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Desde fines del siglo XIX coexistieron dos teorías acerca de la génesis de los hidrocarburos terrestres: la teoría biogénica, que sostenía que eran de origen biológico, producto de la acumulación y “maduración” de plantas o animales fósiles, y la teoría mineral o abiogénica, que argumentaba que los hidrocarburos eran de origen mineral, provenientes del interior de la tierra, acumulándose en áreas con condiciones geológicas apropiadas o brotando en surgencias líquidas o gaseosas en la superficie.
La teoría biogénica
Desde principios del siglo XX fue la hipótesis biogénica la que se impuso a nivel mundial, en particular en los países occidentales.
En la actualidad la mayor parte de los geólogos, tanto petroleros como estructurales, sedimentólogos y geofísicos, se inclinan a pensar que los hidrocarburos, petróleo y gas natural, son de origen biológico antiguo, y por esa razón son frecuentemente denominados “combustibles fósiles”.
Al ser definidos como combustibles de origen biológico, dependientes de la acumulación de materia orgánica a través de las eras geológicas, sus volúmenes estarían necesariamente restringidos a las cuencas de acumulación sedimentaria y sus proximidades. Los mantos sedimentarios son relativamente delgados (en términos geofísicos). Normalmente tienen unos pocos cientos o miles de metros y rara vez sobrepasan los 10 kilómetros de espesor, poco más de una milésima del radio terrestre (que es de 6,500 km).
La conclusión de este paradigma científico prevalente es que la explotación sostenida de dichos recursos terminará rápida e inevitablemente por agotarlos.
La teoría mineral o abiogénica
La teoría biogénica, que es aceptada por la mayor parte de los geólogos, ha sido y es impugnada por algunos científicos, particularmente rusos y ucranianos, que sostienen que tanto el petróleo como el gas natural son de origen mineral, que provienen del interior de La Tierra, que sus volúmenes son muy grandes, y que por tanto no es probable que se vayan a agotar en un futuro previsible.
La teoría mineral fue impulsada originalmente en el siglo XIX por el famoso químico ruso Dmitri Mendeleev, por el químico francés Marcellin Berthelot y otros.
Decía Mendeleev en 1877:
“El hecho capital es que el petróleo ha nacido en las profundidades de la tierra, y es allí donde debemos buscar su origen”.
Otro científico que desarrolló la teoría del petróleo mineral fue el geólogo ruso Nikolai Alexandrovitch Kudryavtsev.
Este investigador propuso una hipótesis abiótica en 1951 basándose en los enormes volúmenes de hidrocarburos acumulados en las arenas bitumimosas de Alberta, Canadá, inexplicables ante la ausencia de una plausi ble roca madre. En 1967 el geólogo ucraniano Emmanuil Chekaliuk, desarrolló una teoría termodinámica del origen del petróleo, en la que sostenía que éste se formaba a gran presión y temperatura en las profundidades del manto terrestre. Se señaló en su momento que la teoría había sido confirmada por estudios experimentales realizados por J.F. Kenney y sus colegas rusos.
En las décadas de 1970 al 2000, basándose en los trabajos antes citados, el astrofísico austríaco Thomas Gold formuló una teoría acerca del origen y evolución de los hidrocarburos, que consideraba provenientes de las profundidades. Esta hipótesis incluyó varios elementos innovativos y al fin se transformó en una verdadera revisión paradigmática de la dinámica geológica terrestre.
La visión de Gold trasciende el tema petrolero para insertarse en múltiples aspectos del campo de las ciencias de la tierra, proponiendo, con criterios muy sólidos, nuevas formas de interpretar la mayor parte de los fenómenos geológicos y de astrofísica planetaria.
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