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COMPATRIOTAS – DANIEL VIGLIETTI

   
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Nació el 24 de julio de 1939 en Montevideo. Su casa era un hogar de músicos: la madre, Lydia Indart, era pianista, y el padre , César Viglietti, guitarrista e investigador. Estudió el piano con René Bonet de Pietrafesa , y la guitarra con Atilio Rapat y Abel Carlevaro. Durante su época minuana, las impresiones sonoras de la ciudad se vieron enriquecidas por las del campo, el monte y el río. La radio y una vitrola que le regaló su padre le acercaron a Carlos Gardel, Agustín Magaldi, Romeo Gavioli, Nina Miranda y Antonio Tormo.

Había empezado a componer a fines de los años cincuenta. Su formación como concertista se abrió, en la década del sesenta, hacia las corrientes populares autóctonas, conmovidas por los ecos de la revolución cubana. En su primer disco, Seis impresiones para canto y guitarra, se notaban estos guiños que se hacían las vertientes “cultas” y las “populares”. En sus iniciales conciertos presentados por el Sodre tocó obras de Millán, Sor, Sanz, Villa Lobos, e incluyó algunas canciones. En los años sesenta compuso música para teatro. Musicalizó poemas de Nicolás Guillén, César Vallejo, Federico García Lorca, Rafael Alberti , y de los uruguayos Idea Vilariño, Mario Benedetti, Juan Cunha y Washington Benavides.

El disco “Hombres de nuestra tierra” (Antar, 1964) , hecho con el escritor Juan Capagorry , fue seguido en 1968 por “Canciones para el hombre nuevo (por Orfeo). “A desalambrar” , incluida en el segundo, se convirtió en un emblema del canto comprometido con la lucha popular. Por esos días la censura comenzó a notarse. En 1972 lo encarcelaron, y su música, la docencia (en el Núcleo de Educación Musical, Nemus) y la labor periodística (en Marcha) se interrumpieron. Artistas como jean-Paul Sartre, Julio Cortázar y el arquitecto Oscar Niemeyer encabezaron la campaña por su liberación.

Viglietti empezó el exilio en Buenos Aires y lo siguió en París, donde vivió once años. Todas las canciones que compuso en esa época se editaron a su regreso en el disco Trabajo periodístico y radiofónico, y recorrió el mundo en varias giras musicales donde denunciaba la dictadura. Volvió a Montevideo el 1 de setiembre de 1984, y miles de personas lo recibieron en un recital en el estadio Franzini. Desde entonces editó y reeditó varios discos. Benedetti publicó en 2007 un libro sobre su vida y su obra. En 1984 apareció el programa “Tímpano” (primero a través de la Emisora del Palacio y desde hace años en la radio El Espectador).

En 2003 fue nombrado “Ciudadano Ilustre de Montevideo”, por su intensa labor cultural. A partir de 2004 puede verse , a través del canal Tevé Ciudad, su programa “Párpado”. Viglietti es colaborador del Semanario Brecha y del diario argentino Página 12. A sus investigaciones periodísticas sobre actividades y músicas de otros artistas él las llama “la tarea de ser curioso”.

Cuando se intenta analizar lo creado por importantes músicos a menudo se toman en cuenta los antecedentes musicales familiares. En la sutil trama de las influencias, la afición a cantar de la madre, la imagen de un tío que toca el piano, pueden dar el ingrediente secreto para forjar el estilo o la postura frente a la vida de un reconocido artista. Esto se vuelve más determinante si, como Daniel Viglietti y de una destacada pianista como Lydia Indart. Alumno de Atilio Rapat y Abel Carlevaro, y guitarrista con gran futuro como concertista, se decide por el camino de la canción popular.

…y nuevamente encontramos a partir de un amplio compromiso político, la vocación de difusor a través del periodismo escrito y la conducción de programas radiales y televisivos. Como pocos en su generación, cultiva la vocación afectiva, pero también conceptual , de acercarse y ofrecer su apoyo. A través de Viglietti, la incipiente Nueva Trova cubana vio difundidas sus canciones en el disco Trópicos (1973) , y Violeta Parra, todavía poco conocida en América Latina, tuvo sus canciones versionadas en el área por primera vez. Al volver del exilio, Vigliettí invitó a jóvenes cantores de las nuevas generaciones a compartir el escenario en sus recitales argentinos multitudinarios (Jorge Lazaroff, Leo Maslíah, Luis Trochón entre otros; incluso, con vital apertura, en el disco Esdrújulo el “maestro” se dejará influir explícitamente por aquellos que , a su vez , se consideraban sus “alumnos”). Fue también a través de Viglietti que Uruguay tuvo en el NEMUS la primera institución dedicada a la enseñanza musical que incluía como parte importante a la música popular. A través de NEMUS se generó un fluido puente de transmisión de la “técnica de Abel Carlevaro” a buena parte de los futuros cantores populares. Su virtuoso guitarrismo se cuida de ser explícitamente virtuoso y muchos futuros instrumentistas hacen sus primeras armas con sus canciones. Una temprana conciencia de que al buscar solamente repetir el pasado uno puede estar en su lugar pero no estará en su tiempo lo llevó a trabajar con el “gesto sonoro” y no con la “anécdota” musical. Esto lo acercó a los “contenidos” y lo alejó de las simples fórmulas de lo considerado como “nuestro”. Viglietti hace canciones basándose en el ritmo de huellas y gatos, milongas experimentales, canciones teatralizadas (“Masa” y “Pedro Rojas” , por ejemplo , ambas sobre textos de César Vallejo) A fines de los sesenta y comienzos de los setenta, sus discos tenían el mismo volumen de venta que los de Los Olimareños y los de Alfredo Zitarrosa. En cuanto a los textos fue de los primeros en musicalizar poetas españoles y a la poesía contemporánea uruguaya, así como en trabajar “a dos voces” al presentarse en vivo con escritores (especialmente con Juan Capagorry y Mario Benedetti). Junto a Capagorry realizó Hombres de nuestra tierra (1964), uno de los primeros álbumes temáticos en la música latinoamericana. Su pluma se fue consolidando como la de uno de los mejores letristas-poetas de nuestra canción. Y jamás sacrificó la calidad musical o letrística para transmitir simplificados “mensajes” políticos. Daniel Viglietti sigue sembrando nuestro mundo de Anaclaras, Martinas, Pablos, Trilces y , parafraseando a su admirado Vallejo, acompañándonos con sus necesarias “canciones humanas”.

 

Fuente : Almanaque BSE – año 2010. (Querido Lector de Raíces , lo invitamos a seguir con esta historia sobre Daniel Viglietti con el número de Diciembre 2018)

 

 

 

 

 

 

 

 





   
 


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