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HISTORIA DEL BARRIO “UNIÓN”

 


 
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BARRIO UNIÓN

ORIGENES POBLACIONALES

En el eje del conocido como “Camino a Maldonado” , hacia el este, mas allá del núcleo del Cordón y de las Tres Cruces, en el paraje denominado “Quebrada de Montevideo Chico” , por ser la prolongación del Cerrito, antiguamente llamado “Montevideo Chico”, vendría a constituirse, a partir de la organización de la Republica, un caserío sobre el cual seria fundada por el Gral. Manuel Oribe la Villa de la Restauración, ulteriormente denominada de la Unión. Este barrio montevideano surgido de la conjunción del asentamiento poblacional espontáneo y la posterior decisión de las autoridades, en el entorno de la antigua ciudad de Montevideo, fuera de muros, con carácter de población autónoma, vino a quedar incluido en la planta urbana de la ciudad, al cumplirse en nuestro siglo el extraordinario proceso de expansión que la ha caracterizado; empero, su fisonomía local ha logrado prevalecer sobre la uniformizacion urbanística en el conjunto de los barrios de la ciudad. Según prolijo estudio de Eugenio T. Cavia, cinco fueron las chacras y estancias existentes en el siglo XVIII en el paraje, donde, en parte de ellas, quedaría constituida la juridisccion de la planta urbana de la Unión, desde el arroyo del Cerrito al Río de la Plata y del camino de Propios hasta Maroñas. Al norte de la hoy Avenida 8 de Octubre sobre el Bulevar José Batlle y Ordóñez (ex Propios) la chacra de Candelaria Duran de Barrado; siguiendo a esta por el Naciente, la de Juan Xerpes y luego la de Antonio Camejo. Y al sur, desde el mismo Bulevar Batlle y Ordóñez hasta la hoy Avda. Mariscal Francisco Solano López (ex Comercio), la chacra de Francisco Ramírez, posteriormente de Andrés Pernas; prosiguiendo luego la estancia de Sebastián Carrasco, conocida mas tarde por “Estancuela de Alzaybar” . Entre los primeros beneficiarios de estos terrenos situados en el paraje denominado “Quebrada de Montevideo Chico”, se contó Sebastián Carrasco. Este oriundo de Buenos Aires e hijo legitimo del Capitán de Caballos Corazas, Salvador Carrasco, andaluz, natural de Málaga, y de Leonor de Melo Coutiño, originaria también de Buenos Aires , tenia 44 años de edad cuando llego integrando el primer grupo poblador de Montevideo procedente de Buenos Aires, santafesina, de 40 años y tenia dos hijos : Domingo de 12 años y Maria Josefa de 2 meses de edad. Fallecida Dominga Rodríguez, Carrasco contrajo segundas nupcias con Ana Pérez Bravo, canaria, natural del Sauzal, de 17 años de edad, el 4 de agosto de 1729, hija del poblador Silvestre Pérez Bravo y fue durante este matrimonio que obtuvo por merced real una extensión de campo en esta zona. La misma comprendía todo el sur de la actual Unión desde la hoy Avda. Francisco Solano López hasta la terminación del llamado inicialmente pueblo Flor de Maroñas, con fondo al Río de la Plata y frente al Camino Real a Maldonado y abarcaba 1.610 cuadras y 5/10 . El 21 de febrero de 1738, los esposos Carrascos-Pérez vendieron su estancia en la “Quebrada de Montevideo Chino” a Francisco de Alzaybar ante el Alcalde de Segundo Voto, Ramón Sotelo. La que fue conocido, desde entonces, como “Estancuela de Alzaybar”, al fallecer don Francisco , el 18 de enero de 1775 paso a ser propiedad de su hermano don Martín y a la muerte de este, soltero y sin hijos, a su otro hermano, don Juan y , luego a su hija, doña Gabriela de Alzaibar, casada con Manuel Solsona. De los esposos Solsona-Alzaybar, “la Estancuela” paso a su hijo Manuel Solsona y Alzaybar, casado con Micaela Jáuregui y a su vez fue heredada por los hijos de estos, Manuel, Pilar, Juana, Josefina, José Maria y Sebastián Solsona  Jáuregui. Hacia fines de los años 30 de nuestro siglo, habitaba aun una finca construida en terreno de la antigua estancuela don Carlos W. Solsona, miembro de la antigua estirpe vasca. Por su parte, Francisco Ramírez había obtenido del Gobernador José Joaquín de Viana, el 31 de enero de 1764, una suerte de chacra de 400 varas de frente y ¾ de legua de fondo, lindando al este con Francisco de Alzaybar; al norte y oeste con los Ejidos y Propios de la ciudad y el sur con el Río de la Plata. Fallecido Ramírez en 1768, su viuda, por si y por sus hijos, vendió todo ese predio a Andrés Pernas, el 18 de mayo de 1781. Como afirmaban en nota del 15 de febrero de 1919 un núcleo de caracterizados vecinos de La Unión, al solicitar a la Comisión de Nomenclatura de las calles y Caminos de la Ciudad de Montevideo se diera el nombre de Pernas a la entonces calle Comercio: “El primero de este apellido que llego al Uruguay en tiempos de la dominación española, fue don Andrés Pernas, el cual tuvo su establecimiento de agricultura precisamente en la región que atraviesa la calle a que nos referimos. En aquellos tiempos, en que la agricultura era poco menos que descocida en el país, el señor Pernas fue un verdadero apóstol de aquella industria y no solo importo las clases más diversas de árboles, sino que se dedico con verdadero tesón y desinterés a difundirlos en los alrededores de Montevideo y hasta en la campaña.”Este solo hecho bastaría para dar relieve al nombre de Pernas, pero los meritos fundamentales de aquel señor son otros de mas sustancia. Entre ellos descuella el haber dado a la Independencia, con cuya causa se había identificado completamente, no obstante ser español, cuatro de sus hijos: Antonio , Hipólito, Manuel que , como consta en el Estado Mayor de la Guerra, sirvieron en el “Regimiento de Dragones Libertadores” a las ordenes de don Manuel Oribe, con los grados de Alférez y Capitán respectivamente. Y otro, Valentín , fue de los doscientos que acompañaron a Artigas al Paraguay, sin que nunca se supiera de su suerte”. Y en reconocimiento de tales meritos, las autoridad municipal de Montevideo, en mayo de 1919, resolvió dar el nombre de “Pernas” a la hasta entonces llamada “Montevideo” , cuyo trazado pasaba por el centro de los terrones que fueran de aquel. El 21 de mayo de 1769, el Gobernador Político y Militar de Montevideo, Cnel. Agustín de la Rosa, concedió a Antonio Camejo una chacra situada también en la “Quebrada de Montevideo Chico”. Antonio Camejo – quien se conservo soltero y ejerció el cargo de Capitán de Milicias de Caballería de Montevideo – era el único hijo varón de Juan Rodríguez de Camejo Soto y de Victoria Maria Álvarez, primeros pobladores de Montevideo. Fue titular de grandes extensiones de tierras, entre ellas una estancia entre el Río Santa Lucia y el Arroyo de los Canelones en que fue fundada la hoy Ciudad de Santa Lucia. El Capitán Camejo vendió el 3 de noviembre de 1784 a Don Miguel Tejada, Coronel entonces del Regimiento de Infantería de Buenos Aires destacado en la plaza de Montevideo, conocido vulgarmente por “Regimiento Fijo” , una extensión de treinta y siete y media cuadras con los anexos de labranza, arboledas, animales de servicio, etc. Por  el precio de dos mil seiscientos patacones. (Es la parte al norte de la actual 8 de Octubre entre Comercio y una línea que partiendo de la hoy calle Ing. José Serrato, ex Industria , terminaba en el arroyo del Cerrito en la prolongación de la calle Cipriano Miro)

EL CASERIO DEL CARDAL

El natural proceso de crecimiento migratorio y vegetativo de la población de Montevideo, fue determinando su extensión hacia las chacras y estancias de los alrededores. La zona comprendida entre el Cordón y el arroyo Carrasco, favorecida por el trazado de la principal vía de comunicación con Maldonado y siguiendo a esta, fue de las primeras en recibir a los nuevos pobladores. Pero, sobre todo a partir de la organización de la Republica, concluidas las guerras de la Independencia – como se dijo – fue que el paraje sirvió de asiento permanente a un numero cada vez mayor de pobladores estables, generalmente dedicados a tareas agrícolas. Según versiones que no han tenido aun confirmación documental, y en 1823, se habría producido la instalación de algunos saladeros y de un primer molino en la zona. En 1834, el Gobierno de la Republica adjudico a Juan Maria Pérez la llamada “Chacarita de los Padres” , con tres mil varas de frente al Río de la Plata a partir de la desembocadura del arroyo Carrasco, de acuerdo con mensura practicada el 24 y certificada el 27 de diciembre de 1771 por el Piloto de la Real Armada, Antonio de Alcalá. Instalado en 1835 el Juzgado de “El Manga” paso a depender del mismo todo el extensión distrito del Cardal que, en la época, comprendía una zona mucho mayor que la del núcleo que daría origen a La Unión. En efecto : según Isidoro De Maria , a comienzos del siglo XIX, “a una legua justa de distancia de la ciudad descollaban dos grandes ombues, conocidos por de doña Mercedes , (Maria Mercedes López) , que servían desde el tiempo del Rey, como de Marco oficial de la legua. Llamaban a ese paraje el Cardal, porque en efecto existía uno de inmensas proporciones en aquel “despoblado” y agrega  dicho cronista que los mismos se hallaban situados en la hoy Avda. 8 de Octubre, para allá de la Blanqueada, a la izquierda , “yendo para la Villa de la Unión”.
En 1834, el Gobierno de la Republica puso en marcha un plan para atraer la inmigración. De acuerdo con este, eran preferidos los artesanos, peones y trabajadores, a quienes pudieran acreditar buena conducta los cónsules residentes en el territorio uruguayo. Fue entonces cuando se presentaron: Jorge Tornsquist, proponiendo atraer la migración alemana y Samuel Fisher Lafone, que se comprometía a transportar mil emigrantes desde Islas Canarias, Cabo Verde y provincias vascongadas. El tercero de los contratistas, fue en los hechos Juan Maria Pérez. Comerciante, estanciero, propietario de inmuebles en la capital, hombre de finanzas, ocupo un escaño de diputado por Montevideo en la Cámara de Representantes desde 1833, luego el Ministerio de Hacienda en 1835, durante la presidencia de Manuel Oribe. A partir de ese momento, precisamente, comenzó su actividad como contratista de colonos canarios. Y fruto de esta actividad empresaria debieron ser los pobladores canarios que aparecen en 1836 en el “Padrón de extramuros” , levantado por la Junta Económico-Administrativa de Montevideo, como residentes en la segunda sección, en los distritos “del Cardal” , de “la Aldea”, “de Tres Cruces”, “Punta Brava” y en Manga y Toledo, anotados todos ellos como “Isleños” , en su mayor parte , a su vez, de oficio “labradores”. Pero, sin duda, iba a influir de manera trascendente en el desarrollo del primitivo núcleo poblado del Cardal, la presencia en el de doña Mauricio Batalla. Había nacido en el Real de San Carlos, del matrimonio formado por Antonio de los Reyes Batalla y Francisca Pacheco. Sus primeros años habían transcurrido en una chacra arrendada por sus padres en las cercanías del actual pueblo Joaquín Suárez, en el Dpto. de Canelones, a Joaquín Álvarez Cienfuegos, sobre el arroyo Meireles. Había contraído matrimonio con su vecino don Luís de Almeida, natural de la Isla de San Miguel, del Reino de Portugal, en 14 de enero de 1795, en la Iglesia Matriz. De este matrimonio tuvo diez hijos, de los que solo sobrevivieron cinco : Eufrasio Felipe, que contrajo matrimonio con Marcelina Burgues y falleció en la Villa de la Unión ; Tomasa Josefa Dominga, que se caso con Duarte y dejo ocho hijos ; Ángela Josefa, de cuyo matrimonio con José Vila también dejo descendencia; Ángela Juana o Maria Ángela, que contrajo nupcias con un portugués, Manuel González; y Manuel, soltero. Viuda ya de Luís de Almeida, Doña Mauricio, que se domiciliaba en Puntas de Toledo, conoció a Alejandro Causo, vasco español vecino de ese paraje, que era propietario de dos manzanas de terreno entre el Cordón y Las Tres Cruces, una con frente a la calle del Carmen (hoy Dante) y la otra sobre el Camino que venia del arroyo Seco (hoy Avda. Daniel Fernández Crespo) y previas las proclamas religiosas de estilo y de la entrega por Causo de dos mil pesos en dinero como aporte total, se efectuó el matrimonio. Este acto debe haberse celebrado antes del 4 de abril de 1834, pues en expediente iniciado por doña Mauricio con esa fecha, que hoy existe en el Archivo General de la Nación, fondo Escribanía de Gobierno y Hacienda, manifiesta ser de estado casada, con Causo , y vecina de Toledo. Antes de finalizar el año 1834 se traslado con su esposo al caserío del Cardal ocupando las poblaciones que existían en la esquina N.O. de las hoy avenidas 8 de Octubre y José Batlle y Ordóñez, donde estuvo la antigua pulpería de su pariente Francisco Pacheco y Medina, en condominio con el cual había comprado una chacra a la viuda de Andrés Pernas, doña Maria Antonia Pereira. Efectuada la separación de condominio con Pacheco y Medina y la compra en almoneda a Francisco Espino de la parte que fuera de aquel, quedo perteneciendo exclusivamente a doña Mauricio toda la chacra del Cardal, que fue ensanchada posteriormente con otras adquisiciones a los herederos de Pernas hasta llegar a las proximidades de la hoy avenida Italia teniendo por limites al norte la avenida 8 de Octubre, al este la calle Comercio y al oeste el Bulevar José Batlle y Ordóñez. Como veremos, en el predio de doña Mauricio se alzo una capilla y existió el mas antiguo cementerio del paraje. Mauricio Batalla falleció el 25 de agosto de 1865, nonagenaria. Por mucho tiempo la actual calle Pernas se llamo “Calle de la Mauricio”. Eugenio T. Cavia ha evocado con exactitud la perspectiva general que ofrecía hacia 1840 el poblado de “El Cardal”. Según el mismo , en la hoy esquina de 8 de Octubre , por el norte y Batlle y Ordóñez.

 

DURANTE EL SITIO GRANDE

Formalizado el sitio de la ciudad de Montevideo por las fuerzas al mando del Gral. Manuel Oribe, en febrero de 1843, el Cardal vino a quedar en una posición estratégica muy importante dentro de la línea sitiadora. En efecto : su ubicación sobre el camino Real a Maldonado, en el antiguo camino que conducía a la Chacarita de los Padres de San Francisco, ofrecía el dominio de toda la entrada del este de la Republica : Minas, Maldonado, San Carlos, Rocha, mandaban los frutos del país por ese costado y, por lo demás, desviando , a la izquierda, por el camino de la Cuchilla Grande se alcanzaba la villa de Melo y de allí, la frontera del Brasil. Hacia el norte, por el ya mencionado “Camino del Campamento” (en la traza de la actual calle Ing. José Serrato, ex Industria) se comunicaba con el Cuartel General del Cerrito ; y hacia el sur, por el llamado “Camino del Comercio” (actual calle Francisco Solano López) se vinculaba con el puerto del Buceo, cruzando la zona de “la Aldea”. Por lo demás, la zona tenia hasta la Guerra Grande un importante desarrollo económico con numerosos saladeros y molinos. Entre los primeros , cabe mencionar, como el mas antiguo, el establecido por Joaquín Chopitea en 1778, cuyo predio se extendía unos cien metros antes de llegar a la ex Industria , siguiendo la hoy Avda. Gral. Flores –hasta el camino Propios – hoy Bulevar José Batlle y Ordóñez – y por el sur hasta el arroyo de Montevideo Chiquito, que en 1842 habían comprado los hermanos Antonio y Andrés Fariña y que, desocupado ese mismo año, en el se instalaron el Cuartel General y los ranchos que ocuparan el Gral. Oribe y el Jefe del Estado Mayor, Gral. Francisco Lasala. Mas próximos al Cardal se hallaban – según el Dr. Luis Bonavita – el instalado en 1831 por Manuelo y Jaime Illa y Viamont, sobre la Aldea y cruzado por el arroyo de la Buena Moza, que fuera vendido en 1851 a Juan Gowland; el de Zamora , en un terreno del Camino Carrasco, entre las actuales Arayan e Hipólito Irigoyen, ex Veracierto, conocido en ese tiempo por camino Zamora, comprado a Solsona y Alzaybar en 1841 y arrendado durante la Guerra Grande a Francisco Lapuente ; el del Gestal, cuya esposa, Juana González Vallejo, comprara a los sucesores de Solsona la chacra donde construyo el saladero en 1841, ubicado en las entonces calle Tarariras entre Godoy y Espuelitas y en cuyo local estuvo instalado durante la Guerra Grande el Juzgado del Crimen; el de Balbín y Vallejo, que tenia por limites las actuales Avda. Italia , desde Hipólito Irigoyen hasta 18 de Diciembre y por el sur el saladero de Gestal ; el de Martínez, dando al sur con el camino a Maldonado y con frente al antiguo camino de Propios, que en 1847 cerro, estableciéndose en el mismo sitio la pulpería de Juan Bautista Chichón; sobre la costa, desde el camino del Comercio hasta las cercanías de la Aduana del Buceo, se extendía el saladero de Seco; y todavía estaban los de Francisco Hoquart, Buxareo, los hermanos Mateo y Francisco Magariños y el de Piñeyrua. Mas propiamente en la zona donde vendría a constituirse el pueblo del Cardal, don Tomas Basañez había comprado el 20 de octubre de 1834, en escritura autorizada por el Esc. Juan Pedro González, a doña Micaela Jáuregui de Solsona, como apoderada de su esposo Manuel Solsona y Alzaybar, una chacra compuesta de cinco cuadras de frente al norte al camino Real a Maldonado, y por el sur la cañada “que pasa por los fondos de la casa de Martínez”. Señala don Eugenio T. Cavia que Basañez “era el primer adquiriente de terrenos de la antigua estancuela que perteneció a don Francisco de Alzaybar, pues aun cuando ya la ocupaban como arrendatarios con valiosos edificios los saladeristas José Gestal,Juan Balbín González Vallejo y los hermanos Mateo y Francisco Magariños, ninguno de ellos ni sus sucesores adquirieron terrenos antes de la compra de Basañez”. El 8 de abril de 1836, don Tomas Basañez formo con don Juan Pijuan una sociedad de salazón de carnes y horno de ladrillos estableciéndola en el terreno mencionado. Pero a los dos años y medio – el 6 de noviembre de 1838 , por escritura celebrada ante el Esc. Luís González Vallejo – los consocios decidieron separarse, recibiendo don Juan Pijuan el terreno zanjado del frente, con una extensión de 219 varas por 1.500 varas de fondo, con igual extensión en el camino a Maldonado. Quedo perteneciendo a Basañez el restante terreno “en que estaban fundados los ranchos y hornos antedichos, compuesto de 281 varas de frente al Camino Real”. Y precisa el citado Cavia : “El primer horno de Basañez y Pijuan se hallaba ubicado en el terreno donde se levanto el antiguo Colegio Maternal, en la calle José Antonio Cabrera frente a la plaza Gral. Cipriano Miro ; y el saladero en la esquina de las actuales calles Larravide y Azara. Frente al saladero existió posteriormente otro horno de ladrillos de Basañez, en el predio que forman esquina las citadas calles Larravide y Azara a los fondos del Asilo Dr. Luís Piñeyro del Campo”. Respecto de los molinos, según afirma – sin corroborar su aserto- el arquitecto Julián Másqueles, el primero que se habría construido en el paraje dataría de año 1823. Según un dibujo que lo reproduce, dicho molino era algo diferente de los posteriores, pues tenia aspas sumamente cortas y muy alargada la lanza que servia para mantener a las mismas alejadas del muro. Detrás de dicho diseño, que ocupa casi todo el campo, aparecen las aspas y aun la lanza de otro molino.” Si hemos de colegirlo por la insignia, tan típica en los viejos molinos-afirma Godofredo Kaspar (seudónimo del P. Guillermo Furlong) , en articulo publicado en la Revista de la Sociedad “Amigos de la Arqueología” – debieron  estos denominarse “del Globo” o “de la Esfera”, en conformidad con el símbolo que ostenta uno de ellos en la parte superior del techo”. Otros dos fueron los conocidos como molinos “del Galgo” . El mas antiguo fue construido en 1839 por José Prat, catalán, quien lo poseyó hasta mediados del siglo XIX, época en que lo vendió a Lorenzo Cresio y Tomas Magi. De estos paso mas tarde a Vicente Benvenuto, que construyo el segundo de dichos molinos. Uno de ellos subsiste en el predio del Club Atlético Unión (calle Pan de Azúcar y Timoteo Aparicio). Eduardo Acevedo Díaz, nacido en 1851 en la misma calle del Molino, nos ha dejado una hermosa pagina evocadora. Dice el notable escritor compatriota : “Muchos lo recordaran. Era un molino de viento; gran cilindro de material terminado no por un casquete precisamente, sino por un cono aplanado de madera, semejante en su forma y color a las casquillas ásperas y tostadas de criar abejas reinas, estilo de colmenares , y que a su vez tenia por remate, coronamiento y veleta, un galgo de hierro, con sus pies en el vacío y la cola encorvada, todo pintado de negro y los ojos blancos. A juzgar por el símbolo, debe suponerse que el establecimiento no era mediocre, y si muy superior a todo molinete o molinejo que en los contornos presumiese de muy activo y acelerado en materia de molienda. No poco de verdad había al respecto. La molineria era escasa y la industria se resentía forzosamente de esta deficiencia. Se estaba al tiempo, y a la calidad y cantidad de la materia prima. De los molinos molondros podía llamarse este rey, aunque como los demás de su categoría dependiese siempre de los caprichos del viento. Harineros eran todos; que arroceros o de chocolates, de aceites o de papel, nunca han sido conocidos,  lo que da una idea del estado floreciente de la industria molinera entre nosotros. Y pues que el del Galgo era de viento, tenia desde luego, en lugar de rodeznos, unas aspas enormes, bien afirmadas, y fijas en la extremidad exterior del eje de una de las ruedas del artificio, al aire libre, para que la moviesen las ráfagas fuertes e hicieran funcionar todo el mecanismo. “Ocupaba el punto céntrico de un dilatado terreno llano que circundaban sensibles lomas a todos los rumbos. Los contornos eran agrestes y tristes. Allá en el fondo, a la parte del levante, se divisaba el mar como una línea azul y a veces algunas blancas velas parecidas a gaviotas vagabundas; a un flanco, en pintoresca zona, las quintas de Basañez y de los horneros, llenas de verdes boscajes y árboles frutales; y al norte la plaza de toros, con su aspecto de Spolarium rebajado. “Los pequeñuelos de hace cinco lustros miraban con respeto aquellas aspas forradas de lienzo: cruces equiláteras, equis formidables, cuyo velamen ceñido, al ser batido por el viento, producía un rumor sordo e imponente al voltearse los brazos a raíz de la tierra, que parecían rasar para erguirse en seguida hasta lo alto del casquete, en cuya aguja el galgo jineteaba. “Era el paseo de los días de fiesta. Una cerca de maderos impedía la aproximación peligrosa, y el enganche manchego de algún truhán demasiado alegre. “Para proveer al molino haciase comúnmente la trilla del “trigo del milagro” , tan poderosa grama de arista recta como la del candeal; y aunque distinto ese trigo del llamado panizo, denominabase también “barbudo” por su espiga idéntica a la de la cebada. “El trigo del milagro-como era conocido por las familias canarias dedicadas a la agricultura en la zona comprendida entre La Unión y Carrasco – brotaba y crecía en excelente costra arable, formando en la época de la siega verdaderos lagos dorados entre alfombras de verdura. Aquellas ondas de espigas producían como un rozamiento de elitros y rumor de abreojos cuando el aura matinal las agitaba ; y aun en las horas calurosas del pesado ambiente, solían columpiarse sus millares de penachos, prolongando con el contacto de las aristas sus música monótona y plañidera. “La cigarra con su canto, la langosta pequeña con sus zumbidos y otros insectos con sus estridulaciones desde el fondo de las hierbas larigueras, aumentaban esos ritmos; cuando no , dominaba todas las sonoridades alguna banda de mixtos o tordos, tan nutrida como una nube, abatiéndose famélicos sobre el grano para dorarlo sin demora, al punto de mondar en breves momentos centenares de espigas. “Echarse por esos trigos –como dice el proverbio castizo – era frecuente en los chicuelos y casquilucios de los alrededores, los que, reunidos en grupos o bandas como los pajarillos voraces, se lanzaban a todo correr a lo hondo de la espesa grama, en la mis hora ardiente de la siesta; ya para retozar bulliciosos a modo de chivatos montaraces, ya para perseguir mariposas de alas encendidas con pañuelos y chambergos, ya para acometer al igual los cuzcos a los mansos bueyes aradores que habían salvado la cerca arrastrando las guascas de la coyunda. Zarandeando los granos a golpes de puño, lo mismo que si hicieran sonar descomunales panderetas”. En 1867 , uno de los hombres mas capaces que trabajaban con Benvenuto, Juan Bautista Daniel Della Cella, se separo y erigió otro molino contiguo casi a los anteriores, que denomino “de la Llave”. Con posterioridad a 1904, Della Cella construyo un molino a vapor y poco después fueron derruidos los viejos molinos neumáticos. Según consigna el citado Furlong, sobre la calle Corrales existió otro molino fundado por los tres hermanos Botín a mediados del siglo XIX que posteriormente vendieran a un tal Falco, su ultimo poseedor. También señala la existencia de los molinos de Juan Patrón, en la cercanías del llamado Mirador , anteriores a los de Cresio.

EL PUEBLO DE LA RESTAURACION

El 24 de mayo de 1849, en el Cuartel General del Cerrito de la Victoria, el Gral. Manuel Oribe, con el refrendo de su Ministro de Gobierno , Bernardo P.Berro, dicto un decreto que decía:
“Atendiendo al crecido numero de edificios y habitantes reunidos en el punto llamado del Cardal, en este departamento, el Gobierno ha acordado y decreta:
“Art.1º - Queda erigida en Pueblo con el nombre de la “Restauración” la nueva población formada en el Cardal.”

“2º” – La calle que ha tenido hasta aquí el nombre de calle de la Restauración se denominara en lo sucesivo, Calle del General Artigas.”
“3º” – Los nombres de las demás calles y Plazas de dicha población se designaran por decreto separado.”
“4º” – Comuníquese y publíquese.”
Culminaba así el proceso de desarrollo que hemos visto y se concretaba, a la vez, una aspiración arraigada en varias familias principales e influyentes del núcleo social instalado en el campo sitiador, como la de Viana, notoriamente emparentadas con el Gral. Oribe por su madre, doña Maria Francisca de Viana y Alzaybar. No era, sin embargo , el Cardal el emplazamiento que estas familias preferian, sino mas bien las inmediaciones del Cerrito, haciendo centro en la chacra de Achucarro. Esta, empero, no era lugar muy apropiado, pues si bien el Pueblo haría frente al Sur en el rumbo de la actual Avda. Gral. Flores, su suelo pizarroso era totalmente inadecuado para establecer construcciones y la creciente importancia económica y estratégica del Cardal mas la reconocida fertilidad de sus tierras, lo hicieron, finalmente, el lugar indicado para su fundación. El Cnel. De Ingenieros, José Maria Reyes fue el encargado de establecer la planta del nuevo Pueblo sobre el núcleo preexistente del Cardal. En un plano presumiblemente trazado por Eugenio T. Cavia, que se conservaba en el Instituto de Historia de la Arquitectura de nuestra Facultad de Arquitectura , reproducido por Ferdinand Pontac – el conocido seudónimo del Dr. Luís Bonavita – en el Suplemento de “El Día” de 21 de octubre de 1962, ha sido reconstruido el trazado del Pueblo de la Restauración con sus calles, hacia 1850 . En forma paralela a la principal-denominada “de la Restauración” en dicho plano. – al norte de la misma, se ven cuatro calles, tres de las cuales llevan los nombres de “Maroñas” , “25 de Mayo” y “del Carmen” y la cuarta, innominada. Al sur había una sola vía abierta, con el nombre de “calleque va al molino”. Las transversales de este a oeste, eran nueve y llevaban los nombres de “Toledo”, “Manga” , “Pantanoso” y “Miguelete” , refiriéndose a los cuatro arroyos principales de Montevideo; las siguientes, eran las del “Colegio” , “de la Iglesia o de San Agustín” , “del Campamento”, “Buceo” y “Cardal”. Cabe señalar que tales disposiciones para el trazado y nomenclatura de las calles de la nueva Villa fueron completadas con la colocación de tablillas con los nombres respectivos , pintados sobre las mismas por un joven componedor de la imprenta de “El defensor de la Independencia Americana” , llamado Juan Manuel Blanes y por cuya tarea percibió de los fondos policiales “un medio por cada letra”… En extensión importante y haciendo paralelo con el pueblo de la Restauración, se hallaba el Cuartel General de Oribe, ubicado entre la antigua casa quinta de Chopitea , el Cerrito y el monte llamado entonces de los Olivos. El norteamericano Samuel Greene Arnold , en el relato de su “Viaje por América del Sur 1847-1848” , nos ha dejado una interesante descripción. Este joven, por entonces , de 25 años, natural de Providence (Rhode Island) y que luego alcanzaría las dignidades de Vicegobernador del Estado y Senador, había llegado al campo sitiador en febrero de 1848 con cartas para el Gral. Oribe. En su Diario recuerda que eran las tres (de la tarde) “cuando llegamos al Cuartel General. Hay un cerro mas pequeño (cerrito) cerca de allí, con un fuerte sobre el cual flamean las banderas oriental y argentina. Encontré el ejercito alojado; allí han construido un pueblo de barro y estacas con techos de paja, largos edificios con astas de bandera y casillas de centinelas a intervalos y las banderas de Uruguay y de La Plata flameando sin distinción donde están acuartelados. El propio Oribe tiene una pequeña cabaña de madera, con techo de paja para su cuartel general. Allí fui conducido y cortésmente recibido por el presidente. Había allí una señora y una criatura, pero enseguida se retiraron y Oribe mando buscar un hombre que hablara francés para interprete, a pesar de que yo tenia mi criado, pero este no es muy despierto. Oribe tiene unos 60 años, es alto, enjuto, de cabello gris, usa bigote, y tiene una cara apacible, pero se parece mucho a Finlay (mi amigo de Atenas) o al viejo Mr. Goddard. Es un hombre muy caballeresco y muy distinto a su patán de hermano. Lo encontré en ropa de casa : camisa y pantalones blancos y chaqueta roja; sobre la mesa, delante de el, estaba su sombrero de paja con la universal leyenda : Defensor de las Leyes antes observada. Nos dio cigarros a mi y a mi criado y ofreció vino. Parece que llegamos tarde para cenar y yo tenia mucho apetito. Le conté el estado de las cosas en la ciudad, de lo que ya estaba enterado ; y de Brasil, lo que le intereso. Le dije  que el podía tomar la ciudad por asalto en cualquier momento. Me pregunto por que pensaba así. Le repuse que estaba muy débilmente fortificada. El lo sabia, pero dijo que , por el momento , primero debía ser definida la situación de Inglaterra y de Francia. En realidad el no desea tomar la plaza. Tiene unos 5.000 hombres en el campamento , principalmente de caballería, pero algo de infantería y artillería. Estima la población de este país en unos 300.000 habitantes o menos ; pueden levantar 15.000 soldados o 22.000 en caso de apuro. Me mostró los huesos del Megatherius últimamente encontrado aquí y desea que yo viaje por el país, ofreciéndome todas las facilidades; dice que esta bien regado y arbolado; el café puede crecer aquí. Me ofreció cartas , se deseaba ir a Paraguay, para Entre Ríos y Corrientes, pero me dijo que seria peligroso ir ahora ; también me ofreció cartas para Buenos Aires. “Le dije que tenia suficientes. Deseaba hacer algo por mi, le pedí entonces su autógrafo y me lo dio. Últimamente ha hecho una gran obra que ahora le preocupa con preferencia : ha fundado un colegio llamado “Seminario del Uruguay” , a ½ legua del Cerrito y a una legua de la ciudad. Lo empezó hace 5 o 6 meses y lo tendrá hecho en pocas semanas; ya ha costado arriba de 100.000 pesos. Es de ladrillo y es un asunto muy grande. Me mostró los planos y con justo orgullo hablo de ello como de una obra duradera para su país, concebida y terminada durante la guerra. Me pidió que le dijera al cónsul de EE.UU , en la ciudad, que consiguiera , para el , los planes de estudio y reglamentos de algunos colegios americanos . Converse casi 2 horas con el” Agrega Greene Arnold que en el campamento sitiador, algunos soldados “estaban formados en parada y quedaban muy bien con sus chaquetas y gorras rojas, sus mandiles a lo oriental y calzoncillos o pantalones blancos”. “Era casi una ciudad y todo el tiempo hasta el arroyo es mas o menos como una aldea, con casas de comercio en el camino.” De importancia eran, por lo demás, en la “Restauración”, los establecimientos educativos, algunos de los cuales tenia ya origen anterior en el Cardal o en otros lugares del campo sitiador. Entre estos se contaban los de Cayetano Ribas, instalado casi enseguida de comenzado el Sitio Grande y el de don Miguel Corteza. En particular , este ultimo anunciaba su próxima instalación en la “restauración” en Julio de 1850, en los siguientes términos: “Dentro de breves días trasladara D. Miguel Corteza su establecimiento de la enseñanza , bajo el nombre de Escuela Mercantil, al pueblo de la Restauración, situándose en un espacioso edificio que ofrece todo genero de comodidades para admitir alumnos internos y externos”. Además de las materias anunciadas, “se propone agregar el estudio de ingles, latín, Matemáticas elementales, Retórica, Filosofía y Dibujo, por medio de profesores inteligentes, según lo permita el numero, edad y capacidad de los discípulos que reúna” . También este establecimiento se proponía dictar cursos nocturnos. “Por la noche enseñara personalmente Francés y Teneduría, y los días alternados francés para señoritas” . Los interesados debían solicitar informes, mientras la escuela no se abriera, en lo de don Antonio Maria Pérez. Pero desde 1846 existía en el Cardal la escuela “establecida frente al señor Cedres que por entonces se trasladara al Molino de la calle de la Restauración”. En el estado del censo de 1848, elevado por el Alcalde Ordinario Antonio T. Caravia al Ministerio de Gobierno, aparece una escuela en el Buceo a cargo del Pbro. Lazaro Gadea que , en agosto de 1849, según un aviso publicado en “El Defensor de la Independencia Americana” fue trasladada. Dicho aviso decía  : “el Presbítero Lázaro Gadea abrirá el día 8 del mes que corre un establecimiento de educación primaria en el pueblo de la Restauración. Las horas de estudio serán desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde en los días hábiles. Admitirá alumnos a pupilo, y serán decentemente tratados, abonando por ellos 13 patacones y por los externos 3. Enseñara también las ciencias exactas y morales;  tan luego que los niños se hallen en actitud de dedicarse a tan interesantes estudios. Dará en las horas restantes lecciones particulares de aritmética comercial y teneduría de libros por partida doble”. Otro importante establecimiento educacional era el “Colegio Uruguayo” de Ramón Masini, instalado en la calle del Gral. Artigas , en “la casa nueva de Doña Mauricio Batalla” , según expresa un aviso publicado el 9 de noviembre de 185’ en el periódico anteriormente citado. El programa de estudios del “Colegio Uruguayo” era bastante vasto y completo. Según Magariños de Mello “comprendía nada menos que diez y siete materias, música y baile, complemento educativo este ultimo que se estilaba por regla general hasta 1840 y tantos y que constituye una supervivencia curiosa ya en esta época. Las materias revelan que el “Colegio Uruguayo” podía ser clasificado como un colegio primario y primario superior. En efecto , a la lectura, caligrafía, gramática castellana, aritmética y doctrina Cristiana y urbanidad social, unía idiomas (latín, francés, ingles e italiano) , lógica, algebra, geografía, elementos de física experimental, economía política, dibujo y teneduría de libros, genero este de estudios prácticos que tenia gran prestigio en el Cerrito.”  Mas adelante, Masini organizo en su Colegio un curso nocturno de idiomas “para las personas que por sus ocupaciones durante el día no pueden asistir sino en la noche” Las lecciones duraban  “al menos una hora, empezando a las 7 de la noche”. Los cursos eran dos ; uno de ingles, a cargo de Mr. Wilson y otro de francés dirigido por el mismo Masini. Por cierto que desde los primeros tiempos del Sitio Grande funcionaron escuelas de niñas en el campo sitiador y una de ellas , mixta, aunque, naturalmente, con clases separadas para varones y niñas, es la que se anunciaba en “El Defensor de la Independencia Americana”, trasladándose en 1840 al Molino de la Restauración. En este aspecto, cabe volver a mencionar el Colegio fundado a mediados de 1848 por Agustina Leal de Loaces. Continuaba ubicado en el terreno de Juan Pijuan, el joyero y según los anuncios en el mismo se enseñaban “por métodos muy sencillos: lectura, escritura, aritmética, gramática castellana, costura, bordado en blanco, etc. , hilar , bordado de papel, calados y dibujo”. A los siete meses de fundado el establecimiento de la señora de Loaces, decía su directora que “deseando darle toda la latitud que requiere hoy la enseñanza del bello sexo, se ha entendido con los Sres. Juan Bautista Andrés, Agrimensor de Numero, antiguo profesor de matemáticas en el Colegio Real de Paris y D. Jorge Gray, discípulo de la Escuela de Bellas Artes en la misma ciudad, para enseñar en su casa la escritura, análisis de la gramática castellana, aritmética, geografía, idioma francés y dibujo”. Por ultimo , cabe mencionar el de Natalia Luque de Pardo que tenia 6 alumnos en 1848, y el de Canuta Mutiozabal. Pero además de estos establecimientos donde se desarrollaban programas de estudios primarios y secundarios, existía un cierto numero de aquellos y de particulares que enseñaban materias determinadas, de manera preferentemente idiomas y teneduría de libros. Sobre esta ultima , un aviso de “El Defensor…” expresaba que la enseñaba en forma particular un “profesor de este ramo que tiene algunas horas desocupadas” , en que prometía hacerlo “en el corto espacio de dos meses y por el método mas moderno y comprensible” . Los que desearen recibir tal enseñanza , podían ubicarlo “ A toda hora en la tienda de D. Ángel C. Pita, calle del General Artigas, casa del Sr. Larravide”. Y no era el único – señala Magariños de Mello – sino que también la enseñaba Agustín de Velazco y Antonio Pioch.

LA VILLA DE LA UNION

Concluida la Guerra Grande y bajo el imperio del espíritu de concordia consagrado en la paz del 8 de Octubre de 1851, en la expresión de que “entre todas las diferentes opiniones en que han estado divididos los Orientales, no habrá vencidos ni vencedores; pues todos deben reunirse bajo el estandarte nacional, para el bien de la patria y para defender sus leyes e independencia”, el Presidente Joaquín Suárez, con el refrendo de su Ministro de Gobierno , Dr. Manuel Herrera y Obesa probo , el 11 de noviembre de 1851, el siguiente decreto:
“Con el interés de perpetuar en la memoria de los pueblos el recuerdo de la feliz terminación de la época calamitosa que la Republica acaba de atravesar, y de borrar hasta donde sea posible los vestigios de la denominación extranjera que tanto ha pesado sobre el bienestar y la riqueza del país, el Gobierno acuerda y decreta:
“Articulo 1º - El pueblo existente en el partido del Cardal, y conocido, con el nombre de la Restauración, se denominara en adelante Villa de la Unión.
“2º” – Dicha Villa  tendrá la administración local que le corresponda con arreglo a su población y la extensión de la Juridisccion territorial que oportunamente se le asignara.
“3º” Comuníquese, etc”
Y el 24 de noviembre siguiente, el mismo Gobierno decreto:
“Articulo 1ª – La Administración Civil de la Villa de la Unión se compondrá por ahora de un Juez de Paz y los Tenientes Alcaldes respectivos – un delegado de Policía , dependiente de la oficina central del Departamento y los Comisarios auxiliares que demande el servicio publico de la villa y jurisdicción territorial.
“2º - Asígnese por juridisccion de la Villa de la Unión la sección del Departamento comprendida entre el camino real que pasa por la parte del Sud del Cerrito en la dirección Oeste, la costa del mar por el Sud, por el Este la prolongación del camino que pasa por la parte Oeste del Cerrito, en dirección Norte Sur, hasta tocar en la costa del mar, y por el Oeste los limites del Departamento hasta encontrar el camino que limita esta sección con la parte Norte”.
El desarrollo que alcanzaría el barrio durante la prosperidad de los años finales de la década del 60, aumentando el numero de sus edificios de mampostería y el volumen de su comercio, llevaron al Gobierno del Gral.Flores a ampliar y dar nueva nomenclatura a sus calles. En efecto : por decreto del 4 de noviembre de 1867, se estableció la siguiente: Vilardebo, a la hasta entonces denominada “de Toledo” (actual Pan de Azúcar); Porvenir, a la “del Manga” (actual Silvestre Pérez) ; del Plata a la del “Pantanoso” , (desde 1938 Gral. Félix Laborde) ; Gral. Flores , a la “del Miguelete” ( hoy Lindero Corteza) ; Larravide a la “del Colegio” ; Agricultura, a la “de la Iglesia” o “de San Agustín” (desde 1919, Cipriano Miro) ; Industria a la “del Campamento” o “de los Olivos” (actual Ing. José Serrato) ; Artes la “del Buceo” (desde 1919, Gobernador Viana) ; Comercio, la “del Cardal” (actualmente Mcal. Francisco Solano López, desde Avda. Italia al Sur) ; Montevideo , a la que debía haberse llamado “de la Mauricio” (actual Pernas) ; se agregaban al antiguo trazado tres nuevas calles transversales a la del 18 de Julio (desde 1919, 8 de Octubre) ; La Paz, Progreso y Buceo que , en 1919, pasarían a denominarse Maria Stagnero de Munar, Felipe Sanguinetti y Carlos Crocker; Agricultura se denominaría a la actual Teodoro Fells y la hoy Dr. Juan B. Morelli era 14 de Julio. Al norte de la calle del 18 de Julio, se llamo Juanico a la “de Maroñas” ; a la segunda, Montecaseros (desde 1919, Juan Jacobo Rosseau) ; a la tercera, Fray Bentos, en sustitución de su nombre antiguo “del Carmen”. Por entonces estaba ya abierta la vía donde se extenderían los rieles del Ferrocarril a Pando y a esta calle se le denomino Gral. Rondeau (actual Avellaneda) . Entre Fray Bentos y la vía se abrió una calle de una cuadra para facilitar el acceso a la Plaza de Toros que se llamo Curiales (actual Pamplona en mayor extensión) Al sur de 18 de Julio había una calle que pasaba junto a la plaza y que era conocida como “calle de la plaza” ; en 1867 , se le llamo “del Asilo” , y una cuadra mas al sur se llamo Figueroa a la que era conocida como “calle que va al molino” (actual José A. Cabrera) . A la siguiente, hacia el Sur, se la denomino Nueva Palmira (actual Gral. Timoteo Aparicio). La Plaza de La Unión fue denominada “San Agustín” hasta 1897 en que se llamo “17 de Setiembre” , en homenaje a la paz que termino la guerra un mes después de la muerte del Presidente Idiarte Borda. En 1905 se llamo “Juan Carlos Gómez” , hasta 19234, en que se le dio el nombre actual de “Gral. Cipriano Miro” La calle Corrales tiene este nombre desde 1870 en que se construyeron los corrales de abasto, durante la presidencia de Lorenzo Batlle. Hasta entonces se llamaba “camino de Sierra”. Las calles eran de tierra , sin pavimento, con postes de madera dura y tres faroles con velas de sebo por cada cuadra. La primera gran conquista lograda fue el empedrado del accidentado camino que unía la villa con el Centro. La obra fue realizada por el empresario don Felipe Vitora, según contrato con la Comisión Extraordinaria Administrativa, el 15 de Noviembre de 1865 . Según el pliego de condiciones del 3 de agosto de ese año, el camino de la Unión debería tener 18 metros de ancho, teniendo en su centro 10 metros de empedrado y a ambos lados una faja de 4 metros de ancho, pavimentada según el sistema de Mac Adam. El trabajo debía tener una duración de 15 meses desde el momento en que se suscribiera el contrato , debiéndose asimismo comenzar simultáneamente desde ambos extremos, para juntarse en el centro del tramo. Se extendía desde la Casa Volada – actual plazuela Lorenzo J. Pérez o del Gaucho – hasta la calle Montevideo, actual Pernas. Cuando se comenzaron las obras de este camino se celebraron importantes festejos populares en La Villa. Los trabajos de empedrado de cuña de sus principales calles dieron comienzo en diciembre de 1866. En 1925 seria sustituido por el hormigón. El 14 de julio de 1867 fue inaugurado oficialmente el camino a La Unión. Asistieron altas autoridades y en esta oportunidad se reunieron los vecinos para ofrecer un testimonio publico de gratitud a las autoridades que, por fin, los sacaba del aislamiento a que el estado de la pavimentación los venia condenando durante la estación de las lluvias. A principios de 1872 la Empresa de Gas inauguro la extensión a la villa del alumbrado a gas. Este duraría hasta la instauración del eléctrico, a partir de 1897. En octubre de 1989, las autoridades comunales, al dividir Montevideo en 39 zonas unifico barrios que tradicionalmente se mantenían con denominación especial  y con límites no muy bien definidos. Las áreas y sus limites de La Unión – Villa Española fueron definidos por: Avda. Italia, Avda. Dr. Luís Alberto de Herrera , Monte Caseros, Bvar. José Batlle y Ordóñez, José Pedro Varela, Serratosa, limite SE de la manzana 5865 , Julio Arellano, Camino Corrales, 20 de Febrero, Camino Carrasco, Isla de Gaspar y Minessotta.

EL PACTO DE LA UNION

En varias oportunidades el curso de los acontecimientos hicieron de LA UNION el escenario principal en el proceso político de la Republica. Ya hemos analizado su importancia durante la Guerra Grande, en cuyo periodo tuvo lugar su propia configuración como núcleo urbano. Una nueva circunstancia fue la que protagonizaron en 1855 los Generales Manuel Oribe y Venancio Flores al suscribir el 11 de noviembre de dicho año el acuerdo conocido como “Pacto de la Unión”. Vemos el curso de los dos acontecimientos que condujeron a la celebración de dicho acuerdo entre los dos jefes de los bandos históricos blanco y colorado. Hacia julio de 1855 se había conocido el llamado “Manifiesto a mis compatriotas” redactado por el Dr. Andrés Lamas, que poco antes había sido sustituido en su cargo de Representante diplomático de la Republica ante la Corte imperial de Río de la Janeiro por el Dr. Antonio Rodríguez. Lamas-ausente del pais desde hacia ocho años, sin visión cabal de las realidades políticas – adverso por formación y convicción a lo que sus pares del doctorado patricio llamaban el “caudillismo” , representado en aquel momento por Flores, era partidario de sustituirlo por hombres de principios, unidos sin divisa , con el apoyo del Brasil. Si bien , como había escrito en noviembre de 1854 a Francisco Hordeñana, no era partidario de programas escritos, pero ante la solicitud generalizada de los pro-hombres del fusionismo oriental, se inclino por formular uno. En el citado “Manifiesto” expresaba : “Rompo publica y solemnemente la divisa colorada, que hace muchos años que no es la mía, que no volverá a ser la mía jamás-dice- no tomo, no , la divisa blanca que no fue la mía, que no será la mía jamás”.
¿”Que representan esas divisas blancas y esas divisas coloradas?
Representan las desgracias del país, las ruinas que nos cercan , la miseria y el luto de las familias, la vergüenza de haber andado pordioseando en dos hemisferios, la necesidad de las intervenciones extranjeras” y continuaba : “el descrédito del país, la bancarrota con todas sus mas amargas humillaciones, odios, pasiones, miserias personales. ¿Qué es lo que divide hoy a un blanco de un colorado? Lo pregunto al mas apasionado, y el mas apasionado no podrá mostrarme un solo interés nacional, una sola idea social, una sola idea moral, un solo pensamiento de gobierno en esa división..
“No nos dividamos por hombres. Antes de dividirnos para gobernar, unámonos para tener país que gobernar”. En cuanto a los medios para conseguir tales fines, Lamas proponía “todos los que están dentro de la legalidad”. Es decir, la imprenta, la asociación, el derecho de petición, etc. No la violencia, no la acción subterránea. “El motín suele matar caudillo, pero crea caudillo.
“Padecemos un error y una preocupación; confundimos al hombre de campo, al que llamamos , gaucho, en la anatema que merece nuestros políticos de pasiones y de guerra civil, nuestros políticos de trapo colorado y de trapo blanco”. El 29 de agosto se produjo en la ciudad de Montevideo – ausente Flores, en Canelones – un golpe de mano de los llamados “conservadores” , colorados que respondían al liderazgo del Dr. José Maria Muñoz, quienes se posesionaron del Fuerte y designaron Gobernador provisorio a Luís Lamas, padre de Andrés.
Entretanto , las fuerzas floristas rodeaban Montevideo que no tenia carne: don Venancio permitió el paso de ganado para abastecerlo; al mismo tiempo, el Gral. Manuel Oribe – que había permanecido a bordo de la nave en que regresara de Europa desde el día 9 de agosto desembarco y se traslado a La Unión a la que también había pasado Flores. El 10 de septiembre, asimismo, la Asamblea General se reunió en la quinta de Hernández, en la zona de La Unión y presidida por don Manuel Basilio Bustamante, considero y aprobó la renuncia que ante ella presento el Gral. Flores. Acto seguido ordeno que el presidente del Cuerpo, el citado Bustamante, pasara a desempeñara las funciones del Poder Ejecutivo de acuerdo con la Constitución . Lamas y su Gobierno , ante este hecho, se declararon disueltos y el día 11 de septiembre Bustamante asumió la Presidencia del la Republica. Entre agosto y octubre los “conservadores” y los llamados “blancos constitucionalistas”, realizaron diversos trabajos preparatorios que culminaron el 4 de octubre de 1855, en que se constituyo , con la presidencia de Luís Lamas , la asociación política denominada “Unión Liberal”cuyo programa decía:
“1º) Promover y sostener la existencia de gobiernos regulares, que arrancados de la voluntad nacional, legítimamente expresada por medio de los comicios públicos, radiquen su existencia en la observancia de la Constitución, y el respeto a cada uno de los principios que ella consigna.
“2º) Aceptar leal y decididamente como medio de arribar a ese grande objetivo la alianza brasileña, digna y benéficamente entendida.
“3º) Trabajar en la extinción de los odios y prevenciones que ha dejado la lucha de los (dos) grandes partidos en que estuvo dividida la Republica, predicando la unión entre todos los orientales, y dándoles a todos la parte que les corresponde en la seguridad del país.
“4º) Pugnar por la inviolabilidad de la ley fundamental, haciendo uso de todos los medios que ella permite”.
Entonces, Flores y Oribe, suscribieron el llamado “Pacto de la Unión” el 11 de noviembre , que decía:
“La desgraciada situación en que se halla la Republica proviene de la discordia que incesantemente la ha conmovido desde los primeros días de nuestra existencia publica. “La desunión ha sido y es la causa permanentemente de nuestros males, y es preciso que ella cese, antes de que nuevas convulsiones completen la ruina del Estado, extinguiéndose nuestra vacilante nacionalidad”
“Mientras que existan en el país los partidos que lo dividen, el fuego de la discordia se conservara oculto en su seno, pronto a inflamarse con el menor soplo que lo agite. El orden publico estará siempre amenazando, y expuesta la Republica al terrible flagelo de la guerra civil, que ya no puede sufrir, sin riesgo de su disolución, para caer bajo y yugo extranjero. “En esta inteligencia, y persuadidos de que una de las causas que mas contribuye a agravar la situación del país procede de las miras a intereses encontrados de esos partidos, en los momentos mismos en que convendría uniformar la opinión publica acerca de la persona que deba ser llamada a presidir los destinos de la Nación, desde el 1º de marzo próximo; los brigadieres generales D. Manuel Oribe y D. Venancio Flores, deseosos de evitar a sus conciudadanos todo motivo de desinteligencia , por la suposición de aspiraciones o pretensiones personales, de que se hallan exentos, declaran por su parte, de la manera mas solemne, que renuncian a la candidatura de la Presidencia del Estado. En este concepto invitan a todos sus compatriotas a unirse, en el supremo interés de la Patria, para formar un solo partido de la familia Oriental adhiriendo al siguiente Programa:
“Articulo1º Trabajar en la extinción de los odios que hayan dejado nuestras pasadas disensiones , sepultando en perpetuo olvido los actos ejercicios bajo su influencia.
“Art. 2º Observar con fidelidad la Constitución del Estado.
“Art. 3º Obedecer y respetar al Gobierno que la Nación eligiere por medio de sus legítimos representantes.
“Art. 4º Sostener la independencia e integridad de la Republica, consagrando a su defensa hasta el ultimo momento de la existencia.
“Art. 5º Trabajar en el fomento y adelanto de la educación del pueblo y en las mejoras materiales del país.
“Art. 6º Sostener , por medio de la prensa, la causa de los principios y de las luces, discutiendo las materias de interés general; y propender a la marcha progresiva del espíritu publico , para radicar en el pueblo la adhesión al orden y a las instituciones, a fin de extirpar pro este medio el germen de la anarquía y el sistema de caudillaje”.
Después de las firmas de Flores y de Oribe seguían otras de significación como las de los Brigadieres Generales Ignacio Oribe y Pedro Lenguas, los Generales Antonio Díaz, José Antonio Costa y Manuel Freire y las de algunos caracterizados vecinos de la Unión como la del cura Vicario P. Victoriano Antonio Conde ; la de Antonio Maria Castro, Rector del Colegio Nacional ; la del Pbro. Lazaro Gadea, y las del Dr. Caphehourat, distinguido medico y Tomas Basañez , entre otros. El programa de los caudillos no era, sin embargo , una fusión con extinción de las viejas divisas populares; era, un programa de concordia para realizar la tarea común de consolidar la independencia y reafirmar las instituciones , a la vez que oponía una candidatura propia a la de los “conservadores”.

Fuente LOS BARRIOS DE MONTEVIDEO  - LA UNION – Autores Aníbal Barrios Pintos / Washington Reyes Abadie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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Molino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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