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PIDO PERMISO PARA HOMENAJEAR A MI MADRE
El 10 de octubre estaría cumpliendo 100 años de vida.

Por. Julio César Romero Magliocca


   
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Cierro los ojos y recuerdo aquellos tiempos de mi querida niñez en Colón, allí frente al monte de Mailhos el que se encuentra pegado al de la Francesa…Los inviernos en el barrio eran complicados, mucha humedad, después del medio día todo era sombra ya que el sol se escondía tras los picos altos de esos añejos eucaplitus. En los días de tormenta, siempre cruzábamos los dedos de que uno de esos árboles no cayeran sobre nuestra casa… El mate calentito de las mañanas de fin de semana bajo el sauce que estaba pegado a casa era el lugar elegido para conversar, mi madre se levantaba temprano para preparar todo, con mi hermano íbamos llegando a ese momento religioso de compartir. Mi madre fue una mujer que fue preparada en sus estudios para ser concertista de piano, lamentablemente nunca la vi tocar, pero mis tías me contaban que era muy buena, había estudiado con un gran pianista que tuvo nuestro país, Baranda Reyes era su nombre. Rescato de mi madre su optimismo, incluso ante los mayores fracasos, tenía una frase que decía así:  “Mañana vamos a estar mejor”.
Tenia el arte de arreglarse siempre con lo que tenía , aplicando el ingenio, uno de los ejemplos y quizás lo harían todas las madres por aquellos tiempos, desarmaba buzos que nos quedaban chicos y sin uso para nosotros, entonces pasaba haciendo ovillos de lana, para luego juntar las agujas de tejer y crear por ejemplo colchas multicolores que nos iban a resguardar del frío. Soy de la época que nuestra estufa era el primus y la maceta que ayudaba a calentar los ambientes, a la hora de acostarnos el porrón con alguna botella de sidra fuerte y un corcho, esto calentaba nuestros pies en los fríos inviernos.

 

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Cuantas veces la veía en aquellos inviernos crudos, doblada frente a la pileta sacando el agua del aljibe para que nuestra ropa luciera bien limpia. Al mismo tiempo que escribo se me estruja el pecho en pensar cuanto frío tendrían esas manos luego de hundirlas una y otra vez en aquella agua helada.
Ella en tiempos de la dictadura tuvo que hacer las veces de madre y padre al mismo tiempo, por lo que era una loba al momento de defendernos ante cualquier intercambio no amistoso u ocasional. La veo y la dibujo al salir desde la escuela, allí junto al portón para esperarme, como relámpagos se aparecen imágenes de todo tipo. Otro que rescato, los días de feria trayendo el pescado y la verdura con la fruta en aquel carrito de feria medio chueco, allí mi pedido de que me cambiara algunas revistas con el famoso canje como se usaba. Hoy quiero decirte mirando al cielo, Gracias mamá por no dejarnos faltar nada, llenabas nuestro hogar con una sonrisa aunque las lágrimas golpeaban por salir, siempre disimulando momentos difíciles, fuiste una gran madre, la ley de la vida nos marca que en algún mojón debemos separarnos físicamente, no por ellos traicionaremos el recuerdo, por lo que te llevo siempre en mi corazón con el amor más fuerte, más latente…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





   
 


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