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JOSÉ SALLES - “EL DIOS VERDE” (Parte I)

   
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Luego de haber cursado estudios como sacerdote en el Seminario de Montevideo y después en el de Salto pasó a ser un acérrimo crítico de la misma, convirtiéndose el Papa en su principal enemigo, razón que lo llevó a fundar la Iglesia Cristiana-Judía-Uruguaya, luego de su participación en la guerra civil española, donde había concurrido "por un compromiso personal". Sin embargo, en España solo estuvo 40 días, de los cuales 37 los pasó como prisionero del ejército franquista. De esa experiencia, fue de donde salió convencido que "Dios lo había elegido para difundir su palabra y vivió exactamente como un Hijo de Dios.

 

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El último Santo y Profeta uruguayo, se iluminó a fines de los años 20 en Canelones, Le decían el Dios Verde, se llamaba José Salles, fue un solitario Buda llamado por el pueblo El Dios Verde. Por mediados del siglo pasado recorrió a pie todo el Uruguay. Siempre descalzo, con una túnica de color verde claro, en otras ocasiones una de color blanco, el largo cabello canoso le caía sobre los hombros y una lacia barba blanca le daba el aspecto de un sabio venerable, y un largo palo que como el bastón que lo acompañaba al caminar. Sobre su túnica verde, en ciertas ocasiones tenía en invierno capa azul de obispo que le habían dado en la Iglesia Expectante construida en Piriápolis por Francisco Piria en 1917, la capa de obispo de dicha iglesia tenía bordadas pequeñas cruces cristianas. Más cristiano que el propio Papa a quien criticaba frente a las iglesias de Mercedes, Maldonado, y Montevideo, no aceptaba limosnas, y se negaba a habitar en la Iglesia de Piria o ser obispo de un edificio, pues para él la iglesia estaba en la calle con los necesitados, de salud, comida, abrigo, amor y cariño. También lo recuerdan los ancianos de Salto cuando en los veranos en la zona del Arapey esperaba a la gente que saliera de las termas y realizaba sus enérgicas arengas morales. Al empezar los festivales de cine en Punta del Este, por los inicios del 60, El Dios Verde llegó a Maldonado. De tardecita, se paraba en la puerta del Club Cantegril y de noche se ubicaba frente a los cines de la península donde concurría el público y las estrellas invitadas, realizaba entre esa gente de ropas lujosas sus discursos contra el despilfarro y la vanidad del dinero.

 


foto2Haedo siendo Consejero de Gobierno vio al Dios Verde predicar en la Plaza Independencia, y quedó impactado por su discurso. Su principal enseñanza fue esta: “los que buscan de veras a Dios, dentro de los santuarios, se ahogan.” Ya por la década del 30 anduvo predicando con su fuerte voz en los pueblos del Interior uruguayo. Por esos años visitaba seguido la ciudad de Mercedes y frente a la iglesia en la plaza principal era rodeado por decenas de curiosos. También lo recuerdan los ancianos de Salto cuando en los calientes veranos en la zona del Arapey esperaba a la gente que saliera de las termas y realizaba sus enérgicas arengas morales.
Y luego en Punta del Este el político y pintor Haedo en esos días de festivales cinematográficos lo invitó a conversar a su famosa casa llamada “La Azotea”. Este personaje fue muy conocido en los barrios montevideanos y su llegada a las esquinas era entre el revuelo de los pibes y los veteranos que lo escuchaban con atención. Las doñas le daban alimentos que éste guardaba en una bolsa y luego de comer muy poquito al seguir caminando y ver gente pobre de inmediato le regalaba esa comida. Una de sus frases favoritas que repetía por todos lados era “evitar el camino de la perdición” leyendo y siguiendo las enseñanzas bíblicas. Cuando le preguntaban porque no iba a las iglesias repetía que “los que buscan de veras a Dios, dentro de los santuarios se ahogan”. Así justificaba su vida andariega y callejera enseñando la Biblia que para el asombro de muchos citaba de memoria en muchos de sus pasajes. Atacaba a los vicios y elogiaba la vida virtuosa.

 

EL DIOS VERDE  (Ultima Parte)
Por. Ernesto Pablo Martínez Battaglino


La leyenda dice más o menos así...



(...) Personaje extraño y místico vestido con túnica y manto a la usanza de Jesús de Nazareth, con su pelo negro y rizado y su abultada barba, que nosotros, los chicos de entonces seguíamos embelesados por su rareza, como otros lo hacían en son de mofa.Así, con esa sencillez de vestimenta y descalzo, lo pude ver en más de una oportunidad caminando por las calles de Montevideo, predicando "su" Cristianismo, muy distinto al que se impartía según las directivas dictadas desde el Vaticano.
Apoyado por una información que me llegó vía Internet, donde pude extractar varios datos que me ayudaron a presentar estas vivencias de un personaje que en su momento fue noticia, es que lo recuerdo para los "veteranos" que lo deben de haber conocido, visto, o sabido de él, pero fundamentalmente, lo hago para las personas más jóvenes, que quizás no habían tenido la oportunidad de conocer que, en el Uruguay, también habíamos tenido a un "Hijo de Dios". El profesor Manuel Santos Pírez, estudioso de su vida, manifiesta en un reportaje que se le hiciera en el diario El País de Montevideo, que el famoso Dios Verde se llamaba José Salles y era hijo de una acomodada familia de Canelones, aunque pasó sus últimos 40 años viviendo en la ciudad de Mercedes, lugar donde murió en el año 1970, a los 90 años de edad. Luego de haber cursado estudios como sacerdote en el Seminario de Montevideo y después en el de Salto, en forma abrupta y sin aparente razón, pasó de ser un devoto de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, a un acérrimo crítico de la misma, convirtiéndose el Papa en su principal enemigo, razón que lo llevó a fundar la Iglesia Cristiana-Judía-Uruguaya, luego de su participación en la guerra civil española, donde había concurrido "por un compromiso personal". Sin embargo, en España solo estuvo 40 días, de los cuales 37 los pasó como prisionero del ejército franquista. De esa experiencia, fue de donde salió convencido que "Dios lo había elegido para difundir su palabra". Su imagen y su doctrina eran interpretadas de infinidad de maneras, según la sensibilidad y la creencia de cada uno. Apostólico para los espiritualistas; vago para los aferrados a las "buenas costumbres". Para muchos era un genio; para otros un delirante erudito. Para la policía no era más que un "vagabundo sin oficio conocido", razón por la que fue detenido más de 160 veces. Su vida pasó dentro de las estrecheces a conciencia buscadas, como forma de demostrar su convencida doctrina de correcto seguidor de Jesucristo. Vivía en una casilla de tres metros cuadrados, sin cama y con solo un calentador como único lujo.
Los seguidores de su discurso decían que "sus enseñanzas mezclaban el Nuevo y el Viejo Testamento con una suerte de anarquismo mesiánico, junto a las doctrinas propias del liberalismo anticlerical de moda a principios del siglo XX". Por eso, muchos sostenían que en su juventud, había sido un protegido de Don José Batlle y Ordóñez. Lo único cierto de esa pretendida relación, eran las simpatías declaradas del Dios Verde hacia las ideas rectoras de la ideología batllista. El mismo decía a todo el mundo que "Batlle estaba más cerca de Dios que las razones de los sacerdotes". Por eso, el predicador solía repartir entre la gente copias de una poesía escrita por José Batlle y Ordóñez en su juventud, llamada "Como se ama a Dios", en la cual se ataca a los traficantes del templo y a los réprobos. Para que se tenga una verdadera visión del pensamiento de José Salles, del frustrado sacerdote, del Dios Verde, es interesante lo que expresa en 1962 en la revista Reporter, ante un reportaje que se le realizara: "Los enemigos de la iglesia están dentro de ésta. Cristo nos manda andar descalzos y tener una sola túnica. ¿Cómo es posible entonces que la testa triplemente coronada del Papa y su oro y sus millones representen en la tierra las enseñanzas del Dios de los humildes y humillados? En nuestro mundo existen hoy demasiados miserables y hambrientos. Los discípulos de Cristo no debemos tener bienes terrenales, debemos regalarlos a quienes más lo necesitan." Esos pensamientos reflejaban toda su existencia, porque vivía de acuerdo a esos preceptos. Para algunos, no eran otra cosa que poco o ningún deseo de convertirse en un trabajador o simplemente porque era un loco. Sin embargo, él creía que era el hijo de Dios y por eso cuando la gente le daba pan o comida, casi enseguida salía a repartirla entre los pobres. Varias familias le daban cosas y dinero, tanto porque creían en él, como por simple ayuda caritativa.
No obstante, al morir, no quedaron seguidores de su credo y solo fue acompañado por un puñado de mercedarios. Después de todo, lo único que el Dios Verde deseaba para sí cuando su Dios requiriera su presencia, era morirse con lo puesto.
"Para adorar a Dios -dijo tiempo antes de morir- esto es suficiente. ¿Puede existir un refugio más hermoso que el cielo mismo, o adornos más gratos a Dios que este paisaje?"
Como corolario de esta vida tan especial y tan a su manera devota, no vemos mejor forma de homenajearlo que transcribiendo el verso de José Batlle y Ordóñez que, en una faceta desconocida por los más, fue tan apreciado por José Salles, que hasta le sirvió de apoyo o quizás hasta de inspiración en su credo, razón de que lo promoviera en cada oportunidad que podía...

 

 

 

 

 

 





   
 


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