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OSIRIS RODRÍGUEZ CASTILLO
por. Susana Imelio

   
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Nace el 21 de Julio de 1925 en Montevideo, pero a los tres años sus padres se mudan a Sarandí del Yí y es allí donde las raíces de Osiris se hunden con fuerza en esa tierra que marcará su vida y su obra. Hogar donde no faltaron los libros ni la música, pero sí apremios económicos para subsistir, moldeó a un niño-joven taciturno, triste, apasionado por la lectura y con sus sentidos agazapados al lado del río, del monte y del campo. “Yo tuve la fortuna de escuchar el silencio original de América, ladrido de perros lejanos, grilleríos, balidos, el cantar de las ranas. . . “, confesó en una oportunidad. Muy joven asimiló con prontitud el pentagrama, incursionando con éxito en el violín y el piano, pero todo su ser se rindió ante la guitarra, enamoramiento del cual nunca se desprendió.

Estudiante díscolo y desprolijo no logró finalizar la secundaria a pesar que sus padres lo enviaron en primer lugar a Florida y luego a Montevideo para intentar formarlo educativamente.- Dejó todo, sintió el llamado del camino y partió. “Desde Rivera hasta el Chuy, conocí pago por pago, arroyo por arroyo”, contaba. La leyenda lo instala: hoy, peón en Rio Grande del Sur; mañana, aguatero en los quebrachales chaqueños; semanas después, cosechero en las viñas cuyanas.- Nunca una cama, fuera del recado de montar.- De esa manera empezó a surgir el poeta. El primer poema Canción para mi río, luego Gurí pescador. Quién no ha tarareado, “Hay un reino bajo el agua / un sauce me lo contó / donde el pejerrey escucha / y canta el bagre cantor. . . tararira, tararira qué arisca y sabia que estás.”

Y siguieron El montaraz, Canción secreta, Canción para decir adiós.-

Volvió con su familia, ahora en Carmelo. Seguía siendo un bicho raro, lo cual no impidió que se enamoraran de él y se casara.- Muy joven, con veintidós años no estaba preparado para esa responsabilidad: señora e hijos.- Tampoco la tuvo a lo largo de su vida; la necesidad de expresarse a través de la música y los versos hacían de él un individuo concentrado, autoexigente, en busca constante de la perfección, renunciando una y otra vez al trato fácil, a la palabra vaga, a la adulación. Forma de existir que lo alejó de los afectos huecos, de las sonrisas y del dinero.- Armó y desarmó varias veces su vida sentimental, olvidando pedazos de él en cada pareja, guardándose muy poco para sí, anticipando su oscuro y solitario final con su corazón literalmente roto.-

Sus poemas no se detenían: Blas Aldao, La última frontera, Cantos del norte y del sur, Ultimo soneto. Hasta que al principio de los años cincuenta irrumpe con fuerza su “Romance del Malevo”. Escuchado por primera vez en la voz de un locutor argentino de la radio Belgrano, le dio a Osiris el espaldarazo necesario para que el Rio de la Plata lo reconociera. En poco tiempo más publicó su primer libro: “Grillo nochero”, siguiéndole cinco más, el último de ellos “Vida y aventuras del gaucho Alambre”, editado en 1979. Estudió guitarra profesionalmente, templó su voz.- La presencia del poeta comienza a agrandarse, a la pluma se le suma el canto y el recitado . . . y lo hacía muy bien.- En el año 1953, al conmemorarse el centenario del nacimiento del líder de los 33 Orientales, la Asociación Patriótica de Lavalleja organizó un Certamen Poético Nacional. Osiris y su “Romance para el General Lavalleja” obtuvieron la medalla de oro. Estaba en la cumbre, pero sus bolsillos muy flacos.- A regañadientes acepta una función pública en el Sodre, pero después de un tiempo fracasa, su misión es la creación artística. Según describe su infatigable amigo Julián Zina, en el libro “A la orilla del silencio” de Basilago y Pellegrino: “Osiris no podía trabajar en una oficina ocho horas, lo consideraba un fracaso, prefería utilizar todo su tiempo en la búsqueda de perfeccionarse como poeta, escritor, dibujante, lutier, tallista, talabartero”. En el año 1962 graba su primer LP, Poemas y canciones orientales, donde ya se destacan Tacuara, La Galponera, Tata Juancho, “Cielo de los Tupamaros”, “Camino de los quileros”, “Yo no canto por la fama”.- Se consideraba a sí mismo el fundador del Canto Popular Uruguayo, defendiéndolo como tradicionalista, autóctono, aportándole riqueza telúrica y esforzándose de separar lo perdurable de lo inmediato (tan en boga en esos momentos).- Fracasó en su intento.- Fueron siete los discos editados por Osiris. En este tiempo viajó a Estados Unidos, invitado por la embajada de Uruguay y también tuvo largas estancias en Argentina, donde era reconocido y apreciado mucho más que en su propio país. Llegaron los tiempos malos para Osiris, a partir del año 1973 y a consecuencia de su adhesión al Frente Amplio, fue proscripto como músico no teniendo posibilidades de presentarse en público.- Exiliado en su propio país subsistió, a duras penas, dando clases de guitarra hasta que al fin, a principios de los 80, también partió hacia el exilio europeo.- Aterrizó en una España convulsionada y confusa que le costaba reencontrarse después de años de dictadura. El no fue ajeno a esa dificultad y su insatisfacción fue grande, también lo fue su precaria situación económica. Sus actuaciones públicas fueron muy escasas. A pesar de todo tuvo dos apoyos: su corazón volvió a enamorarse y comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas manuales.- Dibujos, pinturas, trabajos en tientos, diseño de joyas, pero sobre todo fabricación de guitarras. A esto último dedicó mucho esfuerzo y tiempo. Nueve años posteriores a su partida vuelve al Uruguay a grupas de un movimiento político que lo quiere sentar en el Parlamento.- Recorre el país con sus canciones, fracasa electoralmente. Sus 65 años le pasan factura y su salud tiene un quiebre. Vuelve transitoriamente a España para despedir y sepultar a su último amor, su corazón se sigue resquebrajando.- Su retorno al sur en Noviembre de 1992 es definitivo, en silencio, con muchas prendas perdidas en el trayecto. Lo persigue una obsesión: la falta de reconocimiento a su condición de iniciador y referente, en el Uruguay, de la canción popular de raíz folclórica.-

Tiene el apoyo de su inseparable amigo Julián Zina. Vivió “de prestado” en varias casas de conocidos, hasta que en Julio de 1993 el Poder Ejecutivo le otorgó una pensión graciable. A principios de 1995 lo encontramos viviendo en una pensión de la calle Gaboto “en una pieza pulcra, oscura y claustrofóbica sin ninguna ventana que diera al exterior”, al decir de uno de sus visitantes.- Es el tiempo que algunos lo recuerdan: presencias en CX44 radio Panamericana, entrevistas para Guambia, fugaz aparición en la Criolla del Prado.- Sus manos ya no pueden pulsar las cuerdas, su memoria le juega malas pasadas con las letras y su carácter es cada vez más irascible. El final está próximo- La causa “falla cardíaca” dicha en la puerta del CTI del Hospital Pasteur ocultaba la realidad de un corazón chúcaro roto por los desengaños y los olvidos.-


Era el 10 de octubre de 1996.-

Dejemos que sea el mismo Osiris que nos despida: “Yo fui un aprendiz de hombre, que me siento más poeta que músico, pero siempre vecino de los barrios más sensibles de su gente: el corazón y la memoria.”



Resumen biográfico del Libro : “A LA ORILLA DEL SILENCIO” Autores J. Bacilago y C. Pellegrino- Año 2005 ediciones CUATROESQUINAS (Responsable del resumen biográfico : Susana Imelio)





 

 


 

 

 

 

 

   
 


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