A los 14 años integró equipos juveniles en la ciudad de Salto. A los quince, jugó en Peñarol de la misma ciudad y a los 16 años integró el seleccionado departamental.
Debutó en el Primero de Peñarol de Montevideo en 1960, frente a Defensor.
Peñarol cayó ese día 2 a 1. Sumó en Peñarol una fantástica nómina de títulos, coronándose Campeón Uruguayo en 1960 , 61 , 62 , 64 , 65 , 67 y 68. Fue tres veces campeón de América y dos del Mundo. Campeón de la Supercopa en 1969, Campeón Sudamericano con la selección nacional en 1967.
“NADIE FUE A ESPERARME”
Corre el año 1957. Uruguay ha quedado eliminado del Mundial de fútbol con una catastrófica derrota de 5 a 0 frente a la selección de Paraguay, en Puerto Sajonia.
Un fin de semana cualquiera se enfrentan en la ciudad de Salto, un equipo local, seleccionado del departamento y Sud América, de visita por la capital litoraleña.
El encuentro atrae la atención popular. Desde temprano, las boleterías están cerradas a la espera del partido. Sud América lleva a Cacho Silveira, a Dorado, al golero De Gouveia y al entreala Zelmar Aguilera, entre otros.
Entre el público, un chico de quince años se acomoda para verlos. Pelo corto y la agilidad de su edad que le permite ganar un buen lugar. Mira atentamente cada jugador, cada acción en la cancha. En pocos años había aprendido algunas cosas y quería verificarlas. Le llamó la atención la forma de pararse, poner el pie y pegar de algunos jugadores visitantes y desde entonces comenzó a imitarlos.
En pocos años aquel chico salteño se convertiría en uno de los grandes jugadores uruguayos de todas las épocas. Abrazaría la gloria con Peñarol en sus mejores años, vestiría orgulloso la celeste y desarrollaría una vida plena de éxitos deportivos nacional e internacionalmente.
“Vine del potrero a la cancha, como muchos, y verdaderamente no pensaba de manera seria hacer del fútbol mi carrera. Quise dejar de jugar siendo apenas un niño y allí la posición de mi padre fue decisiva. El veía que tenía condiciones y me alentaba.
A los 16 años, yo jugaba en el seleccionado de Salto y ahí sí comencé a entusiasmarme con la idea. Alterné con Peñarol de la misma ciudad, hasta que me fueron a buscar.”
Arraigado en su niñez a un gran amor propio, “Pedrito”, como le llamaban cariñosamente en su ciudad natal, corría y ganaba en cada pelota. Insinuando una inteligencia distinta aprovechaba “la de cuero” en sus pies siempre de manera efectiva. Un pase allá, otro acá, su posición de entreala se iba confirmando hasta constituirse pieza fundamental para ganar los partidos.
“Siempre traté de perfeccionarme y tomar como ejemplo a quienes jugaban más que yo. Me incliné al armado ofensivo, donde hasta el día de hoy me desempeño. Sabía que era un puesto sacrificado y duro de permanecer, dada la cantidad de jugadores que a él se ofrecen, por ellos siempre pensé en superarme y nada más que superarme.”
El conocido juez de fútbol Francisco Mateucci lo trajo a Peñarol de Montevideo en 1960. La anécdota cuenta lo demás..
“Me acuerdo que llegué a Montevideo con gran ilusión. Mi familia toda estaba pendiente de mi futuro, también con esperanza. Cuando me bajé del ómnibus que me traía, no encontré a nadie. Ni dirigentes, ni otros jugadores. Nadie. Con las maletas en la mano, empecé a preguntar dónde quedaba la sede de Peñarol y cómo hacía para ir. Más tarde, estaba en la calle Maldonado, explicando que era Rocha, que había venido de Salto y que tenía que practicar en Peñarol…
Fuente : ESTRELLAS DEPORTIVAS – El Diario
GLORIAS DEPORTIVAS
PEDRO ROCHA (Parte II)
EL VERDUGO por. Miguel Muto y Julio Decaux
CAMPEÓN SUDAMERICANO
Del Sudamericano del 67, jugado en Montevideo, guardo un gratísimo recuerdo máxime cuando justo me tocó a mi meter el único gol del partido final con Argentina. Me acuerdo que Corazzo había logrado juntar un lindo grupo. Existía por sobre todas las cosas unidad, y mucha humildad. Allí no había estrellas rutilantes ni caudillos. El plantel estaba integrado por varios jugadores de equipos menores, y puesto por puesto, desde el golero al puntero izquierdo, cinchamos parejo a partir del debut con Bolivia hasta la final con Argentina y obtuvimos el premio a nuestro esfuerzo, coronándonos campeones invictos.
¿Mi gol a Antonio Roma?
Una de esas corazonadas que uno tiene. La jugada se inició contra la América, hacia la Colombes. De repente quedé en posición de tiro, y aunque estaba bastante lejos del arco, le pegué fuerte, de derecha. La pelota entró contra el palo derecho, baja, mientras Roma caía hecho un ovillo, sin poder retenerla. El Estadio, que esa noche era un verdadero volcán, pareció reventar. Sin dudas, una alegría muy grande. Máxime teniendo en cuenta que Argentina – que era sin duda, nuestro rival más difícil – tenía un señor equipo.
SIETE AÑOS EN BRASIL
En San Pablo encontré gente estupenda, y me adapté de inmediato. Afortunadamente cai bien en la “torcida” y Uds. Saben que allá el hincha exterioriza su pasión por el fútbol de una manera distinta. Acá había que preocuparse de los sueldos, de los premios, de las primas, de las cuotas. Allá, ¿saben de que hay que preocuparse? De entrenar y jugar. Nada más. Y cuidado, que no estoy atacando a quienes fueron mis dirigentes. Simplemente , que el sistema es distinto. Es mucho más poderoso.
Tuve la suerte con San Pablo de lograr campeonatos importantes, como el regional, que allá se le da mucho más importancia que al Nacional.
No me puedo quejar en absoluto de mi estada en Brasil. Por el contrario, todo me ha rodado sobre rieles. Por supuesto que yo siempre respondí con trabajo , esfuerzo y dedicación.
EL CLASICO INOLVIDABLE
Hacía dos o tres partidos que Peñarol le había confiado la titularidad. Debutó contra Defensor, como puntero izquierdo encuentro que terminó favorable a los violetas por 2 a 1. Posteriormente, fue ubicado en la punta derecha, donde actuó algunos partidos sin mayor suceso. Hasta que llegó el clásico. Con toda su carga de emotividad.
“Ud. no se imagina lo que encierra un clásico. Uno lo empieza a vivir desde el lunes anterior. Todos los preparativos, la emoción y expectativa del hincha, que se trasmite al jugador. En fin, para mí era como un sueño. El Estadio repleto, y el ruido ensordecedor de las hinchadas. Yo tenía el compromiso de jugar bien. De responderle a la gente que había confiado en mi.
Pero nos encontramos de entrada con que Nacional esa tarde era una verdadera máquina. Primero un zurdaso de Escalada y luego un golazo del “Yaya” Rodríguez que trajo al “Tito” y a William amagando desde el medio de la cancha, para sacar un balinazo a la entrada del área, pusieron el score dos a cero.
“Nacional era locatario y la América era un volcán. Me acuerdo que era una tarde de mucho calor y que Roberto Porta, que era el técnico tricolor, abrazó efusivamente a sus jugadores una vez terminado el primer tiempo. No era para menos. Prácticamente nos había pasado por arriba. Yo tenía la desazón del mundo. Debutar en un clásico y perder , poco menos que por goleada…”
Pero faltaba otro tiempo….
Es cierto. En los vestuarios, Roberto Scarone nos pidió por sobre todas las cosas, calma. Y entrega por supuesto. Conversó conmigo y me dijo que para el complemento yo fuera al mediocampo, que no me quedara fijo en ningún momento, que rotara continuamente.
“Francamente, esa tarde , en el complemento me salieron todas y el equipo de a poco fue tomando las riendas del partido. Por los diez minutos “Caito” Aguerre descontó con un tiro libre que rozó en la barrera y desubicó a Sosa. A nosotros el empate nos servía , ya que empatando nos clasificábamos campeones.
“Sasía jugó un partido estupendo y en dos maniobras sobre la izquierda dejó solo a Cabrera, que convirtió dos goles casi seguidos. Jamás me voy a olvidar del delirio de nuestra hinchada. Sinceramente, era lógico, porque en el primer tiempo prácticamente nos pasaron por arriba y en el segundo, no sólo empatamos – que ya nos servía - , sino que logramos el triunfo. Desde ese día – desde ese inolvidable día – quedé definitivamente como mediocampista”
GLORIA EN EL BERNABEU
Uno retoma ahora la verdadera dimensión de los triunfos que obtuvimos con Peñarol. Para nosotros era lo más simple disputar una semifinal de la Libertadores. La seguridad en nosotros mismos nos llevaba a encarar partidos de suma trascendencia con la mayor seguridad. Por eso aquellos dos claros triunfos contra el Real Madrid. Acá ganamos prácticamente como quisimos. Es decir, en ningún momento se nos escapó el partido. Siempre fue Peñarol el que estuvo mejor plantado, y tanto individual como colectivamente superamos abiertamente a los merengues.
Llegamos al Bernabeu con la tranquilidad de los dos puntos ganados en el Centenario y la convicción de que, equipo a equipo, era más el nuestro.
Se tomaron las providencias lógicas que impone el hecho de jugar como visitante, pero de ninguna manera fuimos a abroquelarnos.
Y lo planificado salió poco menos que al dedillo. Nuestra arma fundamental era lanzar en carrera a Spencer y Joya. Y así lo hicimos. Y los dos morenos, esa noche, volvieron a ser dos “infiernos”. No los podían parar con nada y fueron quienes crearon prácticamente los dos goles. El primero fue de Alberto , culminando una carrera impresionante, y el segundo lo hice yo, ejecutando un penal.
Pero si bien la obtención de la Copa Intercontinental significó una alegría inmensa, nada pudo compararse con lo de Santiago.
Por supuesto que ganarle al Real en su casa con comodidad y con la aprobación total de la prensa europea significa mucho para cualquier futbolista. Pero, le reitero. La finalísima contra River tuvo otro sabor. Contra el Real todo se hizo más fácil, menos trabajoso.
PELE, SPENCER Y ONDINO
El reconocimiento por los grandes del fútbol. La opinión mesurad y al análisis de quienes han merecido su admiración en las canchas. El Director Técnico del cual más aprendió y sus amigos que compartieron las alegrías de la victoria o el dolor de las derrotas..
¿A quién admiró Pedro Rocha como jugador?
“Bueno, conocí muchos jugadores y muy buenos. Por eso, de resaltar la figura de algunos sería injusto con otros pero, a través de estas décadas un fenómeno conocido mereció siempre mi admiración : Pelé. Lo vi juga y le enfrenté siempre con respeto, traté de aprender de él todo lo posible. Por eso lo destaco”
¿El Director Técnico?
“Ondino Viera, y tengo de él siempre fresco el recuerdo de Londres. Sabía y esperaba de nosotros todo. Días antes del partido con Inglaterra nos reunió y tomando unos saleros que habían en la concentración, comenzó a explicarnos. “Vos marcá a aquél, vos cubrí esta salida. Les digo muchachos que si hacen esto, los ingleses no nos ganan”. ¡ Y no nos ganaron , no más!”
Su rostro se ilumina. La charla continúa , y agrega: “ Y decí que contra Alemania vinieron los líos, porque ellos mismos declararon después que no sabían cómo habían ganado. Por eso te digo, Ondino sabía mucho de Fútbol que hoy se practica. De él también aprendí.”
¿Hiciste amigos en la cancha?
“Claro. Todos en Peñarol éramos amigos. Qué sé yo, te hablo de Milton Viera, “Tito” Goncalves, Pablo Forlán, Elías Figueroa, Spencer.
Fuente : ESTRELLAS DEPORTIVAS Fascículo 57 EL DIARIO
GLORIAS DEPORTIVAS
PEDRO ROCHA (Ultima Parte)
EL VERDUGO por. Miguel Muto y Julio Decaux
Sus cuatro mundiales
Pedro Virgilio Rocha es de los pocos futbolistas del mundo que ha participado en cuatro Mundiales, sólo superado por récord casi increíble del golero mexicano Carbajal, que defendió el arco azteca en cinco competencias.
Debutó en Arica, donde el combinado celeste no sólo no tuvo una destacada campaña, sino que, su paso por la serie clasificatoria estuvo signado por la mayor opacidad.
Posteriormente concurrió a Inglaterra, interviniendo en los tres partidos de la serie – ante Inglaterra, Francia y México – y en el polémico encuentro en el que los celestes resignaron su chance en manos de Alemania Occidental.
Su participación en el Mundial de México se sigue aún discutiendo a esta altura. En aquel momento se comentaba que ya estaba vendido para el fútbol brasileño y que no era conveniente que integrara el combinado. En esta misma nota, Pedro nos explicará detalle por detalle lo sucedido en aquella oportunidad.
Finalmente cuando se encontraba desde hacía unos años defendiendo la camiseta de San Pablo, fue citado para concurrir a Alemania, donde la celeste volvió a fracasar, en un certamen que suscitó una serie de comentarios.
“En el 62 yo era muy joven. Me faltaba experiencia para encarar un certamen de esa categoría. El equipo realmente no anduvo. Ya desde que salimos de Montevideo existían problemas. Realmente para mí era un gran orgullo defender la celeste nada menos que en un Mundial. Pero, le reitero las cosas no salieron en ningún momento.
Fue una lástima, pero no pudimos pasar la serie.”
“Para el campeonato de Inglaterra nos preparamos a conciencia. Unos meses antes, Ondino integró el grupo, y llegamos con una de las mejores selecciones que integré en mi carrera. Para mí fue inolvidable el debut. La magnificiencia de Wembley, el colorido del estadio, el césped estupendo, la presencia de la reina y todos los homenajes. En fin, una jornada inolvidable. Máxime que sacamos el resultado que buscábamos. Ondino planificó de manera perfecta el partido y todo salió de acuerdo a lo que se había conversado. Uruguay fue el único equipo que logró sacarle un punto al campeón en aquella ooportunidad.”
¿Qué pasó en el partido con Alemania?
“Bueno ese encuentro es otro de los que no se me borrará de la cabeza. Estuvo aquel problema de los jueces cruzados, las expulsiones de Troche y Silva. El tiro que pegó en el palo y después picó abajo, la mano de Schnellinger. En fin fuimos eliminados en un partido plagado de cosas extrañas.”
Y pasan cuatro años. Uruguay elimina a Chile y Ecuador y apronta las valijas para ir a México, Rocha es tal vez la mayor experanza del equipo. Un equipo con sólida defensa, pero poco peso en el ataque. La polémica se desata en el hincha. ¿Debe ir Rocha, no debe ir? El pase a San Pablo, mediante el pago de una importante suma de dinero, está prácticamente asegurado. Por eso, más de un aficionado piensa que el salteño no ha de extremarse. Para colmo de males, Pedro sufre una muy dolorosa lesión al comienzo del partido con Israel, primer contrario de los celestes y los suspicaces sacan sus conclusiones.
“Dijeron que en el Mundial de México me había lesionado demasiado fácil. Dijeron también que no quería jugar porque estaba vendido al futbol brasileño. Quiero que sepan que el mayor orgullo de cada jugador es vestir la camiseta de su selección, representar a su país. Para mí por lo menos, siempre fue así, y el quedar lesionado ante Israel significó para mí un impacto tremendo.”
“A propósito de esa lesión, quiero decirle que fue la más dolorosa que experimenté en todos mis años de fútbol. Tuve una distensión del aductor. El músculo se me despegó del hueso. Un dolor tremendo, intensísimo. Como jugador , en México realmente fui un desastre. ¡Qué campaña se mandaron los muchachos, obteniendo aquel cuarto puesto! “
Cuatro años después, Uruguay resuelve pasar el “rastrillo” por los distintos países en que se encuentran jugando jugadores uruguayos que puedan integrar la selección.
Es así que llegan Jauregui y Pavoni desde Argentina, Espárrago y Montero Castillo desde España y Mazurkievicz , Forlán y Rocha desde Brasil.
“De ese campeonato más vale ni hablar porque así como hay cosas muy lindas en la vida, hay decepciones tremendas. Yo sé que hay mucha gente me tildó como culpable, como uno de los principales responsables. Y lo acepto, porque tengo que dar la cara. Y me pongo en el banco de los acusados. Soy culpable, pero con la mente muy limpia y la conciencia muy tranquila. Soy culpable porque estaba allí. Porque Uruguay fracasó y en ese fracaso yo tenía mi cuota parte. Para mí fue un dolor tremendo defraudar a tanta gente. Pero mire, mejor no extenderse sobre ese mí último Mundial. A veces , el silencio es el mejor de los amigos.”
GALERÍAS DEPORTIVAS - Pedro Virgilio ROCHA
“NADIE FUE A ESPERARME”
Corre el año 1957. Uruguay ha quedado eliminado del Mundial de fútbol con una catastrófica derrota de 5 a 0 frente a la selección de Paraguay, en Puerto Sajonia.
Un fin de semana cualquiera se enfrentan en la ciudad de Salto, un equipo local, seleccionado del departamento y Sud América, de visita por la capital litoraleña.
El encuentro atrae la atención popular. Desde temprano, las boleterías están cerradas a la espera del partido. Sud América lleva a Cacho Silveira, a Dorado, al golero De Gouveia y al entreala Zelmar Aguilera, entre otros.
Entre el público, un chico de quince años se acomoda para verlos. Pelo corto y la agilidad de su edad que le permite ganar un buen lugar. Mira atentamente cada jugador, cada acción en la cancha. En pocos años había aprendido algunas cosas y quería verificarlas. Le llamó la atención la forma de pararse, poner el pie y pegar de algunos jugadores visitantes y desde entonces comenzó a imitarlos.
En pocos años aquel chico salteño se convertiría en uno de los grandes jugadores uruguayos de todas las épocas. Abrazaría la gloria con Peñarol en sus mejores años, vestiría orgulloso la celeste y desarrollaría una vida plena de éxitos deportivos nacional e internacionalmente.
“Vine del potrero a la cancha, como muchos, y verdaderamente no pensaba de manera seria hacer del fútbol mi carrera. Quise dejar de jugar siendo apenas un niño y allí la posición de mi padre fue decisiva. El veía que tenía condiciones y me alentaba.
A los 16 años, yo jugaba en el seleccionado de Salto y ahí sí comencé a entusiasmarme con la idea. Alterné con Peñarol de la misma ciudad, hasta que me fueron a buscar.”
Arraigado en su niñez a un gran amor propio, “Pedrito”, como le llamaban cariñosamente en su ciudad natal, corría y ganaba en cada pelota. Insinuando una inteligencia distinta aprovechaba “la de cuero” en sus pies siempre de manera efectiva. Un pase allá, otro acá, su posición de entreala se iba confirmando hasta constituirse pieza fundamental para ganar los partidos.
“Siempre traté de perfeccionarme y tomar como ejemplo a quienes jugaban más que yo. Me incliné al armado ofensivo, donde hasta el día de hoy me desempeño. Sabía que era un puesto sacrificado y duro de permanecer, dada la cantidad de jugadores que a él se ofrecen, por ellos siempre pensé en superarme y nada más que superarme.”
El conocido juez de fútbol Francisco Mateucci lo trajo a Peñarol de Montevideo en 1960. La anécdota cuenta lo demás..
“Me acuerdo que llegué a Montevideo con gran ilusión. Mi familia toda estaba pendiente de mi futuro, también con esperanza. Cuando me bajé del ómnibus que me traía, no encontré a nadie. Ni dirigentes, ni otros jugadores. Nadie. Con las maletas en la mano, empecé a preguntar dónde quedaba la sede de Peñarol y cómo hacía para ir. Más tarde, estaba en la calle Maldonado, explicando que era Rocha, que había venido de Salto y que tenía que practicar en Peñarol…
Fuente : ESTRELLAS DEPORTIVAS – El Diario
PEDRO ROCHA (Ultima parte)
GLORIA EN EL BERNABEU
Uno retoma ahora la verdadera dimensión de los triunfos que obtuvimos con Peñarol. Para nosotros era lo más simple disputar una semifinal de la Libertadores. La seguridad en nosotros mismos nos llevaba a encarar partidos de suma trascendencia con la mayor seguridad. Por eso aquellos dos claros triunfos contra el Real Madrid. Acá ganamos prácticamente como quisimos. Es decir, en ningún momento se nos escapó el partido. Siempre fue Peñarol el que estuvo mejor plantado, y tanto individual como colectivamente superamos abiertamente a los merengues. Llegamos al Bernabeu con la tranquilidad de los dos puntos ganados en el Centenario y la convicción de que, equipo a equipo, era más el nuestro. Se tomaron las providencias lógicas que impone el hecho de jugar como visitante, pero de ninguna manera fuimos a abroquelarnos. Y lo planificado salió poco menos que al dedillo. Nuestra arma fundamental era lanzar en carrera a Spencer y Joya. Y así lo hicimos. Y los dos morenos, esa noche, volvieron a ser dos “infiernos”. No los podían parar con nada y fueron quienes crearon prácticamente los dos goles. El primero fue de Alberto , culminando una carrera impresionante, y el segundo lo hice yo, ejecutando un penal. Pero si bien la obtención de la Copa Intercontinental significó una alegría inmensa, nada pudo compararse con lo de Santiago. Por supuesto que ganarle al Real en su casa con comodidad y con la aprobación total de la prensa europea significa mucho para cualquier futbolista. Pero, le reitero. La finalísima contra River tuvo otro sabor. Contra el Real todo se hizo más fácil, menos trabajoso. PELE, SPENCER Y ONDINO El reconocimiento por los grandes del fútbol. La opinión mesurad y al análisis de quienes han merecido su admiración en las canchas. El Director Técnico del cual más aprendió y sus amigos que compartieron las alegrías de la victoria o el dolor de las derrotas.. ¿A quién admiró Pedro Rocha como jugador? “Bueno, conocí muchos jugadores y muy buenos. Por eso, de resaltar la figura de algunos sería injusto con otros pero, a través de estas décadas un fenómeno conocido mereció siempre mi admiración : Pelé. Lo vi juga y le enfrenté siempre con respeto, traté de aprender de él todo lo posible. Por eso lo destaco” ¿El Director Técnico? “Ondino Viera, y tengo de él siempre fresco el recuerdo de Londres. Sabía y esperaba de nosotros todo. Días antes del partido con Inglaterra nos reunió y tomando unos saleros que habían en la concentración, comenzó a explicarnos. “Vos marcá a aquél, vos cubrí esta salida. Les digo muchachos que si hacen esto, los ingleses no nos ganan”. ¡ Y no nos ganaron , no más!” Su rostro se ilumina. La charla continúa , y agrega: “ Y decí que contra Alemania vinieron los líos, porque ellos mismos declararon después que no sabían cómo habían ganado. Por eso te digo, Ondino sabía mucho de Fútbol que hoy se practica. De él también aprendí.” ¿Hiciste amigos en la cancha? “Claro. Todos en Peñarol éramos amigos. Qué sé yo, te hablo de Milton Viera, “Tito” Goncalves, Pablo Forlán, Elías Figueroa, Spencer. Fuente : ESTRELLAS DEPORTIVAS Fascículo 57 EL DIARIO
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