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HISTORIA DEL BARRIO “SAYAGO”

 


 
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SAYAGO

La localidad de Sayago tuvo su nacimiento en 1873 , por iniciativa de Luis Girard ( yno Giralt, como figura en el nomenclátor local) . Su nombre proviene del propietario de los terrenos donde fue levantada : Francisco Sayago. Fue uno de los centros poblados que surgieron al lado de las estaciones ferrocarrileras. En este caso, contiguo a la vía férrea inaugurada el 1° de enero de 1869 entre la estación Bella Vista , situada entonces en las inmediaciones de las actuales calles Uruguayana y José Nasazzi ( ex Olivos) , en una finca arrendada en 1868 a la Sociedad de Fomento Porvenir , y la estación Las Piedras. Las estaciones intermedias llevaron inicialmente las denominaciones de Miguelete, Yatay , Gómez , Sayago – a 8 ks. Al norte de Montevideo – Pantanoso y Zorrilla. Según Orestes Araújo, hacia 1900, parte de su reducida población estaba compuesta “por uno de esos barrios formados por empresas o particulares con el propósito de valorizar los terrenos.” Ese barrio se llamaba Garibaldi y en su centro (Av. Francisco Sayago y Elías Regules, denominación que brinda homenaje desde fines de 1916 al padre del poeta gauchesco Dr. Elías Regules, uno de los primeros vecinos de la localidad) se había erigido una estatua con su efigie. Por esa época, el pueblito tenía unas setenta casas, habitadas por unas trescientas personas. Sus límites eran : al norte, Colón y la vía férrea a Peñarol ; al oeste , la carretera a Colón. No contaba con ningún establecimiento importante , sólo algunos viñedos, como el de Mondino. Carecía de edificios públicos. La escuela del Estado funcionaba con poca concurrencia de alumnos en una casa particular inadecuada a tales fines educativos. Existía una capilla. La estación del ferrocarril, donde se efectuaba el empalme de los trenes a Minas y Nico Pérez , no era más que una casilla. No había Juzgado de Paz. La autoridad era ejercida por una Comisión Auxiliar, integrada asimismo con otros vecinos de Peñarol. Entre las mas importantes obras realizadas en la zona, Orestes Araújo menciona un camino macadamizado que partiendo del camino carretero a Colón llegaba hasta Peñarol, después de cruzar Sayago de oeste a este.


PRIMEROS MEDIOS DE TRANSPORTE DE PASAJEROS


En 1889 el tranvía de caballitos llegaba hasta los caminos de Castro y Millán. Posteriormente, a este último camino y Raffo. A escasa distancia se hallaban los molinos que habían sido de Domingo Raffo y a partir de 1874 de Agustín Rivara, natural de Lavagna (Génova). Sus tierras habían sido adjudicadas por el gobierno español al poblador Angel García, en el reparto de chacras verificado en el año 1727 . Su suerte de campo “le fue confirmada en el segundo reparto, a principios de 1730” El 11 de enero de 1860 una fracción de esa chacra fue adquirida por Vicente Benvenuto, Juan Cavilglia y el ya citado Domingo Raffo, cuyo apellido perdurará  en el paraje. La sucesión de Raffo vendió su parte a Pedro Etchegoyhen el 15 de enero de 1873 y éste a José Maggi y Agustín Rivara, el 27 de agosto de 1874. En tiempo de Rivara las aspas de los molinos fueron retiradas y estos funcionaron a vapor. Hoy en el predio de Molinos de Raffo N° 776 , son testimonio de una época de afanosas tareas. El tranvía de caballitos, al llegar sólo a Millán y Raffo, creaba serios problemas para aquellas familias que vivían en zonas vecinas a Sayago, Peñarol, Pueblo Ferrocarril , Colón , Villa Colón. La Tablada y Peñarol Viejo. El único medio de transporte era un carruaje de propiedad de los hermanos Luis y Antonio Moro, que llevaba pasajeros desde allí a Colón por $ 0,10 y hasta Villa Colón por $0,20 . Poco tiempo después, fijaron una nueva parada en Sayago, desde donde transportaban pasajeros, especialmente los días de partidos de fútbol, al campo de deportes del Club Atlético Peñarol, en Peñarol Viejo. En alguna ocasión, además de aficionados llevaban a algún jugador que arribaba retrasado. Por esa época, los caminos de los aledaños a Sayago eran simples y con profundas huellas, pozos y zanjas que obligaban en días de lluvia a efectuar largos rodeos.
En 1904 los hermanos Moro complementaron su actividad con un servicio de alquiler especial para las familias de la zona : el viaje al balneario Capurro. El precio del pasaje de ida y vuelta era de $ 0.20 , incluida la espera de los baños en la playa. Asimismo cumplían servicios correspondientes a fiestas y casamientos, que debían ser contratados con días de anticipación. Alguna vez, para sortear barriales, la novia fue conducida en brazos desde el umbral de su casa hasta el carruaje. Así , el vestido nupcial podía lucir espléndido y sin mácula durante la ceremonia de la boda. Según relató Luis Moro a un cronista de “El Día” , actuando como empresario de coches, en el casamiento de las hijas de José Rivara llegó a necesitar hasta treinta vehículos para transportar el numeroso cortejo y los invitados. Otras veces su coche fue utilizado para asistir al corso de 18 de Julio o de La Unión. Lo adornaba con escarapelas, flores y cintas y así desfilaba con un ramillete de jóvenes. El servicio alcanzaba su máxima expresión cuando el corso se realizaba en Colón. La empresa establecía entonces el precio de doce pesos por el viaje en carruaje. Cuando se contrataba para los bailes del teatro Solís, el viaje de ida y vuelta, incluyendo la espera, se cobraba cinco pesos. Quizá porque el conductor, aprovechando la ocasión, bailaba a la par de los pasajeros. Entre los personajes que viajaron en carruajes de la empresa, figuró el Gral. Francisco Tajes, alejado ya de sus actividades gubernamentales. Llegaba en el ferrocarril hasta la estación Sayago , donde se le esperaba con un coche tirado por cuatro fogosos caballos, como él especialmente los requería y desde allí comenzaba el viaje hasta su establecimiento de campo a orillas del río Santa Lucía, cuya mansión fue conocida, muchos años después, cumpliendo otros destinos, como Parador Tajes. Al pasar por los llamados Portones de Buxareo, junto al arroyo de las Piedras, se detenía generalmente a tomar una taza de té en la posada de Mme. Etchart, punto terminal de los paseos de muchas familias montevideanas. Al anochecer llegaba el carruaje a destino. Generalmente cochero y carruaje permanecían allí tres o cuatro días, hasta que el general resolvía regresar. También requería carruajes de los hermanos Moro la poetisa Delmira Agustini , que vivía en la época con sus padres en Garzón y Ariel y se trasladaba al Prado y otras veces, sin rumbo fijo y con el coche descubierto, por algún camino de Melilla. En algún lugar de su viaje permanecía largo tiempo escribiendo o dejando que su imaginación y su emoción brincara libre ante el rumor de los huertos. Alguna vez la empresa tuvo intervención en duelos, que prohibidos por las autoridades gubernamentales, se efectuaban subrepticiamente. Tal vez influiría la circunstancia de que el armero Juan Cazot, figura imprescindible en los lances caballerescos de la época, vivía cerca del domicilio de los hermanos Moro. Precisamente , uno de ellos, Antonio , vivió el suspenso del lance entre el Gral. Riverós y el Dr. Baltasar Brum. Este último , que combatía la implantación del servicio militar obligatorio, al darse la orden de disparar, bajó su pistola al suelo, ratificando así, con desprecio a la muerte, su voluntad de no usar las armas. Al advertir la decisión del Dr. Brum, el Gral. Riverós levantó su pistola hacia el cielo e hizo jugar el gatillo, determinando la realización del duelo. En otro lance de honor, el de José Batlle y Ordoñez con Guillermo García, la policía requirió urgentemente los servicios de Moro. Durante el viaje, el comisario Canesa exigía a viva voz mayor velocidad de los caballos, en el intento de impedir el duelo, que se desarrolló en una quinta de la Avda. de las Instrucciones. Pese a no haber llegado a tiempo de impedir el enfrentamiento, fueron testigos de la actitud caballeresca de García, que solicitó saludar a Batlle y Ordoñez cuando aún los médicos atendían sus heridas. Luego de su aceptación , los duelistas se reconciliaron . La multiplicidad de servicios y el constante progreso de Sayago, Colón, Villa Colón y otras zonas , ya no permitió el trato familiar con los clientes, como en los primeros años. De esas nuevas épocas se recuerda que la empresa transportó a distintas recepciones que se le hicieron, a los intrépidos aeronautas del hidroavión “PLUS ULTRA” – comandante Ramón Franco, navegante y telegrafista Julio Ruiz de Alda, experto en la conducción de hidroaviones Juan M. Durán y mecánico Pablo Rada – que culminaron en Montevideo lo que aún no se había registrado en la historia de la aviación mundial : el cruce del Atlántico Sur, uniendo la capital uruguaya con España, el 8 de febrero de 1926.
Hay una plaza ubicada entre las calles Tahim y Clara , lleva el nombre del pionero del transporte en la zona, Luis Moro, fallecido el 11 de noviembre de 1968.
FUNDACION DEL BARRIO LA FLORESTA
En diciembre de 1907 , Jaime Maeso procedió a rematar terrenos del nuevo barrio  “LA FLORESTA” , sobre el camino a Sayago , (hoy camino Ariel) y camino Villarón (actual Cnel. Raíz) , por cuenta de los señores Bravo y Rodríguez. Sus calles llevaron inicialmente las siguientes denominaciones : Las Violetas, Las Rosas (hoy Eduardo Pondal) , Las Viñas (actual Rosalía de Castro) , Las Camelias, Las Magnolias (hoy Luis Moro) y Las Aromas (actual Croacia).
INDUSTRIAS DE SAYAGO
La instalación en 1911 del establecimiento en la zona de la Fábrica Uruguaya de Portland, propiedad de la firma Metzen , Vincenti y Cía , en un predio de  la calle Laguna Merín y la vía del ferrocarril, dio un gran impulso a Sayago. Esta industria adquirió renovado impulso en el año 1919 , cuando la Compañía Uruguaya de Cemento Portland compró dicha fábrica, cuya capacidad de producción fue luego acrecentada sustancialmente. En 1953 ya contaba con cuatro potentes hornos giratorios de 57 metros de largo por tres de diámetro. El subsuelo minuano fue elegido para dar de sus entrañas la piedra caliza que alimenta los hornos. Al pie del cerro Verdún se establecieron las canteras de la Compañía. Desde allí , la roca viva ha ofrecido diariamente miles y miles de kilogramos de piedra caliza, que emprenden rumbo a la planta industrializadora, donde son procesados. En la actualidad, en la planta de Sayago de la Compañía Uruguaya de Cemento Portland (María Orticochea 4707) trabajan 176 personas y 50 más en las canteras. En el año 1940 nace en Danubio 5122 Esq. Gral. Eugenio Garzón la fábrica de artículos de fibrocemento Eternit Uruguaya S.A , otra importante industria que ha estado consustanciada con Sayago, al proceder gran parte de su personal – alrededor de cien entre obreros y empleados – de este laborioso barrio.
ELEVACIÓN A LA CATEGORÍA DE PUEBLO Y VILLA
El 10 de marzo de 1913, fue declarado oficialmente pueblo el núcleo poblado conocido con el nombre de Sayago. Promulgaron la ley respectiva el presidente de la República José Batlle y Ordóñez y su ministro Feliciano Viera. Cuarenta años después, el 1° de julio de 1953, fue elevado a la categoría de villa. Firmaron la ley N° 11.966 por el Consejo Nacional de Gobierno, su presidente, Andrés Martínez Trueba y el ministro de Instrucción Pública y de Previsión Social, Justino Zabala Muniz.  El 3 de octubre de 1989, por resolución municipal, luego de un exhaustivo análisis de las características comunes en cada área montevideana, fueron determinados los límites de 39 zonas, entre ellas las de La Tablada-Sayago. Fueron definidas por : Br. José Batlle y  Ordoñez, Avda. de las Instrucciones , Avda. Millán, Camino Molinos de Raffo, Avda. Carlos Ma. de Pena, Avda. Eugenio Garzón, Emancipación y Camino Francisco Lecocq.

ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES


El 24 de febrero de 1890 abrió sus puertas la Escuela Rural N° 21, que con el transcurso del tiempo se convertiría en Escuela N° 52 “República Dominicana”. En 1920 comenzó a funcionar el colegio religioso dirigido por el Presbítero Gemi, capellán de las Hermanas del Perpetuo Socorro y en 1925 llegan los salesianos a Sayago, haciéndose cargo de dicho pequeño colegio, situado en Avda. Sayago y Elías Regules.
Ante el crecimiento demográfico de Sayago y su zona de influencia, en marzo de 1969 fue inaugurado el Liceo N° 23 , “Cerrito” , instalado en un edificio que data de 1889 ( 28 de Febrero N° 1097) , en el que funcionó anteriormente un seminario y un colegio salesiano. En la actualidad tiene 125 profesores, que dictan clases, en 13 salones, a unos 1200 alumnos en un total de 39 grupos, procedentes en su mayor parte de Sayago, Complejos Habitacionales Verdisol y de Millán y Lecocq , y Conciliación. Cuenta con laboratorio, biblioteca y salón multiuso. Entre los clubes sociales y deportivos arraigados en Sayago sobresale el Racing Club de Montevideo, que siempre ha colaborado con las actividades populares del barrio, especialmente con las relacionadas con escuelas y liceos de la zona, que en varias ocasiones han efectuado sus espectáculos gimnásticos en su campo de deportes. Su pasado deportivo ha sido sintetizado en estos términos, en 1991 , por el entonces secretario de su comisión directiva, Carlos González :
“Racing surge de una reunión de muchachos allá por el año 1918. Su fundación como institución se produce el 6 de abril de 1919, pero anteriormente este grupo de amigos ya venía reuniéndose y jugando. Estos muchachos eran originalmente del  Reducto y Racing se fundó sobre un tranvía, cuando ellos hicieron una asamblea en la que decidieron fundar una institución , que comenzaría llamándose Yuyito, luego Goliat y después Bristol, para finalmente llegar a la denominación del Club Atlético Racing, en homenaje al Racing argentino, que en aquel tiempo venía cumpliendo una campaña excepcional. Posteriormente llevaría el actual nombre de Racing de Montevideo. La primera sede estuvo justamente ubicada en el Reducto, en la calle Tomás Toribio 1341. Luego , cuando no se pudo seguir pagándola, la sede pasó a ser la casa de uno de los dirigentes de la época. La primera cancha, en cambio, estuvo muy lejos del Reducto, por Piedras Blancas, en Cuchilla Grande, junto al Almacén de La Lata. Fue una cancha que costó muchísimo encontrar porque primeramente se intentó conseguir un predio ubicado en la calle San Martín, que resultó imposible porque estaba a punto de rematarse.
“Y finalmente, de esa cancha se pasó directamente al actual campo de deportes y sede social en Sayago, en la avenida Millán 4712.  “Este predio fue adquirido a la familia Pereira y acondicionado luego. Es decir que Racing tiene tanto de Sayago como de Reducto. Se identifica con ambos barrios.”  En av. Sayago 1264 tuvo su sede social el Club Ciclista El Límite. Nació el 1° de agosto de 1949 en la esquina de Avda. Sayago y Con. Gral. Máximo Santos. Ese día , en ese lugar situado precisamente sobre la línea divisoria entre Sayago y Peñarol, en el comercio de Francisco Leoni, se reunieron un grupo de entusiastas aficionados, con el objetivo de constituir un club ciclista que representara a esa populosa zona montevideana. Su primer comisión directiva la integraron Bruno Borroni (presidente) , S. Morales ( vicepresidente) , h. Badell (secretario) y F. Leoni (tesorero)  Poco después se incorporó a dicha comisión Onofre Distasio  , que desempeñara los cargos de tesorero y delegado ante a Federación Ciclista Uruguaya.
VECINOS DESTACADOS DE SAYAGO
Entre los que nacieron en Sayago o fueron vecinos de significación de la localidad, una de las presencias destacables es la del Dr. Mario Rinaldi Guerra ( 1895-1947) , graduado en la Facultad de Medicina en 1923 con medalla de oro. Fue jefe de Clínica, médico interno del Hospital Maciel, cirujano y profesor de la Escuela de Nurses y Cirujano del Hospital Italiano. Ejerció su profesión en Sayago , cuyo vencindario, en honra de recordación y valoración a su ejemplar vida como profesional, colocó una placa en la plazuela de la estación del ferrocarril. También América Moro, nacida en 1924 en Montevideo. Ejerció la docencia como profesora del filosofía y letras así como del idioma inglés. Por dicha actividad viajó al exterior en usufructo de becas de distintos organismos internacionales. Posteriormente se radicó en el interior del país. Fue profesora en el liceo de San Ramón y directora del liceo de Ombúes de Lavalle. Su obra “Sayago en mi infancia” , publicada en 1970 , contiene nostálgicos relatos de sucesos que conmovieron su niñez en los años treinta d este siglo. Falleció en marzo de 1981 en un accidente de tránsito.


LA QUINTA DE SANTOS


En las cercanías de Sayago , sobre el ex camino Artigas, actual Av. De las Instrucciones N° 1063 , antes de llegar a Bvar. José Batlle y Ordóñez, se encuentra la quinta que perteneció al entonces teniente coronel Máximo Santos, desde el 5 de enero de 1877, por compra efectuada en esa fecha a Lino Herosa de cuatro cuadras cuadradas a orillas de un camino nuevo que dividía dicho terreno de la quinta del gobernador coronel Lorenzo Latorre. El predio formaba parte del reparto de chacras del Miguelete, efectuado en marzo de 1727 , al adjudicársele una “suerte” de 400 varas de frente por una legua de fondo a Silvestre Pérez Bravo, natural de la isla de Tenerife y uno de los primeros pobladores de Montevideo, tierras que le fueron confirmadas a principios de 1730. Refiriéndose a la quinta de Santos ha dicho el historiador Dr. J. M. Fernández Saldaña : “Redondeado el terreno con posteriores compras y objeto de continuas mejoras e innovaciones , atestiguan hoy mismo los desembolsos de rumboso dueño , las fuentes, las cascadas, las estatuas, la llamada Casa de las Muñecas, reservada para el juego de las niñas, los pabellones destinados a cría de pájaros exóticos, los cubiles con verja de un pequeño zoológico, y sobresaliendo por sus dimensiones antes que por su buen gusto, una gruta artificial, llena de corredores laberínticos y retorcidos recovecos con iluminación de gas.” Con posterioridad, la quinta del teniente general Máximo Santos pasó a ser de propiedad del banquero Dr. Emilio Reus. Agrega Fernández Saldaña que “en el término de dos años, Reus, atendiendo a sus combinaciones y negocios hipotecó , vendió y volvió a compara dos veces la quinta”. Con posterioridad a su quiebra, en noviembre de 1893 se adjudicó , por remate, a Eugenio Villamur. En este siglo pasó a ser propiedad del municipio de Montevideo, funcionando en ella con carácter precario el Centro de Estudios de Ciencias Naturales y el Museo Arqueológico de Francisco Oliveras, riquísimo reservorio de piezas de arqueología, paleontología, zoología y geología que fueron donadas al Estado y trasladadas en 1982 a la llamada quinta de Mendilaharsu. Luego de clasificadas y ordenadas , las más representativas se exhiben en la señorial mansión centenaria de la Av. De las Instrucciones N° 948, entre Trápani y Millán , sede del Museo de Antropología.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
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