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EL PASEO DEL PRADO

   
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EL TEMPORAL DE MARZO DE 1895


En la noche del 27 de marzo de 1895 llovió torrencialmente y el arroyo Miguelete, el Quita Calzones y el Seco se salieron de su cauce, cubriendo los alrededores, anegando las viviendas y arruinando las quintas. Las aguas, que corrían rápidamente, se precipitaban sobre las calles arrastrando árboles, plantas y animales. Las barandas del puente sobre el Miguelete fueron arrastradas por la corriente , recuerda un cronista de la época, Y agrega:
“Las aguas revueltas, fangosas, en una correntada rodante, se precipitaban a través de los fuertes pilares de los puentes de los ferrocarriles Central y del Norte, se extendían cuadras en los terrenos bajos de la margen izquierda donde no hay murallón (…) Ranchos de quinteros, levantados en terrenos bajos, fueron destrozados por las aguas, sin dar tiempo a sus habitantes mas que para salvarse con lo puesto. Plantas , cercos y cuanta construcción endeble se dirigían a la bahía por aquella corriente sucia embravecida”. En la mañana del día 28, a la hora 10, el Miguelete, que continuaba creciendo con fuerza incontenible, destrozo parte del puente de la calle Agraciada, arrastrando a un vagón de la línea del “tranvía” del Paso del Molino, que en aquellos momentos se hallaba allí estacionado. Dentro del vagón se hallaban solo el cochero Julio Perdomo, mas conocido con el sobrenombre de Abuelito y el guarda Antonio Cerviño, los que cayeron en la corriente turbulenta y perecieron ahogados , no obstante sus desesperados esfuerzos por llegar hasta la orilla del arroyo. El vagón quedo flotando pero luego, con la ayuda de vecinos que acudieron al lugar del siniestro, pudo ser extraído, salvándose los caballos. En la tarde del 29 de mayo fueron conducidos al cementerio de La Teja, los restos mortales de Perdomo. En el acto del sepelio del temerario cochero, hizo uso de la palabra el Sr. Alfredo Arocena, en nombre del Directorio de la Compañía de “Tranvías” . El cuerpo de Antonio Cerviño, español, casado, de 49 años de edad, fue encontrado cuando bajaron las aguas, en la madrugada del 1º de abril, entre los muelles de la Barraca del Plata, situada en la calle 25 de Agosto entre Maciel y Guaraní. La Comisión Nacional de Caridad y Beneficencia Publica destino $ 10.000 para atender a los afectados y prevenir una posible epidemia. La Comisión Central, encargada de atender los pedidos de los damnificados, quedo integrada con los señores Juan Ramón Gómez, Mariano Ferreira y Carlos M. Ramírez. Para la sección del Paso del Molino fue designado el doctor Abel J. Pérez y para la del Paso de las Duranas, José Saavedra. Durante largos años perduro el recuerdo de aquel tremendo temporal en el vecindario de la zona, siendo sus consecuencias perjudiciales para el desarrollo urbano siguiente.

LOS SALVO Y SU GESTION PIONERA


En el correr del año 1866, integrando la fuerte corriente inmigratoria italiana de la época, arribaron a Montevideo los esposos Lorenzo Salvo y Ángela Debenedetti de Salvo, acompañados de tres de sus hijos : Ángel, Dionisio y José. Diez años mas adelante, les nació su cuarto vástago : Lorenzo.
A poco de llegados – en 1867 – don Lorenzo abrió , en la esquina de las calles Agraciada y Castro , en las inmediaciones del Paso del Molino, su Tienda Salvo, que algún tiempo después traslado a un local mas amplio en las calles Agraciada y Tembeta y que mantuvo su giro entre sus descendientes hasta no hace muchos años. En la década de los 90, don Lorenzo se alejo de sus actividades comerciales que confió a sus hijos Ángel, Dionisio y José. Según un diario de la época, allá por el año 1896, “cierto día vinieron de Buenos Aires algunos españoles que se decían maestros en la fabricación de tejidos y que catequizaron al Sr. Ángel Salvo con inaudita porfía hasta contagiarle su entusiasmo por aquella industria. Entonces convino en organizar en simple vía de ensayo , un establecimiento minúsculo , dotado de una carda, una hiladora y un telar…Pero cuando la diminuta fabrica estuvo instalada y llego el momento de que funcionara, aquellos resulto un verdadero funcionara, aquello resulto un verdadero desastre, porque ni la carda daba mantas de lana, ni la hiladora daba hilo, ni el telar tejía…Sin embargo aquel ensayo desgraciado obligo al Sr. Ángel Salvo a un completo aprendizaje de la industria respectiva, y a la vez le inoculo la pasión por la fabricación de tejidos…” Entusiasmado con la iniciativa don Ángel, con el apoyo de sus hermanos, inicio las gestiones pertinentes ante las autoridades para proceder a instalar la nueva industria y aprobada la ley respectiva, inauguro su fabrica de tejidos, con el nombre de “La Victoria”. La producción de esta – ponchos , frazadas, tartanes etc. Fue vendida en los primeros años en la “Tienda Salvo” , pero al aumentarse, fue necesario abrirle un nuevo mercado, para lo cual la firma instalo un comercio en el centro de la ciudad para ventas al por mayor, con la dirección de don Lorenzo Salvo. Finalmente, con fecha 14 de diciembre de 1910 ,se produjo la fusión de las fabricas “La Victoria! Y “La Nacional” , de Campomar y Cia. , creándose la firma Salvo , Campomar y Cia de larga trayectoria en nuestro medio.

 

 

 





   
 


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