El capitán Pedro Millán lo llamó "Montevideo Chiquito". Pero la denominación de "Cerrito de la Victoria", que ha perdurado hasta nuestros días, ha de venir de la ardorosa acción triunfante de las fuerzas patrióticas al mando del Gral. José Rondeau sobre los realistas montevideanos al mando de Gaspar Vigodet, el 31 de diciembre de 1812.
Durante el año 1811, las fuerzas organizadas por la Junta Grande de Buenos Aires y las fuerzas gauchas organizadas por José Artigas habían puesto sitio a la ciudad de Montevideo, que se había negado a obedecer a las autoridades surgidas de la Revolución de Mayo. Este sitio había sido levantado a fines de ese año, cuando la situación militar quedó en condiciones desfavorables en el frente del Alto Perú. La llegada al poder del Segundo Triunvirato, impulsada por el cambio de la situación en el frente norte permitió reiniciar el sitio hacia octubre de 1812. Las fuerzas patriotas, al mando de José Rondeau, pusieron sitio a la ciudad. Sobre el río Uruguay había una segunda fuerza, al mando de Domingo French, además de las milicias de Artigas, que no se habían sumado aún al sitio por desavenencias con el jefe político del mismo, Manuel de Sarratea. De todas formas, el ejército sitiador logró expulsar a los realistas de Colonia del Sacramento y sitiar por completo Montevideo. Enterado de la próxima reunión de las fuerzas sitiadoras de Rondeau junto con las de Artigas, que sumaban un total de 4.600 hombres, el general Gaspar de Vigodet decidió anticiparse e intentar una salida masiva para enfrentar a Rondeau. La lealtad de las fuerzas realistas a la causa de que defendían era dudosa, a pesar de contar tropas europeas. Pero en su favor jugaba la falta de refuerzos, municiones y armamento de los sitiadores. Sin embargo Vigodet tuvo mala suerte, porque justo la noche antes del ataque, Rondeau recibió un importante refuerzo y avituallamiento.
LA BATALLA DEL CERRITO
La mañana del 31 de diciembre, Gaspar de Vigodet y el brigadier Vicente Muesas atacaron con unos 1.600 hombres y 8 cañones las posiciones de Rondeau, que contaba con 2.000 soldados y 2 cañones. Rondeau tenía atrincherada a su infantería en una loma alta que por su cercanía al famoso Cerro de Montevideo era llamada el Cerrito. Los españoles, al mando de Vigodet, formando tres columnas consiguen tomar la posición de los patriotas en el choque inicial. Allí atacó Muesas, desplazando al regimiento N° 6 de Pardos y Morenos, al mando del teniente coronel Miguel Estanislao Soler, expulsándolos barranca abajo. Luego atacó al otro cuerpo de infantería, el regimiento N° 4, al mando de Ventura Vázquez, que sostuvo precariamente su posición por unos minutos. En este momento, Soler reunió a sus soldados (casi exclusivamente negros libertos), y contraatacó cuesta arriba. La sorpresa y el agotamiento de la munición paralizó a los españoles, y en ese momento fue muerto de un tiro el brigadier Muesas, causando una gran confusión entre sus hombres. Por otro lado, al atacar el Cerrito, los realistas habían dejado abajo los cañones, que casi no participaron en la lucha. Los realistas fueron expulsados del Cerrito, y al llegar al pie de la cuesta fueron atacados y deshechos por la arremetida de la caballería patriota, al mando de Rafael Hortiguera, lo que produjo la dispersión de los españoles y completó la victoria patriota.
EL SITIO GRANDE
Pero el origen de su estructura urbanística deriva del llamado "Sitio Grande" de Montevideo, iniciado por las fuerzas al mando del Brig. Gral. Manuel Oribe, el 16 de febrero de 1843, y que duraría hasta el 8 de octubre de 1851. En efecto, en 1845, en terrenos que fueran de Melchor de Viana, se creó el pueblo y la sección chacras del Cerrito. Entre "la quinta del vasco Chopitea y un monte de olivos" que daba al camino de la Restauración, hoy calle Serrato, se encontraba el cuartel general de Oribe. Concretamente se levantaba, según el Dr. Luis Bonavita, a pocos metros del Molino del Miguelete, llamado también de Fortogato, construido en 1820 y demolido en 1922, entre las actuales calles Juan Acosta, Santa Ana, Francisco Plá y Joaquín Artigas. El francés Benjamín Poucel, hacendado de Pichinango, que en 1846 llegó al campo sitiador, describió en sus Memorias el Campamento de Oribe: "Al noreste del Cerrito, gran colina que cubre Montevideo y domina la ciudad y el puerto, Oribe había plantado su tienda sobre una explanada de una hectárea cuadrada. En uno de los ángulos, la artillería atrae mis miradas. Conté hasta cuarenta piezas en bronce, bien montadas, bien cuidadas. Era un especímen de los millares de piezas semejantes que los soldados de la independencia habían conquistado a los españoles, en la guerra larga y terrible que había liberado toda la América del Sur. Rosas las había prestado a Oribe para cañonear la ciudad donde había nacido este último. "Otra viva descripción es la realizada por el Dr. Domingo González, que firmara sus libros de recuerdos con el seudónimo de "Licenciado Peralta". "Pasada media hora se encontraban ya próximos a la antigua casa-quinta del vasco Chopitea y minutos después, en el Cuartel General, ubicado entre aquella casa-quinta, el Cerrito y el monte llamado entonces de los Olivos, en línea al Sud-Este paralela con el pueblo 'Restauración'. Ocupaba una extensión importante de Oeste a Este y no menos de Norte a Sur, constituyéndolo centenares de ranchos revocados con barro sus muros y techos de paja. Su aspecto, diseminados en todas direcciones, y perfectamente blanqueados era alegre, con especialidad en la parte más alta y en dirección a la cumbre del Cerrito. El pueblo del Cerrito vio nacer a su lado, en agosto de 1877, el pueblo de San Lorenzo, fundado por Lino Herosa, así bautizado en homenaje al entonces primer mandatario, Cnel. Lorenzo Latorre. Su origen -señala Alfredo R. Castellanos- fue el contrato celebrado entre Herosa y el Superior Gobierno, en virtud del decreto del 12 de julio de 1877, por el que se creaba en aquel lugar una nueva plaza de frutos, que abarcaba 60.000 varas cuadradas, con carácter de única en el departamento de Montevideo, y dejaban de serlo las de Sarandí, Tres Cruces y La Unión. Por decreto del 2 de mayo de 1884, el pueblo de San Lorenzo fue incorporado al del Cerrito. Hoy, la barriada abre su expresión urbanística con la plaza del Ejército, sita en la intersección del Bvar. José Batlle y Ordóñez y la Av. Gral. Flores. El lugar fue elegido, precisamente, por su proximidad al Cerrito de la Victoria, donde las milicias patrióticas artiguistas pusieron sitio a Montevideo regentista, después de la gloriosa victoria de Las Piedras.
EL SANTUARIO NACIONAL
En la cima del Cerrito de la Victoria se yergue el Santuario Nacional del Sagrado Corazón de Jesús. Si origen se remonta a la creación de la Parroquia del Cerrito, decretada canónicamente el 30 de octubre de 1919 por el visitador apostólico José Johannemann. En su trabajo de investigación histórica sobre dicho Santuario , afirma la arquitecta Mariella Russi:
“Podría parecer extraña la erección de un templo de tal envergadura, como lo es el mencionado Santuario, dentro de una realidad nacional de orientación positivista, pero la idea surge, antes de comienzos del siglo , a raíz de la campaña del liberalismo contra la Iglesia Católica, que está, en ese momento, bajo la jefatura de Monseñor Mariano Soler. Este juzga necesaria la creación de un templo votivo, a los efectos de oponerse a dicha campaña. El Santuario tendría carácter expiatorio, y sería un monumento de la Patria al Dios. Ese ideal de Monseñor Soler cobra forma al resolverlo así la Primera Asamblea Católica Uruguaya de 1889, y en junio de 1902 se compran a los efectos dos manzanas de terreno en la cima del Cerrito de la Victoria, lugar elegido para ello. Fallecido Monseñor Soler parece abandonarse la idea, incluso bajo la Administración Apostólica de la Arquidiócesis de Monseñor Isasa, quien, al parecer, teme una incautación de los bienes de la Iglesia como consecuencia de la ley de separación de la Iglesia como consecuencia de la ley de separación de la Iglesia y el Estado, y vende en mayo de 1911 las dos manzanas. Es recién en octubre de 1919 que el padre Antonino D Elía recupera una de ellas” Ese mismo año , días después , el 23 de noviembre , el arzobispo de Montevideo , Juan Francisco Aragone, acompañado de Tómas Camacho , obispo de Salto, y José M. Semería, obispo de Melo , puso solemnemente la piedra fundamental del Santuario Nacional. En mayo de 1926 se iniciaron las obras según los planos del arquitecto salesiano P. Vespignani, para la construcción de una parte del edificio , que pudiese cuanto antes habilitarse para el culto. El 28 de diciembre del año siguiente , el arzobispo instaló oficialmente en el Santuario a los religiosos Sacramentinos llegados expresamente al país el 30 de noviembre para tomar a su cargo el Santuario y la Parroquia del Cerrito. El 26 de febrero de 1928 fue instalado el primer párroco , P. Antonio Evers, superior de los sacerdotes Sacramentinos, y el 19 de junio del mismo año pudo habilitarse una parte del santuario, en cuyo día fue trasladada la imagen de Cristo desde la antigua Capilla de Nuestra Señora del Luján, establecida en 1898 . En 1938 es inaugurada toda la planta del Santuario y en 1946 surgen su cúpula y las torres. Hacia 1982 fue iniciada una campaña nacional para la reparación del Templo, que había resultado afectado por filtraciones de aguas pluviales por su cúpula, la que , efectuada con total éxito , posibilitó las reparaciones necesarias.
Legado histórico de las Llamadas del Cerrito
"Fue durante la Guerra Grande (1839-1851) que se produjo el asentamiento, en forma numerosa, de población africana y descendientes en la zona del Cerrito de la Victoria. Los bandos enfrentados en esta guerra fratricida fueron: los encabezados por Fructoso Rivera en el gobierno de la Defensa, establecido en Montevideo y sus alrededores más inmediatos y los encabezados por Manuel Oribe, con el gobierno establecido en el Cerrito de la Victoria. Ambos ejércitos contaron con numerosos soldados africanos y descendientes y más aún cuando decretaron la “abolición” de la esclavitud: Rivera en 1842 y Oribe en 1846. Para quienes estaban esclavizados formar parte de un ejército, ser soldado, significaba en su imaginario pasar a tener un reconocimiento mínimo, un lugar donde se le respetase algo más que en su anterior etapa. Los afros que estaban con Oribe en el Cerrito eran de diferente procedencia: la gran mayoría eran africanos, escapados de la esclavitud en Montevideo y en el resto de los centros poblados de Uruguay, así como africanos y descendientes escapados de la esclavitud de Brasil. Los pueblos a los que perteneció esta población africana fueron: Congos, Banguela, Angola, Minas Calabarí y Minas Nagó. Como sucedió en todas las poblaciones donde había numerosa presencia africana, se organizaron reuniéndose por pueblo en humildes locales que hacían las veces de Sala de Nación. Allí elegían sus autoridades, rey, reina y realizaban los rituales a sus deidades, a los espíritus de los antepasados con cantos y toques de tambores acompañados de otros instrumentos, volviendo a sentirse africanos por el lapso de tiempo que duraba la ceremonia.Hoy, tanto tiempo después, aquellos tambores africanos que se han transformado en tambores de candombe, viven aún en las comparsas del Cerrito". (Oscar Montaño)
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