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COMPATRIOTAS –

HÉCTOR NUMA MORAES

   
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El segundo nombre de Héctor Numa Moraes Rosa parece haber surgido de una ocurrencia de un hermano ocho años mayor, que cuando era chico leía Tarzán. “Numa” era el león, compañero incondicional del hombre de la selva. Numa Moraes nació el 28 de abril de 1950, en Curtina , Tacuarembó. Cuando tenía unos ocho años comenzó a estudiar bandoneón y música en el Conservatorio Municipal. Le gustaba escuchar en la radio un programa de milongas criolla o a Antonio Tormo. El padre, que era comisario, fue trasladado a San Gregorio de Polanco, y la familia vivió ahí por un tiempo.

Como no había profesores de música, Numa se dedicó al dibujo y al canto. La madre le enseñó el tango “Adiós muchachos”, y también aprendió algunas canciones mexicanas. Cuando tres años después, en 1961, volvió a Tacuarembó, estudió guitarra clásica con Domingo Albarenga. Su tío Brígido, un peón rural que había aprendido a leer música solo, le habló de Atahualpa Yupanqui, de Abel Carlevaro, de Andrés Segovia. En su casa tocaba con las partituras de Osiris Rodríguez Castillos. El ambiente musical folclórico se vio enriquecido por nuevas fuentes cuando a los dieciséis años Numa conoció al poeta y profesor de literatura Washington Benavides. A partir de entonces, inició un trabajo junto al profesor y amigo que se plasmó en el larga duración Del amor, del pago , del hombre/ La alarma, grabado en 1968 en Montevideo con el sello América.

Hacia 1969 Numa se radicó en Montevideo y continuó estudiando guitarra con Daniel Viglietti. En 1970 se editó, por Orfeo, Canto pero también puedo, donde aparecen musicalizados textos de poetas tacuaremboenses – como el propio Benavides, Circe Maia y Walter Ortiz de Ayala -  La patria compañera, grabado con el mismo sello un año después, tuvo una enorme difusión. El conflicto de los cañeros en Bella Unión, la denuncia de la guerra de Vietnam, la mirada puesta sobre la revolución cubana, el problema del indio, la lucha social y política que a fines de los sesenta vivía su apogeo en Uruguay, se cruzaban en su canto con la canción romántica, inspirada en poemas como “Las Golondrinas” , de Gustavo Adolfo Bécquer. En 1972 su música fue prohibida y debió exiliarse . Viajó a Buenos Aires y luego se trasladó a Chile, Cuba, Suecia, Francia y finalmente Holanda.

En ese país profundizó, a lo largo de ocho años, sus estudios guitarrísticos con el maestro Antonio Pereira Arias, y obtuvo dos diplomas del Conservatorio. Volvió a Uruguay en 1984 y continuó con su actividad artística, e incursionó en la radio con el programa La canción nuestra. Actualmente conduce el programa en “En la tarde del Sur, en Emisora del Sur, de la Radiodifusión Nacional Sodre. En marzo de 2008 fue declarado “Ciudadano Ilustre de Montevideo” por su “excepcional trayectoria artística” en nuestra música popular.

Del amor, del pago, del hombre

Como ocurre con el proceso de constitución de Los Olimareños – con relación al “micromundo” del departamento de Treinta y Tres donde crecieron - , para ubicar a Héctor Numa Moraes tendríamos que mencionar la singular actividad cultural de su Tacuarembó natal. Sobre todo a partir de su vinculación con el profesor y poeta Washington Benavides. Benavides realiza un trabajo de formación e integración de artistas promisorios – como Eduardo Darnauchans, Eduardo Larbanois o Carlos Benavides – que con el tiempo se convertirán en algunos de los más destacados exponentes de nuestra música popular. Héctor Numa Moraes será uno de los músicos más jóvenes entre quienes actuaron con gran incidencia antes de la dictadura. Con dieciocho años graba su primer disco de vinilo y ya se muestra como un cantor de potente y singular emisión de voz y un sorprendente guitarrista que utilizará, en esa primera etapa, sólo en forma cincunstancial otro instrumento acompañante.

Numa Moraes nace al canto en épocas turbulentas. Es una etapa de permanente interacción y sus colegas mayores difundirán algunas de sus canciones. La voluntad de intercambio con artistas e intelectuales en general se manifiesta en las carátulas de los discos. El antropólogo Daniel Vidart escribe en la contratapa de uno de los discos de Numa, y Daniel Viglietti manifiesta su apoyo en otro ; ya en el exilio, será el escritor Mario Benedetti quien lo haga – así como Idea Vilariño escribe en un disco del Sabalero, y Francisco “Paco” Espínola en uno de Anselmo Grau .

Fuente : Almanaque Banco de Seguros del Estado – Año 2010.

 

 

 

 

 

 

 

 





   
 


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