar, ni por el procedimiento, ni por la llovizna, ni por la naturaleza del drama que se estaba desarrollando. Quedaba como fuera de contexto. Por otro lado también me asombraba mi propia capacidad de observar tanta cantidad de eventos y detalles; y aún ponerme a razonar sobre ellos. Sería el pánico, supuse, que me llevaba a no perderme nada de lo que ocurría. Permanecí en el zaguán mientras ellos parecían no decidir aún qué dirección tomar. Era evidente que no iba a ser la única detención. Salí a la calle luego de escuchar los látigos en los lomos de los caballos y una vez que el vehículo arrancó a velocidad, reventando los adoquines. Tras cartón, seguro de estar otra vez solo, me alejé del lugar lo más aprisa que pude. Volví calle abajo, siempre por Yaguarón, apurando el paso en la noche lluviosa. Anticipaba momentos más dramáticos aún que el de recién. Comencé a caer en la cuenta - a pesar del extremo nerviosismo en que me hallaba- de que la renga me  había salvado de una cárcel segura si no me hubiera detenido a observarla quién sabe por qué motivo. Aunque quizás estaba siendo demasiado benévolo con esta siniestra mujer. A propósito: ¿qué sería lo que yo no querría saber? Seguramente serían cosas de ella. (Continua en RAICES Marzo-2011)

 

TESTIMONIOS  DE NUESTRA IDENTIDAD
Por Nancy Ramos Boerr “Fredda”
guyunusa@yahoo.com

De ALEJANDRO CATENACCIO, “EL COMPLOT”, tercer Premio Concurso Nacional de Narrativa Histórica y Poesía Épica Literaria Inédita “Dr. Pedro Freire, año 2007

EL COMPLOT (Ultima Parte)

O quizás no. Acaso esta mujer- si es que era una mujer- fuera un faro, puesta en escena para distraerme, para ganar tiempo, para quitarme tiempo? Era lo que menos me importaba en ese momento. Ahora tenía asuntos urgentes que atender. Pero aún así me había perturbado el ritual y la grosera risotada de la renga. Noté que empezaba a obsesionarme la extraña conexión aparente de estos dos hechos simultáneos que me estaba tocando vivir. En ese momento me urgía avisar a los otros de la detención del catalán. Pero ¿quién sería el traidor, que la conspiración había llegado a oídos  del propio dictador? ¿A quién avisar? Decidí volver a la casa del primer catalán porque de algún modo intuía que el chivatazo había venido por el lado de los militares. La lluvia arreciaba y pronto se convirtió en un aguacero infernal. Era una lluvia espesa y torrencial que le quitaba solidez y consistencia a las paredes de las casas. A los carteles de los talleres, a los postigos y a los balcones. Volví a pasar por el lugar donde vi a la mujer. Las velas seguían fijas en la calzad pero ahora estaban apagadas. Al llegar a la otra esquina escuché una segunda carcajada, acaso más burlona o grosera que la anterior. Fue una sonora risa, fuerte y bien modulada, como en stacatto. Supe, no sé cómo, que esta vez iba dirigida a mí sin lugar a dudas. Eso me distrajo. Lo de que me distrajo es un decir, porque en realidad estaba acojonado, y por más que lo intentaba, no lograba envalentonarme de ningún modo. Tenía la impresión de que el desprecio que parecía venir de esa risa era infinitamente más fuerte que los resentimientos que me impulsaban en esta empresa temeraria. Descubrí con pena que aún enojado como estaba no era lo suficientemente valiente como para enfrentar esa misión. Dudé entonces de la capacidad de los complotados para calibrar la personalidad de los hombres que reclutaban. Para peor los dientes comenzaron a castañearme de manera incontrolable, tanto por el frío como por el miedo. A fin de darme valor, extraje la petaca de ginebra y me mandé dos buenos tragos al garguero. Del otro lado de la calle me esperaba un carruaje negro. Es ese instante crítico, el tiempo pareció quedar suspendido en la nada. Todo se detuvo. Fue algo increíble, irreal, difícil de explicar. El empedrado de la calle, los balcones, el complot, la razzia, la renga, el carruaje con herrajes de bronce, la misma lluvia, quedaron, por un brevísimo momento, tan quietos como si de una fotografía se tratase. Desde la oscuridad de una de las ventanas del carruaje asomó el cañón plateado de un rifle de repetición, los nuevos Remington que el gobierno había adquirido a los ingleses y que sustituían a los viejos fusiles de avancarga.  El fogonazo fue tan intenso que iluminó todo el carruaje recortando su silueta nítidamente en esa noche única, irrepetible. A continuación el estampido sonó tremendo, como un cañón, un instante después del relámpago que iluminó el coche. Traté de sacar rápidamente el revólver del bolsillo de mi sobretodo, pero el dolor en el pecho fue tan agudo que no me permitió hacer el más mínimo movimiento. Caí de espaldas, como plomo, en el empedrado. La lluvia mojaba mi rostro, y la ginebra, al verse liberada de la petaca, que se había roto con mi caída, empapaba el paño del bolsillo del sobretodo. Aún pude sentir como el vehículo arrancaba y pasaba a mi lado lentamente, como verificando la exactitud del disparo. Me quedé quieto, instalado en lo inevitable, esperando el remate. Pero por qué me disparaban a mí, así, por la cara, es decir, sin preguntar, cuando al catalán se lo llevaban esposado en calidad de detenido? Y ahí me di cuenta. Yo era simple mortal, con berretines de periodista, mientras los anarquistas deberían ser extraditados para evitar un problema con los argentinos, por no hablar del gobierno español, si acaso se le ocurría hacer algo al respecto, cosa por demás improbable. No pude reaccionar. No sería necesario el tiro de gracia, y ellos los sabían. Escuché cómo el sonido de las ruedas macizas de madera se mezclaba con el resoplar de los caballos, la lluvia cayendo furiosa en los adoquines, el látigo del conductor estallando en el aire, el complot que se iba a la mierda junto con mi vida, el olor de la pólvora que el viento parecía no disipar, y la risa de la renga que una vez más se escuchaba, desmesurada, como un último zarpazo, en esa noche de tormenta.


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