La vida de Perucho Petrone fue un drama. Su duro trayecto desde un comienzo deportivamente desprovisto de alicientes, tuvo sobrados motivos para desanimar al más tenaz. Pasó por un apogeo esplendoroso pero al volcar el codo de los 59 años, la muerte lo paró para cobrarle la última cuota de su permanente entrega de amistad generosa, de pasión deportiva, de querencias, de frustraciones menores pero importantes, de triunfos enormes pero no permanentes y otras deudas chicas de las que sin querer se han olvidado. Quizás no anhelaba ya más que la compensación relativa de un permanente recuerdo del deporte y especialmente del fútbol y del turf para uno de los prototipos del deportista ultrabohemio de una época, autodidacto a la fuerza, que triunfaba – o simplemente tallaba – al compás de un tango, al conjuro de un final cabeza a cabeza, al asombro de un gol imposible o al impulso de un amor inalcanzable. Fue acreedor de un recuerdo muy hondo de miles de deportistas de todo el mundo porque fue alrededor del mundo que mostró la luminosa atracción de su show de goles para levantar el coro victorioso de una multitud fanática y para poner silencio entre signos de admiración en la opuesta tribuna que cierra el engarce a la esmeralda de la cancha. Sin intentáramos un repaso de su lamentable breve actuación deportiva, encontraríamos muchas contradicciones hasta sacar en limpio una hermosa lección de técnica futbolística dictada pese al desconcierto originado por su simultánea partida en el tablero de su desconcertado anhelo de superación humana. Luchó en desventaja sin entender por qué ni para qué, si él, Perucho, disponía el desenlace de cada partido, repartía la alegría y el dolor, esos dos capitales que gobiernan en triunfos y en derrotas todo el mundo conocido para él. Su universo, para abreviar. El drama encierra una vida breve pero densa. En un abrir y cerrar de ojos, el protagonista de sórdido comienzo, protagonista de sórdido comienzo, cada vez empezando de cero, se siente en su mundo como el árbitro, la vedette cuya sola presencia determinaba el valor de un espectáculo y la garantía de esa emoción gol que se demanda al mismo tiempo que se rechaza, que se escribe con sólo tres letras, en que pueden abortar miles de ilusiones o resucitar miles de esperanzas.
Junto con el guardameta, los artilleros del fútbol son quienes hacen girar el cilindro donde rueda la pelota enloquecida. “Hoy juega Petrone” , se limitaban a decir lacónicamente los afiches del Fiorentina de Italia, porque sabían que donde jugaba el artillero y por la sola razón del artillero todos emprendían el camino de la cita con la auténtica emoción del goleador. Unos iban a festejar su fracaso; otros iban a levantarlo en andas; pero todos iban a verlo en toda su majestuosa, erguida, fuerte, musculosa sin hipertrofia, perfeccionada por la ajustada casaquilla violeta y mostrando la flor de una sonrisa que firmaba la garantía de su predisposición al esfuerzo sin mañas, ni otra especulación profesional que poner en la batalla la razón terminante de su artillería demoledora. Su presencia en la cancha inspiraba optimismo. Esa presencia del uruguayo Petrone – toro en su rodeo y torazo en rodeo ajeno - , ya era para él no sólo el triunfo de ser profeta fuera de su tierra, sino el triunfo de haber superado todas las carencias iniciales de sus comienzos particularmente difíciles en que los inconvenientes menores eran los de constitución física y los apoyos mayores eran nacidos de su humildad y su urgente necesidad de amistades. Algún día será necesario extenderse en este problema de carencias de diverso orden para demostrar que no siempre valen como justificación de fracasos deportivos para rendir cuentas de bajos promedios en el campo internacional, a la hora de explicar lo “inexplicable”.
Fuente ESTRELLAS DEPORTIVAS Número 41 autor del artículo Héctor López Reboledo.
Queridos amigos lectores , con el próximo número seguiremos recorriendo la historia de este gran deportista uruguayo que tuviera una destacada carrera nacional e internacional…nos encontramos en Setiembre-2014.
PEDRO PETRONE (Parte II)
Escenografía – Acción
La primera escena del drama deportivo que tuvo como protagonista a Perucho Petrone se reduce a un salón de peluquería, en cuyo anticuado amoblamiento se han servido algunos bacanes y muchos clientes “honorarios” del barrio y de más allá. Un día la clientela se enriqueció con la presencia de Petrone un joven de la antigua “Provisión Petrone” que en el Barrio Sur quedaba a pocas cuadras de la peluquería que sigue en Río Branco y Maldonado bajo la regencia del veterano Antonio Vaglica. El nuevo cliente tenía un pelo rebelde y comenzó por recurrir a la entonces famosa máquina cero que era casi lo mismo que quedar calvo a la fuerza. El estilo no era el más favorable para el nuevo cliente, cuya cabeza venía de nacimiento protegida por un par de orejas de tamaño más que llamativo. Entre otras diversiones, la peluquería era propicia para organizar partidos de fútbol en tantas de las canchas disponibles entre la barriada y la costa. Petrone no parecía, precisamente, predestinado al triunfo en el deporte, debido a su falta de aptitudes iniciales o a su sobra de timidez e introversión. La primera vez que hizo algo importante en relación a su amor – aparentemente imposible por el fútbol – fue cuando se organizó una rifa de un equipo completo que Petrone se ganó al precio de diez centésimos de pesos viejos con el número 28. El presunto aliciente del equipo nuevo, no tuvo esos afectos que solía atribuírsele a las escobas y Perucho siguió jugando, si cabe tan mal como lo hacía pre-rifa. Nenes de la talla de Leandro Andrade, Héctor Scarone, una docena de los Le Pera, Gradín, Campolo, Tatita Silva, a veces Gestido, llenaban los campitos de gambetas, jopos, túneles y además las moñas y las mañas.
Petrone seguía entre los tres palos imaginarios, pero con vocación de protagonista, para llegar desde golero fracasado a reformador del fútbol clásico, polémico goleador, campeón olímpico y mundial, cofundador de renacimiento futbolístico italiano, asombro de públicos propios y extranjeros que le dieron el aplauso y también la espalda turfista, afortunado propietario de Amor Brujo y otros buenos pura sangre de carrera, pero que tuvo menos puntería en las ventanillas de boletos que en las redes. Va a caer el telón y en la extensa platea del fútbol todo el mundo se pondrá de pie, en silencio de muerte porque este drama no se representará jamás, sino que se vivirá siempre.
PARÍS- AMSTERDAM - MONTEVIDEO – FLORENCIA
A fines de siglo – según cuentan las comadres paseando junto al río – entre otros muchos inmigrantes italianos figuraron quienes luego serían los abuelos de Pedro Petrone, primera figura de este drama en varios cuadros famosos y cuya actuación comienza ante la mini- expectativa de una primera fila raleada pero de amigos. Salió a escena andando silenciosamente por una cortada mistonga, balbuceó algún recuerdo comercial de Carmelo en Colonia, pasó de largo por una escuelita rural, ensayó distintos pregones de carbonero, de verdulero y se detuvo en un puesto de la calle Maldonado, entre Jackson y Blanes. Pareció haber encontrado su próspera quietud en dos puestos instalados en el Mercado Central, donde el negro Andrade la iba de changador. La platea se ha ido animando de concurrencia pero con la sensación de que el protagonista va a tomar por el camino fácil y monótono de representar un próspero comerciante cuya codicia lo traicionará, o algo así como el billete de lotería de Mustafá.
Pero no ; comienzan a aparecer por el foro “gomías” de bohemia estampa y extrañas filosofías. Un número de equilibrio acrobático transcurre mientras desde la Universidad de la Lleca se escucha por el profesor Carlos Gardel la exposición de la teoría del escritor canillita Antonio Casciani sobre “…un año más ¿qué importa?”. Intenta entreverarse, en ese tiempo sin medida que es deporte pero evidentemente es un “tronco” y se hace golero porque es hombre – o casi – de todo o nada. Asumía entre las responsabilidades que le proponía la amistad , las más bravas. El fútbol era para esta muchachada una huerta de la amistad y la zona más fértil el gol. Como golero jugó en un cuadro de La Comercial. Después lo hizo en Solferino, donde sintió la responsabilidad auténtica de colaboración más allá del simple oficio de jugar fútbol. El siguiente cuadro del drama se llamó Charley, pero el botija ya no espera más la emoción sino que la buscaba. Ahora es el dueño absoluto de la emoción, es el artillero. El que hace los goles para recoger las flores del aplauso. Entre tanto la platea se va poblando de curiosidad. Pedro Petrone, el artillero, recibe amigos en los camarines, los viejos amigos, los amigos de siempre y los amigos para siempre. Se deja maquillar, se hace peinar de raya al medio y se da la biaba de gomina. Como Pablo Podestá, improvisa buena parte del libreto cuidadosamente escrito por Don José Piendibene, el que le puso el mango a la pelota. Perucho le saca al balón la manija del Maestro Piendibene y se pone un cañón en cada pierna…
Fuente ESTRELLAS DEPORTIVAS Número 41 autor del artículo Héctor López Reboledo.
Queridos amigos lectores, con el próximo número seguiremos recorriendo la historia de este gran deportista uruguayo que tuviera una destacada carrera nacional e internacional…nos encontramos en Octubre-2014.
PEDRO PETRONE (Parte III)
PARÍS- AMSTERDAM - MONTEVIDEO – FLORENCIA (Continuación)
Como en “Las Manos de Eurídice”, el protagonista desciende a la platea, dialoga, discute , replica, increpa, monta en cólera, perdona y sonríe corriendo por toda la cancha de la polémica y se encara con los críticos más empeñados en negarlo de pies a cabeza. Cada vez más nítida, cada vez más fuerte, cada vez más agresiva se escucha la lectura de una crítica periodística lapidaria contra el “burro de Petrone”. Pero mientras el volumen va bajando se escucha cada vez más alta, cada vez más cálida, cada vez más convencida cada vez más agresiva se su escucha la lectura de una crítica periodística lapidaria contra el “burro de Petrone”. Pero mientras el volumen va bajando, se escucha cada vez más alta, cada vez más cálida, cada vez más convencida , cada vez más convincente, la voz de una inidentificable mujer que transforma en encendido elogio la más despiadada de las críticas con sólo cambiar oportunamente los adjetivos con el favor de un adecuado énfasis y el fervor de una casi convicción de justicia. Petrone se ríe de los críticos y a su vez los críticos no entienden – tampoco el público – cómo es que la critica lejos de atenuar su brío en las canchas lo agiganta en su afán destructor del clásico fútbol del 12. Dicen que era obra del filtro que hacía la otra voz al leer. El fútbol uruguayo técnicamente dividido en la crítica, en las tribunas, en las esquinas de barrio, en los cafés, desde lo alto hasta el Bajo, se divide también administrativamente y el escenario se llena de actores que van y vienen en desorden cismático, caótico. Las camisetas cambian. Petrone deja la de Solferino y se pone la celeste de Charley. Deja el puesto de golero y pasa a ser centrodelantero. Integra por primera vez una selección de pura casualidad. Como en el campito, faltaba uno y hubo que ponerlo, según la Ley del Artillero. Golea en el primer partido se hace imprescindible su cuota de gol e integra el seleccionado uruguayo campeón sudamericano de 1923. Por la Ley del Artillero y porque era un artillero de ley, se ganó el viaje a España y se embarcó tan temprano como para que su interés en esa campaña no pudiera discutirse, aun sin saber que al término de los partidos concertados en España le esperaba la participación gloriosa de los Juegos Olímpicos de Colombes, donde la transformación del fútbol uruguayo sería sellada con la medalla de oro, hazaña que se repetiría en Amsterdam, una olimpíada después. Volvió con Nacional a Europa – después de Colombes – y sufrió el duro golpe de una lesión de meniscos que paradójicamente fue otro estímulo para agrandarse. Fue campeón mundial en el 30, fue el mimado de la auténtica fama en Italia y después encendió aquella máquina exclusiva para fútbol de primera clase en Nacional con Eduardo García, Nasazzi, Domingo da Guia, Arsenio Fernández, Juan Faccio, Marcelino Pérez, Labraga, Duhart, Petrone, Enrique Fernández e Ithurbide. Hubiera terminado con gloria con una enorme carga de triunfos en el Fiorentina, pero se interpuso una desavenencia y vino a dictar su clase de fútbol sobre la grama del Estadio Centenario. Desde allí, el cañonazo de sus piernas trazó el esquema de simpleza sabia según el cual podía transformarse el fútbol mucho antes de las apoteóticas despedidas mensuales de Pelé. Petrone había intuido en el aula del campito cómo el factor velocidad aplicado a ese proyectil esférico que es la pelota de fútbol múltiplica la fuerza del balazo. La elasticidad reglamentaria en las proporciones dimensionales y peso del balón, la densidad atmosférica, el material de fabricación, aparte la voluntad de tirar a “matar” practicada durante horas y horas, hicieron el resto desde el Barrio Sur hasta Punta Carretas, “la madre buena del fútbol uruguayo” , como cantó Soliño, en versos de aquellos que ya no se hacen. Petrone que siempre jugó a todo o nada, que sudaba coraje, que en zapatillas “hacía” los 100 metros de césped en 11 segundos clavados, le habrá pegado muchos pelotazos al cartel gigantesco del Parque Central roto muchos vidrios a los vecinos que vivían en la zona de influencia del Fiorentina, pero convenció por la razón del artillero que el fútbol uruguayo tenía algo que hacer todavía en el mundo, además de todo lo que había hecho. Personalmente triunfó en la máquina de Nacional, hizo muchos amigos, fanatizó a muchísimos más, pero a medida que perdía velocidad, su artillería se fue transformando en un juego sin riesgos y sin el estímulo de aquella potencia demoledora a despecho de la gloriosa incertidumbre de la irregularidad, presente, dramáticamente presente en dos ocasiones fundamentales que podrían figurar en el anecdotario pero que merecen integrarse a este capítulo en que hemos reunido a la platea del fútbol para mostrar tal cual fue al protagonista de la pieza. Aprovechemos pues el intervalo para escuchar al propio Petrone en los camarines y a la esposa en su residencia, escenario de una permanente luna de miel, y a uno de sus amigos en las buenas y en las malas.
Fuente ESTRELLAS DEPORTIVAS Número 41 autor del artículo Héctor López Reboledo.
Queridos amigos lectores, con el próximo número seguiremos recorriendo la historia de este gran deportista uruguayo que tuviera una destacada carrera nacional e internacional…nos encontramos en Noviembre-2014.
PEDRO PETRONE (Parte IV)
DESDE ITALIA CON SIMPATÍA
Los viejos partidarios del Fiorentina recuerdan a Petrone, según constancias oficiales del club, partiendo del verano de 1931, cuando se inició por todo el mundo la búsqueda de un artillero para completar una escuadra que pudiera constituir el engrandecimiento del club que se aprestaba a asumir un papel de primera importancia nacional y lo tenía todo… a excepción de quien fuera capaz de romper las redes de los adversarios. El famoso Baldinotti, centro corajudo y pequeño, no alcanzaba a satisfacer totalmente, máxime que era el tiempo de los “oriundi” , cuando brillaban los Libonatti, Stábile, Chini, Cesarini, Orsi, Fedullo y Sallustro. Desde la primavera del 31 habían salido cablegramas de Italia para Brasil, Argentina y Uruguay, desde donde rebotaban respuestas, consultas y confirmaciones diversas. Ora masa de repatriados estaba invadiendo diversas ciudades italianas con esperanzas de engrandecimiento deportivo. Finalmente, también en Florencia se logró la noticia oficial : la escuadra violeta había contratado a Pietro Petrone, el centrodelantero de Montevideo, campeón del mundo de 1930. La noticia cayó como una bomba. Petrone, con sus laureles todavía frescos, constituía un gran nombre del fútbol universal. Por fin, el 6 de agosto de 1931 desembarcaron en Génova de un lujoso transatlántico, doce jugadores, entre los cuales para el Fiorentina llegaban Petrone y Laino. Hubo una duda sobre la edad de Petrone, de quien se decía que era mayor de treinta años. Pero los diarios se encargaron de puntualizar que Petrone tenían entonces sólo 26 años y que había nacido en Montevideo. Laino, según las mismas versiones, llegaba como un buen compañero de Petrone y también era de origen uruguayo. Después de superar algunas dificultades, Petrone protagonizó el primer entrenamiento con un balazo que rompió las redes, pasó por encima del bar del club y fue a destrozar los cristales de un chalet relativamente vecino. Una semana antes de comenzar el campeonato se jugó, para inaugurar un nuevo estadio, un partido internacional contra el Admira de Viena, en verdad un equipo que merecía respeto, a un Fiorentina que ascendía a primera. Triunfó el Fiorentina por un gol de Petrone. Para la hinchada del Fiorentina, su equipo se identificaba de ahí en más en el astro sudamericano. El primer partido del campeonato se jugó en Milán, y Fiorentina consiguió empatar. El 8 de diciembre de 1931, una noticia convulsionó el tranquilo atardecer dominical fiorentino. El Fiorentina había vencido a Nápoli por dos a cero. Ambos goles convertidos por Petrone en el segundo tiempo. En un partido contra otro de los grandes de Italia, el Módena , Perucho marcó cuatro de los cinco goles a cero del score total y el guardameta de Módena corrió a estrechar la mano a Perucho Petrone cuando convirtió su cuarto gol. Más adelante el Fiorentina renovó su delantera, poniendo junto a Petrone, en mayo de 1932, a Héctor Scarone y Germán Antonioli. La presentación para Antonioli consistió en un partido amistoso contra el Spal, y los violetas ganaron por 6 a 2, con 4 goles de Petrone y 2 de Bonesini. Pocos días después el Viareggio fue vencido por 8 a 0, con dos goles de Petrone. En esa temporada, Petrone hizo 25 goles, empatando el primer puesto como scorer con Schiavio. El peso del ataque del Fiorentina descansaba sobre Petrone y duele el retorno de éste a Montevideo. Pero Pietro vuelve con ansias de nuevos triunfos al Fiorentina, cuyos hinchas por centenares lo aguardan y lo aplauden en el camino desde la estación hasta su casa, en jubilosa manifestación. Petrone declara su satisfacción de volver al Fiorentina, pero por una sucesión de conflictos extra competencia, Petrone regresa a Montevideo, y el Fiorentina baja del cuarto al sexto lugar al final del campeonato 1932-33. No obstante haber dejado de jugar los 16 últimos partidos, Petrone fue esa temporada el goleador máximo del Fiorentina.
Fuente ESTRELLAS DEPORTIVAS Número 41 autor del artículo Héctor López Reboledo.
Queridos amigos lectores, con el próximo número seguiremos recorriendo la historia de este gran deportista uruguayo que tuviera una destacada carrera nacional e internacional…nos encontramos en Diciembre-2014.
PEDRO PETRONE (Parte V)
ANECDOTARIO DEL ARTILLERO
INTROVERTIDO Hasta el aislamiento verbal, Petrone no era comunicativo, pero en cambio era un profesional que cuidaba celosamente de algunos detalles a los que daba suma importancia. Tal ocurría, por ejemplo con los zapatos. Cuando comenzó a practicar en el Fiorentina, los zapatos que le dieron le produjeron algunas erosiones por fricción, tan molestas que no sólo dejó de practicar sino que postergó su debut en procura de mejor calzado. En la búsqueda, resolvió un día ir a Bologna a pedir consejo a un jugador compatriota. Lo cierto fue que consiguió los buenos zapatos que buscaba, pero a costa de que su viaje se comentara como una tentativa para cambiar de club y se popularizó la broma de que Pietro había viajado para uruguayanizarse los pies, según era la eficacia que demostró inmediatamente con su nuevo calzado.
EXCESO DE PRECAUCION Y FRACTURA DE MENISCO
Estando en Barcelona para la disputa de un partido con Nacional, el negro Andrade andaba en llanta. Petrone, bien dispuesto para con su viejo amigo del Mercado Central de Montevideo, le dio a elegir el que prefiriera de dos pares que él tenía, felizmente. Uno de tapones cortos para cancha seca y otro de tapones largos para terreno húmedo. De ambos, Andrade optó por los más adecuados a la cancha en que se jugaba y , desde luego, Petrone quedó con los inadecuados. Con tan mala suerte, que en un intento de girar tan rápidamente como sólo Petrone lo hacía, para shotear, la pierna izquierda le quedó clavada y el violento giro le causó su lesión de meniscos y quizás le dio un vuelco a su vida, no sólo desde el punto de vista deportivo, al tenerlo alejado de su mundo futbolístico y bajo la atracción de otros placeres.
EL LIBRO DE PETRONE CASI UN BEST SELLER
A tal punto llegó la popularidad de Petrone en los medios deportivos y campos adyacentes, que aunque nadie lo suponía capacitado para escribir un libro, lo tuvo y de los buenos si juzgamos que la traducción, o sea la redacción, estuvo a cargo del popular Dionisio Alejandro Vera (Davy) y por el éxito de venta que tuvo aquella única edición. Se cuenta mucho a lo largo del ameno relato en vivo y en directo, quizás se omita lo innecesario y se agrega una serie de importantes colaboraciones de los críticos deportivos comprometidos con el papel que estaba cumpliendo Petrone dentro del fútbol uruguayo en evolución.
Lo interesante fue que Petrone le hizo a Davy el obsequio de un reloj “que conservó con gran efecto, pero del libro no supe más nada”. Si algún fanático tiene dos copias, que le alcance una por lo menos al autor.
PEDRO PETRONE NO ERA UNICO , COMO DICEN
Un colega tuvo encargo de su jefe de deportes de de concurrir al sanatorio del Sindicato Médico, en la calle Colonia, a interesarse por la salud de Petrone y, de ser posible, hacerle un reportaje. El cronista fue conducido correctamente a la sala en que se encontraba enfermo Pedro Petrone, cuya esposa se vio en la necesidad de revelar el secreto de que “su” Pedro Petrone nada tenía que ver ni con el fútbol ni con el otro Pedro Petrone. Ya se imaginó el lector que el Petrone futbolista se encontraba en el Sindicato Médico pero en 8 de Octubre y Abreu, y no en Colonia y Arenal Grande.
Fuente ESTRELLAS DEPORTIVAS Número 41 autor del artículo Héctor López Reboledo.
Queridos amigos lectores, con el próximo número seguiremos recorriendo la historia de este otro deportista uruguayo …nos encontramos en Enero-2015)
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