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TOMAR MATE ERA IMPOSIBLE EN TIEMPOS DE HERNANDARIAS...


   
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Los ibéricos que veían a los indígenas tomarlo, llamaban al mate «hierba del demonio» por desconocer la práctica y efectos. Sostenían además que era una bebida de haraganes, ya que los nativos dedicaban varias horas del día a esta práctica. Sin embargo, otros cronistas, como Acarete du Biscay consideraban que esa yerba era muy útil para los trabajadores en las minas de Perú, asegurando que "sin esa yerba (con la cual preparan una bebida refrescante, con agua y azúcar, que debe beberse tibia) los habitantes del Perú, salvajes y otros, especialmente los que trabajan en las minas, no podrían subsistir, porque el suelo está lleno de vetas minerales y los vapores que se desprenden los sofocarían y nada sino ese brebaje puede restaurarlos, ya que los hace revivir y los devuelve a su antiguo vigor". Algunos cronistas españoles relatan en sus diarios que los nativos llevaban, junto a las armas, unas pequeñas bolsas de cuero (guayacas) en las que guardaban hojas de yerba mate triturada y tostada que masticaban o colocaban en una calabaza con agua y sorbían, usando sus dientes como filtro o por medio de un canuto de caña. Según ellos, lejos de aflojarlos, estas hojas les daban mayor resistencia para las largas marchas o para realizar las labores diarias. El mate se originó como un rito de los avá en el territorio que hoy ocupa parte de Paraguay, el noreste argentino y el sur de Brasil. Ellos sepultaban los restos de sus seres queridos y en ese mismo lugar plantaban yerba mate, y luego de que la planta crecía, la cosechaban, preparaban la infusión y la tomaban «en rueda» con sus familias. Realizaban estos ritos porque creían que de esa manera el espíritu de sus seres allí enterrados crecería en la planta de yerba mate y pasaría a través del mate a su cuerpo para permanecer junto a ellos. También junto a la hierba, solían plantar diferentes vegetales ya que creían que esto favorecería el crecimiento de la planta. El 20 de mayo de 1616, el entonces gobernador de Buenos Aires Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, publicó un comunicado en el que prohibía la yerba mate en cualquier uso porque consideraba su consumo un mal hábito. En el siglo XVII la costumbre de tomar mate se extendió entre los habitantes de Buenos Aires. Sin embargo, muchos se refirieron al mate como una "sugestión clara del demonio", "vicio abominable y sucio que hace a los hombres más holgazanes", tal y como relataban las costumbres de la época. Como consecuencia de estas críticas, Hernandarias ordenó que "nadie enviase a los indios a por yerba, ni que estos la trajesen, ni la tratasen, ni la contratasen porque sino se quemarían en la plaza pública. Hernando Arias de Saavedra ordenó poner fin a la producción en la Gobernación del Río de la Plata, al mismo tiempo que buscó la aprobación de la corona española. España rechazó la prohibición, así como también lo hicieron otros colonos involucrados en la producción, que nunca cumplieron con la orden. Aún así, Hernandarias impuso multas de 100 pesos (7,23 dólares) a los españoles o 100 azotes en el caso de ser aborígenes a quien intentase introducir en el país el mate, conocido como "vicio que favorece a los enamorados" y que finalmente nunca fue erradicado. Después de este intento de prohibición, los jesuitas pese haber sido en un principio críticos con el mate, invirtieron en su cultivo y potenciaron su comercio hasta que fueron expulsados de las colonias españolas en 1767. Después de su expulsión, los yerbales fueron perdiendo productividad y su restitución se hizo muy difícil ya que se desconocían los métodos de producción a escala industrial que habían desarrollado de los jesuitas.
Hoy en día sabemos que significa el mate en nuestras vidas.