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ESTRELLAS DEPORTIVAS

PEREYRA NATERO (Parte I)

“El flaco” y su historia – desde sus comienzos en Nacional.


   
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Llegué con temor de no poderme sacar el gusto. Contando con los oficios de un embajador de primera, mi mejor amigo, Juan José Taroco, también “compadre” de “El Flaco”. Pero a poco de verlo, me di cuenta que no podía fallar. Porque lo tenía ahí delante, oponiéndose a la nota, refugiado en esa modestia que les mencioné. Pero fuimos venciendo su resistencia y de pronto, nos encontramos sentado en sus casa, recordando cosas y por mi parte escuchando sus recuerdos. “El Flaco”, ¡que personaje! Si ahora me tendrá que disculpar que le diga “El Flaco”, cuando durante el diálogo – que fue lungo pero sabroso” apenas si se me escapaba de vez en cuando un tímido Flavio. Pero es que uno se deja ganar –por suerte – por un personaje de esta estirpe, y cuando me despedí con la promesa de un pronto reencuentro, que se va a hacer, sentí una alegría interior. Y me fui agradeciéndole a Taroco esta satisfacción. ¿Qué me dijo Pereyra Natero? ¿Qué me contó? ¿Qué piensa de este fútbol de ahora y el de antes, de su vida? Bueno, anímese, comience conmigo a recorrer estas páginas y lo verá.

“¿Sabe donde empecé? En Nacional. Junto a Máspoli, allá por 1938. Pero no le voy a mentir, a mi me tiraba la de Peñarol de toda la vida. Pocos saben donde nací. Allá, en Paysandú. Fui el menor de 6 hermanos y mi padre era militar. Claro que nací en Paysandú, pero me crié en Montevideo, porque del litoral no me acuerdo de nada. Vinimos a la capital y pasamos a vivir en Buceo, luego en el barrio “La Humedad” y por último, desde hace 30 años, aquí en Belgrano; ¡qué barrio bárbaro éste! Todos me conocen. Pregunte por mi aquí y le dirán como soy. Yo no tengo dos vidas, ni dos caras, Siempre fui igual y seguiré siéndolo. Nada me hará cambiar”.

¡Qué va a cambiar! Si apenas uno empieza a conocerlo, ya lo gana…Por que no hay poses, ni juicios desmedidos, ni “yo fui esto”, ni “era el mejor”. No nada de eso. Si para hacerlo hablar de Pereyra Natero hay que insistirle, tengo que decirle que le vi jugar y muchas veces, que me asombraba, como muchos, con sus atajadas. Cuente, Flavio cuente.

“Me quedé en Nacional hasta principios del 40 y allí pasé a Sud América. Yo quería jugar donde me sintiera cómodo y los buzones, por cierto, que tenían por aquella época un buen equipo. Pero seguía pensando que Peñarol era mi meta. Yo no lo engrupo, era mí cuadro y así lo sentía. Y mire que lo sigue siendo, porque ahora no voy al fútbol porque no me atrae, pero al último clásico fui con mi hijo; se podrá imaginar cómo vine, ¡volaba! Mire que comerse tres goles y contra ese equipo de Nacional; eso me confirmó que sigo siendo tan hincha de Peñarol como siempre. Pero cumplí mi ciclo en Sud América dándolo todo y esperé mi oportunidad; al final se hizo y en el 44, cuando Peñarol todavía soportaba el apogeo de Nacional (ya próximo al fin del quinquenio) me saqué el gusto. Pasé a Peñarol por siete mil pesos de la época y los pases de dos jugadores, uno de ellos el golero Altez”.

FASCÍCULO 101 – “EL DIARIO” – por. Américo Montautti.
22 de agosto de 1979.

 

PEREYRA NATERO (Parte II)

EL CICLO EN PEÑAROL

¿Qué fue Peñarol para usted?

“Y casi todo, porque el resto me lo dio el Botafogo de Río. Pero Peñarol me dio fama, posibilidades y la gran fortuna de ser titular de su primer equipo durante años. Y como corolario, ser titular en aquel equipo del 49; porque muchos están equivocados, yo , en aquel famoso año, en aquel famoso equipo, era el titular, sólo falté pocos partidos. Y fue una enorme satisfacción jugar no sólo ese año y con esos compañeros, sino con muchos otros y en Peñarol principalmente. Por eso, no puedo olvidarme que Peñarol fue casi todo para mi. Hay cosas que no pueden igualarse, ni siquiera compararse. Eso fueron mis años en Peñarol. Jugar con Obdulio, con Hohberg, con el Pepe Schiaffino, con Colturi, con el paraguayo Hugo; ser dirigido por un hombre como Emérico Hirsch. Yo que sé un mundo de cosas invalorables, lo recuerdo con enorme cariño y no me olvidaré nunca”.

PROBÁNDOSE EN PALMEIRAS PERO PASO A BOTAFOGO

“¿Sabe qué aventura la de Brasil?. Inolvidable, por un montón de cosas, pero buenas. Palmeiras quería un golero y en especial a mi. Yo tenía cierto prestigio (bastante por cierto aunque él no lo diga) y me llevaron a probarme. Dejé Cerro, club al que le compré mi pase y me fui a Brasil. Pero llegué tarde para inscribirme por los verdes de San Pablo, que debían jugar una final por el título local contra el Corintians. Igualmente me quedé porque había buena plata; fíjese que estuve como dos meses probándome y jugando algunos amistosos y gané buen dinero. Pero el ambiente estaba medio “entreverado” y hubo un lío con los argentinos que estaban entrenando en el Palmeiras. Allí no los querían y fue cuando decidí volver a Uruguay. Pero Zezé Moreira, que es un gran tipo y muy buen técnico, dirigía a Botafogo y cuando nos tocó jugar contra ellos en forma amistosa, me dijo que me fuera para Botafogo que necesitaba un golero de mis características. Así dejé Palmeiras y en vez de regresar a Montevideo, emprendí rumbo a Río. Fue una verdadera suerte y no dejo de sentirme conforme. Me quedé tres años en es club y recorrí y conocí el mundo. Viajé a Europa , jugué contra los mejores equipos, gané mayor prestigio aún y me hice un montón de amigos. Los cariocas son distintos, te hacen sentir como en tu casa y así me sentía yo; me entendía perfectamente con ellos y pude salir adelante con fortuna. Hasta que me di cuenta que había llegado la hora de retirarme y en el 58, di los ¡hurrah!. Dejé el fútbol, aunque aquí en Montevideo, jugué un partido para Miramar, pero más que nada por compromiso, porque me lo pidió gente del barrio, pero yo no quería seguir jugando; pero que quede bien establecido que no era por Miramar, sino porque sencillamente yo mismo había determinado que mi ciclo como futbolista se había terminado.

FASCÍCULO 101 – “EL DIARIO” – por. Américo Montautti.
22 de agosto de 1979.