Esta sección pretende ser una recopilación de material escrito sobre nuestros indígenas, con la finalidad de revalorizar su existencia, trayendo al presente a tan grande protagonista de las luchas por las libertades de nuestra tierra. Crónicas de viajeros, navegantes, militares han plasmado sus primeras impresiones al encontrarse con nuestros indígenas. Es bueno pues dejar que esas crónicas tomen carácter de testimonios para conocerlos un poco más…
Fuente TIERRA DE LIBERTAD – Selección de textos Maestro Alfredo Gadino – Ilustración y diseño Horacio Añón.
HACE CUATRO SIGLOS Y MEDIO
En las cercanías de la desembocadura del arroyo Solís…
La gente de esta tierra son hombres muy robustos y grandes : de rostro son muy feos; traen el cabello largo : algunos se horadan las narices y en los agujeros traen metidos unos pedazos de cobro muy brillante; todos andan cubiertos de pieles; duermen en el campo donde les anochece; no llevan consigo otra cosa que pieles y redes para cazar ; usan como arma una pelota de piedra del tamaño de la bala de un falcón y de ella sale un cordel de una braza y media de largo y en el extremo lleva una borla grande de plumas de avestruz : y tiran con ella como con honda. No comen más que carne y pescado ; son muy tristes y la mayor parte del tiempo lloran. Cuando muere alguno de ellos según el parentesco, así se cortan los dedos: por cada pariente una articulación, vi que muchos viejos no tenían mas que el dedo pulgar. Su habla gutural como la de los moros (Pero López de Souza de “Diario de navegación” (Año 1531)
LA NACION CHARRUA
La nación charrúa fue antiguamente muy numerosa; extendiase desde la costa del Paraná septentrional, hasta las riberas del mar del Norte; gente muy belicosa, crecida y animosa.
Siendo tan inconstantes y variables, como todos los indios muestran su genio aun en sus habitaciones, que son portables, formadas de cuatro palos y unas débiles esteras que las plantan donde les coge la noche ; con que teniendo tan pocas raíces en la tierra, fácilmente se trasponen a otra parte sin que se les conozca sitio determinado ni asiento fijo ; sino, hoy aquí, mañana allí , siempre peregrinos y siempre en su patria, hallándose en todas partes para su útil y gozando los frutos del país según las estaciones del año; pero en tiempos de guerras, retiran sus rancherías a los bosques más cerrados y espesos, donde sea difícil penetrar, y andan muy vigilantes de día y de noche con perpetuas centinelas. Arman guerra con los comarcanos, por causas muy ligeras, y su modo de pelear es levantando al embestir, un horrendo y bárbaro grito que espante a sus enemigos. Estos suelen ser más ordinariamente otra nación llamada de los yaros, tan bárbara como la charrúa : y por muchos años, fueron enemigos jurados de los guaraníes de nuestras reducciones quienes padecieron de ellos asaltos continuos, en los pueblos del Yapeyú y la Cruz que son las fronteras. En todas estas costumbres , son semejantes a los charrúas los yaros mencionados, los martidanes , y los genoas. Estos viven entre el río Uruguay y el mar del Norte, en tierras poco sanas; comercian con los portugueses de la Colonia de Sacramentos, de quienes reciben alfanjes y lanzas para sus guerras , por el interés de ser ayudados de ellos, para hacer corambre en las vaquerías de los castellanos. Para convocarse unos a los otros en tiempo de guerra, se valen de humos, o del resplandor de grandes hogueras que enciende cada cacique en su territorio; con que si distan mucho unos de otros, avisan con estos correos, en cuya inteligencia están muy diestros, que hay muchos o pocos enemigos ; y cuando es necesario unirse toda la nación a la defensa. (Pedro Lozano de “Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán”
ASI VIO UN ESPAÑOL A LOS INDIGENAS
Regulo la estatura media de los Charrúas una pulgada superior a la española; pero los individuos son más igualados, derechos y bien proporcionados, sin que entre ellos haya un contrahecho o defectuoso, ni que peque en gordo ni en flaco. Son altivos, soberbios y feroces; llevan la cabeza derecha, la frente erguida, y la fisonomía despejada. Su color se acerca tanto o más al negro que al blanco, participando poco de lo rojo. Las facciones de la cara, varoniles y regulares; pero la nariz poco chata y estrecha entre los ojos. Este algo pequeño, muy reluciente, negro, nunca de otro color, ni bien abiertos. La vista y el oído doblemente perspicaces que los de los españoles. Los dientes nunca les duelen ni se les caen naturalmente aun en la edad muy avanzada, y siempre son blancos y bien puestos. Las cejas negras y poco vestidas. No tienen barbas , ni pelo en otra parte, sino poco en el pubis y en el sobaco. Su cabello es muy tupido , largo, lacio, grueso , negro , jamás de otro color, ni crespo, ni se les cae: sólo encanece a medias en edad muy avanzada. La mano y pie algo pequeños y más bien formados que los nuestros : el pecho de las mujeres no tan abultados como el de otras naciones de indios. No se cortan el cabello, y las mujeres le dejan flotar libremente pero lo atan los varones y los adultos ponen en la ligadura plumas blancas verticales (…)
Nadie cubre la cabeza y los varones van totalmente desnudos sin ocultar nada ; pero para abrigarse cuando hace mucho frío , suelen tener una camiseta muy estrecha de pieles sin manga ni cuello (…) No tienen juegos, bailes , cantares ni instrumentos músicos , tertulias ni conversaciones ociosas y les es tan desconocida la amistad particular, como que nunca se avienen dos para cazar, ni para otra cosa que para la común defensa. Su semblante es inalterable, y tan formal que jamás manifiesta las pasiones del ánimo. Su risa se limita a separar un poco los ángulos de la boca, sin dar la menor carcajada. La voz nunca es gruesa ni sonora, y hablan siempre muy bajo, sin gritar aun para quejarse si los matan: de manera que si camina uno diez pasos adelante , no le llama el que le necesita, sino que va a alcanzarle (…)
Los varones cabezas de familia se juntan todos los días al anochecer, formando círculo sentados en sus talones, para convenirse, en las centinelas que han de apostar y vigilar aquella noche, porque nunca las omiten, aun cuando nada teman. Dan cuenta allí de si en lo que han caminado aquel día han descubierto indicio de enemigos, y hace cada uno relación de los campos adonde irá a cazar. (Félix de Azara de “Historia del Paraguay y del Río de la Plata”)
EL INDIO
Fernán Silva Valdés de “Poemas Nativos”
Venía
no se sabe de dónde.
Usaba vincha como el benteveo,
y penacho como el cardenal
Si no sabía de patrias sabía de querencias.
Lo encontró el español establecido;
pescador en los ríos, cazador en los bosques,
bravío en todas partes, y cerrándole el paso
con arreos de guerra, vivo o muerto,
siempre como un estorbo, siempre como una cuña
entre él y el horizonte.
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Modelando en barro de rebeldías,
pasa como una sombra, desnudo y ágil,
por los senderos ásperos de la Leyenda.
Esbelto, musculoso, retobado en hastío,
entre cobre y rojo estaba su color;
una señal de guerra le hacía punta a su instinto
y entonces, por sus venas
en vez de correr sangre corría sol.
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Vadeaba los arroyos en canoas;
entraba a las querencias de las fieras,
o ambulaba durante varias lunas
en una aspiración horizontal
-Curtido de intemperie,
rojo de sol o húmedo de tormentas-
en los días rayados de chicharras
o en las noches tubianas de relámpagos.
La conquista española enderezó sus rumbos;
y las tribus que erraban por rutas diferentes
se ataron en un haz, alrededor de un jefe,
para rodar a un tiempo
como las boleadoras.
No sabía reír ni sabía llorar;
bramaba en la pelea como los pumas,
y moría sin ruido, cuando mucho
con un temblor de plumas, como mueren los pájaros.
NOTICIAS SOBRE LOS MINUANES
Todos tienen la cabeza y los pies desnudos, no llevando otra vestimenta que el manto. (…). Unos lo colocan sobre el hombro derecho y otros sobre el izquierdo, con el pelo hacia afuera o hacia adentro, según llueva o haga buen tiempo. Los que yo he visto estaban bien conformados; tenían el cuerpo derecho, la pierna y el brazo bien torneados, el pecho ancho, todos los músculos del cuerpo bien definidos. Frente alta , boca grande, nariz ancha, un poco aplastada hacia la punta, labios de mediano grosor, dientes blancos, cabellos largos, negros, caídos negligentemente alrededor del cuello, e inclusive , algunas veces sobre la frente. Los hombres pasa la vida dedicados a la caza, a la pesca y a andar a caballo , siendo así que son excelentes jinetes. Los viejos presiden cada toldería y permanecen en sus habitaciones con los jóvenes y las doncellas que aún no tienen fuerzas como para hacer un trabajo pesado. Toda su forma de gobierno consiste en respetar a los ancianos. Son notablemente diestros en el manejo del lazo , la lanza y el arco ; raramente fallan un tiro de lazo , inclusive a caballo , y corriendo a rienda suelta (Dom. A. J. Pernetty de “Descripción de Montevideo durante la gobernación de J. J. de Viana -año 1764)
OTRO TESTIMONIO
Su estatura es prócer y muy membrudos : su color americano o de bronce ; su pelo negro, grueso y largo un poco cortado por la frente ; la barba muy escasa y solamente la tienen en el labio superior formando largos bigotes y muy pocos pelos en la perilla o barba; los ojos negros algún tanto oblicuos y no tan chicos como se ponderan ; la cara más bien es larga y ancha; la parte inferior del rostro estrecha ( y anchas las espaldas) ; la frente no muy chica : los dientes bien conservados y muy iguales ; boca y labios regulares ; nariz un poco aguileña ; pies y manos pequeños. En una palabra, nada tienen de monstruoso ni deforme los hombres primitivos del país que ocupamos y que eran los verdaderos dueños de esta campaña. Sus armas son la lanza, la flecha , la honda y las bolas. La primera y la última son de la caballería; ambas temibles. (…)
Las manejan con una destreza increíble y las hacen aún más temibles por su fuerza y su destreza en el caballo. De las bolas usan contra los jinetes y son tres, cada una con una cuerda de una braza que cuelgan del mismo nudo, y tomando una de ellas revolotean las otras dos, como se hace con la honda, y después que han tomado impulso, las arrojan contra los pies de los caballos , los que sintiéndose enredados corren y dan de coces y con esto se acaban de enredar y caen ; otras veces dan con ellas a los mismos jinetes, los que también aturdidos caen en tierra: las hay que pesan media libra y las menores las usan para los avestruces juntándose muchos para ello, pues son muy ligeras esas aves(…) (Dámaso Antonio Larrañaga (1813)
EL URUGUAY INDIGENA
Por Renzo Pi Hugarte
Cuando se habla de los indígenas del Uruguay, todos evocamos los mapas etnográficos escolares, en los que aparecen nombres de charrúas, yaros, bohanes, guenoas, minuanes, chanáes y arachanes, cada uno situado en la zona que supuestamente ocuparon. Descartado el hecho de que tales mapas comporten muchos desajustes espacio-temporales por mezclar las ubicaciones que tuvieron los grupos en épocas distintas, hemos de ver qué realidades sociales y culturales suponen tantos nombres, es decir, si efectivamente , habitaron nuestro país tantos pueblos diferentes. Ofrece dificultades el deslinde de los pueblos indígenas cuando se parte de las denominaciones atribuidas por el conquistador y dado el nomadismo de aquellas, que aumentó las confusiones. Podemos señalar a partir de la época de la conquista tres entidades culturales perfectamente diferenciables:
- La macro etnia charrúa , compuesta en nuestro país por los charrúas propiamente dichos, los guinuanes (nombre dado a los minuanes o guenoas) , los bohanes y los yaros, y en las zonas próximas de la Argentina por otras parcialidades que recibieron denominaciones variadas. El nivel cultural de las entidades correspondientes de la macro etnia charrúa era el de los cazadores superiores, presentando rasgos comunes con los otros pueblos también cazadores del Chaco , Pampa y Patagonia.
- Los chanáes , cuyo hábitat se sitúa preferentemente al occidente del río Uruguay. Su nivel cultural correspondía probablemente a una etapa de tránsito entre la economía basada en la caza a distancia (arco) y probablemente la pesca, y la agricultura incipiente.
- Los enclaves guaraníes situados en el bajo Uruguay y en las costas del Plata hasta la desembocadura del Santa Lucía, formados por pueblos de este origen procedentes de la región del Delta del Paraná. Se ubican también en el nivel e los agricultores inferiores aunque en grado que el correspondiente a los chanáes. Tanto los chanáes como los guaraníes dejaron una cerámica más elaborada que se halla siempre relacionada con otros rasgos culturales correlativos: agricultura y sedentarismo. Dado su nivel primario, esta modalidad socioeconómica no prescinde de otras actividades complementarias como la caza y la pesca. En este sentido se admite de modo general que tales fueron canoeros.
DERROTA DE LOS CHARRUAS
Por. Aníbal Barrios Píntos
De “Historia de los pueblos Orientales”
Los primeros caballos que llegaron y quedaron en nuestro territorio fueron de origen asunceño, habiendo sido traídos en 1574 desde Santa Fe por su gallardo fundador Juan de Garay. Un testigo presencial, el arcediano Martín del Barco Centenera, evoca asi el emotivo instante en que llega con Días Melgarejo al encuentro de Garay, que orillando el Paraná venía en auxilio del adelantado Juan Ortiz de Zárate.
“ Que pena que dolor no mitigara
El ver al buen Garay por aquel llano…”
Y mientras el bergantín va navegando hacia San Salvador, en tierra oriental le espera una sorpresa al gallardo vizcaíno : los charrúas , que a la aurora del día siguiente “vienen en son de guerra” . Posiblemente en tierras del extremo norte del departamento de Colonia o , con menos probabilidades en el sur de Soriano, se entabló el combate. Según el clérigo extremeño fueron treinta y tres los que entraron en acción con Garay :
“Doce caballos se ensillaron,
El Capitán con once compañeros,
Que muchas de las sillas se mojaron,
Salieron veintidós arcabuceros;
Los bárbaros a vista se llenaron
Con orden y aparato de guerreros,
Con trompas, y bocinas y tambores
Hundiendo todo el campo de rededores”
Garay dice que eran treinta en total. Allí , según sus lacónicas expresiones “Castigué y desbaraté los indios que habían muerto a los españoles ( de Ortiz de Zárate) con harto riesgo de mi persona, porque me mataron el caballo y estaba caído y malherido entre los enemigos , de donde rescaté cinco o seis españoles que habían cautivado”
Treinta es seguramente el número de pobladores de Santa Fe que acompañaron a Garay. Lo dice el mismo Barco Centenera en un canto anterior.
“Partió con treinta mozos valerosos
Y veintiún caballos y servicio
En balsas y los mozos deseosos
De guerra que le tienen por oficio”
Por primera vez los charrúas, capitaneados por Zapicán, se enfrentan en áspero combate con hombres adiestrados en la lucha contra los indígenas que acuden al combate cabalgando. Pero su presencia no infunde pavor a los bravos hijos de esta tierra, que dejan sus vidas abrazados a los equinos, como aquél que matara a puñaladas Osuna, al intentar cortar con los dientes las riendas del caballo y el llamado Abayubá por Barco Centenera, que muere lanceado por Leyva, luego de cortar la rienda de su caballo, también con los dientes.
“Que tantos por el suelo van rodando
Cuantos caballo y lanza van tocando”.
LA MUERTE DE LOS CACIQUES
Zapicán, el cacique más anciano,
Ya cayó en la batalla.
Despues que por Garay, en la llanura,
Vio deshechas sus tribus más bizarras.
Sopló la muerte y apagó en sus ojos,
Sedientos de venganza
El último fulgor. Pero aún la muerte,
Desde aquellas pupilas amenaza,
Cuando las tribus, con clamor inmenso,
Del combate separan
El cadáver, envuelto en los vapores
De la caliente sangre que derrama.
……………….…………………………………
¡También Abayubá cayó en la lucha!
Abayubá, a quien llaman
En vano, con sus grandes alaridos,
Las tribus que el cacique acaudillaba.
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¿ Y añagualpo, el gigante, y Yandinoca?
También sus sombras vagan
En la noche sin lunas, y se envuelven
En el triste vapor de las montañas.
¿Qué fue de Tabobá? Tambien ha muerto.
Buscaba en el combate la venganza
De Abayubá, cuando del sueño frío
Sintió en los huesos la corriente helada.
El fiero Magaluna,
Ligero como el tigre, de abalanza
Al cuello del corcel del enemigo
Al que los dientes y las uñas clava:
Se agita, grita, ruge
Mientras el jinete el pecho le traspasa;
Sólo la muerte lo desprende, y , yerto
El cuerpo solo se desploma, y calla.
No volverá a tenderse
El arco de algarrobo que ajustaba
La mano de Yací , del joven indio
Que daba muerte al yacaré en las aguas;
No encenderá sus fuegos
En los bosques del Hum, ni en sus barrancas,
El valiente Terú; las sombras negras
Gimen , cuando se posan en sus armas.
Murió Yandubayú, ¡ también ha muerto !
Jamás en su piragua
Vendrá a buscar a Liropeya; nunca
Se oirá su voz en medio de la batalla.
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Y todos han caído,
Uno tras otro, en la desierta pampa;
Y nadie abrió sus párpados; la noche
Bajo de ellos quedó, la noche larga,
Triste, sin lunas, la del viento negro,
En la que nunca aclara.
Ya no se mueven los caciques indios,
No encienden fuegos; para siempre callan…
(Juan Zorrilla de San Martín – de “Tabaré”)
CON LA CRUZ Y EL ARADO
Al término del gobierno de Hernandarias, y a propuesta suya, en 1617 los inmensos territorios del Adelantazgo rioplatense fueron divididos por la Corona Española en dos gobernaciones : la del Gayrá al norte , cuyo centro sería Asunción, y la del Río de la Plata al sur, con su capital en Buenos Aires. (…)
Los primeros gobernadores de Buenos Aires comenzaron entonces a preocuparse de la “banda oriental” del río Uruguay comprendida dentro de su jurisdicción, cuyos primitivos moradores se habían resistido exitosamente a la conquista por la fuerza de las armas. En su lugar recurrióse a los medios pacíficos enviando a sacerdotes “misioneros” para enseñar a nuestros aborígenes las creencias y principios morales de la religión cristiana; se procuraba reprimir sus feroces instintos haciéndolos capaces para convivir en paz con los hombres blancos, y gozar de las ventajas espirituales y materiales de que disfrutaban los pueblos civilizados del mundo. Desafiando peligros y dificultades los primeros “misioneros” franciscanos y jesuitas vinieron de Buenos Aires en frágiles canoas a comienzos del Siglo XVIII. Desembarcando en la región sudoeste de nuestro territorio. Al verlos sin armas y en actitud de paz nuestros indígenas les dejaron avanzar tierra adentro, y aún les recibieron con muestras de respeto y regocijo. Algún tiempo después , ayudados de los industriosos “chanás” , levantaron un pequeño villorio en la isla del Vizcaino, poblada pocos años antes de ganado por Hernandarias, al que pusieron por nombre Santo Domingo Soriano (¿1624?) , y donde aquellos fueron a vivir con sus familias bajo la protección y guía de los “misioneros” quienes les enseñaron las primeras prácticas del cultivo. Otros poblados llamados “reducciones” fueron levantados pocos años después en la zona del actual departamento de Colonia, tales como las de Espinillo, Víboras, Aldao. Poco tiempo después esta paciente labor misionera fue arruinada por la codicia de otros hombres que llegaron a nuestro suelo atraídos por sus inmensas e inexplotadas riquezas naturales.
(Alfredo Castellanos de “Breve historia de la ganadería en el Uruguay)
INDIAS DE LEYENDA
De las varias etnias indígenas que poblaban nuestro territorio, los charrúas fueron los legendarios, temibles guerreros que resistieron la ley española primero y la criolla después, hasta su propia desaparición como pueblo. Junto con yaros, bohanes, guenoas, guaraníes y chanás cruzaron el territorio, con sus fisonomías y prácticas culturales diversas. También otras etnias, no originarias de este territorio, pero allegadas a él por la fundación de ciudades y reducciones, se les sumaron en el siglo XVIII : serranos , pampas , Quilmes, guaycurúes y collas. Medio siglo después de fundada Montevideo, vivían en la ciudad y su jurisdicción unos 271 indígenas, que junto con 147 pardos, mestizos y mulatos, y 71 negros, hablan de diversidad en una población que en 1773 era de 3.322 personas. Pero es en extramuros que reinan, corriendo sus zonas de acción cada vez más hacia el norte, a medida que el poblamiento avanza. Los charrúas fueron transformados en leyenda por la historiografía del siglo XIX : Bauzá habla de la “nación charrúa” y remonta a ella los orígenes mismo de la identidad, mientras que Zorrilla de San Martín sintetiza en “Tabaré” la aureola romántica que rodea a los símbolos nacionales. Con más realismo fueron retratados por sus contemporáneos, especialmente por aquellos que los ven tempranamente, antes que la aculturación modifique sus costumbres y vestimentas. En 1531 el navegante portugués Pedro López de Sousa tiene un encuentro con charrúas , a la altura del actual departamento de Colonia, y cuente que “todos sin armas y con mucho placer venían a abrazarnos”. Agrega que “hacía mucho viento y mucha mar ; y ellos me hacían señas para que entrase en un río que estaba junto a sus tiendas. Mandé un marinero a nado a ver si tenía buena entrada y vino diciendo que era muy estrecho y que dentro había poca seguridad pues la gente era mucha ; que le parecía que eran unos 600 hombres ; que lo que parecían tiendas o carpas eran cuatro esteras que formaban una casa cuadrada, descubierta por arriba ; ropa no les vió ; tenían redes iguales a las nuestras. En vista de esto me despedí de ellos ; les dí mucha mercadería y ellos me dieron mucho pescado; venían detrás de nosotros, unos a nado y otros en almadías ; nadaban más que delfines , pues avanzaban tanto como nosotros que íbamos con viento muy fresco a popa. Estos hombres son todos grandes y robustos y parece que tienen mucha fuerza. Las mujeres son todas muy bien parecidas. Se cortan también los dedos como los del Cabo de Santa María , pero no son tras tristes” . El avance hispano y la introducción del caballo desataron la resistencia charrúa y convirtieron en leyenda a aquellos jinetes. Montaban en pelo, siendo su destreza y su famoso grito de guerra elementos que aterrorizaban al enemigo. Una de las descripciones físicas más detalladas la dio el naturista francés D ´Orbigny , en 1829 : talla media, entre 1.68 y un máximo de 1.76 , musculosos, piel moreno-oliva , tirando a negruzca , pómulos salientes, nariz aguileña, ojos pequeños, negros y hundidos , hermosos dientes en una boca de labios gruesos, lampiños de cara, con un cabello largo, grueso , negro y lacio. Su organización social sorprendió muchas veces a los blancos, por eso Azara anotó con sorpresa “todos son iguales, ninguno está al servicio del otro” , mientras el religioso Reginaldo de Lizárraga observó que en su código de honor daban enorme importancia a la palabra dada. Fueron compañeros de ruta de la revolución que estalló en 1811 , y la custodia personal de Artigas en diversas ocasiones, aunque no se incorporaron como pueblo en forma plenamente orgánica, a un movimiento que , si bien contempló su problemática, no fue indigenista.
CHARRÚAS PINTADOS
También ellos fueron hombres de esa amplia frontera . Jean Batiste Debret, pintor francés que vive en Brasil entre 1816 y 1831 , vio charrúas civilizados en la zona de Santa Catarina actual, y los describe andando siempre a caballo, envueltos en ponchos, mientras que el resto de su indumentaria es copiada de los hispanoamericanos, con un gran cuchillo o facón en la cintura o escondido en las botas, dedicados al comercio de animales o , bajo el nombre de peones, sirviendo de guías a los viajantes. Lo impresionó su extrema suciedad y que vivían “cercados de manadas de caballos salvajes, cuya carne prefieren a cualquier otro alimento”. Agrega que “su única vestimenta es un bicuis (especie de pequeño pantalón extremadamente corto) y su principal ornamento consiste en una pasta de barro roo (thoia) mezclada con grasa de caballo y con la cual pintan sus rostros” Los charrúas de la Banda Oriental hicieron del caballo su posesión más apreciada, al punto que los guerreros pedían que a su muerte los sacrificaran, para que los acompañaran en la tumba.
CHARRÚAS - CARACTERÍSTICAS GENERALES
El patrimonio charrúa con que contamos es preferentemente lítico. Presentes en el momento de la conquista, fueron en su mayoría diezmados. La ferocidad que se relata en crónicas de la época probablemente se deba a la resistencia que hicieron al invasor. No practicaban el canibalismo ritual, este es el rasgo que los diferencia netamente de los tupí guaraníes.
Eran el grupo indígena predominante de la Banda Oriental. Se ubicaron principalmente en las costas del océano Atlántico, el Río de la Plata y el río Uruguay, extendiéndose a todo el interior del país.
El nombre Charrúa sirve como genérico para todos los núcleos cultural y lingüísticamente afines con ellos, como los Guenoas en el norte, los Yaros en el suroeste, y los Bohanes.
También los Minuanos que de la parte meridional de Entre Ríos se desplazaron en el siglo XVII, hacia el este del río Uruguay, al sur del río Ibicuy.
¿CÓMO VIVÍAN?
Eran nómadas; vivían de la caza y la recolección. Las armas para cazar eran sencillas: arco y flecha, mazas, lanzas, rompecabezas, bolas y boleadoras. También se utilizaban para la guerra.
Cazaban avestruces, carpinchos, venados, mulitas, lagartos, liebres, etc.
Recolectaban frutas, raíces, huevos, miel, moluscos, etc.
Hicieron sus tiendas con cueros y esteras, las viviendas eran de poca altura y pequeñas, confeccionadas con ramas y juncos poseían diferentes formas, sólo se usaban para dormir y el fogón se hacía al aire libre. Cuando se trasladaban las llevaban con ellos.
Practicaban el trueque con tribus vecinas de donde obtenían buenos recipientes de cerámica, vestidos de algodón y yerba mate.
¿CÓMO SE ORGANIZABAN?
Se organizaban en familias y tribus. Los jefes podían tener varias mujeres, pero el grupo familiar se constituyó generalmente entre la mujer y sus hijos pequeños que necesitaban protección. La mujer preparaba el alimento. Los hombres cazaban.
Algunas tribus poseían un cacique especialmente en caso de guerra.
En momentos de peligro actuaba un consejo de ancianos.
En su organización social no reconocieron diferencias.
CREENCIAS
Creían en un espíritu del mal, llamado gualicho al que atribuían el origen de las enfermedades y de la mala suerte. Practicaban la magia para espantar a los espíritus malignos y los curanderos se encargaban de realizarla. Cuando moría un pariente los hombres se sometían a castigos, se atravesaban los brazos y las piernas con varas; y las mujeres solían mutilarse una falange de los dedos. Enterraban a sus muertos, generalmente al pie de una elevación. Sobre la tumba se colocaban las pertenencias del muerto: armas, adornos, pieles, etc.
Luego que se conoció el caballo era costumbre sacrificarlo junto a la tumba del dueño o atarlo en una estaca próxima. Todas estas creencias indicarían la creencia en la vida de ultratumba.
COSTUMBRES
Físicamente eran altos, de ojos pequeños, tenían el pelo negro y lo usaban suelto y adornado con plumas. Cuando se vestían usaban el chiripá, trozos de cuero que pasaban entre las piernas, y un manto de pieles. Las mujeres andaban enteramente desnudas, pero en invierno solían cubrirse con mantos. Los adornos eran pocos y consistían en plumas y caparazones de moluscos. Acostumbraban a tatuarse y para la guerra se pintaban la mandíbula de blanco.
Fueron rústicos artesanos. Trabajaron la piedra, la madera, el hueso, y el barro Construían vasos y ollas de barro negro que utilizaban para cocer sus alimentos. Eran cacharros semicrudos, sin asas, lisos o decorados con líneas y puntos, sólo presentan un barniz ocre o rojo.Los Charrúas fueron belicosos y aguerridos. Su táctica militar era muy simple, se basaba en la sorpresa sobre el adversario, atacaban en masa, dando gritos y ademanes para impresionar; además realizaban emboscadas, ataques fingidos y fugas falsas
De su lengua se conocen pocas voces y no se sabe bien a que familia linguistica pertenece.
Tradicionalmente se sostiene que contaban hasta diez y que tenían cierto conocimiento del pasado
LOS CHANÁS
Según Renzo Pi Ugarte:
"Pocos son los datos relativos a la cultura de los chanaes...(además) de su temprana extinción ...En las escasas y antiguas fuentes... se les asigna muchos rasgos característicos de la macro etnia charrúa...También se ha señalado un proceso de guaranización de los chanaes...Su sistema económico, basado en la caza, pesca y agricultura inferior de maíz, calabazas y porotos, supone un distingo muy significativo con la macro etnia charrúa. Sus vestidos eran el "quillapí" de tipo charrúa...Sus marcas étnicas ..perforaciones del tabique nasal y de las orejas...los hombres llevaban además el "barbote" en el labio inferior..."
Si se tiene en cuenta las características de su vida se les puede dividir en dos secciones: la paranaense, para la cual se usa la designación Chaná Timbú, y la uruguaya o chaná.
¿CÓMO VIVÍAN?
Constituyeron, después de los charrúas, el grupo más importante con asiento fijo en el país.
Vivían en una serie de pueblos ubicados sobre el río Uruguay inferior y el Río de la Plata. Además ocupaban territorios en la cuenca del Paraná y en la región insular de Entre Ríos.
Sus armas eran el arco, la flecha y la maza.
Su actividad económica se basaba en la caza, la pesca y plantaciones de maíz, calabaza y porotos. Sabían además desecar y ahumar el pescado
COSTUMBRES
Físicamente eran altos. Vestían el clásico manto de pieles y usaban adornos en orificios que se hacían en la nariz y en las orejas. Las mujeres usaban una tela de la cintura hacia abajo; usaban el cabello largo y se tatuaban el cuerpo.
Las telas usadas por las mujeres tal vez las confeccionaran ellos, pero se supone que las obtuvieran por trueque con los guaraníes.
Su cerámica es más rica que la charrúa, y a veces, fabricaban cacharros con asas.
El idioma es desconocido, pero en el siglo XIX hablaban uno emparentado al de charrúas y afines, por ello conforman un grupo lingüístico común
LOS GUARANÍES
¿CÓMO VIVÍAN?
Constituyeron uno de los grupos más difundidos de toda América. Se ubicaban en varias regiones: Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay.
En nuestro país, se establecieron solamente pequeños grupos, pero tuvieron gran influencia.
Cuando llegaron los españoles, había un millón quinientos mil guaraníes. Hoy sólo quedan unos pocos grupos esparcidos por el sur de Brasil, Paraguay y Norte Argentino
CREENCIAS
Creían en un ser superior, principio de todo bien al que llamaban Tupá y en demonios ambulantes. Creían en la vida futura, en un paraíso, la Tierra sin mal,y enterraban a sus muertos en tinajas de barro con sus armas y objetos personales.
Según la creencia guaraní, el hombre tiene dos almas. Gracias a una de ellas, las personas pueden hablar y son inteligentes. La otra alma, viene de los animales, y marca el carácter del individuo. Practicaban la antropofagia ritual: comían a sus enemigos para adquirir su fuerza. Probablemente Solís fue muerto y devorado por guaraníes
COSTUMBRES
El hombre andaba enteramente desnudo. La prenda típica de la mujer era el tipoy.
Fueron excelentes alfareros. Fabricaban grandes recipientes que utilizaban para hacer fermentar sus bebidas. Hacían cerámica lisa y pintada o con relieves hechos con los pulgares. Hicieron platos, ollas, urnas funerarias y pipas para fumar.
Sabían tejer y poseían un gran dominio de la herboristería, conocían los usos medicinales y las propiedades de muchas plantas.
Practicaban la navegación, en piraguas de madera recorrieron todo el Paraná, el Uruguay y la región deltaica.
Su idioma es el más generalizado, por su expansión y por haber sido el idioma de catequización de los misioneros que lo adoptaron como lengua general. El guaraní es el idioma que más nombres de animales y plantas dejó para la biología.
Los guaranís tuvieron un importante papel en la fundación de varias de las actuales ciudades y pueblos del Uruguay. Paysandú nació como puesto de avanzada para las expediciones misioneras a la Banda Oriental en busca de ganado.
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