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HISTORIA DEL BARRIO “CAPURRO”

 


 
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BARRIO CAPURRO

En el paraje que habría de constituirse en el barrio Capurro, existían , en el ultimo cuarto de siglo XVIII , unos edificios conocidos como el “Caserío de los Negros”. A partir de 1743 , en que llego al Puerto de Montevideo , por cuenta del asentista Thomas Navarro, un barco procedente de las costas de Guinea cargado de infelices negros para el comercio de la esclavatura, cada vez fueron mas frecuentes los cargamentos de esclavos que llegaban a nuestra ciudad, a menudo, en deficientes condiciones de higiene. Ese trafico de negros esclavos se acrecentó muy especialmente en 1810 , para luego decaer. Antes de ser subastados, los negros eran alojados en depósitos ubicados dentro de los muros de la ciudad. Entre las compañías que realizaban el trafico, se destacaba la española “Real Compañía de Filipinas” , autorizada a transportar hacia América de cinco a seis mil negros por año. En 1787, ante la inminencia de la llegada del primer cargamento de la Compañía de Filipinas, el Cabildo montevideano, por temor al contagio de las enfermedades que los desembarcados podrían desencadenar en la ciudad, obligo al representante de la Compañía José de Silva a construir “habitación bastante para los negros, que se esperan y demás que sucesivamente vendrán a este puerto en la boca del Arroyo Miguelete, hacia la parte del Cerro, que es el paraje que esta a la costa del mar y se nombra Jesús Maria, distante de esta Ciudad tres cuartos de legua , en cuyo puesto deberán permanecer precisamente como el mas cómodo para ellos mismos y sin riesgo alguno para el publico” Por lo demás, si alguno de los esclavos moría , debía ser enterrado en ese lugar. Las autoridades capitulares habían señalado el paraje antedicho para defender a la comunidad de las enfermedades que mas corrientemente traían los negros esclavos : calenturas pútridas , sarna , viruela , escorbuto, disentería, atento a considerar que dicho paraje era el mas salubre para que allí los desembarcados pasaran su cuarentena, dado que – según dirían – “soplan generalmente vientos del este y sur este por ello se hace mas oportuno y necesario el lugar que han destinado para los negros porque estos vientos reinantes defienden a esta población , como opuesta a aquel lugar de todo contagio en los halitos”. En un comienzo, el local consistió en un galpón, en la desembocadura del arroyo Miguelete, en su margen izquierda, frente a la Punta de Piedras, que luego fue objeto de sucesivas modificaciones que le constituyeron con cinco piezas, con grandes almacenes y cocina, con muros de material y techos de teja. Según el Arqto. Carlos Pérez Montero, el establecimiento se encontraba emplazado en la que hoy es la esquina de las calles Capurro y Juan Ma. Gutiérrez, Ildefonso Pereda Valdés, por su parte, en su obra “El Negro en el Uruguay – Pasado y Presente” Montevideo , 1965 , Págs.34 , ubica el Caserío de los Negros sobre la calle Republica Francesa y Ruta 1. Hacia 1802 , las edificaciones se hallaban abandonadas y se había iniciado el saqueo de las mismas, con el robo de puertas y ventanas. En 1804 , José Pérez propone a José Silva alquilar “un cuartel de la Casa de los Negros” . Pensaba usar dicha construcción como almacén de trigo, especificando que en caso de alquilársele dicho cuartel , procedería previamente al envío al lugar de un capataz con otro hombre a efectos de limpiar con agua caliente el lugar, para exterminar las innumerables pulgas de que estaba plagado. El alquiler del cuartel no se concreto por causa de “haber sido habitada recientemente por negros enfermos” Durante el primer periodo revolucionario , durante los dos sitios que sufrió Montevideo, entre 1811 y 1814 , el Caserío sirvió como asiento de tropas de la guarnición de la Ciudad. 

En 1814 , por disposición de Alvear , sirvió también – según Isidoro de Maria – de alojamiento temporario a las tropas que evacuaron la Plaza en el mes de junio de aquel año. Mandado inspeccionar por el Cabildo en febrero de 1816 , el estado del caserío era lamentablemente. Destechadas las piezas, cocinas y dos almacenes de veinte varas de largo cada una. Faltaban cuarenta puertas y ventanas con sus marcos y unas ocho puertas y marcos de las piezas de azotea. En 1902 , la Municipalidad dispuso la demolición de las ruinas y escombros a que , por entonces, había quedado reducido el “Caserío de los Negros”. Pero , en definitiva , quien daría nombre al barrio era el inmigrante italiano Juan Bautista Capurro. Había nacido en la localidad de Voltri, cercana a Génova, en el ultimo decenio del siglo XVIII y había arribado al país algo antes de 1829 . En efecto : en este ultimo año, existe un documento expedido el 9 de julio , por las autoridades del Oriente de Montevideo, por el cual se hace constar que “ha obtenido el grado de Maestro Simbólico” y se solicita a quien correspondiere en la Orden  Masónica se le recibiere y auxiliare “fraternalmente”. Era marino mercante, como lo comprobaba su patente de “capitán de gran cabotaje” , expedida el 25 de enero de 1819 , en Turín , por orden del Secretario de Guerra y Marina del Rey de Cerdeña, Víctor Manuel. De sus actividades marítimas, anteriores a su llegada a Montevideo , solo se puede afirmar con cierta seguridad que había navegado por el Mar Negro trasportando cargamentos de trigo. Ya radicado en nuestro país continuo navegando por algún tiempo, a estar a su declaración en la Capitanía del Puerto de Montevideo, de enero de 1830 , en que dice que unos días antes el barco “Penguin” , del que era capitán , había sido “sorprendido por un fuerte viento soplando del W y del SW , descubriéndose entonces que al embarcación hacia agua” No se sabe si continuo navegando después , pero si, hay noticias sobre su actuación como armador o consignatario marítimo . El 4 de octubre de 1836 , como consta en el Libro de Matrimonios de la Iglesia Matriz , se caso con Prudencia de Castro, montevideana , hija de Agustín de Castro y Maria Genoveva Castro y hermana del que seria destacado hombre publico, Carlos y de Agustín y Juan Pedro, también futuros legisladores. De dicho matrimonio nacieron Juan Alberto, Prudencio Agustín y  Luís Federico, en Montevideo,  Eduardo Pedro Pablo, nacido en Génova. Los hermanos Capurro Castro fueron enviados desde niños a Italia. Estuvieron primero en el colegio de los Padres Escolapios de Savona y después pasaron Juan Alberto y Federico a la Real Escuela de Bellas Artes de Turín, donde el primero se recibió de ingeniero-arquitecto. Federico no termino los estudios , dedicándose tal vez a su vocación pictórica. El hogar de los Capurro-Castro estuvo primero en la Ciudad Vieja , donde nacieron sus hijos mayores. Después construyo una hermosa casa, en las proximidades de lo que había sido el Caserío de los Negros, donde Capurro vivió hasta su muerte, con su familia y numerosos “agregados”. Esta quinta, denominada “La Meca” , formaba parte de terrenos que Capurro había adquirido, en mayor extensión, en un comienzo en condominio con José Lapuente, abonando 2.000 patacones a Tomas Basañez, en la margen izquierda del arroyo Miguelete en su desembocadura en la bahía de Montevideo y con un amplio frente sobre la misma bahía y llegando, por el este , hasta el paraje del antiguo Caserío de los Negros, según escritura autorizada por el escribano Salvador Tort el 29 de diciembre de 1837 . Ese mismo nombre de “La Meca” fueron explotados por Capurro con destino a los buques de ultramar, que solían retornar sin carga a Europa y necesitaban lastre y naturalmente agua dulce, de la cual había en abundancia en esa extensión que abarcaba unas 24 cuadras cuadradas. En su “Montevideo Antiguo” dice Isidoro de Maria : “El año 1866 vino otra gran seca a embromar a la gente con la escasez del agua (…)Capurro se ofreció a traer toda la precisa de su establecimiento en la playa del arroyo Seco, para el servicio de la población. Aceptada la generosa oferta , se traía embarcada de esa playa. En solo 18 días se repartió al vecindario la friolera de 2.133 pipas de agua, costando ese servicio a la Comisión de Salubridad, 1.514 pesos”
Pero la llegada a la ciudad de los carros aguateros procedentes de los pozos de Capurro provocaban verdaderos motines de gente enardecida. Ante estas escenas de violencia, Juan Bautista Capurro ofreció al Municipio un servicio de agua desde sus manantiales, mediante la instalación de cañerías. Cuando se discutía esta oferta y poco antes de perfeccionarse el respectivo contrato, llovió copiosamente y con esto se soluciono la anterior angustia, los aljibes se llenaron y Capurro se quedo con sus manantiales, sin poder concretar la iniciativa. Otro genotes, Capitán de Barcos de la Compañía Cosulinch de Trieste, al retirarse de su profesión, vino a radicarse en el barrio Capurro frente a la playa. Este Capitán era Ambrosio Rotondo , a quien Capurro le encomendó la administración de la explotación arenera. Poco después, el emprendedor hombre de negocios construyo el llamado “Muelle Capurro” para servir a la provisión de arena como lastre a los barcos que, como dijimos , retornaban sin carga a Europa. Poco a poco , los altos medanos de la zona fueron desapareciendo, trasladados a los buques por la empresa de Capurro. La instalación de la Compañía de Tranvías al Paso del Molino y el Cerro, a partir de 1869 , con vagones tirados por caballos iba a tener importante influencia en el destino de la zona. En efecto, dicho “tranvía” como era denominado – estableció dos ramales desde la que ya era calle Agraciada hacia la costa por las calles Espinosa (actual Capurro) y Francisco Gómez. El de la calle Espinosa llegaba hasta los barrancos inmediatos a la playa ; y el ramal de la calle Gómez, terminaba en la vía férrea, inaugurada, precisamente , el 1º de enero de aquel mismo año, 1869. Por consiguiente, al existir un medio de transporte de tales características, la playa de Capurro se fue popularizando como zona balnearia. Es así que ya , en 1872 , la “Compañía de Carritos de Ramírez y Capurro” atendía un “Recreo” donde , al decir de su publicidad, se expendía “agua mineral de Vichy” y también “aguas alemanas llegadas por el ultimo vapor” Las familias que desde la ciudad iban en el “tram-way” , en sus “landeau” , volantas y victorias y en carruajes de alquiler , disfrutaban no solo del uso de los carros de madera tirados por una mula, con el hombre llamado bañador que la montaba y que llevaba a las damas encerradas en el habitáculo de madera con cuatro ruedas “mar adentro” , dejando el artefacto y regresando a la costa con el animal para ir a recoger a las bañistas mas tarde. Algún tiempo después, se estableció una línea de vaporcitos desde el puerto al Cerro. En verano , el barquito , en dos de sus viajes , recalaba tanto a la ida como al regreso , en el muelle de Capurro. El boleto, desde el Puerto al Cerro costaba “dos reales” y a Capurro , la mitad. Para eso entonces, Juan Bautista Capurro había fallecido el 27 de noviembre de 1872 , habiendo cumplido una importante gestión empresarial y destacándose entre los integrantes de la numerosa colectividad italiana de nuestro país, habiendo merecido que el rey de Cerdeña le confiriera – en 1859 – la condecoración de la Orden Religiosa y Militar de los Santos Mauricio y Lázaro, en el grado de “Caballero” . Por lo demás había mantenido una estrecha vinculación y amistad con José Garibaldi, siendo el principal sufragante de los gastos requeridos para armar el barco “Speranza” en que “El héroe de Dos Mundos” regreso a Italia. En 1870 , fue designado por el Gobierno de la Republica para integrar la Comisión de Comerciantes y Propietarios , en representación de la colectividad italiana, en la que actuó poco tiempo. También formo parte del grupo fundador del Banco Italiano, el Ferrocarril Central , el Hospital Italiano, la Compañía de Aguas Corrientes y el Teatro Solís, en unión con notorias  figuras de la época, manteniendo además sus propias empresas. Las actividades de sus hijos Juan Alberto y Federico vinieron a ser pioneras en cuanto al destino industrial del barrio Capurro. En efecto : ambos hermanos fundaron una sociedad que instalo una fabrica de almidón, una destilería de alcohol y la Cervecería Germania, ubicadas todas ellas en al zona de Capurro , donde actualmente se levantan las instalaciones de ANCAP . Otra importante iniciativa del Ing. Juan Alberto Capurro, fue la formación de una sociedad denominada “Gran Balneario en Playa Honda” , cuyo capital integraron distinguidas personalidades de la banca , la industria y de la política. Dicha sociedad confió al Arq. Juan Tossi la confección de los planos de un hotel a construirse en Capurro frente a la “Playa Honda” , con capacidad para 450 pasajeros en 285 habitaciones y dotado de un gran Restaurante, con amplias terrazas, gimnasio y sesión hidroterápica así como también de un amplio local al aire libre para cervecería y teatro, con pabellón de música y desembarcadero y una vaquería al fondo de los jardines que rodearían al suntuoso hotel. Su costo fue estimado en $ 650.000 y el precio de la pensión completa seria de $ 2.50 por día y por persona. Sin embargo tan ambicioso proyecto , concebido en medio de la euforia de los años 1887 y 1890 , conocida como la “época de Reus” , como tantos otros proyectos, se frustraron al sobrevenir la crisis de 1890 que aparejo la quiebra de los Capurro. En consecuencia, asimismo , cesaron en su actividad la fabrica de almidón y la cerveza, pasando la destilería de alcoholes a propiedad del francés Meillet. En cuanto a la extensa propiedad de 24 manzanas cuadradas, fue fraccionada y vendida permaneciendo solo el solar donde estaba edificada la casa quinta en poder de la familia. A comienzos de este siglo, la casa fue alquilada a la Dirección General de Instrucción Publica para sede de las Escuelas Nos. 47 y 108 . Actualmente , la moderna sede de dichos establecimientos educacionales ha sustituido la antigua edificación de los Capurro. Con el tranvía a caballo, la zona se convirtió rápidamente en balneario, cuyas instalaciones se concretaron en 1900. Desde entonces , se verifico un creciente desarrollo. En 1906 el tranvía eléctrico facilito el traslado de la ciudad hacia Capurro. Y en 1910, Esteban A. Elena, Director General de “La Transatlántica” , impulso la creación de un parque moderno y de una adecuada ambientación arquitectónica del balneario. Fue asi que el 30 de diciembre de dicho año se procedió a la inauguración, en esa noche de verano, del parque trazado por el Arquitecto Julio Knab y de las construcciones planificadas y realizadas por el notable arquitecto italiano Juan Veltroni, radicado en nuestro país, desde los 22 años de edad y ya consagrado en su patria, donde había nacido en Florencia el 21 de noviembre de 1880. En la ceremonia inaugural se hicieron presentes el Ministro de Alemania, Sr. Schaffer, el Intendente de Montevideo Daniel Muñoz, El Dr. Pedro Visca, Enrique Capurro, Luís Gorlero y Raúl Montero Bustamante, entre otros. De entre los varios oradores, cabe destacar a don Esteban A. Elena “alma mater” de la obra, que mantuvo su esplendor y sostenida concurrencia hasta la década de los años treinta , en que el balneario de Capurro comenzó a ser desplazado en las preferencias del publico por las playas del sur de Montevideo y del este del país. Además , al poco tiempo, también se inauguro una pista de patinaje. Sobre la misma “Anales Mundanos” – citado por Alfredo Castellanos – en su Nº 4 del año 1915, decía :
“La playa de Capurro, punto céntrico de la amplia bahía, es quizás nuestro sitio costero mas preciado. A pocos pasos de la costa, surge esplendorosa nuestra campiña con todos sus atractivos, con sus mágicos panoramas. Y sobre tan elegido pedazo, circundado de jardines que los dibujan graciosamente infinitos senderos, ramplas, elegantes balaustradas, un hotel de relevantes meritos arquitectónicos, se alza una pista que dice la última palabra en el género. Su piso de asfalto reúne las más amplias ventajas para el sport. Caprichosas curvas, multiplican las cualidades y los meritos, significándola con altos calificativos. Y nuestra sociedad, que olvidaba en su programa numero tan selecto, ante el resurgimiento de sitio tan deseado, le ofrece con mayor entusiasmo su favor, y se congrega asiduamente. Las tardes mueren al regreso de la graciosa caravana, que retorna febril después de las prácticas sportivas. De noche, al amparo de una generosa luminaria, se repiten las reuniones con tanto éxito como las diurnas. Ambiente elegante, denotador de buen gusto, se sustenta en el atrayente paseo. Como dato interesante, ofreceremos el programa de reuniones que rige en el Skating de Capurro. Los domingos de 3 a 6 de la tarde, tienen lugar las reuniones de moda, amenizadas con un variado programa de concierto, que ejecuta la banda dirigida por el maestro Lanza. Los lunes de noche, reuniones anglo-uruguayas , a las que asisten conocidas familias de la colectividad inglesa, y los demás días hábiles reuniones de tarde”


Abandonado durante largo tiempo, el parque y las hermosas construcciones de Capurro vinieron a tener actualización al construirse la nueva avenida de acceso a la ciudad que involucra a la Rambla Baltasar Brum y que puso , nuevamente de manifiesto el injusto olvido y deterioro que el desuso y el paso de los años han obrado sobre la otrora hermosa y concurrida zona. Esta evidencia determino que , a comienzos del año 1988, el entonces Intendente Municipal , Ec. Julio M. Iglesias, en acuerdo con el Director de Planeamiento Urbano, Arquitecto Francisco Seré , resolviera se procediese a trabajos de reconstrucción en el Parque Capurro, en el perímetro delimitado por la citada avenida de acceso a la ciudad, la calle Juan Maria Gutiérrez y la Avda. Capurro. La empresa encargada de los trabajos, que serian licitados, debería construir barandas iguales a las existentes además de sus correspondientes pasamanos, balaustradas-un total de 230- y zócalos. También se remodelaría la escalinata central y se haría el sellado de aberturas. Entre las obras propuestas por Planeamiento Urbano se cito la impermeabilización de las terrazas y escaleras actuales, junto a canalizaciones para el alumbrado y colocación de nuevas luminarias. Se previo , asimismo, la construcción de pavimentos de baldosa de Pórtland gris de nueve panes para la acera de avenida Capurro y caminerias en el sector superior, además de cordoneras de ladrillos y colocación de nuevos bancos. Para devolver su antiguo esplendor al parque capitalino, se restaurarían jarrones y macetones, los mismos que medallones seriamente deteriorados por el paso del tiempo.

(Fuente LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO – Paso Molino-El Prado y sus alrededores- autores Aníbal Barrios Pintos / Washington Reyes Abadie)

 

BARRIO CAPURRO (Parte III)


Otro genovés, Capitán de Barcos de la Compañía Cosulinch de Trieste, al retirarse de su profesión, vino a radicarse en el barrio Capurro frente a la playa. Este Capitán era Ambrosio Rotondo , a quien Capurro le encomendó la administración de la explotación arenera. Poco después, el emprendedor hombre de negocios construyo el llamado “Muelle Capurro” para servir a la provisión de arena como lastre a los barcos que, como dijimos , retornaban sin carga a Europa. Poco a poco , los altos médanos de la zona fueron desapareciendo, trasladados a los buques por la empresa de Capurro. La instalación de la Compañía de Tranvías al Paso del Molino y el Cerro, a partir de 1869 , con vagones tirados por caballos iba a tener importante influencia en el destino de la zona. En efecto, dicho “tranvía” como era denominado – estableció dos ramales desde la que ya era calle Agraciada hacia la costa por las calles Espinosa (actual Capurro) y Francisco Gómez. El de la calle Espinosa llegaba hasta los barrancos inmediatos a la playa ; y el ramal de la calle Gómez, terminaba en la vía férrea, inaugurada, precisamente , el 1º de enero de aquel mismo año, 1869. Por consiguiente, al existir un medio de transporte de tales características, la playa de Capurro se fue popularizando como zona balnearia. Es así que ya , en 1872 , la “Compañía de Carritos de Ramírez y Capurro” atendía un “Recreo” donde , al decir de su publicidad, se expendía “agua mineral de Vichy” y también “aguas alemanas llegadas por el ultimo vapor” Las familias que desde la ciudad iban en el “tram-way” , en sus “landeau” , volantas y victorias y en carruajes de alquiler , disfrutaban no solo del uso de los carros de madera tirados por una mula, con el hombre llamado bañador que la montaba y que llevaba a las damas encerradas en el habitáculo de madera con cuatro ruedas “mar adentro” , dejando el artefacto y regresando a la costa con el animal para ir a recoger a las bañistas mas tarde. Algún tiempo después, se estableció una línea de vaporcitos desde el puerto al Cerro. En verano , el barquito , en dos de sus viajes , recalaba tanto a la ida como al regreso , en el muelle de Capurro. El boleto, desde el Puerto al Cerro costaba “dos reales” y a Capurro , la mitad. Para eso entonces, Juan Bautista Capurro había fallecido el 27 de noviembre de 1872 , habiendo cumplido una importante gestión empresarial y destacándose entre los integrantes de la numerosa colectividad italiana de nuestro país, habiendo merecido que el rey de Cerdeña le confiriera – en 1859 – la condecoración de la Orden Religiosa y Militar de los Santos Mauricio y Lázaro, en el grado de “Caballero” . Por lo demás había mantenido una estrecha vinculación y amistad con José Garibaldi, siendo el principal sufragante de los gastos requeridos para armar el barco “Speranza” en que “El héroe de Dos Mundos” regreso a Italia. En 1870 , fue designado por el Gobierno de la Republica para integrar la Comisión de Comerciantes y Propietarios , en representación de la colectividad italiana, en la que actuó poco tiempo. También formo parte del grupo fundador del Banco Italiano, el Ferrocarril Central , el Hospital Italiano, la Compañía de Aguas Corrientes y el Teatro Solís, en unión con notorias  figuras de la época, manteniendo además sus propias empresas. Las actividades de sus hijos Juan Alberto y Federico vinieron a ser pioneras en cuanto al destino industrial del barrio Capurro. En efecto : ambos hermanos fundaron una sociedad que instalo una fabrica de almidón, una destilería de alcohol y la Cervecería Germania, ubicadas todas ellas en al zona de Capurro , donde actualmente se levantan las instalaciones de ANCAP . Otra importante iniciativa del Ing. Juan Alberto Capurro, fue la formación de una sociedad denominada “Gran Balneario en Playa Honda” , cuyo capital integraron distinguidas personalidades de la banca , la industria y de la política. Dicha sociedad confió al Arq. Juan Tossi la confección de los planos de un hotel a construirse en Capurro frente a la “Playa Honda” , con capacidad para 450 pasajeros en 285 habitaciones y dotado de un gran Restaurante, con amplias terrazas, gimnasio y sesión hidroterápica así como también de un amplio local al aire libre para cervecería y teatro, con pabellón de música y desembarcadero y una vaquería al fondo de los jardines que rodearían al suntuoso hotel. Su costo fue estimado en $ 650.000 y el precio de la pensión completa seria de $ 2.50 por día y por persona. Sin embargo tan ambicioso proyecto , concebido en medio de la euforia de los años 1887 y 1890 , conocida como la “época de Reus” , como tantos otros proyectos, se frustraron al sobrevenir la crisis de 1890 que aparejo la quiebra de los Capurro. En consecuencia, asimismo , cesaron en su actividad la fabrica de almidón y la cerveza, pasando la destilería de alcoholes a propiedad del francés Meillet. En cuanto a la extensa propiedad de 24 manzanas cuadradas, fue fraccionada y vendida permaneciendo solo el solar donde estaba edificada la casa quinta en poder de la familia. A comienzos de este siglo, la casa fue alquilada a la Dirección General de Instrucción Publica para sede de las Escuelas Nos. 47 y 108

(Queridos lectores con el número de Noviembre-11 ofreceremos la 3era parte de esta nota…)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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